ID de la obra: 659

Cuando Llegó la Primavera

Het
Traducción
NC-17
En progreso
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Historia original:
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planificada Maxi, escritos 87 páginas, 32.581 palabras, 7 capítulos
Descripción:
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Asfixiar

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Notas:
Trunks respiró profundamente mientras empujaba la puerta de su cuarto. Había sido un día largo después de ese encuentro con Marron. La reunión del consejo se había alargado demasiado. Le hicieron demasiadas preguntas a él y muy pocas a las personas que dirigían la empresa antes de su ausencia. ¡No era su culpa que su madre hubiera alterado los planes tan drásticamente! Al entrar, se encontró con su compañero robot envuelto en un ridículo surtido de lazos y cintas. Trunks observó el trabajo experto que sólo podía asumir era de su hermana. —¡¡¡Bulla!!! —gritó Trunks por encima del hombro mientras se acercaba al pequeño androide. Juraría que su presión arterial se disparó—. Gil, no estabas bromeando, ¿eh…? —murmuró mientras sus dedos flotaban sobre el nudo que lo mantenía atado al poste de la cama. Como si fuera rutina, una adolescente malhumorada apareció. Llevaba audífonos puestos, un moño desordenado y un suéter gigantesco. —¿Me llamaste? —respondió Bulla con desdén, mirando su celular, sin prestarle atención a su hermano que claramente estaba molesto por todo el asunto. Una respuesta clásica de Bulla, pensó Trunks. —Sí —respondió Trunks, liberando al pequeño robot de la trampa de cintas creada por la adolescente—. ¿Por qué amarraste a Gil? Bulla resopló y se acercó a ambos, quienes cómicamente parecían protegerse entre sí. Juraría que era la mayor muestra de afecto que había visto de Trunks hacia algo que no fuera Mai… y quizás Marron. —Solo intentaba hacerle algunas mejoras —dijo inocentemente mientras entrecerraba los ojos hacia Gil, quien trató de esconderse detrás de Trunks, visiblemente nervioso. Por “mejoras”, Bulla se refería a hacer que el pequeño robot obedeciera todos sus caprichos. Era una pieza de tecnología mucho más sofisticada, y ver su diseño la hacía sentir cómo sus neuronas chispeaban. —¡Negativo! —soltó Gil—. ¡Cree en Gil, Trunks! Trunks se pellizcó el caballete de la nariz, expulsando un suspiro exasperado. —Chicos… No tengo tiempo para esto. Bulla, si vas a jugar a la doctora Gero, ¿puedes hacerlo con cualquier otro androide? —Suplicó Trunks mientras levantaba al asustadizo robot y lo dejo sobre la cama. —Pero… —comenzó Bulla antes de que Trunks levantara un dedo para silenciarla. —Nada de peros —dijo Trunks—. No tengo tiempo para regañarte. Tengo cosas más importantes que hacer —gruñó mientras se quitaba el saco del traje y lo lanzaba sobre la cama, viendo cómo caía sin gracia encima de Gil. —¡¿Entonces para qué me llamaste?! —chilló Bulla mientras se alejaba furiosa. Trunks la observó alejarse desde el umbral, sus ojos alternando entre ella y la puerta. —Adolescentes… —murmuró para sí mismo mientras se sentaba y observaba cómo su compañero robot flotaba desde debajo del saco, con su LED rojo parpadeando… casi con curiosidad. —¿Novia? Gil. —dijo el robot al posarse sobre la mesa al lado de la cama. Verdad… casi se