Capítulo 21
22 de octubre de 2025, 10:38
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CAPÍTULO 21
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—¡Hijo de puta! ¡Voy a matarte!
Mis ojos se desviaron de inmediato hacia donde los niños jugaban en la piscina, riendo y gritando lo suficientemente fuerte como para no haber escuchado la amenaza gutural de Edward.
—¡Edward! ¡Cuidado con tu lenguaje! —le advirtió Esme.
—¡Niños, fuera de la piscina! ¡Es hora de entrar! —Rose rápidamente dio instrucciones para que los niños salieran del agua. Me moví para ayudarla mientras Emmett atrapaba a Edward en un abrazo de oso para evitar que persiguiera a Jasper, quien había salido del agua por el lado opuesto de la piscina para alejarse del peligro inminente de ser golpeado por Edward.
—¡Edward, no te atrevas a amenazarlo! —Alice le gritó a su hermano.
—¡Mary Alice, ¿cómo pudiste?! —Esme se lamentó.
Puse una toalla sobre los hombros de Jackie y lo guie dentro de la casa, ansiosa por alejarlo de la escena que se desarrollaba afuera. ¿Cómo había pasado de ser una mañana pacífica a convertirse en esto tan rápido?
Edward había estado de excelente humor toda la mañana. Su equipo había ganado la noche anterior, y él estaba en su elemento, disfrutando con su familia. Todos habíamos acordado meternos a la piscina temprano, ya que Edward tendría que irse a trabajar por la tarde. Alice y Jasper habían venido a unirse al grupo. Los niños jugaban en la parte menos profunda de la piscina mientras los adultos nos lanzábamos una pelota de playa en la zona más honda. Cuando Doc sugirió que jugáramos chicken, Edward se sumergió y emergió con mi cuerpo sentado sobre sus hombros, haciéndome reír. Nos reímos aún más cuando Esme decidió levantar a Doc de la misma manera.
Todo cambió con la inocente preocupación de Emmett por su esposa.
—No, mejor no jugamos —dijo, negando con la cabeza—. No mientras Rose está embarazada. No quisiera que ella o los bebés salieran lastimados.
—Bebé —lo corrigió Rose, haciendo un puchero—. Singular. Deja de insistir en que serán gemelos, Emmett. ¡Me vas a salar!
—Entonces, mejor nosotros tampoco jugamos, ¿eh, cariño? —Jasper preguntó, mirando a Alice.
La expresión de puro shock y miedo que apareció en su rostro al mirar a su familia fue todo lo que hizo falta. Alice bajó una mano hasta su abdomen, y su labio inferior tembló.
—Oh, mierda, Mary Alice… —murmuró Doc.
Todo lo que pasó después fue un borrón. Prácticamente fui lanzada de los hombros de Edward cuando él entró en acción. Salí a la superficie, escupiendo agua y apartando mi cabello de la cara justo a tiempo para ver a Emmett lanzarse sobre Edward, deteniéndolo antes de que llegara a Jasper, quien trataba de escapar.
Me apresuré a ayudar a Rose a sacar a los niños de la piscina, deteniéndome junto a la puerta con Jackie mientras ella llevaba a Sophie y Grant al interior.
—Ustedes dos vayan con Bella. Los adultos tenemos que discutir algunas cosas.
—Vamos a ponernos ropa seca y a almorzar, ¿de acuerdo? —les dije.
—No te preocupes. —Grant le puso una mano en el hombro a Jackie—. Tu papá no va a matarlo de verdad. Probablemente solo quiera darle un puñetazo en la nariz.
—Eso es porque él hizo coito con la tía Alice —aportó Sophie.
—¿Qué? —pregunté, con los ojos abiertos como platos.
—Coito. Así es como se hacen los bebés.
—De nuevo, ¿cuántos años tienes? —pregunté.
—Casi doce. —Sophie se encogió de hombros—. Probablemente me venga mi período pronto. Mamá y papá ya me explicaron todo sobre las vaginas y los penes.
—Mejor no hablemos de los detalles frente a los niños, ¿sí? —dije.
Sophie asintió y bajó las escaleras para cambiarse de ropa.
—Vamos, chicos. Arriba. —Suspiré.
