Chapter 2
11 de septiembre de 2025, 21:23
Neji llegó antes de lo planeado a la estación de policías, las profundas ojeras que tenía bajo los ojos eran una interrogativa sin respuesta: tal vez por su primer noche en vela tras reconocer el deplorable cuerpo de Hinata, o tal vez por la hora en que tuvo que despertar para tomar el primer bus a Suna. Probablemente ambas respuestas sean lo correcto, pues los claros ojos del Hyuga tenían pequeñas líneas rojas que dejaban a la vista las lagrimas que dejo caer la noche anterior.
Su garganta estaba seca, el eco de sus propios lamentos lo escuchaba en sus oídos como un cruel recordatorio de su realidad en la cual, su prima ya no está a su lado. Aún el lugar estaba cerrado, y era lógico cuando ni siquiera el sol se asomaba en las colinas arenosas de aquella cutre ciudad que no le agradaba del todo. Miró su teléfono un momento, aparte de los cientos de mensajes que recibía día con día de parte de estafadores que mentían sobre el paradero de la difunta Hyuga, destacaban más que nada los que eran escritos por su novia.
Seguían el mismo patrón todos los días, primero con un tono preocupado, y al final del día las letras que usaba se volvían mayúsculas y denotaban lo molesta que estaba por no haberla visto los últimos 3 días.
Para ser sinceros, siempre quiso a Ten Ten, pero ahora no le importaba nada.
-Vaya, ¿tú no duermes o qué? – la voz que habló con él una noche antes por teléfono se escucho en la oscuridad de aquella mañana. Incluso le erizaba recordar eso.
Levantó la vista, sí, definitivamente era él. Portaba un abrigo negro que cubría la mayor parte de su cuerpo y unos guantes de piel en las manos que sostenían las tintineantes llaves del lugar.
-Buenos días. Estoy comprometido con el caso.
-¿Con el caso o con tú hermana muerta? -El pelirrojo lo soltó con tal simpleza que hizo a Neji apretar un poco sus puños. Es increíble como esos tipos tratan a los fallecidos como una simple cifra más.
-Con ambos.
-Bien, supongo que serás buena ayuda para Itachi- hizo un ademán de que pasara apenas la puerta estuvo abierta, lo cual el de ojos claros acató sin decir nada. Ayer no tuvo la oportunidad de observar bien el lugar, pero a simple vista lucía el paso del tiempo. Las paredes tenían papel rasgado, al punto de moverse apenas una brisa de aire. Las mesas de metal blanquecino comenzaban a tener manchas de oxidación, y las de madera clara se notaban pequeñas astillas.
Las sillas de plástico tenían ciertas partes rotas, apostaría que a causa de alguna persona que no recibió lo que quería y derivo al mal trato al material de la estación.
Sin embargo, al entrar a la oficina de aquellos policías que conoció la noche anterior, existía un inesperado cambio.
Las paredes de madera oscura daban un toque vintage al lugar, no había papel tapiz en ningún lado, solo era lisa y limpia a diferencia de la sala principal de la estación. Tres escritorios de un rojo profundo estaban esparcidos por todo el espacio, y un gran sofá de terciopelo en el centro de todo, arriba de la larga alfombra similar a una nube negra.
Se percibía apenas cruzabas la puerta el aroma de incienso apagado, acompañado de pólvora probablemente producto de la estantería de armas que estaba ahí, y el olor a metal de los gabinetes viejos con papeles y papeles en una de las esquinas del cuarto.
Cada espacio tenía su placa de plata para identificar a quien pertenecía cada espacio. Oficial Deidara Bakuyama y Oficial Hidan Kanzaki. Y fue espectador de como aquella placa de Oficial Sasori Kugutsu era guardada con cuidado en la caja de cartón sobre el escritorio vacío.
-Ahora este será tu espacio. Eres libre de poner lo que quieras- sus dedos acariciaron con suavidad la madera de aquel escritorio vacío. Por la cabeza jamás le paso tener que decorar alguna clase de espacio, en realidad, no esperaba tener uno.
-Gracias.
