ID de la obra: 600

Mi antología de Klavnix

Slash
PG-13
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planificada Mini, escritos 13 páginas, 4.381 palabras, 3 capítulos
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El día del examen de abogacía

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“Después del final viene el principio”. Phoenix nunca pensó que volvería a la Universidad Ivy, pero tenía que recuperar su distintivo de alguna forma tras ser rehabilitado como abogado: Dando el examen de abogacía nuevamente… pero sin ninguno de los preparativos de estudiante. Edgeworth lo ayudó a organizarse y a re-acostumbrarse a su antigua profesión, no obstante, siguió siendo una tarea muy difícil para él. Quizá, incluso más difícil que la primera vez que dio el examen, con todas las actualizaciones a los temas tomados… Claramente, después de responder a las preguntas de los profesores, profesores que en algunos casos ya conocía; Phoenix estaba agotado. Caminó a paso tranquilo por el pasillo del tercer piso de la universidad, sumido en la nostalgia, aunque no lo suficiente como para desviarse de su camino a la cafetería. …Ah, la cafetería. La imagen de Dollie, más bien de Iris, apareció en su mente por unos instantes. Pero no era momento de pensar en eso, era hora de comprarse una buena comida como premio por su buen o mal trabajo: No sabría el resultado del examen hasta dentro de un mes…  Al llegar, se acercó a la máquina expendedora que se encontraba allí, y solo el ver las imágenes de ejemplo que estaban al lado del cristal le abrió el estómago. Eligió su comida en su mente… Un café y unas cosas dulces. No obstante, al ver los precios, y su solitaria billetera, no pudo evitar quejarse en voz baja… Su situación económica estaba tan mal como siempre, ya que aún era nada más que un pianista sin talento. Suspiró, rascándose la frente, que estaba sudorosa por toda la ansiedad que pasó. Entonces, escuchó a alguien acercándose, el sonido de las suelas de botas altas y cadenas moviéndose. Phoenix inhaló, sorprendido, solamente podía tratarse de una persona. Sabía que el fiscal Klavier Gavin iba a dar un seminario en esa misma universidad, esa misma semana… No pensó que realmente se lo cruzaría en algún momento. —¿Señor Wright…? —Klavier preguntó sin certeza. —Eh, hola —Phoenix dijo en voz baja, todavía dándole la espalda. —Ah, hola. No estaba seguro de si era usted. ¿Por fin dejó ese estilo de vestir extraño y se vuelve a vestir formal, eh? Phoenix prácticamente pudo escuchar una sonrisa en su tono de voz, y de repente, se sintió avergonzado de lo que sea que Klavier podría estar mirando. Se volvió hacia él. —Ya era hora ¿no? y usted debería hacer lo mismo —dijo levantando una ceja—. ¿Del mismo modo en el que usted dejó ese acento alemán suyo, por lo que veo? —Ah —Klavier murmuró por un instante, tomado por sorpresa—. Ah, ajaja. No sé de qué está hablando. Klavier metió unos billetes en la máquina y sacó un chocolate.  —¿Usted qué quiere? —Klavier preguntó con naturalidad, probablemente notando que Phoenix se había quedado parado allí sin rumbo. —Ah, pues, iba a comprarme uno de esos pastelitos y un café, pero… —empezó a explicar, pero dejó de hablar al estar avergonzado por no poder comprar nada de eso realmente. Antes de que Phoenix pudiera terminar la frase, escuchó el sonido de algo cayendo a la parte de abajo de la máquina; Klavier le había comprado lo que quería. —Tenga —le dijo con una sonrisa, ofreciéndoselo. —Ah… ¡Gracias, señor Gavin! —Phoenix sonrió también, sorprendido, y tomó el “regalo”. —Ahora, ¡el café! Klavier lo tomó del brazo para sentarse juntos en alguna mesa. Phoenix se quedó quieto, sorprendido. —C-creo que sí puedo comprarme el café yo… —Se rascó la mejilla—. ¿O es ésta alguna ocasión especial? —Por supuesto. Sé por el señor Edgeworth que hoy, usted dió su batalla final para volver a ser abogado, ¿no es cierto? Tiene que contarme cómo le fue. “Señor, señor, no es cierto”… Phoenix nunca lo había