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Slytherin Harry fue el primero en despertarse, ya que estaba acostumbrado a ser obligado por su tía Petunia a pararse muy temprano y hacerles desayuno. Una pequeña sonrisa se iluminó en su cara al darse cuenta de que ya no tendría que ver a los Dursley ni ser maltratados por ellos por un tiempo muy largo. Con su nueva túnica negra y esmeralda, se adentró a la sala común y sin el sueño de anoche pudo apreciarla y quedó boquiabierto. Aunque estaban en lo profundo de los calabozos, el techo era altísimo dándole un aire de libertad; diferentes sofás, sillones, mesas y sillas ocupaban el espacio, todos viéndose más aptos de estar decorando el palacio de la reina que en un colegio. Los muebles al fondo parecían más cómodos, menos mesas para estudiar y más sofás para descansar. Harry se sorprendió que había ventanas tan abajo en los calabozos y cuando se acercó a investigar quedó boquiabierto al notar que había peces afuera de las ventanas ¡estaban bajo el lago! Eventualmente Harry se aburrió de ver los peces y buscó un lugar cercano donde sentarse a esperar que salieran sus compañeros de cuarto. Escogió una butaca que estaba medio escondida cerca de las ventanas; aunque no era notorio, podía sentir las miradas y los susurros suaves que parecían seguirlo. Sacó un libro de hechizos y no había pasado mucho tiempo cuando se dio cuenta que el jefe de casa había entrado y lo estaba observando; su mente volvió al dolor punzante de la noche anterior y se encogió, pero nada pasó más allá de que Snape le dedicó una mirada extraña, la misma que podrías dedicarle a un animal salvaje cuando lo encuentras en la mitad de la ciudad. Algunos de los estudiantes saludaban al jefe de casa y él les devolvía el saludo cortésmente pero sin entusiasmo. Harry notó que algunos de sus compañeros de año se estaban reuniendo alrededor del jefe de casa y raudamente se acercó. “Buen día, soy el profesor Snape, jefe de casa de Slytherin” empezó secamente cuando llegó el último; todos les devolvieron el saludo, Harry algo tarde, cuestión que no pasó desapercibida por el jefe de casa. “Primero que todo, quiero felicitarlos por lograr entrar en Slytherin, la casa más selectiva de Hogwarts y la única que vale la pena entrar” sus compañeros sonrieron orgullosamente. “Segundo, deberían saber que no tengo paciencia para aquellos que no llegan al nivel que el fundador de nuestra casa, Salazar Slytherin, predicaba. Así que en el dudable caso que no tengan la capacidad o la astucia para llegar a dicho nivel, tengo plena expectativa de que al menos tengan la elegancia de pretenderlo y que no sea notoria puertas afuera” los clavó con su vista. “Finalmente, les quisiera recordar que más allá de su legado o falta de ello” y Harry notó que varios lo miraban “confío en que respeten y sigan las costumbres de Slytherin. Nuestro ingenio, astucia, ambición y determinación nos guía, es quién somos. Durante sus estudios espero que contribuyan con la causa de ganar la Copa de las Casas, nuestra supremacía no puede ni debe ser dudada, y ustedes, aun siendo de primer año, juegan un papel relevante para lograr dicho objetivo. Dichos puntos se ganarán y perderán por su comportamiento durante su estadía en Hogwarts, así que espero que no sean lo suficientemente idiotas como para que les deduzcan puntos por romper las reglas” Snape los vio a todos detenidamente y asintieron, dando a entender que habían entendido; si bien Harry no estaba seguro de que ‘costumbres de Slytherin’ hablaba y Crabbe y Goyle ciertamente parecían perdidos. “Como magos y brujas tenemos muchas tradiciones” continuó “Slytherin en particular siempre las ha honrado e independientemente de que piensen las otras casas, seguiremos avanzando a nuestro gusto. Somos leales a los nuestros, nos mantenemos firmes ante aquellos que desean despreciarnos, en efecto, no nos importa su opinión” “Finalmente, honren sus antepasados” sin decir más, el profesor Snape se retiró con su túnica moviéndose majestuosamente. Todos se miraron, pero ninguno dijo nada hasta que la niña rubia de anoche, Daphne Greengrass, intercedió “así que vamos a pretender que el emperador está vestido ¿o qué?” Varios rieron. “No nos puedes culpar Daph” rio un chico esbelto de pelo marrón y pecas traslúcidas “¿quién hubiera pensado