ID de la obra: 755

“Güarania” — Gojo Satoru

Het
NC-17
En progreso
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Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 59 páginas, 17.459 palabras, 7 capítulos
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“Llegada”

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—Bienvenida a Jujutsu. —Gracias señor Yaga. —Por cierto... Akari se detuvo antes de abrir la puerta para retirarse —¿Sí señor? —Nada, olvídalo. Puedes retirarte. Dio una inclinación por respeto (ya que ella no estaba acostumbrada a ello por ser extranjera) y abrió la puerta. Iba a dar un paso pero se encontró con el pecho de alguien mucho más alto que ella. —Oh, Gojo. Adelante. Akari levantó la vista y, en vez de encontrarse con un par de ojos, se topó con una venda negra ocultando a éstos. Frunció el ceño. «Un excéntrico». El muchacho sonrió al verla sorprendida. —Sí, sí —se apartó del camino y entró a la oficina. —Akari, él es Gojo Satoru. Si necesitas alguna ayuda puedes recurrir a él. «¡¿Él es Gojo Satoru?!» Akari no podía creerlo. El hechicero más fuerte estaba frente a ella, con las manos en sus bolsillos y con una sonrisa altanera. Había oido mucho de él en su camino hasta aquí. —Un gusto Gojo Satoru. Mi nombre es Akari. —Un gusto Akari-chan. Akari no pudo evitar el tick en su ceja y para Gojo no pudo pasar desapercibido. —Gojo, ella es una hechicera extranjera. Trátala con más respeto. —¡Oh vaya! ¿De dónde eres? Gojo sintió más curiosidad al ver sus ojos ajenos a su pregunta. Yaga carraspeó llamando su atención y él giró a verlo. El silencio inundó un momento convirtiéndose en incomodidad excepto para el albino. Le parecía asombroso que existiera una hechicera extranjera. Era bien sabido en la comunidad que el fenómeno de la energía maldita sucedía exclusivamente en Japón así que ésta chica era la excepción a la regla. —¿América? —Gojo. Akari suspiró y lo miró molesta. Al parecer los rumores sobre este hombre eran ciertos. Gojo sonrió ampliamente. —Del Sur. Gojo se maravilló por el hecho sin embargo a Akari no pareció hacerle gracia. El caos, corrupción y locura que existía en su continente no la enorgullecía y que otros se lo refregaran de su cruel realidad la molestaba. —¿Qué país? —Gojo, ya basta. «Sí, los rumores eran ciertos» se dijo Akari. Se llevó una mano al rostro de la frustración. Gojo Satoru era un imbécil. . . . —¿Es ella una nueva alumna? —susurró Yuji a Nobara al ver a Akari con el uniforme sentada observando el patio en silencio. —Qué extraño —respondió ella más para sí. Era raro ver a un extranjero con el uniforme. Megumi no comentaba en absoluto, sin embargo también para él su presencia era inquietante. Se llevó el sandwich a su boca y le dio un mordisco. Los tres se encontraban en la cafetería sentados cerca de la puerta observándola de reojo tratando de no llamar la atención. Akari realmente ya lo había notado y pues no le parecía raro. Era obvio que iba a resaltar en este lugar. —¡Buenos días mis pequeños! ¿Qué tal van? —saludó con una mano a sus alumnos. —¡Gojo-sensei! ¿Quién es ella? —preguntó Yuji al verlo acercarse a su mesa. —Ah, es una nueva hechicera que se une a Jujutsu. —Creí que sólo había hechiceros japoneses — Yuji lo miró confundido. —Bueno, hay excepciones. Es de esperar que suceda del lugar de donde viene. —¿De dónde viene sensei? —Habría que preguntarle. ¡Akari-chan! —Los tres jóvenes se congelaron en su lugar al verla voltear hacia ellos.—¿Puedes venir un momento? Quisiera presentarte a mis queridos alumnos. Akari se levantó y sacudió sus pantalones. No quería usar las polleras como uniforme pues le parecían incómodas y fue una buena elección considerando que no debía preocuparse en su postura por el colegio. Se acercó a ellos lentamente viendo como los rostros de aquellos chicos se transformaban. ¡Era bellísima! Nobara se quedó observándola boca abierta junto a los demás. Algún día esperaba que su cabello castaño se arremolinara de esa manera como la de ella. Era de su misma estatura, piel bronceada, cabello pasando los hombros y ojos marrones. Observó sus rasgos tan delicados y perfectos que la dejaron admirándola sin vergüenza. Akari sonrió haciendo que los chicos reaccionen. —¡M-Mi nombre es Itadori Yuji, tengo quince años, soy de piscis y estoy soltero! Gojo rió por lo bajo. Megumi le encestó un golpe. —Mi