escuchado decir esas palabras tanto; generalmente Klavier las reemplazaba por palabras en alemán. ¿Había dejado de hablar así? Podría ser el caso ya que Phoenix de todos modos no lo veía hace mucho, como para haberse dado cuenta. Pero cuando fueron a comprar sus cafés, Klavier le dijo al empleado: «Guten Tag, Herr Barista, quiero pedir un…», y el nombre innecesariamente complicado de una bebida. —¿Usted qué quiere, señor Wright? —Klavier preguntó. —Eh… un café con leche, Bitte —dijo Phoenix, solamente para ver la reacción de Klavier, era una de las pocas palabras en alemán que se sabía, al haber tomado un curso obligatorio de idioma en la universidad. Los ojos de Klavier se abrieron exageradamente, y por el más pequeño instante, él pareció estar avergonzado mientras tocaba uno de sus anillos grises. —Bueno, siéntense y los vamos a llamar —dijo el empleado de la cafetería con aburrimiento. Y eso hicieron.  Los alumnos de la universidad, en cuyo comedor se encontraban Phoenix y Klavier, no se veían tan enérgicos y felices como en las fotos, todos los sentados a su alrededor se veían como si los exámenes fueran experiencias tan traumáticas como… como que manden preso a alguien inocente, lo que, honestamente, era igual de común que tener una gran roja y terrible mala nota en una hoja allí. Todos eran jóvenes, por supuesto, incluyendo Klavier. …Eso hizo que Phoenix se sintiera fuera de lugar.  Entonces, Klavier lo escuchó atentamente mientras narraba cada momento del examen como si se tratase de una película: “se me cayó el lápiz ahí, no sabía qué responder allí… tartamudee ahí, creo que usé la terminología incorrecta allí… El profesor me estaba sonriendo cuando terminé de hablar, ¡no sé si estaba sorprendido por mi habilidad o por mi estupidez!” Y antes de que Phoenix se diera cuenta, ya había pasado más de una hora. —Ah, em, ya tendría que irme. Gracias por venir a apoyarme, ¡lo aprecio mucho! —dijo Phoenix, Trucy ya iba a salir de la escuela y tenía que ir a buscarla. —No es nada, Herr… digo, s-señor Wright. Phoenix inclinó la cabeza. —Oiga, una pregunta… ¿Por qué se niega a hablar con palabras en alemán conmigo aunque siempre las usa con todos? ¿Cree que no las entiendo? Klavier se encogió, avergonzado. —¡No! Es que… es que, a usted no le agrada mi acento, ¿no? —¿Cuándo dije eso? —Eh… bueno, cuando nos conocimos. Phoenix se quedó en silencio un momento mientras pensaba en aquel juicio en el que se vieron por primera vez. —Ah… Ya veo… yo me burlé de su acento o algo así en ese momento, ¿no? —se rió—. ¡Gavin, eso fue hace siete años! Obviamente ya no me importa.  —Ah, ¿en serio? —Pues claro —respondió Phoenix—. ¿Estuvo pensando en eso todo este tiempo? No puede ser, jeje… ¡Falta que piense que todavía estoy enojado por lo que pasó o algo tonto como eso…! Phoenix dijo eso a modo de broma, pero Klavier lo miró en silencio, como si hubiera roto un psico-candado. —J-ja; por supuesto que no, eso sería tonto. Muy tonto. Eh… bueno, ¡lo veré luego y espero que sea en el tribunal, Herr Wright! Phoenix y Klavier se despidieron el uno del otro. Phoenix salió de la universidad Ivy más tranquilo porque, al menos, Klavier creía en que le fue bien en el examen. Siendo Klavier un fiscal con años de experiencia, su apoyo le daba esperanzas. Después, en el camino de vuelta, Phoenix frenó en su bicicleta mientras esperaba a que una señora pase por la calle... Entonces se quedó pensando en lo que le dijo Klavier antes de irse. Él parecía estar bastante nervioso, lo que era extraño. “Dije eso de que sería tonto que me importe algo ocurrido hace siete años, pero Klavier parece sí darle importancia. ¿Es posible que él realmente piense que le tengo resentimiento por algo de ese juicio?” pensó Phoenix. “Nah, no creo…” Mientras tanto, Klavier estaba preparándose para seguir con su recorrido en la universidad Ivy, mordiéndose las uñas porque creía que le caía mal a Phoenix pero aparentemente, estaba equivocado.
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