le olvidaba lo que pasó esa mañana. Ahora tenía que explicar la parte difícil. Marron. Gil no sabía mucho de ella, solo que no eran precisamente amigos… pero debía ser noticia para el pequeño robot. Además, no estaba seguro de que pudiera entender la complejidad de las relaciones humanas. La última vez que Trunks tuvo una “novia seria” fue con Mai. Bajó la mirada hacia el suelo, suspirando mientras jugueteaba con el nudo de su corbata. Recordó las manos de Marron corrigiendo el nudo. La concentración en sus ojos en ese momento le provocó algo. No era la primera vez que Marron lo dejaba sin palabras; muchas veces lo sacaba de quicio con sus respuestas, dejándolo sin nada más que decirle. Pero esta vez… fue diferente. Ella era diferente. ¿Fue casi… íntimo? ¿Como si ya hubiera hecho eso antes con un hombre? ¿Eso… le molestaba? No estaba seguro. Marron no significaba nada para él, pero la determinación en sus ojos le recordaba a una vieja llama. Era mayor que él, y constantemente lo reprendió por cosas simples. Trunks sacudió la cabeza. No había forma de que esas dos mujeres fueran comparables. Mai es Mai y Marron es Marron. No había forma de confundirse. —Marron es mi novia falsa —le dijo a Gil—. Ella me está ayudando y yo la estoy ayudando. Necesito que te quedes callado al respecto, ¿entendido? —Afirmativo —pitó Gil con lo que parecía ser un pulgar arriba—. ¿Por qué mujer rubia enojada? Gil. —Como te dije, nos necesitamos por algo —respondió Trunks mientras recogía su celular, que estaba sobre la cama desde que había arrojado el saco. Desbloqueó la pantalla y se topó con una notificación de Marron. Quiso poner los ojos en blanco, pero abrió el mensaje de todos modos. ¿Podemos vernos? Trunks se quedó mirando la pantalla, con la mente corriendo a mil por un simple texto. ¿Por qué quería verlo? ¿Alguien había descubierto algo? Esto no era lo que Trunks esperaba. Se habían visto hacía apenas unas horas… y, francamente, eso ya había sido más que suficiente Marron para toda una vida. Él debería estar marcando el ritmo, ¿no? Contuvo la respiración mientras escribía su respuesta. Al principio, quiso preguntarle: ¿Por qué?. Pero eso sonaría como si realmente le importara, como si estuviera demasiado pendiente de ella, lo cual no era cierto. Sería acusatorio, y no tenía ninguna base para acusarla de nada. Aunque ella sí intentó acusarlo esa mañana al seguirlo. Y hablando de eso… ¿había algo que se le escapaba? Marron lo detestaba. Las únicas personas que lo seguían eran las fanáticas o quienes querían su dinero. ¿Será que Marron se había enamorado de él? Trunks detuvo el tren de pensamiento. ¿Se estaba volviendo loco o qué? Marron jamás sentiría algo por él. Ni aunque se convirtiera en Goten. Era una cuestión de principios. Así que… Trunks terminó enviando un simple: Claro, ¿dónde? Marron le mandó la dirección de un izakaya tranquilo no muy lejos del distrito Sagitario. Trunks esperaba que no estuviera cerca de donde ella vivía; el trayecto era demasiado molesto, especialmente con el tráfico de la tarde. Encuéntrame aquí en una hora. Trunks apretó los dientes y lanzó el teléfono detrás de él. ¿Quién se creía que era? Exigiendo que un CEO la encontrara a su conveniencia. La rubia sabía perfectamente cómo hacerlo hervir de frustración… pero aceptó.

