Capítulo 24
22 de octubre de 2025, 10:38
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CAPÍTULO 24
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Aprendí un par de cosas durante mi primer viaje acompañando a Edward en un juego. Primero, no era tan relajado como me lo había imaginado. Todo se movía con un horario ajustado. A diferencia de estar en St. Louis, al aterrizar en Florida tuvimos que lidiar con la prensa. El Juego de las Estrellas era un gran evento, y los paparazzi locales estaban listos para recibir a los jugadores que llegaban de todo Estados Unidos.
Victoria, evidentemente, había hecho bien su trabajo al generar interés sobre el evento benéfico de Edward. Escuché varias preguntas sobre la cena de caridad, algunas incluso dirigidas a mí, intentando hacerme mirar hacia sus cámaras. Edward mantuvo su mano firmemente entrelazada con la mía mientras caminábamos por el aeropuerto, sin evitar la atención, pero sin detenerse a hablar con nadie. Victoria había reservado tiempos específicos para las entrevistas más tarde.
También aprendí que las estrellas del equipo eran tratadas como reyes por la organización de los Cardinals. Con asientos de primera clase en los vuelos, autos de lujo y habitaciones en hoteles cinco estrellas, nada era demasiado bueno para estos hombres.
—Eso no significa que los demás jugadores no sean importantes —Edward negó con la cabeza—. Es solo que… cuando recién me llamaron a las grandes ligas, dos o tres de nosotros teníamos que compartir habitaciones de hotel de mala muerte. Me ha costado llegar hasta aquí.
—Este juego está formado por los mejores de los mejores. —Sonreí—. Lo entiendo.
—Tú eres la mejor de las mejores. —Edward sonrió antes de besarme—. Lamento todo el alboroto de la prensa en el aeropuerto. ¿Estás bien?
—Estoy orgullosa de estar contigo, Edward —le aseguré con una sonrisa—. Gracias por invitarme.
Tuvimos sexo apresurado y desordenado en la habitación del hotel antes de que Edward tuviera que irse al estadio. Definitivamente, esa fue la mejor parte de la mañana.
Como los jugadores tenían que irse temprano, dejé que Alice me convenciera de hacer una cita en el spa del hotel para una necesaria manicura y pedicura. Tal vez habría visto el tratamiento como un lujo innecesario, de no ser porque la cena benéfica era la noche siguiente. Literalmente, estaríamos llegando de vuelta a St. Louis solo unas horas antes del evento, y no tendríamos mucho tiempo para prepararnos.
—Fue una buena idea. —Sonreí a mi amiga, que se recostaba en la silla junto a la mía.
—Estoy agradecida de poder hacer esto —Alice sonrió—. Ni siquiera estaba segura de poder venir. He tenido tantas náuseas matutinas…
—¿Ya te sientes mejor?
—No he vomitado en un par de días —se encogió de hombros—. Me siento bien. En realidad, mejor que bien. ¡Tengo mucha hambre! ¿Es muy pronto para los antojos? ¡Muero por algo picante!
—No lo sé —me reí.
Alice hizo que la tarde fuera divertida. De hecho, aunque estaba emocionada porque Edward había sido elegido para el equipo de las Estrellas, no creo que hubiera disfrutado tanto este viaje si Alice no hubiera venido. Había mucho tiempo libre, y empecé a pensar en cómo manejaría estos viajes en el futuro. No podía pasar todas las horas en spas o de compras. Ahora entendía por qué era tan importante para Alice tener su propio negocio. Y claro está, tendría un bebé para mantenerla ocupada.
Me pregunté qué tan involucrado sería mi papel en la fundación. Definitivamente, Edward y yo tendríamos que sentarnos a discutirlo pronto. Dependiendo de mi horario, incluso estaba considerando inscribirme en cursos en línea para el otoño y trabajar en obtener mi maestría. Iba a ser esencial tener algo que me mantuviera ocupada.
