ID de la obra: 754

“Alas de la Calamidad” — Bakugo Katsuki

Het
NC-17
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Emparejamientos y personajes:
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planificada Mini, escritos 80 páginas, 21.146 palabras, 19 capítulos
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“Afecto”

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—¡Sí sí! Hagamos eso. —¡Bakugo! ¿Te nos unes? Bakugo recogía sus cosas de su mesa de estudio. Habían terminado las clases y tambien era el ultimo día de castigo. Volteó a ver a sus dos amigos que estaban cerca de la puerta. —No, iré a ver a Katrina ahora. —¿Eh? —Kaminari lo miró anonadado — Pero si estamos organizando para ella. —¿Ya es su novia? — Kirishima le preguntó a su amigo. —¡No es mi novia idiotas! ¡Muéranse!— dijo molesto y tomo su mochila y se lo llevó al hombro. Los dos se miraron extasiados ante la reacción de su amigo a una broma. Era normal lo que decía pero el ambiente extraño que quedó entre los tres los dejó estáticos. Bakugo pasó de ellos dirigiéndose a su punto de encuentro. Katrina estaba un poco nerviosa. Nunca había tenido un encuentro de bienvenida ni alguna fiesta ni cumpleaños; más, ni siquiera sabía cuándo había nacido. Se revolvió ansiosa en su lugar mientras esperaba a Katsuki para que la ayudara a calmarse antes de la hora estipulada. Lo vio llegar a lo lejos y lo saludó con la mano. El respondió a su gesto con una media sonrisa. —Creí que no ibas a venir. —Dos idiotas me detuvieron mucho tiempo y tuve que cambiarme—la miró frotarse las manos —¿Qué pasa? ¿Estás nerviosa? —No estoy acostumbrada a estos gestos de cariño. Katsuki le sonrió —Sólo es una reunión de amigos. No te preocupes demasiado. —le echó un ojo a sus alas y lo puso contento que había considerado su sugerencia. Gracias a ello, hoy estaba bellísima. Traía un vestido ligero celeste por debajo de las rodillas con la espalda abierta, su cabello suelto ondulaba con el viento. —¿Me he pasado? ¿Crees que me arreglé demasiado? —No, no. Estás bien, no te preocupes. —Ah, genial —asintió no muy convencida. Se abrazó un poco incómoda. Uraraka le había dicho que estaba bien cuando fue a visitarle en su habitación así que debería de estar tranquila. No esperaba que hubiera mucho viento. —La verdad estás muy bonita —carraspeó. Ella se giró a mirarle pero él simuló arreglarse el cabello para otro lado —Gracias Katsuki. Demonios. Katsuki llevó su mano a su boca, tratando de ocultar más su rostro. Estaba hecho un caos su mente desde la vez que hablaron en la sala común. Que lo llamara por su nombre aún lo alteraba. Su pecho no paraba de agitarse y tenía que controlar... ¿qué exactamente tenía que controlar? No entendía muy bien qué estaba pasándole. Quizás... a lo mejor... —¿Nos vamos yendo? — preguntó tratando de aligerar el ambiente y no pensar mucho. —Sí, está bien. Un viento suave los acarició mientras hacían camino hacia los dormitorios. —Déjame decirte que están muy entusiasmados con esto. No sabían cómo lo tomarías como sorpresa así que prefirieron decírtelo. Katrina sonrió —Bueno, yo tampoco lo sé. Nunca tuve una. Bakugo tomó su brazo en cuanto sintió el viento azotarlos y Katrina se lo agradeció. Ella se había preocupado más en su vestido que en salir volando. —Casi vuelas conmigo —bromea ella. —Con esas alitas no me desprendes del suelo. Todos los miraron curiosos al verlos llegar de esa manera. —¿Acaso la estás arrestando? —le espetó Ashido. —Ugh, no. Había mucho viento y estaba evitando que saliera volando. Ashido lo miró incrédula —Claro, seguro. —Es verdad, me estaba ayudando. — Katrina