***

Marron se sentó junto a la barra, moviendo las piernas ligeramente mientras observaba a la gente entrar y salir. Sabía que ese idiota no estaba muy lejos de ahí. Aunque podía sentir los nervios rebotando en ella, se obligó a mantenerse tranquila. Mirando con desaliento el vaso de cerveza que tenía frente a ella, vio cómo la condensación del vaso goteaba lentamente por el costado del cristal frío. —Oye —una voz ronca pero familiar surgió detrás de ella, haciendo que la rubia diera un pequeño salto y rodara los ojos automáticamente. Trunks se dejó caer sin ceremonia en el taburete a su lado, apoyando sus brazos bronceados y fornidos sobre la mesa. Marron lo miró, cuidando de no parecer lasciva en su mirada... sus músculos apenas cabían en esa camisa; de hecho, podía distinguir perfectamente el contorno. Marron apartó la vista; le parecía incorrecto siquiera mirarlo. « Qué zorro » pensó Marron en silencio. —Oye —resopló Marron, mirando su bebida, con las mejillas ligeramente sonrojadas—. Supongo que te estarás preguntando por qué te pedí que nos viéramos... —comenzó, ahora levantando la vista para mirar a los ojos del híbrido. Sus pulgares se enredaban detrás de la cadena dorada que colgaba de su cuello, haciendo un ruido muy molesto con cada movimiento. —Quería idear un plan —empezó Marron. —¿Plan? —preguntó Trunks, mirando de reojo a la rubia, con los pulgares aún jugando con la cadena—. ¿Para qué? Pensé que ya habíamos hablado de lo que íbamos a decir. Marron se mordió el interior de la mejilla, conteniendose para no responderle de mala manera. —Trunks —comenzó Marron lentamente. Ella respiro profundamente, su paciencia empezaba a agotarse lentamente con él y ni siquiera llevaba cinco minutos con ella. Este era exactamente el problema que necesitaba discutir. —No actuamos como una pareja para nada... ¿cómo vamos a convencer...a los demás de que salimos juntos si ni siquiera podemos estar a dos metros sin que tengamos una pelea? —dijo Marron. —Mi mamá y mi papá lo hicieron —musitó Trunks mientras daba un sorbo a la cerveza de Marron, lo que hizo que la rubia frunciera el ceño y arrebatará la bebida—. ¿Qué tan difícil puede ser? —Sí, pero eso no es lo normal —respondió Marron mientras tomaba un trago y alejaba el vaso para que Trunks no pudiera alcanzarlo. Lo miró con frialdad, molesta porque él se hubiera atrevido a tomarle su bebida. —Tus padres no se obligaron a estar en ningún tipo de relación, probablemente solo se follaron con odio hasta que tú saliste —las palabras de Marron fueron como ácido. —Qué asco —respondió Trunks, sacando la lengua con repulsión—. No tienes que ser tan descriptiva, ¿sabes? —gruñó el híbrido mientras llamaba al camarero. Lo último que quería pensar era en su viejo en la cama. Su madre y su padre tenían una relación... interesante... claro. Su padre mató al ex novio de su madre, intentó asesinar a millones de personas y ahora es un padre de familia que se queda en casa (y se refiere a padre de familia en el sentido más amplio). Eso definitivamente no ayudaba a su idea de cómo debía ser una relación normal y sana. Él era un saiyajin y CEO de una de las empresas tecnológicas en el planeta... una relación normal con una mujer humana nunca fue algo que esperara. Aprendió esa lección desde joven. Si había algo positivo en su acuerdo con Marron, era que ella lo conocía toda su vida —no necesitaba explicar su historia ni la compleja relación que su familia tenía con extraterrestres, el gobierno, o incluso que él mismo era mitad alienígena. Marron lo sabía todo y lo había vivido. Era reconfortante saber que no estaba totalmente solo. Si Marron no fuera como era, tal vez podrían haber sido algo más. Pero Trunks rápidamente desechó ese pensamiento. Supuso que era vagamente similar a lo que sentía con Mai, la diferencia era que amaba a una y fingía con la otra. Ambas sabían la locura que era su vida; habían sido testigos de todo, desde encuentros alienígenas hasta cosas cotidianas. Antes de darse cuenta, tenía una bebida