ID de la obra: 756

Flesh (Itaneji)

Slash
G
En progreso
2
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 19 páginas, 9.747 palabras, 2 capítulos
Descripción:
Notas:
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Capítulo 1

Ajustes de texto
-La muerte se enamoró de los jóvenes- Deidara, siempre tan elocuente. La serenidad con que analizaba cada punto de la escena del crimen era terrorífica, típico de una persona que estaba acostumbrada a vivir lo mismo por más de 30 noches en las mismas calles de Suna. Era un patrón repetitivo que alborotaba las tranquilas noches de la gran ciudad, en donde lamentablemente los más desafortunados soltaban sus últimos suspiros en lugares de mala muerte como aquel edificio oxidado y con olores metálicos. Sus ojos vagaron por las paredes tapizadas con un clásico floreado, digno de recordarse en las casas de las personas mayores. El piso de una madera chirriante que a cada paso que daba era acompañado de un horrendo dolor de oídos para los invitados en esa escena. Dio un corto vistazo a los muebles, viejos y polvosos, se notaban las redes delgadas y finas de telarañas que danzaban al compás de cada caminar de las autoras de las mismas. Seguramente Hidan lo notó desde que llegaron a la habitación, pues se encontraba del lado contrario tomando las fotos al cuerpo en putrefacción que se notaba ahí. -¿Cómo esta Sasuke? -…Bien, se ha cortado el pelo. -Me alegro- Conversaciones banales se volvieron cotidianas con cada cuerpo nuevo que tenían que examinar, y esa no era la excepción- La última vez que lo vi fue hace meses. -Le mandare saludos de tu parte la próxima vez Dei. -Terminó de sujetar aquella brillante cinta adornada con la palabra precaución, su experiencia en los casos encontrados dentro de la misma zona, era necesario ponerlo debido a la imprudente actitud de los dueños, que no bastaba más que utilizar productos de limpieza para borrar la marca de la muerte en aquellos aposentos y volver a venderlo al mejor postor- ¿Qué encontraste? El rubio ajusto los blancos guantes en sus muñecas, la yema de sus dedos rozó con la blanquecina piel de la mujer que yacía rígida en la cama, causando que cuidadosamente se ladeara al otro lado de la almohada. La piel pálida se desprendía apenas el suave roce, lo que provocó un resoplido de lamento en el joven. -Por el aspecto de su piel y el olor que desprende, probablemente lleve entre dos o tres días muerta, Itachi. -Eso pensé, ha comenzado a hincharse- el cubrebocas que solía llevar parecía no ser suficiente ante el fuerte olor que desprendía aquella mujer, una pequeña tos dejo escapar lo penetrante que estaba volviéndose el hedor- ¿Alguna identificación? -Ninguna en particular- La cámara de Hidan dio un último flash contra el rostro del cadáver, guardándola con delicadeza en la maleta de cuero negro típica en cada una de las investigaciones forenses- Parece que llegó aquí sin nada. -¿Alguna idea, Itachi? Bastantes, en realidad. -…Da la impresión de que su descenso fue ocasionado por causas naturales- Dio unos pasos hasta llegar a un lado de Deidara, quien le permitió total acceso al cuerpo que recién acababa de analizar- Sin embargo, es curioso que no trajera nada con ella, ni teléfono, alguna cartera, joyas, tarjetas…además… -sus largos dedos tomaron con delicadeza la sabana de satín de color vino, levantándola con lentitud para no desprender más piel del cuerpo en putrefacción- las manos están acomodadas meticulosamente sobre su estómago. -Como si alguien la hubiera colocado así -Deidara tocó suavemente el hombro de Itachi, señal de que era hora de que el personal forense trasladara a la joven a otro lado. -Ay bonita -Itachi miró a su compañero, mientras liberaba sus manos de aquellos guantes de látex. Hidan cargaba una mirada de pena…tal vez lástima dirigida a la