ID de la obra: 547

El último partido

Slash
R
Finalizada
2
autor
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
33 páginas, 12.453 palabras, 8 capítulos
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Capítulo 3

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En un principio a Harry le asustó ver a Malfoy entrar a la enfermería, pues Pansy Parkinson lo había traído con ayuda de sus amigos entre gritos y exclamaciones fingidas de preocupación, pero cuando se enteró que su fiebre se debía al estrés se relajó. A decir verdad, no había dejado de sonreír desde que supo que el Slytherin le haría compañía un par de días en esa solitaria enfermería. Estaba tan feliz que no le perturbó el hecho de que gracias a una pelea entre el rubio, Ron y Hermione, sus amigos fueron vetados de la enfermería. Merlín. Ahí estaba su problema. Jamás negó que le gustase Malfoy, pero se contentaba con decir que sólo le gustaba. Llamaba su atención y pensaba en las mil maneras de llevarlo a la cama porque era apetecible, no porque hubiese un significado más profundo detrás de eso. NO lo amaba. Sin embargo desde que comenzó la temporada de quidditch y mientras se acercaba la fecha del partido dejó de estar seguro de que “únicamente” le gustaba. Ya no se podía calmar con las típicas excusas, y el tiro de gracia fue la horrible sensación que experimentó esa mañana cuando el Slytherin lo tildó de desagradable. Así pues, con un revoltijo de sensaciones. Se paró de su cama, el lugar donde apaciblemente cavilaba, y aprovechando que Malfoy estaba sumido en un profundo sueño gracias a un hechizo que la Sra. Pronfreey aplicó en él, fue hasta su cama para observarlo mejor. En verdad Draco era bello. Su piel pálida hacía de sus labios algo absolutamente tentador. Incitante y excitante. Sus cabellos acariciando su frente, su cuello delgado y la curvatura de sus hombros. Tenerlo frente a sí fue más de lo que su cuerpo hormonal pudo soportar. Se inclinó sobre él y se dio la oportunidad de aspirar su aroma mientras tímidamente recorría con la punta de los dedos las sabanas sobre su pecho. –Draco – susurró. Decir su nombre le supo a gloria. Siempre le hablaba para devolverle un insulto, así que decir su nombre de manera suave lo hizo suspirar. Por su mente volvió a cruzar la idea de que era una causa perdida. La familia de Draco intentó matarlo, se llevaba a morir con los Weasley, insultaba cada que podía a Hermione y lo odiaba. Principalmente lo odiaba. Pero… es que ¿acaso era estúpido? ¡Claro que valía la pena! Había estado usando excusas. Atracción, gusto o amor. Intentó disfrazar sus sentimientos con palabras, poniendo excusas para cubrir su cobardía. Sin embargo por muy tonto que quisiera hacerse, los hechos lo delataban. –Te amo – exhaló y se cansó de mantener un idilio con el aire que lo rozaba. Así que prefirió acercarse a su rostro y plantarle un beso. Saborearlo. Chocar sus labios secos contra los suyos y sentir el paraíso en forma de corrientes eléctricas recorriendo su cuerpo. Sin embargo el gusto no le duró mucho pues la Sra. Ponfreey apareció detrás de él y dio un pisotón para que la notara. Él saltó a causa de la impresión y comenzó a balbucear intentando encontrar una excusa razonable que justificara su actuar. Hasta que se dio cuenta que sólo la verdad era razonable. –Potter… – comenzó a hablar la mujer pero él cortó sus palabras. –No lo volveré a hacer. A menos que esté despierto… él… él decidirá si me quiere golpear o no. A pesar de que se escuchó lastimero la enfermera no cambió su gesto de molestia. Acentuó su ceño fruncido hasta que, después de varios segundos en silencio, negó con la cabeza –vuelva a su cama Sr. Potter. Mientras Harry acataba la orden por fin se entendió. Sabía que no tenía algo en común con Draco salvo los insultos y la rivalidad. Así que no había querido intentar otra cosa pues era seguro que el objeto de su amor optaría por pasar de él. Antes prefirió recibir su insultante atención a no recibirla, pero