ID de la obra: 678

✨ Fake Shine ✨ | Boxten x Glisten Dandy's World

Slash
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planificada Mini, escritos 15 páginas, 3.393 palabras, 2 capítulos
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CAPITULO 1

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El despertador sonó por tercera vez, vibrando con insistencia sobre la mesita de noche. Boxten, con los ojos entrecerrados y el sueño pegado a su piel, alargó la mano para apagarlo, soltando un suspiro cansado. Otro día más. Se sentó en el borde de la cama, pasándose una mano por el rostro antes de levantarse con esfuerzo. Su apartamento era pequeño y algo desordenado, pero acogedor. En la cocina, preparó un rápido desayuno: una taza de café que probablemente olvidaría sobre la mesa y una tostada medio quemada. Revisó su celular y vio un mensaje de Poppy. ((Poppy)) "¡Vamos, Boxten! Un día más y sobrevivimos juntos. Nos vemos en la oficina :)" Una leve sonrisa se dibujó en su rostro. Poppy siempre encontraba la manera de animarlo, aunque fuera con un simple mensaje. Respiró hondo y terminó de alistarse antes de salir al mundo real. . . La oficina de Shrimp Corp era un lugar gris, con luces blancas parpadeantes y la constante sensación de que el aire acondicionado estaba demasiado alto. Boxten entró, ajustándose la corbata con nerviosismo mientras se dirigía a su escritorio. —¡Boxten, amigo! ¿Qué tal la vida de oficinista abrumado? —exclamó Razzle con su característica energía desbordante, palmeándole la espalda. —No lo presiones tan temprano, Razzle —intervino Dazzle, su hermano gemelo, con una mirada nerviosa en su rostro. —Ya bastante tenemos con el jefe de los gritos. —Solo trato de animarlo —replicó Razzle con entusiasmo—. Hay que empezar el día con actitud, ¿no? Boxten forzó una pequeña sonrisa antes de dejarse caer en su asiento. Razzle era un torbellino de energía, y aunque a veces lo abrumaba, apreciaba su entusiasmo. Britney y Gigi estaban inmersas en una conversación sobre el último chisme de la oficina, mientras Finn intentaba hacer reír a Looey con una de sus bromas. —Looey, ¿qué hace un pez en una computadora? —preguntó con una gran sonrisa. —Eh… ¿navegar? —respondió Looey emocionado. —¡Exacto! —Looey estalló en carcajadas, mientras Finn lo acompañaba, feliz de que alguien disfrutara sus juegos de palabras sobre peces. Sin embargo, la paz no duró mucho. —¡Boxten! —La voz de Shrimpo resonó por toda la oficina, haciendo que todos se quedaran en silencio. Boxten sintió un escalofrío al escucharlo y se giró lentamente. Shrimpo avanzaba con pasos firmes y manos empuñadas, Finn se levantó rápidamente de su lugar y le siguió de cerca con una expresión que oscilaba entre divertida y nerviosa. —S-sí, jefe —respondió Boxten, poniéndose de pie rápidamente. —¿Tengo que recordarte que los reportes de la semana pasada debían estar listos ayer? —dijo Shrimpo con una mirada severa—. Parece que ni con un calendario en la mano puedes hacer tu trabajo bien. Boxten bajó la mirada, sintiendo la tensión clavarse en sus hombros. —Lo tendré listo en un momento, jefe —musitó, tratando de sonar seguro, aunque sus manos temblaban ligeramente. —Más te vale. No pago a incompetentes. —Shrimpo giró sobre sus talones y se marchó con Finn siguiéndolo de cerca. —Eh, jefe, ¿sabe cuál es el pez más divertido?<br /> —preguntó Finn con una sonrisa. Shrimpo le lanzó una mirada asesina, pero Finn continuó sin miedo—¡El pez payaso! Shrimpo resopló, tomándose el puente de la nariz con frustración. Finalmente, exhaló con cansancio. —Dame mi té, Finn, antes de que te despida. Finn sonrió y sacó un termo de su bolso, ofreciéndoselo con entusiasmo. Cuando el jefe desapareció, Poppy se acercó y puso una mano en el hombro de Boxten. —Respira, Boxten. No dejes que el Cara de camarón te derrumbe. — Es facil decirlo —murmuró Boxten, soltando un suspiro tembloroso. Poppy le sonrió con dulzura y sacó de su bolso una galleta envuelta en papel decorativo. —Toma. Azúcar instantánea para el ánimo ¡Te gustará! Boxten no pudo evitar reírse un poco y aceptó la galleta. Aún le quedaba todo el día por delante, pero al menos no estaba solo. — Mmmm deliciosa, son de Cosmo ¿Cierto? —Ya sabes que todas las mañanas voy a su cafetería. Boxten mostró una leve sonrisa. Cosmo horneaba las mejores galletas y postres en toda la ciudad, no había alguien que se le comparara. Bueno, a excepción de Sprout. Ambos