pelinegra, nunca había sido tan apático en los casos donde incluían a personas tan jóvenes- ¿Qué hiciste para acabar así? -Hidan deja de hablarle a los cadáveres, me das miedo- el grisáceo iris de Itachi observó la bolsa cerrarse con su nuevo descubrimiento dentro, ignorando las quejas que mascullaba su amigo de pelo largo- Tal vez sea otra prostituta y ya, estamos en lo más bajo de Suna después de todo. Apenas salieron de la habitación custodiada por policías, fueron capaces de desprenderse el cubrebocas que impedía el mal olor de aquella persona sin vida. Itachi lo guardó con cuidado en el bolsillo del saco de colores oscuros que normalmente llevaba, aunque sus ojos estaban clavados en el suelo, tratando de formular una hipótesis que resultara coherente ante la persona sin vida encontrada esa noche. -No es una prostituta, Deidara. -¿Cómo estas tan seguro? -Hemos trabajado 4 años juntos Deidara, puedo reconocer una cuando la veo- sus zapatos brillantes y negros resonaban en el gran pasillo que llevaba hasta las escaleras del segundo piso, podía escuchar las pisadas de sus dos compañeros que le seguían a paso torpe tras suyo- Suelen estar maquilladas, cabello suelto en rizos, o teñidos, ropa provocativa, gran escote y tacones altos…No, no era una prostituta. Su cara estaba solo lavada, apenas un labial brilloso, cabello cuidado, natural y en una gran coleta…ropa cómoda y a la vez linda. Vestido suelto acompañado de una chaqueta de cuero, además de eso, converse desgastados, pero cuidados, eso no es una prostituta Deidara. -También era muy bella, como una Blancanieves. -Bueno a esta no le llegó su príncipe azul. -El jadeo que se atoró en la garganta de Hidan ante la descarada declaración del rubio provocaron risotadas en el mismo. Si de verdad existía un cielo, ya sabía por qué nunca iba a encontrarse con Deidara. El chirrido de las llantas se escuchó al pasar a su lado, el olor nauseabundo del cuerpo en descomposición volvió a sus fosas nasales por breves segundos. Miro su reloj de mano mientras soltó un largo suspiro, definitivamente esa noche no iba a dormir, otra vez. -Entonces…¿alguna idea de quién podría ser? -Por el momento no recuerdo ninguna chica desaparecida en Suna. Sasori está revisando los registros. -Ya se me hacía raro no verlo contigo, creí que lo habías despedido. -Nada de eso, Sasori es un excelente elemento, solo le estoy bajando un poco sus tareas. En unos días se transfiere a las unidades especiales de Bolonia. -¿Qué el qué? -Deidara arrugó la nariz ante tal idea, de su bolsillo sacó una pequeña goma de mascar y la llevó a su boca aun incrédulo. -Seguro debe ser por su novia, la niña esa- Hidan por su parte, les hizo una seña para que subieran a su viejo auto en marcha al cuarto de la morgue donde los aguardaba su nuevo descubrimiento- Me alegro por ellos. -Que jodido, lo que un hombre hace por un culo. -Sea la razón que sea, Sasori siempre ha sido un apoyo para mí, hará un trabajo excelente en Italia…y gracias al cielo dejará de hacer videollamadas en plena investigación policial con Sakura. -¿Qué hay de ti? -Estaré bien solo. -Sí, lo sé, pero sin un investigador como Sasori se te complicaran las cosas. El viento frío de la madrugada golpeada su rostro. Itachi cerró un momento sus ojos, recargándose en el asiento de cuero de aquel auto, ya había pensado en eso, y tenia un buen presentimiento al respecto. -Ya encontraré a alguien. --- 3 días. 3 infiernos, mejor dicho. Recuerda con desdén cuando era niño y decía palabras hirientes sin pensarlo, cuando sin querer hacía que los ojos de Hinata se cristalizaban y huía al lecho de su madre. Pero ahora, no tenía ni la más mínima idea de donde podía volver a encontrarla. Su corazón ardía en furia pura, tristeza. El mundo avanzaba sin detenerse, las personas vivían sus aburridas y estúpidas