El Marlins Park era… interesante. Verlo en televisión no era lo mismo que caminar por el estadio neomoderno. Si bien el diseño era muy acorde con Florida, los colores brillantes -azules, verdes y naranjas- hacían que apreciara aún más el clásico ladrillo rojo al que me había acostumbrado en St. Louis. Al menos, Alice y yo no llamábamos la atención con nuestras camisetas de los Cardinals. Había fanáticos con ropa de cada uno de los equipos representados en este Clásico de Mitad de Temporada.
Teníamos asientos en una suite privada, y fue un poco desconcertante ver tantas caras famosas cerca. Jon Hamm y Nelly estaban sentados solo unas filas adelante. Las cámaras enfocaban constantemente nuestra sección, lo que hizo que Alice pusiera los ojos en blanco.
—Ojalá se sentaran en otro lado —se quejó Alice, señalando a las celebridades—. Cada vez que nos enfocan, sé que voy a salir en el fondo atiborrándome de nachos.
—Eso es porque te comiste dos platos —bromeé.
—Uno para mí, uno para el bebé —bufó Alice—. Y quiero helado. Ahora como por dos.
No quería ser mala y señalar que la segunda persona en esa ecuación todavía tenía el tamaño de una pelota de golf. Iba a ser divertido estar cerca de Alice mientras estuviera embarazada, y si su apetito en este momento era un indicio de lo que vendría, no tardaría en estar más grande que Rose. Habría mucho tiempo para hacerle bromas al respecto más adelante.
Gracias a Dios, durante el juego apenas vi a Victoria. Estaba realmente ocupada hablando con la prensa y compartiendo detalles sobre la cena benéfica.
—¿Cómo va todo con eso, por cierto? —le pregunté a Alice—. ¿Está todo listo?
—Va a estar genial —sonrió—. Todo está en orden. Incluso tenemos paletas para la subasta que parecen pelotas de béisbol. —Se rio—. Jasper ya me dijo que gaste lo que sea necesario para ganarlo.
Fruncí el ceño por encima del hombro, mirando hacia donde Victoria estaba de espaldas. No confiaba en ella cuando se trataba de esa subasta. En realidad, no confiaba en ella cuando se trataba de nada relacionado con Edward. No la había visto ni hablado con ella desde el incidente del perro caliente el 4 de Julio. Me pregunté si Edward le habría dicho que iba a trabajar para la fundación. No podía imaginar que esa noticia la hubiera hecho muy feliz.
Pero pronto, Victoria se convirtió en lo más lejano de mi mente. El juego, sin la animosidad y la competencia típica de los equipos que luchaban por un puesto en los playoffs durante la temporada regular, tenía una vibra completamente distinta. Los mejores jugadores de cada liga tenían la oportunidad de jugar juntos en lugar de enfrentarse a algunos de sus mayores rivales. La admiración y el respeto mutuo se reflejaban en la manera en que aprovechaban las fortalezas de los demás en el campo y en la caja de bateo.
Me di cuenta de que no importaba que no reconociera a la mayoría de los jugadores en el terreno. No podía apartar la vista de Edward. No me cansaba de verlo jugar. Era como si hubiera nacido para esto. Se movía con el campo, con el viento, con el rugido de la multitud. No quería restarle mérito al esfuerzo que sabía que ponía en el juego, pero era evidente que Edward estaba hecho para este deporte. No había titubeos en sus movimientos, ni un solo segundo de duda o falta de confianza. Era como una máquina hoy.
Y todos lo notaron.
Me limpié las lágrimas de felicidad de las mejillas y salté de emoción con Alice mientras Edward levantaba orgulloso el bate de cristal por encima de su cabeza, con la multitud vitoreando al ganador del premio MVP del Juego de Estrellas. La Liga Nacional tendría la ventaja de local en la Serie Mundial este año, y Edward sumaría un título ilustre a lo que muy probablemente terminaría siendo una carrera legendaria.
