ID de la obra: 538

Tiny Monsters

Slash
NC-17
Finalizada
0
autor
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
27 páginas, 11.368 palabras, 3 capítulos
Descripción:
Notas:
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Parte 2

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 [––––– Capítulo 7 –––––]

  Hacer un pacto con un demonio. La desesperación hizo que la sensatez de Izuna desapareciera a la misma vertiginosa velocidad en la que Kyuubi se dio cuenta de su debilidad y, antes de que pudiera retractarse, se apoderó de su “confusión” o dicho de otra manera del cuerpo que oprimía su alma.     Madara no aguantaba más, moriría y lo único que podía pensar era en su hermano menor, los errores que había cometido y el firme deseo de desaparecer para no tener que enfrentarlo. El pobre consuelo que le quedaba era la certeza de que él lo había poseído primero, ese momento que sería suyo por la eternidad.   Sonrió y encaró a Hashirama, que aunque también estaba notablemente herido no lo estaba tanto como él - ¿Quién? – preguntó. Ahora estaba a merced del Senju pero creía merecer saber la identidad de aquel que lo había estado traicionando… a decir verdad sólo esperaba no escuchar el nombre de Izuna. Pero el hombre frente a él no contestó, no le había contado aquello ni a su hermano pequeño puesto que sonaba risible y puede que Madara estuviese a pasos de morir pero ¿Valdría la pena decir que una voz en su interior era la que le había estado pasando información? - Pudo ser diferente – el portador del mokuton le dedicó un gesto triste pues aún recordaba esos días en los que fueron amigos - ¿Qué fue lo que pasó? Madara sonrió de lado – Me di cuenta de que planeaban quitarme todo lo que es mío, no podía dejar que me arrebataran lo más importante – la adrenalina disminuía y comenzaba a sentir el dolor punzante de sus heridas, sin poder evitarlo perdió el sharingan. Hashirama negó – Nadie pensaba quitarte algo. Bufó – no soy un estúpido ingenuo como tú, sé que si no hacía algo me lo quitarían – El Senju no entendió pero se rindió dándose cuenta de que su amigo hacia años había caído en la locura por el poder. Mejor era darle el golpe definitivo para acabar la guerra y con esa intención hizo los sellos para acabarlo con una técnica de Mokuton. Sin embargo el único movimiento que pudo hacer fue apartarse pues, de una manera inesperada, Izuna Uchiha acababa de aparecer y fiero, como nadie lo había visto antes, se interpuso entre Hashirama y su hermano. - Izuna – Exclamó Madara ronco y como eco a sus palabras se escuchó de igual forma la voz de Tobirama.   El chico miró de reojo a Madara y esbozó una pequeña sonrisa – Me tomará solo unos instantes – El mayor se sintió extraño e incluso un temblor recorrió por todo su cuerpo, temblor que Hashirama compartió.   El caos se hizo. En menos de lo que cualquiera hubiera estimado la mayoría de los miembros del clan Senju, y aquellos Uchiha que no pudieron reaccionar a tiempo, estaban muertos, los más poderosos apenas y se podían mantener en pie. Izuna atacaba y dominaba el dojutsu como a ningún Uchiha se le había visto y Madara, apostado en la tierra, luchaba por mantener la conciencia. El fuego del Amaterasu lamía el bosque a su alrededor, Hashirama apenas se podía sostener y aquello le parecía imposible a todos. La pelea se estaba haciendo eterna y, a pesar de que lo usaba indiscriminadamente, parecía que a Izuna jamás se le terminaría el chacra. Tobirama, que había estado ayudando a sus camaradas a huir, se dio cuenta de que las llamas estaban alcanzando una altitud de la que sería imposible escapar y con un movimiento rápido fue en busca de su hermano – Déjame encargarme – lo tomó del pecho al tiempo que ponía una mano sobre su hombro. Hashirama lo miró de reojo y negó – Ve con el resto del clan, protégelos – El menor hizo presión en el hombro del otro – Yo necesito hacerme cargo, no sé qué pasa pero… el clan estará mejor contigo. Bufó con un gesto apagado y lo apartó para que le soltase - ¡Vete! – le ordenó pero el peliblanco no estaba dispuesto a abandonar. - Por favor – rogó y cuando Hashirama cruzó los ojos con el menor supo que su hermano de verdad necesitaba pelear con Izuna. La oposición le flaqueo unos instantes y eso bastó para que Tobirama lo noqueara y con ayuda de un par de shinobis lo sacara de la alta pared de fuego.   - No te me escaparás – rugió Izuna concentrándose aún más para sellar todas las vías de escape posible, pero Tobirama se apareció a su lado con un movimiento rápido y lo golpeó en el rostro haciéndolo volar un par de metros hacia atrás. - ¿Qué te ocurre? – el Senju se miró el puño ensangrentado, sabía que aquella sangre provenía del esfuerzo que suponía usar el Kekkei Genkai con tanta insistencia – Izuna – El mencionado se paró sacudiéndose el golpe como si aquello hubiese sido nada y sonrió – Te estaba esperando – fue un ronroneo y Tobirama experimentó la sensación que antes su hermano y Madara tuvieran – Te necesito – y el gesto de felicidad se convirtió a uno sádico, de sus ojos desapareció el Sharingan para sustituirlo por un par de pupilas alargadas que sólo él pudo apreciar. Por unos mínimos instantes rozó la lucidez de lo que ocurría, pero no pudo hacer nada pues pronto sintió como un puño, enfundado en chacra tan caliente como el fuego, lo golpeaba a la altura del estómago y lo perforaba. - Tú no eres Izuna ¿Qui… - su voz fue un susurro que el Uchiha mayor escuchó e Izuna se permitió cambiar el gesto a uno completamente satisfecho. - Kyuubi – le respondió antes de retirar el puño y llevarse consigo parte de sus órganos ensangrentados. Como toque de crueldad lo miró caer en cámara lenta y antes de que tocase el suelo lo prendió en las llamas rojas de su chacra. El sonido del cuerpo de Tobirama cayendo contra el piso perforó los oídos de los únicos 2 que quedaban vivos en la escena. Y los segundos que pasaron después de eso fueron eternos.      Madara se incorporó de medio cuerpo como pudo. - ¿Puedes verlo? – Kyuubi se acercó hasta donde él estaba y el cuerpo le temblaba de gozo pues no se imaginaba que poseer un Kekkei Genkai como el sharingan fuese tan maravilloso – lo que he hecho por ti – bajó a la altura del pelinegro mayor y alargó una mano para acariciar su mejilla – iré por Hashirama y después te voy a mostrar cómo usar tu magnifico poder. Madara se echó para atrás e intentó acumular chacra para activar su dojutsu pero no lo logró ¿Había escuchado bien? ¡Kyuubi!, los demonios legendarios. - Tú…¿Qué?, ¡Bijuu! ¿Dónde está Izuna? – la rabia recorrió todo su cuerpo y Kyuubi se permitió hacer un gesto enfadado. - ¿Eso que importa? - Maldito demonio ¡¿Qué le hiciste a mi hermano?! – se daba cuenta de que lo que veía no era un jutsu de transformación y, como lo había dicho, si era un demonio debía ser una posesión. - Estorbaba – gruñó - ¡¿Cómo?!, ¿Qué le hiciste? – la respiración se le aceleró y como nunca odio sentirse tan débil – Te mataré. Kyuubi sonrió de medio lado – No puedes y no lo intentes porque te quiero para mí, no deseo lastimarte. Madara lo miró fijo, temblando – Dame a Izuna - demandó. - ¿No te das cuenta de lo que acabo de hacer por ti? – Kyuubi se trepó encima de Madara y lo tomó de ambas manos para sujetarlo contra el suelo – Acabé con tus enemigos, ¿Para qué quieres a Izuna si  era un idiota que te estaba traicionando y sobre todo te odiaba por lo que le hiciste? El pelinegro cerró los ojos y se convulsionó para que lo soltara – Suéltame imbécil – el cerebro le trabajaba lo más rápido que podía. Pretendía sacar chacra de cada una de sus células porque frente a él estaba un bijuu, diciendo incoherencias. Kyuubi dejó escapar lentamente el aire – No – le besó la frente – te he estado observando, te quiero, no digas que me matarás por favor. No tienes idea del tiempo que he estado esperando encontrar a alguien como tú. Madara no respondió, se sentía extraño pues frente a él estaba y no estaba Izuna. - Incluso