Capítulo 5
16 de agosto de 2025, 2:53
Los días siguientes al incidente del armario, Mackenzie se encontró sumido en un torbellino de emociones contradictorias. Por un lado, no podía dejar de pensar en esos momentos íntimos compartidos con Bingo, la calidez de su mano, la sinceridad en sus palabras. Por otro, la culpa lo carcomía cada vez que veía a Bluey.
Decidido a aclarar sus sentimientos y reafirmar su compromiso con Bluey, Mackenzie planeó una cita especial. Quería recordarse a sí mismo por qué se había enamorado de ella en primer lugar, y esperaba que una noche romántica pudiera disipar las dudas que lo atormentaban.
El viernes por la tarde, Mackenzie se presentó en la casa de los Heeler. Cuando Bluey abrió la puerta, Mackenzie sintió que se le cortaba la respiración. Llevaba un vestido azul que resaltaba el color de su pelaje y una sonrisa radiante que iluminaba toda su cara.
"Wow, Bluey," dijo Mackenzie, genuinamente impresionado. "Te ves hermosa."
Bluey se sonrojó ligeramente. "Gracias, mo amor. Tú también te ves muy guapo."
Mientras se alejaban de la casa, Mackenzie no pudo evitar notar a Bingo mirando por la ventana de su habitación. Por un momento, sus miradas se cruzaron, y Mackenzie sintió una punzada de... ¿culpa? ¿anhelo? Sacudió la cabeza, determinado a concentrarse en Bluey y en la noche que tenía planeada.
"¿A dónde vamos?" preguntó Bluey emocionada mientras caminaban por las calles de Brisbane.
Mackenzie sonrió misteriosamente. "Es una sorpresa. Pero creo que te va a gustar."
Caminaron por unos minutos más hasta llegar a un pequeño restaurante italiano escondido en una calle lateral. El lugar era acogedor y romántico, con luces tenues y mesas íntimas para dos.
"Oh, Mackenzie," exclamó Bluey cuando entraron. "Es precioso."
El maitre los guió a su mesa, una ubicada en un rincón tranquilo del restaurante. Mackenzie ayudó a Bluey a sentarse antes de tomar su propio asiento.
"¿Cómo descubriste este lugar?" preguntó Bluey, mirando alrededor con admiración.
"Lo encontré por casualidad hace unas semanas," explicó Mackenzie. "Pensé que sería perfecto para una cita especial contigo."
Bluey sonrió, alcanzando la mano de Mackenzie sobre la mesa. "Es perfecto. Gracias, cariño."
Mientras cenaban, conversaron sobre todo y nada. Hablaron de la escuela, de sus planes para el futuro, de recuerdos compartidos de su infancia. Mackenzie se encontró relajándose, disfrutando genuinamente de la compañía de Bluey. Su risa, su inteligencia, su forma de Mientras cenaban, conversaron sobre todo y nada. Hablaron de la escuela, de sus planes para el futuro, de recuerdos compartidos de su infancia. Mackenzie se encontró relajándose, disfrutando genuinamente de la compañía de Bluey. Su risa, su inteligencia, su forma de ver el mundo... todo eso le recordaba por qué se había enamorado de ella.
Sin embargo, en los momentos de silencio, cuando Bluey estaba concentrada en su comida o mirando alrededor del restaurante, los pensamientos de Mackenzie volvían inevitablemente a Bingo. Se preguntaba qué estaría haciendo en ese momento, si estaría pensando en él. Se sentía culpable por estos pensamientos, pero no podía evitarlos.
"¿Estás bien, Mack?" preguntó Bluey de repente, sacándolo de sus pensamientos. "Pareces un poco distraído."
Mackenzie se sobresaltó ligeramente. "Oh, sí, estoy bien. Solo... pensaba en lo afortunado que soy de estar aquí contigo."
Bluey sonrió, pero Mackenzie notó un destello de preocupación en sus ojos. "¿Seguro que es solo eso? Has estado un poco distante últimamente."
Mackenzie sintió una punzada de culpa. ¿Tan obvio había sido? "Lo siento, Bluey. He estado un poco estresado con los exámenes y todo eso. Pero esta noche es solo para nosotros, lo prometo."
Bluey asintió, aparentemente satisfecha con la explicación. La cena continuó sin incidentes, y para el postre, Mackenzie se sintió más relajado y presente. Mientras compartían un tiramisú, Bluey propuso una idea.