—¿Lista? —preguntó Alice al final de la ceremonia en el campo—. Los chicos pueden encontrarnos en el hotel. Van a tener que atender a la prensa antes de poder irse. Yo estoy demasiado cansada para quedarme y esperarlo.
—Dudo que pueda dormir en toda la semana. —Sonreí, aún eufórica por el partido.
—Bien. Entonces tú puedes ser la que llame a mamá —Alice se rio—. Me ha estado bombardeando el teléfono desde la parte baja de la novena entrada. Sé que están viendo el juego en la televisión.
—Apuesto a que Edward la llamará cuando regrese al clubhouse —dije, encogiéndome de hombros—. De hecho…
Saqué mi teléfono, sonriendo al ver la imagen de mi pantalla de bloqueo. Tuve que deslizar sobre los abdominales de Edward para desbloquearlo y luego le envié un mensaje.
Felicidades. ¿Cómo se siente?
¿El bate? Frío y duro.
Jaja. Me refería a la victoria.
Pero ya que lo mencionas,
¿de verdad el bate es de cristal?
Así es.
No me dejes acercarme a él.
Sabes que soy una torpe.
Nena, puedes sostener
mi bate cuando quieras.
Solté una risita, y Alice miró mi teléfono para ver qué me había hecho tanta gracia. Casi de inmediato, hizo un ruido de asco.
—Qué asco, ustedes dos. En serio.
Estoy muy orgullosa de ti.
Nos vemos en el hotel.
Guardé el teléfono en mi bolsillo.
Debido a lo congestionadas que estaban las calles alrededor del evento deportivo, nos tomó casi una hora regresar al hotel. Mientras Alice y yo esperábamos que el ascensor se despejara para subir a nuestras habitaciones, me sorprendí al reconocer a una persona familiar que salía del elevador justo frente a mí.
—¿Riley? —pregunté, arqueando una ceja—. Ahora sí estoy segura de que me estás siguiendo.
—Estoy siguiendo a tu hombre —rio Riley—. Tenía el presentimiento de que esta noche me daría buen material para el artículo. Me alegro de haber seguido mi instinto.
—¿Pudiste hablar con él? —pregunté, echando mi coleta sobre mi hombro.
—Unos diez minutos antes del juego —asintió—. ¿Qué haces ahora? ¿Te gustaría acompañarme a tomar algo en el bar?
—Oh. Eh… —Apreté los labios, mirando a Alice. Ella se encogió de hombros.
—Yo no puedo. Estoy agotada. Fuiste tú quien dijo que probablemente no podrías dormir —me recordó—. Tal vez un par de tragos te ayuden con eso.
—Está bien —me encogí de hombros, mirando de nuevo a Riley—. Pero quiero cambiarme primero. ¿Te veo en el vestíbulo en unos minutos?
—Me parece bien —sonrió—. Conseguiré una mesa y te espero ahí.
Apenas llegué a mi habitación, le envié un mensaje a Edward para que no se preocupara.
Me encontré con Riley Biers
aquí en el hotel.
Voy a tomar algo con él
en el lounge.
Asentí al ver la pantalla antes de darle enviar. No es que estuviera pidiendo permiso, exactamente. Era un mensaje de cortesía para que Edward no tuviera una impresión equivocada de la situación. Pasaron unos veinte minutos antes de que respondiera.
Me parece bien. Casi termino aquí.
Nos vemos pronto.
Para cuando recibí su mensaje, ya me había cambiado a unos jeans cómodos y una camiseta, me había lavado la cara y recogido el cabello. Esperaba que no hubiera fotógrafos rondando, intentando capturar imágenes de los jugadores cuando regresaran. Oficialmente, yo ya estaba en modo descanso y sin intención de impresionar a nadie.
—Ahh. ¡Aquí está Hella Bella! —llamó Riley cuando me vio. Sonreí y sacudí la cabeza mientras me acercaba a la pequeña mesa que había reservado.
—Perdón por la tardanza —le dije—. Quería quitarme la mugre del estadio.
