CAPITULO 1: ¿UN AMIGO TALVEZ?
11 de septiembre de 2025, 12:34
Se podría decir que era un día cualquiera, la bulliciosa zona comercial de Lugunica era la misma de siempre con las personas fluyendo como un rio, recorriendo los puestos y comprando lo necesario para el día, las voces de tenderos tratando de conseguir clientela, los niños jugando por el concurrido tramo, la voces de los transeúntes en charla casuales, el lejano ruido de los carruajes de dragón de tierra que se mezclaban con la naturaleza ruidosa de la ciudad. Pero ese no era el caso para cierto semielfo de cabello plateado y piel clara como la nieve, la angustia se filtraba de sus amatistas ojos, era su primer día en esta ajetreada ciudad y había perdido contacto con su cuidadora. La colorida zona comercial había llamado su atención perdiendo la noción y su cautela, al punto que su cuidadora desapareció de su vista, aunque su relación con su cuidadora era de solo meramente formal, aun le preocupaba si ella se encontraba bien o perdida.
“Tranquilízate” se dijo así misma, todo no estaba perdido aun, tomando la decisión de salir de la zona y buscando con la mirada el camino a la calle principal, pero la cantidad de gente seguía siendo abrumadora para ella, aunque llevaba la capucha con la cual podía ocultar quien era, aún tenía miedo que reconozcan su vil apariencia, la apariencia del diablo, la mismísima bruja de la envidia.
La primera vez que visitó un pueblo para obtener algo decente que comer, no entendía por qué le tenían miedo y odio, siete años injustificados de miradas despreciativas y de terror dirigidas con intensidad hacia ella, las cuales lastimaban su frágil corazón. No entendía y cada vez se sentía más sola. Hasta hace poco menos de un año, descubrió que la razón por la que llamaban bruja de la envidia, era que el monstruo que destruyó la mitad del mundo era una semielfo de cabello plateado y ojos amatista, Satella la bruja de la envidia, saberlo fue lo peor que pudo pasarle, nunca había visto su rostro, pero gracias a eso deseaba nunca verlo, tenía miedo de odiar su propio rostro o de en realidad ser ese aterrador monstruo.
Siguió caminando un poco insegura en sus pasos, dejo soltar un pequeño soplido, ya no era una niña, tenía que ser fuerte, además no estaba sola, su padre estaba junto ella, podía llamarlo si sentía peligro; así que no había nada que temer, solo tenía que encontrar a su malhumorada cuidadora y sería un día normal como cualquier otro, con la única diferencia que sería regañada.
─ ¿Señorita se encuentra bien? ─ De repente una juvenil voz la detuvo.
Su mirada amatista se fijó en la dueña de la voz, una chica rubia, de entre trece o catorce años, de ojos rubí, la miraban con curiosidad. aunque su voz se sentía muy animada, podía notar que su ropa eran casi harapos, comparado con el vestido prístino de blanco con toques violetas que vestía, además era más pequeña de lo que su aura aparentaba, o quizás la desnutrición que podía notar era razón por la cual su verdadera edad era difícil de calcular. Pero eso estaba en segundo plano, en su floreciente mente, era la primera vez que alguien le dirigía la palabra de forma amistosa, sin mostrar nada de malicia hacia ella.
─Si, me encuentro bien… solo que… ─Tartamudeo hasta que su voz se volvió un susurro, ─ perdí el rastro de mi compañera y la estoy...
─ Ah, bueno. ─ Interrumpió la vivaz chica, ─sé que la encontraras, ─ dándole una palmada en la cintura, para luego despedirse con una particular frase: ─ ¡Vive fuerte!
La chica rubia desapareció en un parpadeo de su vista, perdiéndose entre la multitud, dejándola con las palabras en la boca, aquello fue extraño, inclusive para ella, con pocas interacciones sociales en su vida, de la cuales eran su padre adoptivo, las sirvientas de la mansión y su extravagante patrocinador, aunque este último casi no contaba. Esto era demasiado extraño para tomarlo por una conversación casual.
<< Lía, esa chica era muy sospechosa >>. Dijo una voz en su cabeza.