sintió la necesidad de defenderlo. Ashido levantó sus cejas interesada —Hm, así que es así. —Qué. —Nada. —Di lo que piensas — le inquirió él molesto. —No. —Dilo. —¡Katrina! ¡Estás hermosa! —Uraraka se lanzó sobre ella rodeándola en un abrazo —¡Bienvenida a tu fiesta de bienvenida! —¡Bienvenida! — gritaron todos a destiempo. —Bienvenida de vuelta Katrina. —Iida no podía quedarse quieto de la emoción —Una vez de la 1-A siempre de la 1-A. Es un gusto que estés por aquí. —¡Gracias! Gracias a todos. Me hacen muy feliz. Tsuyu le alcanzó un sombrerito de cumpleaños —Espero disfrutes nuestra pequeña fiesta. —¡Claro que sí! Gracias, de corazón. —Katrina observó los globos, cintas de colores y bocadillos emocionada. Era la primera vez que festejaban su vida. Que la valoraban por quién era. Buscó a Katsuki con la mirada y lo encontró recostado por la pared observándola. La animó más verlo alegre por ella—¿Les dijiste algo? —Sólo lo necesario — se disculpó él. —Y fue suficiente. Ven, te arreglaré el cabello —Yaoyorozu la tomó de los hombros y la arrastró hacia un espejo cerca. Cada uno de sus amigos se tomaron el tiempo de compartir con ella, uno por uno. Disfrutó las charlas, bailes, juegos y locuras de cada uno que sintió que le dolían las comisuras de sus labios de tanto sonreír. Ojalá esto nunca termine, ojalá pudiera detener el tiempo aquí mismo, ojalá pudiera seguir con todos ellos de la misma manera... —Katrina ¿cantas? —le pasaron el micrófono. —No, yo no. —negó con la mano avergonzada. Volvió a pasarselo a Jirou— Nunca lo intenté. —No podrías cantar peor que Mineta, inténtalo. —¿Qué tal estas pasando? —Bien. Kirishima se recostó por la pared a su lado. —¿No quieres participar? —¿Y cantar con Jirou? No gracias. Estoy bien viendo como lo disfrutan. Todoroki se ofreció a cantar con Katrina para sorpresa de todos. Ella dio saltos de alegría. —Parece que la está pasando bien. —Sí, debería después de todo lo que pasó. Kirishima lo miraba desde el rabillo del ojo. Bakugo había cambiado mucho desde que Katrina apareció. Antes con unas cuantas de sus preguntas ya perdía la paciencia o el estar todos reunidos lo asfixiaba, pero ahora observaba tranquilo la escena y era bastante considerado con la chica nueva. —Bakugo. Percibió el tono serio de su amigo —¿Qué? —¿A ti te gusta Katrina? Bakugo la observó bailar con Hagakure mientras cantaba. Sus alas habían crecido mucho más que cuando llegaron y, fijándose bien, podía ver cómo ella iba arrancándose las plumas con su telequinesia y las acumulaba en la basura. Aún divirtiéndose y compartiendo, seguía consciente de que era diferente y que tenía que prestar atención para proteger a los demás. Katrina lo miró y le guiñó un ojo. No sabía que estaba pasando pero en su rincón parecía haber un ambiente serio. Bakugo resopló —Quizás. Kirishima asintió a su amigo. Esto lo confirmaba. Bakugo ya no era el mismo. Sintió cierta emoción por él al verlo más abierto. Había confiado en el para soltar esa simple palabra. —¿Quieres que te ayude— —No hagas tonterías. —Me refiero a que si quieres pasar un momento con ella ahora podría darte la oportunidad. Bakugo se sintió inseguro por un momento y ese sentimiento no le agradó. Hizo crujir su cuello moviendo su cabeza a los lados y volvió a resoplar. Kirishima no insistió más. —¿Están bien? — preguntó Katrina acercándose. —De maravilla.