ID de la obra: 405

La Casa Inesperada

Gen
PG-13
Finalizada
5
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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117 páginas, 10 capítulos
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Rivalidades y Amistades

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Rivalidades y Amistades              El finde avanzó rápidamente y Harry y Daphne disfrutaron recorrer el castillo, sus pasillos, salas y salones. Daphne había pasado toda su vida oyendo sobre él, Harry nunca había visto nada parecido y los unió un entusiasmo por explorar y descubrir.       Cuando no se encontraban explorando, Daphne había tomado un interés particular por enseñarle a Harry todo sobre la cultura mágica. Harry pensaba que estaba tratando de compensar por el desastre del viernes; cuando se había enterado de que Voldemort había ido a Slytherin, y ahora le quería mostrar todo lo bueno no solo de Slytherin, sino del mundo mágico.       Sin embargo, a Harry no le causó mucha gracia cuando Daphne empezó a insistir que tenía que aprender a escribir correctamente con pluma como todas las brujas y magos, obligándolo a practicar. Harry estuvo a punto de escabullirse o convencerla de la futilidad de dicha empresa, hasta que sus otros compañeros de casa se dieron cuenta de la discusión que estaban teniendo.       “Honestamente es una vergüenza para todas las casas mágicas” Malfoy intercedió sentándose en un sillón cercano.       “No sé de qué hablas Draco. Yo creo que tiene potencial” dijo Nott examinando un pergamino escrito por Harry “no le pueden quitar puntos en una tarea por equivocarse, si ni siquiera pueden descifrar lo que Potter escribió”       Harry tapó su cara y gruñó frustrado “está bien, está bien. Me esforzaré en aprender a usar una tonta pluma”       El resto de la tarde del sábado se la pasó escribiendo, mientras que el resto de sus compañeros de casa hablaban entre ellos e intercedían regularmente en un juego que bautizaron ‘adivinemos lo que Potter escribió’.       Harry al principio se sintió muy apenado, y sintiendo que las burlas eran a su costa, empezó a dudar hasta de su amistad con Daphne; al menos hasta que él mismo no pudo evitar reírse ante los intentos cada vez más estrambóticos de sus compañeros de casa de adivinar que había escrito.       En un momento particularmente desopilante, Zabini, Davis y Nott se enfrascaron en una discusión sobre un párrafo de su tarea de Historia de la Magia. Zabini insistía que Harry estaba narrando la historia de un duende bailarín que quiso derrocar al Ministerio de Magia retando al ministro de magia a una competencia de baile. Mientras que Davis y Nott argumentaba que era obvio que no era un duende sino un muggle particularmente pequeño que se había perdido en Gringotts; momento en el cual un comité de magos del ministerio llegó y lo confundieron con el representante de los duendes. El muggle no entendiendo lo que estaba pasando, empezó a insistir que la única forma de resolver el impase entre duendes y magos era bailando al vals.       Después que todos, incluyendo Harry habían parado de reírse, habló Malfoy “bueno Potter, cuéntanos que dice, lo que parece que estamos todos seguros es que hubo un baile”       Harry miró hacia el techo abovedado de la sala común “estaba escribiendo sobre una batalla no un baile”. Los miró y notó que sus compañeros intentaban no reírse.       “¿Al menos estábamos correctos sobre los duendes? ¿Alguna batalla entre ellos y los magos?” preguntó Davis, mucho más parlanchín de lo normal.       “No había duendes, era la península de Dungeness” explicó e irrumpieron en carcajadas tan sonoras que el resto de Slytherin empezó a verlos con caras de pocos amigos.

