PRIMER ENCUENTRO
7 de julio de 2025, 23:42
• Narrador omnisciente •
El final del verano llegó más rápido de lo que nuestras niñas habían pensado. Algunas de ellas solo deseaban volver a Hogwarts, pero otras preferían continuar en sus casas, compartiendo con sus familias y amigos. Después del encuentro en el callejón, ninguna de nuestras chicas había vuelto a interactuar entre sí. Gwen y Blaise se habían pasado el verano enviándose cartas, habiendo formado una agradable amistad en su primer año. Por el contrario, Gracie se la había pasado leyendo uno que otro libro, mientras que Chiara prácticamente vivía en la casa de su mejor amigo.
La última noche de vacaciones, las familias de cada una de nuestras alumnas las ayudaban a preparar sus cosas, pues el segundo año debía ser igual de correcto que el primero. Ninguna familia había recibido quejas de comportamiento, notas o malas actitudes. A la mañana siguiente, todos estaban realmente exaltados por comenzar su nuevo año. La mayoría se había levantado muy temprano y terminaban de preparar las cosas con gran entusiasmo.
• Gwendolyn Raymond •
—Oye, Asher, ¿puedes ayudarme con esto? —le pedí, quejándome un poco por el esfuerzo— ¡Estas maletas están más pesadas de lo que recordaba!
Caminaba junto a mi hermano Asher hacia la estaciónKing's Cross,arrastrando mis maletas mientras él llevaba las suyas con facilidad.
—No, gracias. Paso. ¿Para qué traes tantas cosas? —respondió Asher con una sonrisa traviesa.
Le lanze una mirada asesina.
—No me mires así. Además, ya estás en segundo año, Gwen. Debes aprender a manejar tus propias cosas.
—Si, si, como sea —protesté—. La pobre Gwen llevará por si sola sus maletas, no te preocupes.
—¡Ahg! ¿Qué voy a hacer contigo? —se quejó— Dame las maletas, pero solo hasta que lleguemos a la estación. Tengo reunión con el equipo de Slytherin, así que me adelantare.
Asher tomó las maletas y empezó a caminar a mi lado.
—Está bien, está bien —cedí, aliviada de tener algo de ayuda—. Yo también te quiero.
Asher negó con la cabeza soltando una leve risa, mientras casi nos adentramos a la estación, que estaba colapsada de muggles.
—Este año te aseguro que mi equipo ganará la copa. —mencionó Asher cambiando de tema.
—Pero tú no eres el capitán. —le recordé, frunciendo el ceño.
—No hacía falta que me lo recordaras, Gwen.
—Upps, no fue mi intención.
—Ajá sí, seguro —contestó no tan convencido—. De todas formas Marcus Flint dice que si sigo así seré el próximo capitán. Estoy trabajando muy duro para eso.
—Bueno, no dudo que lo logres. Siempre has sido el mejor en pues…. —me quedé pensando— todo prácticamente.
—Gracias. Bueno, ya es hora de que me vaya. El equipo debe estar esperándome —y me entrego todo mi equipaje—. Ve con cuidado. —me advirtió.
—Lo haré, no te preocupes. —le aseguré, mientras lo veía alejarse.
Ahora me dirijo en busca de los andenes 9 y 10. Luego de haber tomado un carrito para facilitar el transporte de todo mi equipaje y como siempre la estación está repleta de muggles, algunos uniformados yendo al trabajo, otros solo de paseo, y ni hablar de los ruidos, bebés llorando, niños perdidos buscando a sus padres, los conductores gritando "El tren partirá en cinco minutos" y más. Ante esa distracción, me centro nuevamente en mi camino y me doy cuenta.
—¿Dónde está Romeo?
MINUTOS ANTES
• Grace Lupin •
20 minutos, estábamos a tan solo 20 minutos de llegar a la estación y justo se nos poncha la llanta del auto. Rosie no sabía qué hacer y yo muchísimo menos, llamamos a una grúa para que nos ayudará pero el tráfico de Londres siempre es horrible.
—Rosie, ¿qué vamos a hacer? —la miré con preocupación— Se está haciendo tarde.
—Corazón, te prometo que vas a llegar, no importa cómo, pero vas a llegar a la escuela.
Milagrosamente apareció un joven de unos 24 años aproximadamente -muy apuesto por cierto-, pero demasiado señor para mí.
—¿Necesitan ayuda? —nos preguntó y Rosie se levantó del suelo en cuanto lo escucho.
—¡Sí, por favor! —dije con urgencia— Yo voy tardísimo a la escuela y no tenemos ni la menor idea de como cambiar esa cosa.
El muchacho río y se acercó a Rosie.
—Hola, soy Rosie.
—Hola, Rosie, soy Ben —Rosie quedó perdida en cuanto tomó la mano del tal Ben y él tampoco estaba muy centrado que digamos.