frente a él. —Creo que deberíamos practicar —continuó Marron, moviendo sus bocadillos con los palillos—, fingir que nos gustamos... —Nada me haría más infeliz —empezó Trunks, dando un sorbo a su bebida—, pero supongo que no tengo mucha opción. Por desgracia, Marron tenía razón: si querían salir bien librados de todo este lío, tenían que actuar como un equipo. —Pero no entiendo por qué sigues con lo mismo, ya acordamos salir una vez a la semana —comentó Trunks. —Sí, lo sé —la rubia no estaba muy animada, sus ojos miraban con tristeza la comida—. Pero Goten está esperando una respuesta sobre esta cita doble, tenemos que apurarnos antes de que se vuelva sospechoso —aclaró ahora mirando a los ojos de Trunks. Normalmente ella habría respondido con algo de enojo, pero la energía que la rodeaba era sorprendentemente diferente a la habitual. —Bueno, sí... —respondió Trunks con un suave suspiro—. ¿Qué se te ocurrió? —musitó mientras apoyaba la mano en la barbilla. Marron extendió la mano para tocar su antebrazo, pero vio que él se apartaba rápidamente. —¿Ves? —comenzó Marron, mirando de nuevo a Trunks—. Te da asco mi toque. Bueno, yo también lo siento... —murmuró—. Por eso tenemos que sensibilizarnos el uno al otro. —¿Qué estás sugiriendo? —los ojos de Trunks se volvieron esquivos mientras miraba a Marron; esperaba que no estuviera insinuando dormir juntos. Aparte de que la mojigata Marron nunca recomendaría algo así, tendrían que beber mucho para llegar a eso, y después de la resaca ni se acordarán. —Saca tu mente de lo sucio, Trunks —gruñó Marron, dándole un pequeño golpecito en la frente con un dedo bien arreglado. Le invadió una oleada de alivio. No tenía la menor idea de por qué se imaginaba que ella le recomendaría algo así. Tal vez si Marron fuera cualquier otra persona... pero de nuevo, esto es Marron y se siente mal. —Me refiero a cogernos de la manos y actuar como si pudiéramos tolerarnos —los ojos de Marron eran como piedras. —Gracias a Dios... —musitó Trunks mientras terminaba de un trago su cerveza—. ¿Y cómo planeas hacer eso? Marron murmuró mientras metía un trozo de karaage en la boca. —Estaba pensando... —dijo entre bocados—, quizá hacer cosas que nos gusten y asociar el tomar de las manos con algo positivo, para que cuando nos tomemos de la mano nos sintamos cómodos. —Vale, Pavlov, buena teoría —rió Trunks mientras veía cómo la rubia daba el último trago a su bebida, con una pequeña sonrisa asomándose en una comisura. Un pequeño sentimiento de orgullo se despertó en él. Esta vez no le había respondido con un estallido, fue algo un poco aliviante que el chiste funcionara. —La noche aún es joven, ¿qué quieres hacer? —preguntó Trunks mientras sacaba unos Zeni. —¿Recuerdas cuando éramos chicos y siempre nos colamos en la reserva de mi tío? —preguntó Marron, con un brillo travieso en sus ojos. Trunks lo recordaba bastante bien. Marron siempre insistía en acompañarlo. Desde entonces, había descubierto que la rubia más joven era una adicta a la adrenalina. Especialmente después de su encuentro con los Cell Jr., Goten y Trunks siempre trataban de ir a pelear con ellos, pero Marron conocía la reserva como la palma de su mano. —¿Sí? —respondió Trunks mientras veía a Marron deslizarse fuera de su asiento y agarrar su bolso—. ¿Eso es lo que quieres hacer? Marron asintió y se dirigió hacia la salida. Trunks la siguió entre la multitud que salía del trabajo. Tan pronto como estuvieron fuera del restaurante tenuemente iluminado, él tomó la manga del grueso cárdigan rosa de Marron, lo que la hizo girar sobre sus talones para mirarlo. Al volverse, Trunks sintió que su boca se secaba. De repente, se puso nervioso. Se dio cuenta, al salir del restaurante, que su plan tenía una pequeña complicación: si iban a colarse en la reserva, tendrían que volar. ¿Cómo lo explicaría? Seguramente ella lo sabía. —Ma—eh —comenzó Trunks tímidamente, soltando su manga—. Se me olvidó... odias volar —continuó, apartando la mirada—. No tenemos otra forma de llegar, aparte