Capítulo 16. La Ola del Comienzo, un desafío inusual.
4 de julio de 2025, 22:36
Capítulo 16: La Ola del Comienzo, un desafío inusual.
La superficie del mar brillaba con un fulgor turquesa mientras Lapras avanzaba con calma entre suaves olas. Mike, Misty y Brock observaban al horizonte con atención, donde finalmente se perfilaba una nueva isla: más grande y desarrollada que las anteriores, con un puerto bien estructurado y una serie de edificios coloridos que subían por una suave colina. Banderines anaranjados con el emblema de una Poké Ball estilizada ondeaban con fuerza, indicando que allí se celebraban combates oficiales.
—¿Ese es el lugar? —preguntó Misty, visiblemente emocionada.
—Isla Mikan —respondió Brock, revisando su Poképhone—. Aquí se encuentra el primer gimnasio del Desafío Naranja. Su líder es Cissy, especialista en Pokémon de tipo agua.
—Por fin —dijo Mike con una sonrisa que mezclaba entusiasmo y nerviosismo—. Es hora de comenzar este torneo oficialmente.
A medida que se acercaban al muelle, notaron la presencia de varios entrenadores jóvenes y adultos entrenando en las playas, corriendo con sus Pokémon o practicando en campos improvisados. Algunos ya reconocían a Mike y lo señalaban desde lejos. Su rostro había aparecido en múltiples clips promocionales de Silph Co., y el rumor de su participación en la Liga Naranja se había extendido rápidamente.
—Oye, ¿ese no es el del Poképhone? —preguntó un chico con una gorra al revés, apuntando a Mike.
—¡Sí, el que peleó en la Liga Añil! —respondió su compañera.
Mike bajó de Lapras con una sonrisa algo tensa. Aunque se estaba acostumbrando a la atención, aún no dejaba de sorprenderle.
—A veces olvido que hay gente viendo todo esto en tiempo real —comentó, rascándose la cabeza mientras Pikachu saltaba a su hombro.
—¡Vamos a registrarte antes de que se llene! —sugirió Misty.
Caminaron hacia el edificio central, un domo de estructura moderna con decoraciones marinas. En el interior, una recepcionista los recibió con amabilidad y procesó rápidamente la inscripción de Mike en el torneo.
—Felicitaciones, Entrenador Mike. Ya formas parte oficial del Circuito de la Liga Naranja. Tu primera batalla será contra la Líder Cissy… dentro de dos días. —Le entregó un pase digital con acceso al gimnasio y a las zonas de entrenamiento exclusivas.
—Dos días —repitió Mike, pensativo—. Supongo que tenemos tiempo para prepararnos y estudiar el terreno.
—Y para relajarnos un poco también —añadió Brock—. Esta isla tiene varios manantiales termales, y el acuario es famoso por sus Pokémon tropicales.
Misty asintió con una sonrisa.
—Pero no te relajes demasiado, Mike. Cissy no es cualquier entrenadora. Sus combates no son convencionales... y son duros.
—¿No convencionales? —preguntó Mike con una ceja levantada.
—Ya verás —respondió Misty con una risa enigmática—. Esto no es como en Kanto.
La cámara se aleja mientras el grupo se adentra en la ciudad costera, con la promesa de entrenamiento, descubrimientos… y el primer gran combate de la Liga Naranja cada vez más cerca.
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El gimnasio de Isla Mikan resultó ser tan atípico como todo lo que Mike había descubierto en el Archipiélago Naranja. Más que una instalación cerrada, parecía un complejo deportivo al aire libre, extendido sobre una laguna cristalina conectada al mar por canales naturales. Plataformas flotantes, estructuras metálicas para clavados y campos de entrenamiento acuáticos dominaban el paisaje.
—¿Este es el gimnasio? —preguntó Mike, un poco desconcertado.
—Así es —dijo una voz femenina firme, desde lo alto de una torre metálica.