nombre es Fushiguro Megumi. —El mío es Kugisaki Nobara. —Un gusto en conocerlos. Mi nombre es Lucía, pero pueden llamarme Akari. Soy nueva en Jujutsu así que me verán por aquí seguido. Los cuatro quedaron observándola. —Disculpa Rusia— —Puedes llamarme Akari —sonrió la mencionada. —Akari-san, ¿es usted compañera nuestra? Gojo la miró expectante. Yaga no había mencionado nada más de ella luego de que se había retirado. Akari sonrió. —Debe ser por mi estatura pero en realidad tengo veinticinco años. Estoy aquí para trabajar en Japón. Volvieron a quedarse mudos observándola. «Qué sorpresa» pensó Gojo y de repente su atisbo de curiosidad creció en él. —Así que eres una colega. —¿Usted no lo sabía Gojo-sensei? —Yaga nunca me dice nada —se quejó dramáticamente encogiendo los hombros. Akari agradeció en silencio al señor Yaga. —¿De qué grado eres Akari-san? —Aún no lo sé. Eso deben determinarlo. —¿Ya ha visitado Tokio? —preguntó Nobara. —Pues, aún no. —¡Puedo guiarla si gusta! Akari sonrió ante su propuesta —Claro, me encantaría. —¡Está decidido! ¡Haremos un tour por Tokio! —exclamó Gojo entusiasmado. Para los chicos no pasó por desapercibido la decepción de ella por su inclusión. . . . Fue un día bastante largo visitando la mayor cantidad de lugares turísticos. Akari sonrió ante la escena de los chicos discutiendo y riendo rodeados de tanta paz y seguridad comparado con su vida anterior. A esta hora hubiera estado rondando por las calles haciendo guardia. ¿Estarán bien sus conocidos, su familia? Siempre era difícil saber si los tendría con ellos un día más. Sintió la mirada de Gojo sobre ella. —¿Sucede algo? —preguntó. En realidad, nada. A Gojo lo entretenía el sólo verla. Se sentía bastante intrigado por esta persona que no podía dejar de formular más y más preguntas en su mente. —Nada en lo absoluto. Sólo tengo curiosidad. Akari suspiró. Lo hacía mucho últimamente. No, lo hacía mucho alrededor de Gojo Satoru. Le ponía los nervios de punta un hombre como él, era demasiado impredecible y terriblemente poderoso. Llegaron frente al colegio y los chicos se despidieron de ella. Los vio alejarse hacia los dormitorios. —¿Quieres ir por unas bebidas? —le sonrió de lado. No quería, pero era mejor empezar a tener una buena relación con él —Está bien, vamos. Dieron la vuelta y caminaron hacia el centro de la ciudad otra vez. . . . —Así que de allí vienes —dijo para sí. Le dio vueltas a su cerveza y levantó las cejas exageradamente. Akari rió y asintió —Intenta tener mi nivel de supervivencia Gojo, no lo lograrías. Estaban en un restaurante bastante concurrido. Habían personales del local yendo por todas partes y tomando órdenes. Se encontraban en una esquina bastante apartada tomándose algunas cervezas y deleitándose del ajetreo. Akari se encontraba ya bastante cómoda con él, era un buen tipo. Inquietante e impredecible, pero buen tipo. No hacía falta decir que era increiblemente apuesto. Demonios, jamás había visto a alguien como él lo cuál lo volvía potencialmente peligroso a su cordura. Gojo pensaba lo mismo. Akari poseía una sutil sensualidad que la hacía irresistible además de la diferencias de cultura que eran bastante notorias lo que la resaltaban más. Podía sentir los ojos de tres individuos en el local que no podían evitar mirarla, sonrió ante su suerte. Si la hubiera conocido en otra situación ya habría intentado ligársela, no obstante como ambos seguirían cruzándose por los pasillos de Jujutsu evitaría esa incomodidad si las cosas resultaban mal. Era buena compañía y prefería no perder este nuevo lazo que se estaba formando. —Puedes llamarme Satoru. —Satoru-chan. Gojo sonrió burlón y Akari rió a carcajadas. —Te devolví lo de esta mañana. Cayó sobre ellos un silencio tranquilo que era fácilmente llenado por el bullicio de su alrededor. Él se llevó la cerveza a la boca y le dio varios tragos para saciar su sed. —Realmente necesitabas de esto al parecer. —Fuiste una buena excusa para usar. —Me alegra ser de ayuda. Akari golpeó su vaso con el suyo con cuidado y se llevó a sus labios. —¿Hay más como tú trabajando por las noches? Los ojos de ella cayeron sobre sus vendas esperando poder identificar con mayor precisión sus expresiones. —Que yo supiera no. Trabajaba sola y por mi cuenta ya que no sabes en quién confiar cuando todos están igual de podridos. Es muy fácil ser traicionada o