ID de la obra: 659

Cuando Llegó la Primavera

Het
Traducción
NC-17
En progreso
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Historia original:
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planificada Maxi, escritos 87 páginas, 32.581 palabras, 7 capítulos
Descripción:
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Respiro

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Notas:
La luz del sol se filtraba por las cortinas que cubrían las ventanas del apartamento de Marron. Parpadeó al sentir el hinchazón de sus párpados, que la hacían incapaz de abrir los ojos. El persistente pitido del despertador se aseguró de mantenerla despierta mientras sacaba el cuerpo de la cama y apagaba el sonido antes de mirar su teléfono. Era lunes, lo que significaba otro día más trabajando en nuevas ilustraciones. Por suerte, podía hacerlo desde la comodidad de su apartamento. Se refrescó en el baño de su habitación y salió del cálido refugio oscuro hacia la sala iluminada, que ofrecía una vista amplia de La Capital Oeste. Tomó su tableta digital y observó el logo: Capsule Corp. Estaban en todas partes: autos, aviones, teléfonos, tablets… no había nada que ellos no hicieran. Se deslizó un suspiro al recordar la imagen de cierto híbrido se le metió en la cabeza para burlarse de ella. Giró el lápiz táctil entre sus dedos y abrió la ilustración en la que trabajaba. Su mente estaba hecha un desastre, y culpaba a Trunks por eso. No quería ver esa cara presumida, ni siquiera imaginarla. Seguir dibujando no ayudaba; su creatividad estaba bloqueada. El trazo no le resonaba. A veces sentía cómo sus emociones se filtraban en sus obras. Esta pieza tenía todos los indicios de euforia: había comenzado antes del gala de hace dos noches, así que tenía sentido… al menos para ella. Lanzó un bostezo, guardó tablet y lápiz en un bolso y regresó a su clóset en busca de ropa nueva. Necesitaba un cambio de escenario. Podría ir a una cafetería, o tal vez dirigirse al parque del distrito de Aquarius y trabajar al aire libre. Resopló, se soltó el pelo del moño y se lo dejó caer en cascada por la espalda, sacudiéndose la rigidez que aún le quedaba de cuando lo llevaba puesto. Se puso un grueso cárdigan abotonado rosa pastel, unos vaqueros y unas zapatillas gruesas a juego. Cualquiera que conociera a Marron sabía que sus colores favoritos eran siempre el rosa. Ella recogió su bolso y salió por la puerta, estaba decidida a terminar esto hoy, y nadie iba a detenerla. Marron se encontró caminando hacia una estación de metro, esperando contra una viga metálica a que llegara su tren. Vivir en una ciudad como La Capital Oeste hacía que comprar auto fuera absurdo, sobre todo por el tráfico. Recordaba lo terrible que podía ser. Además, no quería ni pensar en el conductor que la llevó a casa. A pesar de que todos sus familiares y amigos eran capaces de volar, incluida ella misma, Marron tenía un miedo irracional a volar y a las alturas; algo en el hecho de no estar en tierra le producía un temor desconocido. Recordó lo inflexible que se mostró al no volar cuando Baby atacó. Por supuesto, entonces vivía en la Casa Kame, y ahora está acostumbrada a vivir en la ciudad. Marron sintió una brisa cuando el tren pasó zumbando, por detrás de ella y otro se detuvo. A su izquierda había un hombre que hablaba por teléfono más alto de lo que a ella le gustaría, vestido con un traje de negocios que sólo podía hacer suponer a Marron que era un oficinista. Sintió una brisa al pasar el tren, luego otro se detuvo. Subió rodeada de varios pasajeros: una madre intentando controlar a sus dos niños pequeños, un hombre hablando en voz alta por teléfono vestido como oficinista. Si había inspiración, estaba ahí. Si había algo en lo que inspirarse en la vida cotidiana, era en un vagón de metro de La Capital del Oeste, Marron bajó la mirada hacia su teléfono móvil, apoyando el codo en el poste para evitar tocarlo. No había ninguna posibilidad de que lo cogiera con las manos desnudas. Al llegar a su parada, los altavoces estaban confusos pero su sentido de la orientación en la ciudad era agudo, y supo que era aquí. Y allí estaba ella, en el corazón del distrito financiero de West City. Los edificios eran grandiosos, aparentemente dorados, y los estirados hombres de negocios caminaban por las aceras. Marron miró hacia abajo, enfilando hacia la entrada del parque. En el centro había una enorme fuente, con cascadas de agua en todas direcciones. Se sentó en un banco cercano; incluso a esa hora del día, había gente bulliciosa, otros tocaban música en directo con instrumentos. Inspiró mientras sacaba su tableta, tal vez ahora podría observar el mundo que la rodeaba y terminar su trabajo. Observó cómo la vida la rodeaba, cómo las plantas y los árboles brotaban lentamente, casi como si intentara florecer. Como ella... Intentando florecer. Intentando... Detuvo sus pensamientos antes de que sus emociones se apoderaron de ella.

