ID de la obra: 321

La cosecha de sangre y magia

Mezcla
NC-21
En progreso
1
Emparejamientos y personajes:
PFO, PMO
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planificada Maxi, escritos 34 páginas, 13.467 palabras, 2 capítulos
Descripción:
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Capítulo I

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Cassius abandona aquellas dependencias tan raudo como le permiten las piernas pero sin llegar a correr. Nada desataba más la mirada de los perros sedientos de sangre que ver a su presa correr delante de ellos. Se dirige entonces hacia la plaza, la cruza y regresa por sus calles hasta la suya. Su casa no es la mejor pero no importa si esa es la capital del Distrito 8 o no; los Veltran no son una familia pudiente, menos aún afín al capitolio. Así que su sitio está junto a todos los demás. Con calma pasa al interior y suspira. El ruido en la calle se ensordece y la calma de su casa lo recibe. Su hermano no está, como es evidente, hasta media tarde no volverá. Revisa que todo este bien; la chimenea sigue encendida, aunque dando sus últimos coletazos, en el sofá aún distingue a la chica, en otra postura pero aún dormida. Se acerca hasta la cocina y cierra un cajón entreabierto con la cintura. Deja la bolsa con cuidado junto al fregadero y va sacando una a una las herramientas para dejarlas en una mezcla de alcohol (el mas barato que puede conseguirse) y agua para que se desinfecten. Luego agarra aquel vial cerrado con el producto herbovitalizante y tras secarse las manos acude al sofá. Se arrodilla para estar más cómodo y examina la sutura. No es de sus mejores obras pero con el mejunje al menos curara mucho más rápido, la chica respiraba así que no podía negarse que había cumplido el objetivo de salvarla. Retira el tapón de aquel frasco y se inclina un poco más contra ella, la sutura no supura lo cual es una buena señal pero para acelerar la curación lo mejor era verter aquel líquido tanto dentro como fuera. Con sus dedos separa suavemente la sutura, un pinchazo de dolor se habría propagado por el cuerpo de la joven pero su preocupación ahora es otra. Entonces es cuando se produce un movimiento brusco. Noctia se sobresalta ante la punzada de dolor y sostiene un cuchillo bien afilado contra el cuello de Cassius quien mantiene la calma. noctia Ni se te ocurra moverte. Su instinto es quien habla por ella y a Cassius le suena especialmente segura.

CASSIUS VELTRAN

Tranquila. Sé que estás asustada…

VELIS (V.O.)

¡No te fíes! Todos mienten.

Ese susurro, esa misma caricia con el filo de un cuchillo que le atraviesa la espalda. ¿Qué es? ¿Es su propia conciencia? Noctia no pierde tiempo con aquella voz de su mente.

NOCTIA

¿Quién eres? ¿Qué ibas a hacerme? ¿Y qué hago aquí?

Las preguntas salen disparadas de su boca mientras se retira con evidente molestia del contrario. Quizás perder la distancia de su cuello era peligroso pero ahora se sentía más segura al otro lado del sofá. Trata de ponerse de pie pero Cassius levanta ambas manos en señal de indefensión.

CASSIUS VELTRAN

Soy Cassius, Veltran. No hagas esfuerzos, por favor. Me costó horrores salvarte la vida pero no estás bien aún.

La morena mira su costado herido, de nuevo. Apenas había despertado en una casa los recuerdos de la noche pasada ni siquiera se habían grabado en su mente. Le costaba pensar y cuando escucho que alguien se detenía junto a la puerta e intentaba abrir la cerradura lo mejor que pudo hacer fue coger aquel arma, volver al sofá donde había despertado y…esperar.

NOCTIA

¿Me curaste?

CASSIUS VELTRAN

Lo mejor que pude. Mi hermano y yo detuvimos la hemorragia y te dimos sangre, de ahí que tengas ese hematoma en el antebrazo. Te dejé una nota en la mesa pero imagino que no la viste.

Aún recelosa se mantiene con el cuchillo en ambas manos, sujetándolo tan peligrosamente como un lobo acorralado. Ahora que se fijaba sí que había un papel sobre la mesa pero no se había parado a mirarlo.

NOCTIA

Anoche…anoche…¿Qué paso? Recuerdo…

CASSIUS VELTRAN

Saltó la alarma por el toque de queda, al principio creí que sería un servilis que decidió probar suerte y huir. Escuché tus gritos por encima de la tormenta…

NOCTIA

Me perseguían, sí. No sabía porqué.

CASSIUS VELTRAN

Me ocupé del Agente de la Paz, de hecho fui a atenderlo esta mañana, dudo que recuerde mucho de ti. Con la que estaba cayendo no eras más que una fugitiva cualquiera, suficiente para ser ejecutada en nombre del grandioso Panem.

NOCTIA

      (murmura para si)

Panem…

Aquellas cinco letras rebotan en su mente como ecos lejanos de algo olvidado. Su mente es agua turbia y revuelta, sus memorias no son capaces de ordenarse. nOCTIA ¿Y donde estamos? No sé como he llegado aquí.

CASSIUS VELTRAN

Primero déjame tratarte la herida, se te ha saltado un punto.

      (señala con la barbilla)

Puedes quedarte el cuchillo si te sientes más segura…si me dejas curarte te contestaré todo lo que pueda responder.

Los ojos azules de Noctia se clavan en los castaños de Cassius y tras unos segundos asiente.

NOCTIA

Esta bien, sí.

Sin embargo, en cuanto el contrario se acerca le ofrece el cuchillo de vuelta.

NOCTIA

Lo siento.