-No me lo agradezcas, no entiendo aún porque Itachi prefirió a un novato sin experiencia que a otro mejor calificado, pero no me opondré a sus razones, el sabrá lo que hace- el impacto de unos papeles contra su pecho hicieron a Neji retroceder un poco.
El ahora ex trabajador de aquella estación tomo con esfuerzo la caja ahora llena de distintos objetos personales, y antes de irse lo volteó a ver una ultima vez. El pelinegro lo odiaba, que todos en ese lugar tan lúgubre sintieran cero empatía hacia los no vivos, y también, hacia los no muertos.
-Es mi último aporte a esta investigación. Se entrevisto a los dueños del viejo motel en donde encontraron al cadáver- La normalidad con la que hablaba sobre ello le provocaba escalofríos, pero lo peor que podía hacer en ese momento era sentir miedo ante gente de ese calibre, solo se limitó a escuchar y seguir con la mirada los pasos del hombre que se dirigía a la salida- Evitaron llamar a la policía antes porque la habitación estaba pagada por 5 días y 5 noches. Cuando el olor se volvió insoportable para los otros inquilinos fue cuando se comunicaron con el departamento. Su testimonio es que un hombre de aproximadamente la edad de la víctima fue el que solicitó ese cuarto…El nombre del titular de la tarjeta de crédito con la que se pagó esa transacción, esta en esos reportes- Antes de que la puerta se cerrara por completo, Sasori se detuvo.
Una sonrisa ladina y con toque burlón se asomó en sus labios, solo provocando una ira que calmó al clavar sus uñas en los papeles que tenia en las manos.
-Te deseo éxito, novato. Chicos como tú no salen bien de esto.
Y sin más, dio un portazo que dio por terminada la conversación.
Si bien el primer pensamiento que se le venía a la mente era insultar a ese asqueroso sujeto, no era el momento, no cuando tenía parcialmente razón.
Examinó los papeles uno por uno, hasta que el nombre del titular de aquella tarjera que le dijo el pelirrojo estaba doblemente subrayado por un marcador fosforescente.
Kiba Inuzuka.
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-¿Por qué no? ¡Aquí esta el maldito nombre!, ¡¿No deberían encarcelarlo?! ¡¿Qué porquería de policía son ustedes?
-Dos cosas mocoso. Uno, yo pertenezco al equipo forense, me importa una mierda ir a arrestar personas. Dos, por una puta tarjeta de crédito no puedes encarcelar a nadie.
-¡Pero ahí están las pruebas!
-…Neji, lo lamento pero Deidara tiene razón – el tono que Hidan usaba con él era más tranquila y menos golpeada que el rubio quien lo miraba molesto. Lo agradecía, pero no estaba del todo tranquilo. Ahí estaba su numero de tarjeta, la transacción y factura. ¿Qué más esperaban? ¿Qué matara a alguien más? ¿Qué escapara?
No fue su primera opción cuando pensó en un probable asesino, fueron buenos amigos en la secundaria mientras Hinata tuvo una relación secreta con él a escondidas de sus padres. Pero ahora que recordaba mejor, siempre fue un chico temperamental, se dejaba llevar rápido por sus emociones y hacia cosas sin pensarlas primero.
Sí, definitivamente era el culpable. Pero los dos idiotas sentados en los cojines de terciopelo no iban a ayudarle.
La idea fugaz de ir directo con el tal oficial Uchiha sonaba tentadora. Llegó momentos después de que Sasori emprendiera su marcha hacia Italia, pero solo le dedicó un saludo formal y se fue a encerrar en la puerta interna de aquella oficina, la cual tenia un gran letrero metálico con el nombre de “Itachi Uchiha”.
No obstante, si nadie lo ayudaba, ¿Cómo iban a avanzar?
Dejó de escuchar a los dos hombres sentados en el sofá que solo le recriminaban su falta de profesionalidad por querer ir tras el primer hombre sospechoso mientras tomaban su cafeína diaria de aquella vieja cafetera en uno de los gabinetes, se dirigió a su recién heredado escritorio y tomó la hoja arrugada que tenía escrita manualmente el nombre de Kiba, y sin más tocó al vidrio de aquella puerta.