elegí a este niño como mi Jinchuriki porque sé lo mucho que te gusta. ¿Sabes?, él nunca hubiera matado a Tobirama y yo lo mate… estoy dispuesto a hacer muchas cosas por ti – de repente sus ojos comenzaron a llorar sangre de nueva cuenta y el fuego del Amatarasu que los rodeaba desapareció - ¿Puedes creer que mi fuego se manipula igual que el tuyo? - ¡BASTA! – le gritó – le haces daño – y apareció el mangekyo el par de segundos que le permitió el poco chacra que hasta ese momento logró exprimir de su cuerpo. Kyuubi se sintió repelido, mareado porque la ilusión fue bastante fuerte, considerando que Madara estaba muy débil; y se maravilló pero a la vez se enfadó. - Regrésame a Izuna porque de otra manera, si no me matas te mataré. El bijuu gruñó. Había contemplado aquella posibilidad pero había preferido dejarlo como una segunda opción – Pero ya eres mío – le susurró al oído – aunque lo olvides – lo miró a los ojos y aprovechando que el Uchiha no tenía energía suficiente para resistirse y vencer su influencia selló sus recuerdos.    

[––––– Capítulo 8 –––––]

    Desde el último enfrentamiento con el clan Senju habían cambiado muchas cosas para los Uchiha pues, si bien el luto se podía observar en cada rincón,  se experimentaban una calma y felicidad relativa. De aquella batalla sólo habían regresado Madara e Izuna, el menor apoyando el peso del mayor sobre sus hombros para que pudiese caminar.   - Te digo que tampoco lo recuerdo, no crees que deberíamos simplemente disfrutar de esto – Izuna tenía una expresión de paz mientras se aferraba al cuerpo desnudo de su hermano. Descansaban en la cama pues acababan de tener una sesión de sexo que ambos podrían calificar como alucinante y lo que menos quería hacer era pensar en lo que había pasado antes. Madara se llevó una mano a la cabeza y se masajeó las sienes – no lo entiendo – besó la coronilla del menor – pero necesito saber qué pasó con él. - Déjalo – insistió Izuna – Ni usando el sharingan puedo romper el sello que uso Hashirama, sólo debemos entrenar para estar preparados cuando vuelva – Izuna buscó sus labios y se fundieron en un beso. Se gustaban tanto. - Izuna – Madara pasó una mano por sus cabellos y los acarició con anhelo – Si me dejaras intentar hacerte recordar, sabes que tengo un mejor control del Mangekyo que tú – De improvisto el menor se separó y se sentó en la cama dándole la espalda – No – dijo tajante – No quiero que lo vuelvas a usar conmigo – tembló y Madara compuso un gesto de culpabilidad. - Perdóname – lo abrazó  por la espalda para intentar tranquilizarlo – prometí no volver a lastimarte y no lo haré. Izuna negó levemente – lo sé pero… tengo miedo. El mayor apretó el abrazo – Perdóname – repitió – si me odiaras lo entendería, me parece un sueño que ahora pueda abrazarte de esta manera. - No podría odiarte – el menor se separó y comenzó a recoger sus ropas regadas por la habitación mientras el otro lo seguía con la mirada – Necesito tomar aire. - Izuna – llamó cuando vio que iba a girar el pomo de la puerta para salir de la habitación – Te amo. El mencionado sonrió – Yo también –  atravesó el umbral para perderse entre los pasillos y dedicarse a pensar. Estaba seguro que el mayor tardaría más en salir porque se llenaría la cabeza de remordimientos. Que se autocastigara si así lo deseaba, al menos eso lo mantendría ocupado.     ¿Cuánto tiempo habría pasado?, ¿Un mes?, ¿Dos?... Madara seguía con aquella obsesión por recordar los incidentes de aquel día y por supuesto eso no le convenía, mucho menos podía permitir que usara el Magenkyo con él. Si lo hacía descubriría que él no era Izuna, que tenía al verdadero encerrado en los confines de su mente y que lo que veía era a Kyuubi suplantando su identidad gracias a sus recuerdos.   Maldijo para sus adentros y luego sonrió como nunca antes lo había hecho – Así es como se siente amar – se susurró. Lo estaba pasando de maravilla, al final, no había nada como salirte con la tuya.      