utilizada. Quién sabe qué podrían hacer conmigo si se enteraban de mis habilidades. —¿Y tus amigos lo sabían? Akari apretó los labios antes de soltar —De qué serviría si no me iban a creer. «Lo intentó y no funcionó» reflexionó Gojo. Era una alta posibilidad que existieran más personas como ella que en silencio estuvieran trabajando sin descanso. —¿Y sólo por las noches? —Es más fácil ya que todos temen a la delincuencia de la madrugada. Uno puede obrar sin problemas en la noche por la falta de control en la ciudad. —Ah. Realmente sonaba a caos. —Ustedes tienen eso a lo que llaman capa. Realmente nunca había visto algo así pero no lo necesitaría en mi país. —¿Y si las maldiciones atacaban de día? Akari observó su cerveza pensativa. Cuántas veces había visto en las noticias a las maldiciones causando estragos y muertes frente a sus narices. Personas que juraban haber visto monstruos y tomados por locos. Las veces que se obligó a hacer caso omiso a los gritos de su corazón de ayudar a todas esas personas y que se habían vuelto pesadas en su pecho. Tomó la cerveza y con varios tragos la dejó vacía. —No podía hacer mucho. Demonios. Se quitó la venda de los ojos y suspiró. Su cabello blanco cayó sobre su rostro y él se pasó la mano tratando de peinarlo. Akari se maravilló por sus ojos un momento y en contra de su voluntad giró su rostro para otro lado. Se tomó otro trago. —Lo siento. —No tienes por qué sentirlo. Al menos tú aquí estás haciendo lo que puedes... hasta ahora yo sólo cerré los ojos. —Es diferente. Ya lo sabía pero eso no la hacía sentir menos culpable. —Vamos Satoru, eres el mejor del mundo pero no puedes estar en todas partes —dijo y lo codeó amistosamente para animarlo—. Hablemos de cosas más alegres ¿quieres? Gojo la miró agradecido. —Así que los tres jóvenes son tus alumnos. —Así es. Itadori Yuji, Fushiguro Megumi y Kugisaki Nobara — apoyó su vaso por su mejilla—. Son mis pequeños bebés adorables. —Son realmente peculiares. Bueno, no debería sorprenderme. —¿Y eso por qué? —¿Haz visto a su sensei? Está rotísimo. Gojo rió ante su comentario. —Ya vinieron de fábrica. Yo sólo di un empujoncito. —guiñó el ojo. —Dios ha de saber cuánto es «empujoncito». . . . Desde ese día Gojo se escabullía de sus deberes cada vez que Akari visitaba Jujutsu. Ya sea para sus exámenes, informes o reuniones él siempre se encontraba cerca. Ella estaba agradecida ya que no tenía muchas personas con las que compartir. —¿A qué se debe tu presencia hoy? —Informes —dijo ella mostrándole los papeles en su mano. —Gojo-sensei está interesado en Akari-san, ¿verdad? —preguntó Yuji al ver como su sensei se acercaba a la hechicera y los dejaba solos. —Bueno, es atractiva —murmuró desinteresado el pelinegro. —Mira que para hacerte decir eso es mucho —Nobara los miró detenidamente—. No lo sé, Gojo-sensei es bastante amistoso con to— Nobara se mandó al silencio al ver como el mencionado se agachaba y acercaba su rostro al de la hechicera mientras leía desde sus manos y conversaba. Akari rió por algún comentario del albino y este sonrió ampliamente. —¿Decías? —Bueno, puede ser un poco sospechoso. —Tú lo conoces más Megumi —se dirigió a él Itadori. —Es imposible saber en qué piensa —finaliza y empieza a caminar alejándose del lugar. Los otros dos lo siguen. —¿Y que harás ahora? ¿Tienes trabajo que hacer? Gojo la miró a los ojos y Akari volteó para otro lado. No era un misterio el hecho de que él cohibiera con sus ojos, por lo que solía utilizarlo como un arma para el sexo opuesto. Si él estaba seguro que la vería en el día aprovechaba para usar sus lentes de sol. Sonrió al verla sonrojarse. —No, no tengo nada ahora mismo. —respondió ella llevándose un mechón detrás de la oreja. —¡Genial! Iremos a almorzar si te parece. Hace tanto tiempo que no me compro una cajita feliz. —dijo soñador. Akari rió —¡Pues estás de suerte porque los juguetes son del anime de temporada! —¡Yeey! ¡Aquí vamos! Aunque habían quedado para comida rápida, terminaron yendo a un restaurante no muy lejos del colegio. Gojo sonrió victorioso por haberlo logrado, ya que su objetivo es que lo viera como una salida casual entre ambos y no un cita. La primera vez Akari había aceptado para conocerse, pero ahora que ya había pasado tiempo con ella podía llegar a la conclusión de que no le gustaban las citas ni situaciones ambiguas y él sabía bien que