Capítulo 1
16 de agosto de 2025, 14:10
El apartamento de Chilli era un estallido de colores y aromas. Las paredes, pintadas en tonos cálidos de naranja y rojo, parecían vibrar con la energía de su dueña. En la cocina, una colección ecléctica de especias y chiles secos decoraba las repisas, testimonio silencioso de la pasión culinaria de Chilli.
Chilli, una Heeler de pelaje anaranjado, se movía por el apartamento con la gracia de alguien acostumbrado a esquivar árboles en el bosque. Su figura cuadrada, pero atlética, se contoneaba al ritmo de una salsa picante que sonaba en la radio. Había visto muchos videos de comida india y mexicana para lograr esa fascinación por la comida picante.
Mientras se aplicaba un labial rojo cereza frente al espejo del pasillo, Chilli no podía evitar sonreír. La noche prometía ser especial. No solo era viernes, sino que también marcaba el inicio de sus vacaciones: dos semanas libres de las exigencias de la escuela. Dos semanas para experimentar con nuevas recetas, para vivir, para...
El timbre interrumpió sus pensamientos. Con un grito de "¡Ya voy!", Chilli se apresuró a la puerta, sus tacones repiqueteando contra el suelo de madera. Al abrir, se encontró cara a cara con un torbellino de energía.
Frisky, su mejor amiga de la universidad, entró como una ráfaga de viento primaveral.
"¡Chilli, cariño!" exclamó Frisky, envolviendo a su amiga en un abrazo que olía a jazmín y a tela recién planchada. "¿Estás lista para hacer que esta ciudad arda?"
Chilli rió, contagiada por el entusiasmo de su amiga. "Más que lista. He estado esperando esta noche toda la semana.”
"He estado esperando esta noche toda la semana," imitó Frisky de una forma burlona. "Ni siquiera lo dijiste con emoción. Pareciera que me respondió una monja."
Frisky se separó del abrazo y miró a Chilli de arriba abajo, asintiendo con aprobación. "Ese vestido es criminal, amiga. Vas a romper algunos corazones esta noche."
El vestido en cuestión era un préstamo de Frisky, por supuesto. Un vestido corto de un rojo profundo que se ajustaba perfectamente a las curvas de Chilli, con un escote que insinuaba más de lo que mostraba y un dobladillo que jugaba peligrosamente con la decencia.
"Todo gracias a ti," respondió Chilli, dando una vuelta juguetona. "Eres una bruja con el hilo y la aguja de carne," bromeó Chilli.
Frisky hizo un gesto desdeñoso con la mano. "Oh, cállate, verga. Yo solo hago la ropa. Tú eres la que la hace lucir como si fueras una puta."
Chilli solo se rió. Esas palabras ya eran costumbre entre las dos amigas. Y es que mentarse la madre entre ellas era la manera de demostrarse cariño. Sí, unas perras absolutamente irresistibles.
Las dos amigas se dirigieron a la cocina, donde Chilli había preparado una serie de aperitivos para comenzar la noche. Sobre la encimera, una tabla de quesos y embutidos compartía espacio con un bowl de guacamole casero y unas tortillas chips.
"Oh, Dios mío," gimió Frisky al probar el guacamole. "Chilli, esto está divino. ¿Cuál es tu secreto?"
Chilli guiñó un ojo mientras servía dos copas de vino tinto. "Una pizca de comino y un toque de chile habanero. Suficiente para que sientas un cosquilleo en la lengua, pero no tanto como para que necesites un extintor.”
"Oh, lo es," confirmó Frisky con un brillo travieso en los ojos. "Fui la semana pasada para la inauguración. La decoración es increíble, la música es genial y los cócteles... Chilli, tienen un cóctel llamado 'Beso de Fuego' que creo que fue hecho pensando en ti."
"¿Ah, sí?" preguntó Chilli, intrigada. "Cuéntame más."
"Es tequila infusionado con chile, jugo de lima, un toque de sirope de agave y espuma de cilantro," explicó Frisky. "Lo sirven en un vaso escarchado con sal de chile. Es como si alguien hubiera capturado tu esencia en una copa."
Chilli sintió que se le hacía agua la boca. "Suena increíble. Definitivamente tengo que probarlo."
"Oh, lo harás," aseguró Frisky con una sonrisa pícara. "De hecho, planeo asegurarme de que pruebes varios. Esta noche es para celebrar, ¿recuerdas? Dos semanas de libertad para ti, y yo acabo de cerrar un contrato para diseñar el vestuario de una nueva obra de teatro. Merecemos volvernos un poco locas.”
Chilli asintió, sintiendo la emoción burbujear en su pecho. "Tienes razón. Pero recuerda, nada de tequila después del tercer trago. La última vez que nos excedimos con el tequila..."
"Lo sé, lo sé," interrumpió Frisky, riendo. "Terminamos en ese karaoke de mala muerte cantando 'La Chona' a todo pulmón. Aunque, para ser justas, nuestra versión no estaba tan mal."
"Habla por ti," gruñó Chilli, aunque no pudo evitar sonreír al recordar. "Yo sonaba como si estuviera torturando a un gato. Por algo se extinción."
Las dos amigas rieron, el sonido de su alegría llenando el apartamento. Chilli miró a Frisky, sintiendo una oleada de afecto. Habían sido amigas desde el primer día que se conocieron, cuando Chilli había derramado accidentalmente su café sobre el cuaderno de bocetos de Frisky. En lugar de enfadarse, Frisky ayudó a la heeler y había invitado a Chilli a tomar otro café para compensar. Desde entonces, habían sido inseparables..
"¿En qué piensas?" preguntó Frisky, notando la mirada pensativa de su amiga.
Chilli sonrió, saliendo de sus recuerdos. "Solo en lo afortunada que soy de tenerte como amiga. Eres como... como el chile en mi vida. Añades sabor, calor y un toque de locura a todo."
Frisky parpadeó, sorprendida por la súbita muestra de afecto. Luego, una sonrisa suave se extendió por su rostro. "Y tú eres la sal en la mía. Haces que todo sea más sabroso e interesante."
Se miraron por un momento, y de nuevo, Chilli sintió ese extraño vuelco en su corazón. Pero antes de que pudiera examinar la sensación, Frisky aplaudió, rompiendo el momento.
"¡Bueno, basta de sentimentalismos!" exclamó. "Es hora de que estas chicas salgan a comerse el mundo. O al menos, a bebérselo.”
Chilli rió, agradecida por el cambio de tema. "Tienes razón. Solo déjame agarrar mi bolso y estaremos listas para irnos."
Mientras Chilli se dirigía a su habitación, Frisky la siguió con la mirada, con una expresión indescifrable en su rostro. Por un momento, pareció que iba a decir algo, pero luego sacudió la cabeza y tomó otro sorbo de su vino.
Minutos después, las dos amigas salieron del apartamento, listas para una noche de diversión y, tal vez, aunque ninguna de las dos lo sabía aún, de descubrimientos que cambiarían sus vidas para siempre.