“Reencuentro”
11 de septiembre de 2025, 21:17
—Nos vamos equipo. Es momento del juego. ¡Kenma! ¡Deja de arrastrar los pies y muévete!
Entrando al polideportivo Kenma escuchó una voz alentándolo que lo descolocó un momento. Era una voz que no debía estar aquí así que la buscó y la encontró. No la había visto desde hace más de seis años, cuando estaba en la secundaria. Sienna se encontraba saltando y gritando desde las gradas y cuando conectaron ella lo saludó con entusiasmo. Kenma arrugó el rostro por la molestia que implicaba que ella estuviera aquí y volteó hacia atrás para ver a Kuroo entrando sonriendo hablando con sus compañeros.
Sería mejor para él que no se vieran porque... se llevaban horrible. No sabía si se caían mal o qué es lo que sucedía, lo que si estaba seguro es que Kuroo hacía enojar a Sienna tan fácil como respirar. Su sonrisa ladina no ayudaba cuando la corregía o era sarcástico.
—¡Kenma! ¡Ánimo! — grito con más fuerza sobresaltándolo. Volteó a ver a Kuroo que se detuvo de hablar y giró a la voz con sorpresa. Sonrió burlón y fue junto a él, pasando su brazo por sus hombros y saludándola desde allí. El rostro de Sienna cae en picada y pone los ojos en blanco.
—Déjala de molestar Kuroo.
—No he hecho nada. Sólo saludo a una vieja amiga.
A Kuroo le molestaba que Sienna fuera tan orgullosa. No la odiaba pero creía que su papel era bajarla de la nube en la que se sentía tan cómoda. Quizás una que otras cosas lo sacaban de quicio pero no era para tanto.
Sienna le sacó el dedo del medio. Olvídenlo, la odiaba. Era una vulgar.
Sienna guardó su dedo manteniendo el contacto visual, no iba a perder contra un cínico como él. Cuando eran chicos siempre iba contra ella; equipo contrario, ideas contrarias... arruinaba todo lo que ella proponía o hacía. Comentarios innecesarios que corregía.
Ponía en duda lo que sabía y si no era eso la corregía por sus palabras, maldición como eso la frustraba. Ella era consciente que era una chica muy acelerada e inquieta, que no sabía expresarse muy bien pero que la corrigieran o trataran como un bicho raro la ponía de nervios.
Kuroo le sonrió dejándola más molesta. Él sabía que ella odiaba esa sonrisa condescendiente.
—Vamos equipo. Este partido lo ganamos.
El partido era cocinado a fuego lento por Nekoma como siempre sucedía. Sienna admiró cuánto habían mejorado Kenma y Kuroo de cuando jugaban antes en el vecindario. Siempre pensó que Kuroo lo presionaba mucho ya que él no era de realizar mucho esfuerzo físico pero ahora podía ver que le gustaba, lo entretenía y era diferente a su temple normal.
Luego de ganar dos sets y festejar la victoria, los chicos fueron a los vestidores a darse una ducha y cambiarse. Siendo el último partido de la tarde, la gente empezaba a dirigirse a la salida dejando el gimnasio medio vacío. Sienna decidió esperar afuera pendiente para emboscar a esos dos muchachos en cuanto los vea.
Tomando su mochila y poniéndosela al hombro, Kuroo espero a que Kenma estuviera listo.
—¿Qué hace Sienna aquí? Aún no es fin de año para que venga a visitar.
—No lo sé. —le responde él atándose los cordones.— Quizás está de vacaciones.
—¿A mitad de año? No lo creo.
Terminando de atarse se enderezó a verlo.
—¿Huh? ¿Qué pasa?
—Trata de no pelear con ella por favor.
—¡¿AH?! ¡Pero si es ella la que busca pelear! ¡Yo no le hago nada!
Kenma suspiró al verlo molestarse consigo mismo. Siempre estaba evitando que se mataran entre ellos. Esta vez los dejaría ser.
—¡Oye Kenma! ¡No me dejes!