Ambos niños entraron en la habitación de Jackie para hacer lo que les pedí. Solté un profundo suspiro cuando finalmente llegué a la habitación que compartía con Edward. ¿Qué demonios estaba pasando afuera? Edward había perdido completamente los estribos. Nunca lo había visto tan furioso, pero… ¿Alice estaba embarazada?
Pensándolo bien, las señales siempre habían estado ahí: sus cambios de humor, sus malestares y las insinuaciones sobre adelantar la fecha de su boda. La reacción de Edward -bueno, la de toda su familia, en realidad- probablemente era la razón por la que Alice no había dicho nada antes.
Me apresuré a vestirme para volver afuera. Conociendo a Edward, todos iban a necesitar ayuda para calmarlo.
Por suerte, cuando bajé, la señora Waters ya estaba ayudando a Sophie a poner una película en la pantalla grande del salón.
—¿Podría asegurarse de que los niños tengan algo de tomar y algunos bocadillos? —le pedí—. Los, eh… adultos están resolviendo algo.
—Escuché cómo lo resolvían desde la cocina. —La señora Waters asintió con comprensión—. Ve tranquila.
Por suerte, cualquier grito que hubiese habido antes ya se había calmado para cuando volví al patio. Bueno, excepto por Edward. Caminaba de un lado a otro, visiblemente alterado.
—¿En qué estabas pensando, Alice? Pensé que habíamos hablado sobre esto.
—¡No eres mi padre, Edward! —Alice declaró con firmeza—. ¡Deja de sermonearme!
—Bueno, yo sí soy tu padre —intervino Doc—. Te crie, y creo que merezco un poco de respeto, maldita sea. ¿Cómo pudiste ocultarnos esto? ¡Tu madre no debería haberse enterado de esta manera!
—¡Lo siento! —Alice se lamentó—. ¡Iba a decírselos cuando todos estuvieran aquí! No quería decir nada porque sabía que Edward se iba a alterar.
—¡Por supuesto que estoy alterado! —Edward se jaló el cabello con ambas manos—. ¡Eres mi hermanita, maldita sea!
Me acerqué por detrás de Edward y coloqué suavemente mi mano entre sus omóplatos. Inmediatamente, bajó los brazos y se giró para mirarme.
—¿Sabías?
—Nadie lo sabía. —Alice negó con la cabeza, respondiendo por mí—. Solo Jasper y yo, y apenas nos enteramos hace un par de semanas.
—Adiós al compromiso largo —Esme murmuró.
—Ya decidimos adelantar la boda —ofreció Jasper—. Amo a su hija y voy a hacer lo correcto por ella.
—Más te vale. —Emmett gruñó.
—A mí me parece emocionante. —Rose añadió—. ¡Estamos embarazadas juntas!
Ante eso, Alice sonrió.
—¡No la animes! —Edward reprendió—. Esto es un error.
—¿Jackie fue un error? —Alice elevó la voz al pararse frente a su hermano.
—¡Sabes que no fue así! —Edward se apartó de mí y la fulminó con la mirada—. ¿Cómo puedes siquiera preguntarlo?
—¡Porque es exactamente como estás actuando! —Alice le gritó—. Como si esto fuera algo horrible. Solo porque tu primer matrimonio no funcionó…
—¡Alice, simplemente no quiero que salgas lastimada!
—¡Tú eres quien me está lastimando! —Ella le empujó el pecho—. Sabes mejor que nadie que esto no va a ser fácil, Edward. Necesito tu apoyo, idiota.
—Por supuesto que te apoyaré —murmuró entonces—. Pero, maldición, Ally. No quería esto para ti.
—¿Por qué? —Alice preguntó, dando un paso atrás—. ¿Porque soy joven? ¿Qué diferencia hay en tener un bebé ahora o en tres años? De cualquier manera, voy a estar casada con un jugador de béisbol, Edward. De igual forma, tendremos que averiguar cómo manejarlo con el calendario de Jasper. Ahora o después da casi lo mismo.
—Yo… no lo sé. —Sacudió la cabeza, luciendo derrotado.