─ ¿Tú lo crees?
<< Creo que era una ladrona, revisa tus bolsillos >>.
Sin dudar de la voz andrógina en su cabeza, revisó los bolsillos de su vestido, hurgando con sus dedos, sin encontrar nada en ellos. La insignia que guardaba en uno de ellos había desaparecido, la angustia empezó apoderarse de ella, sin pensarlo demasiado corrió en la misma dirección que la chica rubia había desaparecido. Dejando que su capucha dejara de cubrir su cabello plateado, corrió sin parar, en cuestión segundos con su vista de semielfo pudo ver a la chica rubia huyendo hacia un callejón, no estaba tan lejos como pensaba, podía atraparla y obtener la preciada insignia.
─ ¡Deténganse villanos y devuélvanme lo que me han robado!
Cuando entró al callejón se encontró con maleantes, no entendía la situación muy bien, pero uno ellos estaba siendo golpeado por los tres tipos que estaban en pie. Era un chico de cabello negro, por un momento sintió la mirada del desconocido, lo raro, no sentía nada de odio de él. Pero no tenía tiempo que perder, tenía que recuperar su insignia, pero preguntar no estaba de más, tal vez ellos eran cómplices de esa ladrona.
─ ¿Ustedes trabajan con esa ladrona, me robaron mi insignia? ─preguntó tratando de ser más imponente de lo que solía ser.
─Si hablas de una ladrona acaba de pasar por aquí, era muy rápida, si sigues podrías alcanzarla.
─ ¿No tienen nada que ver con ella? ─volvió a preguntar con desconfianza
Los tres maleantes negaron cualquier vínculo y lo mismo hizo el chico golpeado, aun maltratado le respondió, ese chico era muy extraño y vestía ropa extraña. Tenía que irse pero la voz del maleante le detuvo.
─ ¿No viniste a salvar a este tipo?
Miró al chico golpeado, no lo conocía, pero algo le llamaba la atención. No sabía que era, quizás sus ojos malvados o su ropa extraña, pero no era su problema, ella lo sabía, su insignia era más importante ahora, tenía que alcanzar a la ladrona.
─ No, no tengo ni una relación con ese sujeto, así que…
Pero ella odiaba la violencia, también odiaba que los fuertes se aprovecharan de los débiles. No era cuestión de amabilidad, sino de hacer lo correcto. En los pocos segundos que llevaba, ya había deducido que esto se trataba de un robo y si no intervenía su conciencia le decía que esto no terminaría nada bien para el chico en el suelo. Así que se alejó unos cuantos pasos subiendo una escalera de tres escalones. Y sin dudar activo su magia, varios carámbanos de hielos sin afilar flotaron y se dirigieron a los tres matones, noqueando a uno en el proceso.
─ No puedo ignorar esta situación, así que se retiran o verán las consecuencias ─. Dijo con la voz más seria que podía hacer, ocultando su miedo a los maleantes.
Su miedo a ser confundida con la bruja, apenas mantuvo su cara seria cuando los maleantes no se amilanaron.
─Solo es un mago, así que será fácil acabar con la perra entrometida.
─Acaso puedes contra dos de nosotros ─, dijo uno de los maleantes.
─Yo no estoy sola, ─ ella respondió estirando su mano derecha.
De ella brotaron pequeñas esferas de luz que formaron un pequeño gato gris, que cargaba una pequeña cartera
<< Me tiene a mí, ahora es dos contra dos, y no dejare que se salga con la suya a quien insulto a mi hija >>.
─ ¡Tiene un espíritu!
─ ¿Un mago espiritual? ─ Gritó uno de los maleantes aterrado.
<< Si, si, si… soy un espíritu y los voy a maldecir, no solo a ustedes también a sus familiares, hijos y nietos, si no desparecen de aquí, les comeré >>.
El pequeño gato agrando su boca mostrando sus afilados dientes, asustando de una vez por todas a los ladrones, corriendo desesperadamente y llevándose a su compañero desmayado.
─Gracias, por ayudar… ─ Dijo el chico con una voz débil, mientras trataba de levantarse.