de volar, porque tu tío tiene tecnología que detecta los carros cápsula... Marron miró hacia un lado, apretándose el brazo. —Bueno, tienes razón... —comenzó Marron. Su corazón latía tan fuerte que casi podía sentirlo en la base de su garganta. Esperaba haber encontrado otra solución, pero Trunks tenía toda la razón... Ella estaba absolutamente aterrorizada de volar y odiaba esa sensación de estar fuera del suelo. —Supongo —se acercó a él, mirando hacia arriba— que tendremos que... volar... —Marron hizo una mueca ante la palabra. Trunks se rió, poniendo una mano en su hombro. —Oye, creo que tengo una idea —dijo, buscando en su bolsillo—. Tomaremos el carro flotante hasta una isla cercana y volaremos el resto del camino. Los labios de Marron formaron una “o”. Trunks vio cómo el alivio la invadía. Tenía que admitir que hoy él estaba actuando más amigable con ella. Era extraño; un día se lanzaron insultos, pero hoy parecía un amigo de verdad. Recordaba sus miedos y eso era algo conmovedor. No le caía bien el imbécil, seguía pensando que era la encarnación del narciso... « Bueno, eso no es justo » pensó Marron. En realidad ese sería su padre, pero el punto sigue en pie. Él era el engendro de alguien con un ego inflado. El viaje fue bastante rápido; los jets de Capsule Corp eran mucho más veloces que los vehículos civiles comunes. Marron respiró hondo, mirando el océano azul oscuro bajo ella, con la ansiedad aumentando a cada momento que el vehículo se mantenía suspendido sobre el agua. Trunks miró a la rubia, cuyo rostro estaba pegado a la ventana. —¿Estás bien? —preguntó Trunks, evitando mirarla por mucho tiempo. —Me va de maravilla —casi respondió Marron con un tono cortante, pero se contuvo—. Lo siento... no me gustan las alturas. Trunks dio unos golpecitos al volante, tamborileando un ritmo destemplado al compás de la música de la radio. —Bueno, ya casi aterrizamos cerca de una isla, la reserva de tu tío no está tan lejos de Ciudad Oeste —dijo, intentando inútilmente que Marron se sintiera más cómoda—. Solo serán unos minutos hasta llegar a la isla —continuó mientras descendía el vehículo. En segundos aterrizaron con seguridad en una pequeña isla remota. Trunks encapsuló el vehículo y empezó a volar hacia arriba para buscar la mejor vista. —Solo serán un par de minutos volando, ¿segura que quieres? Podemos quedarnos aquí y relajarnos —dijo rascándose la nuca, tratando de cuidar a la rubia, especialmente porque ella fue la que pidió específicamente que no volaran. Ella negó con la cabeza, tomando a Trunks de la muñeca y guiándolos hasta un acantilado cercano con vista despejada a la isla y al cielo nocturno. Cerca de una pequeña playa había un edificio abandonado con forma de cúpula. Miró hacia el agua, con la mirada anhelante. Le recordaba a casa y, en cierta medida, el océano siempre la llamaba. Marron se sentó en la hierba, mirando al cielo. Lejos de la ciudad, no había luces que contaminaran el cielo, y podía ver cada estrella con tal claridad que se dejó caer de espaldas, respirando hondo. Trunks la observaba curioso, viendo cómo su cabello rubio se mezclaba con la hierba húmeda de la reserva. Si pudiera congelar ese momento, lo haría. Esto le recordaba a un lugar similar en la Isla Monstruo, donde Goten, Trunks y ella se sentaban juntos. Se colaban con bocadillos en la juventud, luego bebidas y cigarrillos, riéndose de la gente en la escuela, molestando a Marron por ser la bebé del grupo... pero también haciéndola parte de su caos. Ahora solo estaban Trunks y Marron, solos, en una etapa más avanzada de sus vidas. Ambos tenían carreras que atender y aún trataban de hacer que las locas circunstancias en las que nacieron jugaran a su favor. Era extrañamente reconfortante; por mucho que se insultaran, había una tregua momentánea en la que volvían a ser ellos mismos... antes de la amargura... Antes de las ofensas... Solo Trunks y Marron. —Estás diferente hoy —dijeron al mismo tiempo. Se miraron, sosteniéndose en la mirada. Ninguno quería