La sinceridad de Harry Pt.2
9 horas y 23 minutos hace
Durante una breve comida que compartió Harry con algunos Gryffindor, se sentía alegre; al fin, todo había vuelto a la normalidad. Poco le importaba si los de su casa le hablaban o no; lo importante es que ahora tenía a Ron de nuevo. Todo el enojo, tristeza y frustración que había sentido los días anteriores se disipó, y ahora ya no podía sentirse más aliviado de tener, por fin, a su amigo.
En el regreso a la sala de Gryffindor, Ron no se cansaba de darle ánimos a Harry por todo y de decirle que, de todos los participantes, él fue el mejor en la prueba.
—Pero la verdad, estuviste mucho mejor que cualquiera, ¿no lo notaste? Todos enloquecieron cuando tomaste el huevo —mencionó Ron emocionado.
Harry sonrió divertido. —Como con todos, Ron.
—¡No! Harry, todos saben que eres el mejor de los concursantes. Pocos logran eso en poco tiempo y a esa edad —Ron estaba alentando a Harry todo lo que podía, aunque Harry sabía que era porque estaba arrepentido por lo ocurrido.
—Ya no importa; al menos me alivia que durante tres meses no tendré que pensar en el dichoso Torneo.
Ron le sonrió. —¡Tonterías!
La señora gorda abrió el cuadro y pudieron entrar a su sala común.
—Debería bañarme, solo me cambié, pero el olor no se me quita.
—Te lo iba a comentar, pero sonaría grosero. Harry, apestas.
Ambos carcajearon. Este momento era valioso para Harry; al menos ya no tendría problemas para dormir pensando en qué hacer si ya no podía volver a hablar con Ron.
Ron se detuvo antes de subir las escaleras. —Harry, no me has dicho cómo te sentiste con todo esto.
Harry también se detuvo. —Olvídalo. No hay que pensar en el pasado. Quiero descansar un rato; más tarde le mandaré una carta a Sirius contándole todo sobre la prueba y voy a ser demasiado específico, así que dile a Pigwidgeon que va a tener que volar con un peso grande.
Ron sonrió. —Pero quiero saber cómo te hice sentir.
—Ron, en serio, olvídalo. Ya no pienses en eso.
—Entre más me dices que lo olvide, más quiero saber —continuó subiendo las escaleras hasta llegar ambos a sus camas.
Harry se lanzó apenas tuvo su cama a la vista.
Ron se sentó en la cama de Harry a su lado. —¿Me vas a contar?
Harry suspiró y miró a Ron; después miró el techo. —Bien.
—Prometo no interrumpirte y escucharte.
Harry asintió. —Bueno, ¿por dónde empezar? Por el hecho de que cuando salió mi nombre en el cáliz, me sentí muy aturdido. Por un momento creí que estaba soñando, más bien, teniendo una pesadilla, y al ver que no era así, pensé que tal vez había escuchado mal. Luego, al avanzar hacia Dumbledore, sentía todo ajeno a mí. Me pareció que nunca terminaría de caminar, que el camino era largo, muy largo —se detuvo un momento para pensar mejor qué iba a decir—. Al voltear a todas partes y ver que solo me veían a mí, fue como un trance, y un zumbido comenzó a nacer en mí. Al entrar a la sala y ver a todos hablando de mi caso, fue asfixiante. Nada parecía salir bien.
»Cuando nos explicaron lo de la primera prueba, nunca mencionaron nada acerca de dragones; solo dijeron que era para medir nuestro coraje y que solo podíamos usar la varita. Traté de decirle a Cedric que yo no puse mi nombre, pero no me creyó. Bueno, no era para nada creíble, ¿cierto?
Ron miró el suelo, sintiéndose culpable. —Lo siento.
—Deja de decir eso, estoy bien. Ya pasó.
—Lo sé.