vidas, los autos seguían su rutinario camino…pero nadie se detuvo y pregunto ¿Dónde está Hinata? Al parecer el único consiente era él mismo. Apenas aquella noche en que salió de casa no escucho sus suaves pisadas en la madera lisa del pasillo de su hogar, sospecho lo peor. Las manecillas continuaban hasta que pasaron de minutos a horas, y no aparecía por ninguna parte. Su voz sonaba cada vez más desesperada cuando recibía negativas de haberla visto esa noche en aquel bar. Cada que grito su nombre en el frío de la oscuridad sentía su garganta arder, cada vez que la llamaba sentía la sangre salir de su boca aterrado, en un shock irreversible. Para él, esas personas uniformadas con aires de grandeza se podían ir al carajo, se negaron a iniciar una búsqueda al instante porque “aún no pasaban 24 horas”. La impotencia que sentía crecía a cada segundo que pasó sentado en esa maldita silla metálica llenando registros que después terminarían en la basura sobre su caso. Las calles comenzaron a llenarse de mil carteles apenas amaneció, cada uno de ellos pegado por el mismo pelinegro que paso la noche en vela yendo casa por casa en la ciudad de Konoha por alguna señal. Pero todo era en vano, era como si Hinata se hubiera esfumado de su ciudad natal. Apenas habían pasado 3 días, pero para su corazón furioso y preocupado parecían 20 años. En ese tiempo, lo único que recibió de los incompetentes miembros de seguridad de Konoha fue que probablemente se haya fugado con algún chico. Le abría arrancado los ojos ahí mismo, pero si el estaba tras las rejas, ¿Quién seguiría buscando? Las ojeras de sus ojos demostraban el gran esfuerzo que hacia por no quedarse dormido mientras publicaba pelos y señas de la chica, pendiente de su teléfono celular en caso de alguien que sepa el paradero de su Hina. Y si paso, sin embargo no como esperó. -¿Usted ha reportado la desaparición de una chica, Hinata Hyuga, cierto? – el tono apático que tenía aquel hombre tras el teléfono no le hizo más que causar un revoltijo en su estómago. Sabía lo que se venía, pero no quería escucharlo. -…Si, soy yo. -Nos comunicamos desde la estación policial de Suna, encontramos esta madrugada el cuerpo de una joven con las mismas características. Esperamos pueda cooperar para su identificación. Buenas noches. --- El sol comenzaba a ascender entre la penumbra de la oscuridad, al parecer un nuevo día se aproximaba para los oficiales pertenecientes al departamento de Suna, lamentablemente no era lo mismo para la chica sin identificación que yacía en aquella plancha cubierta ahora simplemente por una sabana delgada que remarcaba su silueta sobre ella. -¿Cuánto tiempo tiene que lo llamaste?, mi turno termino hace media hora. -Una hora recién, relájate, el tipo viene desde Konoha, es normal que tarde tanto. -A ti que más te da Sasori- la goma de mascar que anteriormente Deidara mordisqueaba con animó, fue remplazada por una paleta de un rojo vivo que paseaba sin cesar por sus labios. El chasquido que hacía le provocaba un tic más al joven pelirrojo que acomodaba montones de papeles en su viejo escritorio de madera oscura. -Mañana ya te largas a Italia, puto traidor. -¿Me llamas traidor a mí?, ¿Quien fue el marica que se cambio de departamento de investigación al departamento forense porque le aburria tener el culo sudado? Un resoplido salió de las narices del rubio mientras se acomodaba mejor en el sofá de piel de aquella pequeña oficina. No iba admitirlo frente a nadie más que en su mente, pero extrañaría pelear con ese estúpido de Sasori cuando se largara. -Guarden algo de respeto ¿quieren? En el depósito de allá abajo esta una chica. -Por favor cállate Hidan, hay como cuarenta más, ¿Qué me van a hacer? ¿llevarme con ellos? Mejor para mí. -Que Dios te perdone Deidara. El suave toquido en la puerta de la