Estaba demasiado golpeado y su respiración era irregular, que al momento de ponerse de pie se desmayó volviendo caer con violencia al suelo.
<< ¿Lo ayudaras? >> Preguntó el espíritu con sarcasmo, pues conocía bien a su hija.
─ No, tenemos que atrapar a ladrón, el no morirá─. Dijo intentado convencerse a sí misma, ─ él estará bien. ─ dijo con enojo hacia su padre.
Pese a su negativa, decidió salvar al pobre idiota que se encontraba a sus pies. Pidiendo ayuda a su padre espíritu, este creció a tamaño humano y puso al joven desconocido en su regazo, mientras ella se encargaba de sanarle las heridas, hasta no dejarle ni una huella en la piel, el desconocido durmió pasiblemente. Aunque tenía prisa no pudo evitar mirar al niño en el regazo de su padre, sus ropas eran raras, pero sus texturas parecían de un noble, el cabello negro no era tan común en Lugunica, pero si en Gusteko, así que posiblemente era un extranjero de esa nación, según lo que había leído la gente de esa nación era supremacista humana, así que solían ser racistas hasta la medula con cualquier raza semihumana, y era aún peor con los semielfos, así que este extraño podría odiarla con solo mirarla bien, pero no importaba, se encontraba a salvo eso era lo único que para ella valía, la vida no debía desperdiciarse muriendo en un callejón oscuro.
<< Te encuentras bien >>, preguntó el espíritu de tamaño humano al chico que estaba despertándose.
─Se siente bien despertar en el regazo de una chica linda ─, murmuró el chico con una brillante sonrisa en la cara. ─Suave, peluda. No sabía que las chicas bonitas sean pelu… waaaaaa…
El chico gritó al darse cuenta que su padre era quien lo tenía en su regazo, dando un salto lejos del gato espíritu, a ella le pareció un poco gracioso la actitud del chico, se veía infantil, como un niño de catorce o trece o quizás doce. De inmediato borró su sonrisa y puso una cara seria y preguntó:
─ ¿Sabes quién robo mi insignia? ─ Preguntó sabiendo la respuesta, sin apartar la mirada.
─No lo sé ─. Contestó el muchacho girando la mirada, sonrojándose.
─Estas mintiendo, ─ la extraña actitud del muchacho la hizo sospechar, ─ giraste la mirada, estas mintiendo.
<< Lía, solo es una respuesta normal de un chico sano. Además no tiene malicia >>
─ Gracias por salvarme, en que podría ayudar…
─ No me debes nada─, interrumpió ella con una voz decidida. ─ Solo te salve para sacarte información, así que no vuelvas a meterte en callejones, porque no estaré para salvarte de nuevo. Vámonos Puck. ─ Dijo mientras empezaba a salir del callejón.
Mientras salía del aquel lugar escuchó a su padre mencionar sobre su deficiente capacidad de conseguir amigos. No tenía amigos, ni uno, pero que importaba, ella era una semielfo de cabello plateado, quien quisiera ser amigo de la viva imagen de ese monstruo, absolutamente nadie.
Ya se encontraba en la zona comercial, lista para buscar a la ladrona, pero una voz la detuvo.
─Oye espera ─, dijo el chico de cabello negro, ─déjame ayudarte a buscar tu insignia.
─Te dije que no me debes nada ─. Replicó ella.
─Si lo sé, pero yo… ─ El chico comenzó rascarse el cuello con su brazo derecho, ─ quiero hacer una buena acción, si eso, quiero hacer una buena acción al día, y ayudarte me ayudara alcanzar mi meta.
─Pero… ─ dijo ella tratando de alejarlo.
<< Lía, no tiene malas intenciones, y también nos puede servir como un buen escudo de carne >>.
─ Con gusto lo seré.
─ Bueno, está bien ─. Se resignó ella al final.
