Capítulo 10
18 de agosto de 2025, 8:59
Trunks se retorcía de dolor al toser tanto, sus labios chorreaban sangre y de ellos caían pétalos cristalinos iguales a los de la flor que me mostró. Su ki… se estaba debilitando. Recordé todas las veces que los androides atacaron, como podía sentir a todos los ki de las personas inocentes derrumbándose como los edificios.
Estaba muriendo frente a mí.
Me acerqué a Trunks y lo levanté de la vereda, para llevarlo volando en mis brazos a buscar ayuda, para que no tenga que gastar la poca energía que le quedaba.
No sabía bien qué hacer, ni a dónde ir. Las esferas del Dragón no podían curar enfermedades. ¿Qué se supone que debía hacer?
Decidí ir a buscar a Bulma, ya que ella le había hecho un tratamiento. Volé a toda velocidad y vi como los ojos de Trunks se cerraban, él se esforzaba por no desmayarse.
—Ya casi llegamos. Aguanta… por favor.
Trunks murmuró algo que no pude comprender.
***
Llegamos a Corporación Cápsula en cuestión de minutos.
—¡Bulma! ¡Vegeta! ¡Alguien! —exclamé mientras entraba—. ¡Es Trunks! ¡Está muy enfermo!
Bulma y Vegeta aparecieron inmediatamente, Bulma se llevó la mano a la boca con preocupación y corrió hacia Trunks. Vegeta se quedó mirándolo fijamente, como si estuviera teniendo terribles recuerdos del pasado.
—¡Idiota! ¡Solo demuestra que lo amas! —dijo Vegeta.
—¡Ya hice eso! —dije con la voz temblorosa. Las lágrimas caían por mi rostro.
—¿Qué…? ¿Y no se curó?
—No…
—Rápido, vamos al laboratorio. Estarás bien, hijo. Aguanta… —dijo Bulma.
***
Fuimos al laboratorio y colocamos a Trunks sobre una cama. Su boca y el cuello de su camisa estaban teñidos de rojo, las flores en su garganta hacían que su respiración salga con un silbido. Cerraba los ojos con fuerza, con dolor.
—¿Qué hacemos? —preguntó Vegeta.
Bulma pensó por un momento.
—No tenemos más opción que quitarle las flores con nanorobots…
—¡Pero si haces eso, él nunca volverá a ser el mismo! —exclamó Vegeta.
—¡Es mejor eso a que muera! —respondió, con lágrimas en los ojos.
Abrió un cajón y sacó una cápsula, la abrió, y de entre el humo salió una pequeña caja de nanorobots.
—¿De qué hablan? ¿Qué van a hacer? —pregunté.
Me explicaron que insertarían esos nanorobots en la garganta de Trunks para que quiten las esporas del… ‘Hanahaki’ y las flores que crecieron dentro de él… pero eso podría tener terribles efectos secundarios. Podría afectar su ki emocional permanentemente, y él nunca volvería a amar.
Sabíamos que era una decisión muy difícil. Pero no queríamos que muriera…
Trunks abrió los ojos al escuchar eso.
—Mamá…
—Trunks… ¿Quieres la cirugía?
Trunks nos miró a los tres con mil emociones en los ojos. Con miedo. Con tristeza. Con amor. Quizá sería la última vez que sentiría eso último.
Asintió.
—Sí… es necesario que… viva para proteger el mundo… —Sus ojos se llenaron de lágrimas—. Pero quiero que sepan… que los amo mucho.
—Nosotros también te amamos —dijo Bulma.
Vegeta se cruzó de brazos. Seguía frunciendo el ceño como siempre, pero no tanto.
—Ella dice la verdad —dijo.
—También te amo, Trunks —respondí al final.
Bulma empezó a preparar las cosas para la cirugía… pero Vegeta y yo nos miramos al mismo tiempo al notar que el ki de Trunks se estaba debilitando aún más rápidamente.
—El niño está muriendo. Ni los humanos más débiles tienen un ki tan bajo.
