Nadie sale ileso del amor cuando nace entre sangre y venganza.
Santa solo anhelaba que las torturas terminaran y ser visto como algo más que un simple omega. Tras la muerte de su padre, él y sus hermanos ven una oportunidad de huir de una vida que nunca eligieron. Sus hermanos lo hacen por amor; él, por lealtad. Pero ellos lo subestiman y lo encierran en una burbuja de sobreprotección.
Cansado de ser tratado como frágil, Santa decide demostrar su valía. Busca negociar un ajuste de cuentas con otro líder de la mafia... y termina secuestrado.
Perth ha perdido demasiado: a su familia, a su pareja, a todo lo que alguna vez amó. Y detesta al padre muerto de Santa más que a nadie. Tener a su hijo como rehén parece el castigo perfecto. Vida por vida. Dolor por dolor.
Pero hay algo en ese omega que no encaja con su idea de víctima. Hay algo en su mirada desafiante y en su silencio rebelde, que despierta algo que Perth creía haber perdido.
Puedes jugar con el deseo... pero amar al enemigo es abrir la puerta a tu propia destrucción.