—Que encantador encuentro, pero la verdad si tenemos prisa así que mejor primero la llanta y después se van por un café, gracias.
Rosie quería matarme, pero no importa, lo importante aquí era llegar a Hogwarts.
Iba corriendo por toda la estación empujando mi carrito, de nuevo sola. Me despedí de Rosie en la entrada del edificio porque de verdad que ya iba tarde. Choque con algunas personas que me dieron miradas de odio, la gente de hoy en día no entiende que cuando una grita “compermiso” quiere que se quiten.
Ya casi llegas Grace solo unos metros más
Me dí ánimos mentalmente, algo que mi papá siempre recomienda, pero de la nada apareció un gato que me hizo frenar de inmediato.
—¡Atrápalo! ¡Atrapa a mi gato por favor!
MINUTOS ANTES
• Chiara Williams •
Iba tarde a la estación, como siempre, pero en mi defensa tenía que saber como terminaba mi increíble sueño.
A medida que me acercaba a la estación King's Cross, sentí cómo la adrenalina me impulsaba a acelerar el paso. La multitud de viajeros y sus bulliciosas conversaciones creaban una cacofonía que apenas registraba mientras me enfocaba en llegar a la plataforma 9¾. La entrada secreta estaba a solo unos metros y me preparé mentalmente para la transición.
Como ya se me estaba haciendo costumbre, choqué con la pared equivocada, aunque esta vez no era una pared, sino una persona. El impacto fue más fuerte de lo que esperaba que casi caímos al suelo…
• Narrador omnisciente •
Tres chicas.
Que al parecer estaban apunto de llegar tarde a la estación 9 3⁄4.
¿Qué podría pasar? Pues…
La estación King's Cross estaba abarrotada de muggles y magos por igual, todos ocupados con sus propios asuntos. Entre la multitud, una escena caótica se estaba desarrollando.
—¿Romeo? ¡Romeo! —gritaba Gwen desesperada, buscando debajo de su carrito de equipaje—. ¡Por Salazar, ¿dónde te metiste?!
Gwen estaba segura de que había cerrado bien la jaula de su gato, pero ahora Romeo estaba desaparecido. Mientras seguía buscando frenéticamente a su alrededor, el pensamiento de su hermano enfurecido no dejaba de rondar su mente.
Mi hermano me matará si pierdo al gato,pensaba una y otra vez.
O Romeo, Romeo, ¿dónde estás que no te veo?
Justo cuando estaba perdiendo las esperanzas de encontrar a Romeo, escuchó un grito a lo lejos.
—¡Por Dios! ¡Que alguien detenga a ese animal!
Era el grito de una señora que se había tropezado gracias a que un gato se le atravesó por las piernas. Gwen reaccionó de inmediato y salió disparada corriendo como pudo, gritando:
—¡Con permiso, muévanse! ¡Córranse, debo pasar!
El impedimento de llevar tanto equipaje en su carrito le dificultaba la persecución, pero ya tenía a Romeo a la vista. El gato corría por la estación, esquivando ágilmente a todos los muggles que se le atravesaban.
Desesperada, Gwen decidió pedir ayuda a una niña castaña que corría delante de ella, que casi había tropezado con el felino.
—¡Atrápalo! ¡Atrapa a mi gato, por favor!
La niña castaña miró hacia atrás y vio a Gwen corriendo como si el diablo la estuviera siguiendo, gritando que no dejará ir al gato. Sin pensarlo dos veces, la niña trató de agarrar a Romeo, pero falló. Cuando Gwen llegó a su lado, ambas se miraron y volvieron a correr detrás del gato.
—¿Cómo te llamas? —preguntó Gwen mientras corrían, con la voz agitada por el esfuerzo.
—Yo me llamó Grace, bueno Grace Lupin. —respondió la niña, también jadeando—. ¿Y tú?
—Me llamo… — no termino de contestar Gwen cuando grito—. ¡Romeo, ven acá!
Mientras corrían juntas, tratando de atrapar al escurridizo gato, Gwen y Grace se encontraron con Chiara, quien estaba llegando tarde a la estación. Chiara, sumida en sus propios pensamientos, no vio a las dos chicas que se acercaban corriendo a toda velocidad.
El impacto fue inevitable.
Un gran estruendo se escuchó por todo el andén, uno que otro quejido y maletas desparramadas por todo el suelo de la estación.
Las tres chocaron, Grace y Chiara pudieron sostenerse de pie, por el contrario de Gwen que terminó en el suelo al igual que el equipaje de la castaña.
—Lo siento, no te vi —habló Chiara en dirección de Gwen—. Venía corriendo porque claramente ya es tarde y si no llego a ese tren mis padres se van a enojar muchísimo; bueno tal vez no, es más probable que mi mejor amigo se enoje más que mis padres.