—Ya… ya está todo listo. Trunks, bebe esto.
Bulma le dio una pequeña botella de agua que contenía los nanorobots, y Trunks bebió de ella con dificultad.
—Debemos esperar a que actúen. No tardarán mucho.
Los tres nos sentamos alrededor de Trunks. Bulma tomó su mano, y yo pasé mi mano por su cabello. Dolía tanto verlo sufrir de este modo.
—Estarás bien —dije—. Estoy aquí. Nada volverá a separarnos de nuevo…
—Yo… —Apretó las cejas con tristeza—. Yo… realmente… intenté que eso fuera cierto.
Y entonces… como una vela que se derritió por completo…
El ki de Trunks desapareció.
—¿Trunks? —dijo Bulma—. Hijo. Hijo, por favor. No cierres los ojos.
Su voz se quebró, y siguió rogando que Trunks despertara hasta que sus palabras fueron incomprensibles. Me recordó a mi propia madre en el momento en el que…
No. No era lo mismo. Trunks… no había muerto.
¿No estaba muerto, verdad? Eso no podría estar pasando.
Él era el más fuerte… esto no lo mataría…
El Hanahaki era curado con el amor correspondido. Y yo amaba a Trunks. Así que él estaría bien. ¡Estaría bien! ¿Verdad?
—¡Trunks! ¡Despierta! —exclamé.
—¡Niño, ya déjate de tonterías! ¡Esos robots te quitarán las flores! ¡No te rindas ahora! —rogó Vegeta.
Trunks había dejado de moverse. Ya no estaba tenso, como si el alma ya se le hubiera salido del cuerpo.
—Trunks… —Lo abracé, llorando—. Trunks, ¡por favor! Te amo… por favor, por favor no nos dejes.
Vegeta se quedó en silencio.
—Ya es tarde. Ya se ha ido.
—¡Cállate! —exclamó Bulma—. ¡Ya se lo quitarán! ¡Se lo quitarán!
Bulma se puso las manos en la cara y empezó a llorar. Vegeta la abrazó.
Él tenía razón… Trunks ya no respiraba.
Había fallado otra vez.
***
Trunks POV
Desperté en el suelo. Al abrir los ojos, vi un cielo celeste y naranja, estaba amaneciendo.
Me senté en el suelo. Ya no me sentía débil, podía inhalar y exhalar tan profundamente como quería sin que me doliera. Me toqué la boca y mis dedos no salieron con sangre esta vez.
Recordé las últimas palabras que había escuchado.
‘Estarás bien. Estoy aquí. Nada volverá a separarnos de nuevo.’
Entonces… me di cuenta de lo que estaba pasando. Yo había muerto. ¿Acaso este era el Cielo?
Miré a mi alrededor. Estaba en un campo verde rodeado de colinas, un campo infinito. Un campo lleno de flores Raunuka. Apreté la mandíbula y las pisé. Esas malditas flores me habían quitado todo.
—¡Maldita sea! —grité. Mi voz hacía eco y no parecía venir de mí—. ¿Por qué? Por qué…
Empecé a llorar. Nada de lo que hiciera ahora podría cambiar lo que pasó. Había hecho todo para poder salvar al mundo, y ni siquiera podía vivir en él. ¿Qué pasaría con mi familia? ¿Estarían bien?
Y Gohan… ¿qué pasaría con él? No debí besarlo. No debí dejarle ese recuerdo amargo antes de irme.
Caí de rodillas sobre las flores. Horribles y estúpidas flores. Después de un largo rato llorando así, miré a mi alrededor otra vez, pensando qué diablos haría ahora.
A lo lejos… Vi un árbol con dos hamacas. Había dos adolescentes balanceándose en ellos.
Me levanté y caminé hacia ellos.
—¿Hola? ¿Saben como salir de aquí?
Pero mientras más me acercaba, ellos se alejaban más, como si estuviera caminando hacía la otra dirección. Así que solo me quedó la imagen de ellos.
