ID de la obra: 415

El prisionero de la niebla.

Gen
G
En progreso
2
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
¡Vote por el trabajo que más le guste! Puede votar una vez al día.
Promocionada! 0
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 14 páginas, 5 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
2 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Capítulo 5

Ajustes de texto
Si en el gran comedor la luz de las velas era lo que bañaba la tez de los estudiantes, era la luna lo que un tiempo más tarde bañaría la tez ya de por sí blanquecina de aquella chica. Los suaves y sosegados movimientos de la chica hacían revolver las aguas a su alrededor, brillaban como perlas bajo la luz nocturna, haciéndola ver como una bailarina de plata. Bajo su habitual hechizo de ilusión, Richard contemplaba el evento con atención fija, disfrutando del espectáculo en silencio. No por morbo, ya que la atracción era un sentimiento que el bufón desconocía por completo, sino por el encanto del escenario. Genuinamente, Richard veía el lago, la luz de la luna, los movimientos de la chica, como una verdadera obra digna de ser representada y apreciada, una muestra de arte involuntario, una genialidad inintencionada, una cautivadora danza que volvía a su espectador en el prisionero de la niebla que se cernía sobre el lago. No obstante, el espectáculo se vio cortado cuando en pocos segundos, la espalda del bufón mordió el duro suelo, mientras que su pecho era presionado por algo diferente, una garra negra que lo apretaba con una fuerza que su inerte cuerpo no traducía como dolor, no podía ya que seguía embelesado por lo antes visto, pero ahora están más que eso, estaba genuinamente impactado. —Dame un solo motivo por el que no debería destriparte ahora mismo por fisgón —amenazó la loba de pelaje negro que ahora yacía presionado el torso del bufón contra el suelo. —Tú… pudiste verme… —musitó aún incrédulo el joven ilusionista, encontrándose en una situación nueva, casi inverosímil teniendo en cuenta que había logrado engañar a profesores y magos experimentados —Tu eres el nieto del director, cierto? —acercó un poco su hocico mientras olfateaba al chico bajo sus garras —Tienes parte de su olor, pero el tuyo está saturado de azúcar. La chica levantó su pata y se retiró, volviendo a tomar las prendas que dejó atrás para volver a vestirlas, mientras que Richard caía en cuenta de una cosa. —El olor… —Finalmente, Richard cayó en cuenta. Sus ilusiones engañaban a la vista y al oído, pero no al resto de sentidos —Eres una animaga, por lo que puedo ver —Se incorporaba lentamente mientras trataba de volver a acomodar su típica sonrisa. —¿Y qué si lo soy? —Que acabo de caer en cuenta de que puede que tengas algo que ver con Sirius Black La declaración cayó como un cubo de agua fría sobre la chica, quien volvió a mirar con una mirada depredadora al joven bufón que hacía su mejor esfuerzo por levantarse. —¿Y eso qué te importa? —Oh, nada, solo espero que no te importe mucho si le lanzó un par de maldiciones En vez de volver a mostrar un semblante enfadado, la chica solo se rió por el atrevimiento del bufón. —Ja, verdaderamente debes estar loco si crees que puedes siquiera alcanzar a lanzarle un hechizo a mi hermano. —Con que tu hermano, ¿eh? —Susurró interesado de su lazo consanguíneo —Supongo que lo de intentar matarme viene de familia. —¿Matarte? ¿Qué quieres decir con eso? Richard metió la mano en su sombrero y sacó el periódico que estaba leyendo antes de entrar al tren, con el titular bien grande de “Sirius Black provoca un atentado en el Callejón Knocturn” lanzándolo para que la chica estuviese al alcance de leerlo. —¿Comó están tan seguros de que fue Sirius? —Preguntó escéptica la joven animaga mientras el periódico era mojado por las gotas que caían de su pelo. —Yo lo vi con mis propios ojos, esa aura de muerte a su alrededor, esa capa y máscara marrones, esa cabellera larga y rubia y… —Espera espera espera —Interrumpió la animaga —Rubio? Imposible, ese no podía ser Sirius, nuestro pelo es del mismo color –¡¿Cómo?! –Esputó con sorpresa Richard mientras revisaba el titular, el cual, al estar en blanco y negro en tinta mágica de no muy buena calidad, no era tan fácil discernir los colores. –Creo que te la han dado con queso, canijo –Se rió ligeramente la hermana de Sirius. –¡Cállate! Esto quiere decir que hay algún desgraciado suelto por el mundo cometiendo crímenes, aprovechando el escape de Sirius Black para poder encubrirse. El análisis crítico del bufón no dejó indiferente a la animaga, quien cambió su semblante a algo más serio tras darse cuenta de lo que implicaba que un asesino esté suelto ahora que Sirius había escapado de Azkaban. –¿Sabes algo más de ese tipo? –¿Uh? –Soltó el periódico algo extrañado –No, nada, estaba tapado por todos lados, entró como un fantasma y escapó antes de que nadie pudiera verlo en detalle ¿Por qué? La chica simplemente no respondió y desvió la mirada, reflejando algo de melancolía en sus ojos. Este detalle no fue pasado por alto por Richard, quien esbozó una sonrisa más grande si cabe, la cual demostraba más picardía de la que ya le caracterizaba. –Oooooohhhh… ya entiendo, no quieres que tu hermanito sea inculpado por crímenes que no cometió, por eso te interesa buscar al terrorista. –¿Y qué? ¿Me vas a juzgar por ponerme de parte de mi hermano el asesino? –Escupió con algo de veneno en sus palabras la animaga, ya que ya era costumbre para ella ser discriminada por ser la hermana de un asesino como Sirius Black. –Ja, estás loca… me encanta –Dijo Richard para acto seguido, invadir el espacio personal de la hermana de Sirius –¿Sabes? Tú y yo no somos tan diferentes. Tu quieres encontrar al terrorista para exculpar a tu hermano, y yo para vengarme del intento de asesinato. Tu quieres salvar a Sirius, y yo quiero conocerlo, ¿No ves la correlación directa? –Al grano canijo –Lo que quiero decir, es que podemos trabajar juntos –¿Trabajar juntos? –Mira, créeme que yo no le propongo esto a cualquiera, pero en el fondo, ambos queremos cosas similares, y entre mis ilusiones y tu fuerza animal, podríamos ser el equipo perfecto –... No se si eres demasiado estúpido o estás demasiado loco –Admitió la chica Black con una gota de sudor en la frente –Eres de los pocos que no les da miedo relacionarse conmigo. –Jujuju, lo mismo digo. Cuando ambas miradas se encontraron, por algún motivo, la joven animaga se sintió algo más convencida con la propuesta. Esa mirada loca pero confiada se le hacía similar a la que su hermano alguna vez le ha dado. –Estás loco, tú…. –Trataba de intentar recordar el nombre del bufón –Richard Dumbledore, a tu disposición –Se presentó haciendo un cordial saludo quitándose el sombrero por un segundo– Y tú eres?... –Lilith Black, Lilith para ti, canijo –Se presentó de igual manera, esbozando una gran sonrisa a su nuevo compañero.
2 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)