ID de la obra: 592

Cómo Besar Una Chica

Gen
G
Finalizada
0
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44 páginas, 13.582 palabras, 6 capítulos
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Capítulo 6

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La mañana siguiente amaneció con una tensión palpable en la casa de los Heeler. Bluey apenas había dormido, dando vueltas en su cama mientras repasaba una y otra vez la conversación con Bingo. Por su parte, Bingo tampoco había logrado conciliar el sueño, atormentada por la culpa y la preocupación por su hermana. El desayuno fue un asunto incómodo, con Chilli y Bandit intercambiando miradas preocupadas ante el silencio inusual de sus hijas. Cuando finalmente no pudieron soportarlo más, Chilli decidió intervenir. "Chicas, ¿está todo bien? Parecen... raras esta mañana." Bluey y Bingo se miraron por un momento antes de responder al unísono. "Todo está bien, mamá." Chilli arqueó una ceja, claramente no convencida, pero antes de que pudiera presionar más, el timbre de la puerta sonó. "Yo abro," dijo Bandit, levantándose de la mesa. Momentos después, la voz de Mackenzie resonó en la casa: "Buenos días, señor Heeler. ¿Están Bluey y Bingo?" Bluey y Bingo se congelaron en sus asientos, sus ojos encontrándose en una mezcla de pánico y anticipación. "Claro, pasa Mackenzie," respondió Bandit, ajeno al drama que estaba a punto de desarrollarse. "Están desayunando en la cocina." Mackenzie entró en la cocina, su rostro una mezcla de nerviosismo y determinación. Al ver a las dos hermanas sentadas en la mesa, tragó saliva audiblemente. "Buenos días," dijo, su voz temblando ligeramente. "¿Podemos... podemos hablar? Los tres." Chilli, sintiendo que algo importante estaba a punto de suceder, se levantó de la mesa. "Bandit, creo que deberíamos ir a... regar las plantas del jardín." "Pero si acaba de llover anoche," protestó Bandit, confundido. Chilli le lanzó una mirada significativa. "Aun así, creo que necesitan agua extra hoy. Vamos." Una vez que los padres salieron, un silencio incómodo llenó la cocina. Mackenzie se quedó de pie, cambiando su peso de un pie a otro, mientras Bluey y Bingo lo miraban expectantes. "Yo... quiero explicarles lo que pasó anoche," comenzó Mackenzie. "No hay nada que explicar, Mackenzie. Estas enamorado de Bingo, ella de tí, así que no hay nada de malo "¡Bluey!" Exclamó Bingo. "!Que! Tú también vas a mentir y decir que no te gusta. Oh, ya entendí. La vez que besaste a Mackenzie fue apropósito. Lo de darme celos solo fue un pretexto fue solo para poder aprovechar y luego... Bluey no vio cuando Bingo se le abalanzó ni como le tapó la boca. Tenía lágrimas en los ojos. "No te atrevas a decir cosas que no son ciertas, o sino juró que te arrepentirás" Amenazó Bingo. Mackenzie sabia que tenia que hablar antes que las dos se mataran. "Bluey, lo siento mucho por llamarte por el nombre de Bingo. Fue un error terrible y entiendo lo mucho que te lastimé." Bluey asintió lentamente, sus ojos fijos en él. "Y Bingo," continuó Mackenzie, girándose hacia la heeler. "Lo siento si te he puesto en una posición incómoda. Nunca quise causar problemas entre ustedes dos." Bingo, incapaz de contener más sus emociones, explotó: "¡Oh, así que nos va a llevar la chingada a las dos! ¡Esto es ridículo!" Bluey y Mackenzie la miraron sorprendidos. "Miren," dijo Bingo, poniéndose de pie. "Vamos a ser honestos de una vez por todas. Sí, Bluey, siento algo por Mackenzie. Y sí, Mackenzie, creo que tú también sientes algo por mí. Pero también amas a Bluey, ¿no es así?" Mackenzie, aturdido por la franqueza de Bingo, solo pudo asentir. "Y yo," continuó Bingo, "amo a Mackenzie, pero también te amo a ti, Bluey. Como mi