Cassius sonríe y toma el cuchillo para dejarlo en la mesa y saca las herramientas para la sutura junto al frasco que aún sujetaba.

CASSIUS VELTRAN

Te echaré el mejunje herbovitalizante primero, escocerá pero acelerará tu recuperación y sentirás que el dolor desaparece, un poco al menos.

NOCTIA

Gracias.

CASSIUS VELTRAN

Ni darlas.

Noctia revisa aquel lugar ahora con más detenimiento es una casa corriente. No es que pueda compararla con la suya, el mero hecho de pensar era como una puñalada en lo más profundo de su sien. El escozor que siente es repentino, ácido, incluso escucha el burbujeo que produce la carne expuesta cuando su cuerpo se tensa.

CASSIUS VELTRAN

Estas en el Distrito 8. En el asentamiento principal.

NOCTIA

¿El 8?

CASSIUS VELTRAN

      (saca unas tijeras quirúrgicas)

Ahá. Ahora te reharé el punto, el resto deberían caerse solos en unos días.

El pinchazo sí que la pilla por sorpresa, quizás porque su piel está aún mas sensible pero trata de inspirar profundamente. Sus uñas se aferran al cuero desgastado del sofá e inspira profundamente. Cassius la mira de reojo pero no dice nada.

CASSIUS VELTRAN

¿Recuerdas algo más? Sé que no eres de aquí, no somos pocos pero llevo toda la vida aquí. ¿Vienes de otro asentamiento?

¿Y qué sabia ella? Lo único que podía recordar con claridad era correr entre las calles bajo la tormenta y ese terror de no saber donde estabas ni qué hacías allí era lo único que podía recordar.

NOCTIA

Noctia. Sé que ese es mi nombre, creo. Sí.

CASSIUS VELTRAN

Noctia.

      (repite)

Date la vuelta, te aplicaré la loción detrás y deberías encontrarte mejor en un rato.

      (ella obedece)

¿Puedo darte un consejo?

NOCTIA

Claro.

CASSIUS VELTRAN

Si no quieres terminar en los calabozos de los Agentes de la Paz, en el mejor de los casos, te sugiero que no digas nada.

Cassius termina de aplicar la crema y se levanta para dejar las cosas en el fregadero.

CASSIUS VELTRAN

Sea como sea creo que lo mejor es esperar a que recuperes tu memoria. Te golpeaste en la cabeza, o te golpearon, quizás tarde un tiempo pero es mejor que ir preguntando si alguien te reconoce o te esperaba.

Estaba la evidente duda de cómo podría haber aparecido de la nada; dada la cercanía de la Cosecha los trenes ya no aceptaban el transporte de pasajeros e incluso si hubiese sido lo suficiente rica e influyente su familia como para permitirse un pase de desplazamiento, siempre entre el mismo distrito, estaba el problema de que, ahora mismo era imposible. Así que, ¿Cómo había podido llegar allí?

NOCTIA

Me marcharé entonces.

CASSIUS VELTRAN

      (bufa)

No digas tonterías, dejarte ir sola es como condenarte. ¿Cuánto crees que durarás hasta que alguien cuestione cómo has llegado aquí? E ir caminando hacia cualquier otro asentamiento es un suicidio, la Cosecha está cerca y las patrullas son más frecuentes que nunca.

NOCTIA

Tampoco puedo quedarme, ya has hecho demasiado por mi y no se siquiera como devolverte el favor.

CASSIUS VELTRAN

Yo decidí meterme en este asunto.

Pero no sabía hasta que punto tendría que hundir los pies en el barro. De cualquier manera sabía que no la dejaría sola por más que Adrien quisiera lo contrario. 'Una cosa es ayudar, otra es que hagamos traición directa' seguro que es lo que le diría pero el médico seguiría defendiendo su postura.

CASSIUS VELTRAN

Hice algo más que robar medicina para salvarte, así que ayudarte más no extenderá mi condena.

NOCTIA

Gracias, de verdad.

CASSIUS VELTRAN

No puedo tenerte aquí encerrada para siempre. ¿Recuerdas tu apellido?

      (ella niega, ante lo que el suspira pensativo)

¿Qué te parece ser una Veltran? Tienes más o menos la misma edad de una de nuestras sobrinas en el asentamiento sur. Así que no estaría mintiendo si me preguntan.

Noctia sabe que aquello es una locura pero literalmente es incapaz de recordar nada y aunque le gustaría poder ofrecer otra alternativa, Cassius parece un hombre más que razonable, lógico incluso, si ignorabas el hecho de que estaba arriesgando su vida, la de su hermano y a saber la de cuantos más sólo por ella, una desconocida.

NOCTIA

Vale, sí. Pero con una condición.

      (Cassius alza una ceja)

Déjame devolverte el favor, como sea.

CASSIUS VELTRAN

      (asiente)

De momento pongámonos de acuerdo en tu historia, sobrina.

