CAPÍTULO 2: ¿PUEDES REGRESAR POR LA MUERTE?
11 de septiembre de 2025, 12:47
Se podría decir que era un día cualquiera, la bulliciosa zona comercial de Lugunica era la misma de siempre con las personas fluyendo como un rio, recorriendo los puestos y comprando lo necesario para el día, las voces de tenderos tratando de conseguir clientela, los niños jugando por el concurrido tramo, la voces de los transeúntes en charla casuales, el lejano ruido de los carruajes de dragón de tierra que se mezclaban con la naturaleza ruidosa de la ciudad.
─Puck, S-Subaru está muerto… e-está muerto por mi culpa, y-yo…
Pero ese no era el caso para cierto semielfo de cabello plateado y piel clara como la nieve. Este día no era lo mismo para Emilia, sus lágrimas humedecían sus rojas mejillas, sus piernas se habían debilitado y sus rodillas besado el suelo. Era difícil olvidarlo, no podía olvidarlo, el cuerpo manchado de sangre seguía en su memoria, la voz del chico diciendo ese detestable nombre como si fuera el suyo, y lo peor que ella era responsable de ello.
<<Lía>> dijo el confundido y desconcertado Puck.
─Puck, por mi culpa, él…
Ella era la responsable. Emilia, la estúpida niña llena de desconfianza, había engañado a un dulce chico que irradiaba amabilidad, sin nada de malicia. La única persona que no la despreciaba, no la odiaba y ni siquiera la discriminaba. La miraba con esos ojos malvados y amables, la miraba solo a ella y nadie más. No a la bruja Satella, sino a ella, solo a ella. Y ahora él, ese chico, Subaru, él estaba muerto, por su estúpida culpa.
<< ¿Quién es Subaru? >>, Su voz estaba llena de preocupación por el repentino colapso de su hija adoptiva.
─ ¡¿Qué?! ─ En su voz solo había sorpresa y duda, las lágrimas no paraban ─ ¡Subaru, puck! Él estuvo con nosotros todo el medio día, nos ayudó a buscar la insignia, llegó la noche. Tu no estabas y Él…
<< ¿Subaru es un chico, Lía? >> La irritación se filtraba en su andrógina voz, interrumpiendo a Emilia.
─Si, es muy amable, es divertido… ─Sus lágrimas se detuvieron y una sincera sonrisa iluminó su rostro, recordando todo el tiempo que pasaron juntos. ─Dice que soy “linda”, aunque no lo soy, solo es su forma de bromear diciéndome que soy hermosa, sé que no lo soy, pero él…
<< ¿Desde cuándo conoces a este Subaru, Lía?>> Aunque sonreía, su tono era más que enojado.
No podía creerlo, desde cuando su hija le mentía y se veía con este chico. Seguro que ese tal Subaru era él culpable de este mal comportamiento, su mente se llenaba de ideas para castigar al embustero que trataba de engañar a su inocente e ingenua hija, lo pagaría por meterse con su niña.
─ ¡Lo conocimos hoy, lo salve de unos maleantes! Cabello negro, unos ojos malvados, pero amables. Usaba ropa extraña muy fina, parecía un joven noble; un noble extranjero creo.
<< Lía, he estado contigo y nunca he visto a esa persona. ¿No lo soñaste? >>
─Yo no lo… ¿No fue un sueño?
De repente sus ojos se fijaron en su entorno, la gente de la zona comercial se había detenido, mirándola con curiosidad, otros con un leve desprecio, miró con desconcierto el cielo. El sol estaba en la parte más alta del cielo, era el mediodía, su mente se nubló por unos segundos.
“¿No era de noche hace un minuto?” Se preguntó, sus ojos se fijaron en un familiar puesto de appas. “¿Sera posible?”, un absurdo pensamiento invadió su mente. “Podría ser… ¿No morí?”
─ Puck, Subaru es real ─. Se levantó del piso ladrillado, sus lágrimas ya habían parado, ─ te lo demostrare…
Caminó al puesto de appas, su corazón latía con fuerza, tenía miedo de equivocarse. Pero de algo estaba segura, lo que vivió no era un sueño lucido, todo fue demasiado real; ella murió y Subaru también. Subaru era real y tenía que encontrarlo, pues ella también había muerto, pero aun respiraba. No sabía cuál era la razón de estar viva, pero algo en su interior le decía, le suplicaba que lo encuentre. Sin más siguió caminando al puesto de appa, Puck lleno de incredulidad y dudas siguió a su angustiada hija, sin importar mucho el mal estado de su hija, él la seguiría donde sea. En cambio Emilia con ojos determinados miró al vendedor y preguntó:
─ ¿Disculpe, ha visto a Subaru, un chico de cabello negro, ojos malvados y ropa extraña? ─ Miró al vendedor con intensidad, tratando de escrutar la expresiones del mercante.