hermana, tampoco estoy tan loca para caer en el incesto todavía. Pero nunca haría nada para lastimarte intencionalmente. Bluey, que hasta ese momento había permanecido en silencio, finalmente habló: "Pero... ¿qué se supone que hagamos con todo esto? No podemos simplemente ignorar lo que está pasando." Bingo, con una chispa de locura en sus ojos, soltó: "¿Y si... y si compartimos a Mackenzie?" El silencio que siguió a esta declaración fue tan profundo que se podría haber escuchado caer un alfiler. "¿Qué?" exclamaron Bluey y Mackenzie al unísono, sus mandíbulas prácticamente tocando el suelo. "Piénsenlo," insistió Bingo, paseándose por la cocina con energía frenética. "Mackenzie ama a Bluey, pero también siente algo por mí. Yo siento algo por Mackenzie, pero amo a Bluey como mi hermana. Y Bluey... bueno, Bluey ama a Mackenzie, pero estoy segura de que en el fondo también me quiere a mí, ¿verdad?" Bluey, aún aturdida por la propuesta, solo pudo balbucear: "Yo... yo... ¿qué?" Mackenzie, por su parte, parecía estar sufriendo un cortocircuito mental. "Espera, ¿estás sugiriendo que salga con las dos? ¿Al mismo tiempo?" "¡Exacto!" exclamó Bingo, chasqueando los dedos. "Es la solución perfecta. Nadie sale lastimado, todos obtenemos lo que queremos, y podemos mantener la armonía familiar." Bluey finalmente pareció recuperar el habla. "Bingo, eso es... eso es una locura. No podemos simplemente 'compartir' a Mackenzie como si fuera el último trozo de pizza." "¿Por qué no?" insistió Bingo. "Los conejos tienen relaciones poliamorosas todo el tiempo. ¿Por qué los perros no podemos hacer lo mismo?" "Porque... porque..." Bluey buscaba desesperadamente una razón lógica, pero su mente estaba en blanco. Mackenzie, mientras tanto, parecía estar considerando seriamente la idea. "Bueno, técnicamente, en la naturaleza, algunos caninos tienen múltiples parejas..." "¡Mackenzie!" exclamó Bluey, escandalizada. "No me digas que estás de acuerdo con esta locura." "No estoy de acuerdo," se defendió Mackenzie, levantando las manos. "Solo... estoy considerando todas las opciones." Bingo, sintiendo que estaba ganando terreno, presionó: "Vamos, Bluey. Piénsalo. Podrías tener a tu novio y a tu hermana felices. No más secretos, no más tensión. Solo... amor y felicidad para todos." Bluey miró a Bingo, luego a Mackenzie, y de vuelta a Bingo. Su mente era un torbellino de emociones y pensamientos contradictorios. Por un lado, la idea de "compartir" a Mackenzie le parecía absurda y hasta un poco ofensiva. Por otro lado, la perspectiva de perderlo completamente, o de que su relación con Bingo se arruinara para siempre, era igualmente dolorosa. "Yo... yo no sé," dijo finalmente Bluey, su voz apenas un susurro. "Esto es demasiado para procesar." En ese momento, como si el universo decidiera que la situación no era lo suficientemente caótica, Bandit entró en la cocina, con una regadera en la mano. "Chicas, ¿han visto el fertilizante? Su madre insiste en que las plantas necesitan un impulso extra hoy y... oh, hola Mackenzie. No sabía que seguías aquí." Los tres jóvenes se quedaron congelados, mirando a Bandit con expresiones que iban desde el pánico hasta la culpabilidad absoluta. Bandit, notando la tensión en el aire, frunció el ceño. "¿Está todo bien aquí? Parecen un poco... alterados." Bingo, en un ataque de pánico, soltó lo primero que se le vino a la mente: "¡Estamos discutiendo sobre poliamor, papá!" El silencio que siguió fue ensordecedor. Bluey se cubrió la cara con las manos, Mackenzie parecía querer que la tierra se lo tragara, y Bingo se quedó allí, con una sonrisa nerviosa congelada en su rostro. Bandit parpadeó varias veces, procesando lo que acababa de escuchar. Luego, para sorpresa