[––––– Capítulo 9 –––––]

      El amor y el odio son 2 fuerzas muy poderosas, cualquiera lo sabía y mucho más alguien como Ichibi al que en ese momento le temblaba el cuerpo y rechinaban los dientes por lo fuerte que los apretaba – Kyuubi – gruñó.   Antes había sentido su presencia, el bijuu había elevado su poder de tal manera que sin importar que él hubiese estado en la otra punta del mundo lo podría haber sentido. Creyó que lo llamaba y rápido acudió a su encuentro extasiado de saber que podían volver a estar juntos después de tanto tiempo, pero no esperaba encontrarse con aquello. Los días pasaron, los meses. Le dolía, lo volvía loco… No podía creerlo, ¡No podía soportarlo!, quería creer que Youko no había caído tan bajo pero así había sido. Estaba tan perdido que ni siquiera era capaz de sentirlo, a él odiando todo su alrededor. Ichibi pensaba que los humanos eran débiles, juguetes para usar y desechar, así vivían, por eso no era capaz de entenderlo. ¿Por qué?, ¿Por qué Kyuubi permitía que le abriera las piernas?, ¿Por qué gemía como animal en celo cuando lo tomaba?... ¡Por un maldito humano! Era imposible creer que lo había abandonado, que no había vuelto a él por ese estúpido Uchiha. No entendía la razón de que Kyuubi fusionara su conciencia con la del jinchuriki, era imposible que le importase tanto tenerlo a su lado. Ichibi no sentía otra cosa más que asco. Le horrorizaba la idea de escucharle decir “Te amo” de una manera tan natural. ¿Por qué a un humano?, ¿Por qué no a él? Ichibi lo amaba, él si era su igual… ese Uchiha no. Kyuubi se entregaba a ese humano y Uchiha lo llenaba de palabras de amor, pero pensaba demostrarle que eso era basura, nada comparado con lo que él sentía. Ya había tenido suficiente, los días de tortura que debían terminar, no podía seguir esperando que Youko se cansara del humano. Ya era hora de que Kyuubi matara a Madara, que volviera con él y estuvieran juntos por siempre, como siempre.    

[––––– Capítulo 10 –––––]

      Hashirama estaba sentado en el salón de su casa, con la vista perdida en un punto inespecífico. A su alrededor, fuera, lo que quedaba de su clan vivía un día normal. La guerra había terminado, ellos habían perdido y huido por el momento. Enterraron a sus muertos y a pesar de que él le había dado el adiós a su querido hermano pensaba que las cosas debían seguir su curso, se estaban adaptando a la nueva vida. - Hay que atacar – le insistió su actual mano derecha, un chico que perdió a su padre en aquella batalla. - No – Hashirama sabía que fuese lo que fuese Izuna Uchiha poseía un poder sobre natural. Ese tiempo se había dedicado a recaudar información y todo apuntaba a que los Uchiha habían hecho un pacto con un demonio, específicamente con uno de los bijuus – no pienso llevar a más hombres a la masacre – en condiciones él podía con un bijuu, pero ¿Podría con un bijuu y Madara?, su hermano ya no estaba y a pesar de que tenía muchos hombres fuertes a su lado, sabía que no tenía sentido. - Pero ¿Cuándo? – el chico se desesperó – el clan se está desmoronando, los hombres están perdiendo la fé en usted, quieren… -¿Venganza? – Hashirama mostró un gesto pétreo – Incluso estuviera dispuesto a actuar por semejante razón, no lograríamos nada. - Pero – el chico insistió – esta semana capturamos a un espía de los Uchiha, ya conocen nuestra ubicación y tienen intenciones de atacar, deberíamos hacerlo primero. Hashirama lanzó un suspiro y sus facciones envejecieron notablemente. El dilema radicaba entre pedirle a sus hombres que volvieran a huir o iniciar una batalla que terminaría por acabar con ellos – Retírate – le dijo serio al joven y cuando por fin estuvo solo se permitió lamentarse. “Tobirama”, con todo lo que había pasado ni tiempo había tenido para llorarle como era debido.   - Tengo una propuesta para ti – no lo había sentido venir, pero por una rendija de la ventana entró una ventisca de arena y sin más tenía una persona frente a él. - ¿Quién eres? – Interrogó y se puso en guardia al sentir las dimensiones malignas de aquella presencia. - Soy Ichibi, un bijuu y no tengo intención de pelear, como dije tengo una propuesta para ti – el bijuu mostró un gesto serio. - Ichibi – Hashirama lo repitió a modo de grabarse la información. Se mostró imperturbable y lo evaluó varios segundos - ¿Cuál es tu propuesta? – dijo al fin, cuando no pudo relacionar los escasos datos que conocía. - Dame tu fuerza y eliminaré a Madara Uchiha – Tanuki lo dejó escapar como venía a su mente. Entre los 2 a Kyuubi era al que le gustaba hacerse el misterioso y dar rodeos a la idea, él, por otro lado, era directo. Le gustaba la carne cruda y no pretendía perder el tiempo cocinándola. Hashirama se permitió hacer otro silencio. En ese tiempo había leído la poca información disponible de los bijuus - ¿Que ganas tú en esto? – la desconfianza era latente en su voz. Los ojos de Tanuki brillaron de rabia – No los quiero juntos – sus palabras temblaron - ¿A quiénes? - Aquello era aún más sospechoso, sinceramente creía que la persona frente a él estaba completamente loca. - A Kyuubi y Uchiha. - ¿Qué? – el Senju se mostró impresionado ¡El Kyuubi! Ichibi entrecerró los ojos – Necesito tu fuerza, tu cuerpo para ser específicos – Hashirama se permitió un momento de curiosidad pues lo sabía, sus fuentes e investigación estaba en lo correcto - ¿Por qué? El bijuu chasqueó la lengua y la arena se arremolinó a su alrededor unos instantes antes de clamarse – Sé la manera de separarlos, sin embargo, si las cosas salen mal y me descubren… con tu fuerza podría sobrevivir –  se paseó impaciente por el salón. Parecía nervioso y desesperado por algo desconocido para el pelinegro – lo que te propongo es eliminar la amenaza sobre tu clan si decides ayudarme.   El silencio volvió a hacerse unos minutos. Para un ser inmortal aquello era una nimiedad pero en esos momentos Ichibi no podía pensar pues cada segundo significaba una oportunidad para que Madara tocara a SU pareja. En general no le molestaría pero una cosa era el “sexo” y otra el “amor”. El cuerpo le tembló por el disgusto. Amor.   - Mira – Ichibi no podía ocultar su exasperación – nosotros funcionamos de una manera muy peculiar, somos diferentes al resto de los demonio. Para cambiar de host necesitamos que nuestro receptor lo desee – movió las manos como si pretendiera formar una bola de energía – es un arte, requiere de mucha astucia engañar a un humano al punto de que te acepte por completo y la confusión no le permita rechazarnos, e incluso después de ello, necesitamos romper por completo la voluntad del host eliminando a un ser querido – Ichibi lo miró con ojos amarillos brillando – pero mientras más fuerte más difícil es someterlo y no tengo tiempo para eso – lo señaló – acéptame por completo y mantendré a tu clan a salvo. El pelinegro miró por la ventana y observó el sol en el cielo. Hizo una resolución y se medio sonrió, de pensar que buscar la ayuda de un Bijuu había entrado entre sus opciones desesperadas - ¿Cómo sé que no mientes? - No lo sabes – Ichibi se calmó – y no tendría caso darte mi palabra. - ¿Matarás a uno de mis seres queridos? – Hashirama se miró las manos bastante interesado en ellas. - Sólo si te resistes pero… ¿Te queda algún ser querido? Se permitió pensarlo unos instantes. Tobirama era lo único que había tenido, quería a su clan pero ¿Habría otra manera de salvarlos?, simplemente los veía condenados fuese como fuese. Incluso si aquel era un sórdido plan por el bijuu, “Arte” como lo había llamado, para que él lo aceptase… no veía otra salida. - Esta bien – aceptó e Ichibi sonrió – sólo permíteme dar un par de instrucciones.      