─Cabello negro…─ El hombre pensó por unos largos segundos, para luego decir: ─Hace una hora, un tipo arruinado y de cabello negro estuvo frente a mi puesto con la mirada perdida, su ropa era extraña, muy descarado…
─Ese es Subaru ─, su voz se llenó de alegría, sus ojos brillaban con antelación. ─ ¿Sabe por dónde se fue?
“De verdad existe, este chico”, fue el único pensamiento que paso por su agitado padre.
─Lo vi entrar a ese callejón ─, señaló el vendedor de appas. ─ ¿Vas a comprar?
─ Disculpe, no tengo dinero… ─ Y luego salió corriendo en busca del muchacho.
─¡¡¡Con un demonio con estos míseros mocosos!!!
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Entró en el familiar callejón, el mismo lugar donde conoció a Subaru. Pero en este solo encontró a los tres maleantes, los mismos que golpearon al amable chico pelinegro, pero ahora ellos estaban inconscientes, habían recibido lo que se merecían.
<< ¿Que paso aquí? >>, Dijo Puck sorprendido.
─Se lo merecen en primer lugar, maltrataron a Subaru…
Emilia pasó cerca de ellos, tomó del cuello de uno de los maleantes, el más delgado y larguirucho, para luego agitarlo. No le importó ser brusca, habían lastimado antes a Subaru, así que no merecían su amabilidad. Agradecía al desconocido que los había golpeado, normalmente nunca le deseaba mal a nadie. Una muestra de ello era la capacidad de soportar los mil y un insultos de la gente dirigidos a su raza y su vil legado, aunque le dolía era incapaz de lastimar a las personas que la herían. Pero meterse con ese chico era algo que no perdonaría, sentía ira, algo nuevo en ella. Sin darse cuenta, una parte de ella estaba cambiando.
─ ¡J-Juro que te matare, maldita mierda! ─Gritó el ladronzuelo al despertarse, para luego sentir un ligero miedo al ver quien lo sostenía.
─ ¡¿Dónde está Subaru?! ─Preguntó la semielfo, dejando filtrar su desprecio, ─ ¡¿Lo has visto?!
<<Lía, creo que este tipo no sabe de lo que estás hablando>>
─Puck, por favor silencio… ─Miró con frialdad a su padre, ─Subaru no es un sueño.
Puck tenía que aceptarlo a regañadientes, su hija se estaba volviendo loca. Al parecer el robo de la insignia le había afectado de una forma que nunca se lo imaginó. Inclusive así, tenía que seguir con esto, hasta que ella se dé por vencida y aceptar que ese tal Subaru solo vivía en su cabeza.
─ ¿Dónde está? ─ Volvió a repetir Emilia.
─ ¿Q-Quien? ─ Respondió el maleante girando sus ojos a la izquierda, para encontrarse con la mirada irritada de un pequeño gato gris.
─Un chico de cabello negro, ropa fina y extraña. ─Dijo Emilia resoplando con molestia, ─ eran de color negra, blanca y naranja. Un extranjero creo.
─ Ese tipo de mierda, lo matare. Lo recuerdo. ─Resentimiento solo salía de su boca, ─ el desgraciado hijo de perra me tomó por sorpresa, oh, me las cobrare cont…
Si previo aviso, un torpe golpe de una frágil y fuerte semielfo lo dejo completamente noqueado, callándose al instante. La culpable solo se levantó, no podía creer lo que ese chico había hecho, la vez anterior ella lo había salvado, pero esta vez él solo los había confrontado y vencido. Eso le parecía genial, viniendo de él. No pudo evitar que se formara una sonrisa, pensando en lo valiente que podía ser.
─Subaru eres asombroso, ─susurro con alegría.
“Si ya no está aquí, donde se encuentra ahora”, pensó tratando de entender las acciones de su futuro amigo.
Ya lo había decidido... lo llevaría a la mansión, sonaba egoísta, pero aun recordaba lo que dijo: “No tengo donde caerme muerto”. Eso era perfecto, ella ya no sentiría sola con un amigo a su lado y él tendría un lugar donde vivir.
<< Lía, si seguimos con esto, nunca recuperaremos la insignia >>, la reprimenda de su padre espiritual la saco de sus cavilaciones futuras.
─La insignia está en la “casa del Botín” ─, dijo casualmente, olvidando la dolorosa experiencia. ─Si, la “Casa del Botín”.
No había más duda, el único lugar donde podía encontrarlo, era el último donde se vieron. Su mente aún estaba confusa y no entendía lo que en realidad estaba sucediendo, todo era extraño. El incongruente Déjà vu se mezclaba con la percepción de la realidad, no estaba del todo segura. Algo estaba mal, algo en su cabeza le advertía que se detuviera, pero Subaru estaba vivo, sus huellas estaban por todos lados y era lo único que importaba, lo único seguro, esa estúpida insignia estaba en último lugar de sus prioridades.