—Yo sí lo sé. —Alice tomó sus manos—. El problema, Edward, es que has pasado los últimos años culpándote por el fracaso de tu matrimonio. Sabes que quiero a Lauren, es una gran mamá, pero no fue tu calendario lo que destruyó tu matrimonio, Edward. Fue su incapacidad para manejarlo. No pudo con ello, pero yo no soy Lauren.
—Tiene razón, hijo —Esme dijo, colocando una mano en el hombro de Edward—. Lauren no tenía expectativas realistas. La mujer adecuada…
De repente, sentí como si un foco de calor se encendiera sobre mí. Preguntas no dichas flotaban en el aire cuando Edward giró su mirada hacia donde yo estaba. Retorcí mis manos, preguntándome qué estaría pensando.
—Por favor, sé feliz por mí, Edward. —Alice tiró de sus manos para atraer su atención—. Te necesito, hermano mayor.
—Dios. —Edward finalmente permitió que una media sonrisa se formara en su rostro—. Probablemente eres lo suficientemente terca para lograrlo.
—La terquedad es de familia, idiota. —Alice sonrió.
Edward se puso de pie y la rodeó con sus brazos, abrazándola contra su pecho. Luego levantó una mano para señalar a Jasper sobre su hombro.
—Tú, mantente bien lejos de mí por un tiempo. —Entrecerró los ojos hacia él—. ¡Sigo enojado contigo!
—Basta. —Alice sorbió por la nariz y le dio un manotazo en el brazo.
—Necesito una maldita bebida. —Emmett murmuró.
—Tráeme una. —Doc asintió en acuerdo.
—Edward. —Llamé su atención, aclarando mi garganta—. No quiero interrumpir, pero necesitas empezar a alistarte.
—Lo sé. —Asintió y soltó las manos de Alice—. ¿Vienes conmigo adentro?
—Claro. —Sonreí.
—Esto es como "La Bella y la Bestia". —Oí decir a Rose detrás de nosotros.
—Quizás ella pueda tranquilizarlo. —Jasper sugirió.
—Cuidado con lo que dices. —Emmett intervino—. Edward puede estar calmándose, pero yo todavía no he decidido si voy a patearte el trasero.
—¿Estás bien? —pregunté cuando Edward y yo entramos a la casa.
—Lo estaré. —respondió tras un momento de vacilación—. Por un segundo, casi pierdo el control. Es una gran suerte que haya vuelto a ver a mi terapeuta.
—Tal vez necesites una sesión más larga esta semana —bromeé suavemente.
—Mierda. ¿Dónde está Jackie? ¿Escuchó todo eso?
—No lo creo. —Negué con la cabeza—. Está arriba, cambiándose. Sophie y Grant, en cambio…
—Voy a ver a mi hijo. —Edward me tomó de la mano—. ¿Me ayudas con algo? Voy atrasado.
—Ve con Jackie mientras yo empaco tu maleta. —Sonreí.
Dejé el bolso de Edward en el suelo, afuera de la habitación de Jackie, y asomé la cabeza adentro para verlos a ambos inclinados sobre la laptop de Jackie, discutiendo estadísticas de béisbol.
—Perdón por interrumpir —les dije.
Edward levantó la vista y sonrió. Toda la tensión que había llevado consigo parecía haberse disipado en los pocos minutos que pasó con su hijo.
—Tengo que irme —dijo, besando la cabeza de Jackie antes de ponerse de pie—. ¿Vas a ver el juego esta noche, campeón?
—Después de hablar con mamá. —Jackie asintió sin apartar la vista de la pantalla.
—¿Quieres bajar a almorzar? —pregunté.
—Okay.
Jackie cerró su laptop y bajó de la cama, caminando a mi lado para dirigirse a la planta baja.
—Creo que Jackie es toda la terapia que necesitas —le dije a Edward.
—Es lo mejor que me ha pasado en la vida. —Edward sonrió—. No fue un error, Bella. Fue inesperado, pero no fue un error.
—Lo sé. —Asentí, poniéndome de puntillas para besar su mejilla—. A veces, lo mejor de la vida es lo que no planeamos.
Los ojos de Edward buscaron los míos por un momento. Levantó su mano para apartar mi cabello de mi cuello y curvó sus dedos alrededor de la parte trasera de mi cabeza, inclinando mi rostro hacia el suyo. Cerré los ojos, disfrutando la suavidad con la que presionó sus labios contra los míos. Lento, cálido, reflexivo. Me sentí apreciada en ese momento de calma.