ahora que el destino le había creado una oportunidad no pensaba desperdiciarla. Después de todo, lo amaba. –Sra. Ponfreey – llamó sin ser consiente de que lo hacía –necesito pedirle un favor. _______________ La fecha del partido estaba sujeta a la recuperación de Potter y Draco tenía entendido que la enfermera le había prescrito descanso de un mes. Así que estaba de muy mal humor. ¡Un mes!, no podía creer que tendría que esperar tanto tiempo. Eso era un descarado tráfico de influencias. Estaba enfadado y en la tarde de su primer día en la enfermería, peleó con el pobretón a causa de eso. Aquel no reparó en vanagloriarse del favoritismo que gozaban ante Dumbledore y, como era de esperarse, comenzaron una batalla que terminó con Ponfreey impidiéndole la entrada a Weasley y Granger, más un golpe de varita en su cabeza que lo puso a dormir hasta el día siguiente. De aquel momento a la fecha ya habían pasado tres días y ahora se dedicaba a intentar permanecer ecuánime. Los días anteriores ocupó su tiempo en molestar a Potter, en un intento para matar el tiempo y disminuir su enfado, pero dejó de hacerlo cuando éste le advirtió que con incordiarlo sólo retrasaba su recuperación. Además, comenzó a ser aburrido pues el Gryffindor no colaboraba, en vez de contestar a sus provocaciones le seguía la corriente. Suponía que su pasividad se debía al ataque que había sufrido. Potter lucia como siempre, pero al interior estaba dañado. La razón por la que debía permanecer en cama eran los posibles efectos secundarios, de los cuales él apostaba por un seguro daño mental. En varias ocasiones había descubierto al Gryffindor mirándolo con una expresión que no quería descifrar, e incluso la tarde de su segundo día le ofreció su postre. Aunque después pelearon, porque lo acusó de intentar envenenarlo. Ya había notado que Potter no sólo no contestaba sus provocaciones, sino que intentaba entablar charlas con él utilizando tópicos corrientes. La actitud del pelinegro lo ponía de nervios, pues estaba fuera de su zona de confort. No tenía idea sobre cómo actuar fuera de su dinámica usual. Así que ahora lo ignoraba por completo. Lo decidió cuando se descubrió mirándolo de reojo, después de sucumbir a una trivial y corta plática sobre el sabor de la medicina. Sin embargo no era algo fácil. Como ejemplo podía poner el de ahora, cuando quería leer para relajarse y los fans de Potter que estaban de visita no se lo permitían a causa del escándalo que hacían. –¡Quieren callarse!– gritó ya sin poder contenerse. A la Weasley menor y su amiga Loovegod les tomó menos de una hora sacarlo de quicio. –Amargado – dijo la pelirroja justo antes de despedirse de Potter con un “hasta luego Harry”. Y él rogó porque ese “luego” ocurriera después de que él saliera de la enfermería. Lo cual esperaba fuera pronto. Tenía 4 días ahí y para una fiebre comenzaba a pensar que era demasiado. _______________ –¿Por qué nadie viene visitarte?– soltó Harry tan pronto Ginny abandonó la enfermería. Hizo la pregunta consiente de que tenía una intención alterna. Malfoy lo miró de reojo, molesto, pues cuando por fin creía que podía seguir con su lectura Harry le hizo una pregunta que consideró estúpida –eso es algo que no te importa. –Siempre me he preguntado si tienes amigos, o si Goyle y Crabbe son sólo tus damas de compañía. –Ya te dije Potter, no ensucies mi imagen paseándola por tu cabeza. Harry lanzó un bufido, pero no le dio mayor importancia al comentario hostil pues quería seguir con su interrogatorio –y… ¿tampoco tienes novia?, ¿qué ocurrió con Parkinson?