La respuesta nunca llego, ni una afirmativa, ni una negativa. Pero su sangre ya hervía desde la conversación que tuvo con los hombres que llamaba compañeros, así que ser ignorado por su “jefe” no aumentaría el nudo de su estómago. Su puerta estaba abierta, lo pudo notar cuando el seguro de la puerta no se escucho al girar la perilla.
Su primera impresión fue el exótico gusto a los colores tan negros, no solo bastaba con que la infraestructura del lugar fuera oscura, si no que sus carpetas, computadora he incluso ropa estaban bañadas por el intenso y profundo color.
Sin embargo no venía a ver su fanatismo maniaco por la oscuridad, sino a hablar de la detención de Kiba.
-Oficial Uchiha – Los dedos de Itachi dejaron de acariciar las letras del teclado. Un largo suspiro salió de sus labios, provocando al más pequeño apretar entre sus yemas aquel papel que llevaría como prueba. Si bien había prometido ser lo más extremadamente que podía por la memoria de Hinata, no iba negar que le aturdía pensar en molestar a Itachi. -Buenos días, lamento la interrupción, pero el oficial Sasori me dejo información y quiero revisarla con usted.
No respondió nada, postergando así el nerviosismo que tenía Neji desde que entro en aquella oficina. La escena parecía congelada, Itachi mantenía las manos contra las teclas aunque no presionaba ninguna, y el más bajo no se movía de la puerta hasta resolver una respuesta.
Itachi bajo con cuidado la tapa de su computadora. El sonido de ambas partes chocando entre sí hicieron que Neji tragara saliva, al parecer, era su turno de actuar. Sus pies se movieron con suavidad en el suelo tableado. Los ojos del mayor entonces recorrieron con cuidado cada extremidad del contrario, perdiéndose en el rostro pálido del menor quien no podía mantenerle la misma mirada.
Deslizo el papel en su escritorio, pasando a estar del lado contrario a Neji. Itachi la observo apenas, pues sus ojos trataban de encontrar a los del castaño, quien lo evitaba. Lamentablemente, el roce de las yemas de Itachi con sus nudillos le hicieron levantar la vista durante segundos. Segundos donde sintió un extraño cosquilleo en sus entrañas.
Los ojos de Itachi eran terriblemente intensos, guardaban los lamentos de cada persona que fue con el por ayuda, y aun así , con toda esa oscuridad en sus iris resultaba como un fuego atrayente.
Por más que te acerques, te vas a quemar.
Los nudillos no eran lo único que recorrieron sus dedos, pues en sutiles movimientos toco parte de su muñeca, podría jurar que trataba de jalarle hacia su abismo.
Pero por más tentador que sonara, Neji no estaba para eso. Por lo que solo aparto su mano al tiempo que Itachi tomo el papel en sus manos.
-El titular…Kiba Inuzuka, lo conozco, estaba saliendo con Hinata, el puede estar implicado- Fueron milisegundos que Itachi le dedicó al papel pues su vista volvió donde Neji, pero el tono de su mirada era distinta, tal vez una pizca de molestia se escondía ahí. Seguía sin decir palabra, solo conseguía irritar más al Hyuga- Si usted puede, deberíamos ir a recolectar información y tal vez, apresarlo.
-¿Apresar a alguien por su tarjeta de crédito?, ¿Seguro qué estas estudiando criminalística? -Las palabras más largas que había escuchado de Itachi, y toda la atracción que minutos antes pasaron fugaces se desvanecieron al instante.
-Bueno, tal vez arrestarlo no, pero podemos sacar información de él.
-¿Qué nos podría brindar para el caso?, seguramente solo perdió su tarjeta.
-O tal vez es tonto y la uso para pagar el motel.
-En el caso de que sea así, ¿Qué le hace creer que confesara su crimen joven Hyuga?
-¿Y que le hace creer a usted, oficial Uchiha, que no se delatara solo?- el entrecejo de Neji ya estaba marcado ante la frustración, y eso lo podía notar perfectamente Itachi, quien parecía intrigado por lo que decía.- Además, aun no anuncio que falleció, todos piensan que ella solo esta desaparecida.