—Ew. ¿Van a hacer coito?
Nos separamos de golpe cuando la voz de Grant nos interrumpió. Edward gruñó entre risas antes de tomar a su sobrino y cargarlo sobre su hombro.
—¿Y tú qué sabes sobre eso, enano? —Edward le dio una palmada juguetona en el trasero mientras el niño se reía.
—¡Sophie me dijo! —Grant resopló y se retorció mientras Edward lo llevaba hasta la cama y lo dejaba caer en ella, jugando con él.
—Bueno, no le andes contando esas cosas a Jackie todavía. Es muy pequeño.
—¡Edward, la hora!
—Lo sé, lo sé. —Sacudió la cabeza, poniéndose de pie de nuevo.
—¡Para eso subí a buscarte! —Grant se quejó, acomodándose su camiseta de Las Tortugas Ninja, que se le había subido con el forcejeo—. ¡Jasper dice que te apures!
Edward tomó su bolso y bajó corriendo las escaleras. Lo seguí, aceptando un último beso rápido antes de que subiera a su auto.
Cuando volví a la cocina, Alice ya me estaba esperando. Sin decir una palabra, me acerqué y la abracé. Alice me rodeó con sus brazos, abrazándome con fuerza.
—No estés enojada. Perdón por no habértelo dicho.
—No lo estoy. —Negué con la cabeza—. Entiendo por qué no lo hiciste. Yo tampoco habría querido ocultarle algo así a Edward.
—¿Sigue molesto?
—Estará bien. —le aseguré—. Tenías razón. Tú y Jasper son diferentes. No puede compararte con su relación pasada con Lauren.
—Jas dice que va a hablar con algunos de los jugadores casados del equipo, a ver si pueden hacer que Edward vea las cosas de otra manera. No es como si esta situación fuera algo fuera de lo común. Hay muchos jugadores que tienen matrimonios felices y familias bien establecidas.
—Puede que no sea lo ideal para todos —dije, sonriendo—, pero para ellos es lo normal.
—¿Sería ideal para ti? —Alice preguntó, ladeando la cabeza—. ¿Podrías hacerlo, Bella?
—¿Hacer qué? —pregunté, levantando las cejas mientras la miraba—. Creo que todavía es demasiado pronto para que empiece a pensar en tener bebés.
—Todo. —Alice negó con la cabeza—. Ya estás saliendo con mi hermano. Tiene que haberte cruzado por la mente. Cómo se desarrollará todo en el futuro, me refiero.
—¿Puedo ser honesta? —pregunté, apoyándome en la encimera—. No lo sé. Aún no hemos hablado de nada de eso. Me preocupa lo que pasará al final de la temporada. Demonios, ni siquiera sé cómo van a funcionar las cosas cuando la señorita Spreckles vuelva.
—Bueno, tienes unas tres semanas para resolverlo. —Alice se encogió de hombros.
—¿Tres semanas? —La sorpresa hizo que mi tono se elevara.
—¿Edward no te lo dijo? —Alice frunció el ceño—. La señorita Spreckles llamó. Al parecer, su hermana es tan fuerte como ella. Su recuperación no está tardando tanto como pensaban. Lottie volverá a trabajar antes de que termine el mes.
—Mierda —susurré, sintiendo que mis hombros caían—. Eso no es mucho tiempo.
—Lo siento. Pensé que él te lo habría mencionado.
—Ha estado tan ocupado… —murmuré, sacudiendo la cabeza—. Planeando este fin de semana, posiblemente el Juego de las Estrellas. Y la recaudación de fondos…
—Tal vez no quería estresarte. —Alice sugirió.
—¿Estrés? ¿Qué es eso? —me reí nerviosamente—. Necesito un trago.
—Tómate uno por mí. —Alice sonrió con ironía—. Porque en unos tres segundos voy a añadir más estrés a tu vida.
—¿Cómo?
—¿Estarías conmigo en mi boda? —Alice preguntó, poniendo su mejor cara de cachorrito—. ¿Por favor?
—¡Oh, Alice! —Sonreí—. ¡Por supuesto! ¡Por supuesto que lo haré!