Sienna no encontró entre los muchachos del equipo a sus dos amigos hasta el final. Podía ver como Kuroo hablaba con entusiasmo a su primo que sólo lo ignoraba cansado, parecía estar quejándose de algo. Los ojos que le parecían gatunos cayeron sobre ella poco después y lo vió acercarse, el pelinegro se puso serio y no se movió hasta que Kenma estuviera casi llegando a ella.
—¡Hola Kenma! ¡Te extrañé! — Sienna se lanzó sobre él y lo abrazó. Kenma estaba acostumbrado a las muestras efusivas de afecto de su prima. —¿Cómo has estado?
—Como siempre. No ha cambiado mucho.
Kuroo se detuvo frente a los dos y los observó. Sienna lo miró atenta.
No se saludaban.
Sienna había cambiado mucho desde la última vez que se vieron; tenía el pelo largo, vestía mucho más femenina y su cuerpo se había estirado y desarrollado. Por supuesto que sí, ya tenía dieciocho, no doce. Se había convertido en una persona completamente diferente a la que recordaba, aunque recordando su actitud antes del partido eso no había mejorado.
¿Qué demonios se había comido Kuroo? ¿Tres vacas? Estaba condenadamente alto y, no quería admitirlo pero también apuesto. ¿Era esto a lo que llamaban el milagro del cambio de la adolescencia? Mucho milagro no ocurrió pues por cómo la miraba sabía que iba a decir algo desagradable.
Sonrió de lado. Aquí viene.
—Enana.
—Cállate. Está comprobado que las mujeres no tendemos a ser más altas que los hombres.
—Hay chicas altas en nuestro colegio pero una persona tan enana como tú es sorprendente de ver.
—No soy tan pequeña.
—Lo que tú digas. Si te hace sentir mejor.
—¿Acaso no tienes educación? No has ni saludado y me has faltado el respeto.
—¿Disculpa? ¿Quién ha sido la que me vio y sacó el dedo del medio? Quizás hacia el campo sea un tipo de saludo.
—Vete a la mierda.
—Lenguaje. — suspiró. — Vaya, vaya. Por un momento creí que habías cambiado. Sigues igual de bruta.
Desconexión. Kenma miró a los lados por si quedaban más personas pero todos se habían ido. Se dispuso a caminar hacia su casa y, como esperaba, el par lo seguía inconscientemente.
Eso lo puso nostálgico. Había conocido a Sienna a los siete años, vivía bastante lejos por lo que solía venir a visitar por diciembre junto con la familia. No recordaba a qué edad exactamente comenzaron a jugar entre los tres, lo que sí recordaba era que desde el inicio no se caían bien. La última vez que la había visto era cuando ella tenía doce, después de eso no había vuelto a visitar.
—¿Por qué estás aquí? — interrumpió la discusión.
—Voy a mudarme a tu casa para la universidad.
Ambos muchachos se sorprendieron ante la declaración.
—¡¿Qué?! ¡¿En la casa de Kenma?! — ni se atrevió a disimular su disgusto.
Sienna se cruzó de brazos.
—Espera.— continuó.— No me digas que pretendes ir a la universidad que está a treinta minutos de aquí...
—Exactamente.
—No puede ser. Seré un niñero.
—¿Qué? ¿Tú también irás allí?
Su rostro le respondió.
—Ah, qué alegría. — giró sus ojos.
—No llevarán las mismas carreras así que estarán bien.
Se miraron con recelo.
—¿Sigues queriendo estudiar lo mismo? — pregunta Kuroo.
—Sí, ¿y tú?
—También.
Se sonrieron entre ellos al verse salvados de compartir.
—Me gustaría comprar algo para comer. — comenta Kenma.
—¿Vamos por una pizza? — Sienna salta de la emoción. —He visto aquí cerca que le ponen bacon y carne picada, se ve delicioso. ¿Ustedes no son de hacer dietas estrictas verdad? ¿Podemos comer eso?
Kuroo le sonríe divertido. —Hoy sólo puedo avena.
Sienna lo miró horrorizada.
—Te está bromeando. —la salvó Kenma.