-Llevo años en esto a diferencia de su inexperiencia. Le dije que no se dejara llevar por sus emociones, las pruebas no siempre son reales, tal vez montadas, si usted cree que la primer persona que encontramos va a ser la culpable, es mejor que su ayuda quede hasta aquí.
-Bien, entonces solo déjeme ir a preguntar si sabe algo sobre si la vio antes. Tal vez nos lleve a la verdad.
-No servirá de nada.
-¿Y que usted este ahí sentado servirá de algo? -las palabras salían como vómito verbal de Neji, y eso ni siquiera le importaba.
Itachi solo alzó una ceja mientras examinó el rostro de Neji que empezaba a ponerse rojo, probablemente por el calor de la discusión, o por lo avergonzado de sus palabras, aunque su mirada decisiva daba más por la primera opción.
-He aprendido bastante así, Joven Hyuga, y es mejor que usted no se deje arrastrar por la ira, o probablemente también acabara muerto – la frialdad de sus palabras no hacía más que aumentar el fuego que se había formado en el interior de Neji.
Ante los expectantes ojos de Neji, el mayor abrió su computadora y volvió a teclear como si la ardua conversación de antes no hubiera pasado.
Y si algo le molestaba al Hyuga, era que no lo tomaran enserio.
Inesperadamente, el computador oscuro de Itachi fue cerrado con fiereza, encontrándose con los ojos inyectados de molestia y decisión inquebrantable de Neji.
-Voy a ir a Konoha Oficial, me encontrare con Kiba y me dirá todo lo que sabe. Voy a demostrarle que sus años de experiencia no lo son todo en esta investigación, porque Hinata Hyuga no va a ser otro puto reporte archivado en su cajón. – Finalizó el castaño antes de salir de la oficina de Itachi, quien entre sorpresa e intriga, no pudo evitar esbozar una sonrisa curiosa.
Fascinante.
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La vida es muy corta para pensar en pequeños detalles, salvo que esos pequeños detalles te traigan recuerdos nostálgicos que se instalan en tu cabeza tal cual fue el caso de Neji. Llegar a ese pequeño barrio en medio de la gran ciudad de Konoha le inundó la cabeza de memorias que ahora se convierten en un tesoro viviente.
El viejo barrio “8” como lo llamaban los habitantes de este para referirse al número de residentes que ahí viven, fue el hogar donde cuando apenas eran unos niños Hinata y él pasaron sus mejores años junto a sus padres. La primera casa que observó apenas entro en el lugar, fue un golpe justo en el pecho. Ya no era como la recordaba, tan blanca y con el jardín finamente cortado por su madre, sino que las paredes eran adornadas con horrendos grafittis y el pasto se comía cada flor que seguía en pie.
Deplorable y triste para el interior del pequeño Neji Hyuga. Parecía que nada de lo que considero lo más importante en su vida se mantenía bien, o con vida.
Las ventanas de su habitación rotas que permitían ver el interior desolado, por su mente paso la pregunta fugaz de si los dibujos que Hinata pintó de pequeña seguían en esas sucias paredes, si algún delincuente los había manchado con tinta de aerosol, o si algun tonto pensaría que eran parte de un fantasma.
Fantasma.
Si Hinata fuera un fantasma justo ahora, esperaba que su paraíso fuera en esa misma casa mientras jugaban en el jardín, porque ahí quería acompañarla cuando a él le llegara su hora de dejar ese maldito mundo.
Sus brazos no pudieron evitar rodearse en un abrazo, ahora le tocaba lidiar con ese dolor solo, y hacer que su querida Hinata tuviera la paz que se merece.
No quería dejar de mirar esa vieja casa, pero era hora de enfrentar la verdad, por lo que lentamente miro a la casa que estaba apenas a unos metros, la cual le pertenecía a sus antiguos vecinos, la familia Inuzuka.
Apenas había llegado a la puerta, y los ladridos de un perro le recibieron al instante. En su mente la imagen fugaz de Hinata pidiéndole que le acompañara a la casa de Kiba porque le aterraba que su perro Akamaru la mordiera le provoco una sonrisa apenas visible. Dudoso de lo que haría, toco con suavidad la madera recién pintada en un café roble, apenas unos minutos después, escucho los regaños que le daban al peludo, y los pasos acercándose a la puerta.
