ID de la obra: 754

“Alas de la Calamidad” — Bakugo Katsuki

Het
NC-17
En progreso
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Emparejamientos y personajes:
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planificada Mini, escritos 80 páginas, 21.146 palabras, 19 capítulos
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Descripción:
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“Fe”

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—... Y también seremos auxiliares de clases como castigo. —Bueno, creo que eso no es mal castigo. Bakugo la miró como si estuviera loca—No tienes idea de lo que estás hablando. Estaban en el patio de la academia observando a la multitud haciendo sus asuntos. Esto sucedía ya más a menudo; el hecho de que Bakugo quedara con ella en esta parte del colegio para conversar siempre la asombraba. Lo observó desparramado en su lugar, con un brazo extendido por el banco y sus piernas media cruzadas. Se lo veía completamente indiferente ante lo que ocurría frente a él. Habían llegado hace cuatro días y ya tenían listo un espacio especial para ella. El director y los profesores tuvieron una reunión extraordinaria para tratar su situación, la de sus impertinentes amigos y el suceso ocurrido en aquella fortaleza por lo que decidieron mantenerla cerca en la academia, a los chicos castigados y analizar otro posible traslado. Katrina esperaba que no lo hicieran, quería quedarse aquí. —¿Crees que lo hacen para controlarte? —Eso es obvio. Perfectamente creo que me pusieron a Present Mic como tutor para cabrearme. Se rió de él y él chistó molesto. —¿Que estás haciendo tú? —Lo de siempre. Hawks me está ayudando a controlar mejor mis alas en lo que puede —dijo encogiendose de hombros—. Nada fuera de lo normal. Bakugo observó su espalda y lo triste que se veía sus alas desplumadas en contraste con lo bien que ella se veía. Hubiera estado bien que pudiera mantener sus alas completas y vivir normal y tranquila. —¿Te están volviendo a crecer? —¿Cómo? Ah, sí. Bastante rápido la verdad. Sigo viendo como puedo lidiar con ello —respondió con un risa nerviosa. —¿Por qué lo odias tanto? —¿Estás de joda? —No, a lo que me refiero es que deberías aceptar ya que es parte de ti. —Ya lo he aceptado. —Eso dices pero no es así. —Sí es así. —Siempre estás incómoda con el tema. —Y eso es obvio, después de tantas cosas que han pasado — ella se estaba exasperando—. No tienes ni idea. ¿Sabes qué? Mejor cambiemos de tema, no quiero perder los estribos y terminar haciendo que me crezcan más rápido. —Bueno —susurró condescendiente Bakugo y eso la molestó. Por un momento Katrina creyó que estaban en la misma página y ahora confirmaba que para él ella no era más que una caprichosa testaruda evitando usar su don. ¿Qué no entendió que es capaz de arrasar toda el área de a la redonda con un movimiento de sus alas? Bakugo miró otro lado buscando algo con qué distraerse ya que se notaba que ella estaba molesta por lo que había dicho. A su perspectiva ella parecía avergonzada o incómoda por lo que poseía y no quería hablar sobre ello, siempre queriendo encajar cuando no hacía falta forzarlo. Todos aquí la admiraban y hasta envidiaban por su capacidad y allí iba ella sintiéndose inferior. Debería tener un poco de orgullo de sí misma. Ambos no dijeron nada por unos momentos, pensando qué exactamente decir. Bakugo se rindió en hacerse entender diciéndose que no importaba y Katrina sopesó dolida las situaciones anteriores que habían vivido juntos. —¡Bakugo-kun! ¿Nos lanzas la pelota? Despertó de su trance y se fijó en la pelota cerca de él. Caminó hacia ahí, lo tomó y lanzó con precisión a un chico del colegio. —¿Quieres jugar a algo? —finalmente se dirigió a ella. Katrina seguía molesta pero asintió. —Entonces vamos hacia los dormitorios. . . . —Ten —le lanzó un control de videojuegos y lo tomó en el aire —jugaremos esto. —Jamás he tocado algo como