mejores amigos y dueños de la cafetería. . . Las horas pasaron y la oficina de Shrimp Corp seguía tan monótona como siempre. El sonido de teclados resonaba entre los cubículos, mezclándose con el ocasional murmullo de conversaciones. Cuando llegó la hora del almuerzo, todos se reunieron en la cafetería de la empresa. Boxten se sentó junto a Poppy, mientras los demás iban acomodándose. Looey y Britney hablaban enérgicamente sobre el programa de televisión que habían visto la noche anterior, llamado El Show de Vee, Gigi revisaba su teléfono con expresión interesada y Dazzle comía en silencio, escuchando la conversación con una leve sonrisa. Finn, como siempre, no tardó en soltar uno de sus chistes. —¿Saben qué tipo de pez es el mejor para organizar fiestas? —preguntó con una gran sonrisa. Razzle se inclinó hacia él, intrigado. —¿Cuál? —¡El pez disco! —exclamó Finn, esperando la risa del grupo. Hubo un momento de silencio antes de que Looey se echara a reír a carcajadas, golpeando la mesa. —¡Dios, Finn! ¡Eres un caso perdido! —Poppy rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír por las ocurrencias de su amigo. —Un caso lleno de peces, diría yo —replicó Finn con una mirada divertida. Mientras la conversación fluía, Boxten se mantuvo en su lugar, sonriendo de vez en cuando, pero sintiéndose algo fuera de sintonía con sus amigos. No es que no los apreciara, todo lo contrario, pero a veces sentía que su energía no encajaba con la de ellos. Se preguntaba si Poppy se divertía más con Looey y Britney, si quizás él solo era una carga aburrida entre tanta efusividad. Tal vez sí. —¡Oigan! —exclamó Gigi de repente, captando la atención de todos, incluido Boxten—. ¿Han escuchado sobre el nuevo antro que acaban de abrir? Dicen que es increíble. —Sí, está arrasando —añadió Britney con emoción—. ¿Por qué no vamos? Nos vendría bien un poco de diversión ¿Qué dicen? —¡Eso suena increíble! —Looey chocó las palmas con Poppy—. Necesitamos una buena fiesta después de tanto estrés. —Oh, vamos, chicos ¿Fiesta? También un poco de alcohol no nos vendría mal en nuestras vidas de oficinistas —bromeó Britney acomodando sus anteojos. El entusiasmo general aumentó, pero Boxten y Dazzle intercambiaron miradas incómodas. —No sé si sea una buena idea… —murmuró Boxten, removiendo su comida con distracción. —¿Qué? ¡No digas eso! —Poppy lo miró con fingida indignación—. No seas tan aburrido, Boxten. Hay que ir, será divertido. —Dazzle, dime que tú sí vienes —insistió Razzle, mirando a su hermano. Dazzle suspiró, sonriendo con calma—. No soy fan de esos lugares, pero supongo que si todos van… Boxten sintió cómo la conversación seguía sin él. Poppy se veía emocionada, lo que le hizo preguntarse si alguna vez había sido suficiente diversión para ella. A lo mejor, si fuera más como Looey o Razzle, encajaría mejor. Inclusive Finn. Se forzó a sonreír mientras los demás continuaban hablando, sintiéndose un poco más invisible en medio del bullicio. Finalmente, la charla quedó en el aire, sin una respuesta definitiva. Y terminando el almuerzo, todos se dirigieron de nuevo a sus lugares de trabajo. El día continuó con su usual monotonía. Para cuando finalmente terminó su jornada, Boxten sintió un agotamiento aplastante. Todos comenzaban a recoger sus cosas para marcharse, sin embargo; para su mala suerte, la voz de Shrimpo resonó con firmeza en la oficina. —¡Boxten! Ven aquí. Ahora. Los murmullos cesaron y el ambiente se volvió tenso. Boxten tragó saliva al escuchar su nombre y se acercó a su jefe, quien lo miró con desdén. —Necesito que te quedes más tiempo para terminar unos pendientes. No quiero excusas. Boxten sintió un peso caer sobre sus hombros. Siempre él. Siempre tenía que ser él. ¿Por qué? Miró de reojo a sus compañeros, esperando que alguien dijera algo..., pero el silencio se extendió como una sombra. Nadie quería meterse en problemas. Nadie dijo nada. Poppy frunció el ceño y cruzó los brazos. —Eso no es justo. Boxten ha trabajado todo el día como todos nosotros ¿Por qué solo él? —¿Disculpa? —Shrimpo la miró con severidad.