Eran dos niños idénticos el uno al otro, pero el niño tenía cabello y ropa negra, y la niña, cabello rubio y ropa azul. Dejaron de balancearse lentamente y me miraron. Reconocería esos ojos celestes en cualquier parte…
Retrocedí de miedo al reconocerlos.
Eran los Androides 17 y 18, pero se veían… más jóvenes.
Humanos.
Entonces alguien puso su mano en su hombro y me estremecí, luego me di la vuelta para ver quién era. Un gi naranja… un loco cabello negro…
—¿S-señor Goku? —exclamé.
Él me sonrió con serenidad.
—Sí, soy yo. Ha pasado mucho tiempo, ¿verdad? La última vez que te vi fue cuando eras solo un bebé.
—Sí… —mire hacia abajo—. Si usted está aquí… eso significa que realmente estoy muerto. Aunque no comprendo por qué los androides están aquí también, ellos no tienen almas, ¡y deberían ir al infierno?
Goku río suavemente.
—Te equivocas en ambas cosas Trunks. No es tu hora todavía…
—¿En serio?
Goku asintió.
—Así es. Y los androides sí tuvieron almas. No nacieron como robots, ni para destruir. Por eso estoy aquí, para explicarte la verdad de todo lo que pasó… de por qué el mundo fue destruido.
—Y después de que sepa la verdad… ¿podré regresar a la vida?
—¡Exacto! Así que no te preocupes.
Sonreí, aliviado. Pero estaba bastante asustado por todo.
—Vamos. Te contaré todo.
El lugar a nuestro alrededor cambió. De repente… estábamos en la casa de Gohan, pero se veía diferente. Los muebles que yo veía desgastados estaban nuevos. Estábamos en el pasado.
Seguí a Goku mientras me guiaba por la casa. Él tenía un aura brillante alrededor de él, y me di cuenta de que yo también al mirar mis pies. Éramos como fantasmas.
Caminamos hasta llegar a la sala de la casa de Gohan, y vimos que Milk estaba sentada sola allí. Tenía una mano en el rostro, y parecía estar pensando en algo.
—Seguro que ya conoces a Milk. Ella era mi esposa… y así estaba en el año que yo pasé en el planeta Yadrat, después de derrotar a Freezer. Pasó ese año sin verme, solo con Gohan.
Mientras escuchaba la explicación de Goku, noté que había una flor en la mesa. Era una flor normal, pero algunos de sus pétalos… se habían vuelto transparentes.
—Cuando fui a Namek, a mí también me dio Hanahaki. Cuando volví a la Tierra, Milk ya se había acostumbrado a mi ausencia. Ya no me amaba… debes saber lo que eso significa.
—Acaso… ¿acaso la enfermedad que te mató fue…?
Goku asintió con una sonrisa triste, pero de aceptación.
—Así es. El amor es como una planta, ¿sabes? Una vez que crece, seguirá igual de alta. Pero eso no significa que debas dejar de cuidarlo. —Goku miró a la Milk del pasado—. Yo nunca la culpé por lo que le pasó a la Tierra después de mi muerte. Pero ella sabía por qué me había enfermado, y nunca dejó de culparse. Se dejó caer en la tristeza pensando que eso era lo único que se merecía. Lo cuál no es cierto.
—Tienes razón.
—Yo no puedo decirle eso porque estoy aquí, pero realmente necesita escucharlo. Cuando vuelvas a la vida, ¿podrías decírselo?
Asentí.
—Por supuesto.
Goku me sonrió. Después, el escenario frente a nosotros volvió a cambiar.
Estábamos en un lugar completamente desconocido para mí. Una pequeña casa que sin embargo estaba llena de vida. Tenía juguetes tirados por todas partes, paredes pintadas con crayones, dibujos pegados en la heladera… Había una mujer que parecía ser madre de unos niños según lo que había a su alrededor. Estaba leyendo mientras tarareaba. Pero más que parecer tranquila por eso, era como si se estuviera forzando a mantener la calma. Se notaba su verdadero nerviosismo en el modo en el que miraba su reloj de muñeca a cada rato.