—Cuando llegué aquí y todos me estaban llenando de festejos, no sentí que lo mereciera. Ellos creían que yo sí puse mi nombre, pero no fue así, y por mucho que lo repetí, nadie lo escuchó. No te voy a mentir, cuando llegué aquí quería hablar contigo desde el inicio, y después de lo que dijiste y todo lo demás, me sentía como si todo estuviera cayéndose a pedazos.
»Al menos me hizo sentir mejor cuando Hermione me apoyó y hablamos; de todo, fue lo que más me gustó. Ella me dijo que la razón por la que estabas enojado era porque querías ocupar la atención que yo recibía.
—¡No! ¡No es así, Harry!
—Lo sé, Ron, ella también lo sabe ahora. Pero en ese momento me enojé mucho, demasiado. Quería darte una patada en el trasero, pero Hermione lo impidió. Los siguientes días, siendo tratado mal por todos, fueron agobiantes. ¿Sabes lo duro que fue aguantar que los Hufflepuff hicieran burlas y comentarios sarcásticos?
»Luego a Malfoy, con sus estúpidas bromas y luego sus insignias, el hechizo que le lanzó a Hermione, Snape haciéndola sentirse mal y castigándonos. Fue agobiante. No hablemos del estúpido artículo de Rita que me hizo quedar como alguien muy sensible y fuerte; me hizo ver como si yo quisiera estar en ese torneo y luego las burlas acerca de eso.
A Ron le tembló el labio inferior, pero se controló.
—Cuando supe que la prueba eran dragones, estaba muerto de miedo, pero Hermione fue de ayuda. ¿Te cuento algo? Pensé que si todos me odiaban no me importaría mientras tuviera a mis amigos a mi lado, pero luego de que tú no me… bueno, ya no importa, ya todo está bien.
Ron se recostó—. Cuando te vi enfrentando al dragón, pensé que morirías.
—Gracias por la confianza —reprochó Harry.
—Me refiero a que me imaginé lo peor. Estaba tan asustado pensando en todo lo que pasó y cómo podría ser el final de todo, que tal vez ya no te vería de nuevo y nunca más volveríamos a vernos. Me cruzaron tantas ideas por la cabeza cuando te vi ahí y, en mi mente, todo hizo un clic. Quiero decir, todo se conectó y llegué a la conclusión de que era más importante verte salir vivo que estar arrepintiéndome.
—Te tardaste.
Ron lo golpeó levemente mientras sonreía.
—Cállate.
Harry sonrió.
—Lo siento, Ron.
Su amigo se levantó de golpe, mirándolo con confusión.
—¿Y tú por qué? No hiciste nada.
—Precisamente por eso. No hice nada para reconciliarnos, tampoco hice nada para ver cómo te sentías. Estaba tan agobiado por las cosas que me estaban sucediendo que no pensé en cómo te sentirías. Lamento no ver que solo querías ser visto y no ser “el amigo de Harry Potter”. Lo siento.
—Pero a mí me gusta ser tu amigo.
—A mí igual me gusta ser tu amigo.
—La próxima vez que me enoje por tonterías, golpéame.
Harry rio, incorporándose. —Te prometo que cuando ambos seamos unos idiotas, Hermione nos castigará.
Ron agrandó los ojos. —No lo digas, debiste verla en el torneo. Estaba tan preocupada que se lastimó la cara por estar presionando sus uñas en ella.
—¿Y tú?
Ron lo miró serio. —Estaba tan asustado que dejé de respirar; de no ser porque te vi soltar la Saeta de Fuego y tomar el huevo, habría muerto.
Harry le sonrió y rió bajo.
—¡Oigan!
La voz de Hermione los hizo levantarse y bajar las escaleras.
—¿Qué? —preguntó Ron, aún bajando los últimos escalones.
—Es hora. Vamos a la buhonera para que le mandes la carta a Sirius y tenga noticias tuyas.
Harry asintió y los tres emprendieron su caminata, Harry más emocionado que los otros dos.