Capítulo 6. Camino a la Gloria.
4 de julio de 2025, 22:29
Capítulo 6: Camino a la Gloria.
El sol comenzaba a asomar por encima de las montañas cuando finalmente la vieron. Desde lo alto del camino que bordeaba la colina, la majestuosa Meseta Añil se alzaba como un santuario construido para los sueños más grandes de los entrenadores. Torres de observación, instalaciones colosales, el estadio central con su techo retráctil y un complejo sistema de campos de batalla —todo era más imponente de lo que Mike había imaginado, incluso con el conocimiento que traía de su mundo.
Misty dejó escapar un silbido.
—Y pensar que tú solo querías venir a "ver cómo era esto" —dijo con una sonrisa ladeada.
—No fue así... bueno, tal vez un poco —contestó Mike rascándose la nuca—. Pero solo estoy aquí para enfrentarme con los mejores y volverme más fuerte. Tal vez también encontrar algo más de información.
Brock asintió con aprobación.
—Este lugar cambia a los entrenadores. Aquí es donde nacen los verdaderos Maestros Pokémon.
Sin perder tiempo, se dirigieron al Centro Pokémon Central, una estructura blanca y azul que parecía más un hospital de alta tecnología que una enfermería. Era el centro más grande de toda la región y contaba con varios pisos, zonas de entrenamiento interior y dormitorios para entrenadores.
Una cosa llamó de inmediato la atención de Mike: no había una Enfermera Joy idéntica a las demás como en el anime. En lugar de eso, diferentes enfermeras con uniformes similares pero rostros únicos iban y venían, atendiendo a entrenadores y Pokémon por igual. Era un detalle que lo sacudió un poco: otra evidencia más de que este mundo tenía sus propias reglas.
—¿No que todas las enfermeras Joy eran iguales? —murmuró Mike, confundido.
—¿Joy? —repitió Misty, arqueando una ceja—. ¿Hablas de la que desapareció hace un tiempo en la Isla Nueva? Solo había una con ese nombre. Dicen que era excelente en su trabajo... pero nadie sabe qué pasó con ella.
Mike guardó silencio. Sabía muy bien lo que había pasado.
—Nada, olvídalo. Me confundí.
Mientras Mike entregaba sus Poké Balls al mostrador, Brock se acercó con una sonrisa encantadora a una de las enfermeras, una joven alta de cabello castaño claro, que parecía más concentrada en revisar expedientes que en socializar.
—Hola... No pude evitar notar que este lugar se llenó de luz en cuanto tú apareciste detrás del mostrador —dijo, con una voz seductora.
La enfermera ni siquiera levantó la vista del registro.
—¿Tienes fiebre o un Pokémon herido? Si no, por favor espera tu turno como todos.
Misty se cruzó de brazos con media sonrisa.
—¿Hace eso seguido? —le susurró a Mike.
—Sí —respondió él con tono resignado—. Y no, no tiene suerte.
Brock volvió al grupo con la cabeza baja y un murmullo lastimero:
—Tenía una mirada fría... pero sus ojos brillaban con profesionalismo...
Una hora más tarde, el grupo fue llamado a una sala privada donde los Pokémon fueron devueltos uno a uno. La enfermera principal, esta vez una mujer mayor con lentes rectangulares, sonrió con tranquilidad.
—Tu equipo está en condiciones óptimas. Bisharp ha sanado por completo. Snorunt también, aunque aún no alcanza su peso ideal. Le recomendaría ejercicios suaves, pero ya no corre peligro.
Mike respiró aliviado. Había sido un camino largo y lleno de incertidumbre, pero al menos ahora, todos estaban sanos.
—Gracias —dijo, tomando las Poké Balls como si fueran tesoros.
A continuación, el grupo se dirigió a la terminal de registro oficial para la Liga Añil. Mike caminó con un nudo en el estómago. Había estado repasando mentalmente las advertencias de Mewtwo, los errores que podrían surgir si algo en el sistema aún creía que el verdadero entrenador era Ash. ¿Y si no lo reconocían? ¿Y si su entrada era invalidada?
Frente al gran monitor digital, colocó su Pokédex en el escáner. La pantalla parpadeó... y luego mostró su rostro. Miguel Salcido, entrenador registrado. Su lista de seis Pokémon acompañaba su perfil. El sello de la Liga brilló junto a su nombre.