Sienna le golpeó el brazo avergonzada sin mucha fuerza haciendo reír a Kuroo. La observó arreglarse el cabello nerviosa. Decidió mirar a otro lado al percatarse que ella se había vuelto más bonita dejándolo incómodo. Para Kenma pareció transcurrir en cámara lenta esa realización en el rostro de Kuroo, aun así no se lo pudo creer. Debía estar viendo cosas.
Hubo discusión por el sabor de la pizza ya que Sienna ya había expresado lo que quería y Kuroo quería otro. Kenma solucionó pidiendo de la mitad del uno y del otro.
—¿Y cuánto tiempo te quedas ahora?
—Una semana. Sólo vine para conversar con los tíos y escapar un momento del colegio. —tomó por decimaquinta vez el celular y lo soltó. A Kuroo le molestaba que no se despegaba del dispositivo.
—Ya veo. Supongo que te quedarás en la habitación libre de casa. — sorbió la coca cola frente a él.
—¡Vamos a ponernos al corriente de todo pronto! — dijo emocionada. Extrañaba mucho estar con Kenma, siempre era muy divertido acompañarlo y verlo. Era muy expresivo y sincero frente a las cosas lo cual lo hacía entretenido.
Kuroo se llevó un pedazo de pizza en la boca. Expectante a lo que diría.
—¿Podemos visitar el centro? Quiero ir de compras. También me gustaría volver al parque y ver el acuario. ¿Tienen partido esta semana? Ay no, están con clases ¿no es así? ¿Qué hora acaban? Igual podríamos ir sábado. ¿Siempre juegan en ese lugar?
Tragó y se tomó su tiempo en responderle. Sonrió —Veremos como lo hacemos.
—¿También quieres ir?
—¿Acaso estaba excluido?
—Pensé que te parecería molesto.
Kenma lo observó atento.
—No hay problema si es sólo una semana.
Eso la descolocó un momento. —De acuerdo. Entonces veremos.
Sienna revolvió la pajita de su vaso. ¿Qué le pasaba? Solía pasar de estas cosas con ella porque decía que lo hacía perder el tiempo. ¿La habría extrañado? Tonterías, eso era imposible. Quizás solo trata de llevarse bien con ella ya que estarían viéndose más seguido.
—Al parecer te has vuelto más maduro.
—Siempre fui maduro. ¿Quién más cuidaría de una pueblerina como tú por esta ciudad? —la vio molestarse provocándole una sonrisa. —Kenma tiene que estudiar, no tiene mucho tiempo. A eso me refería en ver cómo lo hacemos.
—Preferiría ir con mis tíos que contigo.
—Veamos si sus padres se suben a las atracciones contigo ¿o lo harás sola? Oh, eso me recuerda cuando te subiste sola a la rueda. Te bajaste con la cara empapada en llanto diciendo que nunca lo volverías a hacer.
—Era muy chiquita y era muy alto. ¡Era obvio que iba a sentirme asustada! ¡Tú te negaste a subir conmigo!
—Porque me daba miedo. Hay que saber cuando hacer o no hacer las cosas.
Ahí estaba de nuevo. Dándole lecciones cuando no se los pedía. Como su tuviera que educarla.
—Olvídalo. Veré como yo hago las cosas.
—Si es lo que quieres. Sólo no hagas nada imprudente.
—Ya deja de tratarme así.
—¿Así cómo?
—Como si tuvieras que prevenir que me mate. De que haga alguna tontería porque no me detengo a pensar.
Kuroo sonrió de lado y eso la crispó más.
—Ya no soy la misma que antes Kuroo, no tengo doce.
—Ah, perdona, no me di cuenta. Es que no has crecido mucho.
¿De verdad que no dejaba de ser un patán? Su celular vibró y prestó su atención a eso, ignorándolo.
Kenma estaba interesado en su insistente atención a su celular. ¿Qué podría hacer que estuviera tan atenta a él? La vio suspirar con un deje de tristeza y lo asumió.
—Sienna ¿tienes novio?
¿Qué? ¿Ella? Kuroo la miró esperando que lo negara.
—Sí, lo tengo. — dice ella no esperando ese giro en la conversación.
Kuroo estalló en carcajadas exageradamente impactando a los otros dos de la mesa.
—¿De qué te ríes Kuroo?
—No puedo creerlo. ¿Sienna tiene novio? Esa no me la esperaba.
