ID de la obra: 302

Perdedores

Slash
NC-21
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planificada Mini, escritos 6 páginas, 3 capítulos
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Konrad

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—Eres miserable. De todos nuestros hermanos, eres tú el que trae más decepción y desgracia al imperio. Las palabras del león eran crueles pero no por eso menos verdaderas. Miraba con desprecio a su hermano maldito. Konrad Curze estaba encadenado y de rodillas en el suelo. Vestido únicamente con una túnica vieja, pero no por eso se veía indefenso y menos loco.  Konrad rio y su risa era tan molesta y aguda como arañar una pizarra con garras de metal —¿Hacerme ver como el peor de nosotros te hace sentir menos idiota por caer ante la adulación de Perturabo? Lion lo sujetó de la nuca y estrelló su cara pálida contra el suelo. El crujido de sus huesos era un sonido repugnante. Su cara quedó desfigurada y manchada en su sangre caliente. Y aún así tuvo el descaro de reír. —¡Hazlo! —exclamó con un gorgoteo antes de escupir algo de su sangre— ¡Golpeame y hazme sangrar! ¡Demuestra tu verdadera naturaleza! ¡Enséñame como eres un monstruo como yo! La bota de Lion cayó sobre su cabeza volviéndolo a estrellarlo contra el piso. —Tu siempre has tenido una debilidad por tu propia voz. Por eso nunca sabes cuándo estar en silencio —quitó su pie de encima y caminó alrededor de Konrad hasta quedar tras de él—. Nunca has entendido tu lugar por medio de las palabras. Tal vez las acciones te enseñen que tú ya no eres un primarca. Ahora eres un prisionero y, si lo deseo, un esclavo. De un solo tirón rasgó los harapos que cubrían a Konrad. Un chillido, que para Lion sonó como el ruido de un puerco, escapó de su hermano. No lo dejó levantarse pues lo mantuvo en su lugar con su mano derecha, mientras que con la izquierda alzaba sus caderas. La sonrisa de Konrad ahora temblaba. Su máscara de arrogancia empezó a romperse. —Tu... Has caído más bajo de lo que- —Los esclavo no hablan a menos que se les ordene —lo interrumpió Lion con claro enfado por su comportamiento—. A partir de ahora, serás el saco en el que liberaré todas mis frustraciones.  El sonido de su ropa cayendo al suelo erizó la piel de Konrad, que intentó zafarse de su agarre sin éxito. Hasta que la sensación de algo frotándose contra su coño lo dejó petrificado. —Puede que en una de esas te deje preñado. Pero nada que no se pueda solucionar fácilmente. Konrad luchó por quitárselo de encima. Gritó amenazas y rugió como una bestia acorralada. Nada sirvió para detener a su hermano que lo penetró en un solo movimiento. Sintió que su interior ardía y se desgarraba por el tamaño del pene de Lion. La sangre manchó el suelo bajo él y sus gritos de odio fueron cambiados por súplicas y llanto amargo. —¡Detente! ¡Sal, sácalo ahora! ¡Rompe mis huesos en su lugar, pero para esto! —Sus deprimentes súplicas cayeron en oídos sordos. En cambio, Lion aumentó el ritmo de sus embestidas, deslizándose más fácilmente dentro de él ahora que estaba cubierto por su sangre. Pensó en que al acabar podría traer a Vulkan y Rogal. Ellos también tenían cuentas pendientes con su hermano.
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