—Ya deberían haber vuelto —murmuró la mujer de cabello negro.
—No seas paranoica, deben estar hablando con los hijos de los vecinos —dijo un hombre de cabello rubio—. Ya volverán.
—Los Androides 17 y 18 fueron humanos una vez.
Me quedé mirando la escena en shock. Así que ellos eran los padres de los androides…
—Se llamaban Lapis y Lazuli. Gemelos. Pero un día… fueron secuestrados.
La escena cambió, ahora estábamos en una calle oscura. Lapis y Lazuli corrían, tomándose de las manos.
—¡Ya casi llegamos a casa! —dijo Lapis, intentando consolar a Lazuli.
—No… no creo que lleguemos…
Unos hombres de vestimenta militar con un emblema con dos R’s obstruyeron el camino de los niños.
—¡Ustedes vendrán con nosotros! El doctor necesita alguien con quién experimentar.
—¡No! ¡Por favor! ¡Queremos ir a casa!
Pero los hombres de Red Ribbon no los escucharon. Los noquearon y se los llevaron como si no fueran nada.
De repente, Goku y yo estábamos en el laboratorio del Doctor Gero.
Los niños se habían convertido en los androides sanguinarios que yo conocí.
—El Doctor Gero creó a esos androides para matarlo a usted, ¿verdad? —le pregunté a Goku.
—Así es. Le arrebató la vida a esos niños para intentar arrebatarme la mía… sin saber que yo ya estaba muriendo de Hanahaki. Ellos no pudieron acabar conmigo por eso. El Doctor Gero no había programado qué debían hacer los androides si llegara a ocurrir una situación así. Así que por ese error de programación… ellos no supieron cómo seguir con la existencia que les habían forzado. Perdieron todo propósito, y…
Estábamos en un mundo destruido. En una ciudad en llamas.
—Pasó lo que pasó. Los padres de Lapis y Lazuli nunca volvieron a ver a sus hijos. No hasta que ellos volvieron como androides y los mataron, sin reconocerlos. El doctor les sacó toda la humanidad.
Me quedé en silencio. Yo siempre había pensado que los androides eran maldad pura, pero en algún momento, fueron niños asustados como yo.
—El amor es como una planta, y cuando no la cuidas, algo más puede crecer… la crueldad. Y un mundo lleno de crueldad se destruye a sí mismo. Esto es algo que nunca debes olvidar, Trunks… —Goku me miró—. Un guerrero no solo debe ser fuerte en batalla. Debe saber cómo amar. Debe saber cómo parar la crueldad… porque eso, y la falta de empatía, son lo que ya destruyó la Tierra, y podría destruirla otra vez.
Asentí con seriedad.
—Entiendo. Así que esa es la verdad que la flor Raunuka quería mostrarme… Muchas gracias, señor Goku.
Volvimos al lugar en el que me desperté: el campo de flores Raunuka. A lo lejos, aún podía ver a Lapis y Lazuli. Miré a Goku.
—Ve con ellos.
Eso hice. Esta vez, cuando caminaba hacia ellos, si lograba acercarme. Ellos me miraron con tristeza. Hice una reverencia para saludarlos.
—Hola…
—Hola, Trunks. Lo sentimos… perdón por todo lo que hicimos. Nuestras almas no estaban al mando de nuestros propios cuerpos… solo nuestra programación —dijo Lazuli.
—Sé que nada podrá eliminar el dolor del daño de lo que hicimos… pero estamos felices de que al menos pudiste reconstruir lo que rompimos —concluyó Lapis.
Sonreí, con un nudo en la garganta.
—Está bien. Lamento que ustedes hayan perdido sus vidas normales. Yo… los perdono.
Los gemelos me sonrieron. Entonces, empezaron a brillar y a desvanecerse. Sus almas por fin podrían descansar…
Las hamacas en las que estaban sentados quedaron vacías, y ellos se convirtieron en una flor de un color azul intenso. Con cuidado, la tomé con mis manos y la miré. Era hermosa.
