Capítulo 1
2 de julio de 2025, 20:30
Fulgrim estaba feliz. Convencer a Konrad de unirse a él en una de sus juntas no había sido fácil, llevaba años intentando hacer que se uniera a él y sus otros hermanos omega pero todo había sido inútil. Hasta ahora. Puede que se pasará un poco de insistente, pero después de enterarse que había sido marcado por Vulkan necesitaba saber todo al respecto.
—Bien Konrad, esta es tu primera noche con nosotros ¿Te gustaría empezar a hablar?
Su hermano estaba cubierto con una manta para poder lidiar con toda la iluminación en el cuarto de su antiguo tutor que hacía parecer que todavía fuera de día. —Sigo sin entender exactamente qué es lo que quieres que te diga.
—Creo que es bastante obvio, quiero que me des todos los detalles de esa bonita mordida que tienes en el hombro.
Konrad se movió incómodo bajo la manta y ocultó aún más su marca. —Fulgrim, no lo presiones tanto, recuerda que todavía es algo íntimo —la suave voz de su hermano angelical habló a su favor.
—Sanguinius tiene razón, solo porque tu estés desesperado por no tener una marca no significa que puedas obligar a otros a darte todos los detalles sobre las suyas.
La mirada que Fulgrim le dio a su hermano era afilada como una daga pero Magnus ni siquiera se inmutó. —Al menos si Ferrus pudiera marcarme sería por deseo y cariño mutuo, no porque me dejé tomar por cualquier perro pulgoso estando necesitado durante mi celo.
—¡Retractarte ahora mismo!
Ambos hermanos estaban enfurecidos y un olor ácido llenó la habitación obligando a Lorgar a ponerse en medio de ambos.
—Oigan, ¡oigan! No vinimos aquí para pelear ¿recuerdan? Se supone que íbamos a hablar con Konrad sobre este paso tan importante.
—¡Exactamente! —lo apoyó Sanguinius—. Provocarse entre ustedes solo hará que esta noche sea incómoda para todos
Konrad observó desde sus mantas a sus cuatro hermanos mayores discutir entre ellos. —¿Siempre es así cuando se juntan?
—Pues no es nuestra actividad principal —Corvus contestó a un lado suyo—. Pero a veces Fulgrim y Magnus simplemente no pueden retener sus comentarios y acabamos así.
—¿Entonces por qué se siguen juntando?
—Por qué el resto de la noche es buena para desahogarse.
Konrad no entendió a qué se refería. Parecía que iban a retarse a un duelo en la jaula aquí mismo ¿Cómo podría ser el resto de la noche agradable?
—¡Suficiente! —las alas del ángel se extendieron en toda su envergadura empujando a sus dos hermanos al suelo y casi tumbando a Lorgar con ellos—. ¡Están actuando como unos niños! Magnus, eres quien más conocimientos tiene de entre todos nosotros, deberías saber que esos comentarios son reprochables. Y tú, Fulgrim, fuiste el tutor de Konrad en el pasado, deberías ser más consciente sobre tu forma de dirigirte a él.
Los dos primarcas bajaron la cabeza avergonzados, Sanguinius puede que no tenga "la voz" de un alfa. Pero su regaño sin duda caló muy profundo en ambos.
—Uh... Lo siento mucho Konrad, lamento que tu primera impresión de nuestras reuniones fuera... así —dijo Lorgar poniéndose a una distancia adecuada de su hermano.
—Si esto es usual entre ustedes no comprendo qué es lo que los sigue manteniendo unidos...
—Honestamente, es porque a pesar de todo somos los únicos con los que podemos hablar con confianza —le contestó Sanguinius quién acomodaba algunas de sus plumas que se habían torcido durante la discusión—. Hay una brecha de posiciones que nos separa de los omegas de nuestras legiones como para hablar informalmente sin que agachen la cabeza instintivamente. Y nuestros otros hermanos son alfas y betas, mientras que nuestro padre... él es un alfa muy ocupado.
—Todos nosotros en algún momento necesitamos hablar con alguien que pueda entender cómo nos sentimos o con quién expresarnos —Magnus se veía más tranquilo y su olor volvía a ser agradable—. ¿Tú no has querido hablar con alguien acerca de tus preocupaciones?
La pregunta Magnus sonó tan casual pero para Konrad era algo bastante personal. —Si necesito hablar con alguien voy con Vulkan, él es quien siempre está dispuesto a sostenerme.