[––––– Capítulo 11 –––––]

      Kyuubi lanzó un quejido mientras a arqueaba la espalda – Más – rogó como pudo y la excitación le hizo arrugar las sabanas entre sus dedos – Ahh Ani..ki  motto. Madara sonrió satisfecho e inclinándose lamió la clavícula de su pareja y deslizándose un poco más arriba mordió su cuello - ¿Cómo te gusta más? – preguntó cuando llego a su oído – Así – disminuyó la velocidad de las embestidas con las que lo estaba volviendo loco y con cada intrusión golpeó contra su próstata – o así – y la estocada fue tan rápida y potente que lo hizo poner los ojos en blanco. - Así – jadeo como pudo. - ¿Así cómo? – y sabiendo a que se refería hizo lo contrario, regresó al ritmo lento. - ¡¡Fuerte!! – Demandó sustituyendo las sabanas por la piel en la espalda de su amante – Ya – si estar con él no fuese tan delicioso seguro que lo habría matado. El Uchiha se permitió hacer un gesto arrogante – Como ordenes – y después lo único que se escuchó fueron los gemidos de placer de ambos. - Eres delicioso… Izuna – suspiró el mayor siguiendo el vaivén, comenzaba a sentirse perdido en su placer y los embates se volvían erráticos. - No – jadeó el menor – no termines aún – pero como si quisiera que hiciera todo lo contrario apretó el trasero intensificando las sensaciones de ambos. - No antes que tú hermanito – ocupó una mano libre para acariciar su pecho y apretar levemente con los dedos a la altura de su abdomen haciendo que a la vez su palma chocara por momentos con la erección del menor – puedo sentir como se mueve todo dentro de ti. - ¡Ah! ¿Qué haces? – se quejó al sentir como Madara comenzaba a desvariar y no le daba el orgasmo que ya le había prometido. Pensaba protestar pero el mayor calló cualquier pensamiento y palabra cuando se adentró en él tan fuerte y profundo que de verdad sintió que todo en su interior removía - ¡Ahhhhh! – al embate le siguieron otros igual de rudos. - Te encanta ¿Verdad? – Madara llevó su mano juguetona al cabello de Izuna y lo tironeó fuerte, haciendo que de los ojos del menor escaparan un par de lagrimillas – Canta para mí – le ordeno y realmente no tendría que pedirlo porque el otro gritaba con toda la pasión que sentía. En menos de lo que esperaba el menor terminó con un ronco gemido y Madara sonrió complacido, disfrutando las contracciones de los músculos de Izuna que apretaban calientes su erección. Se sentía a punto de terminar y con tres embates rápidos e igual de profundos se vino. La respiración acelerada de ambos poco a poco se fue acompasando y luego, como acostumbraban, Madara besó la frente de su otouto mientras él cerraba los ojos. Izuna siempre dormía profundamente después del sexo, a diferencia de él que,  siempre que terminaban, se sentía lleno de energía. - Descansa – pidió el mayor acariciando sus cabellos y el menor no contestó pues ya había caído en los brazos de Morfeo.   Madara se permitió observarlo unos instantes y luego salió de la cama para comenzar a vestirse. No le había dicho nada a Izuna pero ese día tenía planeado atacar la aldea de Hashirama, el menor ni siquiera sabía que ya lo había encontrado y era mejor así. Con el tiempo aprendió que al chico no le gustaba rememorar aquello y él, para que negarlo, sentía una pisca de celos al intuir que su renuencia pudiese tener algo que ver con el ya muerto Tobirama. Izuna no tenía que saber que él planeaba eliminar todo aquello que podría llevar los genes del peliblanco o incluso eliminar la posibilidad de que, en nombre de la venganza, alguno del clan Senju pudiera arruinar su futuro.      

