ID de la obra: 366

Sealed Promises (promesas selladas)

Mezcla
PG-13
En progreso
5
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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planificada Mini, escritos 29 páginas, 5 capítulos
Descripción:
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INTRODUCCION

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GRACE LUPIN Era un caluroso día de verano, yo me encontraba sentada en la azotea del departamento donde vivía con mi padre. Habíamos puesto unas sillas junto con una sombrilla para disfrutar la vista sin que el sol nos molestara. Al poco tiempo llegó mi padre con un bowl lleno de mango, estuvimos hablando un rato sobre cómo el clima de verano era horrible y que ambos preferíamos el invierno. —¿Qué está haciendo una lechuza volando a estas horas, pa? —le pregunté a mi padre al ver que una lechuza volaba a nuestra dirección. —Creo que es tu carta, amor. —¿Para Hogwarts? —dije emocionada, yo de verdad no me lo creía. Verán hace siglos que mi papá me habló de Hogwarts, en mi muy humilde opinión es el mejor lugar de todo el mundo. O sea, puedes literalmente hacer magia y todo ahí es único. Lo que más me emociona es el quidditch, papá dice que nunca seleccionan a los de primer año, pero yo sé que cuando el capitán de la casa en la que quede vea lo buena que soy me aceptara, tengo fe. La lechuza me entregó la carta y volvió a emprender vuelo por la misma dirección en la que venía. —No inventes, papi, ¡si es mi carta! —rápidamente abrí el sobre y leí el contenido. Después de leer como cinco veces la carta se la entregue a mi padre que solo me veía con ternura. —Podríamos ir el próximo fin de semana a comprar tus cosas, si quieres que yo te acompañe claro. —Pero claro que quiero, pa. Y así fue, papá me llevó a comparar mis uniformes, libros y todo lo que la lista pedía. La mejor parte fue cuando compramos mi lechuza, su nombre es Eggsy, mi padre dijo que era un nombre horrible, pero la lechuza no es de él.

Ilı.lıllılı.ıllı.

Agosto pasó volando y llegó el día de irme a Hogwarts, mi padre no me iba a acompañar a la estación por su condición, pero igual logré despedirme de él hace unos días. Ahora iba en el auto de nuestra vecina, Rosie. Ella es consciente del problema de mi padre y de qué hacemos magia, a lo que tengo entendido en su familia también ha habido magos y brujas, así que ya está familiarizada con el tema, cada luna llena lleva a mi padre a un lugar seguro y le ayuda con lo que puede, antes también cuidaba de mí, pero cuando yo era más pequeña. —¿Lista para esta nueva aventura, Lena? —me pregunto sin perder la vista del camino-. Rosie era de los pocos que me llamaban por mi segundo nombre, mi padre dice que me lo puso una persona muy especial, pero que ya no está con nosotros, gracias a eso es que papá y yo tenemos el departamento y él no tiene que buscar trabajo, no somos muy ricos, pero vivimos bien. Muchísimas gracias persona desconocida. —Sip, de verdad que no puedo esperar más, ya quiero llegar al castillo y ver en qué casa quedó. Papá dijo que no importaba mi casa, pero de verdad que no sé qué voy a hacer si quedó en Ravenclaw, odio las adivinanzas. —Rosie soltó una leve risa por mi respuesta. —Tranquila mujer, una prima mía quedó en esa casa y tampoco es la mejor con las adivinanzas, así que tu tranquila, además tienes un ingenio sorprendente, en cualquier casa estarás bien. Su respuesta me dejó más tranquila, a los pocos minutos llegamos a la estación. Y entonces pasó, caí en cuenta de que no conocía a absolutamente nadie, los nervios no tardaron en llegar. Traté de que Rosie no notara mis nervios, pero fue inútil. —Lena tranquila, todo estará bien. —¿Pero y si nadie quiere hablarme, o si no le agrado a nadie de mi casa? —exclamé con nervios muy notorios. —Nena, basta, tú eres una niña increíble y encantadora, si los demás niños no quieren ser tus amigos pues que tontos, aunque estoy segura de que tendrás muchísimas personas queriendo ser tus amigos. Yo amaba a Rosie, es la hermana mayor que todas quisiéramos tener. —Gracias, Ro, te quiero mucho. —Yo más, Lena, ahora anda que se nos hace tarde. —dijo mientras me abrazaba.