"¿Sabes qué sería divertido?" dijo con un brillo travieso en los ojos.
Mientras Mackenzie y Bluey terminaban su postre, las luces del restaurante se atenuaron ligeramente y una melodía familiar comenzó a sonar por los altavoces. Los primeros acordes de "Conciertos de silencio" llenaron el ambiente, trayendo consigo una oleada de recuerdos.
Bluey levantó la mirada, sus ojos brillando con reconocimiento. "¡Oh, Mackenzie! ¿Escuchas eso? Es nuestra canción."
Mackenzie sonrió, sintiendo una mezcla de nostalgia y nerviosismo. "Sí, lo es. Qué coincidencia, ¿no?"
En realidad, no era una coincidencia en absoluto. Mackenzie había pedido específicamente al personal del restaurante que pusieran esta canción en algún momento de la noche. Era parte de su plan para hacer la velada especial, aunque ahora, con todas las emociones conflictivas que sentía, se preguntaba si había sido una buena idea.
Bluey se levantó de su silla, extendiendo su mano hacia Mackenzie. "¿Bailamos? Como en los viejos tiempos."
Por un momento, Mackenzie dudó. Bailar con Bluey significaría estar cerca de ella, sostenerla en sus brazos. ¿Podría hacerlo sin que sus pensamientos se desviaran hacia Bingo? Pero al ver la expectativa en los ojos de Bluey, supo que no podía negarse.
"Por supuesto," respondió, tomando su mano y levantándose.
La música comienza a sonar suavemente en el restaurante. Mackenzie y Bluey se miran, una chispa de reconocimiento en sus ojos. Sin palabras, Mackenzie se levanta y extiende su mano hacia Bluey. Ella la toma, sus dedos entrelazándose naturalmente.
Se dirigen al pequeño espacio despejado cerca de su mesa. Mackenzie coloca su mano en la cintura de Bluey, mientras ella apoya la suya en su hombro. Sus cuerpos se acercan, encontrando una posición cómoda y familiar.
Estaba sola y sin saberlo
Sentí amor sin entenderlo
Antes de hallarme ante tu voz
La de la voz que abarca mares
La dulzura y las ciudades
Hoy me abarca a mí
Mientras bailaban, Mackenzie no pudo evitar notar lo bien que se sentía tener a Bluey en sus brazos. Su calor, su aroma familiar, la suavidad de su pelaje... todo ello le recordaba por qué se había enamorado de ella en primer lugar.
"¿Recuerdas la primera vez que bailamos esta canción?" preguntó Bluey, su voz suave y nostálgica.
Mackenzie asintió, una sonrisa formándose en sus labios. "Cómo olvidarlo. Fue en el baile de la escuela primaria. Estaba tan nervioso que te pisé los pies al menos tres veces."
Con los primeros versos, comienzan a moverse lentamente. Sus pasos son pequeños al principio, casi tímidos. Giran suavemente, sus miradas conectadas, comunicando sin palabras. Bluey alistó sus labios para besarlo.
Bésame
Tu canción
Dulce como el alma de tu voz
Sin embargo Mackenzie habia visto la cara de Bingo. Rápidamente alejos su cabeza del beso. Bluey debió notar el cambio en su expresión, porque frunció el ceño ligeramente. Aunque siguió con el baile para no arruinar este bello momento. "¿Estás bien, Mack? Pareces... distante." Preguntó un poco nerviosa.
Mackenzie se esforzó por sonreír, tratando de alejar los pensamientos conflictivos. "Estoy bien, solo... pensaba en lo mucho que hemos pasado juntos."
Bluey asintió, pero Mackenzie pudo ver una sombra de duda en sus ojos. Sin embargo, no presionó más el tema y siguieron bailando.
Afinar (afinar)
Mi caminar (mi caminar)
Cantándome los versos de tus besos
En un concierto de silencios
Al llegar al coro, sus movimientos se vuelven más fluidos. Mackenzie guía a Bluey en un giro suave, su vestido azul ondulando con el movimiento. Cuando vuelven a juntarse, están más cerca que antes.
Sus cuerpos se mueven en perfecta sincronía, como si hubieran ensayado este baile mil veces. Mackenzie inclina ligeramente a Bluey hacia atrás, sosteniéndola con seguridad. Ella confía en él completamente, dejándose llevar.