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Y así ella y el chico recorrieron la ciudad buscando a la ladrona, sin tener ningún resultado. Aunque la búsqueda fue infructuosa, el chico extraño hizo muchas cosas para ayudar, pero la mayoría de sus intentos resultaron inútiles o algo tontos, como el retrato de la ladrona dibujado por el chico, aunque el dibujo no era exacto, para ella le parecía un poco tierno, lo cual le hizo esbozar una pequeña sonrisa, o tratar de meterse a propiedad abandonada. A pesar de sus pésimos intentos por ayudarle, ella se sentía bien con él, más de lo que podía esperar.
Después de unas horas de inútil búsqueda se detuvieron a descansar en un puente donde se podía ver la gran ciudad de Lugunica, el chico mostraba mucho cansancio mientras se sentaba en un escalón, a pesar de ser el hombre del grupo, pero ella no recriminaba eso, ser una semielfo le daba mayor resistencia y fuerza que una persona normal.
─ ¿Qué sucede? ─ Ella preguntó al notar al chico un poco ansioso.
─A decir verdad, aun no sé cuál es tu nombre.
─Mi nombre… ─ dijo con un poco de inseguridad y duda, ─ yo tampoco sé el tuyo.
─ Bueno ─, dijo el chico mientras se levantaba, para luego hacer una ridícula pose, mientras el dedo de su mano derecha señalaba al cielo azul de la tarde ─ ¡Soy Natsuki Subaru, actualmente estoy arruinado, soy un completo ignorante de pies a cabeza de este mundo, no tengo donde caerme muerto y soy nuevo en esta ciudad! ─ dijo con una sonrisa en su rostro.
<< Y yo soy puck, un gran espíritu y padre de esta linda niña >>
─ Padre me puede dar su bendición… ─dijo Subaru con una burlesca sonrisa.
<< No, no permitiré que tipos como tú se acerquen a mi adorable hija >>; dándole un manotazo en la cara, tan suave como pegar con almohadillas.
─Así, tu no escaparas de mis cosquillas.
<< jajajajja… No, no más cosquillas…jajajajaa >>
─Soy el maestro de las cosquillas.
<< No, piedad… piedad por favor >>
─La piedad es para los débiles.
De repente una radiante risa detuvo al dúo de Subaru y puck, ella estaba riendo, no podía creer que su padre podía llevarse también con Subaru, era muy raro que un espíritu pudiera congeniar con un humano cualquiera, inclusive ser tan amistoso.
─ Son un par de bobos, ustedes dos─. Dijo con una radiante sonrisa.
—Ya nadie dice “bobos” en estos tiempos—, replicó Subaru, para luego quedar prendido en esa sonrisa. ─ ¿Qué sucede señor Puck? ─ dijo Subaru actuando como comentarista, ─a que se debe esa bella sonrisa en su hija.
<< Bueno, debo admitir que mi adorable niña es muy fácil, tengo miedo que sea engañada por embusteros como tu >>
─En serio, que linda… espera yo no soy ningún…
─ Ya basta los dos, —su corazón palpitó más rápido de lo normal, sonrojándose con aquel cumplido, — ¿De dónde eres? ─preguntó ella, tratando de ocultar su vergüenza y volver a la conversación inicial.
─Bueno siguiendo el cliché, de un pequeño país al este.
─Pero si Lugunica es el país más al este que existe, ─dijo un poco confundida, ─después de eso solo está la gran cascada, Natsuki Subaru.
─Solo Subaru…
─Subaru…
─Si ese es mi nombre─ Tratando de ocultar su cara de tomate.
─ ¿Acaso eres un noble?─, Ella preguntó, para luego tomar las manos del pelinegro. — No tienes las manos de un campesino, son suaves como las de un…
— Oye aún no me has dicho tu nombre—, dijo Subaru con el corazón escapándose del pecho, tratando de alejar sus manos de ella.
─Ummm… ─ pensó por un momento, para luego decir, ─ Soy Satella, solo Satella…
<< Que mal gusto tienes >>, le susurró su padre.