Ilı.lıllılı.ıllı.

Cuando digo que pasar por esa pared fue lo más loco que he hecho no miento, Rosie no podía pasar conmigo por obvias razones, pero estoy segura de que quedó igual de asombrada que yo. El tren era inmenso, había muchas familias despidiendo a sus hijos, sentí mi corazón encogerse un poco por eso, a veces desearía que mi padre no pasara por aquella situación tan horrible. Aparté esos pensamientos de mi mente, al final de cuentas no es su culpa y no hay nada que se pueda hacer para que ya no sufra eso, camine con mi carrito a la entrada del tren rezando porque alguien se apiadara de mí y me ayudara, spoiler, no paso. Al subir al tren fui directamente a buscar algún vagón para poder descansar, afortunadamente logré meter de contrabando mi walkman, papá dijo que probablemente iba a dejar de funcionar, pero hay fe. No pasaron ni diez minutos cuando dos niños entraron a mi vagón como si fueran los dueños de este, seguidos de ellos entraron otros dos pelirrojos bastante ruidosos cargando un baúl. —Hola, niña, no te molesta si nos sentamos aquí, ¿verdad? Es que ya todos los vagones están ocupados. —habló uno de los pelirrojos ruidosos. —Ah, no se preocupen no pasa nada. —literalmente no había nada que pudiera hacer, ya se habían sentado-. Los aparentemente gemelos no dejaban de parlotear sobre el chico de lentes, creo que su nombre es Harry, trate de no escuchar su conversación pero el volumen de mi walkman ya no daba para más. Al poco rato los gemelos le informaron al otro niño pelirrojo que iban a estar en otro vagón jugando con la araña de un tal Lee Jordan y se fueron. Para mi mala suerte pasó lo que más temía, se me murió el walkman, solté un suspiro y me quite los audífonos para guardarlos en la mochila que llevaba, tal sería mejor dormir. 𑁋Oye, niña, ¿tú cómo te llamas? —me preguntó el niño de cabello rojizo— Yo soy Ron y él es Harry. 𑁋Un gusto, me llamo Grace, ¿se conocen hace mucho? —respondí tratando de crear confianza. Me contaron cómo fue que se acababan de conocer y un poco de sus vidas, también descubrí que Harry había derrotado a un mago tenebroso siendo solo un bebé, súper loco, definitivamente tendré que agregar eso a la carta que le enviaré a papá. Platicamos todo el camino hacia el castillo, espero que cuando lleguemos sigamos siendo amigos. CHIARA WILLIAMS —¿Cómo crees que sea? —¿El qué exactamente? —El castillo. —repliqué con ilusión en mis ojos. Hace días me llegó mi carta del mejor colegio de magia y hechicería en el mundo, Hogwarts. Mis padres estaban igual de felices que yo, siempre me cuentan sus historias en el gran castillo, todas las aventuras que vivieron, los amigos que hicieron y mi historia favorita; el cómo se conocieron. Espero yo igual encontrar un amor como el que ellos tienen, al igual que buenas amistades y aventuras extraordinarias para vivir. —Si me vuelves a preguntar lo mismo otra vez, te aventaré por las escaleras del pasillo. —respondió el amargado de mi mejor amigo, Draco Malfoy. Draco y yo somos amigos desde que nacimos. Nuestros padres se conocen desde antes de entrar a Hogwarts ya que nuestros abuelos fueron amigos desde hace años, así que prácticamente nos criamos juntos. —Eres un amargado, ¿acaso no te emociona entrar? Conocer gente nueva, vivir aventuras, encontrar… —No. —zanjó Draco. —Por eso no tienes amigos. Draco y yo nos pusimos a pelear y así nos dio la noche. Él y sus padres se fueron de mi casa y me metí a la cama emocionada por el día que