ID de la obra: 342

El Legado del Elegido

Het
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planificada Mini, escritos 153 páginas, 16 capítulos
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Capítulo 15. Ruinas sumergidas.

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Capítulo 15: Ruinas sumergidas. El cielo había estado despejado durante horas. Nubes delgadas flotaban como plumas sobre el horizonte, y el sol dibujaba reflejos dorados sobre la superficie del mar. Mike estaba sentado en el lomo de Lapras, con los pies colgando apenas sobre el agua, dejando que las gotas salpicaran mientras se relajaban tras varios días de trabajo en campo. Misty repasaba apuntes en su cuaderno impermeable, y Brock ajustaba un pequeño escáner geológico conectado al Poképhone. —Tres días sin lluvia... esto debe ser un récord —bromeó Misty. Pero la calma fue traicionera. En cuestión de minutos, el viento cambió. Una ráfaga repentina levantó olas como si el mar hubiera exhalado con furia. Las nubes crecieron, oscuras y densas, como si una cortina de sombra se desplegara desde el norte. El rugido lejano de un trueno confirmó lo que el cielo había empezado a gritar. —¡Tormenta en formación rápida! ¡Se viene una eléctrica! —advirtió Brock, al revisar su medidor de presión. Mike miró hacia el horizonte y vio cómo los rayos cortaban el cielo en silencio, aún distantes, pero aproximándose. La superficie del mar se tornó gris metálico, y Lapras alzó la cabeza, emitiendo un canto grave y preocupado. —¡Necesitamos tierra firme! ¡Lapras, busca refugio! —ordenó Mike con voz firme. Lapras aceleró con fuerza, deslizándose por las aguas con un dominio sereno. Entre el oleaje creciente, apareció a lo lejos una silueta: una isla apenas visible, con torres de piedra y árboles sobresaliendo entre las olas, como si un antiguo pueblo estuviera emergiendo o, más bien, se resistiera a hundirse por completo. —¿Eso estaba en el mapa? —preguntó Misty, sujetándose del cuello de Lapras. —No... y tampoco está en el GPS —confirmó Mike con el Poképhone en la mano. La lluvia comenzó a caer en forma de gotas gruesas. Cuando llegaron a la isla, notaron que la mayor parte de su terreno estaba bajo el agua. Solo quedaban algunas superficies elevadas, fragmentos de arquitectura antigua: pilares agrietados, arcos cubiertos de algas, y lo que parecía una escalinata rota sumergiéndose hacia la profundidad. El lugar tenía un aire antiguo, olvidado... y sin embargo, imponente. —Esto no es solo una isla... esto era una ciudad —dijo Brock, mirando los restos como si estuviera viendo un fósil viviente. Lograron encontrar una pequeña zona de tierra firme, apenas lo suficiente para montar un campamento provisional. Lapras emergió parcialmente, permitiendo que los tres bajaran. Pikachu se sacudió el agua de las mejillas, molesto por la lluvia. Una vez asegurado el campamento, Misty se acercó a una de las torres medio derruidas, explorando con linterna. Brock tomaba muestras de la piedra cubierta de coral seco. —¿Y si toda esta zona fue arrastrada al fondo del mar por algún evento geológico? —sugirió él—. Una falla sísmica, tal vez... Esta arquitectura no es de ninguna región conocida. Mike se acercó al borde de una plataforma donde el agua era cristalina. Bajo sus pies, en la profundidad, se distinguían techos, muros e incluso una gran estructura abovedada parcialmente sumergida. —Si ese es un templo o algo parecido, podríamos encontrar registros antiguos… fósiles, tecnología, incluso Pokémon que vivan ahí abajo —dijo Mike, con el tono emocionado que le salía solo cuando su espíritu de explorador se activaba. —Pero primero habrá que esperar que pase la tormenta —dijo Misty, mirando al cielo cargado de nubes negras. En ese momento, un rayo iluminó toda la isla. Y por un instante, algo gigante se movió en el fondo del mar. Una sombra ondulante, larga, con forma de serpiente marina que se desvaneció al instante entre las ruinas sumergidas. —¿Lo vieron? —preguntó Mike, bajando la voz. —Sí... y no era pequeño —respondió Brock con la mirada fija en el agua. —Sea lo que sea... mañana lo descubriremos. /// A la mañana siguiente, el cielo se había despejado, pero el aire aún olía a humedad y sal. Una bruma