—¿Pero qué hay de cuando no puedes ir con él? —preguntó Fulgrim con algo de preocupación en su voz—. La cruzada nos mantiene a todos separados durante mucho tiempo, varios años incluso.
—Entonces espero el tiempo que sea necesario hasta verlo otra vez.
Todos los primarcas lo vieron conmocionados. Como si hubiera insultado a su padre el Emperador o algo así.
Corvus fue el primero en romper el silencio. —¿Hablas en serio? ¿Solo te guardas todo para ti durante años?
—Si —afirmó sin dudar—. Vulkan es el único que no me tratará como un monstruo y me recibirá con los brazos abiertos cuando acuda a él.
Justo cuando dijo eso, Fulgrim se abalanzó sobre él y lo abrazó como si no lo hubiera visto en siglos. —¡Oh Konrad lo siento tanto! De haber sabido eso te hubiera traído desde mucho antes a nuestras reuniones así fuera a la fuerza.
—No creo que eso hubiera sido mejor.
—No estaba pidiendo opiniones, Lorgar.
Su hermano de marcas doradas negó con la cabeza ante la obstinación de Fulgrim. —En fin. Parece que el cariño que se tienen tú y Vulkan es algo realmente fuerte, me atrevo a decir que parecen predestinados.
—Nuestro padre estaría tan molesto si te escuchara.
—Tal vez, pero él no está aquí, es por eso que podemos hablar con tanta libertad ¿No? —sus hermanos estuvieron de acuerdo con una risa traviesa.
Konrad estaba conmocionado. Si cualquiera de sus hermanos betas o alfas los escuchará estaría furioso por tal falta de respeto. Que ellos bromeaban a espaldas del resto de su familia era extrañamente ¿agradable?
—Ahora que entiendes de qué van nuestras noches ¿Te gustaría hablar de algo en particular? No tiene que ser algo muy personal si no quieres —le aseguró Magnus con una sonrisa.
Él lo pensó un poco. Nunca había hablado de sí mismo con nadie que no fuera Vulkan. La idea de compartir sus pensamientos o preocupaciones con otros miembros de su familia era extraña. Pero si había algo de lo que quería hablar.
—Vulkan y yo pensamos formar una familia al terminar la cruzada, ¿es siquiera eso posible?
Un jadeo al unísono vino de todos en el cuarto.
—¿Familia? ¿Han pensado en tener sus propios hijos biológicos? —preguntó Sanguinius con las plumas de sus alas esponjadas por la sorpresa.
—Yo lo he pensado. Pero después de marcarme y contarle al respecto él estuvo de acuerdo. Aunque ni siquiera sé si eso es posible.
—Lo es —afirmó Magnus—. La probabilidad es baja, pero todos nosotros somos capaces de procrear.
—¡¿Hablas en serio?! —la voz angustiada del fénix dirigió todas las miradas a él?—. Ferrus y yo creímos que éramos estériles como nuestras legiones. ¿Ahora me dices que pudimos tener un hijo en cualquier momento?
—Como dije, la probabilidad es muy baja, pero si los rumores de ustedes dos son ciertos es realmente sorprendente que no hayan tenido un hijo todavía.
La preocupación de Fulgrim era demasiado como para molestarse en responder a su comentario. Pero Konrad solo podía pensar en que la idea de tener su propia familia era posible como para preocuparse por él.
—Entonces es posible... No puedo esperar para que esta guerra acabe... —tan feliz estaba por eso que no pudo contener la sonrisa genuina que se formó en su rostro a la vista de todos.
Corvus lo miró con atención, extrañado por ver a su hermano sonreír. — ¿De verdad quieres tener hijos propios?
Konrad asintió. —Solo lo había pensado como una idea imposible, nunca creí que pudiera ser real. Aunque nunca había pensado en eso antes de conocer a Vulkan... ¿Es eso normal?
Sus hermanos se quedaron en silencio. Parecía que ninguno se había atrevido a pensar en esa posibilidad. O casi todos.
—Yo también pasé por lo mismo, con Horus... —Sanguinius respondió en voz baja—. Aunque nunca he hablado con él al respecto, él es en quien padre más confía y tiene ya muchas responsabilidades por eso. No sé si él vería bien el que pensará en tener un hijo.
—Sanguinius creo que no tienes de qué preocuparte —Lorgar se acercó a él y puso su mano en su hombro—. Horus te adora, seguro estaría feliz de tener una familia contigo.
