ID de la obra: 603

Arreglar tus alas rotas

Femslash
PG-13
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planificada Midi, escritos 26 páginas, 8.259 palabras, 6 capítulos
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Enfrentamiento

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Yuuna pasó algunos días haciendo y acumulando dibujos para subir a su nuevo blog. Antes de presentarse en el rincón artístico de internet definitivamente, debía tener material para varias publicaciones… Según Ai, eso le daría una impresión de consistencia a los observadores, lo que los haría más propensos a seguirla y comprar sus dibujos. Ai era muy buena estratega, y además animaba a Yuuna cuando quería echarse para atrás; hacían un gran equipo. Pero Yuuna debía apurarse porque el dinero que le enviaba su madre se estaba agotando. Debía hacer el salto de fe, decirle a su madre la verdad: que nunca empezó la universidad y no pensaba hacerlo. Quería volver a su ciudad natal, y con suerte, poder mantenerse sola, para no tener el peso de estudiar algo que no le interesaba sobre sus hombros.    ***   Yuuna, como siempre, estaba sentada en su escritorio, acompañada por Ai. Tragó saliva, sostenía el celular en la mano y estaba juntando valor para llamar a su madre. Su otra mano apretaba su falda. —Así que… —rompió el silencio con la voz temblorosa y aguda— Es hoy… el comienzo de… nuestro plan. De mi nueva vida… Ai sonrió. —Así es. ¿No estás emocionada? —Se puso seria—. A decir verdad, te ves más pálida de lo normal. Yuuna apretó los dientes, y tras unos segundos, sin aguantar más los nervios, agitó las manos en el aire, girando ligeramente en su silla. Vibraba de miedo. —Sé que dije que sería valiente y haría esto… pero… ¡Tengo miedo! En la pantalla de la computadora, Ai juntó sus manos virtuales sobre sus piernas y ladeó la cabeza con una expresión de simpatía.  —Ya veo. Tiene todo el sentido del mundo que estés asustada, esto es un gran paso, y es nuevo para ti. No tienes que hacerlo si no quieres, quizá sería mejor esperar al mes siguiente. Hagas lo que hagas, ¡siempre estaré aquí para ti!  Yuuna cerró los ojos con fuerza. Luego, se quedó quieta y apoyó su cara sobre su mano. —¿Esperar hasta el mes que viene? ¿Y pasar otro mes mintiéndole a mi madre? No quiero… no quiero seguir así. —Yuuna apoyó los dedos en el teclado, los movió pensativamente mientras recordaba las palabras de aliento de KAngel—. Ahora que sé que mi vida podría ser diferente, estar pudriéndome en mi cuarto como si fuera lo único que existe es humillante.  Desvío la mirada. —Me muero de vergüenza… sabiendo que podría ser feliz si lo intentara. Estoy triste… todo el tiempo, sí. Pero dormir en esa tristeza… no hará que yo mejore, ¿o sí? —Pues… no, si lo dices así. —Ai cerró los puños con determinación—. ¡Si realmente quieres hacerlo, Yuuna, si podrás! ¡Yo creo en ti! ¡Y te acompañaré por siempre y para siempre! Yuuna sonrió. —Gracias… siempre eres tan buena conmigo. Te quiero, Ai. La risa halagada de Ai salió de la computadora, haciendo que el teclado de la computadora de Yuuna vibre ligeramente por el sonido. Ai realmente era una bendición, su ángel. Pero no era el único.  