—Hoy hizo calor. —Sonrió Riley—. No hay problema. Me gusta más verte así. Me recuerdas a aquella niña con la que iba a la escuela. —Extendió la mano para tirar juguetonamente del final de mi coleta, y yo puse los ojos en blanco—. ¿Te invito un trago?
—¿Una cerveza? —sugerí.
—Es tan agradable pasar tiempo con una mujer que mantiene las cosas simples —negó con la cabeza.
—Supongo que las chicas de Los Ángeles son de otro tipo, ¿eh? —pregunté, recostándome contra el respaldo de la silla.
—Aah. Hoy en día, puedes encontrar ese tipo de mujer en casi cualquier lugar. Eres una excepción, Bella.
—Eh, ¿gracias? —di un sorbo a la cerveza que la mesera me trajo y miré nerviosamente a mi alrededor. Los comentarios de Riley casi podían interpretarse como coqueteo, y no quería darle a él ni a nadie más una idea equivocada.
—Toma a Victoria como ejemplo…
—No, mejor tómala tú —solté una risita—. En serio. Llévatela.
—Ya lo hice. —Sonrió contra el borde de su vaso.
—¡Cállate! —dejé mi bebida sobre la mesa y lo miré con los ojos muy abiertos—. ¿De verdad?
—¿Con quién creías que había venido?
—¿Contigo mismo? —respondí, aún en shock—. ¿Son pareja?
—No lo sé. —Se encogió de hombros—. Esa chica no está buscando a su «señor correcto». Me basta con ser su «señor por ahora».
—Me estás tomando el pelo.
—No, no lo hago. —Sonrió—. Empezamos a vernos después de la sesión de fotos de Edward. Hemos salido un par de veces. No hagas un gran escándalo de esto.
—No lo sabía. —Me encogí de hombros—. Eso es… interesante, supongo.
—Me pidió que la acompañara mañana al evento benéfico como su cita.
—Seguro será divertido. —Sonreí. Me alivió saber que Riley no me estaba coqueteando, pero aún más descubrir que Victoria por fin tenía los ojos puestos en alguien más. Eso significaba que podía relajarme durante la subasta—. ¡Vamos! ¡Déjame invitar otra ronda! —Esto sí que era motivo de celebración.
Edward llegó antes de que terminara mi segunda cerveza. Se veía cansado pero feliz mientras se acercaba a nuestra mesa. Extendí la mano y recorrí su corbata con mis dedos, sonriéndole.
—Hola, señor MVP.
—No empieces con eso. —Se rio, sacudiendo la cabeza con un gesto un poco tímido. Me besó dulcemente en la mejilla antes de volverse hacia Riley, que estaba sentado frente a mí.
—Hola, Riley. ¿Cómo estás?
—No me quejo. —Riley sonrió, estrechándole la mano a Edward a través de la mesa—. Espero que no te moleste que haya tomado prestada a tu chica por un rato.
—Gracias por hacerle compañía. —Edward sonrió—. No estaba seguro de cuánto tiempo nos tomaría.
—¿Nos? —pregunté, justo antes de que mi duda se resolviera por sí sola.
Victoria entró en la sala detrás de Edward y no perdió tiempo en acercarse corriendo a la mesa, prácticamente lanzándose sobre Riley. Le rodeó el cuello con los brazos y le plantó un beso exagerado y apasionado. Mi mandíbula cayó un poco, y miré a Edward para ver qué pensaba de semejante exhibición. Él simplemente sonrió y tomó mi vaso para darle un sorbo a mi cerveza.
—¿Me pides un cosmopolitan? —Victoria le susurró a Riley cuando por fin lo dejó respirar—. Con Stoli de naranja y un twist. Ah, hola, Isabella.
—Hola… —respondí con torpeza mientras observaba a Riley limpiarse el labial rojo de la boca y la barbilla con una servilleta de cóctel.
—Edward, ¿quieres que te pida algo también? —preguntó Riley.
—No —negó Edward—. Pero gracias. Creo que nos vamos a retirar. Mañana será un día largo.