***

Mientras tanto, Trunks se miró en el reflejo del espejo; su traje negro estaba impecable, pero su corbata se torció al menos cinco veces antes de quedar bien. Se alisó los hombros. Era su primer día oficial de vuelta en su puesto en Corporacion Capsula. ¿Estaba contento de volver a la Tierra? Sí. ¿Le molestaba tener que volver a la jerga empresarial y tomar decisiones difíciles? También. A Trunks nunca le gustó estar al mando de una empresa, claro que había construido la columna vertebral para pisarle los talones a la gente y llegar a donde tenía que llegar, pero al fin y al cabo era un inventor, un innovador, y el alcance de sus habilidades no se demostraba simplemente sentándose todo el día en reuniones de negocios con vendedores y directores de juntas directivas. Un pequeño robot flotó hasta su hombro: su compañero fiel, Gil. Había estado con él desde sus primeras expediciones espaciales, incluida aquella búsqueda de las esferas del dragón negras con Goku y Pan. Hay que admitir que la aventura era mucho más tolerable cuando no daba la sensación de estar cuidando por completo a una persona de 60 años en el cuerpo de un niño de 10 y a una niña de 13, de verdad. Las luces LED rojas del robot parpadearon cuando habló: —Trunks, ve a Corporación Capsula en aproximadamente diez minutos. Trunks lo miró por reflejo mientras ajustaba la corbata: —Sí, Gil. Justamente estoy yéndome —suspiró—. Pero… Gil flotó más cerca, asomando sus brazos metálicos: —¡Gil va también! Siempre estaba pegado a Trunks como si fuera pegamento, no podía culpar al pequeño robot, pero no era necesariamente una gran imagen si le seguía a todas partes. Trunks negó con la cabeza: —No, Gil, no puedo llevarte. Quédate aquí y pasa tiempo con Bulla mientras no esté en clases...—. Trunks hizo una pausa mientras giraba la cabeza para encontrarse con el pequeño droide casi temblando al sugerirle que pasara tiempo con su hermana adolescente. El robot tembló. Gil temía a su hermana. —No me digas que te asusta, Gil… —Afirmativo. Gil peligro… El robot cobarde fue diseñado con un defecto un poco fatal, era bastante cobarde, dado que es un avance de la IA, que ni siquiera la Tierra había obtenido- fue diseñado para temer un montón de situaciones peligrosas, y de alguna manera eso incluía a su hermana. Trunks rió mientras se ponía la chaqueta: —No te preocupes, Gil. Seguro que estará distraída y no hará nada. Confía en mí —añadió mientras miraba su reloj. —¡Gil! —respondió el robot animado. Se escuchó una voz en el pasillo. —¿Le estás hablando a Gil otra vez? Trunks levantó la vista. Era Bulla en uniforme escolar. —Eres tan raro. Pero bueno, al menos tienes a Marron y a Goten —dijo, cruzándose de brazos y moviendo su cabellera azul. —¿No deberías estar en clase? —respondió Trunks con fastidio. —¿O te has vuelto a quedar hasta tarde viendo la tele...? —¿Y tú no deberías estar en el trabajo? ¿O estabas ocupado anoche hablando con tu “novia”? Gil pasó volando cerca de la entrada: —Gil, Gil... Negat— Trunks rápidamente agarró el robot y lo hizo callar mientras maldecía en silencio: —No ahora, Gil. Bulla miró a los dos, ladeando la cabeza al ver a su hermano completamente agotado por la escena que se desarrollaba. —Mira, eso no es asunto tuyo...— Trunks siseó. —Digo yo soy la que tiene una apuesta con Pan que al parecer está en curso, será mejor que hables con Marron y consigas que vaya a esta cita doble...