baja cubría el mar alrededor de la isla, haciendo que el lugar pareciera suspendido entre el agua y las nubes. Era un silencio raro, como si el mundo estuviera conteniendo la respiración. Mike revisaba una cápsula de almacenamiento con su equipo de buceo personal. Gracias al patrocinio de Silph Co., contaban con trajes resistentes, tanques livianos de larga duración, y hasta pequeñas balizas que se anclaban al suelo submarino para mapear estructuras y caminos. Misty preparaba otro traje, adaptado para mayor movilidad, y Brock calibraba los sensores de su visor con ayuda del Poképhone. —Ya cargué el mapeo de la zona visible desde la superficie. Si esa estructura es tan grande como parece, deberíamos encontrar varias cámaras internas —comentó Brock, ajustándose el cinturón multifunción. —Pikachu, ¿quieres venir? —le preguntó Mike con una sonrisa, sabiendo de antemano la respuesta. Pikachu lo miró con una mezcla de desdén y resignación, y cruzó los brazos. No había forma de que entrara a una Ultraball, y lastimosamente no tenían equipo de buceo adaptado para Pokémon. Mike decidio sacar a Snorunt para que le hiciera compañía ademas de lapras. Snorunt, observó a su compañero con curiosidad, imitando su expresión como si fuera parte del juego. —Supongo que ustedes dos se quedarán en la superficie —dijo Misty, arrodillándose junto a ellos—. No se metan en problemas, ¿de acuerdo? Pikachu asintió, fingiendo formalidad. Snorunt sonrió y dio un pequeño salto alegre, antes de trepar con ligereza al lomo de Lapras, que descansaba parcialmente sumergido junto a la plataforma. —Entonces... nos vemos pronto —dijo Mike, acariciando suavemente a ambos Pokémon—. Cuídate, Pikachu. —¡Pika! —respondió con una sonrisa orgullosa. Con todo preparado, los tres humanos se lanzaron al agua con movimientos sincronizados, desapareciendo bajo las olas. Las burbujas subieron lentamente hacia la superficie mientras las aletas artificiales les daban impulso hacia lo desconocido. Debajo del mar, el mundo era otro. La luz descendía en haces azules que se filtraban entre las ruinas. La antigua ciudad sumergida parecía un santuario dormido: columnas cubiertas de coral, estatuas erosionadas por el tiempo y peces que nadaban entre lo que alguna vez fueron calles y plazas. La estructura abovedada que habían visto desde la superficie se alzaba ahora como un templo ciclópeo, cubierto de algas ondulantes que parecían susurrar leyendas olvidadas. Al entrar por una de las aberturas laterales, notaron que el diseño era complejo, con cámaras interconectadas por túneles amplios. Algunas paredes aún conservaban murales, apenas visibles bajo la capa de sal y limo. Brock colocó una de las balizas en la entrada, iniciando un escaneo en tiempo real. —Esto es mucho más antiguo de lo que pensaba —dijo a través del intercomunicador—. Estas marcas... no se parecen a nada que haya visto en Johto o Sinnoh. —Miren eso —interrumpió Misty, señalando un corredor más amplio hacia el fondo—. Esa cámara parece central. Se adentraron con cautela. Una luz tenue flotaba por el agua gracias a las linternas de los trajes, revelando una sala ovalada con techo alto. Había una abertura en la parte superior que permitía la entrada de un poco de luz natural, y al fondo, una especie de altar o pedestal sumergido parcialmente en arena. Lo más llamativo era que el lugar era suficientemente amplio como para moverse libremente... y combatir si fuera necesario. Mike nadó hacia el pedestal, examinando lo que parecían símbolos tallados. La piedra crujió ligeramente bajo su mano. La estructura seguía estable, pero el peso de los siglos se sentía en el ambiente. —¿Ven esas marcas? —dijo Brock, flotando cerca de una pared—. Creo que esto era un santuario... o un lugar de reunión para algo importante. —¿Y qué clase de "algo importante" vive aquí abajo todavía? —preguntó Misty en voz baja. Como si respondiera a su pregunta, una sombra cruzó la entrada detrás de ellos. Gigantesca. Con escamas que brillaron como cuchillas bajo la luz. La tensión en el agua se volvió tangible. Mike levantó la vista, apenas conteniendo el aliento. —Lo que sea... no está solo. ////// Mientras las burbujas de los trajes se perdían en la inmensidad del océano, la