Acepté encantada su mano y dejé que me ayudara a ponerme de pie.
—Buenas noches —me despedí de la pareja antes de permitir que Edward me guiara fuera del lounge—. ¿Qué demonios fue eso? —pregunté cuando salimos.
—Supongo que han estado viéndose —se encogió de hombros—. Vickie me lo mencionó. Creo que le preocupaba que pudiera haber un conflicto de intereses, ya que Riley está escribiendo ese artículo. No tengo problema con eso. De hecho, me alegra por ella.
—¿Te interesa tanto su vida amorosa? —pregunté mientras salíamos del ascensor rumbo a nuestra habitación.
—No mucho. —Edward rio—. Pero… no sé.
—¿No sabes qué?
—Estoy tratando de decir esto sin sonar engreído.
—Solo dilo —le indiqué. Edward usó la tarjeta para abrir la puerta, y yo inmediatamente me quité las sandalias y me senté en el borde de la cama.
—Es solo que… no creo que Victoria haya soltado lo que tuvimos tan fácil como lo hice yo.
—¡No! —jadeé con falsa sorpresa, llevándome la mano al pecho.
—Para. —Rodó los ojos—. Estoy hablando en serio.
—¿Apenas se te ocurre eso? —pregunté.
—Creo que parte de su actitud reciente hacia ti ha sido motivada por los celos.
—¿En serio? ¡Qué sorpresa!
—Bella… —Edward se quitó la chaqueta y la corbata con un gruñido juguetón y luego se acercó para empujarme suavemente hacia la cama. Se subió sobre mí, formando una jaula con su cuerpo, y yo le sonreí desde abajo—. No digo que todavía me quisiera. Creo que simplemente no le gustaba la idea de que alguien más me tuviera.
—No. Sí te quería. —Lo miré fijamente—. ¿Por qué crees que me ha costado tanto saber que ustedes trabajan tan de cerca?
—No es como si pudiera despedirla solo porque decidí que no debíamos salir. —Edward frunció el ceño—. En cuanto a su actitud de perra contigo, te prometo que hemos tenido muchas conversaciones al respecto. Sabe lo importante que eres para mí, y últimamente ha mejorado.
—Hmm… —fruncí los labios—. ¿Y qué dijo cuando le contaste que trabajaría para la fundación?
—Ella, eh… —Las mejillas sonrojadas de Edward me dieron la respuesta que necesitaba. Fruncí el ceño y lo empujé en el pecho, deslizándome fuera de debajo de él.
—¿No se lo has dicho?
—Estaba esperando a que la posición estuviera firme —explicó Edward.
—¿No está firme? —Mi voz subió de tono. Rodé fuera de la cama y me puse de pie frente a él, cruzando los brazos sobre mi pecho—. ¿Qué no está firme? Me pediste que trabajara para ti y te dije que sí.
—El título y la posición aún no estaban definidos del todo —dijo Edward en tono persuasivo. Se acomodó en el borde de la cama y me extendió las manos—. He estado trabajando en ello con Tom y Dave. El puesto tenía que ser creado, y también necesitaba revisar el presupuesto para tu salario y gastos de trabajo. Ya lo tienen todo resuelto. Esperaba hacer un gran anuncio mañana por la noche presentándote como parte de CJN.
—Oh… —murmuré, mordiéndome el labio.
—Victoria no va a trabajar para la fundación el próximo año, Bella. —Edward apretó mis dedos.
—¿No?
—No, no lo hará. —Sacudió la cabeza—. Ahora trabaja para mí a través de la organización de los Cardinals. Seguirá en su puesto, asegurándose de que toda nuestra publicidad y eventos estén alineados con la misión y políticas del equipo, pero no formará parte del consejo asesor de CJN. No entiende realmente lo que estoy tratando de hacer y, francamente, no es su área de especialización.
—Tu fundación aún necesitará marketing.