─Puck, sígueme ─, estaba motivada a encontrarlo.
<<Lía, no entiendo lo que pasa, puedes explicarme lo que sucede, me estas preocupando>>
─Si, yo estoy igual, pero muy pronto sé que lo que entenderás ─, una suave sonrisa se filtró en su agotado rostro.
Ella corrió hasta penetrar los escarpados caminos de los barrios bajos, la primera vez estaba encandilada con la compañía de ese chico, por ello no recordaba bien cuál era el camino para llegar a la “Casa del Botín”, y no era tan ingeniosa o avispada como Subaru, también su natural miedo y timidez la frenaban. Sin saber cómo llegar dio más de diez vuelta cruzándose con una misma esquina, hasta que recordó que podía preguntar a los espíritus menores. El cielo ya estaba naranja cuando pudo ver a los lejos el edificio ruinoso que era la “Casa del Botín”. Aceleró el paso, pero se detuvo al estar a unos metros de la estructura.
<< ¿Lía, es aquí? >>, El gato espiritual miró con inquietud a su hija. << Lía, estas temblando, estas llena de miedo >>
─Miedo, temblando… ─Repitió las palabras de su padre, mientras su voz se quebraba. ─Y-Yo, S-Subaru, a-aquí…
Su cuerpo no dejaba de temblar, un miedo primario invadía escandalosamente su cuerpo. Con solo ver el edificio el miedo la empujaba a caer de rodillas, pero se mantuvo firme apenas. Comenzó a sentir frio y un dolor fantasma se impregnaba con malicia en su estómago. Las lágrimas brotaron con fiereza de sus amatistas ojos, lo había ignorado, pero su cuerpo aun sufría de la violenta reminiscencia de su inminente y frágil mortalidad. Aunque no quería aceptarlo, en este lugar todo había terminado. Su futura amistad con aquel chico, su respiración, su voz, su sueño, su ardiente dolor, sus pensamientos; y su ingenua y estúpida vida. Aquí acabo todo.
─ No, no ha terminado ─, se dijo así misma en voz baja, limpiándose las lágrimas. ─Estoy aquí.
Volvió a caminar. Su cuerpo seguía temblando, el miedo carcomía cada pedazo de su acelerado corazón, sus manos sudaban y su mente le gritaba sin parar que escapara, que abandonara esta estúpida tontería, pero la ignoró con todas su fuerzas. Su deseo inconsciente de encontrase con aquel chico amable gobernaba su fuerte determinación, tenía que salvarlo, protegerlo. No importaba si se odiaba a sí misma, no importaba si este mundo terminaba, ella salvaría a su preciado amigo, a su familiar y desconocido Subaru. Pues sin él aquí, ella no dudaría en destruir la mitad del mundo, no resistiría perderlo de nuevo, ya había soportado cuatrocientos años sin él.
“Esa no soy yo”, pensó con confusión, como si los pensamientos desesperados y tóxicos de otra persona se habían mezclado con los suyos. Su piel se erizó, al sentir por unos segundos que su od fue invadido, eso la asusto, una malicia desconocida ultrajo su preocupado ser, tratando de deformar su identidad. “Yo soy Emilia”, aseveró con fuerza para tapar sus inconscientes inseguridades.
Al llegar a la entrada. Tocó la puerta, pero esta ya estaba abierta. Soltó un profundo suspiro, para luego abrir la puerta, sus afiladas orejas captaron la divertida voz de una mujer y nada más.
─ Puck ─Lo llamó preparándose, sus instintitos le decían que estaba en peligro.
Puck asintió leyendo el ambiente, después de unos cuantos pasos, vio una mujer de cabello negro, vestía un vestido negro muy sugerente, ciñendo su seductora figura, estaba de espaldas deleitándose con un cuerpo moribundo, la sangre manchaba el piso de madera.
— ¿No te duele? ¿Te duele? ¿Quieres morir? ─Pronunció la desconocida con mucho deleite, el placer se filtraba en su voz.
La sádica y sensual voz de la peligrosa mujer se burlaba del pobre desgraciado a sus pies, sus ojos violetas miraban con ternura a su víctima, mientras esta agonizaba. Sus sensuales labios no paraban de burlarse de su presa. Emilia dirigió su cansada mirada a la moribunda presa, la presa también la miró; olvidándose del dolor la débil y ensangrentada presa movió sus labios, sus ojos irradiaban culpa.
─Lo siento, S-Satella─. Pronunció la presa, mientras sus ojos cada vez perdían brillo.