Tenía el aroma de cada cosa bonita en la Tierra, cada momento feliz, cada lucha ganada.
Sonreí, con lágrimas en los ojos, y al ver una sombra en el césped, vi que Goku estaba frente a mí. Lo miré.
—Ya es hora de que vuelvas a tu hogar.
—De acuerdo. Fue un gusto conocerlo, señor Goku.
Goku me sonrió, y puso su mano en mi hombro. Su mano empezó a brillar, y todo empezó a verse borroso. Mi alma lentamente estaba regresando a mi cuerpo.
—Lo mismo digo. Dile a mi familia y a mis amigos que los quiero.
***
Gohan POV
Trunks seguía sin moverse, y yo seguía abrazándolo, sin dejar de llorar ni por un momento. Entonces… sentí a Trunks respirar. Me quedé quieto para ver si era real o si lo había imaginado.
Entonces, Trunks inhaló fuertemente y se sentó de golpe. Se puso la mano en el pecho, y todos los pétalos que tenía en la boca se convirtieron en polvo brillante y desaparecieron.
—¡Trunks! —exclamamos todos—. ¡Estás vivo!
Trunks también estaba llorando.
—¡Estoy vivo! —dijo con alegría, y luego hizo una mueca—. Mamá, ¿qué me diste?
—Te había dado los nanorobots…
Se tocó la garganta.
—Eugh. Se siente raro.
—Solo vomitalos o algo —sugirió Vegeta.
—Chicos… cuando estaba del otro lado, hablé con Goku. Él me dijo la verdad sobre todo…
—¿En serio? ¿Qué te dijo? —pregunté.
—Primero, creo que deberías decirle a tu mamá y a los demás que vengan aquí.
***
Más tarde, todos estábamos reunidos alrededor de Trunks. Él nos contó que Goku había muerto de Hanahaki, y que los androides eran unos adolescentes que fueron secuestrados por el Doctor Gero y que se convirtieron en esos monstruos por un error de programación.
—No debemos dejar que la crueldad vuelva a crecer de ese modo en esta nueva Tierra jamás —dijo Trunks con determinación—. Y lo último que dijo el señor Goku fue… que los quería.
Mi madre, Piccoro, Vegeta, Bulma y yo sonreímos.
—Y a usted, señora Son… le dijo que nada de lo que pasó fue su culpa.
Milk se sorbió los mocos. Sus ojos brillaron como nunca, como si ella también hubiera muerto y revivido.
—Oh, Goku… —Sonrió—. No sabes cuán tranquila me hace sentir que él haya dicho eso.
—Mamá…
Le di un abrazo a mi madre. Por fin íbamos a estar bien… aunque las cosas no serían lo mismo que antes. Pero encontraríamos una nueva forma de ser felices… rodeados de nuestros seres queridos, sin tener que luchar hasta la muerte. Ya no más.
***
Ahora que Trunks estaba bien, todos salimos del laboratorio. Sin embargo, Trunks se quedó atrás un momento, ya que se estaba limpiando la sangre de la ropa. Yo lo esperé en la puerta hasta que salió.
Nos miramos con una sonrisa.
—Así que… ¿Nada volverá a separarnos de nuevo? —preguntó, sonrojándose.
—Nada —respondí, y entrelace sus dedos con los míos—. Te amo, Trunks.
—Y yo a ti.
Volvió a besarme, pero no con miedo, no para sobrevivir. Fue un beso suave, con seguridad. Cuando nos separamos, puse mi frente sobre la suya, solo sintiendo su presencia por un rato más.
Si este iba a ser el resto de mi vida, entonces todo el dolor valió la pena.
***
Flores de color azul profundo y flores de Raunuka crecieron en el jardín de Corporación Cápsula, donde celebraríamos mi cumpleaños… el primero en mucho tiempo que no ocurría en medio de la destrucción.