que seríamos compañeros de casa de Harry Potter?” “Nott, Theodore Nott” se presentó “aunque prefiero que me llamen Theo” Todos se presentaron ante Harry, incluyendo nuevamente Greengrass y Malfoy; el segundo pareciendo ligeramente molesto con la atención que estaba recibiendo. En total eran diez, seis niños y cuatro niñas. En general Harry estaba feliz; no lo estaban ignorando, rehuyendo o maltratando. Claro que no estaba acostumbrado a toda la atención y no sentía que fueran muy amigables con él; más lo trataban como, bueno como a una boa en el zoológico: con respeto y admiración, pero como si existiera para que los demás lo observaran y satisficieran su curiosidad. Afuera de la sala común de Slytherin fue aún peor, al menos los Slytherin pretendían no estar observándolo; los demás estudiantes se ponían de pie para verlo mejor, se volteaban, hablaban de él en voz alta y ¡hasta lo señalaban! Era terriblemente desconcertante para Harry, que solo intentaba no perderse en un castillo que literalmente tenía escaleras que se movían y llevaban a diferentes lugares de acuerdo a la hora del día. Al final no tuvo más remedio que esconderse entre sus compañeros, que honestamente eran bastante agradables en ese aspecto (normalmente eran altaneros), caminaban rodeándolo y evitando que los demás lo molestaran o lo vieran demasiado. Los Slytherin, Harry infería, eran considerablemente parecidos a una jauría de lobos. Una consecuencia fortuita de ir a todos lados en grupo (aunque no siempre eran los mismos) era que se perdían menos; alguno se recordaba de algún detalle en el camino y no llegaban tantas veces tarde a sus clases. Las clases eran muy diferentes de lo que Harry había esperado, la magia no se trataba solo de agitar la varita y decir palabras graciosas. Constaba de mucha teoría, lo que obligaba a Harry a escribir un montón de anotaciones complicadísimas; cuestión que se dificultaba aún más por el hecho de que le costaba mucho escribir con pluma, y hacía que sus anotaciones fueran casi indescifrables aun para el mismo Harry. Esa era una sola de las muchas cuestiones en las que Harry se sentía en desventaja comparado con los que habían crecido con sus familias mágicas. No era que sabían mucho más, en efecto varios empezaron a preocuparse después de las primeras clases al ver todo lo que no sabían. Pero Harry los oía ‘me recuerdo que mi tío se curó con esta poción’ o ‘mamá siempre dice que hay que ser muy claro al pronunciar los hechizos’; pequeños detalles que los ponían en la delantera. A pesar de las dificultades, Harry se encontró amando la mayoría de sus clases; eran considerablemente más interesantes que sus clases muggle, y siempre que se podía hacer magia se alegraba. Una de sus primeras clases fue Encantamientos; materia que era dictada por un profesor diminuto con orejas puntiagudas llamado Flitwick, que era todo lo que Snape no era: alegre, parlanchín y cálido. Harry casi saltó en su asiento de la emoción cuando Flitwick les dijo que harían levitar unas plumas ¿qué podría ser más mágico? Nadie en la clase lo logró, pero algunos de ellos (Harry incluido) lograron que la pluma al menos se moviera. Tampoco logró transformar un fósforo en una ramita en la clase de Transformaciones, impartida por una bruja que Harry consideraba aún más intimidante que Snape. El hecho que dicha bruja fuese la jefa de casa de Gryffindor no ayudaba; era ya notorio para Harry que los Gryffindor parecían odiar a los Slytherin (no sabía exactamente porqué) y la profesora McGonagall, aunque parecía no mostrar favoritismo, siempre veía a Harry como si la hubiera traicionado. Los compañeros con los cuales veía las diferentes materias cambiaban: a veces eran dos o tres en la misma mesa, y así pudo conocer mejor a todos sus compañeros de casa; pero no sentía que fueran sus amigos, al menos hasta la última clase del miércoles (Historia de la Magia). Se había sentado junto a Tracey Davis (que era la más tímida del grupo) cuando Daphne se presentó atrás de Harry, hizo un pequeño movimiento de cabeza y Tracey se movió a otro asiento sin rechistar. Harry suspiró, sentía que tenían una forma peculiar de hablar y relacionarse entre ellos, y Harry aún no la entendía. Si le estaba quedando claro que parecía haber una cierta jerarquía; hasta los Slytherin de años superiores trataban