de todos, soltó una carcajada. "Oh, chicas," dijo entre risas. "Me recuerdan a cuando era joven. ¿Saben? Una vez, en la universidad, tuve una situación similar con dos hermanas dálmatas y..." "¡Papá!" exclamaron Bluey y Bingo al unísono, horrorizadas. "¿Qué? Solo digo que entiendo lo complicado que puede ser el amor joven," continuó Bandit, aparentemente ajeno a la incomodidad de todos. "Pero recuerden, lo más importante es la comunicación y el respeto mutuo. Y si deciden explorar... arreglos no convencionales, asegúrense de que todos estén de acuerdo y cómodos con la situación." Con eso, Bandit salió de la cocina, silbando alegremente y dejando tras de sí a tres jóvenes perros completamente atónitos. "Bueno," dijo Bingo después de un momento, "al menos parece que papá aprueba la idea." Bluey gimió, hundiendo su cabeza en la mesa. "Esto no puede estar pasando." Mackenzie, que había permanecido en silencio durante todo el intercambio con Bandit, finalmente habló: "Chicas, creo que necesitamos hablar de esto seriamente. Sin bromas, sin propuestas locas. Solo... honestidad." Bluey levantó la cabeza, sus ojos encontrándose con los de Mackenzie. Vio en ellos el amor que siempre había estado allí, pero también vio confusión y culpa. Luego miró a Bingo, siempre tan llena de ideas locas y energía inagotable. A pesar de la situación, no pudo evitar sentir un profundo amor por ambos. "Está bien," dijo finalmente Bluey, suspirando profundamente. "Hablemos." Los tres se sentaron alrededor de la mesa de la cocina, la tensión aún palpable en el aire. "Primero que nada," comenzó Mackenzie, "quiero que sepan que las amo a ambas. Bluey, has sido mi novia y mi mejor amiga durante años. No puedo imaginar mi vida sin ti. Y Bingo, en los últimos meses he descubierto en ti una conexión que no puedo negar." Bingo asintió, una pequeña sonrisa en sus labios. "Y yo los amo a ambos. Bluey, eres mi hermana. Mackenzie, eres... bueno, eres Mackenzie." Bluey, sintiéndose un poco abrumada, tomó una respiración profunda antes de hablar. "Yo... amo a Mackenzie. Y por supuesto que te amo, Bingo. Eres mi hermanita. Pero esto... esto es mucho para procesar." "Lo entendemos," dijo Mackenzie, tomando suavemente la mano de Bluey. "No tenemos que decidir nada ahora mismo. Y ciertamente no tenemos que seguir la... interesante propuesta de Bingo." Bingo hizo un puchero. "Oye, sigo pensando que es una idea brillante." A pesar de la tensión, Bluey no pudo evitar soltar una pequeña risa. "Bingo, solo tú podrías proponer algo así y hacer que suene completamente normal." "Es un don," respondió Bingo con un guiño. Mackenzie, sintiendo que el ambiente se había relajado un poco, y siguió hablando "Lo que sea que decidamos, tiene que ser algo con lo que todos estemos cómodos. No quiero perder a ninguna de ustedes, pero tampoco quiero que nadie se sienta obligado a hacer algo que no quiere." Bluey asintió lentamente. "Tienes razón. Y... aunque la idea de 'compartirte' me parecía loca al principio, tengo que admitir que la alternativa de perder a mi novio o distanciarme de mi hermana me parece aún peor." Bingo, emocionada por este giro de los acontecimientos, casi saltó de su silla. "¿Entonces... estás considerando mi idea?" "Estoy... abierta a discutirla," respondió Bluey cautelosamente. "Pero necesitamos establecer reglas claras. Y si en algún momento alguien se siente incómodo, tenemos que ser honestos al respecto." Mackenzie asintió vigorosamente. "Absolutamente." "¡Sí!" exclamó Bingo, levantando los brazos en señal de victoria. "¡Somos un trío amoroso!" "Bingo," advirtió Bluey, pero no pudo evitar sonreír ante el entusiasmo de su hermana. "Lo siento, lo siento," se disculpó Bingo, aunque su sonrisa