***

      El domingo menos mal, ya había terminado sus tareas y Daphne no le insistió en escribir nada. Dedicaron buena parte del día a explorar los campos de Hogwarts y posteriormente pasaron un rato agradable a la sombra de un árbol que miraba al castillo.       “Tienes que aprender a sujetar tu varita adecuadamente” dijo Daphne de repente.       Harry levantó sus cejas.       “La varita es el objeto más preciado para las brujas y magos, es parte de nuestro ser y debe ser tratado como tal; no agarrándola como si fuera una escoba de limpiar o una rama que conseguiste en el bosque” le explicó. Harry ni sabía que había estado sujetándola mal.       “¿Por eso me cuestan los hechizos?” le preguntó; no sentía que estaba atrasado comparado con la mayoría, pero tal vez podría estar avanzando más rápido.       Daphne se demoró unos segundos para responder “no te sabría decir. Ciertamente hay una diferencia entre sujetar mal una varita y sujetarla como un plebeyo, asumo que solo en el primer caso causaría problemas”       “Y déjame adivinar” intercedió Harry con una sonrisa que la retaba “yo soy el plebeyo que además está sujetándola mal”       “Tú no eres un plebeyo, los Potter son una familia ancestral” le informó agitando su mano “y no estás sujetando tu varita mal, per se. Sin embargo, si la estás sujetando como un plebeyo, que en mi libro honestamente es lo mismo”       Harry se quedó cavilando sobre lo que Daphne le había dicho. Si no era un plebeyo ¿acaso era un noble? Mas allá de eso, pensó en la forma que habló Daphne, cuando decía cosas así le recordaba un poco a Dudley; no que Dudley hubiera mostrado alguna vez una pizca de clase, pero sí su forma de tratar despectivamente a los demás. Harry no podía evitar preguntarse si Daphne (y de hecho el resto de los Slytherin) lo tratarían tan bien si no hubiera venido de una familia antigua o fuera famoso; lo único de lo cual estaba seguro es que no les importaba mucho que ahora era rico, estaba convencido de que la mayoría de ellos tenían mucho más dinero que él.       Daphne suspiró “mis disculpas, eso fue descortés de mi parte”       Harry encogió sus hombros “¿Por qué no me enseñas como sujetarla?”       Daphne, que parecía sumamente alegre de no haber sido retada, le mostró rápidamente las diferentes formas más adecuadas de sostener la varita; no solo su mano, sino como presentar su cuerpo en caso de que se viera involucrado en un duelo.       “¿Cómo aprendiste todo esto si acaban de darte tu varita?” la interrogó.       “Nuestras familias nos enseñan con las varitas de nuestros hermanos o padres desde que cumplimos siete” le respondió mientras movía el pulgar de Harry y se alejaba con la mirada de una crítica de arte.