a Malfoy con respeto y ya casi siempre estaba flanqueado por Crabbe y Goyle. Pansy Parkinson también parecía haber obtenido un séquito que la seguía a todos lados, y Harry se frustraba de que los más populares también fuesen los más soberbios. “¿Me puedo sentar contigo Potter?” le preguntó Greengrass. “Ehh… sí claro Greengrass” le respondió Harry algo confundido; era la primera vez que alguno de sus compañeros de casa parecía buscarlo, al menos notoriamente, ya que nunca estaba solo. La rubia se sentó con gran elegancia y sacó todos sus utensilios. Harry se apresuró a imitarla antes de que llegara el profesor (decían que era un fantasma) y oyó un pequeño bufido; notó que Greengrass estaba sonriendo “linda pluma, Potter”. Harry no estaba seguro si se estaba burlando o no, así que solo asintió y los dos se quedaron callados; para Harry era un poco normal, muchas veces no sabía de qué hablar cuando estaba sentado solo con otro Slytherin. “¿Te molesta si me siento contigo en algunas clases más a la semana?” se volteó de repente Greengrass. Harry se sorprendió; había charlado muy poco con ella en los últimos tres días y no le respondió al toque, al no entender el porqué del repentino interés. Greengrass pareció ruborizarse un poco cuando Harry no le respondió “es que Parkinson me está volviendo loca; anda pavoneándose por ahí, actuando como si todos debemos arrodillarnos ante ella y exaltarla por su apellido… ¡Por favor! Como si fuera la única de los Sagrados Veintiocho” terminó lanzando su pelo hacia atrás. Harry sonrió ampliamente, parecía que no era el único que consideraba a Parkinson una engreída “no, no hay drama; puedes sentarte conmigo cuando quieras” “Gracias” y le dedicó lo que pensó que era la primera sonrisa genuina que mostraba la chica. “Por cierto ¿qué son los Sagrados Veintiocho?” preguntó curiosamente. Los ojos de Greengrass lo miraron fugazmente “ehh, nada que sea de suma importancia en verdad” y continuó como queriendo cambiar el tema “¿de qué color es tu tinta?” Harry le mostró su tinta tornasol y Greengrass quedó encantada, hasta el punto de que le pidió si podía escribir sus notas de la clase con ella; Harry feliz de poder compartir, no dudó. La tinta verde brillante de Greengrass era muy linda también, pero prefería la suya. Harry notaba que los magos y brujas parecían amar los colores profundos o vibrantes; nunca usaban gris, rosado o colores pastel; si usaban el negro o blanco, siempre era en combinación con otros colores. Era una diferencia que se notaba particularmente entre los hijos de muggle (o criados) y aquellos que venían de familias de magos. La clase resultó ser lo más tedioso que Harry había presenciado en su vida (y eso era considerando que su vida no había sido particularmente emocionante antes de que Hagrid lo buscara). El profesor, que en efecto era un fantasma, hablaba de una forma tan monótona que hacía que lo que fuera que enseñara, sin importar que tan interesante, pareciera una discusión de los diferentes tipos de polvo que se acumulan en el piso. Siendo la última clase del día, Harry se hubiera quedado dormido de no ser por Greengrass (quien también estaba sumamente aburrida) y así, en vez de prestarle atención al fantasma, se pusieron a hablar. Fue la primera vez desde que llegó a Hogwarts, que sentía que conectaba con uno de sus compañeros de casa. Harry se la pasó preguntándole del mundo mágico, y finalmente aprendió que era el Quidditch; Greengrass aparentemente era una gran fanática a pesar de que no pudiera volar bien aunque su vida dependiera de ello, según le contó con una risa suave. Cuando se fue a acostar esa noche, se sintió alegre de que el profesor Binns fuera tan monótono, le había dado la oportunidad de hacer su primera amiga. Desde ese entonces Harry y Greengrass siempre se sentaban juntos en las clases ¡hasta en el Gran Salón!***