—Estoy buscando opciones. —Edward asintió—. Pero creo que me gustaría contratar a alguien con más experiencia en organizaciones sin fines de lucro.
—¿Victoria sabe todo esto?
—No exactamente. —Edward frunció el ceño—. Pero desde el principio sabía que la fundación está en su fase inicial. Va a atravesar muchas transiciones y crecimiento antes de que llegue a donde queremos que esté. No voy a soltarle la noticia de golpe, Bella. Tendremos una reunión mañana, antes del evento benéfico.
—¿Y dónde encajo yo en todo esto, Edward? ¿Firmemente?
—Tú, mi amor —dijo Edward, sonriéndome—, serás nuestra Asesora Educativa Principal.
—¿En serio?
—Muy en serio. —Edward llevó mis dedos hasta sus labios y besó los nudillos—. Sabes que estamos empezando poco a poco, pero eventualmente, espero que tengas todo un equipo de maestros y terapeutas que te ayuden a organizar clínicas, campamentos y actividades que promuevan la inclusión. El futuro está lleno de posibilidades infinitas.
Me quedé sin palabras. En el brillo de sus ojos verdes, podía jurar que las posibilidades infinitas de las que hablaba no solo se referían a la fundación… sino también a nosotros. Quería lanzarme sobre él, pero necesitaba mantener la cabeza en el juego.
—¿Cuánto trabajaré? Al principio, quiero decir —pregunté.
—¿Estás empezando a dudar de todo esto? —Edward frunció el ceño—. No quiero que te sientas presionada de ninguna manera, Bella.
—Estoy segura de que quiero hacerlo. —Sacudí la cabeza, descartando su sugerencia de inmediato—. Pero no hemos hablado de los detalles, y me gustaría saber en qué me estoy metiendo.
—Bien, pero ¿puedes sentarte? —me pidió, dando una palmadita en la cama junto a él—. Me pones nervioso.
—No ahí —fruncí el ceño—. No quiero discutir ningún tipo de negociaciones laborales en la cama. Eso sería… raro.
—No estaríamos en la cama, estaríamos sobre la cama. Pero está bien. Sentémonos allá.
Edward se levantó y ambos caminamos hasta sentarnos frente a frente en una pequeña mesa.
—¿Así está mejor?
—Al menos ahora se siente más profesional. —Me encogí de hombros—. Y no puedes ser acusado de coaccionarme.
—¡Nunca haría eso!
—No, pero eres demasiado distractor. Verte en la cama me hace pensar en cosas de la cama, y estoy bastante segura de que no diría que no a nada de lo que sugirieras.
—Bella… —Edward se pasó las manos por la cara y luego por el cabello—. Si sigues diciendo cosas así, te voy a llevar de vuelta allí ahora mismo.
—Quiero hablar de mi posición.
—Podemos probar cualquier posición que quieras. —Sonrió.
—¡Edward, concéntrate! —solté una risita al regañarlo—. Estamos trabajando ahora.
—Trabajando. Claro —asintió—. ¿Puedo tomarte de la mano?
—No.
—Bien —puso los ojos en blanco—. Ya te dije el título que hemos pensado. ¿Te parece bien?
—Me gusta —sonreí.
—Será un puesto de tiempo completo —continuó—. Pero lo bueno es que podrás hacer la mayor parte del trabajo prácticamente desde cualquier lugar.
—¿Y qué significa eso exactamente? —pregunté, entrelazando los dedos en mi regazo.
—Bueno, sabes que el consejo asesor solo se reúne una vez al mes o algo así. A veces será más frecuente si tenemos algo importante en marcha. Nuestras otras reuniones se hacen por videollamada, teléfono, correo o mensajes. Ya te haces la idea.
—Claro —asentí.
—Ya sabes que estarás involucrada directamente en el diseño y construcción de la sala sensorial en el estadio.
—Durante la temporada baja… —fruncí el ceño—. Cuando tú estés en Washington.