***

      Más tarde esa noche estaba de regreso en su habitación, habitación que compartía por cierto con otras tres chicas. Le encantaba la decoración, el hecho de estar bajo el lago, el orgullo de ser de las pocas brujas que tenían el derecho de llamarse Slytherin; pero compartir una habitación del mismo tamaño de su cuarto en su casa no era algo que la emocionaba. Hasta la cama era más pequeña si bien igual de cómoda. Honestamente, pensaba que siendo una Greengrass tendría un mejor trato, pero no…       ‘Bueno’ pensó mientras movía su pelo que era cepillado por unos peines encantados ‘al menos no estoy en Hufflepuff, seguro allí duermen todos juntos en una misma cama’ rio para sus adentros.       Sus pensamientos volvieron a Harry Potter. Ser su amiga era… desafiante. Era muy diferente a todos los magos que había conocido, probablemente por ser criado por muggles. Honestamente, a veces se comportaba como un plebeyo o inclusive un traidor a la sangre. No, negó con la cabeza, Harry no merecía un título como traidor a la sangre.       Esta tarde, la había tratado un poco más frío que los días anteriores; no que pudiera culparlo después de haberlo llamado plebeyo… Un suspiro se escapó de sus labios y las otras chicas voltearon a verla, mas ella pretendió no notarlo. Su madre siempre le decía que una buena Slytherin era sutil, no obstante, nunca lo podía lograr, lo mejor que podía hacer era mantenerse callada. Siempre hablaba lo que pensaba; al final siendo una Greengrass ¿por qué tenía que callarse o pretender enfrente de otras personas? La gran mayoría de los cuales no estaban siquiera cerca de su estatus.       Harry lo estaba, sin embargo, más allá del mal gusto de James Potter. Sus padres siempre habían notado que los Potter eran una familia muy antigua, cuya única razón por la que no estaban en los Sagrados Veintiocho, era el hecho que aparentemente habían tenido una disputa con la familia del autor. Eso, sumado al hecho de que Harry de alguna forma había derrotado al Señor Oscuro, era más que suficiente.       Ella entendía su rol, tenía un gran legado y ayudar a Harry Potter a entender su propio rol en la comunidad mágica no solo era de suma importancia para la supervivencia y supremacía de los magos; era el mayor honor que posiblemente tendría en su vida, como bien le habían informado sus padres en una carta hace unos días ¿Entonces por qué sentía una ligera molestia en su estómago?       Volvió a pensar en Harry y sintió una gran confianza, nunca en su vida había llegado a confiar en alguien tan rápido; en pocos días había terminado confiando más en Harry que en otros que conocía hacía años como Blaise, Draco o inclusive Theo.       ¿¡Por qué!?       La sonrisa amable de Harry se iluminó en su cabeza y lo comprendió. Más allá de su fama, se escondía un chico cuya amabilidad no parecía tener límites. Había mucho de lo que no hablaba, no decía, pero detrás no había alguien que estaba tramando como socavar a los demás. Era obvio porque podía confiar en él y no en Parkinson.       Y Daphne tenía una trama secreta para manipularlo… ¡Harry no se merecía eso! Pero no podía ignorar su legado tampoco…       Bufó fuertemente, agarró el peine y lo estampó contra la mesa. Las demás chicas ahora la veían sin disimulo, sorprendidas por su arrebato.       “¿Estás bien Daphne?” le preguntó Tracey.       Daphne las ignoró y se dirigió a su cama cerrando sus cortinas de dosel. En la relativa oscuridad de sus cortinas intentó encontrar una solución. Era una Slytherin, ingeniosa y astuta, tenía que superar este escollo.       ‘No lo manipularé’ se dijo a sí misma.       Una vez que se dijo eso a sí misma, una nueva ruta apareció ante sus ojos. No iba a manipularlo, sin embargo, eso no significaba que no podía guiarlo por el camino correcto: las antiguas tradiciones de la sangre mágica que compartían, lejos de las transgresiones de los nacidos de muggles (que tal vez podían no ser culpables por su ignorancia), los magos como Dumbledore y los traidores de la sangre como los Weasley.       Harry, era obvio, era un mago inteligente y talentoso por lo poco que había visto en las clases; en especial considerando que no había tenido una educación mágica antes de venir a Hogwarts. Seguramente vería sin problema el punto de vista de su familia, como era la realidad del mundo.       ‘¿Y si no lo ve?’ una vocecita que tendía a molestarla y criticarla susurró en su mente.       Daphne se volteó en su propia cama. Si no lo ve… ¿podrían siquiera ser amigos? Daphne no podía imaginarse siendo amiga de un traidor a la sangre.       ‘¿Y Harry?’ dijo otra vocecita que casi nunca podía oír, pero siempre se alegraba cuando aparecía ‘¿seguiría siendo tu amigo aunque tú siguieras siendo una supremacista sangre pura?’       Daphne vio a Harry de nuevo, su cejo fruncido como cada vez que ella hablaba mal de los nacidos de muggles, pero esta vez aún más marcado por su gran decepción en ella. Daphne acercó sus piernas a su pecho y encorvo ligeramente su espalda. Sin embargo, el Harry de su imaginación aún tenía extendida su mano hacía ella.       ‘Sí, seguiría siendo mi amigo’ le replicó.       ‘¿Y tú?’       ‘…sí, seguiría siendo su amiga’ suspiró y se quedó dormida profundamente.