Misty soltó un suspiro dramático.
—Estabas tan pálido que pensé que ibas a desmayarte.
—Lo pensé —respondió Mike con una risa nerviosa.
—El Profesor Oak hizo un gran trabajo con la actualización del sistema —agregó Brock—. Confió en ti por una razón.
Justo entonces, el Pokégear de Mike vibró. Era una videollamada. El rostro del Profesor Oak apareció en pantalla, visiblemente aliviado.
—¡Mike! Veo que lograste registrarte sin problemas. Estaba monitoreando el proceso desde aquí.
—Sí, profesor. Gracias... de verdad.
Oak sonrió.
—Sabía que podrías con esto. Y sobre lo otro... ya envié un informe a la Liga sobre el santuario que descubriste en las montañas. No he mencionado a nuestro amigo en común de color rosado ni nada que pueda causar pánico. Solo lo registré como un hábitat natural de especies sensibles en recuperación. Nadie irá a perturbar ese lugar.
—Gracias —respondió Mike, más serio—. Se lo prometí a los Lucario... y a Bisharp también.
La llamada terminó. Mike guardó el dispositivo en silencio. El peso de todo lo vivido aún se sentía en su espalda, pero también algo más: una fuerza nueva, un sentido de propósito. El verdadero viaje empezaba ahora.
Misty le dio un codazo suave.
—Vamos, “entrenador oficial”. Todavía tenemos que planear cómo ganar esta cosa.
Mike asintió.
—Sí. Hora de prepararnos para la batalla.
//////
El sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo con tonos anaranjados cuando Mike, Misty y Brock encontraron un claro en el bosque cercano a la Meseta Añil. No era muy grande, pero lo suficiente para permitir algo de entrenamiento sin interferencias. A pocos metros, se escuchaba el murmullo de un arroyo, y entre los árboles, la brisa traía el frescor de las montañas.
Mike se detuvo en el centro del claro y liberó a todos sus Pokémon uno por uno.
—¡Adelante, chicos!
Charizard aterrizó pesadamente con una exhalación de fuego contenida. Bisharp emergió erguido como una estatua afilada. Tauros pisoteó el suelo, impaciente. Krabby alzó sus pinzas con energía. Y finalmente, Snorunt apareció con ojos brillantes, más repuesta pero aún visiblemente más pequeña que un ejemplar promedio. Pikachu se bajo del hombro de Mike y fue el último en incorporarse con sus compatriotas, saludando con su típico grito alegre.
Mike los miró a todos en silencio por unos segundos. Luego, dio un paso adelante.
—Chicos… faltan siete días para que comience la Liga Añil. Vamos a entrenar como nunca antes. No para que sean más fuertes… sino para que trabajemos mejor juntos. Voy a darlo todo por ustedes, y solo les pido lo mismo.
Pikachu asintió de inmediato. Tauros soltó un bufido confiado. Krabby agitó sus pinzas con energía. Snorunt bajó la cabeza tímidamente, pero su mirada era firme. Bisharp inclinó ligeramente la cabeza como signo de aprobación. Charizard, sin embargo, cruzó los brazos y desvió la mirada.
Mike suspiró, pero se adelantó un paso más.
—Sé que contigo las cosas son distintas, Charizard. No te pido que me obedezcas ciegamente. Pero necesito que confíes en mí… al menos lo suficiente para que, mientras combatas contra oponentes dignos, pelees en serio. Solo eso.
Charizard gruñó… y luego, con un giro de cabeza lento, le lanzó una mirada penetrante. No dijo nada, pero sus alas se relajaron levemente.
Mike sonrió.
—Está bien. Es un trato.
Luego se giró hacia el grupo completo.
—Ahora, escuchen el plan. Vamos a trabajar en sus fortalezas, corregir debilidades y aprender nuevos movimientos clave para cada uno.
Se agachó junto a Pikachu.
—Tú ya eres veloz, ágil y tienes una gran variedad de movimientos. Pero nos falta un remate: un ataque final, un finisher. Vamos a enfocarnos en que aprendas Tacleada de Voltios. También trabajaremos tu resistencia para que aguantes combates largos.
Luego miró a Charizard.