—Mhm... Puede ser —acarició la marca en su hombro y rápidamente pareció relajarse con la sensación de aquello que lo vinculaba al señor de los Lobos Lunares.
—¿Todos ustedes tienen una marca?
—Oh, bueno, casi todos en realidad. —el rubio miró de reojo a sus dos hermanos que aún mantenían sus hombros sin cicatriz alguna.
Fulgrim fingió que el barniz en sus uñas era más interesante que ese tema tan delicado para él, mientras que Corvus solo se encogió de hombros. —No estoy interesado en unirme a ninguno de nuestros hermanos, no creo poder lidiar con el carácter de ninguno de ellos.
—Ciertamente son un dolor de cabeza, la mayoría son unos brutos que no ven más allá del derramamiento de sangre en el combate como si fueran bestias.
—¿Estás seguro que hablas de nuestros demás hermanos y no solo de Leman? —Corvus ni siquiera se molestó en ocultar su sonrisa divertida al ver como la piel de Magnus se erizaba por su comentario.
—¿Por qué mantienes la marca con Leman? Creí que tú no querías unirte a él en primer lugar.
Ahora fue el turno de Konrad de hacerle una pregunta personal al psíquico. —Si, en un inicio así fue, todo pasó a causa de que mis supresores no hicieron efecto y Leman era él más cercano y nosotros... Ah, todo fue un error en ese momento.
—Eso todavía no responde mi pregunta.
—Bien, de manera resumida. Leman fue un tonto obstinado que insistió en hacerse responsable por lo que llegará a pasar por nuestra unión. Siguiéndome a todas partes como un cachorro, volviéndose tan atento y mostrándose tan afectuoso cuando estaba con él —la voz de Magnus se suavizaba mientras hablaba de aquellos tiempos. Su expresión de ensoñación delataba lo preciados que eran esos recuerdos para él—. Simplemente ese idiota pareció tomarse a reto el ganarse mi cariño y antes de que me diera cuenta habíamos desarrollado un verdadero vinculo entre ambos.
—Es algo irónico que tú siendo el ratón de biblioteca que eres hayas terminado envuelto en el cliché más antiguo de la literatura.
—Cuidado con lo que dices Lorgar. Tu relación con Guilliman empezó con un amorío secreto y eso también está bastante visto en las novelas.
—Increíble que solo Sanguinius tuviera un romance normal entre todos nosotros. Al menos para nuestros estándares. —Corvus negó con la cabeza pensando en como sus hermanos parecían incapaces de formar vínculos de manera convencional.
—¡Oye! Ferrus y yo también tuvimos una historia bastante normal.
—Sí pero en menos de tres semanas. Honestamente es sorprendente que sigan juntos.
—Oh ya cállate Corvus, solo estás celoso por ser él único sin pareja alguna.
—Como dije. No tengo interés en ningún hermano nuestro y no tengo intención de que eso cambie.
—Eso ya lo veremos. Después de todo, casi todos aquí pensaban lo mismo que tú y ahora mira cómo terminó eso.
Los ojos negros de Konrad saltaron de un hermano a otro. Había escuchado lo que la gente decía a sus espaldas. Que era una ridiculez que él dijera amar a Vulkan cuando antes no se había molestado en ocultar su desprecio por él. Pero ahora escuchando a sus hermanos hablar de sus respectivas relaciones por una vez no se sintió juzgado o hipócrita por sus propios sentimientos.
El toque gentil que sostuvo uno de sus mechones negros lo tiró de regreso a su realidad. —Tienes un cabello tan bonito, ¿puedo peinarlo? —Fulgrim preguntó con clara emoción en su voz. Konrad no se negó a su petición. —Esto me trae muchos recuerdos, de cuando recién te habían puesto a mi cuidado. Solo que en ese entonces tenía que buscarte por los rincones más oscuros de mi nave para que te dejarás al menos cepillar el cabello.
—Todavía me sorprende que nuestro padre te pusiera como su tutor. Uno hubiera pensado que ustedes serían como el agua y el aceite.
—Tal vez eso hubiera sido lo más lógico de pensar, pero nuestro padre tiene más visión que la mayoría de las personas. Es por eso que él es quien guía a toda la humanidad después de todo — ajustó con un último tirón la trenza en la que había peinado el cabello de Konrad dejando su rostro pálido despejado—. Ahí está, te ves tan lindo así. Deberías arreglarte un poco más seguido, seguro que traerías a Vulkan loco por ti.
—Él ya me quiere así. Con eso más que suficiente.