***

      La segunda semana encontró a Harry adaptándose al castillo, acostumbrándose a tener compañeros de cuarto, a las clases y al mundo mágico. Se emocionó mucho cuando logró el encantamiento Levioso e iba por todos lados levitando lo que podía; al menos hasta que una de las prefectas de Slytherin prácticamente le gritó en la sala común.       Finalmente llegó el jueves, el día su primera clase de vuelos en escoba; el transporte mágico por excelencia y por ende obligatorio para todos los que acuden a Hogwarts.       Honestamente, Harry ni estaba seguro porqué era obligatorio para todos los estudiantes; era notorio que todos los que eran de familia de magos habían pasado toda su niñez sobre una escoba. Aun Daphne que aseguraba que era pésima, se le notaba tranquila. Muy diferente a como se veía Granger, que parecía estar hablando para sí misma y para el niño gordito del sapo, Longbottom, que de ser posible parecía aun más nervioso que ella.       “¿Sabes si Longbottom es de familia muggle?” le preguntó a Daphne.       “No para nada, es sangre pura, de hecho es de una familia muy antigua” le respondió de una forma que dejaba en claro que no entendía la pregunta.       “Es que se ve tan nervioso…”       Daphne posó su atención en el niño y en efecto notó que estaba pálido “tal vez el desayuno le cayó mal” dijo encogiendo los hombros, no tenía mucho sentido que no supiera montar una escoba.       La profesora Hooch, una de esas brujas que tenían una característica que dejaba en claro que no era muggle (en su caso, ojos amarillos), se acercó “vamos, rápido, cada uno al lado de una escoba”       Harry se puso al lado de Daphne y el resto de los Slytherin.       “Ahora quiero que cuando estén listos extiendan su mano dominante y digan ‘arriba’” inmediatamente la escoba en el pasto saltó a la mano de la profesora.       “Arriba” gritó Harry junto a todos los demás.       De inmediato la escoba brincó a su mano y casi que la soltó de la sorpresa. Fue de los pocos que lo logró; de los Slytherin solo Malfoy, Davis y Harry lo lograron. Compartió una sonrisa con Davis, era la única otra de su año en Slytherin que no era una sangre pura, así que sentía una cierta afinidad con ella. Malfoy parecía sorprendido que Harry en especial lo había logrado; últimamente había estado alardeando de sus proezas voladoras y Harry estaba bastante cansado de oírlo.       Después de varios intentos más, la mayoría lo había logrado, pero era obvio que la profesora no esperaría por los que no podían lograrlo. Así que pronto empezó a enseñarles como sentarse correctamente. Harry estaba muy sorprendido que tan cómoda era la escoba y se lo comentó a Daphne.       “Es que tiene un encantamiento de almohadón” le dijo como si era lo más lógico del mundo.       “¿Se lo ponen a muchas cosas?”       “Sé que más de una silla en mi casa tiene un encantamiento de esos”       “Ustedes dos, paren de hablar y concéntrense en la lección” los reprendió la profesora Hooch antes de corregirlos en como estaban sentados.       