me espera mañana. —¿Emocionada por mañana, amor? —preguntó mi padre. —Mucho más que eso, papi. Podría estar hablando de lo emocionada que estoy todo el día, aunque Draco ya no me aguante. Mi padre comenzó a reírse y entró mi madre a mi habitación con una caja de regalo un poco grande. —¿Qué es eso, mami? —exclamé emocionada y mi padre volteo hacía la dirección de mi madre. —Mi cielo, mi niña grande; estás apunto de empezar una de las mejores etapas de tu vida y no quiero que la empieces sola, es por eso que te compre este obsequio. Abrí la caja y dentro estaba dormido un pequeño gatito negro. —¡NO PUEDE SER! Abracé a mis padres y comencé a llorar de felicidad. —Mañana será un gran día, mi amor. —Ahora a dormir que mañana es el gran día. [...] —¡No puedo creer que sea hoy! —Entiendo tu emoción, mi cielo, pero si no nos apuramos el tren te va a dejar. —Si, madre. Recuerden que tengo que ver a Draco antes de subir al tren. Después de desayunar nos fuimos rápidamente a la estación ya que íbamos tarde. Estaba tan feliz que se me olvido en que pared entrar y casi me estampo con la equivocada. Al llegar pudimos visualizar a los Malfoy, no sin antes darle un vistazo a la gran máquina color escarlata que tenía frente mío. —Llegas tarde, Chiara Williams. —Más vale tarde que nunca, Draco Malfoy. —Mis niños, ya es hora de que suban si quieren encontrar un vagón vacío —habló mi tía Cissy—. Los vamos a extrañar demasiado, la mansión no será lo mismo sin sus risas. Mi tía comenzó a besar y abrazar a Draco, así que me carcajeé. —Basta, mamá, me estás dejando en vergüenza. —Es hora, niños, nos vemos. —habló mi tío Lucius, tan amable como siempre. Me despedí de mis padres y de los de Draco para subirme al tren e irme a vivir mi propia aventura, a lado de mi mejor amigo y de mi gato, chimuelo. Por suerte Crabbe y Goyle ya tenían un vagón para nosotros, pero la paz y tranquilidad no duró mucho, al menos no para Draco. —¡Hola, chicos! Que bueno que los encuentro, me la pase buscándolos por todo el tren —habló Pansy Parkinson, una amiga de nosotros. La conocimos en una fiesta de cumpleaños de Draco y desde ese día no deja de perseguirnos, o más bien a Draco— ¡Oh por Dios! ¡Hola, Draquito! ¿Cómo has estado? Tiene una eternidad que no te veo. —Ojalá hubiera sido una eternidad —me susurro Draco—. Pansy, estoy bien, gracias por preguntar. Me reí por la escena. No me cae mal Pansy, ha demostrado ser leal y una gran amiga; aunque bueno, a veces sí pienso que solo me habla porque soy mejor amiga de Draco. —Oh, Draco, estoy muy… —Ya vuelvo. —la corto Draco y salió del vagón con sus dos gorilas detrás suyo. Pansy estaba dormida y yo me encontraba leyendo cuando mi platinado amigo entró hecho una furia, lo que me hizo levantar la vista de mi increíble lectura y despertar a mi dormilona amiga. —¿Y ahora que te pasó? —preguntó Pansy preocupada por su Draquito. —Pansy, ¿puedes salir un rato? Necesito platicar con Chiara, a solas —ella asintió triste y se fue después de mirarme mal— ¿Recuerdas al niño del que te platiqué la otra vez? El que estaba en Madame Malkin. —Ajá, ¿qué pasa con él? —Resulta que es el mismísimo Harry Potter. —¿¡Qué!? ¡No te creo! —grité sumamente sorprendida. —Pues créelo, mi pequeña Chiara —exclamó el platinado, a veces tenía su lado amable—. Además, no quiso ser mi amigo y todo por culpa de ese pobretón de Weasley. —Oh ya, entonces por eso estás así de amargado. Más de lo habitual diría yo —dije con un tono de