—. replicó Bulla, clavándole una uña manicurada en el pecho. —Así que eh, haz algo, okey.. La chica de pelo azul, con toda su actitud de realeza, miró de arriba abajo a su hermano y se marchó. Definitivamente era un producto de su madre y su padre, asertiva y orgullosa, no era de extrañar que algunos la temieran. Trunks miró a Gil, que seguía abrazado a él desde antes. —Lo explico después, ¿sí? Giru asintió. Trunks sonrió mientras salía de la casa y se dirigía al vehículo flotante privado aparcado fuera de la corporación. Trunks se acomodó en el familiar asiento de cuero y miró al conductor, que lo saludó. Era la vuelta a la normalidad, y una parte de él... temía la vuelta. Se habría imaginado que cuando estuviera en el espacio, luchando contra gusanos espaciales gigantes o contra cualquier extraño alienígena con el que se cruzara, echaría de menos la monotonía de la vida cotidiana. Pero en lugar de eso, casi sentía que había cometido un error. —Señor Briefs —dijo una voz femenina—. Es un placer tenerlo de vuelta en la corporación capsula. Trunks miró a la mujer: cabello negro corto, aretes de perla, ojos azules intensos. —Ah, señorita Broche... me alegra tener de regreso a mi asistente. Ella le pasó una tableta: —Tenemos mucho que revisar desde que no estuvo por aquí... Marron echó un vistazo a su tableta, el boceto estaba casi terminado... pero tuvo la mala suerte de que el dispositivo estaba a punto de quedarse sin batería. Metió la tableta en el bolso, se estiró y se levantó respirando hondo con los puños apoyados en las caderas. —Hombre… —bostezó mientras comenzaba a caminar hacia la cafetería más cercana. Miró el reloj en su celular: ya era mediodía. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se despertó y llegó al parque? Era como si el tiempo se hubiera desvanecido dentro de un vacío. Desvió la mirada hacia un costado y, por el rabillo del ojo, alcanzó a ver el edificio de Corporación Capsula. La enorme estructura en forma de cúpula se alzaba justo en el centro de la ciudad, con suficiente espacio alrededor como para destacar aún más. Se escabulló entre la multitud y se encontró en una pequeña cafetería, con las manos echándose el pelo hacia atrás y recogiéndose en un moño bajo. Pero, antes de que pudiera pedir algo, captó un destello de color lavanda que pasó rápidamente frente a ella. Marron sujetó su bolso con fuerza. Sus ojos se movieron entre la puerta y la acera mientras ella volvía a salir. ¿Por qué lo estaba buscando? Lo último que quería era hablar con él. Pero su cuerpo se movía por impulso. Lo siguió, esquivando personas entre la multitud. Su mente no lograba alcanzar sus pies. ¿Y si lograba alcanzarlo? ¿Qué demonios le diría? Se detuvo en seco al verlo girar. —¿Me estás siguiendo ahora? El aliento se le atascó en la garganta. ¿Cómo pudo olvidar que él podía sentir las energías… y seguramente la había notado detrás de él? —Y-Yo… —balbuceó Marron, levantando la mirada hacia el individuo, mucho más alto que ella, con el sol cayendo justo detrás de su cabeza, dándole un halo de luz dorada. —No. —Se irguió, aclarándose la garganta—. ¿Por qué pensarías eso? Trunks entrecerró los ojos. Esperaba que susmentiras no fueran tan obvias como las de ella. —¿Quién más estaría tan obsesionada conmigo? —bromeó Trunks—. Digo, no me malinterpretes, me halaga… Marron apretó los dientes. Vaya que sabía inflarse el ego. Pero no iba a darle ni una pizca de satisfacción. —Guárdatelo, Trunks—replicó con tono seco. Le dio un leve empujón en el pecho con una uña perfectamente manicurada. —¿No debería ser yo quien haga preguntas? —añadió, alzando la mirada hacia sus ojos, que brillaban con ese descaro tan suyo—. ¡Son las doce del día! ¿No deberías estar trabajando? Trunks rodó los ojos, notando a un grupo de señoras mayores a unos metros, cuchicheando entre ellas. Podía