Finalmente llegó el momento que Harry estaba esperando ¡volar! Y estaba a punto de hacerlo, al menos antes que Longbottom se adelantara, despegando a toda velocidad como el corcho de un espumante, hasta que se desvió y chocó contra el castillo, resbalando por las paredes hasta el piso.       “¿Está muerto?” aulló alguien entre todos los gritos.       La profesora corrió a socorrerlo y se lo llevó a la enfermería. Aparentemente, Longbottom se había roto la muñeca y a Harry ahora le apetecía un poco menos volar o al menos eso pensó.       Cuando ya estaban fuera de vista, Malfoy empezó a reírse a carcajadas “que gran zopenco”. Varios de los Slytherin se rieron, pero los demás, por alguna razón, se voltearon a ver a Harry que tenía los labios fruncidos.       “¡Cállate Malfoy!” le gritó Parvati Patil.       “¡Ohh! ¿Te gusta Longbottom acaso?” se burló Parkinson “nunca hubiera creído que te gustaban los gorditos llorones”       Patil se puso roja como un tomate y no respondió. Harry estaba disgustado con la conversación, solo confirmaba que tanto Parkinson como Malfoy eran como Dudley; pero no tenía la intención de defender a los archirrivales de su casa tampoco.       “Miren” continuó Malfoy “es ese estúpido orbe que le envió su abuela”       “Devuelve eso” escupió el Gryffindor pelirrojo.       “Ohh ¿acaso quieres venderla Weasley? Me imagino que tal vez te ayude a comprarte unas túnicas que no sean de segunda mano” le retrucó Malfoy e inclusive un par de Gryffindor se rieron por lo bajo.       Harry que siempre había sido insultado y ridiculizado por llevar la ropa vieja de Dudley, sintió su sangre hervir, estaba más furioso de lo que había estado en mucho tiempo.       Weasley parecía tener problemas para expresarse, las orejas y la cara roja de la furia y la vergüenza “idiota… creído… malcriado…” balbuceaba.       “Dame el orbe Malfoy” sonó la voz extrañamente calmada de Harry; todos se quedaron callados y se centraron en ellos.       Malfoy se quedó mirándolo, claramente fastidiado por la inoportuna interrupción de Harry.       “Creo que lo dejaré en algún lugar donde Longbottom tenga que subirse a una escoba para recogerlo” sonrió pícaramente, mirándolo como esperando que le siguiera el juego.       “Te dije que me des el orbe” le exigió Harry caminando hacia él.       Malfoy bufó y se montó en la escoba; en efecto como esperaba, volaba muy bien. Harry, sin embargo, no tenía ninguna intención de dejar esto pasar y también se montó sobre su escoba, pegó una patada fuerte y se elevó en los aires.       El aire silbó a su paso, moviendo su pelo y su túnica; sintió una gran emoción y se dio cuenta que era instintivo, lo más fácil del mundo. Movió un poco su escoba y se alzó a la misma altura que Malfoy, el cuál lo veía asombrado, claramente no esperaba que pudiera realizar tal hazaña sin entrenar. Abajo, los gritos parecían concurrir con el mismo pensamiento.       “Ya es suficiente Malfoy” le dijo lleno de furia y confianza que no sabía exactamente de dónde provenía.       Malfoy dejo de estar asombrado y su cara se contorsionó de ira “¿por qué estás haciendo esto?”       