no disminuyó ni un poco. "Somos un... arreglo romántico no convencional en proceso de negociación." Mackenzie soltó una carcajada. "Bueno, cuando lo pones así, suena muy oficial." "Entonces," dijo Bluey finalmente, una pequeña sonrisa formándose en sus labios, "¿cómo exactamente vamos a explicarle esto a mamá y papá?" Bingo sonrió maliciosamente. "Bueno, papá ya parece estar a bordo. En cuanto a mamá... ¿quizás podríamos empezar mencionando casualmente que estamos 'expandiendo nuestros horizontes románticos'?" Mackenzie gimió, hundiendo su cabeza entre sus manos. "Oh, cielos. Esto va a ser interesante." Mackenzie, Bluey y Bingo salieron de la casa de los Heeler, aún procesando la extraña conversación que acababan de tener. El sol brillaba en el cielo, contrastando con la tormenta de emociones que cada uno llevaba por dentro. "Bueno," dijo Mackenzie, rompiendo el silencio mientras caminaban por la acera, "creo que todos podríamos usar un poco de aire fresco y tal vez algo de comer. ¿Qué les parece si vamos al café del parque? Podemos seguir hablando allí." Bluey y Bingo intercambiaron miradas antes de asentir. "Suena bien," dijo Bluey, su voz aún cargada de incertidumbre. El trío caminó en silencio por un rato, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Bingo, sin embargo, no pudo contener su energía por mucho tiempo. "Oye, Mackenzie," dijo, saltando un poco mientras caminaba, "¿alguna vez pensaste que terminarías en una situación así? Quiero decir, dos hermanas, un novio... Es como una de esas telenovelas que ve la abuela, ¿no crees?" Mackenzie se rió nerviosamente. "Honestamente, Bingo, nunca en mi vida imaginé algo así. Pero aquí estamos." Bluey, que había estado callada, finalmente habló. "Chicos, ¿están seguros de que esto no es una locura? Quiero decir, ¿qué dirán nuestros amigos? ¿La escuela? ¿La sociedad en general?" Bingo puso los ojos en blanco. "Oh, vamos, Bluey. Desde cuándo te importa tanto lo que piensen los demás. Además, no es como si fuéramos a anunciarlo en el periódico local." "Bingo tiene razón," dijo Mackenzie, sorprendiéndose a sí mismo por estar de acuerdo con la idea. "Esto es algo personal entre nosotros. No tenemos que contárselo a nadie más si no queremos." Llegaron al café del parque, un pequeño establecimiento rodeado de árboles y con mesas al aire libre. Escogieron una mesa alejada, donde pudieran hablar con privacidad. Una camarera se acercó a tomar su orden. Mackenzie pidió un café, Bluey optó por un té de hierbas y Bingo, fiel a su naturaleza enérgica, pidió un batido de chocolate con extra crema batida. Una vez que la camarera se alejó, Mackenzie tomó una respiración profunda. "Bien, creo que deberíamos establecer algunas reglas básicas para... sea lo que sea esto." Bluey asintió, agradecida por el enfoque práctico de Mackenzie. "Estoy de acuerdo. ¿Qué sugieres?" "Bueno, para empezar, creo que la honestidad es crucial," comenzó Mackenzie. "Si en algún momento alguien se siente incómodo o quiere cambiar algo, tenemos que decirlo abiertamente." "Totalmente de acuerdo," dijo Bingo, sorbiendo ruidosamente su batido que acababa de llegar. "Nada de secretos entre nosotros." "También creo que deberíamos establecer límites claros," continuó Mackenzie. "Por ejemplo, ¿cómo vamos a manejar las citas? ¿Serán siempre los tres juntos o habrá momentos a solas?" Bluey se removió incómoda en su asiento. "Yo... creo que me gustaría tener algunos momentos a solas contigo, Mackenzie. Sin ofender, Bingo." Bingo agitó la mano despreocupadamente. "No me ofendo. De hecho, yo también querría algunos momentos a solas con nuestro galán aquí presente." Mackenzie se sonrojó ante el comentario de Bingo. "Está bien, entonces podríamos establecer