ID de la obra: 30

Será un secreto entre tú y yo

Femslash
NC-17
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planificada Maxi, escritos 8 páginas, 2 capítulos
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Capítulo 2

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Cuando Hermione abrió los ojos por la luz brillante, no se dio cuenta inmediatamente de dónde estaba ni de cómo había llegado hasta allí. La fuente de la luz eran las cortinas abiertas de las altas ventanas. Estaba tumbada en una enorme cama cubierta de seda negra. Al levantar la cabeza, se sintió al instante más pesada de lo habitual, mareada y dolorida, y con náuseas. - Por fin, pensé que iba a tener que usar aguamenti para despertarte -se oyó de pronto una voz fuerte. Hermione miró y se dio cuenta de que su profesor estaba tumbado en el otro extremo de la misma cama grande. Por suerte, su tamaño le permitía estar lo suficientemente lejos. Black ya estaba vestido y hojeaba algún periódico, al parecer leyendo las noticias. - Profesor, ¿qué hace aquí? — preguntó Hermione, sin saber muy bien qué estaba pasando. Black se rió. - Lo siento, ¿qué hago en mi habitación, en mi cama? Granger, ¿no estás hinchada? — comentó Black, todavía con una sonrisa burlona. Hermione tartamudeó. - ¿Cómo he acabado en… en tu cama? — trató frenéticamente de recordar los acontecimientos de la noche anterior, pero su estado, que empeoraba por momentos, se lo impedía. - Bueno, obviamente, te emborraché a la fuerza, luego dormimos juntos y aquí estás -dijo Black misteriosamente, mirando al techo. Hermione empezó a sonrojarse, pero su mente estaba sacando retazos de la celebración en el salón de Gryffindor y, al mirar a la bruja que claramente se burlaba de ella, se dio cuenta de que sólo estaba bromeando. Sin embargo, las náuseas se acercaban cada vez más. - Profesor, lo siento… ¿dónde está su baño? — Murmuró Hermione avergonzada y luchando contra su estómago. Black hizo un gesto hacia la puerta del fondo de la habitación y Hermione, saltando instantáneamente de la cama, corrió hacia allí. Después de lavarse la cara, arreglarse, para su horror, la bata que se le había caído mientras dormía y arreglarse todo lo que pudo, se dio cuenta de que seguía sintiéndose asquerosa. Al volver a la habitación, Hermione se dio cuenta de que no podía mantenerse erguida por más tiempo y se dirigió hacia la cama para evitar caer directamente al suelo. Se subió a la cama y se acurrucó. Bellatrix no estaba en la cama. Apareció de otra habitación y se sentó en el borde de la cama. - Vale, Granger, que te emborracharas anoche no te da derecho a faltar a clase. Si lo hubiera hecho, no estaría en ninguna de mis clases. Toma, bebe un trago, te hará sentir mejor -Negro le entregó un pequeño frasco con esas palabras. Hermione se incorporó con dificultad en la cama y miró al profesor con incredulidad. - Es una poción para la resaca, Granger, tómate una volea -canturreó Black en tono ordenado. Hermione cogió el frasco y, reprimiendo las náuseas, se lo bebió. - Buena chica, ahora túmbate unos cinco minutos mientras hace efecto -Negro le quitó el vial y se marchó. Al cabo de cinco minutos Hermione se sentía mucho mejor. Se levantó y se sentó en la esquina de la cama. - Bueno, ¿te has reanimado? Ahora ven aquí -le llegó una voz amenazadora desde la otra habitación, contigua a ésta. Y entonces Hermione se dio cuenta de todo lo que estaba pasando en ese momento. No sólo se había emborrachado la noche anterior en el colegio, sino que la habían metido en la habitación de su profesor. No recordaba muy bien cómo, pero el hecho seguía ahí. Había dormido en la misma cama que su profesor. ¿Sería despojada de su puesto de directora? ¿Castigado? ¿Expulsada? Estos pensamientos aterradores se arremolinaban en su cabeza mientras caminaba hacia la segunda habitación. Que, por cierto, resultó ser la cocina. Tan minimalista, tan al estilo Black. Ésta estaba sentada a la mesa con una taza en las manos y otra al lado. Sobre la mesa había croissants humeantes y calientes. ¿Los había hecho ella? - Granger, siéntate, tómate el café, desayuna -señalando la silla de enfrente, el profesor dijo-, y no, yo no cocino, lo hacen los elfos -se adelantó a la pregunta de la chica. Hermione, cuyos pensamientos habían llegado a su propia exclusión, asombrada ante tanta hospitalidad, se sentó. Cogió una taza de café humeante y dio un par de sorbos. El calor se extendió por su interior y su estado pareció mejorar aún un poco. - Desayuna, te quitará la resaca -dijo Black señalando los croissants-, son de chocolate. Hermione cogió uno y le dio un mordisco. Estaba increíblemente sabroso, sobre todo combinado con el café caliente. Al terminar su café, por fin se atrevió a hacer la pregunta que la había estado atormentando. - Profesor, ¿por qué tanta hospitalidad? Creía que iba a echarme del colegio… Y usted es tan amable… - Granger, si echáramos a todos los alumnos que se emborrachan, no habría nadie en el último curso -sonrió Black-, y esto no es más que un desayuno normal. No querrás ir al Gran Comedor con esas pintas, pero mientras todos los demás están allí, tienes la oportunidad de asearte. Porque tu primera clase es la mía. Y para que no creas que estoy siendo amable, no voy a dejar que te la saltes. También te voy a hacer preguntas, y te las voy a hacer a ti primero. Y después de clase, te contaré todo lo de anoche con todo lujo de detalles. Espero que aún no tengas dudas de mi bondad. — sonrió satisfecha, observando la reacción de Hermione mientras salía de su habitación.

***

Tras ducharse, cambiarse, peinarse y hacer la maleta, Hermione, ya en un estado de ánimo bastante decente se dirigió a clase. Había respondido perfectamente a todas las preguntas de Black. Sin embargo, estaba más preocupada por lo que le habían prometido después de la clase, ya que no recordaba absolutamente nada después de haber salido del salón la noche anterior. Después de que sonara el timbre, los alumnos se marcharon y ella, despidiéndose de Harry y Ron con sus interminables preguntas, se quedó sola en el estudio con el profesor. - Bueno, Granger, ¿recuerdas cómo caíste en mis garras en el pasillo? Sabes, mientras caminábamos me contaste un montón de cosas interesantes… -Oh, no, profesor -pero Black la interrumpió-. - Dijiste que tenías clase con el mejor profesor de la mañana -sonrió-. Tendré que decírselo a McGonagall. - No lo haga, profesor -intentó objetar una sonrojada Hermione. - 'Oh, eso era sólo el principio de mi descripción. Dijiste… déjame recordar… al profesor más guapo. Bueno, es algo obvio, no compito con Snape en belleza -dijo Black con suficiencia-, luego vino la descripción de mis atuendos… como usted dijo, lascivos y escandalosamente sexuales… -Profesor, tengo que irme -Hermione, roja como un tomate, salió volando por la puerta, escuchando la risa lejana de Black en el estudio.
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