—Nunca se puede tener suficiente de la persona que más quieres. ¿No te gustaría sorprenderlo viéndote aún más hermoso solo para él?
La chispa lasciva en los ojos de Fulgrim era más que evidente y Konrad ladeó la cabeza para evitar pensar mucho en eso. —Eso es demasiado vulgar.
—¡Por el Trono, Konrad! De todas las personas nunca creí que tú serías alguien que se pusiera tan reservado con ese tipo de cosas —la risa sonora de Sanguinius lo tomó desprevenido. Era la primera vez que lo escuchaba reír tan divertido.
La blanca piel del primarca jugó en su contra al dejar tan evidente su sonrojo. —Solo no tengo interés alguno en vestirme de manera obscena. Me gusta la forma en la que llevamos nuestra vida íntima sin tanto espectáculo.
—Oh, entonces eres mucho más vanilla. Muy bien entonces, tampoco vamos a presionarte para que hagas algo que no te parece —no estaba muy seguro de a qué se refería Fulgrim con "vanilla" y honestamente estaba bien con eso—. Además, es obvio que Vulkan ya te adora así. Ferrus me ha contado sobre la forma llena de adoración en la que habla de ti y francamente es algo tan encantador.
La emoción llenó al completo el cuerpo del menor de los hermanos. Donde quiera que Vulkan estuviera, seguro ahora estaría perdiendo el equilibrio por la fuerza con la que los sentimientos de Konrad lo golpearon a través del vínculo. —¿Qué es lo que ha dicho?
—Pues según me ha dicho Ferrus, habla de lo mucho que desea poder llevarte con él a su planeta natal. Instalarse ahí junto y poder vivir en paz lejos de los conflictos al final de la cruzada, para poder pasar todo su tiempo solo contigo. ¡A Ferrus casi se le cae la mandíbula al suelo! Sabía que Vulkan era quien menos pasión tenía por la guerra pero no pensó que ya pensará en su retiro al acabar la cruzada.
El corazón latía a mil por hora. Una vida en paz con Vulkan, solo ellos dos viviendo en su propio hogar en Nocturne. Hace siglos no se hubiera siquiera atrevido a pensar en una vida así pero ahora no había nada que deseará más.
La emoción de Konrad era tanta que un agradable aroma a lavanda llenó la habitación.
—Oww, ¡eso es tan bonito! —exclamó Lorgar contento y relajado por el agradable olor que llenaba la habitación—. Nunca pensé que alguno de nuestros hermanos alfa pudiera pensar en una época de paz para pasarlo en pareja.
—Yo tampoco creí que pudieran ver más allá de las armas en sus manos. Casi me siento celoso por eso.
—Vamos Magnus, estoy seguro que Leman estaría más que feliz de asentarse en un solo lugar contigo en cuanto acabe nuestro deber.
—Tal vez, pero si planea que nos quedemos en el bloque frío y estéril que es Fenris mejor que se olvide de la idea.
—Al menos Fenris está en un planeta más estable que Medusa. Si Ferrus y yo vivimos juntos al final de la cruzada no pienso dejar que nos quedemos en cualquier lugar que no sea Chemos.
—Con lo mucho que se quejan lo siento mucho por sus parejas que tendrán que aguantarlos por la toda la eternidad —la exasperación era evidente en la voz de Corvus que miraba cansado a sus hermanos—. Konrad, hazte un favor a ti y a Vulkan y no tomes el ejemplo de estos dos.
—Corvus, si tu alma abandona tu cuerpo durante la noche y no puedes volver a él no me haré responsable de eso.
—Me parece bien, no necesito de tu magia para salir de problemas.
—Por favor no empiecen a discutir otra vez. —las alas blancas de Sanguinius ya estaban despojándose listas para azotar a sus dos hermanos.
—Relájate hermano. ¿Qué tal si en vez de pelear pido algo para merendar? Ya se está haciendo tarde.
Los primarcas pusieron pausa a sus insignificantes riñas a favor de elegir que iban a pedir para merendar. Los hermanos eran raros, en un momento parecía que iban a pelearse justo donde estaban parados y al segundo siguiente estaban riendo como si nada. Era muy distinto a lo que Konrad estaba acostumbrado a ver, tanto en Nostramo como en su propia legión. Era extraño. Pero aún así no le desagrada, casi hasta le gustaba.
—Konrad, ¿te gustaría pedir algo en particular para la merienda?
Podría acostumbrarse a unirse a estas reuniones más a menudo.