un sistema de citas. Tal vez alternando entre citas individuales y salidas grupales." "Me parece justo," dijo Bluey, tomando un sorbo de su té. "Pero, ¿qué pasa con las muestras de afecto en público? No quiero que la gente piense que estamos engañándonos o algo así." "Buen punto," dijo Mackenzie, frunciendo el ceño pensativamente. "Tal vez deberíamos ser discretos en público, al menos por ahora. Nada de besos o abrazos demasiado íntimos cuando estemos los tres juntos fuera de casa." Bingo hizo un puchero. "Aww, ¿ni siquiera un besito en la mejilla?" "Bingo," advirtió Bluey, pero no pudo evitar sonreír ante el entusiasmo de su hermana. "Está bien, está bien," cedió Bingo. "Seré una dama recatada en público. Pero en privado, todos los besos que quiera, ¿verdad?" Mackenzie se atragantó con su café, tosiendo y poniéndose rojo. Bluey le dio unas palmaditas en la espalda, lanzando una mirada de reproche a su hermana. "Bingo, creo que también deberíamos establecer algunos límites en cuanto a... intimidad," dijo Bluey, eligiendo cuidadosamente sus palabras. "Oh, vamos," protestó Bingo. "No es como si fuéramos a hacer nada loco. Solo algunas muestras de afecto inocentes." Mackenzie, habiendo recuperado la compostura, intervino. "Creo que Bluey tiene razón. Deberíamos ir despacio con todo esto. Después de todo, es una situación nueva para todos." Bingo suspiró dramáticamente. "Está bien, está bien. Nada de locuras. Por ahora." "También deberíamos hablar sobre cómo vamos a manejar los celos," dijo Bluey, abordando el mayor de los pedos en la habitación. "Sé que todos decimos que estamos de acuerdo con esto, pero... bueno, las emociones pueden ser complicadas." Mackenzie asintió seriamente. "Tienes razón. Creo que lo más importante es comunicarnos abiertamente si alguno de nosotros empieza a sentir celos o incomodidad." "Y tal vez podríamos tener una especie de check-in semanal," sugirió Bingo, sorprendiendo a todos con su idea práctica. "Ya saben, un momento para sentarnos y hablar sobre cómo nos sentimos y si algo necesita ajustes." "Esa es una excelente idea, Bingo," dijo Mackenzie, claramente impresionado. Bluey sonrió, sintiéndose un poco más relajada. "Sí, me gusta eso. Nos mantendrá honestos y nos dará la oportunidad de abordar cualquier problema antes de que se vuelva demasiado cagado." "¿Ven?" dijo Bingo, hinchando el pecho con orgullo. "No soy solo una cara bonita. También tengo buenas ideas de vez en cuando." Todos rieron, la tensión disipándose un poco más. "Hay algo más que deberíamos considerar," dijo Mackenzie después de un momento. "¿Qué pasa si uno de nosotros quiere terminar este... arreglo?" El silencio cayó sobre la mesa. Era una pregunta que ninguno quería hacer, pero que necesitaba ser abordada. "Supongo que... tendríamos que respetarlo," dijo Bluey finalmente. "Si en algún momento alguien ya no se siente cómodo o quiere salir, tenemos que aceptarlo." Bingo asintió, su usual energía un poco apagada. "Sí, tienes razón. No podemos forzar a nadie a quedarse si no quiere." "Acordemos que si eso sucede, haremos todo lo posible por mantener nuestra amistad," dijo Mackenzie. "Estoy de acuerdo," dijo Bluey, tomando la mano de Mackenzie por encima de la mesa. Bingo, no queriendo quedarse fuera, puso su mano encima de las de ellos. "Yo también. Somos un trío, pase lo que pase." Se quedaron así por un momento, conectados, cada uno reflexionando sobre el extraño giro que había tomado sus vidas. "Bueno," dijo Bingo finalmente, rompiendo el silencio, "ahora que hemos establecido las reglas básicas de nuestro pequeño trío amoroso, ¿qué les parece si hablamos de algo más alegre? Como, por ejemplo, ¿quién va a tener la primera en hacerlo con Mackenzie?" Bluey