ID de la obra: 295

Drabbles de Warhammer

Mezcla
PG-13
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1
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Tamaño:
planificada Mini, escritos 27 páginas, 14 capítulos
Descripción:
Notas:
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No es no

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Magnus se encontraba sentado en la biblioteca como de costumbre. Sostenía un libro frente a él con energía psíquica, las páginas se movían con gran rapidez mientras leía. Ya lo había acabado con anterioridad y lo había memorizado a la perfección, pero la historia realmente le gustaba. Era una novela de romance de la vieja Terra, su historia no era nada nuevo pero le tomó cariño a los personajes y a la pareja protagonista. También mentiría si dijera que no le hacía cierta ilusión imaginarse a sí mismo viviendo una historia así de bella y romántica. El Rey de Próspero desvió la mirada de su libro y la fijó en el hombre que dormía plácidamente con la cabeza en su regazo. Su salvaje hermano Leman Russ. Pensándolo en retrospectiva, no tenía sentido que él, de entre todas las personas, fuera con quién acabará involucrado románticamente. Leman siempre dejó claro su desprecio por los psíquicos y él no era la excepción, al menos durante sus primeros encuentros. Hasta que a su testarudo hermano se le metió en la cabeza la idea de querer cortejarlo. Solo a él se le ocurriría intentar ganar el favor de alguien a quien abiertamente solía despreciar.  Lo persiguió durante días con regalos, promesas y alabanzas. Pero él siempre se negaba, mil veces lo rechazó y mil veces Leman volvía a coquetearle. Y aún así se las ingenió para convencerlo de darle una oportunidad, así fuera para cumplir su capricho y finalmente dejarlo en paz. Pero el lobo fue más encantador de lo que pensó, se ganó una parte de su interés y le dio el beneficio de la duda. Y bueno... las cosas solo fluyeron por sí solas luego de eso. Dejó el libro a un lado suyo y acaricia la mejilla de Leman. Su barba desalineada le pica al tacto pero aún así la adora.  —¿Cómo puedo querer tanto a un bruto cómo tú?  Su amante sonrió orgulloso mostrando sus colmillos al mismo tiempo que abría sus ojos azules como el cielo. —Porque nadie más que yo puede lidiar con tu ego inflado.  Magnus tiró una de sus trenzas con molestia sentándolo a la fuerza, pero solo consiguió una risa burlona del Rey Lobo. —Cállate. ¿Si ya estabas despierto porque seguías recostado en mis piernas?  —Porque son las mejores almohadas que he tenido —descaradamente palmeó sus muslos y los apretó fuertemente—. No me molestaría también tenerlas sobre mis hombros. —¡Eres una bestia depravada! —el psíquico sabía que no era correcto gritar en la biblioteca, pero le constaba que ellos solían ser los únicos ahí, tristemente muchos de sus hermanos no apreciaban lo suficiente la literatura. Su salvaje hermano solo reía por su molestia y no paraba con sus provocaciones. —Vamos querido, solo esta vez, nadie nunca viene aquí más que tú. —¡Te dije que no! —Magnus intentaba detener las manos callosas que no dejaban de acariciar y apretar las partes más suaves de su cuerpo, pero su hermano disfrutaba mucho de provocarlo—. Y Lorgar suele venir a la biblioteca también. —Puede quedarse a mirar, no me molesta. —¡Leman! —finalmente usó sus poderes psíquicos para alejar a su hermano de él a la fuerza —. ¡Eres un asqueroso! De verdad que no se porque pierdo mi tiempo contigo. El primarca de piel roja se levantó en toda su altura y fue a regresar el libro a su lugar. Fue bueno fantasear un poco pero ahora tenía que lidiar con su realidad, que era menos romántica que la novela. Se quedó pensando un poco en eso. Amaba a Leman, pero en momentos así no podía evitar preguntarse si lo tomaba en serio o solo se divertía con él. Si fuera lo segundo entonces... —Lo siento... Lo llevé muy lejos. Magnus volteó a su lado y se encontró con Leman luciendo como un cachorro regañado. —No era mi intención insultarte. Realmente te quiero, no quiero que creas lo contrario. Te amo. El más alto miró fijamente al rubio arrepentido. Era tan exasperante. Era un salvaje que no aceptaba un no por respuesta y que hacía de todo por salirse con la suya. Sus hijos insistían en que alguien así no merecía su cariño y en el pasado sin duda les hubiera dado la razón. Pero ahora no podía, ni quería, cambiar sus sentimientos por su Rey Lobo. —Tú realmente eres un caso perdido... Solo promete que a la siguiente harás caso cuando te diga que no a algo. —Es una promesa... ¿Entonces no estás molesto conmigo? Si Leman tuviera una cola Magnus juraría que ahora la estaría agitando esperanzado. —No, no lo estoy. —se agachó un poco para besar su mejilla y se deleitó con el brillo de felicidad en sus ojos—. Aún así, quiero leer un poco más, así que te pido que te comportes. —Seré un santo —juntó ambas manos haciendo el mismo gesto de las imágenes benditas de las antiguas religiones, se veía tan tonto que Magnus no pudo evitar reír—. ¿Pero podré dormirme otra vez en tu regazo? El más alto lo pensó un momento mientras buscaba otro libro que llamará su atención. —Solo si mantienes tus manos donde pueda verlas. Leman sonrió por su respuesta. Si, era un bruto en todos los sentidos y a veces lo sacaba de sus casillas. Oh, pero Magnus estaría condenado si intentará negar su amor por él, su lindo y testarudo cachorro.
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