—¿Quién dijo eso? —Edward me devolvió el ceño fruncido—. Me gustaría estar lo más involucrado posible en el proceso. Me parece un concepto fascinante.
—Pero… dijiste que vives en Washington en la temporada baja —le recordé—. ¡Tienes una casa allá!
—Tenía —asintió—. Mi casa está en venta, Bella. Pensé que entendías que por eso he estado organizando todo en mi casa en St. Louis. Vivo en Missouri ahora.
—Pero Jackie…
—Planeo verlo tanto como sea posible. Ahora que está creciendo, quiero que pase más tiempo conmigo. Lo visitaremos en Acción de Gracias y vendrá aquí para las vacaciones de Navidad. La Pascua es incierta porque tendré los entrenamientos de primavera, pero tal vez pueda quedarse más tiempo conmigo el próximo verano. Lauren y yo seguimos trabajando en esos detalles.
—¡Oh! —Sonreí y bajé la mirada, girando mi coleta sobre el hombro.
—Tu salario no será tanto como lo que ganas ahora —me dijo entonces Edward—. Espero que esté bien. Dave lo revisó y, aunque para mi propia nómina está bien, dado que el puesto que tienes ahora es temporal, la fundación no puede mantenerlo indefinidamente.
—No, claro que no. —Sacudí la cabeza.
—Pero se te pagará en línea con los salarios de los maestros locales. Pensé que eso sería con lo que competiría si estuvieras buscando trabajo en otro lugar.
—Está bien —asentí.
—Y te quedarás con el carro de la empresa.
—¡Edward!
—No es como si lo estuviera arrendando, Bella. Compré el maldito auto. Puedo donarlo a la fundación y deducirlo de impuestos. Vas a estar desplazándote mucho y lo necesitarás. También se te reembolsarán los gastos de viaje.
—¿Sí?
—Si es por la fundación —asintió—. Cualquier otro viaje lo pagaré yo.
—¿Qué?
—No quiero discutir esto, Bella —Edward negó con la cabeza y cubrió mis manos con las suyas sobre la mesa—. Si decides venir a verme durante los entrenamientos de primavera o si hacemos un viaje juntos, que sigo esperando que podamos hacer. —Sonrió—. Si el viaje no es por la fundación, yo lo cubriré. No quiero que la gente piense que estoy malgastando el dinero de la fundación en mi novia.
—Pero…
—Nada de peros —me apretó los dedos—. Bella, seamos honestos. Vivirás con un salario de maestra. Sabes la cantidad de dinero que gano. Dios, si supieras cuántas millas de viajero frecuente tengo acumuladas… ¡Podría llevarte por todo el mundo y ni siquiera notaría la diferencia en mi cuenta bancaria! No quiero que las preocupaciones por los gastos sean un obstáculo para que pasemos tiempo juntos. Todo el dinero del mundo no importa si no puedes disfrutarlo con las personas que amas. Dave se asegurará de que todo esté correctamente registrado. Todo será transparente.
—No esperaría menos de ti. —Sonreí y me mordí el labio—. Prometo no aprovecharme.
—¿Puedo empezar las negociaciones para deshacerme de algunas de esas prendas ahora? —preguntó Edward con una sonrisa pícara.
—Es bastante tarde… —Suspiré—. Y tenemos un vuelo temprano.
—A la mierda. Dormiremos en el avión —declaró Edward, poniéndose de pie y jalándome hacia sus brazos.
MVP
Jon Hamm es un actor estadounidense especialmente popular por su papel del publicista Don Draper en la serie Mad Men (AMC), por el que ganó el Globo de Oro al mejor actor en una serie dramática en 2008 y en 2016, así como un Emmy en 2015.Nelly, es un rapero, cantante, compositor y actor estadounidense que obtuvo su relevancia internacional a principios de la década de los 2000, ha logra colocar varios temas musicales en los conteos musicales mundiales, entre ellos el Hot 100 de Billboard.
~*~*Las reseñas son mejores que Jon Hamm & Nelly juntos. ¡Deja una! *~*~