y Mackenzie se miraron, sorprendidos por la repentina pregunta. Aunque no se pusieron nervioso está vez. Sin duda ya tenían más confianza con Bingo. "Yo... no había pensado en eso," admitió Bluey. "Podrían lanzar una moneda," sugirió Mackenzie, medio en broma. "Oh, no, no, no," dijo Bingo, agitando un dedo. "Nada de dejar esto al azar. Propongo una competencia justa y equilibrada para decidir." "¿Qué tipo de competencia?" preguntó Bluey, mitad curiosa, mitad temerosa de la respuesta. Bingo sonrió maliciosamente. "Un juego de Señoras y Maridos Elegantes, por supuesto. El ganador obtiene la primera cita al hotel". Mackenzie y Bluey se miraron, luego miraron a Bingo, y finalmente estallaron en carcajadas. "Solo tú, Bingo," dijo Bluey entre risas, "podrías sugerir resolver nuestro dilema romántico con un juego de simulación." "Oye, es un clásico por una razón," se defendió Bingo. "Además, ¿qué mejor manera de prepararnos para nuestra inusual relación que practicando diferentes roles? Mackenzie, aún riendo, levantó las manos en señal de rendición. "Saben qué, ¿por qué no? Hagámoslo." "¡Sí!" exclamó Bingo, saltando de su asiento. "Vamos al parque ahora mismo. Necesitamos espacio para nuestro escenario." Mientras se levantaban de la mesa, Bluey no pudo evitar sentir una mezcla de nerviosismo y emoción. Esta situación era completamente nueva y un poco aterradora, pero mirando a Mackenzie y a Bingo, sintió una oleada de afecto por ambos. "Está bien," dijo, tomando una respiración profunda. "Hagámoslo." Diez años después... El sol de la tarde se filtraba por las ventanas del acogedor apartamento en el centro de Brisbane. Bluey, ahora con 25 años, se encontraba sentada en el sofá, hojeando un álbum de fotos con una sonrisa nostálgica en su rostro. Bingo, de 23 estaba en la cocina preparando té, mientras Mackenzie trabajaba en su laptop en el escritorio cercano. "¿Pueden creer que ya han pasado diez años desde que decidimos... esto?" preguntó Bluey, señalando una foto de los tres cuando eran más jóvenes. Bingo se acercó, colocando las tazas de té en la mesita de café. "A veces parece que fue ayer, y otras veces siento que hemos estado juntos toda la vida. Bueno, lo hemos estado, pero no como novios." Mackenzie se unió a ellas en el sofá, cerrando su laptop. "Ha sido un viaje interesante, eso es seguro." Los tres se miraron, sus ojos llenos de amor y complicidad. El camino no había sido fácil, pero habían logrado construir una relación sólida y única. "¿Recuerdan cómo reaccionó mamá cuando finalmente le contamos?" preguntó Bingo, riendo. Bluey gimió, cubriéndose la cara con las manos. "¿Cómo olvidarlo? Creo que nunca la había visto tan... sin palabras." "!Como no fue a ti a quien persiguió con una escoba por toda la casa queriendo romperla en mi cabeza!" Exclamó Bingo. Mackenzie asintió. "Y luego Bandit intervino con su historia de la universidad y las hermanas dálmatas. Creo que eso fue lo que finalmente hizo que Chilli explotara." Los tres rieron al recordar aquel momento tenso pero cómico. Había sido difícil al principio, explicar su situación a familiares y amigos. Algunos lo entendieron, otros no. Pero con el tiempo, la mayoría llegó a aceptar su arreglo poco convencional. "¿Y recuerdan nuestra primera cita los tres juntos?" preguntó Bingo, acurrucándose más cerca de Bluey. Bluey sonrió. "Cómo olvidarlo. Fuimos a ese restaurante italiano y no sabíamos cómo sentarnos. Terminamos los tres apretujados en un lado de la mesa." "El mesero pensó que estábamos locos," añadió Mackenzie, riendo. "Bueno, tal vez lo estábamos un poco," admitió Bingo. "Pero funcionó, ¿no?" Los tres asintieron, compartiendo una mirada cómplice. A pesar de los desafíos, habían logrado