Harry rápidamente aprendió que Greengrass tenía un gran humor seco y cortante, su lengua era tan filosa como un cuchillo; sin embargo no era cruel, siempre se detenía antes de hacer un comentario que fuera desgarrador, independientemente de si esa persona estaba ahí o no. De hecho, aunque no decía todo lo que pensaba, parecía no importarle quién estuviera al lado. Al llegar el viernes, se había hecho evidente que los Slytherin habían armado sus séquitos: Malfoy con Crabbe y Goyle, Parkinson con Bulstrode y Davis, Greengrass y Potter. Nott y Zabini en cambio eran sumamente independientes; a veces estaban solos, a veces estaban juntos y a veces se unían con alguno de los otros grupos; parecía que no les importara con quién estaban. Pero eso no fue lo único interesante del viernes, ya que fue la primera vez que le llegó a Harry una carta en Hogwarts. “¿Tu familia te escribió?” le preguntó disimuladamente Greengrass; ya había notado, al igual que los demás, que a Harry no le habían enviado ni una carta; además casi ni hablaba de su familia. “No creo…” respondió Harry mientras abría la carta “ahh, es de Hagrid” “¿El guardabosques?” inquirió Greengrass, olvidándose de sus conjeturas sobre la familia de Potter “¿Por qué te está escribiendo?” Harry le explicó que había sido él el que lo había buscado y le había contado todo sobre el mundo mágico. Greengrass cada vez tenía una cara más horrorizada, mientras le comentaba los pormenores. “¡No puedo creer que te hayan tratado así! ¡Si eres El Niño Que Sobrevivió!” murmuró ferozmente; estaba segura de que Harry probablemente no querría que los demás se enteraran. “Bueno, ellos no saben eso exactamente” “Independientemente ¿no son tu familia?” Harry no pudo evitar que sus labios se fruncieran “Y sí… pero ya no tengo que verlos, así que no importa” “De verdad que los muggles ¡son de lo peor!” exclamó Greengrass indignada. Harry se movió incomodo en el asiento; había notado que muchos en Slytherin no tenían buena opinión de los muggles e inclusive de los hijos de muggles “bueno yo no llegaría tan lejos…” murmuró. Greengrass lo vio extrañada “pero si te trataron tan mal” “Y sí, pero no todos son así, algunos son amables” aunque no lo dijo con tanta certeza; después de todo, él no había sido tratado amablemente ni por su familia, ni por la señora Figg, ni por sus compañeros de clase… Claro que sabía que buena parte había sido culpa de Dudley, pero no cambiaba el hecho de que Hagrid, de que acá en Hogwarts, habían sido los primeros en tratarlo bien. Greengrass asintió suavemente, como aceptándolo sin estar convencida del todo. “¿Quieres que te acompañe?” le preguntó cambiando el tema. “¿A dónde?” “Donde Hagrid por supuesto” le dijo poniendo los ojos en blanco, y Harry se sintió un poco tonto. “Si quieres” “Perfecto, entonces ¡a tomar té en el Bosque Prohibido! Casi” sonrió. Una hora después se encontraban en los calabozos, enfrente de la puerta de la clase de pociones; sería su primera clase y una doble. Harry oscilaba entre la curiosidad y la ansiedad por dos razones: la primera era que el profesor Snape todavía le generaba cierto temor; no se había olvidado de ese dolor punzante en el banquete de bienvenida. Lo otro es que era la primera y única materia que compartía con los Gryffindor (con Hufflepuff y Ravenclaw compartían dos materias con cada una). Los Gryffindor alternaban entre mirarlos a todos con caras de pocos amigos, a mirar sin pudor a Harry; como si fuera una curiosidad que se podía manosear y comprar. Cansado de como lo trataban, intentó imitar la postura de los Slytherin, como si los de Gryffindor ni valieran la pena. Harry creyó que funcionó porque varios de ellos fruncieron el cejo. Parecía que un chico alto y pelirrojo iba a decir algo antes de que fuese interrumpido por la puerta, que se abrió sin que nadie la tocara. “Pasen” se arrastró la voz desde la penumbra del salón. El salón de pociones estaba ligeramente iluminado por antorchas con llamas de color violeta-blanco que hacían que el salón se viera tanto bello como tenebroso. Greengrass y Harry buscaron un puesto y se encontraron con que sus calderos ya estaban ahí en un rincón. “Escojan una mesa de dos o tres personas, seguidamente busquen un caldero de uno del grupo y pónganlo sobre la depresión central que hay entre cada mesa” especificó el profesor Snape, que estaba parado al lado de un pizarrón. Greengrass insistió en usar su caldero, y después que todos se hubieran acomodado el profesor Snape empezó a pasar la lista. Se detuvo en el nombre de Harry y lo observó como si no entendiera porqué estaba ahí; también parecía querer decir algo pero al final nada dijo. La introducción a la clase fue sumamente interesante, la forma y lo que describía Snape sobre las pociones causo que sus pelos se pusieran