La moribunda presa era nadie más que Subaru. En su desesperación Emilia corrió y empujó a la aterradora asesina, tomándola por sorpresa y golpeándola contra la pared. Ella lo tomó en sus brazos, su prístino vestido se pintó de la sangre del chico, no le importó, trató de usar magia de agua para curarlo con la ayuda de los espíritus, pero sus confusas emociones llenas de dolor no le permitieron concentrarse. Las lágrimas nublaron su visión, Subaru estaba en sus brazos desvaneciéndose lentamente y ella solo podía mirar sus malvados ojos marcados con la culpa y la resignación, de repente sintió los débiles dedos del chico limpiándole las lágrimas.
─N-No llores, lo siento por todo ─. La voz del pelinegro se apagaba, ─Todo es mi c-cul…
─No, no es tu culpa ─, replicó la semielfo, dejando salir su propio auto desprecio. ─Perdóname por ser tan idiota, por enga…
─Sate…
─ ¡Oh! ¡Vaya! ¡Vaya! ¡Vaya! ─ Una seductora voz resonó en el bar, ─Se olvidaron de mí, que pena, pero que romántico.
La asesina desenvainó sus armas, lista para apreciar los nuevos intestinos a su merced, su sonrisa se ensancho, mientras se preparaba para atacar, un carámbano de hielo la obligó a defenderse, esquivándolo de un salto.
<< ¡No permitiré que te acerques a mi hija! >>, Sentenció Puck apuntando con más de cien carámbanos a la asesina, << ¡Morirás por lastimar el corazón de mi preciada hija!>>
─Oh, un espíritu. Nunca he peleado con ninguno. Será un placer…
La pelea entre el Gran Espíritu Puck y la asesina vestida de negro comenzó, tratándose de matar el uno al otro, como también los intentos de asesinatos contra su hija que el espíritu detenía. Pero para Emilia los ruidos de la pelea desaparecieron y su mirada solo se concentró en el frágil y moribundo Subaru.
─No me dejes ─, fue lo último que dijo la desconsolada semielfo cuando la débil mano de Subaru cayó, alejándose de su húmedo rostro.
Subaru Natsuki, el joven de cabello negro que la semielfo de cabello plateado estuvo buscando, falleció en sus brazos, un dolor con sabor a perdida se clavó en su corazón y sin previo aviso todo se volvió oscuridad.
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El sol se encontraba en lo más alto del cielo despejado, de bajo este se encontraba la capital del reino de Lugunica, y sobre los techos de los pequeños edificios de este reino, una semielfo corría desesperada, junto a su espíritu que tenía cara de pocos amigos, su sonrisa había desaparecido, se encontraba muy enojado. Quien no podía no estarlo, después de haberlo presenciado de primera mano. Se atrevieron a llamar a su preciada hija como el ese vil monstruo, “Satella” así la nombró el chico de pelo negro salido de la nada. El deseo de empalarlo con un cristal de hielo frente a toda esta gente le pareció una buena idea, pero la amabilidad su hija le permitió calmarse un poco, pero no duro mucho, ya que todo había sido una distracción, una desagradable treta para robarle la preciada insignia a su querida Lía. Y ahora corría desesperada tratando de alcanzar a la ladrona de cabello rubio, en el momento esto terminara buscaría ese estúpido chico y lo eliminaría de la existencia, nadie insultaría a su hija de esa manera y seguiría con vida. Pero sus pensamientos vengativos se esfumaron cuando sintió que algo raro le sucedía a su hija.
<<Lía, ¿Qué sucede?>>, de repente su hija se detuvo. Cuando giró a mirarlo, notó que su pura niña estaba llena de emociones negativas: odio, ira, tristeza, dolor, pérdida, culpa, auto desprecio y soledad. En un parpadeo las lágrimas emanaron de sus amatistas ojos azulados. << ¿Lía?>>
─S-Subaru ─, un nombre desconocido fue lo único que pronunció, dejándolo completamente desconcertado.
<< ¿Quién es Subaru, Lía?>> Su hija lloraba desconsoladamente por el nombre de una persona desconocida. Esto le parecía extraño, más cuando su hija se cubrió el rostro, quejándose de dolor por unos segundos, para luego de la nada sonriera.
─Soy una tonta irremediable, ─dijo como si todas las emociones negativas se extinguieran. ─ Puck, él está vivo. Tengo que alcanzarlo.
<< ¿De qué hablas? ¿Quién está vivo? ¿La insignia, Lía? >> Miró con reproche a su emocional hija, la ladrona ya había desaparecido, cada vez sería más difícil encontrarla.
─ Lo dejaremos para después, ─dijo con alegría mientras empezaba a regresar a la zona comercial. ─Lo primero es Subaru.