Tras una no muy larga charla, la historia que van a decir queda bien memorizada en caso de que deba dar respuestas. Noctia sabe que lo mejor será dar respuestas esquivas pero al menos ahora tiene una cierta identidad que, por falsa que sea, se basaba en una chica que existía y con la que Cassius compartía sangre y que la unía en cierta forma a alguien. Mientras le ofrece una ligera bebida caliente, Cassius la pone al día de los últimos acontecimientos en el Distrito. Algo así como un tour en su mente de qué cosas habían pasado últimamente, le habló de la situación de su familia, de como desde la época de sus abuelos se habían disgregado por el Distrito 8, lo que hacía mas plausible aquella historia. Aunque su mente era un mar de aguas turbias habían cosas que resonaban en su cabeza aunque no podía situarlas en una balanza, lo que sí le quedaba claro era que al menos aquel hombre se preocupaba de manera sincera por ella hasta el punto de que la hacía sentirse culpable pero agradecida. Por lo visto Cassius es médico, el único de todo aquel sector. Lo atraparon hasta en dos ocasiones cuando tenía su edad por hurtos que había hecho para conseguir la medicina que alguno de sus vecinos necesitaba pero tras un accidente en la hilandería en el que uno de los familiares de la actual alcaldesa requirió de sus servicios le permitieron ganarse la vida de esa forma, hasta le daban un pequeño sueldo, ¡seguro que así se sentía agradeido y en deuda con el Capitolio!

NOCTIA

¿Y tu hermano, Adrien?

CASSIUS VELTRAN

A él le parece bien.

NOCTIA

      (niega con la cabeza)

Mientes fatal.

CASSIUS VELTRAN

      (alza una ceja)

¿Qué? Pues debes ser la primera. Adrien no sabe nada de esto, pero yo hablaré con él. Te ayudó a salvarte tanto como yo, no te tirará a la calle como un perro.

Ya mejor, o quizás menos consciente del dolor de su costado, Noctia da un par de pasos por aquella casa, mirando el mundo exterior tras la ventana.

NOCTIA

¿Puedo pedirte algo, Cassius?

CASSIUS VELTRAN

Lo que necesites.

NOCTIA

¿Crees que…podrías conseguirme algo de ropa? Con que sea limpia me basta.

Noctia se mira las prendas que lleva, las arrugas eran una cosa con la que podía vivir, la suciedad quizás pero la sangre había hecho de aquella camisa un absoluto desastre. Estaba el hecho del evidente jirón que seguramente Cassius le había hecho para observar la herida (producto de la urgencia seguramente) y el corsé de debajo aunque estaba intacto no se había librado de la sangre tampoco. Los pantalones raídos no ayudaban ero con esos aún no tenía queja.

NOCTIA

Creo que ir con tanta sangre levantará alguna que otra pregunta.

CASSIUS VELTRAN

Por supuesto, sí. Faltaría mas.

Tenemos una ducha, el depósito debería estar lleno tras la tormenta. Aprovecha para limpiarte y yo me encargo de conseguirte algo.

NOCTIA

Gracias.

Cuando Cassius abandona la estancia ella camina en dirección al cuarto de baño. El pasillo es estrecho, como el resto de la casa en realidad, las primeras puertas corresponden a las habitaciones, una está cerrada pero la otra se encuentra abierta. Mira al interior sin adentrarse, como si con ello aquel pecado fuese menos. Una modesta cama, un escritorio, y una estantería que llama su atención por los numerosos volúmenes que hay, están desordenados, pero sabe de sobra de quien es aquella habitación incluso si Cassius no se lo ha dicho. Cierra la puerta antes de dirigirse a la del baño y se desnuda con cierta dificultad; el mejunje herbovitalizante puede que haya aliviado el dolor pero claramente su cuerpo aún es muy consciente de todo por lo que está pasando. Deshecha su camisa y observa su ajustado corsé, bien ceñido sobre su pecho aunque con unos cómodos botones que deshace al frente. Respira con calma cuando aquella presión sobre su desarrollado pecho se deshace, observa con detalle aquella herida en el pequeño espejo sobre el lavamanos. Luego se quita el resto de la ropa y entonces se da cuenta de aquel tatuaje en su antebrazo. Patrones finos y delicados, meticulosos, lo examina con las yemas de sus dedos recorriendo el perfilado negro oscuro que destaca sobre su pálida piel formando el dibujo de una distinguible rosa. Quitando las heridas su cuerpo es extrañamente perfecto, una especie de flor colorida y brillante que se sobrepone a las malas hierbas de su alrededor. Hasta que el simbolo desaparece, fundiéndose en su piel. Se mira en el espejo y al observar sus ojos azules y fríos algo despierta en ella.

¿¿? (V.O.)

La más hermosa de todas. ¡La joya de nuestra familia!

Su voz ahora suena diferente, con un tono de voz y una emoción totalmente llena de orgullo. Mira tras su propio reflejo y el fondo del baño se sustituye por un lustroso interior; azulejos de colores tan brillantes que la luz de las bombillas rebota con el color del oro, percibe casi el aroma de las sales de baño y escucha el rumor del agua. Sus ojos ven entonces a una mujer rubia, mayor que ella, con un corte bob francés de su cabello, y como se pone delante de ella, parece mucho más alta como si ella ahora midiera noventa centímetros. Su mirada la sigue, obedientemente, perdida en el color de sus labios teñidos de un azul marino.

¿¿? (V.O.)

Vamos, es la hora del baño, Ma fleur chérie.

Distingue la figura de una lujosa bañera de cerámica blanca, todo en aquella lujosa estancia está medido con un detalle casi familiar. Aquella mujer, ese fantasma de su memoria tiene unos pendientes dorados, finos pero muy elegantes. Sus ropas son tan elegantes que podrían dejar en vergüenza a toda la industria textil de Panem. Cuando aquellas ultimas sílabas se arrastran por su oído y aquella mano etérea acaricia su mejilla es traída de vuelta a la realidad, como un vórtice que le devuelve la consciencia.

NOCTIA

(confusa y aturdida)

¿Pero qué…? ¿Qué ha sido eso?