esto. Estaban en el área común del edificio y no parecía que hubiera mucha gente en estos momentos. Katrina observó el mando intrigada y luego le lanzó una mirada inquisitiva. —Ya te enseñaré, dame un momento prepararé todo. Se sentó en el sofá sintiéndose incómoda. El lugar era muy bonito y nunca había conocido algo así. Era bastante acogedor considerando que sólo había jóvenes dentro del establecimiento. Se notaba el aprecio que la institución tenía por sus alumnos. —¿Donde están todos? —Han terminado las clases por lo que o en sus habitaciones o afuera —observa unas cajas de CD y se decide por uno—. Jugaremos este. Katrina observa la pantalla y ni siquiera puede asombrarse por lo que aparece. Típico. —Es un juego de pelea ¿verdad? —Al menos aquí decidiremos las cosas. —No se vale, no manejo bien esta cosa. Bakugo sonríe de lado —Entonces sí estás interesada en pelear. —Sólo quiero que sea justo —se excusó y él la ignoró. Se sentó a su lado y Katrina se cohibió un momento. Estar con Bakugo a solas la ponía muy nerviosa. Su sola presencia era muy intensa para ella. —Te voy a hacer mierda. Y eso hizo que cualquier temor se desvanezca —Inténtalo. No fue nada raro que él ganara la mayoría de las rondas. Se insultaban cada que podían y Katrina no ocultaba lo frustrada que le dejaba el maldito aparato en sus manos lo cuál sólo divertía más a Bakugo. En un momento, Katrina le quitó su mando y lo alejó de él para encestarle unos golpes. —¡Oye! —se inclinó sobre ella para quitárselo —No seas tramposa. —No es trampa, es llegar a una igualdad de condiciones momentáneamente —dijo concentrada en ganar ventaja. Le quitó su mando dejándola confundida y comenzó a repuntarla con su personaje. Ella se vio obligada a tratar de mantenerse al corriente con el personaje de él. —¡Gané! No importa lo que hagas, siempre saldré victorioso. Le puso los ojos en blanco —Sí, bueno, tienes práctica — extendió su mando para que lo tome. Bakugo lo aceptó y advirtió que poseía más plumas —Te salieron más. Volteó a verse y vio que eran pequeñas, habían rellenado los espacios y el hueso visible. —Debió ser por la emoción. —Creo que te quedan mejor así. Lo miró curiosa. Bakugo se comportaba completamente diferente de cuando lo conoció. Era un poco más paciente con ella, más atento e intentaba hacerla sentir mejor. Le estaba siendo complicado comprender qué estaba pasando con él y por qué actuaba así, no quería hacerse ilusiones. Quizás le caía bien o quizás todos los acontecimientos hicieron que desarrollaran esta amistad extraña. Se conocían desde hace pocos meses y mucho no habían conversado sobre el otro. —Ah, eh, gracias Bakugo. —miró a otra parte avergonzada— Quizás considere mantenerlo así. Bakugo asintió. Era lo mejor, le daba un mejor aspecto ya que anteriormente parecía sufrida y solitaria. No le gustaba verla tan deshecha. Tomó el mando de ella y se lo llevó a la mesa. Quizás si cuidara más su imagen le ayude un poco más en su autoestima. No estaba muy seguro si era correcto hacerle preguntas y sentía que sería muy invasivo, por lo que siempre evitaba preguntar directamente. Hasta ahora había sido ella quién le había compartido lo que le sucedía cuando se sentía lista y, bueno, hasta ahora presionarla no le había servido de nada. —¿Sueles venir a jugar aquí? —Katrina buscó conversar con él. —A veces juego con Kaminari. Aprendo rápido. Katrina le sonrió. No lo dudaba. —¿Qué? —Nada, que tienes razón. Aprendes muy rápido las cosas. No sabía qué responder a eso. La miró unos segundos y luego se sentó a su lado. —¿Qué quieres hacer ahora? —preguntó él cruzando sus piernas. —¿Puedo hacerte una pregunta Bakugo? La miró atento —Sí. ¿Qué? —¿Ya no me odias? Así que eso creía ella, que la odiaba. —No es que te odie específicamente. Las cosas me molestan o irritan fácilmente —suspiró—. No tengo mucha paciencia y digamos que estamparme por la pared no me haría pensar bien de ti