ID de la obra: 325

El fruto mágico

Gen
G
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planificada Maxi, escritos 3 páginas, 2 capítulos
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Capítulo 2

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Problemas de obediencias

Shivani observaba con fascinación cada escena que se proyectaba frente a ella, como si el mismísimo universo se hubiese contenido dentro de ese pequeño y vibrante fruto colgando del árbol de la vida. Para todos los mundos que existían, aquel se había convertido, sin dudarlo, en su favorito. Los colores, las emociones, las historias… todo la envolvía. Pero su deleite se interrumpió bruscamente cuando una figura conocida apareció a su lado, surgiendo casi como si el aire se hubiera rasgado en dos.       —¿Qué haces, pequeña? —preguntó Caelum, con esa voz tranquila pero cargada de autoridad.       —¡Nada! —respondió Shivani de inmediato, dándose la vuelta con nerviosismo. Sus alas pequeñas se plegaron tensas sobre su espalda, y su mirada esquivó la de su superior. Caelum rio apenas, con un matiz de burla, pero también de ternura. Sabía perfectamente lo que estaba ocurriendo.       —Veo que le tomaste cariño al Fruto B-12, Galaxia 34, Sistema Solar 6 —murmuró, cruzándose de brazos mientras observaba el fruto flotante.       —¿Así se llama? —Shivani alzó las cejas, realmente interesada.       —Así es. Un mundo de magia, conflictos y un drama que parece no tener fin —respondió Caelum, sonriendo suavemente mientras giraba entre sus dedos una pequeña gema flotante. Su mirada se endureció apenas—. Es bueno que te guste, pero… recuerda las reglas, pequeña. Shivani asintió con la cabeza, aunque su mente estaba muy lejos de prestarle atención a las advertencias. Su curiosidad era mucho más fuerte. No podía dejar de observar ese mundo. Había algo en él que la atrapaba, algo que la mantenía despierta horas y horas, espiando en secreto, memorizando cada detalle. “Harry Potter”, aquel niño pequeño y desgarbado que tanto había sufrido bajo el techo de sus tíos… algo no cuadraba. Lo había visto tantas veces… y cuanto más miraba, más preguntas aparecían. Harry se parecía mucho más a Severus Snape que a James Potter, y sin embargo… también tenía los ojos de Lily y el cabello alborotado de su padre. Era un revoltijo de similitudes y contradicciones. Algo no estaba bien. Partes enteras de esa historia parecían… borradas. Fragmentos faltantes, grietas que no encajaban. Y Shivani, con la terquedad que la caracterizaba, estaba decidida a descubrir la verdad. Mientras seguía observando el fruto, Caelum ladeó la cabeza, percibiendo la intensidad en su mirada.       —No te obsesiones, Shivani. Ese mundo tiene su propio equilibrio, sus propias leyes. Tú no perteneces a él —advirtió con suavidad, aunque su tono se volvió un poco más serio. La adolescente solo lo miró de reojo, con esa mezcla de rebeldía y anhelo brillando en sus ojos dispares. El izquierdo azul, el derecho verde, vibrando levemente bajo la luz etérea que rodeaba el Árbol de la Vida.       —¿Tú nunca has querido cambiar algo que te duele? —preguntó ella, bajando la voz, casi como si le hablara al propio fruto y no a Caelum. Caelum guardó silencio un instante. Su rostro, por un segundo, dejó entrever un atisbo de nostalgia.       —Claro que sí… —respondió al fin, con honestidad—. Pero querer no siempre significa poder. Recuerda, Shivani… cada vez que se altera un mundo, las raíces del Árbol tiemblan. Y si las raíces caen… caemos todos. Shivani apretó los labios, pero no respondió. Su corazón palpitaba con fuerza. Ella lo sabía. Lo entendía. Pero… ¿acaso no valía la pena correr el riesgo por un final verdaderamente feliz? Y aunque Caelum se desvaneció en la niebla del plano espectral, Shivani ya había tomado su decisión. Descubriría qué secretos se ocultaban tras las grietas de esa historia. Y si existía una forma de evitar el dolor… la encontraría.
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