Ella espero, espero que él la mirara con odio, que la despreciara, que de una vez se alejara y dejara su falsa amabilidad, que demostrara que era como las demás personas, que dejara de mentirle. Le dolía mentir, mentirse a sí misma, pero si en realidad era una persona amable, no quería involucrarlo en sus problemas. Ese nombre no era suyo, era de ese monstruo, todo el mundo conocía a ese monstruo, era posible que la tomara como una loca, pero no importaba. El robo de la insignia era su problema, no quería meterlo en sus egoístas asuntos, en su egoísta sueño.
─Satella, que hermoso es para tan linda chica. ─ Pero eso no sucedió.
Por un segundo su mente se quedó en blanco, su corazón se arrugo por la culpa, pero el mal ya estaba hecho. Que pasaba con este chico, acaso no sabía quién era la bruja, era tonto para no tener un conocimiento tan común, o quizás sabía que estaba mintiendo y su amabilidad le dejo seguir la corriente, o simplemente no había notado sus afiladas orejas de semielfo, no podía entenderlo ¿De dónde había salido esta extraña persona? ¿Un chico demasiado amable para ser real?
─Bueno, ahora que sé tu nombre, sigamos con nuestra búsqueda─. dijo el joven.
─Si ─, sin poder decir nada más.
La búsqueda continuó sin resultados, hasta que una niña perdida llamó su atención, no pudo evitar la necesidad de ayudarla, su egoísmo siempre la llevaba a negar la poca amabilidad que le daban y este caso no fue la excepción, pues rechazo los consejos de Subaru, ayudar a esa niña era importante para ella, pero ese chico no se rindió con su egoísmo. Pues en el momento en que no podía calmar a la pobre niña, el intervino haciendo gala de un “Truco de magia”, sorprendiéndola, ya que no sentía poder mágico en el “truco de magia”, pero era fantástico ver como la moneda desapareció y luego apareció en la oreja de la niña, calmándola. Este chico era fantástico, su corazón cada vez latía más fuerte, mientras lo conocía un poco más.
─Parecemos un joven matrimonio, tu siendo la mamá y yo el papá ─. Dijo el atrevido chico con una mirada tierna, mientras sostenía la pequeña mano de la niña y ella sujetaba la otra.
Sin duda eran una joven pareja con su niña, pero para ella no era así, ya que ella era más mayor y él era solo un niño muy amable y bromista, así que decidió aclararlo.
─Yo creo tu eres el hermano mayor, Subaru. ─ Dijo con plena seguridad, manteniendo su divertida sonrisa.
─Otro rechazo. Ay mi corazón, creo que moriré ─, siendo lo más dramático posible. ─ ¿Cuántos años crees que tengo?
─Catorce, no, trece años o quizás doce ─ La certeza era parte de ella.
─ Tengo diecisiete, no soy un niño, bueno eso creo ─, soltando una risita burlona.
─ Eh, no lo parece ─, dijo ella con incredulidad.
─Oh no, otro golpe ─, dijo teatralmente Subaru tocándose el pecho, ella solo sonrió.
Poco después encontraron a la madre de la niña, despidiéndose con una sonrisa, sin ninguna pista de la ladrona, después de caminar un poco más se sentaron en la fuente de la plaza. El sol cada vez caía volviendo la tarde más naranja, las esperanzas de encontrar su insignia se reducían, pero extrañamente no se sentía angustiada, la sola presencia de Subaru alejaba cualquier sentimiento negativo, pero no entendía la razón.
─ ¿Por qué me ayudas? ─ preguntó por curiosidad, sintiendo que el miedo se filtrara en su cuerpo.
─ Bueno, estoy haciendo mi buena acción del día, ayudarte es solo para propio beneficio.
─Pero ya ayudaste a esa niña, esa no sería una buena acción del día. Ya cumpliste con ello y sigues aquí conmigo.
─Vaya lógica, me atrapaste… ─ dijo Subaru acariciándose el cuello, ─que tal hacer varias acciones buenas, para tener una semana libre, pero estaría mintiendo. La verdad solo quiero ayudarte…
─Soy una semielfo de cabello plateado y ojos amatista ─, el miedo se filtraba en su voz, mientras mostraba su legado maldito.