imaginar lo que estarían diciendo. Marron siempre sabía cómo llamar la atención. Eso lo tenía claro. Era una gritona adorable, una pequeña tormenta rubia. La jaló hacia él en un abrazo repentino que la dejó paralizada. —Aquí no —susurró Trunks, rozando su mejilla con la nariz. El corazón de Marron se atrevió a saltarse un latido, retumbando en su pecho mientras sus mejillas se tornaban de un tono furiosamente rojo. Le ardían las puntas de las orejas mientras la sujetaban en medio de la acera. Su mirada de pánico se movió de un lado a otro. Si no estuviera tan avergonzada, se deleitará con el aroma de la colonia pegada a su piel, o con la calidez de su abrazo; sin embargo, estaba demasiado ocupada intentando liberarse. —¿Q-Qué haces? —susurró furiosa. —Confía en mí… —Trunks se separó apenas un poco, echando una mirada al grupo de mujeres, ahora riendo y cubriéndose la boca. Éxito total. Para rematar, inclinó el rostro de Marron hacia él. Por un instante, dudó, observando su rostro enrojecido y los ojos dilatados que lo miraban fijamente. Intentó transmitirle con la mirada… que no lo estaba disfrutando tampoco. Ni un poco. Sus labios, apenas entreabiertos, temblaban. Su pulgar se acercó peligrosamente al inferior. Estaban tan pegajosos… Trunks casi se retorció. ¿Por qué las mujeres usaban brillo labial? Nadie querría besar eso. Se inclinó de nuevo hacia su oído. —Lo siento… yo tampoco lo disfruto —murmuró, antes de soltarla y tomarla de la mano. Comenzó a caminar rápidamente, alejándose de la escena con Marron a rastras. —¡¿P-Pero qué demonios?! —exclamó Marron, con el corazón palpitando con fuerza en la garganta—. ¿Por qué hiciste eso? Llegaron a una esquina residencial, donde Trunks se giró, recargándose contra una escalinata de ladrillo. —Nos estaban mirando —aclaró—. Estaba en mi hora de almuerzo y tú empezaste a seguirme. Marron titubeó. Sí… lo estaba siguiendo. Pero quería asegurarse de que no estuviera saliendo con otra en medio de su relación falsa y echando todo a perder. Cruzó los brazos y ladeó la cabeza, mirándolo con cierta superioridad mientras él parecía esperar una explicación. —Tú eres el que tiene fama de faltar al trabajo. ¿No debería preocuparme por lo que hace mi novio? A Trunks casi le dan arcadas. Escuchar la palabra novio dirigida a él por Marron… le causó un escalofrío desagradable por la espalda. —Buena salvada —contestó con los brazos cruzados—. Pero los dos sabemos que estás obsesionada conmigo. Marron resopló, levantando la nariz. —Podría decir lo mismo de ti, Trunks… —En fin… —Trunks carraspeó, captando su atención. Pensó que era el momento adecuado para mencionarlo, antes de que Goten se le adelantara—. "Goten..." Vio cómo la respiración de la rubia se entrecortaba al oír su nombre. "Él... hizo una petición", dijo Trunks finalmente. —Goten… —dijo, observando cómo ella contenía el aliento al oír su nombre. El hecho de que estuviera tan afectada por él le revolvía el estómago—. Hizo una petición. —¿Él sabe… lo nuestro? —preguntó Marron, con un deje de tristeza en la voz. Ya no la vería como alguien disponible solo para él… y esa idea la hería profundamente—. ¿Qué pidió? Trunks dudó. —Antes de decirlo… —empezó, viéndola su tono había cambiado definitivamente ante la mención de su enamoramiento—. Prométeme que no me vas a matar. Marron suspiró, pellizcándose el puente de la nariz. ¿Qué podía ser peor que fingir salir con Trunks Vegeta Brief? —Está bien. —Quiere una cita doble —soltó Trunks rápidamente, casi esperando que Marron no lo escuchara—. Pero… le dije que dependía de ti. La vio pasar de la ira a la tristeza… y luego a una