ID de la obra: 318

Conspiraciones en el Mundo Mágico

Gen
G
En progreso
2
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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Promocionada! 1
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 2 páginas, 1 capítulo
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El Nombre Que Nadie Sospechó

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Rita Skeeter había estado normal. Indiferente, incluso. La guerra había estallado, pero a ella no le había afectado, realmente no. Hasta que lo hizo. Todos estaban expectantes sobre el niño que vivió, Rita no era la excepción; sin embargo, a ella le interesaba su pasado, su crianza puramente muggle. Había oído rumores, pero no lo suficientemente escandalosos como para publicarlos. Por eso, hizo una… visita —una forma amable de decirlo— para sacar más información, y lo que encontró fue excitante, lo suficiente como para publicarlo y ganar mucho dinero con ello. No llegó a publicarlo. Potter salió victorioso de su encuentro con el señor oscuro, salvando a Gran Bretaña mágica y condenando a los partidarios y simpatizantes de la oscuridad a Azkaban —había excepciones, como el joven Malfoy y su madre, Narcissa Malfoy—. Pero, volviendo al presente, ella se sentía preocupada. No era partidaria de la oscuridad, pero —como toda Slytherin— aprendes a adaptarte para sobrevivir. Sabía que El Profeta la había protegido —después de todo, era su mejor reportera—, pero ya no podría hacerlo más. Hermione Granger se había encargado de eso. Ahora, sentada en este banco de una estación de tren muggle concurrida, llamada Euston, cercana a la estación King's Cross, pero no tanto como para que la reconocieran, se puso a reflexionar sobre su vida y qué haría de ahora en adelante. Estaba convencida de publicar su información sobre Potter, pues esta idea había rondado en su cabeza desde hacía meses. La historia sobre el Niño que Vivió no podía quedar solo en los archivos del Ministerio ni en los cuchicheos de Madame Malkin. No. Aquello era oro puro. Y si había algo que Rita Skeeter sabía, era cómo vender una historia. Claro está que, aunque lograra publicarlo por medios muggles, nadie del mundo mágico estaría al tanto. —Si publico esto bajo mi nombre —murmuró—, el Ministerio me cortará la cabeza. Hermione Granger me encerrará en un frasco de por vida. Con esta idea en la cabeza, sacó su libreta de la bolsa con su bolígrafo —un invento ingenioso por parte de los muggles— y garabateó unas iniciales. R.S. — demasiado obvio. M.C. — no, parecía el nombre de una sanadora fracasada. J… K… Se detuvo. J.K. Tenía carácter. La J podía pasar por su segundo nombre que odiaba, pero que en ese momento le era oportuno. Y la K… le recordaba a su apodo, que lo recordaba perfectamente. Los otros estudiantes susurraban ese apodo después de que publicara un artículo venenoso sobre un prefecto que se había quedado dormido en la patrulla. Su pluma había sido tan letal como una maldición, y a ella le había encantado. Le faltaba el apellido. Ya lo sabía perfectamente. Leer libros muggles tendría que valer de algo; recordaba uno en particular, era algo como… Sonrió para sí. —J.K. Rowling —susurró, saboreando las sílabas como si fueran una copa de whisky de fuego. Su mano empezó a escribir sola. "Historia de un niño que sobrevivió. Por J.K. Rowling." Rita Skeeter se reclinó en el asiento de una estación muggle, satisfecha. Nadie en el mundo mágico sospecharía jamás. Y en el mundo muggle… ella sería inmortal.
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