Tras unos segundos de reflexión termina por meterse en la ducha tratando de lavarse sin mojar demasiado la herida. Sisea de dolor con los movimientos pero el agua al menos le quita el rastro de sangre y suciedad que se había quedado en su pelo. El agua se tiñe de rojo y de marrón y tras unos segundos se apoya contra los azulejos de aquel baño y suspira. Ya se ha resignado a no forzar su mente, cada vez que intenta pensar un pinchazo atraviesa su cabeza. Quizás deba hacer lo que Cassius le sugirió, no hacer nada y esperar a que su memoria volviese como se había ido; por ella misma. Permanece cubierta por una gran toalla antes de que Cassius le consiga ropa de cambio. La ropa es bastante nueva, algo normal si el distrito se especializaba en la confección de ropa. Las prendas eran bastante modestas pese a todo, y tuvo que reconocer que Cassius tuvo bastante buen ojo para la ropa pues aunque le venía un pelín grande, era mucho mejor que todo lo que llevaba. Un pantalón negro, una camisa blanca y holgada y un conjunto de ropa interior, nada sensual, simplemente cómodo y práctico como se esperaba de cualquier miembro común y corriente de uno de los Distritos. Su calzado por suerte estaba bien, así que eso no sería necesario de reemplazar. Cassius la observa desde el umbral del salón, con una media sonrisa que parece aliviar el peso que Noctia aún arrastra en los hombros.

CASSIUS VELTRAN

Te queda muy bien. Siento si no es de tu estilo, pero pensé que te haría pasar por una chica corriente del 8.

NOCTIA

(ríe suavemente)

No se si tengo un estilo siquiera pero sí, son bonitas.

Mientras la charla continua Cassius decide lanzar aquella pregunta que quemaba en su cabeza.

CASSIUS VELTRAN

Oye, ¿tú te has…notado algo extraño?

NOCTIA

(confundida)

¿Extraño?

CASSIUS VELTRAN

Bueno, a ver cómo lo digo…Cuando te estaba tratando y cautericé la herida chillaste de dolor. Eso es lo normal, incluso inconsciente. Pero tu pelo…y tu cuerpo…Cambiaron. Tu pelo pasó al color del fuego, y hasta la cara te cambió.

Si Cassius esperaba ver en ella algún tipo de reacción positiva no la encontró.

NOCTIA

No…no lo sé.

Se mira sus manos casi como si esperase ver algo extraño, de hecho intentó concentrarse como si pudiera forzar un cambio pero no pasó nada. Cuando busca a Cassius con la mirada no lo encuentra pero escucha el sonido del traqueteo en su habitación sólo para salir con un libro viejo y desgastado. Su cubierta está casi despegada y aun así Noctia sabe que lo ha cuidado con recelo.

CASSIUS VELTRAN

No hay mucho registro que se haya preservado después de tanto tiempo, pero claramente es un don mágico.

NOCTIA

¿Un don?

CASSIUS VELTRAN

Y no uno común, Noctia. Jamás he visto a nadie como tú y he tratado a cientos de magos. Lo único importante que debes recordar

(se acerca a ella, posa sus manos en sus hombros)

es que no debes dejar que el Capitolio sepa de su existencia. La magia está muy controlada y podrían considerarte una rebelde por usarla aunque sea inconscientemente.

Noctia sabía a qué se refería. Quizás era algo innato el odiar y temer a lo desconocido y tampoco se fiaba de si misma; lo mejor sería mantener aquello oculto pero agradecía su sinceridad con ella. CASSIUS VELTRAN De momento te aconsejo que hoy te quedes en casa, ya hablaré con Adrian cuando regrese. Puede ser un poco gruñón pero lo mejor es que descanses un poco. Sí. Aquello era lo mejor. Esa noche Noctia dormirá en el sofá, ya se ha hecho a aquella pieza de mobiliario y tampoco quiere molestar más de lo que ya lo está haciendo. Cuando Adrien regresa los hermanos discuten aunque el conflicto familiar dura bastante poco cuando Noctia llega a reafirmarse en su postura de abandonar el hogar al dia siguiente lo que parece instalar en la cabeza de Adrian el suficiente sentido común como para seguir con aquella historia inventada.

ADRIAN VELTRAN

Nuestra sobrina.

CASSIUS VELTRAN

Lejana, claro. Tampoco es mentira.

ADRIAN VELTRAN

Eso no lo hace cierto tampoco.

CASSIUS VELTRAN

Touche.

Cuando amanece el cansancio parece haberse instalado fuertemente la noche anterior y Noctia despierta al recibir un rayo de sol directamente sobre sus ojos. Cassius lee uno de aquellos libros que tanto atesoraba y le ofrece un modesto desayuno. Charlan brevemente antes de que este recoja sus cosas. NOCTIA ¿Puedo acompañarte?

CASSIUS VELTRAN

¿Eh? ¿Quieres venir?

NOCTIA

Es mejor que deambular sola, además de alguna manera tengo que devolver todo lo que estáis haciendo por mi.

CASSIUS VELTRAN

Eso no es necesario pero…vale, sí. ¿Estas familiarizada con la medicina?

Aquello hace que Noctia alce una ceja inquisitiva y luego ría.

CASSIUS VELTRAN

La amnesia, claro. No sé ni dónde tengo la cabeza. Fallo mío.