de punta; Harry no supo si de interés o miedo. Hizo muchas preguntas a la clase, que la gran mayoría no supo responder, mientras exigía que anotaran cada detalle. Solo Granger parecía saber todas las respuestas y Snape (viéndose obligado), accedió a darle dos puntos a Gryffindor. Después de anotar todo lo que Snape había mencionado, pasaron a la parte interesante de la clase ¡hacer pociones! En este caso, una cura para forúnculos. Snape agitó su varita y unas llamas verdes oscuras salieron debajo de cada uno de los calderos. “Asegúrate de pesar los ingredientes correctamente, un gramo hace toda la diferencia según mi mamá” comentó Greengrass. Poco a poco avanzó la clase; Snape criticando a todos (Harry y Greengrass aparentemente habían aplastado los colmillos de serpiente incorrectamente) menos a Malfoy. “¿Cómo voy a saber cómo aplastar un colmillo si nunca lo he hecho?” Harry refunfuñó. Greengrass parecía apenada de que ella no había sabido como hacerlo y se disculpó. Harry la miró extrañado “¿por qué te estás disculpando conmigo?” “Bueno, se supone que te tengo que ayudar ¿no? Al final, acabas de regresar al mundo mágico” “Supongo” En eso, un chillido retumbó en el salón; uno de los Gryffindor, el mismo que había perdido su sapo, había de alguna forma logrado que su poción creciera y burbujeara sin control hasta caer encima de él. Por sus chillidos era notorio que era muy doloroso y la poción, que no paraba de crecer, estaba muy cerca de Harry… “¡Rápido Greengrass!” casi le gritó, agarrándola y subiéndola a su mesa. El resto de la clase rápidamente siguieron su ejemplo. Mientras Snape limpiaba (Harry notó con mucha sorpresa como había hecho que la poción entera desapareciera en un abrir y cerrar de ojos) y le gritaba a Longbottom, Harry ayudó a Greengrass a bajar. “Gracias Potter” le dijo mientras ajustaba su túnica “si no hubiera sido por ti, estuviera camino a la enfermería con Longbottom” “De nada, Greengrass” le sonrió ampliamente. Greengrass lo vio por unos segundos “Daphne” “¿Qué?” “Llámame Daphne” le sonrió. “Entonces tienes que llamarme Harry”***
Unas horas después pasaban por la puerta principal, camino a la cabaña de Hagrid para tomar el té con él. Daphne al principio parecía no interesarle ir, de hecho Harry sintió que intentó convencerlo de no ir; pero cuando le mencionó que ella no tenía que venir con él, ella aseguró que si quería ir. “En serio, los retratos y las fotos no se mueven en el mundo muggle” le estaba explicando Harry mientras caminaban por los terrenos. “Pero si no se mueven” respondió Daphne como alguien que está enfrente de un acertijo particularmente difícil “¿no se vería bizarro que los retratos te hablen sin que sus labios se muevan?” “Los retratos muggle tampoco hablan” “¿¡Cómo que no hablan!?” casi que gritó Daphne, totalmente perpleja. Harry no paró de reírse hasta llegar a la cabaña de Hagrid; y Daphne sintiéndose algo tonta, había tomado una actitud excesivamente dignificada que solo le causaba más gracia a Harry. Finalmente tocó la puerta y se oyeron unos ladridos “atrás Fang, son unos nuevos amigos” se oyó la voz profunda de Hagrid. Hagrid abrió la puerta y observó a ambos “entren, entren, siéntanse como en casa” dijo regresando al fogón. Fang que estuvo a punto de abalanzarse sobre Daphne, retrocedió ante la mirada penetrante que le lanzó la chica. Claramente, pensó Harry, Fang podía parecer tan feroz como Hagrid, pero era igual de manso; Daphne en cambio podía parecer inofensiva, pero era notorio que era todo menos eso. La chica miraba la cabaña de un solo ambiente, con jamones guindando, una cama gigante de un lado y la cocina del otro, con una mezcla de curiosidad, shock y desdén. Harry, que estaba acostumbrado a dormir en un clóset debajo de las escaleras no sentía el mismo desdén, pero si curiosidad; obviamente los magos tenían diferentes formas de vivir. Hagrid se volteó y empezó a poner el juego de té; la cara de Daphne ahora era inescrutable. “Esta es Greengrass, Daphne Greengrass” la introdujo Harry, como había aprendido que los magos y brujas preferían introducirse. “¿Greengrass, ehh? Me recuerdo haberme encontrado a tu padre un par de veces en el Bosque Prohibido” La sorpresa causó que Daphne perdiera control de sus facciones “¿mi padre se infiltraba en el Bosque Prohibido?” “Ohh sí” rio Hagrid, su