– cuando hizo esas preguntas se dio cuenta que aquello lo había estado carcomiendo desde mucho tiempo atrás. Hubo un silencio incomodo antes de que Malfoy frunciera la nariz como si la idea de que alguien pensara que la Slytherin era su novia fuese insultante. –Potter, ¿no entiendes que no te im-por-ta? Harry sonrió para sus adentros, satisfecho por la respuesta implícita en sus facciones. –Entonces no tienes novia. O al menos Parkinson no lo es. Draco azotó el libro contra sus piernas. –No, no tengo. Y ahora que ya saciaste tu curiosidad ¿me podrías dejar leer? o es que ¿acaso viene otra manada de fans tuyos a fastidiar? Harry hizo un ademán de desechar el comentario, no se sentía enfadado por ser tratado de manera grosera, en cualquier conversación con Malfoy era indispensable el insulto. Había obtenido la respuesta que estaba buscando y con eso era suficiente. Malfoy estaba solo. Eso lo hacía inmensamente dichoso. El Slytherin debió notar su expresión de júbilo porque inmediatamente arrugó el ceño y apretó los labios. –Pansy sabe reconocer la calidad. Ni en mil años se fijaría en un apestoso Gryffindor como tú. Por unos segundos Harry tuvo una expresión de pasmado. Parkinson no era una chica fea, pero tampoco era su gusto, así que la idea de ser emparejado con ella tampoco le agradó. Negó lentamente y cuando pretendió responder a la provocación perdió sus ojos jade en el perfil de Draco. El tiempo se le hizo lento mientras admiraba sus facciones hasta que, sorprendido por el repentino deseo que tuvo de acercarse a él y darle otro beso, se sonrojó. Malfoy formó una mueca de desagrado y fingió un escalofrió. –Basta. Aprende algo Potter, ningún Slytherin que se respete se mezclaría con escoria como tú. El mencionado apretó los puños debajo de las sabanas. –No te preocupes no me interesa quitarte a tu “amiguita”. –Como si pudieras. Harry estuvo a nada de darle la espalda para no dejarlo ver su expresión de desilusión y volver a renunciar, pero ya no más. –A decir verdad sí me interesa un Slytherin, pero no es una ella, sino un él. Su interlocutor pasó unos segundos en silencio antes de mirarlo sorprendido –¿eres gay? –¿No se me nota? El rubio lo evaluó unos segundos –no. Careces de todo gusto. –Lo que pasa es que no todos podemos ser divas como tú. Cuando terminó de decir aquello, su compañero pasó por un amplió matiz de expresiones, sorpresa, gusto y disgusto; hasta que su gesto de sorpresa paso al horror, como si acabara de ver como le brotaba una cabeza extra –¿te gusta Crabbe? Esta vez Harry no supo qué hacer, si explotar en exclamaciones de asco como Malfoy había hecho u optar por romper su promesa de no insultarlo y soltarle un amplio repertorio. –No… y tampoco Goyle, antes de que te hagas otra idea. ¿Cómo se te pueden ocurrir esas cosas? Y ¿por qué Crabbe?, ¿qué...? – se quedó sin palabras. –Potter, intentas probar cuánto puede aguantar mi estómago antes de vomitar. –Fuiste tú quien mencionó algo como eso. Mafoy bufó ligeramente y luego le sonrió de lado. Casi le corta la respiración a Harry. El Gryffindor amaba esa expresión. –Y, entonces Potty te gusta un Slytherin. ¿Quién es? Harry se controló para no soltarle un “tú” a bocajarro. Amaba a Draco pero las cosas como eran, el rubio era un cobarde orgulloso. Así que imaginaba que una declaración repentina lo asustaría y lo pondría a la defensiva. Nada bueno saldría de eso. –No creo que sea bueno para mí decírtelo. –Ya – Malfoy se botó en la cama –estoy aburrido, dame algo con qué entretenerme. –Claro, yo soy la persona indicada para entretenerte. –Debe ser de un curso inferior, son bastante blandos. ¿Tercero? –¿De trece? Son muy pequeños. –¿Quinto entonces? Harry sonrió, no imaginó que el Slytherin se interesara tanto en aquello –de nuestro curso. Malfoy levantó la mano y contó con los dedos –esto es muy sencillo – comentó con una sonrisa, pero luego la borró y arrugó el ceño –¿Theodore? El Gryffindor imitó su gesto. En realidad no le importaba que Draco pensara que le gustaba quien fuese, incluso Millicent, siempre que después descubriera la verdad. Pero la sonrisa ensoñada que puso al pensar en Nott y la latente irritación con lo que lo miró después de convencerse que era él quien le gustaba lo enfadó. ¿Acaso Draco sentía algo por Nott? –Theodore – susurró y después de mencionarlo lo tuvo bastante claro. A Draco le gustaba Nott.
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