¿Su amiga de la infancia que competía con él en los videojuegos? ¿Quien jugaba con los otros niños al volley y los empujaba sin piedad? ¿A la que debía separar de las peleas porque había apaleado a un muchacho dos veces su tamaño? ¿Esa tomboy?
—¿Qué? ¿No puedo o qué?
—Sí puedes. Sólo que el contraste es muy grande por esta parte considerando tus inicios y la ultima vez que te vi.
Kenma se detuvo a pensar. —Tienes razón. Tu colección de bichos y tus ganas de jugar pulseadas para probar tu fuerza...
—Ya, ya. Sí, era una niña muy activa.
—No sé si sea la manera de describirlo.
Puso los ojos en blanco mientras bloqueaba el celular y lo guardaba. —Como sea, no importa mucho. Pronto terminaré con él.
—¿Eh? ¿Por qué?
—Está de viaje de curso con sus compañeros y... ¿qué te importa?
—"Muu" dice la vaca. — Hace un gesto levantando el dedo indice y el meñique. Sienna se pone colorada.
—Por eso terminaré con él. Está actuando raro. Es todo lo que diré. ¿Ya terminaron de comer? Vámonos.
—Iré a pagar. Denme un momento. — dice Kenma después de un buen tiempo escuchándolos. — Vuelvo enseguida.
Lo ven irse y se extiende un silencio casi insoportable. Kuroo lo disimula tomando de su bebida y Sienna observa de vuelta su telefono. Como no ve cambios en su celular lo deja en la mesa con molestia.
—¿Cuánto tiempo llevan?
—Un año y cuatro meses.
—Ah.
¿Cómo se comportaría Sienna en pareja? ¿Es una persona cariñosa o no le gusta mucho el afecto? ¿Qué hace con ese chico? ¿Qué tendrá de especial el muchacho? Vio a Sienna hacer girar su celular y se concentró en su rostro ligeramente maquillado, el cabello ondulado... sí, estaba más bonita aunque quisiera negarlo. Apretó los labios evitando que una sonrisa se le escape que nació por los inesperados giros que están tomando sus pensamientos.
—¿Lo quieres?
Sienna lo miró fijamente. ¿Por qué hacía esa pregunta incómoda? No parecía estar hablando en serio. Seguramente estaba queriendo hacer conversación.
—Pues... sí, supongo. Pero me valoro más a mi misma así que no permitiré que me trate como le plazca.
Ahí estaba la chica orgullosa que conocía. Sonrió.
—Eso está bien.
—Ya pagué. —Apareció Kenma al lado de su mesa. No parecía que hubieran discutido. —Vámonos.
—¡Esperen! — Kuroo se detuvo de levantarse de su silla al oírla. — Voy un momento al baño.
Se dejó caer mientras la vio correr al sanitario. Kenma se mantuvo de pie.
—¿Estás bien?
—¿Yo por qué?
—Sólo pregunto. Estás un poco extraño.
Se encogió de hombros. —No la veo hace mucho tiempo y de repente volvió luego de seis años. Estoy tratando de asimilar lo mucho que cambió.
Kenma lo consideró plausible. —Por mi parte yo no la veo tan cambiada.
Escuchan el repiqueteo del celular de Sienna sobre la mesa. Estaba recibiendo una llamada. El nombre de quién aparecía tenía un corazón al lado haciendo que Kuroo levantara una ceja.
Se lo señaló a Kenma —Le puso un corazón.
Bueno, sí, su prima había cambiado bastante. Antes decía que todo eso lo detestaba.
—¿Lo dejamos sonar? — pregunta Kuroo. La pantalla se oscureció. — Ah, se detuvo.
Volvió a encenderse con la solicitud de una videollamada.
—¿Es intenso no te parece?
—Sólo déjalo así.
—¡Volví! —tarareó. —¡Vaamonos!
—Te gustan los intensos, eh. —Kuroo pasó por su lado dirigiéndose a la salida.
—¿Qué? — dijo recogiendo sus cosas persiguiéndolo. — ¿De qué hablas?
Kenma suspiró al verlos. Cómo les gustaba molestarse.