barba temblando bajo el humor “le encantaba buscar plantas de todo tipo, gran botánico de joven. Y cuando era un poco mayor, más de una vez llevó a una bruja que tenía el mismo color rubio que el tuyo en sus excursiones” “¡Ellos nunca me contaron eso!” “A los padres les encanta pretender que nunca fueron chicos, al menos con sus hijos” volvió a reír. Finalmente el té estaba listo y se los entregó con una torta. Harry y Daphne apreciaron el té, pero decir que la torta era comida hubiera sido una exageración, parecía más una roca. Mientras intentaba comer la torta sin romperse un diente, su vista se fue a un recorte de El Profeta; leyéndolo casi que escupió la torta. “¡Hagrid! El robo de Gringotts” “¿Qué hay del robo?” respondió sin mirarlo. La última semana no habían parado de hablar los estudiantes, en especial los mayores, sobre el robo, o mejor dicho, intento de robo en Gringotts. Todos estaban estupefactos que no hubieran sido capturados, diciendo que tenían que ser brujas y magos tenebrosos. “Sucedió el mismo día de mí cumpleaños, tal vez mientras estábamos allí” Hagrid solo le ofreció más torta y Harry se quedó cavilando. “Tengo que decir que nos sorprendiste mucho Harry” dijo Hagrid de repente, tomando la manga de su túnica y contemplando el color verde de ella. “¿Hmm?” “Creo que nadie esperaba que salieras en Slytherin” le explicó mirándolo de una forma extraña “tus padres habían estado en Gryffindor después de todo” “Si bueno, nadie me informó de eso” Hagrid suspiró “un error de mi parte, te debería haber contado” Harry fue a responder, pero Daphne fue más rápida “¿un error? ¿Y eso por qué?” “Bueno…” balbuceó Hagrid “Harry Potter debería haber estado en otra casa ¿no?” “Yo creo que debería sentirse agradecido y orgulloso de haber quedado en Slytherin” respondió Daphne fríamente; Harry notaba que había algo más que una simple rivalidad en la conversación “no todos tienen la suerte ni la ambición para estar en ella” “Esa misma ambición ha llevado a muchos por caminos oscuros” respondió sombríamente Hagrid. Los ojos de Daphne se estrecharon “no estoy segura de lo que estás sugiriendo” “Vamos Greengrass, puede que haya unos cuantos Slytherin decentes como tu padre, pero al final de cuentas ¡no hay un solo mago tenebroso que no haya salido de Slytherin!” exclamó Hagrid claramente exaltado. “¿¡Qué!?” balbuceó Harry, tan sorprendido que no podía expresarse correctamente para preguntar como eso era posible. “Bueno, si eso es así” respondió Daphne con una voz gélida y las manos temblando “no creo que haya mucha razón para quedarme aquí más, gracias por el té” y sin más preámbulo salió de la cabaña. “No debí haber dicho eso, no debí haber dicho eso…” Hagrid empezó a repetir. Los ojos de Harry pasaron de la puerta abierta a Hagrid y de vuelta, antes de decidir seguir a Daphne. “¡Espera Harry!” pero Harry ya había salido. “Espera Daphne” exclamó Harry, ya que Daphne se había alejado sustancialmente, más allá de lo que debería ser posible solo caminando. Lo único que causó fue que, después de un momento, Daphne empezara a correr y Harry no tuvo más remedio que perseguirla a toda velocidad. Menos mal Harry era particularmente veloz por pasársela escapando de Dudley y su pandilla todo el tiempo, y la alcanzó antes de llegar al castillo. “¿Qué fue todo eso? ¿Es verdad lo que dijo Hagrid?” la encaró antes de darse cuenta de que Daphne estaba llorando. “¿Estás llorando? ¿Te encuentras bien?” “¿Qué? ¡No!” mientras escondía su cara y usaba su manga para secar sus ojos. “Pero tienes los ojos rojos y…” empezó a decir Harry antes de que Daphne se volteara bruscamente. Tenía los ojos rojos y las lágrimas resbalaban por sus mejillas, pero sus ojos azules estaban todo menos triste; se habían convertido en llamas azules gélidas y furiosas, y Harry dio un paso hacia atrás. “¡NO ESTOY TRISTE NI ESTOY LLORANDO!” vociferó. “Estos… estos estúpidos ojos” escupió en un tono ligeramente más leve pero no menos colérico, mientras volvía a estrujárselos “se ponen a lagrimear cada vez que me enojo y ¿sabes lo que estoy?” preguntó retóricamente. “¡ESTOY FURIOSA!” jadeó con la respiración entrecortada, tal vez la única razón por la que no gritaba más. Harry vio de regreso a la cabaña de Hagrid y de nuevo a la cara roja y furiosa de Daphne; no estaba claro de cuando todo se