Salen de casa y caminan hacia el lado opuesto de la plaza principal en dirección a un pequeño barrio residencial que rodea el mercado. Sobre los edificios se pueden ver espejos flotantes que proyectan una especie de grabación en bucle; se trata del capitán de los Agentes de la Paz recordando el tan sonado eslogan 'sin orden no hay paz'. El día a día de Cassius es mucho menos ajetreado de lo que uno se imagina; visita diferentes casas cuyos propietarios, mayores en su mayoría, requieren de sus visitas para controlar y paliar los pocos síntomas que su equipamiento le permiten. Es así como Noctia va introduciéndose poco a poco en aquel nuevo mundo que era el asentamiento del Distrito 8. Hay un par de chicas de más o menos su edad que la ven y sienten la curiosidad de acercarse a ella mientras su padre está siendo atendido por Cassius. La mayoría de las intervenciones son bastante estériles y aunque Cassius le ofrece una mascarilla también le recuerda que es importante que vean la cara de su médico. 'Es algo que les calma' dice 'y en la mayoría de casos ni siquiera son necesarias'. Cassius retira sus guantes y los guarda en una pequeña bolsa, más tarde los hervirá, como todo el equipamiento que usa, a fin de poder reutilizarlo para los siguientes pacientes.

CASSIUS VELTRAN

Bueno, esto ya está. La rojez ha bajado bastante pero aún seguirá haciendo falta dos o tres aplicaciones más. Nosotros nos vamos ya.

Con el agradecimiento del patriarca de los Nivora, Cassius abandona el dormitorio principal antes de salir de la casa seguido por Noctia.

CASSIUS VELTRAN

¿Y bien?

NOCTIA

(sutilmente confundida)

¿Hm?

CASSIUS VELTRAN

Las chicas Nivora, te han ofrecido salir esta noche. Deberías ir.

NOCTIA

¿Lo escuchaste?

CASSIUS VELTRAN

(bromea)

Y sin estetoscopio. Te vendrá bien conocer a chicos de tu edad. No puede sentarte mal conocer a gente nueva y no estar todo el dia entre enfermos. Pero mantente alejado de Damien Domaris. No es precisamente trigo limpio.

NOCTIA

(rie suavemente)

De acuerdo, papá.

CASSIUS VELTRAN

Sí que he sonado a un padre, ¿verdad?

NOCTIA

No te preocupes, seré una buena niña, lo prometo.

Ahora es Cassius quien ríe hasta que ve a una figura familiar aproximarse a toda velocidad. Thalia Paxor.

THALIA PAXOR

Aquí estas, Cassius, llevo media hora buscándote.

(se fija en la joven)

Oh, y…¿Quién eres tú?

NOCTIA

Noctia Veltran, un gusto.

CASSIUS VELTRAN

Una de mis sobrinas del asentamiento Sur. Esta es Thalia Paxor, trabaja en la Hilandería Primaria.

THALIA PAXOR

¿Una sobrina?

(hay un breve silencio)

Por un momento pensé que tu y ella…

CASSIUS VELTRAN

¿Qué? ¡No mujer! Llego hace unos días, tuve que tratarla pero aquí la ves, como recién salida del telar.

Noctia se fija en la expresión de la mujer y la reacción de Cassius y ríe dulcemente.

CASSIUS VELTRAN

Bueno, ¿para que me buscabas?

THALIA PAXOR

¿Recuerdas lo que te dije ayer?

CASSIUS VELTRAN

Vagamente, sí.

THALIA PAXOR

Hablé con el supervisor, puedes entrar a echar un vistazo, habrá un parón de una hora y media, bueno, una hora ya.

CASSIUS VELTRAN

Está bien, vale. Volveré a casa a coger todo lo que pueda.

THALIA PAXOR

¡Gracias! Te pagaré lo que haga falta.

CASSIUS VELTRAN

No te preocupes.

Cassius no hacía aquello por el dinero, pero sabía que tanto ella, como él, apenas podían mantener aquel ritmo de gasto en algo que nunca daba resultados. Como el asunto es urgente, ambos acuden a casa a un paso acelerado y Noctia ayuda a coger todo lo que puede serles de ayuda aunque aún no tiene claro de qué se trata. Tras recogerlo todo ambos acuden hacia la Hilandería Principal y es donde aquellas largas torres la hacen sentir minúsculas. Recuerda haberlas visto al despertar, de hecho, al pasar por aquel montón de cajas apiladas a un lado de la plaza siente el escalofrío de saber que esos fueron sus primeros instantes allí. La Hilandería Principal es la mas grande de todas, los ladrillos se amontonan y delimitan la periferia de la fábrica y el ruido de las máquinas se escuchaba perfectamente. Lejos de pasar al interior, caminan hacia la parte trasera donde se encuentran de bruces con el supervisor de los servilis, Malrick Othran quien mira a Cassius con cara de pocos amigos. MALRICK OTHRAN Volveremos a la producción en cincuenta minutos.

CASSIUS VELTRAN

(sarcásticamente)

Estupendo.

MALRICK OTHRAN

¿Y esta?

CASSIUS VELTRAN

Mi ayudante, no pretenderás que yo solo pueda con toda esa gente.

MALRICK OTHRAN

Servilis.

(le corrige)

Esta escoria sólo da problemas.

Noctia ve como Cassius aprieta la mandíbula y no dice nada más. El supervisor está mas empeñado en mirar el reloj de su muñeca que otra cosa.

MALRICK OTHRAN

En cuanto suene la sirena los quiero a todos de vuelta. No quiero retrasos o te haré a ti totalmente responsable.