—¡Gracias! —Alice dio un saltito de felicidad y me abrazó de nuevo—. Estoy tan feliz que podría llorar ahora mismo… aunque puede que sean las hormonas.
—Definitivamente son las hormonas. —Rose intervino, entrando en la cocina—. Solo espera hasta que estés enorme y gorda el día de tu boda. Se van a derramar muchas lágrimas.
—Espera… —Sacudí la cabeza—. ¿Cuándo lo harán? ¿Ya fijaron una fecha?
—Estamos pensando a mediados de noviembre. —Alice sonrió—. Aunque los chicos no lleguen a la postemporada, que apuesto a que lo harán, queremos esperar hasta después de que Rosalie tenga al bebé para que pueda ser mi dama de honor.
—Pero espera. —Levanté una mano—. ¿Y Lauren? ¿No me dijiste que ustedes dos eran muy amigas? ¿No se molestará si no la incluyes en la boda?
—No. —Alice se encogió de hombros—. Sí, somos amigas, pero queremos hacer una ceremonia pequeña aquí. Lauren no viajaría para esto, le tiene un miedo terrible a los aviones.
—¿En serio?
—Solo una cosa más en su contra y la de Edward. —Rose intervino—. Él pasa la mitad del tiempo en el campo y la otra mitad en el aire. No entiendo por qué insiste en cargar con toda la culpa de esa relación fallida. Lo único que esos dos tienen en común es ese niño de allá.
—Entonces… estamos planeando una boda. —Sonreí.
—Para ti, es otra boda. —Alice frunció el ceño—. Sé que primero es la de Angela. Si es demasiado, dime.
—No es demasiado. —Negué con la cabeza. Al parecer, pronto estaría sin trabajo otra vez. Parecía que iba a tener mucho tiempo libre para ayudar a Alice.
—¡Yay! —Alice aplaudió—. Bien, ahora me voy. Iré al juego esta noche, ya que mañana me lo perderé.
—¿Qué harás mañana? —pregunté, ladeando la cabeza—. Pensé que iríamos todos juntos al juego.
—Me quedaré aquí con Jackie. —Alice se encogió de hombros.
—¿No irá al estadio? —Miré de una a otra—. ¿Por qué?
—Nunca hemos podido llevarlo. —Rose explicó—. Lo intentamos una vez, pero tuvimos que irnos antes de la segunda entrada. Tuvo un colapso total. Prefiere ver el juego por internet. Está bien.
Fruncí el ceño. Con razón Edward sentía tan fuertemente la necesidad de su fundación. ¡Su propio hijo no podía asistir a sus juegos!
—Bueno, me quedaré con él —ofrecí—. Quiero que disfrutes el día con tu familia, Alice.
—¿Estás segura?
—Segurísima. —Asentí.
Más tarde esa noche, toda la familia se reunió en la sala para ver el juego de los Cardinals en la televisión… todos menos Jackie. Subí y lo encontré en su habitación, con su laptop abierta sobre la cama y la radio encendida en su mesa de noche. Llamé a la puerta y esperé a que me mirara antes de hablar.
—Hola, Jackie. —Sonreí—. ¿Hablaste con tu mamá?
—Me cantó. —respondió en voz baja.
—¿Tu mamá canta?
—Le gusta cantarme. —Jackie asintió—. Ella canta. Papá toca la guitarra. Yo tengo clases de piano.
¿Edward toca la guitarra? No tenía idea.
—¿Y tú qué haces?
Sorprendida por su pregunta, me quedé en silencio. No tenía ningún talento musical para aportar a una familia tan inclinada a la música, así que me encogí de hombros.
—No lo sé. —le dije—. Supongo que soy buena en quedarme callada.
—El silencio es bueno. —Jackie me dijo—. Me gusta el silencio. Abajo hay demasiado ruido.
—De acuerdo. —Asentí—. ¿Quieres que me calle ahora? Puedo irme si prefieres. Solo vine a ver si necesitabas algo antes de que empiece el juego.
Jackie negó con la cabeza.
—¿Qué estás escuchando? —pregunté, sintiéndome animada.
—Mike Shannon. John Rooney. KMOX.