Descendiendo con soltura por una escalera lateral apareció una mujer de complexión atlética, cabello azul claro recogido en una coleta y gafas de sol empujadas hacia arriba, sobre la frente. Llevaba puesto un traje deportivo ajustado y un silbato colgando del cuello. Se detuvo frente a ellos con aire de autoridad.
—Soy Cissy, la líder de este gimnasio. Tú debes de ser Mike, ¿no?
Mike asintió.
—Sí, vine a desafiar el gimnasio como parte de la Liga Naranja.
—Me lo imaginé. Están hablando mucho de ti últimamente. Aunque te aviso: aquí no hacemos batallas tradicionales. Nuestros gimnasios ponen a prueba otras cualidades. Nuestros desafíos son una prueba de técnica, precisión y sincronización entre entrenador y Pokémon. Aquí no basta con tener más poder o una mejor estrategia en combate. En este gimnasio enfrentarás una serie de desafíos especiales, no solo una batalla directa.
Mike frunció el ceño, intrigado.
—¿Como pruebas? ¿Juegos?
—Más bien competencias —respondió Misty desde atrás—. Yo he oído hablar de esto. Cada líder tiene su propia forma de evaluar a los retadores. En este gimnasio, el primero se basa en la puntería y el control del agua.
—Exacto —dijo Cissy—. Tendrás dos desafíos. El primero será una competencia de tiro de precisión con ataques de tipo agua. El segundo… bueno, digamos que tendrás que demostrar tu temple en el corazón del mar. Solo si logras superar ambas pruebas, tendrás la oportunidad de enfrentarme en un combate.
Mike parpadeó.
—¿Y si no tengo muchos Pokémon de tipo agua?
—Entonces será más difícil, pero no imposible —dijo Cissy encogiéndose de hombros—. A veces, lo importante no es el tipo, sino cómo lo usas. Pero tú pareces alguien con recursos.
Mike pensó en su equipo. Lapras sin duda sería esencial. Quizás incluso podría entrenar una combinación entre él y otro Pokémon. Le intrigaba la idea de estos desafíos poco ortodoxos. Era un enfoque diferente, pero refrescante.
—Tienes dos días para prepararte. Te espero pasado mañana, al amanecer. Recuerda, dos pruebas. La primera, puntería. Si ganas alguna de las dos, recibirás la Medalla Coral.
Mike se sorprendió.
—¿Solo una?
—Exacto. Esto no es Kanto. Aquí se valora la adaptabilidad más que la perfección. Pero no creas que será sencillo.
Brock asintió con respeto.
—Es una filosofía interesante. Entrenamiento aplicado a situaciones reales, no solo combates.
a líder se giró y se marchó por uno de los muelles flotantes, dejando atrás solo el sonido de sus pasos firmes sobre la madera mojada.
Mike observó el campo de entrenamiento por un largo momento.
—Supongo que esto no será tan fácil como pensaba…
—Y eso lo hace más interesante —dijo Misty con una sonrisa cómplice.
Brock se acercó, ya hojeando una guía de la isla.
—Vamos a necesitar practicar en el agua. Hay una zona libre para entrenamiento marino al sur. Deberíamos ir esta tarde.
Mike asintió, su rostro ya adoptando la seriedad de quien acepta un nuevo reto. La Liga Naranja estaba lejos de ser una copia tropical de Kanto… y eso lo emocionaba aún más.
//////
El sol del Archipiélago Naranja se alzaba con intensidad sobre las aguas tranquilas de la laguna donde se ubicaba el gimnasio de Isla Mikan. Mike, ya vestido con ropa deportiva y un silbato colgado al cuello por mera imitación, se encontraba de pie sobre una plataforma flotante junto a Lapras, quien lo miraba con una expresión serena… aunque un tanto confundida.
—Bien, Lapras —dijo con firmeza—. Vamos a trabajar en precisión. La prueba de puntería depende completamente de tu habilidad para lanzar ataques a blancos en movimiento. ¿Lista?
Lapras soltó un suave canto que hizo vibrar la superficie del agua. Misty y Brock observaban desde otra plataforma, mientras que Pikachu descansaba en la sombra de una sombrilla improvisada.
