[––––– Capítulo 13 –––––]
En esos momentos Kyuubi representaba la felicidad que traía consigo la ignorancia. Así que como cualquier día se desperezó, dejó que las sabanas deslizaran por su piel y tras abandonar la cama se sonrió socarrón frente al espejo. Su expresión era muy diferente a cualquiera que el inocentón de Izuna pudiese esbozar y su siguiente gesto de fastidio, inimaginable en el joven Uchiha. Pensaba que había tenido jinchurikis mucho más fuertes que Izuna y sobre todo mucho más compatibles con él, sin embargo no se podía quejar. Poseía una habilidad que sólo 2 Uchihas manejaban en ese momento, lograba despertar en Madara una especie de atracción excitante, amarga y obsesiva; y el sexo era alucinante. Mucho mejor que cuando estaba con Ichibi, lo que ya era decir bastante. Conocía al pequeño Tanuki y sabía que era un dolor de cabeza, lo había amenazado para que no se acercara pero era consciente de que la paciencia de Ichibi había alcanzado a lo mucho un par de años y se lo imaginaba, montando un berrinche que le arruinaría la diversión. Ser un youma tenía miles de lados positivos, ser él era lo mejor, era gracias a serlo que sabía que amaba a Madara. Había distinguido en muchos otros seres vivos el mismo irracional deseo de querer algo que ahora experimentaba, todos le decían amor. Ichibi decía que sentía lo mismo al tenerle a su lado y él también lo definía como amor. En esos momentos podría volver a la idea de que era un demonio y que ellos sólo podían apreciar los sentimientos negativos, pero ¿Quién decía que el amor era un sentimiento positivo, puro, bueno…? Era suyo y por eso sentía tanta afinidad con el líder de los Uchiha. Madara había hecho de todo para que Izuna no se quedase con Tobirama, pensaba en eliminar a todos aquellos que interferían y ansiaba encontrar la satisfacción que el dominio y poder otorgaban.Sabía que era imposible que encontrara a otro humano con tanto potencial como él, tan digno de estar a su lado. Así que con aquella idea, y razonando todo aquello que Ichibi alguna vez le dijo sobre amarlo, lo mejor era buscar al otro bijuu, llamarlo y cuando estuviese frente a él eliminarlo. Así como él no quería compartir a Madara y el Uchiha no pensaba en compartir a su hermano menor, Ichibi no querría compartirlo. De sobra sabía que Ichi no podría contra él, pero a su pareja le podría hacer daño y sobre todo, sabía que aunque le hiciese pagar… había daños irreversibles. Y no pensaba arriesgar a Madara.[––––– Capítulo 14 –––––]
Madara sentía algo indescriptible en la base de la garganta mientras avanzaba directo a su aldea. Ira, dolor, indignación… nunca se había sentido tan impotente, tan idiota. Un bijuu lo había engañado ¡A él!, al orgullo del clan Uchiha. Los ojos le ardían pues el sharingan giraba en sus pupilas una y otra vez, adquiriendo formas diferentes y por supuesto peligrosas. Sentía la energía de ambos bijuus fluir por su cuerpo y ésta burbujeaba en sus conductos de chacra al punto de ser doloroso. No quería pensar que no tendría a Izuna de vuelta porque una regla que todos conocían en su mundo era "jamás creer en las palabras de un demonio" y ahora más que nunca se aferraba a ello – Izuna – se susurró enfadado. Si no lo tenía consigo todos esos años de lucha habrían sido en vano. Pronto el humo de las chimeneas encendidas de su aldea comenzó a divisarse y aceleró la velocidad sintiendo la anticipación. Para cuando pisó la aldea fue consiente de todos y cada uno de sus habitantes y por primera vez su sharingan fue capaz de ver al Kyuubi a través de Izuna. Cuando encontraron sus ojos, la sonrisa que el menor había esbozado al mirarlo se borró. Todos los que estaban a su alrededor pudieron