superficie recuperaba su calma habitual. Las suaves olas acariciaban los costados de Lapras, que flotaba plácidamente cerca de una formación rocosa que emergía de las aguas como una diminuta península. Encima de su lomo descansaban Pikachu y Snorunt, ambos observando el mar con ojos curiosos y atentos. Pikachu, con los brazos detrás de la cabeza, se recostó sobre la suave piel del Pokémon marino, disfrutando del calor del sol que empezaba a salir entre las nubes. A su lado, Snorunt no podía estar más inquieta: giraba de un lado a otro, se asomaba por los bordes, chapoteaba con las manos en el agua… hasta que finalmente dio un salto y se metió de lleno al mar. —¡Piiika!? —Pikachu se incorporó de inmediato. Snorunt emergió riendo con una sonrisa juguetona, flotando gracias a la forma de su cuerpo, salpicando agua hacia el rostro de Pikachu. Este refunfuñó, sacudiendo las gotas de sus mejillas eléctricas, pero no pudo evitar sonreír. Con un salto ágil, bajó también al agua para seguirle el juego. Lapras los observó con una mirada serena, manteniéndose cerca para que pudieran nadar tranquilos entre sus aletas. El grupo nadó hacia una de las formaciones rocosas cercanas, donde sobresalían algunas viejas estructuras cubiertas de algas y líquenes. Aparentemente eran parte de la misma ciudad sumergida, pero esta zona tenía algunas secciones parcialmente emergidas. Snorunt fue la primera en acercarse, escalando un borde con facilidad. Pikachu la siguió, trepando tras ella con cautela. En el interior de esa estructura sobresaliente, hallaron una pequeña cueva abierta que parecía haber sido usada por Pokémon salvajes: nidos de plumas, algunos restos de bayas y una que otra huella fresca lo indicaban. Snorunt olfateó el aire con curiosidad, y luego chilló con emoción al encontrar una baya medio intacta. Pikachu, más desconfiado, se acercó con cuidado... y de inmediato se tensó. Desde el interior oscuro, dos ojos rojizos los observaban. —¡Pika! —gritó Pikachu, alertando a Snorunt justo cuando una figura saltó hacia ellos. Ambos esquivaron en direcciones opuestas mientras un Fearow salvaje, territorial y de gran tamaño, salía batiendo las alas y graznando con fiereza. Lapras levantó la cabeza al escuchar el alboroto, y se desplazó rápidamente hacia la cueva, produciendo un canto grave y tranquilizador. Pikachu y Snorunt, aunque sin entrenadores cerca, no eran precisamente Pokémon indefensos. —¡Snorunt! —chilló ella misma, canalizando su energía mientras creaba una serie de cristales de hielo flotantes alrededor suyo. Fearow descendió con rapidez, buscando intimidarlos, pero Pikachu saltó sobre una roca cercana y disparó un pequeño Impactrueno al suelo, levantando una nube de polvo que les dio cobertura. Snorunt aprovechó para lanzar sus cristales como si fueran shurikens helados, haciendo que el Fearow retrocediera, chillando más por sorpresa que por daño real. En ese momento, Lapras emergió detrás de la cueva con un rugido profundo, emitiendo una onda de Eco Voz que se propagó por la roca. El sonido hizo vibrar las paredes y espantó por completo al ave, que se alejó graznando, herido en su orgullo más que en su cuerpo. Pikachu soltó el aire en un suspiro de alivio. Snorunt rió orgullosa, inflando el pecho. Lapras se acercó con calma, permitiendo que ambos regresaran a su lomo. El trío volvió a su punto de espera habitual, donde el sol ya estaba en lo alto y las nubes se habían disipado casi por completo. Pikachu y Snorunt se recostaron uno junto al otro, aún con restos de emoción corriendo por sus cuerpos. Aunque no hablaban, bastó una mirada entre ellos para saber que se entendían mejor de lo que parecía. Y si bien el mundo bajo el agua albergaba misterios insondables, allá arriba, sobre las olas, también se libraban pequeñas aventuras dignas de ser contadas. ////// Las ruinas sumergidas parecían dormidas en un sueño eterno. Estalactitas de coral, estructuras erosionadas por el tiempo y la sal, y pasillos cubiertos de limo los guiaron a través de la oscuridad, iluminada apenas por las linternas de los trajes de buceo. Mike, Misty y Brock descendían con cuidado por un túnel inclinado que terminaba en una abertura circular. Detrás de esa entrada se extendía una cámara