—¿Escuchas el juego por la radio? —pregunté—. ¿Te gustan esos comentaristas?
—No me gustan los de televisión. —Jackie respondió—. Excepto Jim Edmonds. Antes jugaba en los Cardinals, pero ahora mi papá hace su trabajo.
—¿Así que ves el juego en la computadora y lo escuchas en la radio?
—Mike Shannon. John Rooney. Narración en vivo.
Continuó mirando su pantalla sin añadir nada más. Tuve la sensación de que nuestra conversación había terminado, así que me giré para salir. En mi mente, una idea comenzó a tomar forma.
—Bueno, estaremos abajo si necesitas algo. Volveré más tarde a revisar cómo estás, ¿te parece?
Jackie no respondió. Me mordí el labio y me dirigí a la habitación de Edward para agarrar mis zapatos y mi bolso. No estaba segura de si mi idea funcionaría, pero estaba dispuesta a intentarlo.
—Voy a salir un momento —le dije a Esme, quien estaba sirviendo palomitas en un tazón grande en la cocina—. ¿Necesitas que traiga algo?
—Si tienes algo que hacer, tómate tu tiempo, querida. —Esme sonrió—. Tenemos todo lo que necesitamos aquí.
—Gracias. —Sonreí—. Pero igual me apresuraré. No quiero perderme mucho del juego.
En menos de una hora, regresé de mi improvisada salida de compras y subí corriendo a la habitación de Jackie. Una vez más, llamé a su puerta y esperé a que me diera una señal para entrar.
—¿Me perdí de algo del juego? —pregunté.
—Pausa comercial. —Jackie informó—. Segunda entrada. Cero a cero.
—Te, eh… traje un regalo. —le dije.
Al escuchar eso, el hijo de Edward levantó la vista y me miró a los ojos. Me quedé sin palabras por un momento, atrapada en la mirada verde que me observaba. Jackie era la viva imagen de su padre. Tuve que tragarme el nudo en la garganta para continuar.
—No sé si te gustará, pero pensé que podrías probar…
Caminé hasta su cama y le tendí los audífonos de color rojo brillante que había comprado en la tienda de electrónicos durante mi salida.
—Son audífonos con cancelación de ruido —le expliqué—. Y tienen una radio incorporada. Pensé que, si quisieras probarlos, podrías escuchar el juego en KMOX de esta manera. Si todos están hablando a tu alrededor, no te molestaría tanto porque aún podrías oír a tus locutores. Mira, aquí pones las baterías, y estos botones en el costado te permiten sintonizar la estación de radio…
Jackie volvió a bajar la vista a su computadora, así que dejé los audífonos al pie de su cama.
—De todas formas —continué—, los dejaré aquí para que los pruebes si quieres.
Regresé en silencio al grupo que estaba en la sala y encontré un espacio en el sofá junto a Carlisle y Esme.
—¿Dónde estabas? —preguntó Alice.
—Fui a Best Buy. —le dije—. Necesitaba comprar algo.
—No te has perdido de nada. —Emmett me informó—. ¿Pa? ¿Vamos al patio?
—Hora de un chapuzón. —Carlisle asintió. Se levantó y ambos salieron de la habitación.
—No se van a quedar despiertos para todo el juego. —Rose advirtió a sus hijos, que estaban acostados sobre mantas extendidas en el suelo frente al televisor—. Mañana será un día largo. Vamos a ver jugar a su tío Edward y luego veremos los fuegos artificiales cuando oscurezca.
—Para mí también será un día largo. —Alice bostezó—. Creo que me iré a casa temprano. Estoy agotada.
—Acostúmbrate. —Esme resopló—. Es uno de los muchos placeres del embarazo.
—Nos vemos mañana. —Le sonreí a Alice mientras se marchaba.
La tercera entrada fue un gran éxito para nuestro equipo. Edward conectó un doble y remolcó una carrera. El receptor bateó un jonrón que puso el marcador en 3-0. Sin embargo, en la quinta entrada estuvimos en peligro de perder la ventaja. El equipo contrario tenía bases llenas y un bateador fuerte en el plato. Pero Jasper atrapó una línea veloz y la convirtió en una brillante doble matanza que puso fin a la amenaza y provocó que todos en la sala vitoreáramos.