oficina hizo a los presentes finalizar su breve conversación. Itachi, quien se había mantenido en silencio en espera de aquella persona que habían esperado durante 50 minutos, levantó la mirada a donde Sasori, quien enseguida se dirigió ante la vista expectante de todos a abrir la puerta. Apenas el oficial Uchiha observó al susodicho no pudo evitar alzar una ceja, curioso, intrigado. Frente a ellos estaba un chico casi igual que la ya fallecida, un poco más alto, cabello largo un castaño recogido en un desordenado moño que dejaba escapar apenas unos mechones que se ubicaban en su rostro. Labios delgados, con ligeras mordidas alrededor probablemente causadas por ansiedad, sus ojos rasgados de un color tan claro que resultaban hipnotizantes para el azabache, ligeras bolsas violetas se asomaban debajo mostrando la dificultad que ha tenido para conciliar el sueño esas ultimas noches. Sus delgadas cejas arrugadas en su entrecejo ante la preocupación. Y su piel blanquecina, casi igualaba al pálido color de un cadáver, sin embargo juraría que era tan frágil que apenas un rasguño se le notaria al instante. Observó a cada uno de sus camaradas con furia, esperando que alguno fuera quien le soltara la jarra de agua helada de una vez por todas, pero debido a la mirada cargada de tensión que tenía el joven, nadie se atrevía a decirle lo que esperaba a oir. Con fuerza el castaño apretó sus puños en la cinta de la vieja mochila que llevaba colgada en el hombro, aclarándose la garganta para poder soltar aquellas palabras como vómito verbal. -Vengo a reconocer el cuerpo que encontraron…Soy Neji Hyuga. El silencio era el invitado principal en aquella sala. Los uniformados se miraron entre sí, decidiendo quien seria el afortunado en llevar al recién llegado al sótano lleno de cadáveres elegantemente nombrado como “morgue”. No les ponía la piel de gallina entrar ahí solos, llevaban años haciendo lo mismo entrando y saliendo como si de su propia casa se tratara. Pero cuando se trataba de reencuentros familiares como esa vez, normalmente los vivos soltaban tales alaridos al ver el cuerpo, que podían aturdir a media estación policial, además de ser un dolor de cabeza sacarlos de ahí sin que quieran llevarse a rastas al difunto. Todo el equipo odiaba el reconocimiento de cadáveres. Pero cual fue la sorpresa para el equipo policial cuando al fijar su vista al prestigiado Oficial Uchiha, este ya estaba a un lado del pelirrojo, observando con intriga al ahora sabido Neji Hyuga. -Sígame, yo lo llevaré. Deidara, date prisa -El nombrado solo atinó a rodar los ojos, se incorporo y tomó las llaves de la habitación antes de seguir a paso perezoso a Itachi. --- Los pasillos casi oxidados bajo la luz incesante de aquellos focos que alumbraban el camino hacia el depósito le ponían los nervios de punta. A pesar de que sabia lo que se avecinaba al cruzar la puerta de aquella habitación en lo más profundo del lugar, no podía evitar el sentimiento de terror que inundaba su corazón. No estaba seguro si el descenso de la temperatura era su propio cuerpo protegiéndose de la situación, o era probablemente el congelador que contenía a aquellas personas privadas de su vida. Cada paso que daba lo sentía como si se adentrara poco a poco en un gran cubo de hielo del cual se congelaría después y no podría salir por más que grite. El pasillo llegó a su fin cuando frente a él estaba la gran puerta metálica que separaba a la vida y la muerte. Sintió el tacto de una cálida mano sobre su hombro, al levantar la vista, se encontró con los ojos negros de aquel policía que lo había llevado hasta ahí. No lo miraba con consuelo, ni siquiera con lástima o empatía por su situación. Era una mirada que lo confundía, tal vez Neji estaba delirando, pero podía compararlo con un animal a punto de comerse a su