percibir como Madara había activado el Mangekyo y sin embargo la forma era un poco diferente. - Madara – Kyuubi sintió un vuelco en el estomago - No me llames así – el mayor había hecho un movimiento extremadamente rápido. Kyuubi fue incapaz de verlo hasta que tuvo el rojo iris a 10 cm de distancia y la mano de Madara cerrándose como una zarpa alrededor de su cuello – No tienes derecho ni a respirar por Izuna – Kyuubi gimió - ¿De qué… - - ¡Cállate! – Madara apretó con más fuerza y su amante alzó las manos en un vano intento porque lo soltase – Sólo, dame a Izuna – Todos los miembros del clan se congregaron a su alrededor. Aterrados por lo que ocurría. - Madara Sama, ¿Qué es lo que hace?- uno de los miembros del consejo se acercó para intentar detenerlo, pero el mencionado lo paralizó con sólo mirarlo. Kyuubi se dio cuenta de que todo se estaba saliendo de control. Madara era fuerte, pero no debía serlo tanto. Había absorbido su energía y él estaba más débil pero no como para llegar a esos extremos, le era imposible procesar que su sola presencia parecía controlarlo. El Uchiha era más fuerte que él. Y entonces entró en pánico. Activó el mangekyo y drenó todo su chacra para que saliese por los poros de su piel. Quemando a Madara y logrando que lo soltase el tiempo suficiente como para que pudiese separarse de él un par de metros. - Madara – repitió, confundido. Jamás en su vida había experimentado el miedo, pero en ese instante lo identificó, temblaba. Lo esquivó a duras penas. El mayor lo atacaba, pero todos sus intentos se enfocaban en inmovilizarlo para adentrarse en su mente. Entonces como una chispa lo recordó, aquello que le había dicho mientras lo ahogaba “Dame a Izuna”. En ese momento lo entendió – Tú, lo recuerdas todo – - Todo – y de un movimiento lo empotró contra el suelo Kyuubi ya no encontró más razón para seguir aparentando. Desprendió todo el chacra de su interior y la sensación de miedo fue remplazada por una sed de sangre y enfado. ¿Por qué Madara recordaba?, ¿Por qué lo atacaba? - Por fin te muestras ante mi – Madara estaba parado frente a él, podía ver sus ojos rojos brillando en la oscuridad. El muy maldito se había adentrado en su mente y él no había podido evitarlo. - Zorro – escupió el pelinegro con desprecio - ¿Dónde tienes a mi hermano? – A pesar de la situación, Kyuubi se sintió con el control y sonrió irónico – Crees que te lo voy a decir, ya demostraste que no eres tan inteligente como aparentas – rió por lo bajo – dime ¿Cómo fue que lograste salir de mi ilusión? – El pelinegro lo atacó y Kyuubi lo esquivó dando un salto y cayendo sobre sus cuatro patas mientras mecía sus nueve colas de un lado a otro. - Madara, Madara… Crees que tienes el control, pero eres un niño emberrinchado porque le gané su juguete – Esta vez no pudo esquivar el golpe y se sintió rodar por el suelo. El lugar era una caverna, negra y sin fin. - No lo tendrás – Gruñó Kyuubi enfadado - ¿Para qué lo quieres?, te lo dije, no te quiere. Y yo… por otro lado – el bijuu volvió a tomar forma humana y apareció detrás de Madara, pasando los brazos por su cintura y enterrando el rostro en su cuello – te lo puedo dar todo – aspiró el aroma del pelinegro, excitado. - Sólo hay una cosa que quiero que me des – Madara volvió a ahogar al Kyuubi entre sus dedos – Y me lo vas a dar ahora o convertiré tu eterna existencia en un hasta hoy – El bijuu gruñó y forcejeó para zafarse, pero era imposible. - ¡NO! – volvió a su forma de zorro y se lanzó hacia atrás mostrando los dientes – Te mataré – escupió saliva debido al enfado – si no estás conmigo, jamás estarás con él. No te voy a permitir ser feliz. – Comenzó a formar una bola de chacra roja saliendo de