tampoco. —Eres un rencoroso. —Nunca olvido un encuentro. —¡No fue un encuentro! Fue... —no sabía ni lo que fue — ¡Agh! Olvídalo Bakugo. Sabes que no puedo pelear por mi estúpida condición. —¿Cuál es tu estúpida condición? ¿Tener alas enormes, telepatía y telequinesia? Tonterías. No es una condición, esa eres tú. —Bueno pues— Espera... ¿Estaba tratando de animarla? —¿Qué? ¿Lo eres o no? —Sí lo soy. —¿Me ves a mí quejándome por sudar y explotar? Claro que no. Esto soy yo, es parte de mí y es increíble — dijo y cruzó sus brazos detrás de su cabeza. —Sí pero... —¿Pero qué? Katrina desvió la mirada a sus manos —A ti no te indujeron a serlo — susurró. Bakugo la miró por el rabillo del ojo sin inmutarse. —Mis padres hicieron experimentos conmigo mediante sangres y transplantes — Katrina cerró los ojos recordando esas noches en las que permanecía inmóvil en su cama del dolor, los brazos pinchados y cortes por el cuerpo — Había un hombre que los orientaba para que funcionara y mis padres siguieron sus instrucciones al pie de la letra. Mi madre se sometió estando embarazada. Casi... Casi mueren creándome. Dieron todo de ellos para que fuera el arma más poderosa capaz de destruir con tan sólo un aleteo —Se rió para sí —Por supuesto no les di la satisfacción de que supieran que había funcionado y estuve quitándome esta maldita carga que llevo atrás mío desde niña. Con una maldita tijera, en silencio. —Levantó la vista a Bakugo, que escuchaba atentamente — Ni siquiera podían percatarse Bakugo. No se daban cuenta de las heridas porque cada día me hacían otras nuevas. No era sólo un experimento, era su saco de boxeo antiestrés. Llegaban frustrados de que los héroes arruinaran uno de sus planes, o una base fuera encontrada o si solamente estuvieran aburridos y... ahí estaban ingresando a la sala de pruebas buscándome. Yo, de verdad, Bakugo, yo— —Escucha —la tomó de ambos brazos, enfrentándola —. Ya no estás ahí, estás aquí. Con nosotros. Estás a salvo. —¡Por ahora! —dijo y el terror en su rostro lo descolocó un momento —Bakugo, saben que fui un éxito y tratarán de recuperarme como sea — posó sus manos en sus muñecas—. Vieron estas alas descomunales. No van a detenerse jamás. —Y nosotros no nos detendremos hasta asegurarnos de que no vuelvan a hacerte daño. A nadie. Es a lo que nos dedicamos. Hay un montón de héroes aquí que están velando por tu seguridad, ten fe en ellos, ten fe en nosotros... ten fe en mí —limpió sus lágrimas con una delicadeza que quebró las defensas que se había auto impuesto para protegerse. Bakugo estaba llegando muy dentro suyo y eso la asustaba, la aterraba. Nunca había hecho un contacto tan profundo con alguien. Siempre sola, cuidándose la espalda —... y por sobre todo, ten fe en ti. —¿Eh? —¿Estás aprendiendo a defenderte no? — dejó su rostro y bajó sus manos. Katrina no soltaba sus muñecas —Ya no estás indefensa, tienes tus dones. Podrán haberte alterado genéticamente o haber experimentado contigo, pero al final de cuentas es tuyo Katrina. Son una parte tuya, son tus armas y defensa, son lo que tú decides que sean. No ellos, tú. Y eres tú quién decide para qué usarlos. Katrina quedó en silencio observándole mientras analizaba todo ello y Bakugo se liberó de su agarre. Tomó una de sus plumas que se había caído y se lo pasó. —Y el hecho de que te preocupes tanto por los demás, que cuides tus acciones y prefieras morir que dañar, habla bien de ti. No eres de quién vienes, eres quién tú decides ser. Katrina tomó la pluma y la apreció. —Eres Katrina Ruin, que de destructiva y despreciable no tiene nada — dijo y le dio un pequeño empujón. Ella le sonrió conmovida —Gracias... Katsuki. Katsuki levantó imperceptiblemente sus cejas afectado por cómo lo había llamado. Su pecho dolía dulcemente pero Katrina no lo habría percibido jamás. Lo vio apoyar su rostro en su mano mientras la miraba serenamente.
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