Harry tenía varias razones, ninguna de las cuales quería compartir. En cambio, se inclinó sobre la escoba y se abalanzó sobre Malfoy que lo evitó justo a tiempo. Enderezándose, volvió a virar hacia Malfoy y notó que este no parecía mostrar interés en devolverle el orbe; así que el siguiente minuto se pasó con Harry persiguiendo a Malfoy. Este, una vez que superó su sorpresa inicial, se mantenía lo más lejos posible de Harry.       El tiempo, sin embargo, estaba en contra de Malfoy. Por cada segundo que pasaba, Harry se acostumbraba más a estar sobre una escoba en el aire; cuando frenar, cuando acelerar, la mejor forma de girar sin detenerse.       “No tienes escapatoria Malfoy”       “¡Eres un traidor!” aulló Malfoy y por primera vez Harry sintió las palabras “si quieres tanto este estúpido orbe Potter, entonces ¡atrápalo!”       Dicho esto, lanzó el orbe lo más lejos posible y Harry tuvo que abalanzarse lo más rápido posible, pasando a Malfoy por un lado y apuntando al suelo cada vez más. Una carrera inició y ambos estaban perdiendo, el orbe cada vez más cerca de quebrarse contra el suelo y Harry, bueno igualmente…       A último momento extendió el brazo y logró evitar que el orbe se estrellara contra el piso; seguidamente enderezó su escoba lo más fuerte que pudo girando sobre sí mismo y logrando solo rozar el pasto.       Oyó los gritos y vítores que provenían de la clase y se posó suavemente enfrente de ellos con una gran sonrisa.       Al menos hasta que oyó un grito que le heló la sangre.       “¡HARRY POTTER!” oyó la inconfundible voz de la subdirectora, la profesora McGonagall.       “En todos mis años en Hogwarts…” le increpó al llegar frente a él “¡Pudiste haberte roto el cuello!”       “¡No fue su culpa profesora!”       “Silencio, señorita Greengrass”       “Pero profesora…”       “No estoy interesada, señor Weasley. Ven conmigo Potter”        Entraron al castillo y se dirigieron a los calabozos. Habían bajado la segunda escalera cuando la profesora, que caminaba sumamente rápido, se detuvo secamente sin ninguna razón aparente. Harry que estaba seguro de que lo iban a expulsar, estaba casi que feliz por el respiro, independientemente de que tan corto fuera.       Volteándose a ver a Harry, lo escudriñó con esos ojos penetrantes y casi que terroríficos. Harry intentó volverse más pequeño.       “¿Por qué hiciste eso?” lo interrogó la profesora.       Harry le explicó con lujo de detalles lo que había ocurrido; no sabía si estaba tratando de evitar ser expulsado o que Malfoy cayera con él después de lo desagradable que había sido.       “Bueno considerando todo…” dijo mientras cavilaba profundamente y parecía que veía diferentes líneas de tiempo “creo que puedo por esta única oportunidad, dejar pasar esto por alto. El hecho de que hayas defendido a alguien que no era ni de tu propia casa, compensa en mi opinión, la idiotez que hiciste. Por lo tanto, no descontaré ningún punto ni te daré detención”       “¿En serio?” preguntó asombrado; hace un par de minutos estaba seguro que lo iban a expulsar.       “No hagas que me arrepienta, señor Potter” dijo secamente con un movimiento de mano que claramente expresaba que era momento de irse.