Mike levantó una mano y señaló el primer objetivo flotante, un disco de madera suspendido por cuerdas y movido por la corriente.
—¡Chorro de agua!
Lapras abrió la boca y disparó un potente haz líquido… que pasó de largo, fallando el objetivo por un buen metro.
—¡Eh! ¡Casi! —dijo Brock, tratando de sonar alentador.
—Vamos otra vez —dijo Mike, sonriendo—. Solo es cuestión de ajustar el ángulo.
Pasaron las siguientes dos horas afinando los detalles. Mike descubrió que Lapras era paciente pero sensible. No respondía bien a las órdenes apresuradas, y a veces parecía más preocupada por no fallar que por simplemente intentarlo. Cambiando de estrategia, Mike empezó a usar palabras más suaves, combinando las órdenes con señales de mano.
—Concéntrate en el centro, respira hondo… y… ¡ahora, Chorro de agua!
El chorro impactó de lleno el objetivo, haciéndolo girar sobre su eje. Lapras emitió un canto de alegría.
—¡Así se hace! —Mike levantó el puño en el aire.
Más tarde, pasaron a practicar con Rayo Hielo, apuntando a troncos flotantes. La idea era que Lapras aprendiera a congelar blancos en movimiento, lo que sería útil tanto en la prueba como en posibles combates futuros. Misty, con los brazos cruzados, observaba con interés creciente.
—No está mal. Lapras tiene un buen control. Lo que le falta es confianza.
—Es cierto —respondió Mike—. Es un poco tímida aún. Pero mejora con cada intento.
Tras una pausa para comer y dejar descansar a Lapras, llegó la hora de entrenar para la carrera acuática. Mike se colocó un chaleco liviano y se sentó cuidadosamente sobre el lomo del Pokémon. La pista estaba marcada por boyas y columnas artificiales que simulaban obstáculos naturales.
—Muy bien, Lapras. Esta vez es cuestión de velocidad… pero también de coordinación. Vamos con calma y después aceleramos.
El primer intento fue torpe. Mike perdió el equilibrio más de una vez, y Lapras, al intentar compensarlo, giró demasiado en las curvas, golpeando contra una boya.
—¡Ay! ¡Eso fue mi codo! —gritó Mike, sacudiendo el brazo—. Bien, más comunicación. Te aviso con tiempo los giros.
La segunda y tercera vuelta fueron mucho mejores. Mike aprendía a mover su cuerpo al ritmo de Lapras, como si ambos compartieran un mismo centro de gravedad. Las curvas empezaron a sentirse fluidas, las rectas rápidas, y la confianza entre ambos se consolidaba.
—¡Última vuelta, vamos con todo! —gritó Mike mientras el viento le azotaba la cara.
Lapras respondió con un impulso poderoso, generando una estela tras de sí. Giraron con elegancia entre los pilares y cruzaron la línea final con una sincronía que hizo a Misty aplaudir desde la orilla.
—No está mal para un novato en desafíos acuáticos —bromeó ella.
Mike se dejó caer sobre la plataforma, jadeando pero riendo.
—Lapras es increíble. Si mañana nos mantenemos así, podemos ganar.
Lapras se acercó y apoyó la cabeza contra el borde donde Mike descansaba. Él sonrió y acarició suavemente su cuello.
—Gracias por confiar en mí.
//////
La brisa salada del océano soplaba suavemente sobre el amplio campo flotante del gimnasio de Isla Mikan. La superficie del agua brillaba con la luz del mediodía, mientras plataformas circulares sobresalían del agua como pequeñas islas artificiales. Desde la grada, Misty y Brock observaban con atención, rodeados por algunos habitantes de la isla y entrenadores locales que venían a presenciar el desafío.
En una de las plataformas, Mike esperaba junto a Lapras. En la opuesta, Cissy acariciaba con seguridad la cabeza de su Seadra.