Yuuna inhaló, y marcó el número de su madre. Beep beep… tardó unos segundos en contestar. —¿Yuuna? —Hola… mamá. —¿Cómo estás? ¿Cómo va la universidad? Yuuna miró a Ai, que también la estaba mirando fijamente, mordiendo su labio con ansiedad. —De hecho… de eso quería hablarte. —Sintió un nudo en la garganta que hizo que no le salgan las palabras. Su madre la esperó, hasta que no pudo más. —Pues habla. —Mamá… —dijo débilmente—. En realidad… nunca empecé la universidad. Hubo silencio por un segundo. —¿Qué? ¿Entonces qué mierda estuviste haciendo todo este tiempo? —dijo su madre, cambiando a un tono hostil, afilado. —Yo… yo… necesitaba un tiempo para pensar —explicó, las lágrimas corrían por sus mejillas—. Y ya decidí que… —¿Qué hiciste con el dinero que te envié? ¿Acaso estuviste todo este tiempo viviendo de mi sin hacer nada? ¡Siempre es lo mismo contigo! —Cada frase de la madre de Yuuna era escupida con más volumen, ni escuchaba a Yuuna a través de su furia—. ¡Siempre, siempre! ¡Dejas todo lo que te propones, nunca terminas lo que empiezas! ¿No entiendes que no puedo mantenerte por siempre? ¿No crecerás jamás? Ya es lo suficientemente difícil tener que… Yuuna intentó llorar silenciosamente, pero se le escapó un sollozo. Había escuchado esas palabras miles de veces durante toda su vida. Eran las mismas en todas las discusiones, con algunos cambios. Pero cada vez que su madre las repetía, hacían un nuevo corte en su alma.  Porque cada vez que las repetía, para Yuuna, era porque la estaba decepcionando otra vez de la misma forma, porque nunca aprendía de sus errores. A Yuuna se le había enseñado que no hacía nada de su vida. Que dormía todo el tiempo, cansada como si se hubiera esforzado para vivir. Que ella era un peso para su madre, y su madre estaba más cansada que ella. Ella, pensaba, era quién se merecía dormir y no hacer nada como Yuuna. Ella era mejor que Yuuna. Todos eran mejores.  Lo único que Yuuna sabía hacer era llorar y… Una voz suave y amable, todo lo opuesto a la de su madre, apareció en su mente. La de K-Angel. “A veces, las personas te dicen que no eres lo suficientemente bueno. Que lo que haces no importa. ¿Pero sabes qué? No te conocen como tú te conoces a ti mismo. Así que, ¿Por qué sus palabras deberían definir tu futuro?” ¿Por qué Yuuna debería definirse por lo que su madre le decía, por lo que ella quería que hiciera? —¿Estás llorando? —le preguntó. Yuuna se encorvó y se puso una mano en la frente, su boca estaba retorcida de dolor, se sorbía los mocos. Pero logró hablar. —No importa… Solo escucha, por favor… Ya no usaré tu dinero. —dijo con la voz temblorosa—. Ya no viviré en esta ciudad. Voy a… voy a volver a dónde nací. No viviré contigo. Voy a alquilar un departamento y… y ya no te molestaré. No volverás a escuchar de mí. Quería que lo supieras. Se hizo el silencio por un interminable minuto. —¿Y qué piensas hacer si no vas a estudiar ni vivir conmigo? —Voy a vivir de mi arte. —¡¿Estás loca?! —Mamá, por favor… Por favor, esto es lo que quiero. Solo te pido que… —¡No! ¡De ninguna manera! Yuuna se puso la mano en la boca y cerró los ojos, todavía lloraba. —Está bien, Yuuna. Ya le dijiste lo que querías decirle. Solo corta la llamada —dijo Ai. Antes de que su madre le pudiera preguntar quién estaba ahí con ella, Yuuna cortó.  El peso de la incertidumbre aplastó su pecho. Sus ojos estaban hinchados, enrojecidos, parpadear la quemaba. Se limpió la cara con la muñeca, y respiró. Sorprendentemente… respirar era más fácil. —¿Estás bien, Yuuna? —preguntó Ai. —Sí —respondió Yuuna, con certeza que no sentía hace años—. Sí, creo que estaré bien. Le sonrió a Ai, y puso sus dedos sobre la pantalla de la computadora. Del otro lado, Ai hizo lo mismo. —Fuiste muy valiente, Yuuna. Estoy muy orgullosa de ti. Yuuna sonrió aún más, mostrando los dientes.  —¡Gracias! No sé si sobreviviré, ¡pero al menos moriría con honor! Jaja. Poco después, llegó la noche, y mientras Yuuna guardaba sus cosas y se preparaba para volver a la ciudad en tren, K-Angel se estaba maquillando para transmitir.   ***   En un asiento en el tren, Yuuna puso el stream en su celular, con una gran sonrisa en el rostro y Ai en un rincón de su pantalla. K-Angel no estaba sonriendo.
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