ID de la obra: 406

Esmeralda

Slash
PG-13
Finalizada
28
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
¡Vote por el trabajo que más le guste! Puede votar una vez al día.
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
6 páginas, 2 capítulos
Descripción:
Notas:
Dedicatoria:
Publicando en otros sitios web:
Permitido mencionando al autor/traductor con un enlace a la publicación original
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Capítulo 2

Ajustes de texto
Las dos últimas semanas se habían pasado volando. Apenas había tenido tiempo para descansar debido a las montañas de papeleo que debía revisar. Harry había estado a su lado todo el tiempo, sin embargo, solo habían intercambiado saludos. La planeación del baile no había sido tarea fácil. Él no había hecho mucho, pero sí había visto a su jefe de mayordomos correr de un lado a otro preparando y arreglando cada detalle. El último paso era la prueba de vestuario. Cualquier retoque debía ser hecho inmediatamente, pues esa noche tendría que verse impecable. Draco observó con cuidado la máscara azulada con destellos de escamas tornasol, pasó una mano por el suave chaleco y sacudió un poco la capa que colgaba del perchero. Definitivamente el sastre real se había esmerado con el traje para baile. Un magnífico disfraz de dragón hecho a la medida. Elegante y sobrio, perfecto para el futuro rey. Se preguntaba si su guardaespaldas iría disfrazado. Se imaginaba que lo más probable era que no, ya que un traje podría dificultar sus movimientos si pasaba alguna emergencia, pero estaba seguro de que disfrutaría demasiado verlo bailar lentamente en la pista, en especial si era con él…No. Esto era algo serio, una semana después sería la coronación, su cabeza debía estar total y completamente en el baile y la ceremonia, sentimientos infantiles no podían distraerlo de su deber. Después de la revisión final del sastre, el conjunto estuvo terminado. Las horas antes del baile fueron un completo ajetreo. Sirvientes por aquí y por allá, encargándose de su baño, cabello, vestuario, rostro y joyería. Su último gran evento como príncipe heredero y el posible lugar donde encontraría a su consorte, Draco sintió los nervios revolotear en su estómago. Se miró al espejo y forzó una sonrisa. El traje era perfecto, su rostro lucía perfecto, el baile sería perfecto, no debía estar nervioso. Además, la luna haría todo el trabajo, él solo debía sonreír y saludar a los invitados.