expresión vacía. Pero no dijo nada. —¿Marron? —preguntó, arqueando una ceja. Le preocupaba más su silencio que un grito. ¿Qué había que responder? Trunks tomó las medidas apropiadas para asegurarse de que ella pudiera elegir... extrañamente considerado dado el hecho de que siempre fue un idiota con ella. Pero, considerar sus sentimientos por Goten -aunque él no supiera hasta qué punto- era al menos reconfortante. Ella suspiró, intentando soltar la tensión de su garganta. Lo miró y forzó una pequeña sonrisa. —Está bien… —¿Estás segura? —preguntó Trunks, preocupado. ¿Temía que perdieran la fachada?No estaba segura de por qué... antes no era tan considerado con sus sentimientos. —No tienes por qué torturarte. —No pasa nada —dijo, enderezándose—. Tenemos que convencer a todos de que estamos saliendo, ¿no? Se acercó a él, jugando con la punta de su corbata, observando la tela. —Entonces… —murmuró distraída, sus ojos fijándose en el nudo—. Tendremos que actuar el papel. —Sus manos ajustaron la corbata—. Perdón… costumbre. Trunks la miró directo a los ojos y sintió que el calor le subía a la cara. Su corazón latía con fuerza. ¿Qué acababa de pasar? Solo le había arreglado el nudo… ¿pero por qué dijo que era una costumbre? ¿Con quién? Iba a decir algo, con la boca entreabierta, pero su teléfono sonó. Marron lo miró y luego volvió a su rostro. —Eh… quizás quieras contestar. Trunks parpadeó y sacó el celular. —¡Painte! —¿Dónde está, señor Brief? Su reunión con la junta es en diez minutos. ¿Debería moverla…? —¡N-No! Déjela como está. No estoy lejos —respondió Trunks, guardando el teléfono—. Te llamo luego con más detalles… Saludó con la mano mientras se alejaba corriendo hacia Capsule Corp. Para un humano normal, estarían a 20 minutos… pero para un saiyajin, era un salto. Marron lo vio alejarse, saliendo de su campo de visión. —Espero que no rompa ese traje —murmuró mientras se metía las manos en los bolsillos del jean. No sabía qué le pasaba a Trunks, pero al final se comportó raro. No podía leerlo como antes. ¿Su cara estaba tan…roja? ¿Se atrevería a decir sonrojada? Soltó una risita y caminó hacia el metro. ¿Quién diría que el CEO de Corporación Capsula y el hijo de Vegeta era tan fácil de sonrojar? Pero quién era ella para decir eso cuando un simple abrazo la sacaba de quicio; aunque no fuera del todo genuino, no estaba muy acostumbrada a que la abrazaran de esa manera... al menos desde hacía mucho tiempo. Se llevó una mano a la mejilla. No era por Trunks. No lo pensaría así. Es el hecho de que sucedió en primer lugar, cualquier hombre haría que su corazón latiera así si hicieran eso. Frunció los labios y bajó la mano, con la respiración ligeramente entrecortada al encontrarse de nuevo en la estación. Sí se veía bien hoy… Marron suspiró, sacudiéndose la idea de la cabeza. Llevaba un traje hecho a medida de diseñador. Le quedaba como un guante. A las mujeres siempre les gustan los hombres trajeados, ¿no? Se dio un leve golpe con la muñeca en la cabeza. Pensamientos prohibidos. Si aparecían… los mataría ahí mismo. Estaba totalmente dedicada a sus sentimientos por un solo hombre. Nada de ojos errantes. Y mucho menos Trunks. Nunca él. Ni aunque la mataran, lo consideraría una opción. Lo juraba. Entró al vagón del metro, se sentó y vio un mensaje de Goten en su celular: ¿Entonces la cita doble va o no? :P Apoyó la cabeza contra la ventana del vagón, gimiendo al ver el mensaje que tanto temía. No era así como imaginó su vida… y menos con Trunks como supuesto novio. Dudó un momento… y presionó para enviar.

¡Sí! ¿Hora y lugar?

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