—Eres pura potencia, pero necesitamos control. Vas a aprender Garra Dragón, y también puliremos tu velocidad aérea y la fuerza de tus lanzallamas. Mientras tus oponentes sean fuertes, tú responderás con todo, ¿sí?
Charizard resopló una pequeña llamarada. No era un “sí”, pero era algo.
A continuación, Mike se volvió hacia Tauros.
—Tú eres nuestro ariete. Tu fuerza es increíble, pero necesitamos agilidad. Vas a aprender Cabezazo Zen y Cola de Hierro, con ayuda de Pikachu. Y practicaremos giros rápidos y cambios de dirección para que domines el campo.
Krabby y Snorunt fueron los siguientes.
—Ustedes dos entrenarán juntos. Snorunt, tú ya conoces Rayo Hielo, pero hay que controlarlo. Krabby, tú lo aprenderás, y también Pistola Agua. Como son los menos resistentes, enfocaremos su entrenamiento en la agilidad y ataques a distancia, para que puedan golpear fuerte y evitar el contacto directo.
Finalmente, Mike se paró frente a Bisharp.
—Tú eres nuestro ancla. Eres el segundo Pokémon más versátil del equipo después de Pikachu y sé qué harás tu mejor esfuerzo. Vas a aprender Danza Espada, y trabajaremos tu fuerza física y velocidad. Eres una pieza clave en este equipo.
Bisharp simplemente asintió. No necesitaban muchas palabras entre ellos.
—Durante estos siete días entrenaremos como un verdadero equipo —concluyó Mike—. Vamos a prepararnos para cualquier terreno, cualquier sorpresa, cualquier rival. Vamos a dejar todo en este lugar.
Misty y Brock, que habían observado en silencio, intercambiaron una mirada de aprobación.
—Estás aprendiendo a ser un verdadero entrenador —murmuró Brock.
—Sí, y no suena como alguien que solo está imitando a Ash —añadió Misty, en voz baja.
Mike no los escuchó. En su mente ya resonaban los ecos de la Liga: los rugidos de la multitud, los gritos de los entrenadores… y el destino que había decidido enfrentar, hombro a hombro con su equipo.
///////
La luz de los días siguientes estuvo teñida por el sudor, la tierra removida y los rugidos, relámpagos y ráfagas heladas que salían del claro en el bosque.
Día 1 al 3 – Fundamentos y técnica
Los primeros días se enfocaron en dominar las bases. El entrenamiento era exigente, pero todos estaban comprometidos. Desde temprano, Mike organizaba rutinas específicas para cada Pokémon:
Pikachu corría entre obstáculos naturales, piedras, troncos, y raíces, practicando su agilidad con ayuda de Brock, quien trazaba rutas cada vez más complejas. Al mismo tiempo, Misty lanzaba objetos desde distintas direcciones para que Pikachu los esquivara y disparara atactruenos precisos o los desviara con su cola de hierro.
En paralelo, Pikachu intentaba canalizar su electricidad con fuerza y control a través de todo su cuerpo. Al principio, los intentos de Tacleada de Voltios eran caóticos, generando explosiones eléctricas sin dirección. Pero poco a poco, la electricidad empezó a tomar forma alrededor de su cuerpo.
Charizard, bajo supervisión directa de Mike, practicaba lanzando Llamaradas contra rocas gigantes, y después, descendía en picado desde el aire para atacar con precisión. Al principio se mostraba reticente a seguir instrucciones, pero cuando Mike trajo un enorme tronco como blanco móvil y le dijo:
—Vamos a imaginar que esto es otro Kingambit...
Charizard gruñó con fuerza, encendió sus llamas al máximo, y sin decir más, destrozó el tronco de un Garra Dragón improvisada. Aquel momento marcó un antes y un después. Desde entonces, cada vez que Mike le proponía un desafío que implicara fuerza y gloria… Charizard obedecía, aunque con cierta arrogancia.
Tauros entrenaba con Pikachu, chocando contra grandes piedras a alta velocidad. Pero la clave estaba en su movilidad. Mike colocó una serie de árboles como circuito y trabajó con él en cambiar de dirección bruscamente, usando su cuerpo como un proyectil controlado. Pikachu le enseñó cómo enfocar energía en su cola y cabeza, para empezar a aprender Cola de Hierro y Cabezazo Zen que, aunque pikachu no conocía ese movimiento con el entrenamiento de tacleada de voltios, sabia como canalizar su energía en las partes de su cuerpo.