En solo un minuto Emilia estaba en frente del puesto de appa, volvió a preguntar sobre el chico pelinegro, pero el vendedor no quiso responder de inmediato, tratando de proteger al muchacho. Ella lo sabía muy bien, cuando su conciencia volvió, los recuerdos inundaron su cabeza con un agudo dolor, el encuentro con el chico pelinegro, el nombre que uso para llamarla, la gente que lo miraba con molestia y deseos de lincharlo, la reacción de los semihumanos al mirar a Subaru. Su odio por el desconocido chico que le decía con confianza “Satella”, como si la conociera o si se trataba de burlarse abiertamente de ella, la astuta ladrona que empeoro el malentendido. La culpa volvía amenazarla, pero tenía que soportarlo hasta disculparse con el amable chico. Después de insistir y asegurar que no le haría daño, el vendedor de appas volvió a señalarle el mismo maldito callejón.
“En serio, porque sigues metiéndote en callejones oscuros, tonto”. Deseaba regañarlo por meterse en lugares tan peligrosos, pero decidió dejarlo para después, ya habría tiempo para eso.
Corrió al callejón, esta vez no encontró a los tres maleantes sino a un chico de cabello negro tirado en el suelo, vistiendo ropas extrañas. Tenía una herida en la espalda, era muy profunda, su sangre estaba esparcida por el suelo. Era el mismo chico amable, su rostro ya había perdido color, pero aún se aferraba a la vida, pero ya no había nada para hacer por él. Ella volvió a tomarlo en sus brazos, sus ojos ya estaba cansados de llorar, pero la tristeza aún estaba presente. Fijó su mirada en los descoloridos ojos negros de Subaru, ya no la estaban mirando. La respiración de Subaru era cada vez más lenta, como si cada proceso de su cuerpo se apagara sin posibilidad de detenerlo.
<<Lía, ese bastardo fue quien te llamo Satella>>, odio y confusión desbordaban por el pequeño cuerpo de Puck.
─Lo sé, ─ susurró con desprecio a sí misma, ─todo es mi culpa, Puck.
<<Lía, no entiendo>> el espíritu no sabía cómo actuar, deseaba acabar con ese tipo de una vez por todas, pero la tristeza de su hija lo frenaba.
─Lo siento por mentirte ─. Movió sus labios suplicando que sea escuchada, ─Ese no es mi nombre, suba…
La respiración de Subaru se detuvo permanentemente, sus tenues ojos malvados dejaron de brillar. La semielfo volvió a llorar desconsolada. El chico amable que conoció hace ya varias horas, Natsuki Subaru murió en sus brazos por segunda vez, sin que ella pudiera salvarlo de su cruel destino. La inmensa oscuridad volvió a tragarse todo sin importar nada más.
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Todo era sofocante, la luz del sol lastimaba sus amatistas ojos, la voz de su padre le parecía lejana. Su cuerpo se movía por su propia cuenta, como si alguien más controlara su piel y sus acciones. Recuerdos que no habían vivido inundaban su cabeza acompañadas de un agudo dolor, llenando el espacio vacío de su memoria, explicándole la razón del correr por los tejados. Sin cuestionar esas memorias, estas le decían que la ladrona rubia llamada Felt nuevamente le había robado, esta vez no se había cruzado con Subaru, y su persecución no había sido interrumpida por la presencia del amable chico. Recobró la voluntad de su cuerpo, sus piernas se detuvieron.
“Esto es difícil de creer”, pensó con disgusto, pero no podía negarlo. Hasta un tonto se daría cuenta después de experimentarlo tres veces. “Así que regrese en el tiempo”
Ahora consciente, su mente se concentró en el paisaje urbano, se encontraba muy lejos del distrito comercial como también de los barrios bajos. Con un poco más de tranquilidad y con la mente más clara entendía el plan de la ladrona. Se sentía como una tonta, Felt había tomado un camino opuesto a su verdadero objetivo, para luego escabullirse y regresar a los barrios bajos. Mientras ella estaría perdida buscándola en el lugar incorrecto. Dejando eso de lado…
“Regresar en el tiempo”, repitió en su mente con molestia y angustia, mientras frotaba su barbilla.
Nunca en su vida había escuchado de tal poder o habilidad, acaso era una protección divina u otra cosa más oscura. Aunque su conocimiento seguía siendo limitado, esto iba más allá de lo que podía comprender como real o fantástico, y lo más terrorífico y angustiante de esto, era su activación; no había duda de ello, pero comprenderlo le hería el corazón. No quería aceptarlo o creerlo, pensarlo la lastimaba, ese chico amable y divertido, el único que la miraba de forma diferente, la persona que ella deseaba sea su amigo. Subaru Natsuki tenía que morir, se activaba con su muerte.