***

      Un tiempo después estaba con Daphne en uno de los muchos pasillos del castillo.       “¿De verdad piensan que soy un traidor?” preguntó preocupado Harry.       “Nahh, yo te defendí. Les expliqué que no estabas defendiendo a Weasley sino, de ser el caso, a Longbottom. Y que al final esa pelea no era sobre ellos, sino entre Slytherin, entre Malfoy y tú” aunque era claro que Daphne no creía del todo lo que había dicho.       Harry ladeó su cabeza confundido ¿qué diferencia había entre defender a Longbottom y a Weasley, si ambos eran Gryffindor?       “Ahh sí” explicó Daphne notando su confusión “esto es algo que tal vez no sepas, pero los Weasley son el enemigo número 1 de Slytherin y de más de un Hufflepuff y Ravenclaw”       “¿Por qué?” inquirió Harry intrigado ¿Qué podría haber hecho una familia para generar tal animosidad?       “Bueno, además de ser todos y cada uno de ellos Gryffindor desde hace siglos, son conocidos por…” Daphne no estaba segura como continuar.       “Por…” la alentó Harry.       “Bueno, son conocidos por ser traidores a la sangre” explicó raudamente Daphne. Harry solo la veía intrigado y Daphne sabía que tenía que proceder con sutileza.       “Entiendo que no sepas esto porque has sido criado por muggles, pero nosotros los magos tenemos muchas tradiciones. Sé que tal vez no las hayas notado pero…”       “¿Cómo los colores?” la interrumpió Harry.       “¿Los colores?”       “Sí, he notado que muchos de los que no son nacidos de muggles y en especial los sangre pura, casi siempre usan colores profundos o vibrantes y nunca usan gris o rosa”       “Sí ¡sí! Exactamente eso” para ella era tan habitual no usar rosa, gris o colores pasteles que ni había entendido la pregunta de Harry; ahora estaba aliviada que Harry ya había notado dichas diferencias “es solo una de las tantas tradiciones que tenemos. Los traidores a la sangre son brujas y magos que ignoran y menosprecian nuestras tradiciones, prefiriendo las de los muggles antes que las nuestras”       Harry no estaba seguro qué era tan grave o por qué tanto drama por no seguir unas tradiciones, pero no quería pelearse con sus amigos. Si les gustaba usar ciertos colores o de vez en cuando ser presuntuosos, no era algo por que valiera la pena pelearse tampoco. Además ¿iba a pelearse por personas como Dudley o sus tíos?       “En cualquier caso” continuó Daphne, evadiendo el tema “¿de verdad McGonagall te dejó ir así de fácil?”       “Ajá, por ‘defender al prójimo’, en especial por ser de otra casa”       “Es extraño igualmente ¿no? Por lo que todos hablan de ella, pensaba que iba a descontarle puntos a Malfoy por lo que hizo y a ti por romper las reglas”       “Ahora que lo mencionas, es un poco raro…”       “Bueno vayamos a cenar, me estoy muriendo de hambre”       Llegaron al gran salón que ya estaba lleno y se dirigieron a la mesa de Slytherin; hasta que Harry cambió de dirección y se dirigió a la mesa de Gryffindor, deteniéndose frente al chico gordito.       “Longbottom”       Longbottom solo lo vio como un conejo podría ver a un águila antes de ser cazado.       “Creo que esto es tuyo” y le entregó el orbe extraño que se volvía rojo a veces sin alguna razón que Harry pudiera descifrar.       “Gr-gracias” tartamudeó.       Harry le dedicó una pequeña sonrisa “de nada”       Seguidamente se dirigió a la mesa de Slytherin donde varios lo veían con curiosidad y unos pocos disgustados.       “¿Eres alérgico a la popularidad acaso?” le preguntó Daphne alegremente cuando ya estaban sentados.       “¿A qué te refieres? Me dijiste que no me veían como un traidor porque el problema fue entre Malfoy y yo”       “Claro, pero no tenías que entregarle el orbe a Longbottom enfrente de literalmente todo el colegio…” le dijo como si fuera lento.       Harry encogió sus hombros.

***

Nota del Capítulo: Empezando por el final, sentí que Malfoy probablemente se burlaría de Longbottom independientemente de que Harry no estuviera en Gryffindor, así que esa escena avanzó de forma muy parecida, con las pequeñas diferencias que notaron; la más curiosa tal vez que hubieron tanto Slytherin como Gryffindor que intentaron defender a Harry, y Malfoy no entendiendo porqué Harry estaba actuando de tal manera. Sin embargo, el mayor cambio fue en como reaccionó Mcgonagall, en el canon ella nunca tuvo intenciones de castigar a Harry, algo que en esta oportunidad si tuvo hasta que cambió de opinión, evitando que el jefe de casa rival se enterara del joven talento que tiene entre manos. Harry, si supiera, tal vez hubiera preferido perder mil puntos... Lo más interesante del capítulo, sin embargo, fue la oportunidad conocer más a Daphne y como piensan los sangre pura. Se vuelve notorio que ellos en general, son criados con altas expectativas por sus padres en cuanto a sus roles en la sociedad y de como representar a sus familias. No necesariamente tienen la misma "libertad" que tienen otros niños para ser ellos mismos, y podemos ver como Daphne se retuerce ante las diferentes presiones externas que la embaten. Otra cuestión es que más allá de estar de acuerdo o no con sus ideologías, es notorio que tanta atención a sido dedicada a la crianza de Daphne y que tanto la beneficia (e indirectamente a Harry).
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