parcialmente llena de aire: una cúpula natural sellada, cuyo techo de roca se alzaba por encima del nivel del agua. Pequeñas bolsas de aire atrapado les permitían hablar directamente por momentos sin el comunicador. —Es enorme... —murmuró Brock—. ¿Un templo? ¿Un altar? En el centro de la cámara, parcialmente sumergido, había un pedestal tallado, cubierto de algas. Pero no estaban solos. Del agua quieta emergió repentinamente una cabeza azul con crestas y ojos encendidos de furia. Un Gyarados salvaje, de tamaño normal, pero claramente hostil, rugió con tal fuerza que el agua misma vibró. Misty reaccionó de inmediato y liberó a Starmie, el único de su equipo preparado para el combate subacuático. El Pokémon giró en el agua, rodeando al Gyarados con velocidad. —¡Starmie, Rayo Burbuja! ¡No dejes que te atrape! —gritó Misty, usando el comunicador. Mike y Brock se desplazaban por los bordes de la cámara, tratando de mantenerse fuera del camino. No podían usar a sus Pokémon bajo el agua, pero eso no los hacía inútiles. —¡Mike! ¡Brock! ¡Ese Gyarados es muy territorial! ¡Debe haber estado aquí solo por años! —gritó Misty mientras esquivaba una embestida de la serpiente marina. Gyarados se movía con furia, su cuerpo azotando las columnas mientras Starmie trataba de mantener la distancia. Un coletazo desvió a Brock, que se golpeó contra una pared lateral y soltó una bocanada de aire. Mike nadó hasta él rápidamente y lo ayudó a recuperar la orientación. —¡Podemos distraerlo! —dijo Mike por radio—. Si logramos que se estrelle contra una de esas columnas podríamos dejarlo vulnerable. Brock señaló una zona con varias columnas a medio caer. —¡Allá! Si lo llevamos hacia ese arco, tal vez podamos hacer que lo atraviese a toda velocidad y quede atascado o choque. —¡Misty! Intenta llevarlo hacia la zona oeste. ¡Podemos usar las columnas como trampa! Misty asintió. Starmie soltó un destello y nadó en zigzag, disparando chorros de agua que enfurecían aún más al Gyarados. Este rugió y fue tras él con toda su velocidad. Mike nadó hacia una de las columnas medio sueltas y usó una palanca metálica que había llevado para mover escombros. Con esfuerzo, la hizo caer parcialmente, dejándola como una trampa inestable. —¡Ahora, Misty! —gritó Brock. Starmie se desvió en el último segundo. El Gyarados, ciego de furia, se estrelló con fuerza contra la columna, la cual se rompió sobre su cuerpo, desorientándolo. —¡No está fuera de combate! —advirtió Misty—. ¡Pero esta es mi oportunidad! Sacó otra Poké Ball sumergible y gritó bajo el agua: —¡¡Goldeen, ve!! La pequeña pero valiente Goldeen apareció y nadó velozmente hacia el Gyarados tambaleante. Junto a Starmie, comenzaron a atacarlo por ambos flancos con Cornada y Rayo Burbuja, sin darle tiempo de recuperarse. Pero Gyarados rugió con rabia y lanzó un Pulso Dragón que desvió a Goldeen con fuerza, dejándola fuera de combate. Misty apretó los dientes. —¡Starmie, Giro Rápido! ¡Rayo de Hielo después! Starmie giró como una estrella fugaz en el agua, esquivando una nueva embestida y congelando parcialmente la cola del Gyarados con el ataque helado. Mike, viendo que Gyarados volvía a tambalearse, nadó hacia otra columna dañada y con su palanca, terminó de derribarla, causando un estruendo bajo el agua. El polvo y escombros nublaron la vista por un momento. Cuando Gyarados intentó avanzar, resbaló sobre los fragmentos del altar, dejándose vulnerable. —¡Vamos! —gritó Misty—. ¡Ahora o nunca! Arrojó una Ultra Ball sumergible, que giró en el agua hasta impactar con Gyarados. La esfera se cerró. Una... Dos... Tres sacudidas largas... ¡Click! El Gyarados fue capturado. Misty nadó hacia la esfera, exhausta. La tomó en sus manos, temblando por el esfuerzo y la tensión. Luego, soltó una burbuja de aire... una risa de alivio. Mike y Brock se acercaron, tocando sus hombros en señal de orgullo. —Eso fue impresionante —dijo Mike—. No solo lo venciste... lo hiciste sin que nadie más pudiera ayudarte con un solo ataque. —Gracias —respondió Misty—. Pero sin ustedes, nunca lo habría atrapado. Starmie giró lentamente a su lado, aún vigilante. Brock miró alrededor. —La cámara parece segura ahora... y si no hay más guardianes, tal vez podamos revisar lo que queda del