─No, no, él no merece esto ─. No entendía lo que estaba sintiendo, pero algo estaba claro, ─no lo permitiré, no dejare que muera, no quiero verlo morir.
<< Lía, ¿Qué estás diciendo? >> Puck la miró desconcertado, su hija se sentía extraña, como si una parte de su adorable inocencia se hubiera esfumado. La misma que estaba protegiendo había fallado y eso le irritaba.
─Regresemos Puck ─. Dijo con una mirada seria, ─Luego te lo explicare…
<< ¿La ladrona? >>, Cuestiono con molestia el espíritu.
─Nos engañó, luego la buscaremos.
Y volvió a correr a toda velocidad, siguiendo los pasos de su memoria hacia el distrito comercial, y por supuesto hacia ese infame callejón, era muy seguro encontrarlo en ese maldito lugar.
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─Si no quieres que te hagan daño, suelta todo lo que tengas.
«Oh, mierda. Aquí vamos de nuevo», fue lo primero que pensó cuando vio a los tres ladronzuelos de siempre frente a él, y no es que quisiera hacer una referencia, solo que ya era la cuarta vez que los enfrentaba. La suerte no había estado de su lado desde las últimas horas, o quizás se había ido toda, después de haber sido salvado por esa hermosa y adorable chica de cabello plateado y hermosas joyas amatistas por ojos, era demasiado linda que no podía dejar de pensar en ella, una hermosa semielfo de cabello plateado, demonios, era su chica ideal. Era un hecho, ahí murió toda su suerte.
─Diablos chicos, el destino siempre tiene que ver con ustedes─. Dijo con resignación, acompañada de una débil sonrisa.
Este día no pudo ser peor en lo que respecta a Natsuki Subaru, aunque ya era el día más horrible que haya vivido, lo más desesperanzado de esto, es que lo había vivido tres veces y este ya era la cuarta.
El solo era un chico normal de diecisiete años, bueno no del todo normal, era un encerrado, un niño que había dejado de ir a la escuela. Una paria parasitaria que gastaba los esfuerzos de sus padres en complacer gustos vacíos, ignorando el problema real de su encierro voluntario. Un idiota cobarde que no podía enfrentar el problema y hablarlo con sus padres. Un humano podrido que no merecía el amor y la amabilidad de sus congéneres. Aun así siendo quien era, se le regalo una nueva oportunidad, o eso era lo que creía al principio cuando fue transportado a otro mundo, un mundo de fantasía. Lo descubrió de la peor manera, él no era el protagonista de esta historia, él no fue enviando a salvar este mundo de un rey demonio, no había sistema de niveles y ni siquiera poderes trampa, o eso no era del todo cierto. ¿Quién sabe por qué estaba aquí?
En este mundo existía la magia, y había descubierto un poder que te permitía rehacer las cosas, regresar en el tiempo a un punto específico. Lo preocupante era que no estaba seguro si era suyo o de la hermosa chica que lo salvo en el primer bucle, aunque el ultimo bucle con la respuesta de Satella, bueno ese no era su nombre, ella había perdido perdón por ello, y el con gusto la había perdonado. La discordancia en esto, fue que ella no lo reconoció cuando se volvieron a ver, hasta tiempo después que pudo volver escuchar su voz antes de desfallecer. Con eso en cuenta, era muy probable que fuera suyo, concluyendo su siniestra y oscura activación, provisionalmente lo había nombrado “Regreso por muerte”. Pero aun la duda rondaba por su cabeza.
Bueno regresando al punto, Subaru había decidido no solo ayudar a la hermosa, amable y tierna chica que hacia latir su corazón, sino también salvar a Rom y a Felt, un viejo bárbaro y una niña ladronzuela de cabello rubio de las garras de la peligrosa y sádica asesina, la responsable de sus dos muertes. No le importaba no ser el protagonista, vidas de agradables conocidos estaban en juego y al menos dependía de él cambiar la situación. Pero también había aprendido cuál era su límite, no dejo que su orgullo lo nuble, no era Superman o cualquier superhéroe de comic o manga, solo era una patético humano, y morir no era una opción agradable. Pero haría funcionar las cosas para llegar a su final feliz, con todos a salvo y ver la sonrisa de aquella semielfo de cabello plateado.
─ Al parecer aprendí mi lección, después de cuatro veces tenía que hacerlo─. Dijo cuando volvió a mirar a los tres delincuentes, mientras los recuerdos de su último bucle seguían vividos en su memoria. Entonces gritó con toda su fuerza─ ¡Guaaaaaaardias!
─ ¡¿Qué carajo, cabrón?! ─ Los tres ladrones miraron a su alrededor asustados.
Subaru sonrió, su memoria de antes era correcta. El momento en que fue asesinado, las voces de ladrones huyendo le habían dejado claro ¡Este mundo tiene algún tipo de fuerza policial!