<br /> —¿Acaso quieres un despido, Poppy? Boxten sintió una punzada de culpa. No quería que ella se metiera en problemas por él. Miró al suelo y, tras un instante de duda, asintió con pesadez y derrota. —Está bien, jefe. Me quedaré. Shrimpo sonrió con arrogancia y se dio la vuelta. —Más te vale. Y si no tienes todo listo mañana a primera hora, estás despedido. Dicho eso, salió de la oficina. Leves murmullos se escucharon luego de que se fue. Poppy apretó los puños y miró a Boxten con culpa y reclamo. —Esto es una locura… No deberías quedarte. Es viernes, mañana fácilmente pudo haberte dejado eso. No ahora. — Poppy, no quiero que te metas en problemas por mí... —respondió Boxten con una sonrisa cansada, aunque por dentro sentía una mezcla de frustración y agotamiento. — Eres mi amigo. Yo me metería en problemas sólo por ti. Boxten sonrió levemente y agradeció el cariñoso gesto de su amiga. Agradecía tener a alguien como ella a su lado. — Si quieres, me quedo y te ayudo. — No, no puedo pedirte que te quedes. Lo haré yo. Además, estoy seguro que no tardaré. No te preocupes, estaré bien. Poppy suspiró con resignación y le dio un apretón en el hombro. — Muy bien. Hasta mañana Boxten. Cualquier cosa me mandas un mensaje. Le dijo antes de salir con los demás. Mientras Boxten veía a sus amigos marcharse, no pudo evitar sentirse completamente solo. El peso de la amenaza de su jefe lo aplastaba, y la idea de enfrentarse a otro día igual de monótono y agotador lo asfixiaba. La noche se avecinaba larga y agotadora para él, y por primera vez en mucho tiempo, sintió un deseo desesperado de escapar. . . Después de tres horas de trabajo extenuante, Boxten finalmente terminó lo que Shrimpo le había pedido. Se reclinó en su silla, frotándose los ojos con agotamiento. Su cabeza pesaba y su cuerpo protestaba por el esfuerzo. No solo había sido una tarea difícil, sino que la había hecho solo, sin ninguna ayuda. Se puso de pie con pesadez, recogió sus cosas y salió de la oficina. El aire nocturno le golpeó el rostro, pero en lugar de sentirse aliviado, una sensación opresiva lo envolvió. Caminó por la acera con las manos en los bolsillos, sin prisa, pero tampoco con ganas de llegar a casa. Pensamientos oscuros comenzaron a surgir en su mente. Su trabajo era una basura, su jefe lo trataba como si no valiera nada, y, aunque tenía amigos, a veces sentía que no encajaba realmente con ellos. ¿Cuánto tiempo más podría soportar esa rutina monótona y asfixiante? De repente, recordó lo que Gigi había mencionado en la tarde: el nuevo antro que había abierto en la ciudad. Un lugar lleno de música, luces y gente divirtiéndose. Un sitio donde, tal vez, podría olvidar por unas horas lo miserable que se sentía. Miró en la dirección opuesta a su apartamento. La idea de ir directamente a casa le resultaba insoportable. Sin pensarlo demasiado, giró en la dirección del club. Tal vez, solo tal vez, una distracción no le vendría mal. El sonido de la música y las luces brillantes comenzaron a aparecer a medida que se acercaba. Su corazón latía un poco más rápido, no por emoción, sino por la incertidumbre de lo que encontraría allí. Pero ya había tomado la decisión. No había vuelta atrás. No quería ir a casa y simplemente tumbarse en la cama con la sensación de fracaso pesando sobre sus hombros. Necesitaba algo distinto, algo que lo sacara de su rutina. Un letrero de neón brillaba en la distancia, anunciando el club nocturno más popular del área. La música vibraba en el aire, y la fila de personas en la entrada indicaba que era una noche animada. Boxten tragó saliva. No era el tipo de persona que iba a estos lugares, pero en ese momento, la idea de perderse en la multitud le resultaba extrañamente atractiva. Respiró hondo y cruzó la entrada. La música lo envolvió de inmediato, junto con el destello de luces de colores y la energía palpitante del lugar. Se ajustó la chaqueta con nerviosismo, sintiendo que cada persona que pasaba a su lado lo notaba, aunque en realidad, nadie le prestaba atención. Nunca había sido alguien que disfrutara de lugares tan bulliciosos, y la sensación de no encajar lo golpeó con fuerza. Tomó aire y se dirigió a la barra, pidiendo un trago más por inercia que por gusto. Al beber, el líquido ámbar quemó su garganta como nunca antes. Se abrazó a su vaso y dejó que sus ojos vagaran por el lugar, observando a la multitud entregada al ritmo de la música. Entre toda la gente en movimiento, alguien destacaba como si el mundo a su alrededor se difuminara. Su atuendo brillaba bajo las luces estroboscópicas, reflejando destellos de colores vibrantes con cada uno de sus movimientos. Su cabello platinado se movía con gracia mientras giraba al compás de la música, su cuerpo sincronizado con la melodía como si estuviera hecho para