construir una relación basada en el amor, el respeto y la confianza mutua. "Saben," dijo Mackenzie después de un momento, "estaba pensando... ¿Qué les parece si celebramos nuestro aniversario de diez años con un pequeño viaje?" Bluey y Bingo se miraron, sus ojos brillando con emoción. "¡Eso suena genial!" exclamó Bingo. "¿A dónde iríamos?" "Estaba pensando en la playa," sugirió Mackenzie. "Podríamos alojarnos en un bonito hotel frente a la playa, pasear por la orilla, tal vez visitar algunos parques temáticos..." "Me encanta la idea," dijo Bluey, sonriendo. "Hace mucho que no nos tomamos unas vacaciones juntos." "¡Entonces está decidido!" Bingo saltó del sofá, llena de entusiasmo. "¡Vamos a empacar!" Al día siguiente todos empacaron y se fueron de manera rápida a la playa en el auto que habían rentado. El viaje a la playa fue tranquilo y agradable. Cuando finalmente llegaron a su destino, el sol comenzaba a ponerse, pintando el cielo de tonos dorados y rosados. "Es precioso," suspiró Bluey, mirando por la ventanilla mientras Mackenzie conducía por el paseo marítimo. "No tanto como ustedes dos," respondió Mackenzie, ganándose un coro de "awws" y risitas de las hermanas. Finalmente, llegaron al hotel. Era un edificio elegante y moderno, con grandes ventanales que reflejaban el océano. Mackenzie estacionó el auto y los tres bajaron, estirando sus piernas después del largo viaje. "Bueno, aquí estamos," dijo Mackenzie, tomando las maletas del maletero. Bingo dio un pequeño salto de emoción. "¡No puedo esperar para ver la habitación! ¿Creen que tendremos vista al mar?" "Eso espero," respondió Bluey, tomando su propia maleta. "Aunque con ustedes dos a mi lado, cualquier vista sería hermosa." Los tres se sonrieron, compartiendo un momento de ternura antes de dirigirse a la entrada del hotel. El lobby era espacioso y elegante, con suelos de mármol y una gran fuente en el centro. Mientras Mackenzie se acercaba al mostrador para registrarse, Bluey y Bingo miraban alrededor con asombro. "Es incluso más bonito de lo que imaginaba," susurró Bingo. "Sí, Mackenzie realmente se lució esta vez," respondió Bluey, sintiendo una oleada de afecto por su novio. Los tres se dirigieron al ascensor, sus corazones latiendo con anticipación. Cuando las puertas se abrieron en su piso, fueron recibidos por un pasillo elegantemente decorado. "Habitación 1507," murmuró Mackenzie, buscando el número correcto. "Ah, aquí está." Deslizó la tarjeta-llave en la ranura y la puerta se abrió con un suave clic. Los tres entraron, arrastrando sus maletas detrás de ellos. La habitación era espaciosa y luminosa, con una gran cama king-size en el centro y un sofá-cama en un rincón. Pero lo que realmente captó su atención fue el balcón con vista al océano. "Oh, wow," suspiró Bluey, caminando hacia las puertas de cristal. Bingo la siguió, sus ojos brillando de emoción. "¡Es perfecto!" Mackenzie se unió a ellas, colocando un brazo alrededor de cada una. "Feliz aniversario, mis amores," dijo suavemente. Rápidamente Bluey agarró a Mackenzie y lo apretó en un beso. Él se dejó guiar por la pasión del beso. Sin embargo no habían estado que bingo había cerrado la puerta con llave estaba cerrando el gas precianas. "¿Qué haces Bingo?" Preguntó Mackenzie un poco sorprendido. "Algo que como nuestro amor". Respondió la Heeler rojiza. Su amor no era común, pero era amor. Mackenzie no sabia a que se refería. Al estar sobrepensano No se dio cuenta cuando la Heeler Azul le comenzó a agarrar las pompas. Y entra las dos lo tiraron a la cama. Mackenzie suspiró, sabía que no podía negarse a tal oferta. Después de todo... ¿Quien dice que un amor de tres no funciona?
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