ᚥ. Endrino
20 de agosto de 2025, 15:35
—No entiendo nada de lo que me estás contando. —Katsuki escuchaba a Izuku con atención, pero para él nada tenía sentido. —No sé de quién me estás hablando. —Él no conocía a la diosa de la que le hablaba el conejo.
—¿No conoces a Ostara? —preguntó Izuku sorprendido con una voz tan finita que molestó al gato. —Eso no es posible. Ella es la diosa que nos trae las bendiciones de la primavera. Todos la conocen.
—Yo no la conozco —respondió Katsuki con un tono algo indiferente. —No creo que sea tan importante. Los gatos nunca escuchamos sobre ella.
Izuku no podía creer lo que estaba escuchando. ¿Cómo era posible que Katsuki no conociera a la diosa si ella se presentaba sin falta todos los años? Él ya había estado ante su presencia desde su primer primavera.
—Buena broma —Izuku lo escudriñó con su mirada, pero no encontró rastros de mentira en los ojos del gato. —Pero ella ayuda a todos. No puedo creerte.
—Pues creelo. Nadie ayuda a los gatos. —Esa fue la respuesta de Katsuki, más no había enojo en su voz, solo resignación.
Izuku no podía aceptar eso. No estaba dispuesto a aceptar que una diosa tan bondadosa como Ostara haya ignorado a su amigo. Decidió, entonces, que iba a encontrar la razón de por qué la diosa no se presentaba en donde vivían los gatos.
Katsuki iba a decirle que no era necesario que se moleste por eso, que ellos habían podido sobrevivir perfectamente sin las bendiciones, pero vio la resolución en los ojos del conejo y supo que no podría disuadirlo para que no lo hiciera y, por eso, no dijo nada.
Una mañana, Izuku se encontraba practicando el trazado de laberintos en la casa del líder del clan. Los laberintos eran muy importantes para los rituales, saber hacerlos beneficiaba al clan. El líder era un conejo culto y conocedor, Izuku sabía que él tendría la respuesta que estaba buscando.
—Jefe. —Dejó el laberinto que estaba garabateando a un lado. —¿La diosa visita todo el territorio cuando viene?
—Así es. Visita todos los lugares que ilumina el sol.
—¿Todos?
—Y cada uno —enfatizó el líder. —Me sorprende que no sepas eso. Eres el más adelantado de tu camada. —Izuku se sintió orgulloso de sí mismo, siempre le hacía feliz que lo reconocieran por todo su esfuerzo.
—Si, lo sé. —se dio cuenta que esa no era la pregunta correcta. Pensó y momento, había una pregunta correcta a lo que necesitaba saber, pero aún no quería que el líder supiera de la existencia de su amigo.
Izuku tomó un libro de la biblioteca del líder y lo ojeó. Tenía que cosas qué preguntar, pero no podía pensar en las preguntas correctas como para no levantar sospechas. Pasar las hojas, sentir como rozaban sus pelitos, ver las letras y los dibujos le ayudaba a concentrarse.
—¿La diosa… deja bendiciones en todos los lugares cuando viene?
—No. Hay que preparar un ritual. —le respondió el jefe —Tú ya conoces los rituales.
—Si, los conozco bien. —Pero había muchos rituales y no sabía exactamente cuál era el que necesitaba. Continuó ojeando el libro, observaba los dibujos, las letras, los laberintos, los trazos guiaban la formulación de sus preguntas.
—¿Cómo sabe la diosa dónde estamos?
—La guiamos con el calor del fuego.
El fuego. Esa era la clave, pero tenía que haber algo más. Katsuki le había dicho que su clan siempre usaba fuego. Era lo único que los mantenía con vida en la fría tundra, a salvo del miedo y de la muerte. Pero si ellos eran tan cercanos al fuego ¿por qué Katsuki dice que los gatos no conocen a Ostara? Ella debería haber llegado a los gatos guiada por su fuego. Entonces, había algo más.
Inko, estaba cocinando cuando Izuku llegó a su casa. El fuego chisporroteaba en el hogar bajo la olla llena de caldo. Él se quedó mirando detenidamente el fuego.
—Mami —ella le respondió con un suave sonido. —¿Si a Ostara la guía el fuego por qué nunca vino a la casa? —preguntó sin pensar.
—Porque no tiene madera de endrino —respondió como si fuera lo más obvio del mundo. Pero no lo era para él, nunca se le habría ocurrido esa razón, nunca le había prestado verdadera atención a los trabajos no artesanales que también se hacían en los preparativos para la llegada de Ostara. Nunca había estado en la construcción de las hogueras, pero si recordó las altas pilar de ramas de endrino que acumulaban antes de la primavera.
—¡Gracias, Mami! —Izuku se acercó corriendo hacia Inko y le dio un abrazo muy fuerte. Y, aunque ella no entendía la razón, le devolvió un abrazo igual de fuerte.
Katsuki llegó ese día al bosque y se encontró con el conejo que rebosaba de entusiasmo. Traía muchas cosas con él. Su bolso estaba lleno.
—¡Apúrate, Kacchan! Creo que esta vez ya lo descubrí. Mañana haremos el ritual juntos.
—No. Se van a preocupar si no estás en la celebración.
—Ya hice todas mis tareas para la ofrenda. Otro puede tomar mi lugar mañana —le dijo despreocupado. Pero la verdad era que no les había avisado que no llegaría a la celebración. —No te preocupes. ¡No voy a dejar que pase este año también!
Entre los dos acomodaron las ramas de endrino para formar una pequeña hoguera al lado del río, en el lugar que se conocieron hacía tanto meses. Katsuki acomodó prolijamente los peces que había pescado esa tarde. Izuku, por otro lado, llevó unos huevos recién pintados que acomodó entre los peces. Los había dibujado ilustraciones de las historias antiguas, los había pintado especialmente para que el jefe los rechazara y los descartara.
La primavera los encontró, solos, dormidos al calor de una hoguera construida a la orilla del río y, con la salida del sol, Ostara se presentó ante ellos.
Notas:
🌺Endrino: con su floración temprana en primavera, puede ser visto como un símbolo de la llegada de Ostara y el renacimiento de la naturaleza.
🌺Fuego: representa el despertar de la naturaleza después del invierno, la energía que anima la tierra y le permite renacer. Se pueden realizar rituales de fuego durante Ostara, como encender hogueras, quemar cartas con antiguas intenciones y escribir nuevas metas, o incluso saltar sobre las llamas para purificarse y renovar el espíritu.