presa. -Atrás -El leve empujón que le dio su acompañante le hizo salir de aquel pequeño trance, y enfocarse otra vez en lo que hacia ahí. No tenía tiempo de señales confusas, por lo cual aparto con desinterés aquel agarre, sintiendo la brisa helada del lugar apenas se abrió. El tintineo de las llaves al chocar contra la pared indicó que la puerta estaba completamente abierta. La confianza con la que entraron los dos uniformados le hizo sentir como sus pies podían tropezar entre sí al tener las emociones al máximo. La fría sala no contenía nada más que cajones de metal pegados contra las paredes blanquecinas y algo grisáceas por el paso del tiempo. Instrumentos extraños pero útiles para conocer el interior de todos ellos, embaces cristalinos que contenían una que otra pieza de un cuerpo revisado antes, desde órganos hasta globos oculares que le daban una sensación de vigilancia constante. Y ahí, frente a él. La mesa que protagonizaría sus futuras pesadillas. Bajo el zumbido de los focos la sabana formaba perfectamente la silueta de la persona que rogaba al cielo no fuera la dueña de sus carteles de se busca. Lamentablemente, cuando el oficial de cabellos claros enredo las sábanas entre sus dedos y la dobló con delicadeza, un gemido de dolor se atoro en su garganta a la vez que sus ojos se cristalizaron al segundo. Los ojos que alguna vez brillaban con la intensidad de mil soles, los labios que le sonreían y hablaban con gentileza y las mejillas rojas por cada cumplido. Se habían terminado para siempre. Deseo estar soñando, deseo tener 6 años y que al despertar solo estaba Hinata consolándolo por sus pesadillas, deseo con todas sus fuerzas abrazarla y sentir esa calidez que solo ella podía darle. Su mano se extendió hasta aquel rostro frío, sus dedos temblorosos acariciaron la piel firme en sus mejillas, sus dedos cálidos contra esa fría textura le dieron un golpe de realidad dolorosa. Toda la luz que transmitía, esa alegría y fuego intenso de su ser ahora no era más que un montón de piel en descomposición. Sus piernas se convirtieron en gelatina, temblorosas y débiles que termino acuclillado mientras se sostuvo del borde de aquella cama metálica. Quería gritar, golpear y llorar hasta que sus ojos salieran de su rostro. El aire se atoró tanto en su garganta que las arcadas remplazaron las respiraciones tan fuertes que tenía. El fuerte agarre que tenía en la camilla provocaba que a cada sollozo las ruedas chirriantes se movieran al compás de sus propios jadeos de dolor. El suelo brillante ante la gran cantidad de desinfectante ahora era manchado por las incesantes lágrimas del destrozado Neji Hyuga. Los minutos fueron irrelevantes, las horas probablemente congeladas. Ante los ojos de los demás Neji permaneció congelado en esa misma posición, pero si su oído se agudizaba, podía escuchar los sollozos silenciosos que tenía ante la situación. Era normal eso, el equipo acostumbraba a dejar al familiar con el cadáver algunas horas y regresar cuando ya no escucharan más. Sin embargo, aunque Deidara se fue apenas quitó la sábana del cuerpo, Itachi había permanecido observando al joven colapsar en el suelo. Los fríos ojos negros analizaban intrigado cada sonido y movimiento. La curiosidad se implantaba en su pecho como una aguja. Indolora y pequeña. Neji no pudo notar como el oficial Uchiha paso su lengua por sus dientes mientras sus labios se estiraban en una sonrisa discreta. Como un animal… acechando su presa. Un inesperado escalofrío paso por su espalda, el sentimiento de que alguien lo observaba con insistencia le hizo desviar un momento la vista detrás de él. Sin embargo, ya no había nadie. --- -Maldito idiota, ¿Es enserio que nos vas a abandonar por una mujer? – Deidara observaba con evidente descontento a su viejo amigo guardar sus cosas en la arrugada caja