─ ¡Alguien! ¡P-Por favor, necesito un hombre! —Subaru agudizo su voz, tratando de imitar a una mujer mientras gritaba pidiendo ayuda.
─ ¡Maldita sea, cállate! ─ Actuó el más grande buscando taparle la boca, sin conseguirlo.
─No, no me toques, detente. No te escucho, no estás siendo lo suficientemente sincero. ¡Policía! ¿Eh? ─Subaru dejó de gritar como un idiota y miró a su alrededor nervioso porque nadie acudía a rescatarlo.
─ ¡No me asustes así! Puede que me haya asustado, aunque sea un poco. ─El ladrón más grande juntó sus arneses y le sonrió con inquietud a Subaru.
─ Solo un poco ─, aseveró el ladrón larguirucho
─Solo un poquito ─, repitió el pequeño
Todos los ladrones sacaron rápidamente sus armas, revelando que todos ellos tenían cuchillas y cuchillos todo el tiempo. Intentar huir era imposible, Subaru los miró fijamente mientras se prepara para pelear. Entonces, se oyó una voz que resonó en el callejón.
─ ¡Ya es suficiente!
Todos miraron detrás de Subaru para encontrar una figura imponente parada en la luz. Un chico de buen parecido y un peculiar cabello rojo hizo su aparición a espaldas de los ladrones.
─Cabello rojo.
─Y una espada de caballero, con arañazos hechos por garras de dragón.
─No puede ser... ¿Es Reinhard?
─ ¿El santo de la espada, Reinhard?
─Parece que no necesito presentarme ─. El encantador joven sonrió ante esto. ─Sin embargo, ese apodo es un poco exagerado. No sé en qué medida mi modesta fuerza podría ayudarlo. Pero si deseas recurrir a medidas extremas, como caballero, tendría que contraatacar.
Reinhard se paró al lado de Subaru y se enfrentó a los matones. Lentamente movió sus manos sobre el mango de su espada como si estuviera a punto de desenvainarla.
─ ¡A-al diablo con esto! ¡No vale la pena!
Los tres ladrones huyeron asustados por la mirada del Santo de la Espada. Reinhard sonrió mientras dejaba caer las manos a los costados y miraba al desconcertado Subaru.
─Me alegro de que ambos estemos a salvo. ¿Estás ileso?
Reinhard preguntó encantadoramente. Subaru sonrió y enderezó la espalda con la mano en el corazón.
─ ¡Déjame agradecerte, desde el fondo de mi corazón, por salvarme la vida! ¡Yo, Natsuki Subaru, admiro profundamente tu altruismo! —Intentando actuar con frialdad y respeto frente al caballero, Subaru habló en un tono agradecido.
─No hay necesidad de tanta formalidad─. El pelirrojo sonrió. ─ Una vez que eran tres contra dos, perdieron su ventaja. Si yo hubiera estado solo, habría sido diferente.
Subaru simplemente miró al caballero con incredulidad. El índice de buen chico de este sujeto estaba por las nubes. Reinhard le sonrió inocentemente, el pelinegro solo suspiró avergonzado de no ser como él, pero tenía una mirada de convicción en su rostro cuando miró al caballero.
—Uh... Sir Reinhard, ¿verdad?
—Puedes llamarme Reinhard, Subaru —. Respondió alegremente.
«Cerró nuestra distancia como si nada…», Subaru parecía un poco nervioso.
─ Bueno, gracias de nuevo Reinhard, eres el único que me escuchó gritar y vino a ayudar... hablando de soledad─. El chico parecía derrotado ante esto.
─ Para la mayoría, es demasiado arriesgado enfrentarse a gente como ellos. En este sentido, hiciste bien en llamar a los guardias.
─ ¿Eres un guardia, Reinhard? ─ Mirando el atuendo del joven pelirrojo. ─No pareces uno...
─ Hoy no estoy de servicio, así que no llevo uniforme ─. Se encogió de hombros tímidamente. ─Y me doy cuenta de que no parezco especialmente intimidante.
─Ahora que lo pienso, ¿No te llamaban Santo de la espada?
─Mi familia es bastante particular. Cada día siento que sus expectativas me aplastarán.
Subaru miró a Reinhard con lástima al notar el brillo de tristeza en sus ojos azules. El espadachín mató su tristeza y se volvió hacia el peculiar chico.
─ Rein…
─De todos modos, Subaru... ─ Concentró su mirada en el extranjero, ─ tienes un cabello, una vestimenta y un nombre bastante inusuales. ¿De qué nación eres? ─ Sonaba emocionado cuando preguntó esto, incitando que el chico de ojos malvados se consciente de lo que vestía, para luego continuar con su perorata. ─En estos momentos, Lugunica está un poco más inquieta que en tiempos de paz. Si tienes algún problema, estaré encantado de ayudarte.