admitirlo, pero había algo extrañamente romántico en el aire, algo tácito pero entendido... al menos de manera subconsciente. —¿Cómo así? —preguntó Marron. —Estás más relajada —bromeó Trunks—. Siempre estás tan rígida, es agradable verte más tranquila... Marron resopló. —Vamos, —se cubrió el rostro con las manos mientras sonreía— soy relajada... —Oh sí, tan relajada…—replico Trunks sarcásticamente, respirando profundo el aire del bosque—. Creo que cuando se trata de él, te pones muy tensa, hemos peleado mucho estos últimos días —continuó, con las manos sobre el estómago—. Realmente lo amas, ¿no? Marron suspiró y una expresión solemne se apoderó de su rostro. —Sí —dijo en voz baja—. Mucho. Siguió mirando las estrellas. Trunks tenía razón... ella era muy rígida con sus sentimientos y dadas las circunstancias que él había puesto a ambos, era difícil relajarse, sobre todo cuando todo parecía tan desesperanzador. —Significa mucho para mí —murmuró Marron. —Sé cómo se siente —dijo Trunks, mirando la expresión seria en su rostro. Ella tenía rasgos de muñeca de porcelana, pero la energía de una mujer enfadada y amargada. El podría haber sido un poco más empático con Marron, pero ambos estaban atrapados en sus propios egos. —Yo también tuve a alguien —murmuró Trunks, pasando los dedos por la hierba húmeda—. Ella me dejó también. Marron parpadeó y giró la cabeza hacia el híbrido, viendo la suave luz de la luna reflejada en su piel bronceada. Casi quiso burlarse de él, decir algún comentario sarcástico sobre su “personalidad de mierda”. Pero se quedó en silencio, solo mirándolo, con los labios entreabiertos. Él era hermoso, físicamente hablando —claro—, pero había una vulnerabilidad en sus palabras. —¿Qué pasó? —preguntó Marron, apoyándose en un codo, viendo cómo Trunks cerraba los ojos suavemente y llenaba sus pulmones al exhalar. Cada movimiento suyo tenía cierta majestuosidad. No creció siendo un príncipe real, pero la manera en que se conducía siempre fue orgullosa, como una versión más domada de su padre. —Ella... —Trunks hizo una pausa, le costaba revivirlo—. Creció... —masticó el interior de la mejilla. —Seguro que la querías mucho —murmuró Marron—. Supongo que los dos somos unos testarudos enamorados. —Oye, yo ya dejé de luchar por ella —respondió Trunks, con una sonrisa confiada—. Pero no creo que tú puedas decir lo mismo —se rió, viendo el ceño fruncido de Marron. Ella resopló, mirando de nuevo al cielo. —Sigo creyendo en el amor —respondió Marron—. Él cambiara de opinión —puso pucheros, pensando en cada interacción que había tenido con el otro híbrido. Siempre era la que consolaba a Goten después de una ruptura, pero por más que se esforzaba, él nunca la veía como mujer. —Me alegro por ti, hay gente que merece el amor—dijo Trunks, burlón con la palabra amor—. Goten es tonto, no puedes dejar pistas —empezó, mirando a Marron de reojo y notando cómo ella se aferraba a cada palabra—. Tienes que ser... directa —dijo, lanzando un puñetazo al aire. —¿No crees que yo—? —No —interrumpió Trunks—. No basta con que te pongas guapa y te comportes como siempre, fingiendo dulzura, para alguien con un cráneo tan duro —dijo, con las manos ahora sobre el pecho. —¿Por qué Goten, de todos modos? —continuó Trunks—. Sí, es un patán atractivo, pero podrías encontrar un chico humano común —continuó—. Eres bonita, puedes lograrlo. El rostro de Marron se sonrojó por el cumplido, pero no le dio importancia. —Goten es amable conmigo —dijo simplemente—. Siempre me protegió cuando era niña y fue dulce conmigo de adulta... —¿Entonces te enamoras de cualquiera que sea amable contigo? —preguntó Trunks, incorporándose—. Así es como te aprovechan —dijo, suspirando—. Tienes suerte de que Goten sea buen tipo. Los ojos curiosos de Marron lo observaban mientras Marron se sentaba en la hierba. —Su amabilidad me atrae —respondió Marron, cruzándose de brazos—. Sé que no me trataría mal. —¡No lo sabes! —escupió Trunks, lamentando rápidamente su arrebato—. Bah... —se frotó la cara, tirando