ID de la obra: 352

El Juramento Quebrado

Gen
G
Finalizada
2
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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11 páginas, 5 capítulos
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Capítulo 5 — El Eco del Silencio

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En la vieja casa de los Black, el aire se hizo pesado. No hubo gritos, ni avisos. La vida de Regulus Arcturus Black simplemente se apagó, como una vela en la oscuridad. Para el mundo de afuera, fue como si nunca hubiera existido. Walburga y Orion Black no sabían cómo. Su hijo, el que les devolvía el orgullo, se había ido. Walburga, que siempre andaba recta y orgullosa, ahora caminaba como una sombra, arrastrando los pies. Sus ojos, antes llenos de la fiereza de los Black, estaban ahora hundidos, secos, pero llenos de una rabia silenciosa. —Mi Regulus… —murmuraba ella a las paredes frías, su voz apenas un suspiro de dolor y veneno—. Mi hijo leal. Él se lo llevó. Él me lo quitó. Para ellos, Regulus había muerto por su causa, por su sangre pura. Era un dolor que les quemaba, sí, pero mezclado con el orgullo. Nunca supieron que su "hijo perfecto" había muerto traicionando todo lo que ellos creían, para corregir un error, no para honrarlos. Ese dolor sin verdad era su castigo silencioso. En la cocina, el pequeño Kreacher se encogía. Sus grandes ojos, hinchados y rojos, derramaban lágrimas que nadie veía. Su pequeño cuerpo temblaba sin parar. La última orden de Regulus, su promesa, lo quemaba por dentro. No podía deshacerse del guardapelo. Kreacher se arrastró hasta el viejo armario, tocó el objeto escondido con sus dedos viejos y nudos. El Horrocrux, el peso de su amo. —Mi amo Regulus… —la voz del elfo era un gemido, más de pena que de sonido—. Él… él dio su vida. Por Kreacher. Por la familia… para destruir la oscuridad del Señor. Pero Kreacher… Kreacher no puede… Y el amo Regulus… él lo ordenó… El secreto era un cuchillo en el corazón de Kreacher. Cada día, sentía el peso de la muerte de su amo, y la carga de no poder cumplir su última voluntad. Su vida se había convertido en un lamento silencioso. Mientras tanto, en la otra cara de la guerra, Sirius Black supo de la muerte de su hermano. La noticia le llegó como un golpe frío en medio del caos. Regulus se había ido. El pequeño que lo había seguido por la casa. El rival que lo había superado a los ojos de sus padres. El Mortífago. Sirius, que luchaba día a día contra los seguidores del Señor Tenebroso, sintió una punzada amarga. La rivalidad, el desprecio que había sentido por el camino de su hermano, no borraban el vínculo de sangre. Era su hermano. —Regulus… —susurró Sirius, la palabra saliendo con un veneno viejo, pero con un temblor que nadie vería—. El pequeño. ¿Se fue, eh? Murió como un cobarde, estoy seguro. Arrastrándose, como siempre, ante su Señor Oscuro. O quizás intentando escapar al final… el tonto. Sirius apretó los puños. En su mente, Regulus siempre sería la sombra de su propia valentía, el niño que eligió el lado equivocado. La verdad, la terrible verdad de lo que Regulus había hecho, era un secreto enterrado con él. La pena de Sirius era real, sí, pero ahogada por la amargura, por no entender. El "cobarde" había muerto como un héroe, y el "héroe" lo condenaba sin saberlo. La guerra mágica siguió, brutal y sin piedad. Nadie supo del sacrificio de Regulus. Murió solo, sin un lamento, sin una palabra en su nombre. Su tumba estaba en el silencio del lago. Pero en esa muerte solitaria, había dejado una pequeña llama. Una llama escondida en un viejo guardapelo, protegida por un elfo que no podía olvidarlo.
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