diversión. —¡Claro! ¿Entiendes la gravedad de esto, Chiara? ¡Me rechazó por un Weasley! ¡A mi, Draco Malfoy! Pero que ni crea que esto se va a quedar así, a partir de ahora les haré la vida imposible. Rodé mis ojos y solté un suspiro de frustración para volver a fijar la vista en mi libro. Al poco tiempo regresó Pansy con Crabbe y Goyle. Le hice una seña a Pansy para irnos a cambiar y al regresar teníamos al enorme castillo enfrente de nosotros y no pude evitar sonreír de la emoción. GWENDOLYN RAYMOND Sudeste de Inglaterra, Hampshire. Día nublado y el cielo gris, algo no tan extraño tomando en cuenta el lugar donde vivo, era otoño, las hojas de los árboles caían al compás de una melodía junto con el viento, desde aquel segundo piso de la mansión tenía una vista perfecta de toda la propiedad. Para mi, estas épocas siempre han tenido un encanto especial y no sólo por el clima sino porque mañana, primero de septiembre, parte el tren a Hogwarts de la estación King's Cross. Comenzaré mi primer año en el tan conocido colegio de magia y hechicería. A decir verdad tengo grandes expectativas, desde que supe que asistiría a Hogwarts, no he dejado de imaginar cómo será mi vida allí. El invierno se acercaba, y las aves pronto migrarían hacia el sur. Dos pájaros se posaron en el marco de la ventana de mi habitación. Los observé por un momento; parecían felices, disfrutando de su mutua compañía. Su tranquilidad me brindaba una sensación de paz, una pequeña pausa en la marea de emociones que me envolvía en estos momentos. Desde aquella ventana la vista era pacífica y tranquilizadora, me encontraba sentada en mi cama, el momento era silencioso, solo yo observando un paisaje que solía ver seguido pero del que nunca me cansaría. Una voz interrumpió mis pensamientos, el cual venían acompañados de unos pasos que subían por las escaleras hacia donde me encontraba. —¿Gwen? ¿Puedo pasar? —preguntaron detrás de la puerta, la voz era de mi hermano mayor, Asher. —Si, pasa, está abierto. —musité sin moverme de mi lugar. —¿Lista para mañana? —pregunta con una sonrisa que refleja tanto emoción como nostalgia. Asher Raymond es mi hermano mayor y mi único hermano, este sería su tercer año en Hogwarts. Desde siempre hemos sido muy unidos; Asher es el tipo de hermano que siempre está ahí para ti, ya sea para darte un consejo o para hacer alguna travesura. —Creo que sí —respondí, aunque mi voz temblaba un poco— ¿Algún consejo de veterano? Asher se sentó en el borde de mi cama y me miró con seriedad, sabía perfectamente que era lo que me preocupaba. —No importa en qué casa termines —hablo mientras me miraba a los ojos—. Hogwarts es increíblemente grande y siempre habrá algo nuevo por descubrir. Haz amigos, sé curiosa y, sobre todo, diviértete. —¿No te preocupa en qué casa quedaré? — le pregunté. Se rió y negó con la cabeza. —No, de verdad que no. Cada casa tiene algo especial que ofrecer. Pero si quieres saber un secreto... —se inclinó hacia mí y bajó la voz— La casa no define quién eres. Tú defines la casa. Sus palabras me reconfortaron más de lo que esperaba. —Gracias, eso ayuda mucho. —Aunque… si te quedas en Slytherin debo admitir que sería mucho mejor tener otra amiga. —comento y ambos reímos— Nos vemos abajo en la oficina, mamá y papá quieren darte algunas cosas —dijo mientras se levantaba y me daba una palmadita en el hombro— Será un año increíble, ya lo verás. Cuando salió de mi habitación me apresure por terminar de arreglar algunas cosas de mi