Krabby y Snorunt entrenaban juntos cerca del arroyo. Brock se encargaba de crear ejercicios de coordinación y puntería con pequeños discos flotantes. Mientras tanto Mike con algo de ayuda de Misty los guiaba en técnicas acuáticas y defensa.
Krabby, determinado como siempre, aprendía rápido. Su Pistola Agua ganaba presión y alcance con cada intento. En cuanto al Rayo Hielo, ambos entrenaban congelando pequeñas zonas del río, practicando la forma y el control del rayo. Snorunt al principio fallaba, pero cuando Mike la animó personalmente —arrodillado frente a ella, diciéndole que confiaba en su fuerza— logró congelar un árbol delgado completo.
Bisharp, por su parte, entrenaba con charizard y tauros en combate físico puro. Mike decidio llamar en su mente esto como “Entrenamiento de taijutsu”. Cuando no peleaban entre si golpeaban troncos colgantes con fuerza. A cada tanto, Mike los empujaba al límite con ejercicios de velocidad, y finalmente, comenzó a entrenar con bisharp una danza extraña pero poderosa: una secuencia rítmica de cortes al aire que aumentaba su agresividad: Danza Espada.
—Es como afilar una espada… consigo mismo —dijo Mike observándolo.
Día 4 – El entrenamiento en el agua
—¿Entrenamiento en el agua? —repitió Mike, confundido.
—Claro —dijo Misty sonriendo—. ¿Y cómo piensas prepararte si te toca un campo acuático? Todos tus Pokémon deben estar listos para esa situacion. Y tú también deberías hacerlo… por si acaso.
—No sé nadar —admitió Mike, rascándose la nuca y con un rostro enrojecido por la vergüenza.
Misty se rio, divertida.
—Ya me lo imaginaba. Vamos, cobarde, al agua.
En la orilla del lago, Misty comenzó el entrenamiento con paciencia. Al principio, Mike se hundía o perdía el equilibrio con facilidad, provocando algunas risas de Brock desde la sombra de un árbol.
Mientras Misty lo sostenía por debajo de los brazos y le explicaba lo básico, los Pokémon practicaban con boyas flotantes: Krabby y Snorunt se turnaban para disparar Rayo Hielo y congelar partes del lago, mientras Tauros chapoteaba molesto y Pikachu intentaba surfear sobre su cola endurecida.
—No te burles, Misty… —dijo Mike, escupiendo agua mientras intentaba flotar.
—Jejeje, no lo hago —respondió ella sonriendo—. Solo me alegra que ya no intentes parecer invencible. Es más fácil ayudarte así.
Esa frase lo hizo detenerse. Por un instante, se quedaron en silencio, mirándose a los ojos, con el agua hasta el pecho. Algo entre ambos había cambiado. Había camaradería… confianza.
—Gracias —susurró él.
—De nada —respondió ella mirando hacia otro lado, y volvió a sumergirse para corregirle la postura.
Día 5 al 7 – Consolidación y confianza
Los últimos días estuvieron dedicados a pulir combinaciones y ensayar combates simulados. Mike hacía de juez, pero a veces se metía al medio para forzar decisiones, empujar a sus Pokémon a reaccionar en situaciones inesperadas. Simulaban campos de roca, hierba, agua, y hasta terreno irregular con troncos y pendientes.
Cada noche, todos comían juntos alrededor de una fogata. Brock preparaba la cena y Misty les contaba anécdotas de sus viajes con Ash. Había risas, pero también una tensión subyacente. Todos sabían que la Liga estaba cerca.
La última noche antes de la ceremonia de apertura, Mike se quedó solo, sentado sobre una roca, con Pikachu dormido sobre su pierna. Observó las estrellas y cerró los ojos.
"Estoy listo", pensó. Espero adquirir la suficiente experiencia para poder buscar una solución al estado de ash.
Pero también sabía que el verdadero desafio apenas iba a comenzar.
////
La mañana de la ceremonia amaneció despejada, con un cielo azul limpio que parecía extenderse más allá de lo visible. A lo lejos, el Monte Añil se alzaba como guardián eterno del torneo, mientras miles de entrenadores, periodistas y espectadores llenaban la gigantesca explanada frente al Estadio Principal.