ella. Boxten sintió su garganta secarse. Había algo hipnótico en la forma en que se movía, en la confianza que irradiaba con cada paso. No podía apartar la mirada, y por un momento, se olvidó de su incomodidad, de su cansancio, de su propia existencia dentro de ese lugar desconocido. Cuando sus miradas se cruzaron, Glisten le sonrió y, con un gesto invitador, lo llamó con un movimiento de la mano. Boxten sintió su corazón latir con fuerza. El contacto visual lo hizo encogerse sobre sí mismo, sintiendo un nudo de nervios en el estómago. No era bueno con desconocidos, mucho menos con alguien que parecía tan segura de sí misma. Dudó por un momento, tamborileando los dedos sobre la barra. Fue así, que Glisten se acercó. —Pareces necesitar un poco de diversión —dijo, inclinándose hacia él para que su voz se escuchara por encima de la música. Una voz melodiosa y juguetona. Boxten tragó saliva, nervioso. —Eh... No sé... Yo solo...— — Oh, vamos, solo es un baile.<br /> —insistió Glisten con una sonrisa traviesa.<br /> —No muerdo... mucho. Boxten sintió que su cara se calentaba. Miró a su alrededor, como si buscara una excusa para no moverse, pero Glisten seguía allí, esperándolo. Finalmente, con una torpe inhalación, Boxten dejó su vaso en la barra y se levantó con timidez. —S-supongo que podría intentarlo... —murmuró, evitando mirarla directamente. — Pe-pero no sé bailar... Glisten soltó una risa suave y encantadora, inclinando ligeramente la cabeza. Sus labios pintados de un rosado brillante se curvaron en una sonrisa juguetona mientras sus ojos, enmarcados por sutiles sombras oscuras, lo observaban con curiosidad. —No necesitas saber bailar, solo sentir la música —respondió con dulzura, extendiendo una mano hacia él. Boxten tragó saliva y, con un temblor casi imperceptible, aceptó su mano. Al instante, Glisten lo jaló suavemente hacia la pista de baile. Su cercanía lo hizo notar lo bien que le quedaban sus ropas; un top corto y moderno que dejaba entrever su esbelta figura, unos shorts azules adornados con un cinturón llamativo y unas botas largas que estilaban sus piernas. Las pulseras en sus muñecas tintineaban con cada movimiento. Glisten puso sus manos sobre los hombros de Boxten y comenzó a guiarlo con paciencia. Al principio, sus pasos eran torpes, inseguros, pero Glisten le sonrió con complicidad y se acercó un poco más. —Solo sigue mi ritmo —murmuró cerca de su oído. Boxten sintió un escalofrío recorrer su espalda. Su corazón latía con fuerza, no solo por los nervios, sino por la extraña fascinación que Glisten ejercía sobre él. A medida que se dejaba llevar por la música y el contacto cálido de Glisten, su incomodidad comenzó a desvanecerse, dando paso a una sensación nueva y desconocida. Por primera vez en mucho tiempo, Boxten sintió que tal vez, solo tal vez, podía permitirse disfrutar el momento sin preocuparse por el mañana. La noche transcurrió entre risas y música. Boxten y Glisten bailaron durante horas, perdiéndose en el ritmo vibrante que los envolvía. A pesar de su torpeza inicial, poco a poco Boxten comenzó a soltarse, moviéndose con más confianza, guiado por la energía contagiosa de Glisten. No recordaba la última vez que se había sentido así: libre, ligero, como si el peso de sus preocupaciones hubiera desaparecido momentáneamente. En un momento de la noche, cuando la música bajó de intensidad, Boxten se atrevió a preguntar: —Oye… —dijo, recuperando el aliento—No me has dicho tu nombre. Glisten, aún sonriendo con dulzura y un brillo pícaro en los ojos, inclinó la cabeza levemente. La luz del antro reflejaba en su blanca piel, dándole un aire etéreo. —Glisten —respondió con suavidad, como si su nombre fuera parte de la música que los rodeaba. Boxten asintió, grabando el nombre en su mente. Le quedaba perfecto. Antes de que pudiera decir algo más, Glisten se acercó un poco más a él, y con una delicadeza inesperada, dejó un suave beso en su mejilla. El contacto fue breve, pero suficiente para hacer que el corazón de Boxten latiera con fuerza. Boxten se quedó inmóvil, sintiendo el calor subir a su rostro mientras Glisten se alejaba levemente con una sonrisa traviesa. —Gracias por esta noche, lindo—susurró Glisten. Boxten, aún procesando lo que acababa de pasar, solo pudo sonreír tímidamente, sintiendo que, por primera vez en mucho tiempo, algo en su vida había cambiado. . . Fin capitulo 1 ✨💖
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