ella estaba manteniendo su distancia con él. Cambiar de una salida casual a una de restaurante era un punto bueno para él. Sí, él había dicho que no iba a ligársela, que iba a ser su colega y apoyarla en lo que necesite, como a cualquier hechicero de Jujutsu pero, demonios, cuando la veía no podía evitarlo. Se había corrido la voz de su llegada a Japón y habían muchos interesados tratando de llegar a ella que fallaban miserablemente por su actitud distante y evasiva. Se sentía afortunado de que él fuera uno de los pocos (siendo los demás quienes asistían o vivían en Jujutsu) con los que ella se daba la oportunidad de relacionarse. No iba a negar que le gustaba y, pues mientras no se concretara nada, podría insinuar lo que quisiera. Eran hechiceros con una cuenta regresiva en la cabeza, claro que era difícil tener una relación seria ya que implicaban muchos sentimientos embrollados que no quería enfrentar que traía consigo la muerte. Así que, para Gojo, mejor prevenir que lamentar. Akari se sintió un poco incómoda por el giro de los acontecimientos. Ella esperaba sólo almorzar rápidamente con Gojo y luego dedicarse a su día mas no previó la capacidad de él de persuadirla. Así que estaban aquí, en un restaurante bastante lujoso para su gusto para una salida de dos amigos con intenciones no muy claras. Porque era obvio que Gojo Satoru se encontraba interesado en ella, sólo que la razón de eso no le era muy clara y, por el tiempo compartido con él, era un maldito zorro astuto maquiavélico. Entrecerró sus ojos al observarle hablar con el mesero que se acercó a ubicarles, con tal confianza y tranquilidad, sonriendo engreídamente y viéndose atractivo ante las miradas que, desde que ingresaron, no se apartaban de él. Akari se agradeció por decidir vestirse bien ese día. —¿Sucede algo? —dijo él luego de despachar al muchacho. —Nada, sólo que creo que para un almuerzo corto vinimos a un lugar muy... — No estaba muy segura de qué palabra utilizar. —No te arrepentirás, la comida es muy buena. Yo invito — Y haciéndose a un lado, la invitó a caminar por delante. Demostrándole que no le creía nada, decidió seguirle el juego y se dirigió a una de las mesas, rápidamente hicieron sus pedidos. —¿Le gustaría un vino señor? —Nos encantaría. —Gojo. —Estás conmigo, relájate. —Tengo una misión esta tarde. —¿Oh? ¿Ya sabes qué categoría eres? —se inclinó hacia ella interesado sobre la mesa. —No, aún no pero me pidieron ir a trabajar de igual manera — se cruzó de brazos molesta por la inoperancia de esa junta de hechiceros. A Gojo no le gustó el hecho y ocultó su desagrado colocando mejor sus lentes. ¿Cómo iban a asignarla a una misión sin tenerla categorizada? La estaban enviando a su posible muerte si la misión iba por mucho más de sus capacidades. —¿No crees que es peligroso? —¿Estás preocupado? —Coincidentemente tengo libre esta tarde. Si me lo pides podría acompañarte —sonrió de lado. —No gracias, puedo sola. Fue un honor que ofrezcas tu tiempo. —Aquí tienen un aperitivo y sus bebidas. — interrumpió el denso ambiente sin intención el mesero. Akari no podía leer bien sus expresiones debido a sus lentes y su sonrisa arrogante de siempre. Es lo que más le molestaba de él, no podía tener una idea de lo que estaba pensando. Esto quería hacerlo sola, debía demostrar su valía en este país y ganarse respeto. —Gracias. — respondió él y se llevó la copa a la boca—. ¡Uf! Un buen vino, así es. Adelante, no te embriagarás por una copa ¿o sí? ¿Qué le pasaba? Pensaba que se llevaban mejor pero ahora está siendo insoportable. ¿Qué ganaba fastidiándola? ¿Por qué últimamente no la dejaba en paz? —¿A qué juegas Gojo? — dijo ya con sus pensamientos acumulados convirtiéndose en palabras. —¿Ahora soy Gojo para ti? Me dueles. Suspiró y tomó la bendita copa tratando de ignorar el exagerado festejo del albino frente a ella. —¿Contento? —dijo tratando de no demostrar que había sido la copa de vino más deliciosa que había probado. —Absolutamente. — dijo y sonrió divertido — Como te dije, tengo libre esta tarde y, pensándolo bien, quiero ver tu técnica maldita así que te acompañaré. —Akari lo fulminó con la mirada. Levantó las manos tratando de calmarla.— No voy a interferir, lo prometo. Lo que menos quería hacer era mostrarle su técnica maldita. —Creo que se me quitó el hambre.
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