[––––– Capítulo 12 –––––]

      Ichibi estaba sentado a los pies de la cascada en el valle del fin. Podía sentir como Madara Uchiha se acercaba a su posición y se mentalizaba para no matarlo tan pronto lo tuviese enfrente.   - Hashirama – el Uchiha le llamó cuando alcanzó a verlo – Terminaremos esto, esta vez te demostraré mi verdadero poder – y era verdad, ahora estaría completamente concentrado. Sin los remordimientos de lastimar a Izuna y, mejor, con el incentivo de saber que él estaría esperando su regreso. El bijuu ladeó la cabeza un poco. Se sentía tentado a golpearlo, aplastarlo, tal vez no matarlo pero si hacerlo sangrar y tronar sus huesos bajo su arena… sin embargo aquello trastocaría sus planes – Eres patético – le dijo con despreció patente y Madara elevó una ceja – Un juguete humano que debería morir de forma agonizante pero – bufó – al que le voy a hacer un favor. El Uchiha no entendió a que se refería el otro y se permitió esbozar una sonrisa arrogante - ¿Un favor? – Activó el sharingan – morirás, ese es el favor que me harás hoy. Ichibi intentó no pensar en elevado nivel de chacra que el Uchiha frente a él ostentaba. Intuía, no, sabía que Madara se acababa de revolcar con Kyuubi. El muy maldito lo había tomado quedándose con grandes cantidades de su chacra y aunque aquello estaba en sus planes, porque eso significaba que el zorro estaba débil, no dejaba de irritarle. Si por él fuera violaría a Madara para exprimirle hasta la última gota de chacra, alimentarse de él hasta dejarlo seco. El pensamiento macabro lo hizo sonreír – Me parece que va siendo hora de que recuerdes algo que hace mucho olvidaste. Uchiha recordó el sello que sabía tenia y que era obra de Hashirama. Hasta la fecha se preguntaba ¿Por qué el Senju había usado una técnica de sello de memoria con él?, ¿Qué absurdo necesitaba que olvidara? Y lo vio moverse a gran velocidad con ayuda del sharingan pero cuando reaccionó y lo esquivo se encontró con una barrera de arena a su espalda. Fue arena, y no madera, con la que al hacer contacto todo le brilló y sintió un potente dolor de cabeza.   Gritó, primero de dolor físico y luego de dolor emocional cuando los recuerdos llegaron potentes a su mente. Su cabeza era una revolución de ideas inconexas.   - Por eso decía que eras paté… argh – Ichibi tenía la intención de regocijarse pero no contaba con que Madara se recuperara rápido y que ahora lo apretara fuerte con una mano a la altura de su cuello. El sharingan giraba en sus ojos, peligroso, hasta formar el mangekyo. - ¿Qué es esto? – arrastró y apretó un poco más. Ichibi pensó que lo adecuado era ayudarse del poder de Hashirama y combinó un ataque de entre arena y madera para repeler al Uchiha. Sin embargo sólo logró zafarse unos instantes antes de volver a sentirse atrapado, esta vez empotrado contra el suelo y una kunai amenazando con cortar a la altura de su yugular. - Te lo dije – escupió – eres el juguete de Kyuubi que desde hace meses se devoró a tu hermano y se burla de ti en tu cara – sonrió sardónico y sintió como su cuello comenzaba a sangrar por la presión. - Mientes – por la mente de Madara cruzaba la idea de que aquel fuese una treta creada por Hashirama. Ichibi resopló - ¿Has usado el sharingan?, ni un bijuu puede engañar al sharingan… te lo demostraré si lo usas en mi – y cambió las pupilas negras de Hashirama por las amarillas y afiladas pupilas que verdaderamente le pertenecían. Madara tembló, pero no se hizo esperar y se adentró en la conciencia del hombre frente a él.   