Este se aparta de la puerta de los barracones y ambos se introducen dentro. El nombre le va que ni pintado pues dentro hay al menos cien personas en condiciones cuan menos pésimas. El desasosiego casi se puede sentir como un peso en los hombros incluso para Noctia. El olor es increíblemente industrial pese a que hay ventanas en lo alto lo cierto es que aquello parece más un campo de prisioneros que una zona de descanso porque, en realidad, era esa su función: contener a la población, alojarla sólo era una necesidad secundaria. Cientos de ojos se clavan en ella ella lo nota al instante y el vello de su nuca se eriza, allí dentro no hay apenas un alma que no parezca estar al borde de la inanición; caras raquíticas, una delgadez tan generalizada como extendida y un casi permanente cuchicheo. Sorprendía el hecho de que no habían más que un par de agentes de la paz junto a la entrada, y única salida, de aquel lugar. Aunque el olor químico resultaba desagradable tanto Cassius como Noctia consiguen repeler los instintos mas básicos.

NOCTIA

(susurrando)

¿Qué es todo esto?

CASSIUS VELTRAN

Lo que pasa cuando eres incluso menos que los perros de los distritos para el Capitolio.

Aquello no responde su pregunta pero tampoco es que tengan demasiado tiempo de charlar. Pronto un pequeño grupo de servilis se arremolinan en torno a ambos. El estado en general de todos los presentes es pésimo y, aun así, Cassius prepara una pequeña zona en la que va atendiendo uno a uno a todos los que van acercándose a él.

CASSIUS VELTRAN

Esta herida está infectada. Pásame los antibióticos, Noctia.

Dentro del maletín hay una cantidad muy limitada, no sólo de medicinas sino de herramientas en general. La bolsa es pesada, tiene hasta unas cuantas botellas de agua esterilizada. Aunque Noctia no tiene experiencia real presta atención a las indicaciones de Cassius. Sin duda hay varios pacientes que necesitan algo más que el tratamiento que Cassius puede ofrecerles, algo que Noctia percibe tras mirarlo pero este no se detiene.

CASSIUS VELTRAN

Echa el agua en la herida, yo me encargo de limpiarla, poco a poco.

La diligencia con la que Cassius trabaja es algo que se adhiere a Noctia, no está con solo un paciente a la vez, intenta tratar a tantos como puede.

NOCTIA

¿Tenemos comida, o agua?

CASSIUS VELTRAN

(la mira mientras retira el pus de una herida)

Son propiedad del Capitolio, ni siquiera deberíamos estar aquí.

Y no lo dice como si él no quisiera, sino que le describe las cosas como son.

CASSIUS VELTRAN

¿Quedan antibioticos?

Tras hurgar en la bolsa niega con la cabeza.

NOCTIA

No, ni antivirales. Ni polvos antifúngicos.

En apenas veinte minutos habían gastado las pocas provisiones que tenía, ya sólo quedaba una pequeña botella de agua nada que pudieran usar para tratar una infección que ya empezaba a extenderse. ¿De cuando sería ese corte? Sus ojos azules examinan aquella nave industrial y es cuando distingue lo que parece una cesta con flores secas al lado de una cama.

NOCTIA

Dame un segundo.

Entonces acude a aquella cama donde una mujer joven la mira entre asco y temor. Noctia trata de sonreír para resultar menos amenazante pero sabe que no va a funcionar.

NOCTIA

¿Te importa si cojo un par de esas flores? Podrian ayudar a tu…compañera.

Hay un momento de duda pero al final accede. Con prisa, Noctia toma las flores de color amarillo y anaranjado, un par nada mas y acude a paso rápido hacia Cassius.

NOCTIA

(decidida)

Abre un poco la herida, usaré una de estas plantas.

Las pequeñas flores cortadas están secas pero sus colores son muy distintivos. Rápidamente las mete en su boca, tanto las flores como el pistilo y las mezcla con su saliva. Las muerde, no le dejan un sabor muy bueno en la boca pero es tolerable. Se acerca a aquella mujer que estaba tratando Cassius ahora y saca aquellas plantas de su boca hechas ya casi una pasta. Termina de mezclarlas en sus manos y sin pudor alguno hunde sus dedos esparciendo aquella espesa mezcla a lo largo del corte que se extendía por el muslo de la mujer.

CASSIUS VELTRAN

Caléndula, ¿Cómo sabías que es un antibiótico?

NOCTIA

Me vino a la mente. ¿Crees que funcionará?

CASSIUS VELTRAN

¿Mejor que dejarla estar? Seguro.

      (mira a la mujer)

Te durará medio día, pero debes retirarla después.

Quien sabe cuándo podría volver a tratarles. La Servilis asiente pero es lo suficientemente cauta como para no hablar directamente con Cassius ante la atenta mirada de los dos Agentes de la Paz que observan el espectáculo como si fuese lo único interesante que hubieran visto aquel día.

NOCTIA

¿Y los demás?

CASSIUS VELTRAN

No hay mucho que pueda hacer frente a la hambruna o la deshidratación. La mayoría de las fiebres y debilidades que tiene esta gente ni siquiera necesitan recursos médicos.

Cassius toma aire y tras reemplazar aquella sucia venda con una mejor termina por liberal a la mujer y recoge sus cosas cuando una sirena cercana a la Hilandería suena.

CASSIUS VELTRAN

Vamos, es nuestra señal para irnos.

Ambos salen a paso raudo por aquel portón principal cuando el buen Malrick regresa de nuevo con una sonrisa de lado a lado.

MALRICK OTHRAN

¿Y has terminado, Cassius? Bien…

(acaba de espaldas a la pared)

¿¡Se puede saber que te pasa!?

CASSIUS VELTRAN

(furioso)

¿Tú sabes como esta esa gente? Se mueren de hambre, puto desgraciado. ¿Crees que puedo reparar el maltrato y las jornadas de trabajo con un par de pastillas?