Sus orejas puntiagudas estaban a la vista de Subaru. Este guardo un silencio profundo, pero sus ojos no se apagaron, eran más brillantes acompañadas de unas sonrojadas mejillas. Ella se sentía confundida, no esperaba ese tipo de reacción y cuando Subaru habló, ella ya no pudo más.
─ ¡Ahora lo entiendo! ─solo había sorpresa en su voz. ─Los elfos siempre son hermosos en la fantasía ─, dejo escapar un feliz suspiro. ─ Es por eso que eres tan linda, demonios, eres el más lindo ángel que he visto.
Se levantó de donde estaba para alejarse lo más que podía, su cara estaba demasiado roja. Su corazón latía a mil por hora, su mente se encontraba confundida, sus emociones se arremolinaban en un tornado indescriptible de sensaciones, una sonrisa floreció en su avergonzado rostro, no puedo mantenerse en pie que termino abrazando sus rodillas, mientras trataba ocultar su rostro. A él no le importaba, si se parecía a un monstruo o si llevaba su nombre, él, la aceptaba tal como era. No podía creerlo. Subaru no la discriminaba, no había odio en su mirada, ni siquiera malicia. ¿Dónde había estado esta persona?, no le tenía miedo, era demasiado amigable con ella, ¿Dónde estuvo tanto tiempo?, él podría ser un verdadero… “Tonto”.
─ ¡¿Oye, qué pasa Puck?! ─ Gritó el chico, sacándola de sus más febriles pensamientos. ─Por que me golpeas, bueno no dolió.
<< Te lo agradezco, aun así tenía que golpearte, niño idiota >>, dijo el celoso padre.
─Subaru ─, habló tratando de tapar su vergüenza. ─Eres un gran “Bobo”…
─Ya nadie dice “Bobo” en estos tiempos─. Respondió el muchacho, para luego llevarse la mano a la cabeza. ─ Tengo una idea, es mejor buscar pistas en la escena del crimen, tendremos que regresar al lugar a donde te robaron y preguntar a los testigos.
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Se encontraban en los barrios bajos buscando a Felt, la ladrona que robó su insignia. Al final la idea de Subaru funcionó, regresaron a la escena del crimen, que resulto estar cerca de un puesto de appa que Subaru conocía, al principio el vendedor no quería cooperar, además no tenían ni una moneda para negociar. Pero la suerte les sonrió, gran casualidad fue, la niña que ayudaron era la hija del vendedor, por ese gesto, el vendedor les dio el nombre de la ladrona, incluso donde podían encontrarla. Caminando entre las calles destartaladas de los barrios bajos, Subaru resultó ser muy útil consiguiendo información, y así mientras la noche había iniciado se dirigían a “La Casa Del Botín”, una tienda que se encargaba de vender los objetos robados por los del barrio bajo, el lugar donde posiblemente terminaría la insignia robada.
Puck ya estaba durmiendo, como un espíritu contratado solo se podía estar activo hasta las cinco de la tarde, así que necesito la ayuda de unos espíritus menores para que la guiaran y encontrar a Felt, consiguiendo la ruta hacia la “Casa del Botín”.
─Este es el lugar─. Dijo Subaru con una sonrisa, ─demonios, que espeluznante.
Ella y Subaru miraron el viejo edificio, no importaba que fuera de noche se podía notar lo degastado que se encontraba, dándole una tétrica imagen. Que con solo verlo, lo más razonable era irse.
─Negociaré por la insignia─, dijo el chico pelinegro al ver el aspecto amenazador de la oscura “Casa del Botín”.
─Está bien. Te lo dejo a ti. ─Ella asintió instantáneamente con la cabeza y le dedicó una sonrisa.
─Accediste a eso rápidamente. Por la forma en que has estado actuando, pensé que dirías: “¡¿Dejarle esto a un chico inútil como tú?! ¡Eso es tan ridículo, me estoy partiendo de risa!” y me sentiría herido, pero aun así decidiría ayudarte de nuevo. ─Subaru posó y la imitó con una voz ridícula.
─No diría algo tan malo. Por supuesto, mentiría si dijera que no me has estado frenando... ─Ella le sonrió y se cruzó de brazos.