Fue entonces cuando la voz de Esme llamó mi atención hacia las escaleras.
—¡Bueno, esto sí que es una sorpresa!
Jackie entró silenciosamente en la habitación, usando los audífonos que le había comprado sobre su gorra de béisbol. Sin decir una palabra, se acercó al sofá y se subió para sentarse entre su abuela y yo. Mi cara me dolía de tanto sonreír.
—¿De dónde sacó eso? —preguntó Rose.
—Los compré yo. —Sonreí—. No estaba segura de si funcionaría, pero recordé a un estudiante que tuve el año pasado, Zachary. No le gustaba asistir a las asambleas escolares porque el ruido era demasiado fuerte. Usaba audífonos como estos para bloquear el sonido exterior. Mozart lo ayudaba a sentirse tranquilo.
—¿Por qué demonios no se nos ocurrió antes? —Esme se preguntó en voz alta. Me sonrió por encima de la cabeza de Jackie—. Eres una joya, ¿lo sabías? Una auténtica joya. —Le pasó un brazo por los hombros a Jackie y lo abrazó—. ¡Esto es maravilloso!
—¿Está escuchando a Mozart? —Emmett hizo una mueca—. Pudiste darle algo mejor, como Metallica.
—Está escuchando el juego. —Negué con la cabeza—. KMOX Radio.
—¡Qué genial!
—¡Yo también quiero escuchar! —Grant hizo un puchero.
—Ni lo sueñes. —Rose puso los ojos en blanco—. Es hora de que ustedes dos se den una ducha y se pongan pijama.
—No es justo. —Sophie se quejó mientras se levantaba—. ¿Por qué Jackie sí puede quedarse despierto?
—Porque Jackie va a ver el juego con la abuela por primera vez. ¡Ahora muévanse!
Aún estaba despierta, leyendo en la cama, cuando Edward llegó a casa. El partido había sido emocionante, sin duda, pero yo seguía llena de entusiasmo y no podía esperar para contarle los avances que habíamos logrado. No solo Jackie se quedó a ver el juego con nosotros, sino que también había preguntado si podía ir al estadio al día siguiente.
—Hola —dijo Edward en voz baja, cerrando la puerta detrás de él—. ¿Qué haces todavía despierta?
—No podía dormir. —Sonreí, sacudiendo la cabeza—. ¡Oh, Edward! ¡No puedo esperar para contarte!
—¿Qué pasó? —Edward dejó caer su bolso junto a la puerta y se subió a la cama, apoyándose sobre su estómago para mirarme.
—¡Jackie vio el juego con nosotros esta noche!
—¿Qué quieres decir con que vio el juego con ustedes?
—Bajó, se acurrucó junto a tu mamá en el sofá y vio el partido con nosotros.
—¿Hablas en serio?
—¡Ajá! —Asentí.
—¿Con todos? —Sus ojos brillaban de interés.
—Bueno, excepto con Sophie y Grant. Rose ya había mandado a los niños a la cama, pero se quedó con nosotros los adultos.
—¿Cómo demonios lograste eso? —Edward sonrió, negando con la cabeza.
Le conté sobre los audífonos y cómo se me había ocurrido la idea. Cuando le dije que Jackie quería intentar ir al estadio para el partido del 4 de julio, la sonrisa de Edward iluminó toda la habitación.
—¿Crees que funcionará? —preguntó con voz llena de esperanza.
—No lo sé. —Me encogí de hombros—. Pero conduciré por separado, por si acaso. Si se siente agobiado, nos iremos temprano. Al menos está dispuesto a intentarlo.
—Dios… Eres increíble. ¿Lo sabías?
Subió en la cama y tomó mi rostro entre sus manos, besándome una y otra vez hasta dejarme sin aliento. Luego empezó a besar mi cuello y a levantar la basta de mi camiseta.
—Tus padres están en la habitación de al lado —le recordé, riendo.
—Te estoy dando las gracias —susurró Edward contra mi vientre.
Gracias a Dios no mentí cuando le dije a Jackie que era buena para quedarme callada, porque Edward me agradeció con entusiasmo. Dos veces.
*~*~ Las reseñas son mejores que quedarse callado. ¡Deja una! ~*~*