Hacerme a orillas de tu día
Hallar la octava maravilla
A la vuelta de tu oreja
En la parte más suave de la canción, sus movimientos se vuelven más íntimos. Bailan mejilla con mejilla, sus cuerpos tan cerca que parecen uno solo. Bluey cierra los ojos, perdida en el momento y en la música.
Por un momento, el mundo pareció desvanecerse a su alrededor. Solo existían ellos dos, moviéndose al ritmo de la música, perdidos en los recuerdos y en la intimidad del momento.
Pero entonces, como un relámpago en un cielo despejado, la imagen de Bingo apareció en la mente de Mackenzie. Recordó la calidez de su mano en el armario, la sinceridad en sus ojos cuando le confesó sus sentimientos. La culpa lo invadió de nuevo, amenazando con arruinar el momento.
Bésame
Tu canción
Dulce como el alma de tu voz
Mientras la canción continuaba, Mackenzie se encontró luchando internamente. Por un lado, estar así con Bluey se sentía correcto. Ella era su mejor la persona con la que había imaginado pasar el resto de su vida. Pero por otro lado, los sentimientos descubiertos por Bingo seguían allí, imposibles de ignorar.
"¿Sabes? Esta canción siempre me hace pensar en el futuro," dijo Bluey de repente, sacando a Mackenzie de sus pensamientos.
"¿El futuro?" preguntó, intrigado.
Bluey asintió, un leve rubor tiñendo sus mejillas. "Sí, ya sabes... nosotros, juntos. Siempre imaginé que algún día bailaríamos esta canción en nuestra boda."
Si te sientes desolada
No quiero que te olvides jamás
Que mi orquesta de cariño
Es tuya (es tuya)
Las palabras de Bluey cayeron sobre Mackenzie como un balde de agua fría. Boda. Futuro. Compromiso. Todas esas cosas que hasta hace poco tiempo parecían tan claras y deseables, ahora se sentían complicadas y confusas.
"Bluey, yo..." comenzó Mackenzie, sin saber realmente qué decir.
Navegando tu frontera
Consigues que me ancla tu vela
Y me enredo entre tus olas de arena
Cuando la canción vuelve a intensificarse, Mackenzie la hace girar una vez más. Esta vez, cuando Bluey regresa a sus brazos, hay una nueva energía en sus movimientos. Danzan con más pasión, sus pasos más largos y atrevidos.
Sus pies se mueven ágilmente por el suelo, trazando patrones invisibles. Mackenzie guía a Bluey en un movimiento circular, luego la atrae de nuevo hacia sí. Sus colas se rozan, añadiendo otro nivel de intimidad a su baile.
Bésame
Tu canción (tu canción)
Es tan dulce como el alma de tu voz
Afinar (afinar)
Mi caminar (tu caminar)
Cantándome los versos de tus besos
En un concierto de silencios
A medida que la canción se acerca a su final, sus movimientos se ralentizan. Vuelven a ese balanceo suave del principio, pero ahora hay una tensión palpable entre ellos. Sus respiraciones están ligeramente agitadas, sus corazones latiendo al unísono.
Navegando tu frontera
Consigues que me ancla tu vela
Y me enredo entre tus olas de arena
La de la voz )
En las últimas notas de la canción, Mackenzie inclina a Bluey en un movimiento final. La sostiene allí por un momento, sus rostros a centímetros de distancia. Hay una pregunta no formulada en los ojos de ambos, un deseo no expresado. Pero en ese instante crucial, cuando sus labios estaban a punto de encontrarse, la mente de Mackenzie lo traicionó. En un susurro apenas audible, murmuró un nombre que no debía haber mencionado.
"Bingo..."
Fue apenas un suspiro, pero en el silencio que siguió a la canción, sonó como un trueno. Los ojos de Bluey se abrieron de par en par, una mezcla de confusión y dolor reemplazando rápidamente el amor que había en ellos segundos antes.
"¿Qué... qué dijiste?" preguntó Bluey, su voz temblando ligeramente mientras se enderezaba, alejándose del abrazo de Mackenzie.
Mackenzie, dándose cuenta de su error garrafal, intentó rectificar: "Bluey, yo... no sé por qué dije eso. No significa nada, te lo juro."
Pero era demasiado tarde. El daño estaba hecho. Bluey dio un paso atrás, sacudiendo la cabeza en incredulidad. Aunque no la juzga. Ni el se había creído lo que había dicho.
"¿No significa nada? ¿Acabas de llamarme por el nombre de mi hermana y me dices que no significa nada?" La voz de Bluey se elevó, atrayendo algunas miradas curiosas de las mesas cercanas.