de cartón con grandes letras que decían Frágil. -Sí, es enserio. Y no es una mujer, va a ser mi mujer. -Felicidades Sasori, espero que Sakura no se arrepienta de casarse contigo. -Gracias, me encargare de eso. -sus manos chocaron apenas terminó de guardar sus cosas sin cuidado en aquella caja. Si bien no se arrepentía de su reciente decisión, había una espina que picaba en su interior. Dirigió sus grandes ojos azules a donde su fiel compañero, dispuesto a sacarse la duda de la mente. -Itachi, ¿Ya tienes a mi remplazo? Su mirada desinteresada clavada en la entrada de la oficina paso a centrarse en él. Entre un largo suspiro se recargo en la verdosa pared y rasco apenas su mejilla. -Estaba pensando seguir solo en realidad. -¿¡Que?! ¡¿No me consideraste a mi como tu futuro compañero?! -No te ofendas Deidara, pero eres muy ruidoso, molestas. -¡¿Cómo que ruidoso?! -¿Qué tal Kisame? Es un recién ingresado en la policía estatal, es una buena opción. -Tal vez puedas considerar a Tobi, es recién graduado pero tiene potencial. -Por favor, elíjame a mí -la firme y rota voz hizo girar la cabeza a todos. El joven Hyuga había vuelto, y por los ojos inyectados de tonos rojizos se notaba a kilómetros los litros de lagrimas que derramo en aquel depósito. -Joven Hyuga, disculpe pero esta es una conversación- -Lo escuche todo, él se va, usted quiere un ayudante, ¿No? -Los torpes pasos que daba eran dirigidos hacia el Oficial Uchiha, su mirada cargada de desesperación y a su vez decisión le hicieron congelar las palabras en la boca- Soy Neji Hyuga, estudiante de la universidad de Konoha, curso la licenciatura en ciencias forenses y criminología, estoy a un año de terminar, no es necesario que me pague. Puedo ser su pasante, soy eficiente, el mejor de mi clase -a cada palabra que daba, la distancia que había entre él e Itachi se iba acortando más. Las manos que hace unos minutos tocaban la frívola piel de un ser sin vida, ahora se aferraban con fuerza al cuello de su camisa, mientras era arrinconado por aquel chico más pequeño que él. -Solo déjeme participar en la investigación de mi Hinata, prometo que hare todo lo que usted me pida. La respiración caliente que emanaba de sus fosas nasales rozaba con el rostro del azabache, quien mantenía un gesto curioso ante las peticiones de aquel joven. -…Prometo ser su completo servidor. Las personas dentro de la sala no pronunciaban palabra alguna. Estaban dentro de una confusión que no llegaban a comprender del todo. ¿Quién se creía aquel pequeño chico, para creer que Itachi lo tomaría a él como su siguiente compañero de trabajo? El protagonista de aquel momento permanecía en silencio. El rostro consternado ante la decisión y furia del Hyuga era su único enfoque visual, no mostraba algún signo de molestia, ni siquiera parecía estar tentado a tomarle la palabra, solo estaba ahí, neutral. Fue entonces cuando Deidara, apartando aquella paleta roja de sus labios acaramelados se acercó donde el chico ciertamente ofendido ante aquella confianza de acercarse al pelinegro, acerco su mano para apartarlo, pero sorpresivamente Itachi fue quien detuvo su gesto antes de siquiera tocarle el brazo. -Su determinación es de admirarse, joven Hyuga. Es bastante extraño que una persona ajena a nuestro trabajo quiera ser parte de un caso como este sin alguna intención morbosa. -Con brusquedad disfrazada, aparto al rubio de ellos, mientras sus manos apretujaron la contraria en un fuerte apretón, que ocasionó una pequeña mueca en Neji- Entonces, será parte de este caso joven Hyuga, para conocer la causa de muerte de su familiar. -Su nombre es…Hinata Hyuga. -Entonces, bienvenido al caso Hinata Hyuga, joven Hyuga. Neji no lo sabia en ese momento, pero se estaba metiendo en la boca de un depredador.
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