—Primera prueba: puntería —anunció el árbitro—. Se lanzarán diez discos al aire. Cada entrenador debe usar exclusivamente ataques tipo Agua para romper tantos discos como pueda. La líder Cissy irá primero. ¡Comiencen cuando estén listos!
Cissy tomó una postura firme, con una sonrisa confiada en el rostro.
—¡Vamos, Seadra! ¡Apunta y dispara cuando veas los discos!
El mecanismo en la plataforma se activó, lanzando un disco naranja al cielo con un chasquido metálico.
—¡Pistola Agua!
¡Zas! El disco se partió con precisión.
Otro disco salió disparado. Seadra giró y lo alcanzó de inmediato. Uno tras otro, los discos se elevaban en ángulos distintos, algunos rápidos y rectos, otros en trayectorias curvas.
—¡Pistola Agua! ¡Otro! ¡Más rápido!
Cissy daba las órdenes sin titubeos, y Seadra respondía con agilidad. Al final del conteo, el árbitro levantó la mano.
—¡Diez discos lanzados! ¡Nueve aciertos para la líder Cissy!
El público aplaudió con entusiasmo, mientras Mike tragaba saliva.
—Nada mal... —murmuró—. Pero Lapras también puede hacerlo.
—¡Ahora el retador, Mike! ¡Prepárense!
Mike acarició el cuello de Lapras.
—Tranquila, Lapras. No necesitamos prisa, solo concentración. Usa Chorro de Agua con precisión.
El mecanismo volvió a activarse. El primer disco salió disparado hacia el cielo.
—¡Ahora!
Chasff! Impacto directo. Un disco menos.
—¡Siguiente, a la izquierda!
Lapras disparó otro chorro, pero el ángulo era incómodo. El ataque falló por centímetros.
Mike apretó los puños. El tercer disco voló.
—¡A ese, ya!
¡Impacto! Luego otro, y otro más. Lapras mantenía el ritmo con dificultad, apuntando con cuidado. Aunque su cadencia no era tan veloz como la de Seadra, compensaba con buena puntería.
Al llegar al décimo disco, Lapras disparó el chorro justo cuando el disco comenzaba a descender. ¡Impacto perfecto!
El árbitro alzó la mano:
—¡Diez discos lanzados, ocho aciertos para el retador Mike!
El público aplaudió. Aunque no había ganado, había estado cerca.
—¡Nada mal! —dijo Cissy, cruzándose de brazos con una sonrisa—. No muchos logran más de seis en su primer intento.
Mike asintió y sonrió a Lapras.
—Estuviste increíble, chica. Gracias.
Misty y Brock aplaudieron desde la grada. Misty, en especial, parecía impresionada.
—Se nota que ha entrenado bastante con Lapras.
—Y eso que aún tiene otra prueba —comentó Brock.
El árbitro levantó ambas banderas.
—¡La primera ronda es para la líder Cissy! ¡Nos preparamos ahora para la prueba de velocidad acuática!
/////
Mientras los asistentes del gimnasio preparaban el circuito para la prueba de velocidad acuática, Mike, Misty y Brock se reunieron a un lado del muelle, bajo una lona que ofrecía algo de sombra. Lapras descansaba tranquila en el agua, bebiendo sorbos ocasionales con su habitual serenidad.
Mike se quitó la gorra para secarse el sudor de la frente con el antebrazo, respirando hondo.
—No estuvo mal… pero igual me molesta haber fallado dos —comentó, cruzándose de brazos—. Siento que pude haber hecho más.
—Oye, no te exijas tanto —dijo Brock, dándole una palmada en el hombro—. Estás enfrentando a una líder de gimnasio local en su propio terreno. ¡Y solo quedaste a un disco!
—Además —agregó Misty con una media sonrisa—, Lapras no es un Pokémon acostumbrado a apuntar con precisión desde una plataforma flotante. Le diste una orden difícil y aun así lo hizo bien.
Mike miró a Lapras, que giró la cabeza hacia él con un leve trino amistoso. Le devolvió una sonrisa.