─Ayuda… ─ Repitió, el rostro del chico se iluminó de inmediato, lleno de esperanza pregunto: ─ ¿Vendrías a la “Casa del Botín”?
─ ¿La “Casa del Botín”?
Destellos de cuando sostuvo la mano de la semielfo de cabello plateado, mientras ella moría a su lado se reprodujeron en su mente, asustándolo y haciéndole repensar esta decisión.
─N-No importa... ─El miedo lo consumía al recordar el segundo bucle. Encogió los hombros tratando de ocultar sus preocupaciones. ─ Olvídalo. No puedo molestarte con eso...
─Subaru, no creo que me moles… ─ El caballero se dio cuenta de esto y miró al chico sin estar convencido.
─Me ocuparé del resto por mi cuenta, de alguna manera ─. Subaru sonrió y saludó al caballero mientras se alejaba. No quería más víctimas para ese monstruo con apariencia de mujer, pero se detuvo por un momento. —Pero… agradecería que me pudieras entregar un mensaje.
─Me encantaría, por supuesto. ¿A quién? ¿Y qué? ─ Volvió a sonreír el santo de la espada.
—Bueno, no sé su nombre, pero… ─Su mente se llenó de su recuerdo, deseando volver a verla, ─ ¿has visto a una chica con túnica blanca y cabello plateado cerca?
─ ¿Túnicas blancas y cabello plateado?
─Si ─. La alegría se filtró, recordando el primer bucle junto a ella. De repente, Subaru se giró y señaló a Reinhard con una amplia sonrisa. ─ ¡Ella también es extremadamente hermosa!
─No, no la he visto ─. Respondió con gracia, comprendiendo aquella declaración.
─Entonces, si la ves, dile que no se acerque a la casa del botín, pase lo que pase. Encontraré lo que está buscando y se lo traeré yo mismo. ─ El chico pelinegro sonrió con confianza.
─Muy bien. Si la veo, le transmitiré tu mensaje.
─Gracias, amigo. ¡Te lo pagaré algún día! ─Subaru se dio la vuelta rápidamente y corrió hacia la casa del botín.
─Subaru─, llamó Reinhard con voz llena de sorpresa.
─Si, amigo ─, respondió girando la cabeza, mientras corría.
─Creo que encontré a la chica extremadamente hermosa de cabello plateado. ─Burlándose de su nuevo amigo.
─Eh… ─Fue lo único que salió de su boca, cuando su cuerpo fue abrazado por una semielfo de cabello plateado que apareció de la nada.
─Subaru, te encontré ─. Dijo una voz de campana de plata, acelerando el corazón del chico del otro mundo.
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Se encontraban los dos sentados en los escalones del callejón, donde por primera vez se conocieron. Ella estaba muy feliz de haberlo alcanzado, encontrarlo vivo y sano. Estaba muy agradecida con el santo de la espada por cuidarlo, pero aun así estaba un poco molesta. Ella deseaba convertirse en la primera amiga de Subaru en Lugunica, pero ahora ese título lo tenía ese pelirrojo, no podía detener su irritación. Se consolaba con el hecho de llevarlo a la mansión, cuando todo esté solucionado y no permitiría que ese caballero le quite ese privilegio. Y sí, si había escuchado lo que el pelinegro pensaba de ella, de su apariencia, ahora dudaba que era una broma, parecía que Subaru hablaba en serio. Quería decirle muchas cosas al tonto que estaba sentado frente a ella.
Pero primero tenia conversar algo muy importante, algo que la angustiaba y estrujaba su corazón. Una conversación privada es lo que le había dicho al santo de la espada, además de necesitar sus servicios como caballero, después de hablar con Subaru, incluso le pidió a su padre durmiera, no quería su intervención en esto. Sentía que cada vez se convertía en una chica mala.
─Dime Subaru ─. Su voz era fría, para demostrar la seriedad del asunto.
─ Si, bella chica sin nombre ─. Una tenue sonrisa acompañaba su voz.
Eso le dolió a Emilia, pero no podía evitarlo, había logrado que Reinhard no lo mencionara. Ella quería ser la primera en decírselo, y no sabía por qué, su corazón ardía deseando que su nombre sea dicho por Subaru. En cambio, tenía que ser dura con esto.
─ ¿Tu puedes regresar en el tiempo? ─. Sus labios titubearon al querer formular la odiosa pregunta.
─Y-Yo ─. La voz de Subaru tartamudeo perdiéndose en el silencio, recordando el repetitivo día.
─Subaru, respóndeme, por favor no me mientas ─. Mirándolo fijamente sin perder ni un detalle sus reacciones. ─ ¿Puedes regresar por la muerte?