de la piel—. Goten no reconocería algo bueno aunque se lo estrellaran en la cara. Estoy comprometido a ayudarte, pero te digo desde ya... tu historia de amor está perdida si no mejoras ese aspecto de la asertividad. Marron guardó silencio, reconociendo en silencio las verdades que Trunks le soltaba. Pero nunca le permitiría ganar esa batalla, sería un golpe demasiado duro para su ego, y una subida exagerada para él. —Quiero intentar algo —Trunks giró el cuerpo hacia Marron, con las piernas cruzadas y las manos extendidas, como si pidieran que lo toque.. —Dame tus manos —sus manos extendidas esperaban las de ella—. Quiero que finjas que soy Goten —declaró con sinceridad—. Piénsalo como si estuvieras practicando para la realidad. Sus ojos penetraban en los de Marron, que normalmente entrecerraba los suyos, pero ahora los tenía abiertos de par en par, con los labios ligeramente entreabiertos como si quisiera decir algo. Marron miró la gran palma extendida, sus manos pequeñas se atrevieron a enlazarse con las de él. Qué gran petición de Trunks. Pedirle que imaginara que él era alguien tan diferente a él... Ya le costaba imaginarlo en cualquier luz que no fuera negativa. —¿Cómo se supone que imagine a Goten si solo estás ? —preguntó Marron, con un tono de juicio y una ceja levantada. Trunks suspiró, tocándose la sien con un dedo. —Sé que puede ser difícil —comenzó, mirando hacia abajo—, pero se llama usar la imaginación. Marron resopló. Ahí estaba, sorprendida de que fueran amigables. Cómo odiaba que él la tomara por idiota. Gruñó de forma poco femenina, golpeando su mano contra la suya y cerrando los ojos. Empezó a imaginar a Goten en lugar de Trunks, y su corazón empezó a latir más rápido, aunque en el fondo sabía que era Trunks. Se imaginó a Goten entrelazando sus dedos con los suyos, sintiendo su calor en la palma de su mano... eso hacía que la rubia se sintiera casi avergonzada, como una colegiala emocionada. Mantuvo los ojos cerrados, sintiendo el delicado movimiento de su mano, como si fuera levantada y... sintió labios cálidos y suaves contra sus nudillos. Su corazón se aceleró, fue un toque vívidamente cariñoso. La cara de Marron se sonrojó y abrió los ojos de golpe; la imagen de un príncipe Goten se desvaneció y fue reemplazada por Trunks, con sus ojos azul oscuro conectando con sus fríos ojos azules. Sus ojos se mantuvieron un momento, con un aire misterioso. Él sonrió satisfecho y le soltó la mano. —¿Funcionó? —preguntó, con una voz llena de nueva confianza. Marron frunció el ceño, aún con las mejillas calientes por el toque inesperado. Fue un accidente, Trunks nunca podría actuar con tanto cariño hacia un humano. Apartó la cara del híbrido con la nariz en alto. —Sí —murmuró, amargada por la ruptura de su fantasía—. Ojalá fuera real y no una imitación barata. —Ay —rió Trunks, con una mano sobre el pecho—. Apuntas directo al corazón, Mar, —bromeó. Estaba orgulloso de haber conseguido esa reacción. —No te preocupes, yo también tenía los ojos cerrados —respondió Trunks—. Jamás tomaría tu mano voluntariamente. Y eso era cierto. Cuando tenía los ojos cerrados, imaginaba a Mai. Intentaba calmar su deseo sustituyendo el objeto de su afecto por un reemplazo, Marron debía sentirse afortunada en ese aspecto. —Pero lo hiciste —apuntó Marron. —Ay, cállate —resopló Trunks, con una sonrisa burlona. —¡Hazme! —replicó Marron. Cayó un silencio entre ellos. Trunks no sabía si era solo el silencio, el ambiente o algo completamente distinto, pero sentía su corazón latir fuerte en el pecho. Sus ojos se posaron en sus labios mohinos, como si pidieran ser besados. Trunks detuvo ese pensamiento. No esperaba eso. No quería besarla, estaba seguro. Ella era solo una mujer molesta que, casualmente, le resultaba muy atractiva físicamente y en ningún otro aspecto. ¡Los pensamientos intrusivos se desechaban fácilmente! Entonces, ¿por qué estaba tan cerca de ella? ¿Por qué sus rostros estaban tan cerca que podían mezclar el aliento? Su mano se acercó a sostener la