—Lapras confía en ti —dijo Misty con voz firme—. No lo haría si no sintiera que le importas. Ese lazo se fortalece con el tiempo, pero ya estás en buen camino. ¿Sabías que los Lapras salvajes rara vez permiten que los humanos los monten?
—¿Crees que hice algo mal? —preguntó, sin apartar la vista del agua.
—Para nada —respondió Misty, sentándose a su lado—. De hecho, no muchos logran igualar a una líder en una prueba tan técnica como esa. Fue un buen trabajo, incluso si no ganaste.
Mike la miró con curiosidad.
—¿Y tú cómo sabes tanto de estas cosas? ¿Te pasó algo similar cuando empezaste?
Misty sonrió, apoyando los codos sobre la baranda del muelle.
—No exactamente. Pero cuando empecé como líder de gimnasio, me costaba trabajo entender a los entrenadores jóvenes que llegaban buscando su primera medalla. Algunos eran inexpertos, otros tenían Pokémon que apenas obedecían, y muchos no sabían perder. Al principio me frustraba. Sentía que si yo tenía que mantener el gimnasio a un estándar, ellos también deberían estar listos.
—¿Y cambiaste de opinión?
—Tuve que hacerlo. Vi a tantos entrenadores crecer entre su primera visita y su segunda vez, que entendí que dar una medalla no solo es cuestión de fuerza. A veces es reconocer su determinación. La medalla es una señal de que van por buen camino... no una corona de campeón.
Mike asintió, procesando sus palabras.
—Así que aunque no gané la primera prueba, si doy todo en esta segunda...
—Entonces habrás demostrado que tienes lo que se necesita —dijo Misty con convicción—. No todos lo entienden, pero es parte del viaje.
Una sonrisa se dibujó lentamente en el rostro de Mike. Se sentía más centrado. Determinado.
El momento ayudó a romper la tensión del ambiente, y Mike se sintió más relajado. Observó el circuito flotante ya armado: una larga pista zigzagueante con estacas delimitando el camino, salpicado de boyas flotantes que los Pokémon debían evitar.
El árbitro dio un silbatazo para llamar a los entrenadores.
—Bueno —dijo Mike—. Hora de intentarlo de nuevo.
Se acercó al borde del muelle y extendió la mano hacia Lapras.
—¿Lista para la carrera?
Lapras respondió con un suave trino, inclinando la cabeza para que Mike pudiera subirse a su lomo.
Misty alzó el puño en señal de apoyo.
—¡Demuéstrales lo que pueden hacer juntos!
—¡Y si ves una boya… no la rompas! —añadió Brock con una sonrisa pícara.
Mike giró los ojos con una sonrisa, tomó aire y se subió con confianza.
—Vamos, Lapras. Esta es nuestra oportunidad.
//////
El sol estaba en lo alto cuando los preparativos para la segunda prueba llegaron a su fin. Una serie de boyas marcaban un extenso circuito en el agua que rodeaba la estructura flotante del gimnasio, extendiéndose por casi medio kilómetro. La superficie del mar brillaba bajo la luz intensa, y una brisa constante agitaba suavemente las banderas que marcaban la línea de salida y meta. Era el momento de la carrera acuática.
Desde las gradas flotantes, varios espectadores locales se acomodaban con entusiasmo. No era común tener un retador proveniente del continente, mucho menos uno que hubiera llegado hasta aquí con la fama reciente de su actuación en la Liga Añil.
Mike ajustó su chaleco salvavidas y acarició el lomo de Lapras, quien flotaba pacíficamente junto al muelle, su mirada serena contrastando con la adrenalina que corría por su entrenador.
—¿Lista para esto? —susurró Mike.
Lapras emitió un canto suave, casi como una nota musical que resonó con dulzura. Misty, Brock y otros observaban desde la plataforma principal, mientras la líder del gimnasio, una joven de cabellera color jade y mirada aguda, se acercaba montando un veloz Dewgong, su cuerpo ágil deslizándose por las olas como si fueran parte de él.
—Recuerda que no solo es velocidad —dijo la líder—. Control, estrategia y conexión con tu Pokémon también cuentan. Buena suerte, Mike.