había salido de control y no sabía qué hacer. “Lo siento” dijo en una voz suave Harry mirando hacia abajo “por Hagrid, digo” Harry no sabía porque se estaba disculpando por lo que dijo Hagrid; si todos los magos tenebrosos habían salido de Slytherin, eso no era culpa de Hagrid; pero las lágrimas de Daphne lo impulsaban a disculparse de todas maneras. Al final de cuentas él la había invitado o ¿ella se había autoinvitado? Sacudió su cabeza, ese detalle no importaba. Volvió a mirar arriba y vio como las llamas en los ojos de Daphne se apaciguaban y perdían ese frío que nada tenía que ver con la nieve. Daphne suspiró, se volteó, y se puso a caminar a una velocidad más razonable hacia el lago. Después de unos cuantos metros se detuvo y observó a Harry como diciéndole ‘vas a venir ¿o qué?’ Caminaron por un largo rato hasta sentarse en una pequeña colina que miraba sobre el lago y más allá a las montañas que circundaban el lago. Daphne acercó sus piernas a su pecho y las cubrió con sus brazos; Harry después de un rato la imitó. Mirando la belleza inigualable de la zona y con pensamientos que revoleteaban por sus cabezas que imposibilitaban que llegaran a apreciar del todo el lugar; pasó el tiempo sin que ambos se percataran de él. Eventualmente, el sol casi otoñal empezó a bajar, lo cual indicaba que probablemente pronto sería la hora de la cena. “Ya sabía que sería difícil, mis padres me lo habían advertido” rompió súbitamente el silencio Daphne “pero tenía la esperanza de que al menos la primera semana no tendría que lidiar con esta estupidez” Harry se volteó a verla y ya sin la furia fría en sus ojos, volvía a parecer una niña de 11 años; demasiado pequeña para los problemas del mundo. “Antes no era así según mi padre o al menos no tan grave como es ahora” se explayó la chica “Slytherin siempre ha sido una casa orgullosa que ha mantenido tal vez cierta distancia con las otras casas, en especial con Gryffindor, pero ciertamente no nos odiaban y hablaban detrás de nuestras espaldas” “¿Y qué pasó?” inquirió Harry, sabiendo que eventualmente llegarían a la horrible afirmación que había hecho Hagrid. “El Señor Oscuro entró en Slytherin” dijo con una voz pequeña. “¿Quién?” preguntó Harry. Daphne lo miró sorprendida antes de asentir “probablemente lo conozcas como Quién Tú Sabes” “¿¡Voldemort estuvo en Slytherin!?” casi gritó Harry. Daphne se encogió y Harry no supo si fue por gritar o por usar el nombre de Voldemort “bueno si alguien va a decir su nombre, tiene sentido que sea El Niño Que Sobrevivió” dijo con una pequeña sonrisa. “Si…” continuó con gran pesar “estuvo en Slytherin, y según mis padres empezó a reclutar desde que era un estudiante y obvio, dónde sería más fácil reclutar que en su propia casa…” “Así que todos los que lo seguían eran de Slytherin” afirmó Harry a su propio pesar. “¡No!” exclamó Daphne, tomó una larga respiración y continuó “no, pero es lo que muchos como Hagrid afirman” “En ese entonces, cuando empezó a reclutar, nadie sabía lo que iba a causar; muchos lo seguían por poder o por curiosidad o porque compartían ciertos puntos de vista. Para cuando se reveló como el psicópata megalómano que era, ya era muy tarde para muchos” “¿Cómo así?” “Mis padres me contaron que cuando alguien dejaba su grupo, El Señor Oscuro los ignoraba e iba por sus familiares. Familias enteras de magos fueron aniquiladas porque algún seguidor decidía hacer lo correcto y alejarse. “Así que no hubo mucha opción, un pocotón de seguidores que a su vez fueron obligados a reclutar a otros; muchos obviamente de Slytherin también, ya que es normal que la mayoría de los amigos prevengan de la misma casa. “Al final no importó cuantos mortífagos provinieron de las otras casas o cuantos Slytherin se negaron a seguirlo, para los demás ya teníamos la fama de ser magos tenebrosos; así que fue más fácil culparnos a todos nosotros y sentirse bien que ellos ‘habían estado en el lado correcto’” terminó Daphne con un largo suspiro. “Ohh” dijo solamente Harry, era mucho en lo cual pensar. Pasó un largo rato antes de que volvieran a hablar, Daphne mirándolo por el rabillo del ojo de vez en cuando. “¿Estás arrepentido?” le preguntó eventualmente Daphne. “¿De quedar en Slytherin?” Daphne asintió. “Mis padres lucharon y murieron a manos de Voldemort; por él nunca los conocí y tuve