—Si… bueno, no necesitaba tanta explicación. Si me ayudas a levantarme estaría bien. —respondió la chica pelinegra con la que había chocado anteriormente.
—Lo siento —se disculpó por milésima vez, ayudandola. Después, vio a su alrededor y no eran las únicas—. ¡Oh! ¿Qué hacen las dos aquí? Eres Grace, ¿verdad?
—Así es, ella es Grace —dijo Gwen, levantándose del suelo y sacudiéndose el polvo— ¿Están bien?
—Sí —respondió Grace, sonriendo a pesar del caos—. Pero ese gato casi me mata.
—Es mi gato —dijo Gwen, aún intentando recuperar el aliento—. Gracias por intentar atraparlo. Soy Gwen, por cierto.
—Grace —respondió la otra chica con una sonrisa. Ambas estrecharon sus manos.
—Y yo soy Chiara Williams —dijo la tercera, aún un poco aturdida por el encuentro—. Parece que todas vamos al mismo lugar.
—¿Hogwarts? —preguntó dudosa Grace.
—Exactamente —confirmó Gwen—. Debería seguir buscando al gato, pero no podemos llegar tarde al tren.
—Vamos juntas —sugirió Chiara—. Si nos apresuramos, tal vez encontremos a tu gato en el camino.
—Me parece un buen plan. —respondió Grace.
Una vez que levantaron todo su equipaje del suelo y colocaron todo en sus carritos comenzaron a ir hacia el andén 9 y 10.
—¿Puedo preguntar algo? —preguntó Gwen hacia Chiara. — ¿Qué hacías corriendo como toda una loca?
—Gwen tiene razón —hablo esta vez Grace—, ¿qué hacías corriendo? ¿Sabes que pudiste haber chocado con un muro?
—Ya es costumbre mía querer atravesar el muro incorrecto; además, ya iba muy tarde, el tren sale en…
Chiara, viendo la hora en su reloj, estaba apunto de responder cuando de pronto se escuchó un fuerte estruendo.
Patapum, escucharon un nuevo estruendo, las tres miraron hacia su costado y vieron a dos niños chocando contra el muro.
—¡¡Ron!!—al parecer dos chicos habían chocado contra un muro— ¿Qué ha pasado?
—Se cerró el muro. —contestó el pelirrojo, asombrado por lo que pasó.
—¡¿Qué diablos acabo de escuchar, Ronald Weasley?! —expresó Grace.
—Sii. ¿Cómo que se ha cerrado? . —pregunto Gwen, alterada y sin importar interrumpir la conversación de los chicos.
—Como oíste, nos quedamos afuera. —confirmó Harry Potter, el otro niño que se encontraba junto a Ron
—No puede cerrarse, no lo entiendes Harry, mis padres están adentro. —comentó Ron con cara de asombro y un tono algo asustado.
—Obvio, ustedes lo hicieron mal, a ver quítense —Grace, pasa por entre medio de ellos para tocar la pared e intentar cruzar—. Mmm bueno, en efecto, está cerrado.
—Romeo, la plataforma cerrada… ¿Puede ser peor este día? — Gwen se cruza de brazos.
—¿Romeo no será un gato negro? –pregunta Ron.
—¡Sí! Lo viste, dime, ¿Dónde se fue?
Ron traga en seco. —Creo que al menos él si logró entrar, lo siento.
Los cinco chicos estaban reunidos entre los andenes 9 y 10 de la estación, conversando por primera vez sin prejuicio alguno, lo que todos tenían en común era el cómo iban a llegar a Hogwarts, ninguno estaba dispuesto a quedarse en casa, por el contrario, todos deseaban irse lo más rápido posible, si alguna posibilidad había, primero pensaron en escobas, pero no todas las chicas tenían escobas además era muy difícil para cinco niños de 12 años emplear magia en medio de Londres ante cientos de ojos muggles. Hasta que uno de ellos tuvo una magnífica idea.
—Auto mágico. —dijo Harry en voz alta haciendo que todos giraran a mirarlo
—Y dime, Potter, ¿de donde sacaremos un auto mágico? —preguntó Chiara, dudando de lo dicho por el castaño.
—Nosotros sabemos. —Harry respondió con una gran sonrisa en la cara.
—Ni lo sueñes, no, me niego, eso sí que no. —Ron contestó molesto, empujando el carrito en otra dirección.
—Pues ni modo que nos quedemos acá. ¿Tienes otra idea acaso? —Grace responde.
—No, pero espero otra idea que no implique romper más de mil reglas — señaló Ron.
— Vamos, Ron, de otra manera no podremos llegar a tiempo —habló Gwen— ¡Tú conduces! —Ron la miró.
Cinco minutos después estaban todos en el auto listos para la aventura.