—Gracias, te deseo lo mismo —respondió él con una sonrisa confiada.
Una luz amarilla comenzó a parpadear en lo alto de una estructura metálica. Luego, la cuenta regresiva comenzó:
—¡Tres… dos… uno…!
—¡Ahora!
Ambos Pokémon se lanzaron al frente con una explosión de agua. Dewgong usó su aerodinámica natural para tomar una ligera delantera, mientras Lapras, más pesado, ganó velocidad tras unos segundos, impulsándose con potentes chorros de agua.
—¡Chorro de Agua, constante! —gritó Mike, inclinándose hacia el frente.
El movimiento de Lapras era poderoso pero controlado, generando una estela amplia tras su paso. Rodearon la primera boya casi a la par, aunque Dewgong giró con mayor agilidad, recortando distancia en las curvas.
—¡Ahora, Rayo Hielo al agua justo detrás! —ordenó Mike.
Lapras giró la cabeza ligeramente, disparando una ráfaga gélida que cristalizó la superficie justo en la estela que Dewgong dejaba, generando pequeños bloques de hielo flotantes. Dewgong tuvo que esquivar algunos, lo que le hizo perder impulso brevemente.
—¡Inteligente! —comentó Brock desde la plataforma—. Está usando el campo a su favor.
La carrera se volvió más tensa conforme avanzaban. Las olas eran cada vez más agresivas, y el viento soplaba con fuerza en una de las secciones abiertas del circuito. Allí, Lapras tomó la delantera usando su canto —un breve Voz Encantadora— que resonó con energía en el aire y pareció motivarla a seguir con más determinación.
—¡Golpe de Cuerpo cuando giremos la última boya! —indicó Mike con firmeza.
Lapras se ladeó en la curva final, aprovechando su impulso para dar un giro cerrado, en el cual embistió con parte de su cuerpo una ola provocada por Dewgong, ganando metros de ventaja.
—¡Vamos, Lapras! ¡Último tramo!
Dewgong intentó recuperar terreno con un impulso final, pero Lapras ya iba varios cuerpos adelante. Las últimas brazadas fueron pura potencia, hasta que cruzaron la meta entre salpicaduras y gritos de emoción del público.
La luz verde en la torre de control se encendió. Mike había ganado.
—¡Y el ganador de la segunda prueba es… Mike y su Lapras! —anunció la líder con una sonrisa genuina, deteniéndose junto a él—. Una carrera emocionante, sin duda. Lapras es un Pokémon noble, pero también fuerte. Has demostrado que sabes trabajar en equipo.
Mike acarició con orgullo a Lapras, que soltó una nota melodiosa mientras recuperaba el aliento.
—Fue todo mérito de ella. Yo solo traté de no caerme.
Ambos rieron.
—Bien —añadió la líder—. Aunque perdiste la primera prueba, ganaste la segunda, así que oficialmente has obtenido tu primera medalla del Archipiélago Naranja.
Una pequeña caja metálica fue abierta frente a él, revelando una medalla con forma de ola estilizada, sus colores azulados brillando como el mar.
Mike la tomó con reverencia. Antes de posar con ella y lapras mostrándola al dron que lo había estado siguiendo en todo el desafio. La primera medalla de esta nueva etapa.
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Con la medalla ya en mano y los vítores aún resonando en el aire, Mike descendió de Lapras, quien se deslizaba tranquila hacia la plataforma. Misty y Brock se acercaron para felicitarlo, mientras el público comenzaba a dispersarse poco a poco, satisfechos por el espectáculo.
La líder, ahora de pie frente a él con una expresión más relajada, le ofreció un apretón de manos firme y respetuoso.
—Fue una gran carrera, Mike. —Su voz tenía un matiz más cercano, menos formal—. No solo por la victoria, sino por cómo supiste adaptarte al entorno y confiar en Lapras. Ese tipo de conexión es lo que hace a un verdadero entrenador.
Mike asintió, sonriendo con humildad.