su boca – piensa que pudiste tener todo lo que querías, te ofrecí la inmortalidad y un poder inimaginable y lo rechazas por ese estúpido. Y NO LO TENDRÁS – Kyuubi estaba tan absortó, que no se dio cuenta que Madara hizo un par de sellos y lo pegó al piso. Lanzó un aullido, la bola de chacra desapareció y ambos volvieron a la realidad. - No lo tendrás – susurró Kyuubi y en un destello salió del cuerpo de Izuna, dejando que éste se desplomara en el suelo. Los miembros del clan Uchiha los seguían mirando y Madara, con los ojos chorreando sangre trastabilló hasta llegar a donde había caído el cuerpo de Izuna al suelo. Si no se equivocaba, su hermano había vuelto porque él había expulsado al Kyuubi. - Aniki – Izuna recuperó la conciencia y extrañamente se sintió dueño de sí mismo. Tenía la garganta seca y el cuerpo le dolía –¿Por qué te lastimaste tanto? – se sentía desfallecer, sin embargó elevó una mano para intentar limpiar las lágrimas de sangre en el rostro del mayor. - Izuna – Madara apretó al menor entre sus brazos – perdóname, yo… - - Shhh – Izuna lo mandó a callar y le sonrió – Todo este tiempo estuve ahí, sé que todo lo que dijiste fue para mí – de improvisto Izuna se sintió ahogar y de su boca comenzó a salir sangre - ¿Qué?, ¿Qué pasa? – el mayor se asustó - ¿Qué tienes? – se aferró a él como si aquello pudiese ayudarle. Izuna se estaba muriendo, no había que ser experto para darse cuenta de ello. - Yo también te amo y gracias… por todo – el menor le dedicó una de sus últimas sonrisas, de esas que lo hacían derretirse y las cuales lo habían enamorado. - ¡No! – Madara vio a su hermano cerrar lentamente los parpados y cuando el corazón del menor dejó de latir, al mayor se le apagó la luz de los ojos. Ya no podía ver, sólo sentir como el calor abandonaba poco a poco el cuerpo de Izuna. Y lloró. El agua salina hizo surcos en la sangre seca hasta que ya no salió más. - Izuna perdóname – Madara sentía todo su ser temblar cuando dejó el cuerpo del menor en el suelo. Las manos se le engarrotaron y sintió un nudo en la garganta mientras dirigía los dedos al rostro de su otouto y ante la mirada de todos le sacó los ojos. Para cuando Madara volvió a ver, el lugar ya estaba oscuro. Izuna estaba frio e inerte y él ya no era ni un rastro de lo que fue. La poca cordura que alguna vez ostentó desapareció y sólo una cosa rondó por su mente. Mataría a todos y cada uno de los demonios en la tierra. Acabaría con los bijuus y Kyuubi desearía jamás haberse metido con él. Por Izuna, los mataría a todos.[––––– Capítulo 15–––––]
Kyuubi parecía un animal asustado y perdido en el bosque. Debido a la perdida de chacra y de un cuerpo físico había tomado la forma de un pequeño zorro que a la vista parecía uno común y corriente. No podía creer que hubiese perdido. Madara lo había vencido y el único consuelo que le quedaba era saber que si él no podía tener lo que deseaba, el Uchiha tampoco. - Aquí estas – Una voz lo llamó detrás suyo y con suma facilidad el dueño de aquella lo alzó y lo acunó entre sus brazos - ¿Qué es lo que has estado haciendo mi amado Kyuubi?- El mencionado no pudo más que sentirse protegido e instintivamente se acurrucó en el pecho de aquel que lo sostenía – Ichi – llamó lastimero – Vámonos de aquí – Ichibi se sintió tan a gusto, tan completo, que sonrió y le acarició la cabeza con gentileza – Como digas – y sin más los envolvió en un remolino de arena para desaparecer. Kyuubi aún tenía muchas dudas, sin embargo, tenía una eternidad para pensar en todo lo que había ocurrido y otro tanto para hacerle pagar a Ichibi lo que, estaba seguro él, había hecho.- No me vuelvas a dejar –
- Sabes que lo haré –
- Entonces te traeré de vuelta –
Fin