Capítulo 4
11 de julio de 2025, 12:15
—¡PUAAAJAJAJAJAAA!
La risa se intentó contener en la caja torácica de Richard al ver al afamado Harry Potter ser sacado del tren con ayuda de sus amigos tras haber caído presa del ataque de un dementor. Tal fue la necesidad que el bufón tuvo que utilizar un hechizo de silencio para disimular sus constantes intentos de no desternillarse en la entrada de la escuela.
El edificio del castillo de Hogwarts seguía igual de viejo que siempre, una sólida estructura de piedra que para el bufón siempre fue una excusa para intentar argumentar que era segura cuando claramente nunca lo fue, aunque él disfrutaba del riesgo.
A lo lejos, pudo vislumbrar uno de sus lugares favoritos, el viejo sauce boxeador, que desde pequeño usaba para jugar, esquivando sus ramas para aprender a moverse mejor… su definición de diversión a veces era algo extraña, pero nadie podría negar que era un entrenamiento efecto, además que ningún mago debería aceptar un desafío si no sabía moverse por el terreno de juego.
Adentrándose en la estructura, el gran comedor seguía siendo el mismo pretencioso y completamente exagerado símbolo de ostentosidad de la escuela. Las velas colgando, o más bien, flotando del techo para asegurarse de que ningún rincón de la habitación quedase sin luz, mientras que las mesas de cada casa, separadas con recelo mutuo, se postraban a orden de la gran mesa de los profesores, pero en este caso, del grupo de estudiantes que conformaban el coro de Hogwarts.
La actuación resultó ser decente. Richard no podía despreciar una obra de arte que por lo menos cumplía lo que prometía, así que valoró el esfuerzo de sus compañeros, y aplaudió como el que más, a pesar de que tenía claro de que no volvería a dirigirle la mirada a los chicos del coro en lo que restaba de curso, vicisitudes que iban disipándose cuando el director de Hogwarts, su mismo abuelo, tomó la palabra.
—Bienvenidos todos, a un nuevo año en Hogwarts. Ahora, me gustaría dedicar unas palabras antes de que empiece el revuelo del banquete. En primer lugar, me congratula darle la bienvenida al profesor Remus John Lupin, quien tuvo la amabilidad de ocupar el puesto como profesor de defensa contra las artes oscuras. Un fuerte aplauso
El anciano se apartó ligeramente para dar paso a quien se levantaba de la mesa, un hombre algo desalineado, de pelo corto y castaño, ojos claros, y un bigote poco pronunciado que le daba una seña extra de personalidad.
Entre aplausos, el nuevo profesor atrajo la mirada de la joven de pelo oscuro de antes, algo sorprendida, como si lo conociera, pero feliz de ver a ese hombre presentándose como nuevo profesor de Hogwarts. Esta reacción no pasó desapercibida para Richard, quien se esforzaba por ignorar los comentarios de burla de sus compañeros hacia Potter, ya que el director estaba por proseguir su discurso.
—Durante muchos años, nuestro profesor de cuidado de criaturas mágicas ha decidido retirarse en pos de pasar más tiempo con sus seres queridos. Afortunadamente, me llena de orgullo anunciar que ese puesto será tomado por Rubeus Hagrid.
Los aplausos tampoco se hicieron esperar en esta ocasión, secundados por algunas risas al ver como el gigantesco Hagrid inclinaba un poco la mesa de los profesores por accidente por el simple hecho de levantarse.
—Por último, como mandato del ministerio de magia, Hogwarts será patrullada intermitentemente por los guardias dementores de la prisión de Azkaban, hasta que Sirius Black sea capturado —Los murmullos de estudiantes no se hicieron esperar, mientras que una chica de pelo negro recibía esta noticia con una mirada de melancolía —los dementores estarán patrullando todas las entradas del campus, mas nos han asegurado que su presencia no resultará disruptiva para nuestras actividades del día a día, aun así, debéis tener precaución, los dementores son criaturas imparciales, no distinguen a su objetivo de quién está en su camino, no está en su naturaleza el perdonar. Pero recordad, que la luz puede encontrarse hasta en los momentos más oscuros… si es que alguien se acuerda de encender la luz.
Los pasos de los alumnos recorriendo los pasillos resonaron en mis oídos como una estampida de animales en la sábana, sin embargo, mis ojos terminaron posándose en algo más: la chica del pelo oscuro, quien abandonó la fila de estudiantes trotando por los pasillos, para salir afuera del castillo hacia quién sabe dónde.
La curiosidad fue demasiado tentadora para el bufón, así que decidió escabullirse de los ojos del encargado de Slytherin, utilizando una ilusión para burlar a Snape, y tomar el mismo camino que la misteriosa chica tomó, pero con algunos metros de distancia.