equipaje, tenía todo lo necesario; mis cuadernos, libros, caldero y uniformes. Solo había una cosa que me faltaba asi que baje con rapidez hacia la oficina de mi madre donde se encontraban ellos. Ya en la oficina, encontré a mi madre, Lysandra Raymond, revisando unos papeles muy importantes al parecer, siempre ha tenido un gran enfoque por su profesión ya que es Magizoologa y trabaja en el Ministerio de Magia, en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas. Por otro lado, mi padre, Adam Raymond, estaba sentando en el sofá con una leve sonrisa en el rostro y con una caja alargada en sus manos. —¡Aquí está lo que te faltaba! —dijo mi padre, extendiéndome la caja. La abrí con cuidado y allí estaba, mi varita. —Es excepcionalmente poderosa, la hice pensando en ti —dijo mi padre con orgullo—. Está hecha de madera de cerezo y su núcleo es de cuerno de serpiente cornuda, cuando sea necesario descubrirás lo especial que puede llegar a ser esta varita, Gwen. Mi madre se acercó y me abrazó. —Tu padre ha trabajado mucho en esta varita. Quería que tuvieras algo único, algo que te protegiera y te guiará en tu camino. —Gracias, papá. ¡Es perfecta! —dije, sintiendo una mezcla de emoción y gratitud. —Recuerda siempre escucharla —añadió mi padre guiñandome un ojo—. Te ayudará a lo largo de tus años en Hogwarts. —Lo haré —respondí, abrazando la varita contra mi pecho. —Ahora, terminemos de preparar todo —dijo mi madre con una sonrisa—. Mañana será un día importante. En ese momento, Asher abrió la puerta y se unió a nosotros. —Vaya, veo que ya tienes tu varita, Gwen —dijo con una sonrisa. —Es impresionante, padre hizo un gran trabajo, es casi tan genial como la mía. Reí ante su comentario Asher a veces solía ser bastante presumido. —Ambas varitas son extremadamente inigualables —mencionó mi padre—. Solo mis hijos tienen lo mejor de lo mejor. —Sí, es perfecta. —respondí, mostrándose con orgullo. —Recuerda, Gwen, la varita elige al mago, pero esta varita fue hecha especialmente para ti. Es una conexión única. —dijo Asher. —Lo sé, Asher. La cuidaré. —prometí. —Estoy seguro de que lo harás. Ahora, ¿lista para tu gran aventura? —preguntó, cambiando a un tono más ligero. —Más que lista. —dije con una sonrisa. —Entonces deberían irse a descansar. —insinuó mamá, dejando un beso en nuestras mejillas. —Mamá tiene razón, vamos, hay que descansar. Mañana será un día largo. —dijo por último mi hermano para luego irnos cada uno a su habitación. Con mi varita en mano y el apoyo de mi familia, me sentía lista para enfrentar cualquier desafío que Hogwarts pudiera presentarme. Sabía que sería un año increíble, lleno de aventuras. […] Temprano en la mañana con las cosas ya listas, mi padre, mi hermano y yo nos dirigimos directamente hasta la estación, mamá no nos acompañaría ya que tenía una reunión muy importante en el ministerio, así que nos despedimos de ella mucho antes. No sin antes darnos una charla de recomendaciones y cuidados que debíamos tener y, prácticamente, obligarnos a aceptar escribirle todas las semanas sin falta. —No me quejo, pero sería genial que no se preocupara tanto. —murmuré mientras nos dirigimos al andén nueve y tres cuartos. —Creeme, con el tiempo te acostumbras —dijo Asher mientras arrastramos nuestros baúles—. En fin. Debíamos cruzar el andén nueve y tres cuartos. Cuando llegamos, todo fue mejor de lo que me imaginaba, la roja Locomotora era impresionantemente grande y en ella miles de chicos adornaban en