—Agradezco tus palabras. Fue todo un reto, la verdad. Pero me gustó mucho. Nunca imaginé que un gimnasio pudiera ponerme a prueba así.
—Los gimnasios del Archipiélago Naranja son diferentes a los de Kanto o Johto —continuó ella—. Aquí no basta con conocer los tipos y los ataques. Ponemos a prueba tu vínculo con los Pokémon, tu capacidad para improvisar, y sobre todo, tu voluntad de aprender. Esas son las cualidades que buscamos.
Sacó un pequeño mapa plegable del bolsillo de su chaqueta y se lo tendió.
—Aquí tienes la ubicación del siguiente desafío. Está en la Isla de Trovita, al noroeste de aquí. El líder es bastante competitivo, y su estilo es más físico y directo. Te recomendaría entrenar con Lapras en corrientes más fuertes y tal vez considerar rotar tu equipo.
Mike recibió el mapa y lo estudió brevemente.
—Gracias por el consejo… ¿hay algo que debería saber sobre ese gimnasio?
—Solo que no te dejes engañar por la apariencia del líder. Es un tipo excéntrico, pero un verdadero maestro en lo suyo. Su prueba es completamente diferente a la mía, así que prepárate para una experiencia nueva.
Ambos intercambiaron una última mirada de respeto antes de separarse. Mientras Mike se reunía con Misty y Brock, el mar brillaba al fondo, marcando el camino hacia la próxima etapa.
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Epílogo – Kalos, Pueblo Vaniville
El viento suave de la tarde cruzaba las cortinas de una habitación tranquila, colmando el aire con el canto lejano de los Pidgey. Serena estaba sentada en el sofá del salón, las piernas recogidas y una cobija ligera sobre los hombros. Frente a ella, en la pantalla del televisor, se reproducía un video con el logo de Silph Co. en la esquina.
Era un fragmento del más reciente diario de viaje de Mike Salcido, el joven que recientemente se había vuelto una figura reconocida en la región de Kanto tras llegar al Top 8 de la Liga Añil. Las imágenes lo mostraban riendo con sus compañeros, cabalgando sobre el lomo de un enorme Lapras en aguas cristalinas, entrenando en una playa al atardecer… y finalmente, recibiendo su primera medalla del Archipiélago Naranja.
Serena sonrió. No una sonrisa amplia, sino de esas pequeñas, contenidas, que nacen más del pensamiento que del gesto. Retrocedió unos segundos el video para volver a escuchar la parte donde Mike bromeaba sobre haber bebido más agua que Lapras durante la carrera.
—No sabía que viajar fuera tan… divertido —murmuró para sí, apoyando la mejilla en su mano.
Serena ladeó un poco la cabeza, intrigada.
No era fanática de los combates, ni tampoco había tenido muchos vínculos con Pokémon. Había crecido lejos del bullicio de los entrenadores y sus viajes. A veces le parecía que ya era tarde para empezar, otras veces ni siquiera sabía si de verdad quería hacerlo. Pero algo en esos videos la atrapaba. La energía, la sensación de aventura… la autenticidad.
Recordó la breve conversación que tuvo semanas atrás con Delia, la madre de Ash. La señora Ketchum había mencionado que ese chico, Mike, estaba viajando con los antiguos amigos de su hijo, incluso con Pikachu. Que había estado en el lugar cuando Ash... Serena desvió la mirada, incómoda.
Suspiró. No conoció bien a Ash. Apenas un niño con una venda en la rodilla que la ayudó a levantarse una vez en un campamento de verano. Pero desde entonces, su nombre le había quedado grabado.
—Supongo que… algunos nacen para eso —dijo, más para sí que para nadie.
Apagó el video, pero se quedó sentada un rato, con la mirada perdida. No sabía todavía qué quería hacer con su vida. Pero por primera vez en mucho tiempo, sintió algo parecido a curiosidad. A inquietud. A una pequeña chispa.
Y a veces, una chispa es todo lo que se necesita para iniciar un incendio.
Esta historia continuará………