— Kirishima levantó su pulgar. —De acuerdo — se fijó en Katsuki y el evitó su mirada. Eso la extrañó. —¿Quieres salir un momento afuera? Sus ojos cayeron al instante sobre ella —Si es lo que tú quieres. Kirishima observaba fascinado la escena y se tuvo que despabilar para no quedarse estático en su lugar —¡Yo iré con los demás, no se preocupen! Salieron al patio en silencio. Ella divisó un banco cercano y fue hacia ahí. Katsuki sólo la seguía. —¿Sucedió algo? — después de un rato él decidió hablar. —No, nada. Creí que te sentías un poco incómodo allí adentro. —No acostumbro estar en el centro de sus locuras. Katrina rió ante su comentario. —¿La estás pasando bien? —Excelente. Gracias Katsuki. —Ya deja de darme las gracias. Yo no hice mucho. Ellos querían hacerte una fiesta de bienvenida. —Entonces debo asegurarme de agradecerles también. El sonido de los grillos y la densidad de la noche hacían del ambiente muy agradable. Ella suspiró profundamente por la paz que sentía en ese momento. Estaba agradecida por estar viva, por haber llegado hasta allí y por tener amigos tan maravillosos. A lo mejor habría obrado bien entre todo mal para que estuviera viviendo este pedazo de cielo ahora mismo. —¿Quieres entrar? —preguntó Katsuki. —No, aún no. Estoy disfrutando esta noche aquí contigo. Katsuki advirtió que tenía la piel erizada del frío pero a ella no parecía importarle. Cerraba los ojos y volvía a suspirar profundo. —Volvamos adentro —dijo él poniéndose de pie no queriendo permanecer más tiempo a solas. —No quiero entrar aún. Quedémonos más. —Tienes frío Katrina, mejor vamos adentro. —No hace tanto frío —lo tomó de la muñeca—Anda, no me dejes sola. El tragó nervioso y se pasó la mano libre por el cabello. Indeciso por unos segundos, volvió a sentarse sintiendo la mano de ella aún en su muñeca. Katrina no estaba segura de qué le había picado pero se sentía muy valiente ahora mismo. Los nervios se acumulaban en su pecho pero era emocionante a la vez. Estaba siendo un día increíble y, para terminar la noche todavía mejor, podía compartirlo con él. No estaba segura de cómo se sentía él con respecto a ella, pero no podía concebir el hecho de que la tratara de forma tan especial. Se acercó a él y posó su cabeza en su hombro, disfrutando su compañía y rogando que no se apartara. Katsuki se quedó quieto, incapaz de decidir qué hacer en ese momento. Ambos se encontraban inmersos en sus pensamientos, tratando de suponer lo que ocurría en el otro. Con el corazón en la boca, presos de las expectativas, quedaron observando el jardín frente a ellos. Katsuki no podía dejar de percibir la mano de ella en su muñeca. Consciente de que un solo movimiento podría definirlo todo y que su interpretación le podría costar caro, exhaló lo más imperceptible posible y se deshizo suavemente de su agarre. Katrina dudó si debía alejarse de él pero lo que jamás esperó fue sentir la mano de él deslizarse sobre la suya. Los dos suspiraron sin reservas cuando entrelazaron sus dedos. Katsuki dejó posar su cabeza por la de ella mientras tragaba nervioso por milésima vez. —Ya no tengo frío —susurró. Katsuki rió por lo bajo —No es como si pudiera darte mi suéter. Ella se contuvo de sonreír mordiéndose los labios. —¡Katrina! —escucharon la voz de Sero acercándose. Ambos se enderezaron al verlo —Tenemos una pequeña sorpresa para ti. Katrina hizo un ademan de soltarlo pero Katsuki no se lo permitió —¡Ya vamos enseguida! Sero asintió, volteó y rápidamente corrió alterado ante la insólita imagen frente a él. —¿Vamos? —Ahora quieres entrar —respondió molesto. Katrina trató de ocultar su sonrisa. Agitó sus manos unidas —Quiero ver que es, vamos. Katsuki admiró sus manos y luego a ella jalandolo del banco. Y así como llegó ahí, se dejó guiar de vuelta por ella hacia sus compañeros que pronto iban a quedar completamente anonadados.
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