˜

Cuando el reloj marcó las ocho, Draco salió de sus aposentos y se dirigió al gran salón. Esperaba encontrarse con Harry fuera de su habitación, pero el chico no estaba en el pasillo, tal vez, ¿llegaría al baile? El príncipe siguió caminando seguido de su mayordomo y algunos sirvientes. Se detuvo al llegar a las inmensas puertas y aguardó a que los guardias las abrieran. —Su Alteza, el príncipe heredero del clan Malfoy, —proclamó el heraldo solemnemente. Desde el balcón Draco observó la decoración. El gran salón brillaba con centenares de destellos, provenientes de los candelabros, que danzaban sobre el mármol pulido. El techo se abría majestuosamente, revelando la noche estrellada; la luna aún estaba oculta, pero la magia podía palparse en cada rincón. El murmullo constante de risas y copas tintineantes se cortó con su llegada. Luego de la reverencia de todos los asistentes, el príncipe caminó hacía las escaleras. Podía escuchar sus latidos a cada paso,bum, bum, bum. Se acercó a sus padres, Lucius le hizo una seña a la orquesta, que dio inicio a la celebración. El primer acorde de un vals suave empezó a tejer su hechizo en el aire. Decidió que el baile de apertura fuera con su madre, como muestra de respeto a la familia real. Narcissa lo acompañó en el primer vals con gracia. Al terminar la canción, Draco observó a su padre acercarse, venía con algunos de los ministros y consejeros. Seguramente la mayoría querría felicitarlo por su ascenso al trono, todos estarían bastante interesados en demostrarle su lealtad, en ganarse el favor del nuevo rey. Después de que el anterior monarca había muerto sin dejar herederos, hacía ya varios años, el reino mágico de Gran Bretaña había decidido buscar al siguiente en la línea de sucesión y ese había sido Draco, último del linaje de la noble casa de la familiaBlack. En ese momento había sido muy joven para dirigir un reino, así que el ministro se había hecho cargo hasta que el chico cumpliera la mayoría de edad. Entonces había llegado la guerra. Con Voldemort queriendo matarlo para hacerse con el poder las cosas se habían complicado. Pero Harry los había salvado a todos, erradicando el peligro y matando al Señor Oscuro. Draco estaba a salvo, y por fin, había llegado el momento de que asumiera su papel. Los saludos y presentaciones le tomaron bastante tiempo. Había agradecido, saludado, reído y bailado con hombres y mujeres de gran importancia, aliados de otros reinos y princesas casaderas. Faltaba todavía una hora para la media noche y Draco ya estaba muy cansado. Esperaba que la luna apareciera pronto para poder volver a su recámara y descansar. Confiaba no tener que salir en ningún momento de la semana, solo quería dormir todo lo posible antes de la coronación. La orquesta comenzaba a tocar una de sus canciones favoritas cuando algo llamó su atención. Por las escaleras bajaba un hombre, vestido en el más exquisito terciopelo. Una capa escarlata ondeaba en su espalda y el oro destellaba en los bordados de su chaleco. El traje se ajustaba por completo a su cuerpo resaltando su gran complexión. La máscara parecía haber sido espolvoreada con estrella y de ella salían dos imponentes astas. Un ciervo. El gris glacial de los ojos del príncipe se encontró con una mirada intensa que destellaba con la misma fuerza de las esmeraldas del tesoro real. El hombre se acercó a Draco, luego de una reverencia le tendió la mano. —¿Me concedería esta pieza, Su Alteza? —Draco se sonrojó y sintió el aire escapar de sus pulmones, pero asintió y tomó la mano de su guardaespaldas. Pudo sentir un leve estremecimiento recorrer su brazo. Al compás de la melodía, sus cuerpos empezaron a dibujar círculos sobre el suelo reluciente. Sus ojos se encontraban en un silencio tranquilo, ajenos a las parejas que giraban a su alrededor. La mano de Harry rozó su cintura con delicadeza y el príncipe volvió a estremecerse. El velo de sándalo y roble los envolvía con cada giro. Draco sentía que podría perderse para siempre en ese perfume. No sabía si temblaba por la música o la cercanía de su aliento, pero el resto del salón había desaparecido. La melodía cambió, pero sus manos no se soltaron. Siguieron danzando, entrelazándose, atraídos por la gravedad del otro. Las manos de Harry bajaron un poco más de su cintura y Draco soltó un suspiro. Una sonrisa se deslizó lentamente por el rostro del chico. Lo atrajo más hacia sí, sus labios estuvieron a punto de tocarse. —Alteza, ¿puedo? —Susurró contra su boca. Draco respondió con un suavesí.Entonces cerró los ojos y sintió los labios de Harry posarse sobre los suyos. Eran cálidos, sedosos, muy dulces. Entreabrió la boca, su guardia sabía a magia, promesas brillantes y caramelo derretido. Su pecho se calentó mientras unas manos recorrían su espalda con veneración. El beso era casi como un regalo divino, los dioses habían escuchado su plegaria, se habían compadecido de él y le habían otorgado lo único que había soñado por más de diez años. Acarició el cabello azabache de Harry, uniendolo más a él, no quería que se separaran. Quería quedarse así un poco más, quizás quedarse así para siempre. Entonces un murmullo sorprendido recorrió el salón, devolviéndole a la realidad. Abrió los ojos y observó el rostro de Harry. Estaba bañado en luz carmesí. Ambos se encontraban bajo el intenso reflejo. Eros había dado su bendición. La luna había elegido a su consorte. A su alrededor los invitados comenzaron a aplaudir. Harry lo miraba sorprendido. Entonces dio un paso atrás y se arrodilló frente a él, en una reverencia, apoyando la mano derecha en el corazón. —Alteza, la luna ha elegido, y para mí sería el mayor de los honores estar a su lado. Se ha cumplido el deseo más profundo de mi corazón. No puedo garantizarle que no habrá épocas difíciles, pero sí puedo prometerle que estaré a su lado en todo momento; cuando sienta que no puede ser más dichoso y cuando el peso de la corona sea tan fuerte que quiera dejarlo todo. Seré la brisa que lo acompañe e impulse y el roble que no lo dejará caer. Lo protegeré para siempre con mi vida. Entonces, si es lo que usted desea, Alteza, ¿me haría el honor de casarse conmigo? —La voz del chico era firme, decidida. El príncipe podía ver la determinación férrea en su mirada, así como el más puro amor. Draco sintió sus ojos llenarse de lágrimas.¿Que si lo deseaba?Por supuesto, había fantaseado con ello desde que tenía memoria. Era su sueño hecho realidad. —Potter, levántate. —El chico se levantó con cuidado y lo observó. El salón se había callado en un silencio expectante. —Nunca pensé que este momento fuera posible; nunca esperé que esto fuera posible. He ignorado aquello que mi alma anhelaba con tanto fervor, pero ya no más. Por supuesto que quiero casarme contigo. Te trataré con ternura, te ayudaré a amar la vida, compartiré contigo el silencio, el dolor y la dicha, porque sé, y he sabido por mucho tiempo, en lo más profundo de mi ser, que estás hecho para mí, Harry Potter. Una sonrisa inmensa se posó en los labios del chico y olvidándose de la etiqueta abrazó al príncipe con fuerza. Draco sintió su corazón arder y le devolvió el abrazó. Luego, sus labios volvieron a encontrarse. Por supuesto, gobernar un reino no sería fácil. Estaría lleno de retos y decisiones difíciles, pero sobrevivir a la guerra tampoco lo había sido. Draco sabía que si a su lado tenía a Harry podría con cualquier cosa, porque si había algo más seguro que su propia vida era esa mirada esmeralda. Una mirada que a pesar de no haberle devuelto el apretón de manos hace ya tantos años lo había acompañado y salvado una y otra vez. En el bosque prohibido. En la mansión. En la Sala de Menesteres. En la gran batalla… Harry nunca se había apartado de su lado, ahora Draco tampoco tendría que hacerlo. Fin.
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