─ ¡¿Sería mentira?! ─ Él se dio la vuelta con una mirada incrédula.
─Pero… intentaré creer en ti. ─Su sonrisa se volvió sincera mientras lo veía subir al porche delantero.
─Si realmente sale bien, lo consideraré un bono ─, dijo Subaru mientras encontraba su sonrisa digna de asombro... ─Si me miraras y me dijeras “Haz lo mejor que puedas por mí”, me sentiría mucho más motivado.
─No puedo obligarme a decir algo así, pero haz lo mejor que puedas. —Ella negó con la cabeza ante las payasadas del chico y asintió con la cabeza.
─Sí, lo haré. No volveré muy tarde, pero puedes cenar sin mí.
─Deja de hacer el bobo. Ten cuidado. ─Dijo ella sin dejar de sonreír.
Subaru era incorregible, sus bromas y payasadas le divertían. En el poco tiempo que lo conocía, sentía que podía confiar un poco más en él. Aunque a veces hacia bromas que la llenaban de vergüenza. Le decía “Linda” cada vez que podía o “Hermosa”, ella estaba muy lejos de ello. Ella era una semielfo, la raza que muchos odiaban, como ese chico podía decir esas cosas, acaso estaba mal de la cabeza, le estaba mintiendo. Pero puck le había dicho que no tenía malas intenciones, así que lo más seguro es que solo estaba bromeando, era un chico extraño y un “tontito”, por hacer esas bromas. Además era bueno con los niños, eso lo demostró cuando él ayudo a calmar a una niña que para ella era imposible lograr, aunque al principio se mostró reacio, pero luego le ayudo a calmar a la niña perdida y buscar a su madre. Un chico que se llevaba bien con los niños no podía ser malo. La felicidad comenzaba a crecer en su corazón, Subaru podría ser su primer ami…
─Claro, claro. No entres hasta que yo diga que está bien, Satella. ─Subaru detuvo su ascenso hacia la puerta de la “Casa de Botín”, una vez que se dio cuenta del aparente estremecimiento que dio ella al escuchar ese nombre. ─ ¿Qué? ─Le preguntó a la semielfo antes de dar el último paso hacia el porche.
─N-Nada. No importa. ─Miró hacia otro lado. ─ Si puedes recuperar mi insignia, me disculparé ─. Ella sonrió con un dejo de culpa y remordimiento claro en sus ojos.
Mientras el chico entraba al edificio ruinoso, la culpa volvía a carcomerle el corazón, por su estúpida desconfianza le había mentido a un chico tan amable e ignorante del mundo, ser llamada por ese nombre, le sacudió el alma. Era el mejor castigo por mentir a Subaru, pero se prometió así misma disculparse y recibir cualquier reprimenda del agradable chico. Y así conseguir un amigo tal vez.
“Un amigo”, sus mejillas se sonrojaron pensando en Subaru. “¿Un amigo tal vez?”, si no la odiaba por haberle mentido.
De repente un golpe fuerte llamó su atención, venia de la “Casa del Botín”, sin dudarlo corrió a la puerta, abrió la puerta tratando de buscar en la oscuridad, la preocupación invadía su pecho.
─ ¿Subaru? ¿Qué pasa? ─ preguntó, mientras más sus pasos se adentraban en el oscuro local.
—No... ¡Corre! ¡Huye de prisa! —Escuchó la débil voz de Subaru atragantándose con algo, siguió caminando.
Su mirada amatistas se dirigió al suelo, el cuerpo de Subaru estaba inundado de su propia sangre mientras trataba de levantarse, trato de reaccionar, pero fue muy tarde, sintió algo caliente en su estómago, y luego dolor, un fuerte dolor, tan insoportable que no pudo mantenerse en pie. Sentía que la vida se le iba, pero eso no le importaba, quería mirar al chico amable que la había ayudado, quería salvarlo, no quería muriera por su culpa, tenía que salvarlo a como dé lugar, pero la fuerza se le escapaba.