Jamás había estado en un lugar tan lleno de vida… y tan intimidante.
Desde lo alto de las gradas, el Estadio Principal de la Liga Añil parecía un coloso esculpido por gigantes. Las paredes relucían con emblemas regionales, y las pantallas gigantes proyectaban imágenes de ediciones pasadas. Entrenadores con capas, moños, uniformes o chaquetas de combate caminaban como si fueran celebridades. Todo era demasiado… real.
Y yo estaba ahí. Con mi nombre registrado, mi equipo completo y una sensación extraña en el estómago.
Llevaba ropa cómoda pero formal: jeans oscuros, una camiseta negra con detalles en azul eléctrico, zapatillas deportivas, y lo más importante… la gorra que Delia me había dado.
La de Ash.
No era exactamente la misma que usó en su viaje, pero era igual al modelo original. Roja con visera blanca y el logotipo verde al frente.
Hoy la llevaba yo.
////
La ceremonia comenzó poco después del mediodía. Más de cien entrenadores estaban reunidos en el campo central, alineados con sus uniformes o atuendos personales, mientras miles de espectadores gritaban desde las gradas.
Nos hicieron formar en filas dentro del estadio principal. Más de doscientos entrenadores de todas las regiones, edades y estilos. Desde un chico de Kanto con un Hitmonchan hasta una mujer de Johto acompañada de un Arcanine perfectamente peinado.
La música de apertura comenzó a sonar, orquestal y solemne. Las pantallas mostraban imágenes del pasado: campeones levantando trofeos, Pokémon luchando bajo tormentas, lágrimas de derrota y gritos de victoria.
Marchamos al centro del estadio en silencio.
Desde el cielo, un Pidgeot enorme descendió volando con elegancia. Sobre su lomo venía una figura familiar: Charles Goodshow, el presidente de la Liga Pokémon, un anciano de mirada amable y postura erguida.
Traía en sus manos la Llama de Moltres, protegida en una urna sagrada.
El público guardó silencio.
—¡La Llama de los Sueños será encendida! —anunció la voz del estadio.
Goodshow descendió del ave y caminó hasta el pedestal central. Insertó la llama, y al instante, una columna de fuego dorado se elevó hacia el cielo.
Los fuegos artificiales estallaron.
////
Tras la ceremonia, fuimos guiados a una sala de conferencias. Las instalaciones del Estadio Añil eran colosales. Había campos de práctica, comedores, dormitorios, zonas de recuperación y hasta psicólogos deportivos. Se sentía como una versión más seria y realista de lo que había visto en el anime.
El organizador, un hombre de traje gris con insignias de la Liga en el pecho, tomó el micrófono.
—Entrenadores, gracias por su paciencia. Este año hemos batido récord de inscritos. Por ello, realizaremos una fase de preliminares para reducir el número de participantes. Serán combates rápidos, de uno contra uno. Para clasificar deberán ganar dos combates consecutivos. Cada uno será observado por jueces oficiales, y no habrá repeticiones ni segundas oportunidades.
Se escucharon murmullos. Yo tragué saliva.
—Los emparejamientos se proyectarán en pantalla en breves momentos. Mientras esperan su turno pueden usar estas instalaciones como deseen. Solamente aclaro que, si algún entrenador no llega a tiempo a su combate, será descalificado inmediatamente.
Sali de la sala en busca de Brock y Misty.
//////
—Es un filtro necesario —comentó Brock mientras caminaban hacia el estadio de práctica en donde me habían asignado los combates—. A veces, los combates duran menos de cinco minutos.
—¿Dos victorias seguidas? —repitió Mike con nerviosismo—. ¿Y si me toca contra dos monstruos seguidos?
—Confía en lo que entrenaste —le dijo Misty—. Tus pokemon pueden con eso y más.
Mike tragó saliva. No era miedo exactamente. Era una mezcla de adrenalina, incertidumbre y presión. Esa sensación que te eriza la piel justo antes de entrar a un escenario.
//////
Mientras esperaba su turno en las preliminares, Mike miraba a los otros entrenadores. Algunos hablaban con sus Pokémon como si fueran amigos de toda la vida. Otros los pulían con precisión militar. Cada uno tenía su estilo. Y todos estaban ahí por la misma razón.