"Bluey, por favor, déjame explicarte," suplicó Mackenzie, consciente de que estaban creando una escena pero más preocupado por la expresión herida en el rostro de su novia.
"No quiero escucharlo," respondió Bluey, su voz quebrándose. "No puedo... no puedo estar aquí ahora mismo."
Sin decir una palabra más, Bluey se dio la vuelta y salió corriendo del restaurante, dejando a Mackenzie parado solo en la pista de baile improvisada, bajo las miradas de reproche de los otros comensales.
Mackenzie se quedó allí por un momento, aturdido por lo que acababa de suceder. Luego, reaccionando, corrió tras Bluey, pero cuando salió a la calle, ella ya había desaparecido en la noche de Brisbane.
Con el corazón pesado y la mente en un torbellino, Mackenzie comenzó a caminar sin rumbo por las calles de la ciudad. La noche que había planeado con tanto cuidado, la noche que se suponía iba a reafirmar su amor por Bluey, se había convertido en un desastre total.
Mientras caminaba, Mackenzie no pudo evitar reflexionar sobre cómo había llegado a este punto. ¿Cómo había permitido que sus sentimientos por Bingo crecieran hasta el punto de sabotear su relación con Bluey? ¿Realmente estaba enamorado de Bingo, o era solo una atracción pasajera amplificada por la emoción de lo prohibido?
Se sentó en un banco en un parque cercano, la cabeza entre las manos. Recordó todos los momentos felices que había compartido con Bluey a lo largo de los años. Su primera cita, su primer beso, todas las aventuras que habían vivido juntos. Y como había mandado todo a la mierda por un error.
Pero entonces pensó en Bingo. En su dulzura, en su manera única de ver el mundo, en cómo lo hacía reír con sus ocurrencias. Y en ese momento en el armario, cuando sus manos se tocaron y sintió esa chispa innegable. ¿Qué? Sigue siendo un adolescente, y pensar en es el más sano del grupo. Otro hubiera aprovechado el momento.
Mackenzie se dio cuenta de que estaba en una encrucijada. Necesitaba tomar una decisión, y pronto. No era justo para Bluey, ni para Bingo, ni para él mismo seguir en esta situación ambigua.
Mientras tanto, Bluey había corrido sin parar hasta llegar a su casa. Entró como un torbellino, ignorando las preguntas preocupadas de sus padres, y se encerró en su habitación. Se tiró en la cama, las lágrimas que había estado conteniendo finalmente fluyendo libremente.
¿Cómo había podido Mackenzie hacerle esto? ¿Cómo podía haber confundido su nombre con el de Bingo? La idea de que Mackenzie pudiera tener sentimientos por su hermana era demasiado dolorosa para contemplarla.
"¡Bingo!" Gritó Bluey. Tenía que verla. Tenía que preguntarle si sentía algo por Mackenzie.
"Bingo se fue a la casa de Lila. Regresa más tarde". Respondió Chilli.
"Y espero que ella no vaya a tardar tanto". Mencionó Bluey.
Pasaron algunas horas, y Bluey se a su cuarto, alternando entre el llanto y una rabia silenciosa. Cuando finalmente se calmó lo suficiente para pensar con claridad, se dio cuenta de que necesitaba respuestas. Solo que no se desquitar con Bingo.
Con determinación, Bluey se levantó de la cama y salió de su habitación. Era tarde, pero sabía que Bingo aún estaría despierta.
Paso el rato y Bingo había llegado. Que estaba algo cansada ya que había jugado con Lila a tocar la trompeta. Y pensar que Bluey sospechó que Bingo era lesbiana. Hubiera preferido que comiera empanadas antes que hot dogs.
Bingo entró rápidamente a su cuarto y cerró la puerta. Bluey se paró frente a la puerta de la habitación de su hermana, el corazón latiéndole con fuerza. Tomó una respiración profunda y tocó suavemente.
"Adelante," respondió la voz de Bingo desde el interior.
Bluey entró en la habitación, encontrando a su hermana sentada en la cama, leyendo un fanfic en su teléfono. Bingo levantó la mirada, sorprendida de ver a Bluey.
"¿Bluey? Pensé que estabas en una cita con Mackenzie. ¿Qué pasa? ¿Has estado llorando?"
La preocupación en la voz de Bingo casi hizo que Bluey se echara atrás. Pero necesitaba saber la verdad.