El lugar era oscuro y la única luz que había alumbraba una figura que dormitaba en el suelo. Se acercó cauteloso y cuando se dio cuenta de que era Hashirama se permitió hacer un gesto confuso. Intentó tocarlo pero una barrera de arena se lo impidió. - No toques a mi jinchuriki – gruñó una voz detrás de él y cuando se giró pudo ver a un Tanuki 10 veces más grande que su tamaño real – Uchiha – podía sentir su desprecio y asco por permitirle aquella intrusión – Entiendes mi favor – siseó – te estoy diciendo esto porque Kyuubi ha compartido contigo su energía y no hay mejor persona para matarlo, sé que quieres matarlo y yo quiero que lo hagas. Madara sintió que el cuerpo le convulsionaba - ¡Cállate! – Le rugió y ambos estaban de vuelta en la realidad - ¿Cómo salvo a Izuna?, ¿Cómo lo recupero? Ichibi sonrió – No lo sé – La sangre borboteó de su hombro cuando Madara desvió la dirección y para no matarlo le enterró la Kunai en el hombro derecho. - ¡Dímelo! - Si los tienes son tuyos, si los abandonas están muertos – A Ichibi no le molestaba tanto el dolor pues disfrutaba ver el sufrimiento en los ojos de Madara El Uchiha meditó aquella información y tronó los dientes por la presión que ejercía en ellos. Pensó en el Mangekyo… si fue capaz de ver a Hashirama ¿Podría ver a Izuna?, ¿Lo tocaría?, ¿Estaría vivo?   Sin pensar en nada más que eso se levantó dispuesto a regresar a su aldea. – Espera – Ichibi se interpuso en su camino – Aún eres insignificante y yo quiero probar que es aquello tan interesante en ti. Madara estaba fuera de sí y no entendía lo que ocurría a su alrededor, mucho menos la razón de porque el bijuu había decidido besarlo. Así que de un solo golpe lo lanzó varios metros lejos de él. Si no creyera que no había tiempo que perder lo mataría. - Jum – Ichibi se limpió la sangre que había salido de su boca – te repito que eres insignificante, tómame y también te daré de mi energía para que destruyas a Kyuubi – El Uchiha no procesó las razones que pudiese tener el otro para decirle aquello. Sólo pensaba en Izuna y el recuerdo de la energía desbordante que sentía al tomar a su hermano le hizo entender a qué se refería el bijuu.   Ichibi jadeó cuando sintió que Madara lo tomaba de los cabellos y lo pegaba de vuelta al piso. No medió palabras, simplemente bajó sus pantalones y se restregó un poco contra él para luego adentrarse de una sola estocada. Madara no sabía cómo había logrado excitarse pues sólo tenía el deseo de ir por Kyuubi, pero sabía que la única manera era haciéndose un poco más fuerte. El bijuu gruñó y enterró las uñas en el suelo. Quería pensar que aquella sensación era por el gozo de saber que su plan iba a la perfección pues de verdad se sentía en el paraíso. No sabía que compartir energía con los humanos fuese tan satisfactorio, alucinante. Pegó la cabeza contra la tierra y se concentró todo lo que la excitación le permitía, él era un sádico y el dolor lo estaba matando de placer. Sabía que Madara era fuerte pero si lograba superar el nivel de Kyuubi, aunque fuese unos instantes, el zorro necesitaría enfrentarlo y eso le costaría la muerte a Madara. Simplemente no podía permitir que Kyuubi volviese a sellar la mente del Uchiha porque de esa manera eso jamás terminaría. …       Lejos de donde estaban Kyuubi se levantó desorientado y al descubrir que el cuerpo de su pareja no se encontraba a su lado experimentó una especie de deja vú. No quería recordar a Ichibi… pero algo le decía que debía comenzar a pensar en él.
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