Movió con dificultad su mano tratando de alcanzarlo, tenía que curarlo con lo último de fuerza que le quedaba, pero Subaru tomó su mano aferrándose a ella. “Subaru” quiso gritar pero su boca estaba llena de sangre y cada vez sentía más frio, su voz apenas salía. Pero volvió a escuchar la voz del chico, una voz determinada.
─Yo… ─dijo Subaru apretando su mano, sentía como el calor se desvanecía, ─voy a salvarte… Satella.
Quería gritarle que ese no era su nombre, que lo sentía, que la perdonara por haberle mentido, pero su frágil vida no le permitió, sentía que todo se oscurecía, junto toda la fuerza que le quedaba para corregir su error.
─ Emilia, mi nombre es Emilia, solo Emilia─. Dijo en un inaudible y desesperado susurro, apretando con toda su fuerza la mano de Subaru, ─vive por favor, vive…
De repente solo quedo oscuridad. Emilia, la semielfo de cabello plateado y Natsuki Subaru, un chico extraño, pero amable habían muerto por la mano de un desconocido asesino, escondido en la oscuridad.
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Toda era oscuridad, solo oscuridad que ocupaba todo el vacío a su alrededor. No tenía ojos, pero podía ver las inmensas tinieblas oscuras, no tenía oídos, pero escuchaba susurros inentendibles que cada vez se volvían más claros, no tenía corazón, pero ardía de miedo cuando los susurros se volvían más claros, quería escapar pero no tenía piernas, quería cerrar los parpados, pero estos tampoco existían, quería llorar, pero ni eso podía.
[Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio, Te odio,]
Una voz igual a la suya proclamaba todo su enojo sobre ella, una inmensidad de odio abrumaba su conciencia al punto de desaparecer en esa inmensa negatividad, apenas resistiéndolo. Quería responderle a su propia voz, pero ni un sonido salió. De repente el odio que la consumía, desapareció, como si nunca hubiera estado allí.
[Protégelo por mí, te odio. Protégelo por mí, te odio. Protégelo por mí, te odio. Protégelo por mí, te odio. Protégelo por mí, te odio. Protégelo por mí, te odio. Protégelo por mí, te odio. Protégelo por mí, te odio. Protégelo por mí, te odio. Protégelo por mí, te odio. Protégelo por mí, te odio. Protégelo por mí, te odio. Protégelo por mí, te odio. Protégelo por mí, te odio. Protégelo por mí, te odio. Protégelo por mí, te odio. Protégelo por mí, te odio… Lo amo, protégelo por mí, simplemente te odio, protégelo por favor… sálvalo, lo amo]
Su voz se calmó, no entendía a quien tenía proteger, a quien tenía que salvar, porque estaba en esta oscuridad, ni sabía quién era, solo quería escapar de este instintivo miedo. De repente sintió que algo le arrastraba de este oscuro lugar y la luz volvía a brillar a su alrededor.
─Soy Emilia…
En cuestión de segundos recordó quien era, se sentía mareada, la bulla de la zona comercial golpeaba su débil conciencia, volvió a sentir su cuerpo, este se movía sin su voluntad. Ordenó a sus piernas detenerse, su estómago se sentía revuelto teniendo ganas de vomitar, pero logró contenerse. Enfocó su vista dándole entender que era de día, se encontraba de nuevo en la zona comercial, su ojos notaron a Felt huyendo y perdiéndose entre la multitud, pero ella no la persiguió.
─Subaru ─, dijo mientras lágrimas se filtraban de sus ojos, humedeciendo sus blancas mejillas. ─ Emilia, solo Emilia… mi nombre no es…─Cayó de rodillas, la perdida de aquel chico la atormentaba ─. Perdón por mentirte, quería que seas mi amigo, mi primer...
<< ¡Lía, la ladrona está escapando, levántate!>>, dijo su padre espiritual. << ¡Tenemos que alcanzarla! >>
─Puck, Subaru está muerto… ─Su voz se quebraba por el llanto, ─ está muerto por mi culpa, yo…
<< Lía >> dijo el confundido Puck.
─Puck, por mi culpa, él… ─Sus lágrimas seguían fluyendo por su bello y cansado rostro.
<< ¿Quién es Subaru? >>