MALRICK OTHRAN

(siendo apretado por el cuello)

Tú no sabes la presión a la que estoy expuesto. ¡El Capitolio…!

CASSIUS VELTRAN

¿Y cuánto crees que podrán trabajar si no les das ni agua? ¿Eh?

No es que Noctia no esté totalmente de acuerdo con lo que dice, pero brevemente sujeta el brazo de Cassius quien parece volver un poco en si y acaba soltando a Malrick.

CASSIUS VELTRAN

Más de la mitad necesitan alimento y agua. Y si no quieres que un décimo de los adultos se muera por una simple infección te aconsejo que inviertas unas pocas de todas esas tesserae que te meten en el bolsillo los del Capitolio y los trates como es debido.

MALRICK OTHRAN

Tsk.

CASSIUS VELTRAN

Si ocurre algo porque no pueden ni tenerse en pie será sólo culpa tuya.

Cassius le hubiera golpeado ese rostro tan orgulloso y digno que fingía tener si no hubiera sido porque los Agentes de la Paz escoltaban a los servilis desde el interior cuando se aparta de él y junto a Noctia vuelven a casa ni que sea para descansar un poco.

***

INT. | HOGAR DE LOS VELTRAN | DISTRITO 8 En cuanto Cassius se desploma en una de las sillas como un alma recién fallecida Noctia toma asiento junto a él, mirandolo con la calma que este parecía haber perdido.

NOCTIA

¿Es normal?

(lo mira a los ojos)

La presión que llevas encima.

CASSIUS VELTRAN

(asiente en silencio)

Lo peor de mi trabajo no es luchar contra las enfermedades. A algunos les da repulsión y, bueno, no diré que soy el que decide quien vive o quién muere pero me gustaria creer que hago lo posible por declinar la balanza en pos de la vida.

(rasca su nuca y apoya su bolsa en la mesa)

Lo peor es tener que luchar contra el Capitolio y su influencia. Puedo aceptar que muchos aparten la mirada a los Servilis pero no a aquellos que activamente participan en hacer un absoluto infierno en esa vida miserable que tienen.

Noctia se levanta y toma las herramientas con sumo cuidado dejandolas en el lavamanos y comienza a lavarlas con una esponja.

CASSIUS VELTRAN

Gracias.

(ella niega con la cabeza)

Lo que hiciste antes, con esa mujer, no sólo fue ingenioso sino también digno.

NOCTIA

Todos parecían necesitarla desesperadamente.

(suspira suavemente)

¿Y por qué los llamáis servilis?

Una pregunta que todo el mundo en Panem conocía desde muy joven pero conociendo la situacion en la que ella estaba no le sorprendía que preguntase sobre las cosas más evidentes.

CASSIUS VELTRAN

Es el nombre que les puso el Capitolio tras los Días Oscuros.

El nombre, ominoso, casi parecía transformarse de meras palabras a un frío hielo que se deslizaba por la espalda.

VELIS (V.O.)

Los culpables…

CASSIUS VELTRAN

Lo único que nos diferencia de ellos es que no pueden usar magia; ni varita ni pictos. Para el Capitolio somos lo mismo: mano de obra que pueden explotar y aislar.

NOCTIA

Suena bastante a esclavitud.

CASSIUS VELTRAN

(bufa asintiendo)

Está prohibido interaccionar con ellos. Son propiedad del gobierno, como los Distritos, pero las normas no siempre se cumplen y dejar que muera tu ganado antes de tiempo es una mala idea.

Por eso las pequeñas rebeliones se aceptaban: porque si el Capitolio quería que las cosas siguieran funcionando a veces debían mirar a otro lado pues la alternativa les costaría un dinero que preferían no gastar.

CASSIUS VELTRAN

Los de los distritos tampoco somos muy diferentes, ¿sabes? Podemos relacionarnos entre nosotros pero no con los demás, y estaremos recluidos en el 8 hasta que nos muramos.

NOCTIA

¿Ese supervisor era del Capitolio?

CASSIUS VELTRAN

¿Malrick? No, es sólo un capullo sin escrúpulos que desearía que el Capitolio supiera que existe. Nunca le darán el control de la Hilandería aunque vendería a su madre si con eso le dan un ascenso.

NOCTIA

Sí, me dio la sensación de que era un gilipollas total.

Cassius ríe al escucharla insultar por primera vez, pero se siente aliviado de haber podido soltar aquel veneno a alguien que parecía escucharla tan bien como su hermano. Tras limpiar las herramientas y colocarlas en un paño limpio Noctia se voltea y Cassius está delante de ella tendiéndole unas cuantas monedas.

CASSIUS VELTRAN

Tu paga. Vamos cógela, te las has ganado con todas las de la ley.

NOCTIA

Cassius eso no es necesario, además ya supongo un gasto para ti y para tu hermano estando aquí, si encima me pagas…

CASSIUS VELTRAN

Has estado desde primera hora conmigo, me gustaría darte más pero tampoco te dejaré con las manos vacías.

En su mirada ella veía que hablaba en serio y tras unos instantes de combate silencioso termina por aceptar aquellas monedas. El resto del día transcurre sin mucho problema, Noctia se siente un poco más cómoda en aquella casa especialmente cuando Cassius y su hermano hablan de lo que ellos llaman 'las viejas batallitas' esas anécdotas que le sacan los colores. Cenan los tres y aunque ella sabe que no son su verdadera familia no siente que desee estar en otro lado.

CASSIUS VELTRAN

Toma.

