PROLOGO
11 de septiembre de 2025, 14:42
El neón parpadeaba sobre la entrada del club nocturno, iluminando las calles con destellos de rosa y azul. El bajo de la música electrónica retumbaba en el pecho de Boxten mientras cruzaba las puertas, dejándose envolver por la energía vibrante del lugar. No era de los que solían frecuentar antros, pero esa noche necesitaba una escapatoria. Su jefe, Shrimpo, había hecho de su día una pesadilla, lanzándole reproches por cualquier pequeño error. Sentía que, si pasaba un minuto más pensando en la oficina, se volvería loco.
Se acercó a la barra y pidió un trago fuerte. El barman, sin hacer muchas preguntas, le sirvió un vaso con un líquido ámbar. Boxten lo bebió de un solo trago, sintiendo el ardor recorrer su garganta. Suspiró, mirando la pista de baile donde las luces multicolores reflejaban los cuerpos en movimiento.
Fue entonces cuando la vio.
Brillaba bajo la luz estroboscópica, literalmente. Su atuendo estaba cubierto de pequeños destellos que reflejaban la iluminación de la pista. Su cabello platinado caía en suaves ondas sobre sus hombros, y su sonrisa era cautivadora, una mezcla de travesura y dulzura. Bailaba con una naturalidad hipnótica, como si la música fluyera a través de su cuerpo sin esfuerzo alguno.
Boxten no pudo evitar mirar, pero en cuanto Glisten giró la cabeza en su dirección, sintió el impulso de apartar la vista. El contacto visual lo hizo encogerse sobre sí mismo, sintiendo un nudo de nervios en el estómago.
Cuando sus miradas se cruzaron, Glisten le sonrió y, con un gesto invitador, lo llamó con un movimiento de la mano. Boxten sintió que su corazón se aceleraba. No era bueno con desconocidos, mucho menos con alguien que parecía tan segura de sí misma. Dudó por un momento, tamborileando los dedos sobre la barra. Fue así, que Glisten se acercó.
—Pareces necesitar un poco de diversión —dijo, inclinándose hacia él para que su voz se escuchara por encima de la música.
Boxten tragó saliva, nervioso.
—Eh... No sé... Yo solo...—
—Vamos, solo es un baile —insistió Glisten con una sonrisa juguetona.<br />
—No muerdo... mucho.
Boxten sintió que su cara se calentaba. Miró a su alrededor, como si buscara una excusa para no moverse, pero Glisten seguía allí, esperándolo. Finalmente, con una torpe inhalación, Boxten dejó su vaso en la barra y se levantó con timidez.
—S-supongo que podría intentarlo... —murmuró, evitando mirarla directamente.
Mientras bailaban, Boxten se sentía torpe y fuera de lugar, pero Glisten parecía tener la paciencia suficiente para guiarlo. Poco a poco, entre risas y miradas fugaces, la tensión en sus hombros se disipó. Por un momento, se permitió olvidar todo lo demás.
Lo que no sabía era que, tras esa luz deslumbrante, aquella chica escondía un secreto. Uno que, tarde o temprano, debería enfrentar.
Pero esa noche, al menos por unas horas, ambos decidieron olvidarse de todo y solo perderse en la música.
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