Ganar.
Mike llevó la mano a su gorra.
—Él no se sentiría así —murmuró Mike, apretándola con fuerza—. No voy a fallarte.
Pero por dentro, algo le carcomía:
"Nunca he estado frente a tanta gente… y según dicen, la Liga la ven en toda Kanto. Incluso en Johto y Hoenn. ¿Y si me trabo? ¿Y si por mi inacción mis pokemon salen lastimados?"
Pikachu lo miró desde abajo, con una chispa en los ojos. Como si dijera: “Estoy contigo, no importa qué.”
Mike sonrió. Se agachó y le dio una caricia rápida entre las orejas.
—Vamos a limpiar el piso con ellos.
////
Mi primera batalla fue contra un entrenador nervioso que usó un Hitmontop. Yo mandé a Bisharp sin dudarlo. Había aprendido a respetar su estilo: directo, calculador… letal.
—Bisharp, usa Danza Espada. Luego Cabeza de Hierro. El entrenamiento se noto de inmediado, danza espada no tardo en hacer efecto y en menos de lo que torchic canta. Bisharp se movio.
El golpe fue brutal. El Hitmontop no tuvo tiempo ni siquiera de poner las manos. Victoria en menos de un minuto.
La segunda fue un poco más difícil. Una chica usó un Clefable con movimientos rarísimos. Intentó dormirnos con Canto, pero Bisharp resistió.
—Tajo Umbrío, ahora —ordené.
Un corte limpio que dejo aturdida a Clefable. Momento que aproveche para ordenar a Bisharp usar danza espada y enseguida conectar con un cabeza de hierro.
El ataque fue superefectivo y bisharp demostró que era un de mis pokemon mas confiables y fuertes.
Segundo combate ganado.
Me sentí aliviado, pero también con una punzada de culpa. Había otros que entrenaron toda su vida solo para perder aquí mismo. Contra alguien que ha recibido mucha ayuda y tiene pokemon fuertes que los ha entrenado del todo.
////
Las luces se apagaron. Una gigantesca pantalla mostró el cuadro oficial con los 64 entrenadores clasificados.
—¡Mira! —dijo Brock señalando el monitor—. Ahí estás: Mike Salcido. Tu primer combate oficial será contra Melissa, la de los combates técnicos. La recuerdo, vi uno de sus combates en las preliminares.
—También está Jeanette Fisher… —comentó Misty—. Y ese otro tipo raro con gabardina, ¿lo ves? Creo que te podría tocar en la siguiente si ganas.
—Espera… —dije de repente, acercándome a la pantalla—. ¿Ese es Ritchie?
Un chico sonriente, con una gorra azul y un Pikachu con un peculiar flequillo animado, miraba directo a la cámara en su retrato.
—¿Lo conoces? —pregunto Brock.
—No personalmente, pero… es el que venció a Ash en esta liga, digo, en mi mundo asi pasaron las cosas —dije—. Usa un Pikachu también, pero el suyo tiene un peinado raro y se llama Sparky según recuerdo.
Me quedé mirando su foto un buen rato.
—En verdad se parece mucho a ash… me pregunto si es su hermano perdido en este mundo o algo, aunque nunca he sabido ninguna información de su padre. Las posibilidades son infinitas.
/////
Caminaba por uno de los pasillos cuando alguien chocó su hombro conmigo. Llevaba una chaqueta púrpura, gafas oscuras, y una actitud arrogante. Me miró de reojo, frunciendo el ceño.
—Tú no eres… Ashy-boy —murmuró, confundido por mi gorra y mi Pikachu, que iba a mi lado.
—¿Ashy-boy? —pregunté, un poco confundido.
El joven me escaneó con los ojos, bajó sus gafas y se rió por lo bajo.
—Bah, te confundí con otro. Mi error. Buena suerte, novato —dijo con desdén, y se fue caminando sin mirar atrás.
En ese instante lo reconocí, solo recuerdo a una sola persona que usa ese apodo. Gary Oak. El rival de Ash. Nieto del Profesor.
No dije nada. No quería dar explicación de quien era yo y el destino que sufrió ash. Sabía que Gary se enteraría tarde que temprano, pero… no era el momento. Al menos aun no.
Esta historia continuará………..