mejilla sonrojada de ella; los ojos de ambos semicerrados antes de que un fuerte estruendo recorriera la reserva, sacándolos de su hipnosis. Marron saltó mirando hacia donde volaban unas aves alborotadas fuera de la reserva hacia el cielo nocturno. —Cazadores—susurró Marron, mientras se sacudía el polvo—. Vamos, Trunks, levanta ese trasero —dijo jalando al híbrido del suelo. Trunks había olvidado que Marron no era una humana común, a pesar de su figura delgada y delicada, era compacta y con fuerza sobrehumana —al menos, para estándares humanos. Trunks masajeó su hombro por lo fuerte que la rubia lo había jalado. Todavía estaba sin palabras... ¿no iban a hablar de lo que acababa de pasar? Quizá era mejor dejarlo así, fingir que solo estaba molestándola si ella lo mencionaba... —¿A dónde vamos? —preguntó Trunks, arqueando una ceja mientras miraba los delicados dedos sobre su mano—. ¿Vas a volar? —rió al ver cómo sus mejillas se sonrojaban. —Yo... —Marron se detuvo, sus manos temblaban nerviosas. Cerró los ojos y respiró hondo, apretando las manos de Trunks. —Lo haré —dijo, reafirmando su decisión, levantando un poco el cuerpo del suelo, con los ojos muy cerrados, flotando a un par de metros del suelo. Trunks la observó mientras se elevaba cerca de las hojas de una palmera cercana, con los ojos apretados; era una vista bastante divertida... Marron nunca volaba. Quizá fue por las pocas copas que había tomado y que la hicieron sentirse valiente, o tal vez por la necesidad innata de no querer que la cargara él en particular. Sonrió, cruzándose de brazos mientras la miraba desde abajo. —¡Abre los ojos, rubia! —gritó. Marron quedó suspendida en el aire, se preparó para abrir los ojos, y los abrió de par en par al ver que Trunks flotaba a su altura. —¿L-lo hice? —Sí, hace tiempo que no veía a Marron Chestnut volar —respondió Trunks con una sonrisa, viendo cómo el cabello de la rubia ondeaba suavemente con la brisa marina. —Estoy volando... —Afirmó Marron, casi con incredulidad mientras observaba su entorno, bajando la vista a sus manos. Miró a Trunks, con el pecho apretado por el pánico; perdió rápidamente la estabilidad en su energía y Trunks la cogió de los brazos, acercándola a sí. Juró que podía sentir su corazón contra él. ¿Qué le pasó para que se ponga tan alterada así por simplemente volar? Marron aclaró la garganta, esforzándose por poner algo de espacio entre ellos. —¿Deberíamos ir? —dijo Trunks justo antes de que una ráfaga de ki arrasara con ese cuadrante de la isla. Marron giró la cabeza hacia la dirección de la luz amarilla que iluminaba el cielo nocturno. —No, parece que mi tío lo tiene bajo control —se rió, y luego volvió a mirar a Trunks, quien todavía la sostenía un poco más de lo necesario. —Ya puedes… soltarme —dijo Marron con tono plano, echando un vistazo a cómo él aún tenía la mano en su cintura. —Ah, cierto… —respondió Trunks mientras descendía lentamente hasta tocar el suelo con Marron. En cuanto aterrizó, empezó a hurgar en su bolsillo para buscar la cápsula del vehículo. Con la hoi-poi en la mano, miró de reojo a la rubia, cuyo rostro aún estaba vuelto hacia el mar. —¿Quieres hablar de lo que pasó antes? Marron volvió a mirarlo, fingiendo inocencia con una sonrisa dulcemente falsa. —No hay nada de qué hablar —respondió—. Volé y me asusté, ¿qué más hay que decir? —Sabes a lo que me refiero, Marron —replicó Trunks con firmeza, su mirada repentinamente intensa. —Oh… —la sonrisa de Marron se desvaneció—. No hay… nada de qué hablar. Trunks la observó con atención. Algo le molestaba. Por un lado, se suponía que debía alegrarse de que no hubiera más que discutir, pero… era como si quisiera que ella dijera algo. Había más que quería saber sobre ella. Era la primera interacción auténtica que habían tenido en mucho tiempo. Donde simplemente coexisten, en lugar de hablar de cuánto se “detestaban”. —Está bien… —suspiró Trunks mientras activaba la cápsula del vehículo—. Vámonos a casa.
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