Un libro cae en el regazo femenino, sentada en el sofá, que más tarde sería su cama. El volumen lee 'Doctrina de los Cuerpos: Fundamentos para la Sanación'.

CASSIUS VELTRAN

Si sigues empeñada en aprender del oficio que menos que proporcionarte los recursos.

NOCTIA

(sonríe)

Muchas gracias. Lo cuidaré bien hasta que lo termine.

CASSIUS VELTRAN

No lo dudo.

El libro estaba más desgastado por el paso del tiempo que por lo descuidado del uso. La portada no parecía muy cuidada pero al abrirlo y ojearlo brevemente distinguió al momento la caligrafía de Cassius en cada una de sus hojas. No era un original, claro, pero se había asegurado de haber transcrito hasta la última letra.

ADRIAN VELTRAN

Te deseo suerte, Noctia. He ojeado esos libros sólo me han funcionado como remedio para el insomnio.

NOCTIA

(ríe suavemente)

Sirvieron de algo entonces, ¿no?

ADRIAN VELTRAN

(hace una mueca cordial)

Sí, supongo que sí.

CASSIUS VELTRAN

Mañana tienes el día libre, así que aprovecha y socializa con el resto de los de tu edad.

ADRIAN VELTRAN

Creo que es la primera vez que Cassius dice algo con sentido. Hay buenos críos aquí y quizás te ayude a recuperar tu memoria.

NOCTIA

Vale, vale, ¿pero qué pasa con los pacientes que nos faltó por ver hoy?

CASSIUS VELTRAN

De esos me encargo yo, no tardaré mucho, pero los servilis son los que más me preocupan, ya los viste.

ADRIAN VELTRAN

(sorprendido y molesto)

¿Qué? ¿Te la has llevado contigo?

CASSIUS VELTRAN

Thalia apareció y me imploró que fuese a verlos, hasta había convencido a su supervisor, ¿qué querías que hiciera?

ADRIAN VELTRAN

¿Que tal no hacer que llame más la atención? Joder, hermano, atacaste a un agente de la paz y has creado toda esta historia para protegerla.

(mira a Noctia)

No te ofendas, me caes bien, pero Cassius debería pensar antes de dejarse llevar por su instinto de ayudar a todo el que lo necesita.

(encara a su hermano)

Sé que tienes debilidad por Thalia, pero no nos ayudas a ninguno cuando actúas como un mártir salvador, ¿cuando fue la última vez que eso nos ayudo en algo?

NOCTIA

Yo fui la que quiso ayudarle, él sólo—

Adrian se levanta cortando a Noctia. Sin decir nada sus ojos dicen lo que está pensando. Aun así, se acerca a Noctia y se despide por esa noche con un suave toque en el hombro, justo como hace después con su hermano.

ADRIAN VELTRAN

Buenas noches.

Unos segundos de silencio pasan hasta que, culpables, ambos se miran a los ojos antes de hablar de nuevo.

CASSIUS VELTRAN

No te preocupes. Adrien tiene razón, siempre dice la verdad. Pero bueno, ya es un poco tarde para arrepentirse y tampoco creo que nos vayan a dar permisor para volver a los barracones de nuevo.

NOCTIA

(aprieta los labios, disconforme)

¿Es verdad? Lo que ha dicho del Agente de la Paz.

CASSIUS VELTRAN

No te lo dije, ¿no? Sí. Lo deje inconsciente cuando te apuntaba con el arma. Iba a ejecutarte ahí mismo así que no tenía mucha alternativa. Luego lo escondí y me aseguré de que no pudiera ir a pedir socorro cuando despertase. Pero tranquila, está bien. No le quedará más que una cicatriz.

NOCTIA

Siento haberte arrastrado a hacerlo.

CASSIUS VELTRAN

¿No escuchaste a Adrian?

(camina hacia ella y le sonríe)

Soy un mártir salvador, es mi trabajo mancharme las manos para limpiar otras.

El exterior está totalmente silencioso; la noche ha caído hace rato y por los sucios cristales sólo se aprecia el paso de unos agentes haciendo la apropiada ronda nocturna algo mas que normal tras el revuelo que desató Noctia. NOCTIA ¿Y lo otro? CASSIUS VELTRAN ¿Hm? ¿El qué? NOCTIA Lo de que Thalia es tu debilidad. (sus cejas se alzan, curiosa) ¿También es cierto? Porque creo que haríais una pareja muy bonita. Noctia llega a reclinarse hacia adelante para vislumbrar el rostro de Cassius que ha enrojecido claramente. Los ojos azul diamante de Noctia se abren de par en par y su sonrisa se amplifica.

NOCTIA

¡Así que es verdad!

CASSIUS VELTRAN

Qué va, no le hagas ni caso.

CASSIUS VELTRAN

¡Venga, no digas tonterías! Nos conocemos…bueno, de toda la vida casi, pero ella y yo no…a ver, cuando éramos más o menos de tu edad Thalia y yo…

(divaga hasta negar con la cabeza)

No. Ya te contaré esa historia en otro momento. Ahora es muy tarde, estoy reventado y creo que la cama me está llamando, ¿no la oyes?

Escurridizo como él solo pero no lo suficiente como para que Noctia, y cualquiera con dos ojos, supiera que estaba mintiendo como un cobarde.

NOCTIA

Sí, y este sofá cada vez parece más cómodo.

(se echa hacia atrás y lo despide con la mano)

Buenas noches, Cassius.

CASSIUS VELTRAN

Descansa, que mañana te toca lo peor: tratar con otros adolescentes.

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