altar. Mike asintió. —Veamos si encontramos algo valioso antes de que el oxígeno se nos acabe. /// Con el Gyarados derrotado y capturado, la cámara sumergida por fin ofrecía una relativa calma. Misty guardó la Ultra Ball con orgullo, mientras Brock revisaba los niveles de oxígeno en los trajes. Todavía quedaban unos minutos seguros para explorar antes de iniciar el ascenso. Mike encendió una linterna más potente y se acercó al pedestal central, ahora parcialmente descubierto tras el derrumbe de escombros. Tallados en piedra antigua, con símbolos que recordaban a una mezcla entre jeroglíficos y escritura Unown, había imágenes de lo que parecían rituales antiguos entre humanos y Pokémon marinos. —Miren esto... —susurró Mike—. Hay un Lapras, y otros que parecen Kabutops, Omastar... incluso lo que podría ser un Dragonair. —Y estas urnas... —dijo Brock, revisando una zona al fondo—. ¡Mike, Misty, aquí hay fósiles! En una sección casi oculta, protegida por una reja de piedra natural, encontraron varios fósiles bien conservados, cubiertos por una capa delgada de limo. Mike identificó al menos dos de Kabuto, uno de Omanyte y un fragmento largo que podría pertenecer a un Aerodactyl. —Silph Co. y el profesor Oak van a alucinar —dijo Mike mientras los guardaban cuidadosamente en una cápsula sellada. Misty, aún recuperándose del combate, se acercó a una de las paredes donde se veía una figura tallada: un Pokémon imponente con alas de mar, rodeado de una tormenta. Su expresión se tornó seria. —¿Esto es Lugia? Mike también lo observó. No era del todo claro, pero las proporciones coincidían. No había duda: esta isla había tenido una conexión profunda con Pokémon antiguos y legendarios. —Ya encontramos suficiente por hoy —dijo Brock con firmeza—. El oxígeno se acaba, y no sabemos si habrá otro Gyarados cerca. —Vamos arriba —asintió Mike—. Pikachu y Snorunt deben estar esperando. ///// El sol ya se estaba ocultando cuando Mike, Misty y Brock emergieron del agua y subieron a lomos de Lapras. Pikachu fue el primero en saltar emocionado hacia Mike, seguido de Snorunt, que se abrazó a su pierna con su típica sonrisa traviesa. —¿Se portaron bien? —preguntó Mike mientras se quitaba el casco. Pikachu soltó una queja leve, como si dijera: “¡Nos abandonaste!” Snorunt le dio un empujón juguetón con la cabeza y luego señaló hacia una de las cuevas cercanas con entusiasmo. Al parecer, durante su espera, ambos Pokémon habían investigado las formaciones cercanas a lomos de Lapras. Encontraron pequeños Pokémon marinos curiosos, como Remoraid, Shellder e incluso un tímido Chinchou que parecía haberlos seguido hasta cerca del bote. —Así que ustedes también tuvieron su pequeña aventura, ¿eh? —dijo Misty con una sonrisa. Brock revisó los datos recolectados mientras Mike comenzaba a redactar el reporte en el Poképhone. /// Esa noche, en el campamento… Bajo las estrellas, con una fogata improvisada y Lapras descansando cerca de la costa, Mike envió el reporte al Profesor Oak y a los científicos de Silph Co. junto con todas las grabaciones y datos de las ruinas. La respuesta fue casi inmediata. Oak aprobó que los fósiles fueran enviados a su laboratorio, mientras que Silph Co. solicitó que la ubicación de la isla fuera clasificada estrictamente, al igual que los videos. “Si esta isla se vuelve pública, se llenará de buscadores de tesoros, cazadores y traficantes. No podemos permitir que una historia milenaria y su ecosistema único caigan en manos equivocadas.”—Profesor Oak. Silph Co. anunció que enviaría un equipo de investigación con agentes de seguridad para custodiar la isla y continuar con los estudios en colaboración con Oak y el laboratorio de Isla Canela. Mike miró a sus Pokémon reunidos alrededor del fuego: Pikachu descansando en su saco de dormir, Snorunt tomando té tibio junto a Misty, y Brock escribiendo recetas para energéticos marinos. —Este viaje apenas comienza... —murmuró Mike. Y aunque no lo decía en voz alta, sentía algo en el pecho... como si las ruinas hubieran despertado una conexión más profunda con ese mundo antiguo. Tal vez la clave para el futuro no estaba solo en lo que venía... sino en lo que había sido olvidado.
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