"Bingo," comenzó Bluey, su voz temblando ligeramente. "Necesito preguntarte algo, y necesito que seas completamente honesta conmigo."
Bingo asintió, dejando su libro a un lado y dando palmaditas en la cama, invitando a Bluey a sentarse. Bluey se acercó, pero se mantuvo de pie.
"¿Qué está pasando entre tú y Mackenzie?"
La pregunta quedó suspendida en el aire entre ellas. Bingo palideció visiblemente, sus ojos abriéndose de par en par.
"Yo... no sé a qué te refieres," tartamudeó Bingo, pero su reacción ya había confirmado las sospechas de Bluey.
"Por favor, Bingo," suplicó Bluey. "Necesito saberlo. Esta noche, durante nuestra cita, Mackenzie me llamó por tu nombre. Y ahora que lo pienso, ha estado actuando raro últimamente, especialmente cuando estás cerca. Así que te lo pregunto de nuevo: ¿qué está pasando entre ustedes dos?"
Bingo bajó la mirada, incapaz de enfrentar los ojos acusadores de su hermana. Después de un momento de silencio tenso, finalmente habló. "Lo siento mucho, Bluey. Nunca quise que esto pasara. Entre nosotros nunca ha pasado nada.
"¿Entonces?". Preguntó Bluey.
"creo que me he enamorado de Mackenzie." Respondió la Heeler.
Las palabras de Bingo fueron como un puñal en el corazón de Bluey. Se tambaleó hacia atrás, apoyándose contra la pared para mantenerse en pie.
"¿Cómo... cómo pudiste?" susurró Bluey, las lágrimas volviendo a sus ojos. "Es mi novio, Bingo. ¡Mi novio!"
"Lo sé, lo sé," dijo Bingo, levantándose de la cama y acercándose a su hermana. "Y me odio por sentir esto. He intentado ignorarlo, te lo juro. Pero no puedo controlar lo que siento."
"¿Y Mackenzie? ¿Él también...?" Bluey no pudo terminar la pregunta, el dolor en su voz palpable.
Bingo dudó por un momento antes de responder: "No lo sé. Hubo un momento... donde sentí que tal vez él también sentía algo. Pero nunca ha dicho nada explícitamente."
Bluey se deslizó por la pared hasta quedar sentada en el suelo, abrumada por la revelación. Bingo se arrodilló frente a ella, lágrimas corriendo por sus propias mejillas.
"Bluey, lo siento tanto. Nunca quise lastimarte. Eres mi hermana y te amo. Si pudiera cambiar lo que siento, lo haría en un instante."
Bluey levantó la mirada, encontrándose con los ojos llorosos de su hermana. Quería estar enojada, quería odiar a Bingo por esto. Pero al ver el dolor y la culpa en el rostro de su hermana pequeña, solo sintió una profunda tristeza.
"¿Qué vamos a hacer ahora?" preguntó Bluey, su voz apenas un susurro.
"No lo sé," respondió Bingo honestamente. "Pero sea lo que sea, tiene que ser tu decisión, Bluey. Mackenzie es tu novio. Si quieres que me aleje completamente, lo haré. Haré lo que sea necesario para arreglar esto."
Bluey cerró los ojos, tratando de procesar todo. Su mundo se había puesto de cabeza en cuestión de horas. Su novio, al que amaba profundamente, aparentemente tenía sentimientos por su hermana. Y su hermana, su mejor amiga desde siempre, estaba enamorada de él.
"Necesito tiempo," dijo finalmente Bluey, poniéndose de pie. "Necesito pensar en todo esto."
Bingo asintió, respetando la necesidad de espacio de su hermana. "Lo entiendo. Tómate todo el tiempo que necesites. Y Bluey... realmente lo siento."
Bluey miró a su hermana una última vez antes de salir de la habitación. Mientras caminaba de vuelta a su propio cuarto, se dio cuenta de que tenía una decisión difícil por delante. ¿Podría perdonar esta traición? ¿Podría confiar en Mackenzie de nuevo? ¿Y cómo afectaría esto su relación con Bingo?
Mientras tanto, en el parque, Mackenzie había llegado a una conclusión. No podía seguir así, lastimando a las personas que más le importaban. Necesitaba ser honesto, con Bluey, con Bingo, y consigo mismo. Mañana, decidió, hablaría con ambas. Les diría la verdad sobre sus sentimientos confusos y aceptaría las consecuencias de sus acciones.
¿Qué es lo peor que podría pasar?