que crecer con mis tíos” masculló con la vista en el horizonte “es… chocante estar en la misma casa que él” Daphne asintió entendiéndolo perfectamente. “Tal vez” Harry suspiró “no sería un problema si supiera de grandes Slytherin que hayan sido buenos…” “Ohh ¡yo te puedo ayudar con eso!” lo interrumpió Daphne con una gran sonrisa “no habrás pensado que escogí Slytherin solo porque mi familia siempre ha sido de Slytherin” Harry la miró con gran curiosidad. “Obviamente tengo que empezar con… bueno es un poco difícil porque no vas a reconocer los nombres ya que has sido criado por muggles, pero empezaré por el más ilustre y famoso de todos ¡Merlín!” “Ya va, ya va, ya va…” la interrumpió Harry “¿Merlín de verdad existió?” “¡Sí claro! ¿Ya lo habías oído entonces de alguno de nosotros?” “No, no… Merlín es famoso hasta entre los muggles” “¡Wow! Ahora creo que si entiendo porque dicen que es el mago más famoso de la historia” dijo ligeramente asombrada. “Y fue bueno ¿no?” verificó Harry. “Sin duda alguna” le aseguró Daphne. “Perfecto, entonces ya estoy tranquilo. Si Merlín fue un Slytherin, entonces puedo estar orgulloso de pertenecer a Slytherin” Sin más que decir y con sus estómagos rugiendo, se dirigieron a la gran sala para finalmente cenar.***
Nota del Capítulo: Bueno este capítulo terminó siendo bastante más largo de lo que planeaba originalmente, pero simplemente había tanto que introducir que fue necesario, aun dejando otras cuestiones para los siguientes capítulos. Independientemente, estoy bastante feliz de como quedó. Principalmente, este capítulo fue una gran oportunidad para introducir las diferencias idiosincráticas que hay entre Slytherin y Gryffindor, tanto en valores como en cómo se relacionan entre ellos. Para los más detallistas, habrán notada que hubo unos ligeros cambios en los hechizos que están aprendiendo. Esto es ya que aunque prometí que en general seguiré el canon, los hechizos durante el primer y segundo año son mucho más complejos de lo que deberían ser (JK Rowling estaba empezando a crear las reglas e introdujo muchos hechizos de nivel avanzado que no deberían poder castear) por ejemplo Draco conjurando una serpiente en el segundo grado, cuando la conjuración es algo que solo le enseñan a los que superaron sus TIMOS en sexto año. Así que notaran que a futuro el poder de los hechizos será acorde a lo que se estableció en los últimos libros. A Harry en esta oportunidad le costó un poco más encontrar un amigo, pero felizmente no tuvo que esperar mucho. Tal vez esperaban que fuera Justin, pero no todas las amistades empiezan con quién la casualidad o el destino te sienta en el tren. Estoy muy feliz que ya se relacionó con Daphne, un personaje que casi no tiene desarrollo en el canon y por ende una gran oportunidad para desarrollarla con gran libertad literaria. Otra diferencia por entrar en Slytherin, es que Harry está notando mucho más la diferencia entre los muggles (y los hijos de muggles) y los magos. De hecho lo de los colores es 100% canon y está en más detalle en la página de 'Wizarding World' si quieren informarse :) La relación de Snape y Harry es algo que se ve particularmente alterada por su entrada a Slytherin; ya que atacarlo y/o denigrarlo sería quitarle puntos a su propia casa y romper la fraternidad de los Slytherin, así que Snape se encuentra un poco desconcertado. Diría más pero es algo que probablemente será más explorado en los capítulos futuros. Finalmente, aunque planeé la visita a Hagrid (al final de cuentas, Hagrid estaría interesado en ver como va su primera semana irrespectivamente de su casa) Daphne me sorprendió tomando la iniciativa y desviando la trama; algo que me desconcertó mucho por ser un personaje nuevo, pero me agradó en demasía que ya este demostrando su personalidad. Al final, me presentó la oportunidad perfecta de demostrar la discriminación que sufren los Slytherin simplemente por ser Slytherin; algo que en la saga original (que es desde el punto de vista de Harry) no es posible de ver y se tiene que leer entrelíneas. PD: ¡Lo de Merlín es 100% canon también! De hecho, fue un gran defensor de los muggles (quería que la sociedad mágica y muggle se unieran) y la Orden de Merlín era previamente una organización dedicada a la protección de los muggles (algo de lo cuál Daphne no está al tanto).