ella, mientras que otros se despedían de sus familias. —Tu primer año, esto me trae algunos recuerdos —comentó mi padre con una sonrisa—. Ya sabes, pórtate bien, sé educada, quiero buenas calificaciones y, sobre todo, ma… —Mantente al margen de la familia, ya lo dijiste más de una vez mientras llegábamos aquí, ¿verdad? —dije, interrumpiéndolo con una sonrisa. Mi padre sonrió y asintió. —Tú también cuídate mucho, Asher, no olvides ser el mejor. —dijo mi padre, dirigiéndose a mi hermano. —Lo sé, padre, siempre soy el mejor. No te preocupes —respondió Asher con confianza. Luego se volvió hacia mí—. Nos vemos en la ceremonia, Gwen. —Sin más que decir, se fue reuniendose con un grupo de Slytherin´s que se encontraba más adelante. Mi padre volvió a hablarme, echando un vistazo a su reloj. —Ya vete antes de que se vaya el tren. Besé su mejilla. —Nos vemos papá, dile a mamá que le escribiré seguido. Lo prometo. Me dirigí corriendo a llevar mi equipaje y finalmente subí a la locomotora escarlata. Buscando un lugar vacío en los vagones, finalmente encontré uno desocupado. Abrí la puerta y me senté, mirando por la ventana mientras balanceaba mis pies hacia adelante y hacia atrás. En la jaula frente a mí, mi gato negro, un regalo de mi padre, me observaba con curiosidad. Después de un rato, decidí explorar los pasillos en busca del carrito de dulces. Caminé unos cuantos pasos cuando unas voces provenientes de un compartimento cercano captaron mi atención. —Ajá, ¿qué pasa con él? —dijo al parecer una chica a la cual no le vi el rostro, no me arriesgaría a que me vieran. —Resulta que es el mismísimo Harry Potter. —esta vez hablo un chico. ¿Harry Potter? No, no puede ser… De repente sentí como alguien me dio un toque en mi hombro izquierdo, me asusté tanto que por instinto le di una bofetada a aquella curiosa persona que había tocado mi hombro hace unos instantes. —¡AUCH! —dijo un chico que se frotaba su mejilla del dolor que había causado mi bofetada— Hey, ¿qué te sucede? —No me disculparé, tú me asustaste primero. —Vaya —rió un poco—. Un "¿estás bien?" no hubiera estado tan mal. —Disculpa, ¿estás bien? —Si, si, no importa ya —agito su mano restándole importancia—. Sabes, es de mala educación escuchar conversaciones ajenas. Lo observé detenidamente: era un chico delgado, de tez morena y con unos ojos marrones que me veían directamente. No dije nada. —¿Estabas escuchando? —¿Qué? claro que no — mentí, obviamente si estaba escuchando—. Yo solo venía pasando y se me atravesó la conversación, ya sabes, casual. —Ajá sí, casual, ¿qué conveniente no? —Bastante diría yo, ahora si no te importa me iré a sentar, de nuevo. —dije caminando de nuevo hacia mi vagón. —Creo que te haré compañía. —dijo él mientras me seguía. —No te invite a hacerlo. —No me dejaste terminar —le hice una seña para que continuara—. Bien, si tú quieres claro. —No suena nada mal. —dije, movimiento de cabeza para que me siguiera. —Oh, por cierto, soy Zabini, Blaise Zabini. —extendiendo su mano— ¿Eres de primer año, verdad? —Gwendolyn Raymond, y si, estoy en primer año. —respondí, estrechando su mano. Caminamos juntos hacia mi compartimento. Mientras nos acomodamos, el tren comenzó a moverse, y el sonido del motor se mezcló con el murmullo de los estudiantes. Miré a Blaise, quien me sonrió, y supe que este viaje a Hogwarts iba a ser aún más interesante de lo que había imaginado. La aventura estaba por comenzar.
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