-¿Neji? -fue lo primero que dijo el castaño al verlo. Si bien el mencionado sabía las razones de su visita, y que probablemente fuera el culpable de la muerte de su hermana, el reencuentro con su viejo amigo le lleno el pecho de una calidez extraña, incluso nostálgica- Que sorpresa, tiene años que no te veía viejo.
-Kiba, lo sé…¿Cómo has estado? -La amabilidad jamás había sido su fuerte, pero si quería llegar al fondo de todo, tenía que tener la confianza de su posible culpable. -Necesito hablar contigo de algo.
-Lo que quieras amigo, pero antes de eso- Un silencio de duda se hizo presente en el ambiente, Kiba miro un momento sus manos que comenzaban a sudar, y después al chico frente a él- ¿Ya encontraron a Hinata?
El aire parecía atorarse en su garganta. Si bien la búsqueda de Hinata se hizo conocida por toda la ciudad, nadie le había preguntado antes sobre su había sido exitosa su búsqueda. No era capaz de admitir su cruel desenlace, y mucho menos mentirle a esos ojos que le miraban con esperanza, Neji solo se limitó a mirar a otra parte, a un punto ciego para poder contestarle.
-Aún no, sigue desaparecida, de eso te quería hablar Kiba – Juraría que sus ojos se cristalizarían ante esa situación, por lo cual solo los cerró con fuerza y volvió a verlo directamente- Estoy cooperando con la policía para encontrarla.
-Oh…-La forma en que Kiba bajo la vista desanimado la sintió como un reflejo suyo de cuando recibía negativas sobre saber su paradero. La sensación de que ambos sufrían del mismo sentimiento era algo que se incrustaba en la mente de Neji, pero eso podría querer hacerle creer un posible asesino, así que se mantuvo firme- ¿Entonces necesitas algo de mí?
-Encontraron que rentaste una habitación en Suna…un hotel donde vieron a Hinata.
Su rostro desconcertado fue la primera reacción que tuvo el castaño, ligeramente su cuerpo se hizo a un lado, permitiendo a Neji entrar a su morada.
Al parecer, seria una plática muy larga.
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El humeante humo del té en la pequeña mesa de la sala era lo único que Kiba veía. Permanecía en silencio analizando la situación en la que parecía estar metido. Por su parte, el investigador no quería siquiera abrir la boca, tal vez no estaba listo para afrontar la realidad de lo que pasaba, y le daría su espacio para comprenderlo.
Aunque no quisiera, los espíritus de lo que alguna vez fue lo perseguían a cualquier lado que miraba. La cocina en la que muchas veces Hinata se metía a preparar pastelillos junto a la madre de Kiba. Las escaleras donde atrapó a su prima dando su primer beso con el castaño cuando recién cumplía 15 años. La sala hecha un desastre en cada una de las fiestas que Kiba montaba. Todo era un recuerdo que lo enterraba más en el dolor de su propio mártir.
Si pudiera, mantendría los ojos cerrados en aquel interrogatorio, pero no era muy profesional de su novata parte.
-…Yo -La voz del más alto hizo acallar a los pensamientos de Neji, dirigió su vista solo a él, como señal de que lo escuchaba- Solo tenía una tarjeta de crédito. Pero la perdí.
-¿La perdiste? – conveniente pensó el de cabellos largos, tal vez se había confiado demasiado y realmente estaba involucrado.
-Sí. La perdí hace unas semanas, pero yo…-un inesperado quiebre se pudo notar en la voz de Kiba, mientras se hundía aun más en el sofá de su hogar- vi a Hinata una última vez.
Hace unas semanas, si ese era el caso, entonces lo de su tarjeta fue mucho antes de que siquiera ella desapareció. Sus dientes atraparon su labio pensativo, al parecer había más cabos que armar.
-¿Cuándo la viste por última vez?
-Te lo diré, ¿sí?, pero cuando la veas. No le digas que te dije -Sus dedos tantearon en su taza de té, la cual era su punto fijo- Yo la busqué, para arreglar lo nuestro.
-¿Ustedes no terminaron hace tiempo? -Parecía que Neji había dado en el clavo, pues el acanelado comenzó un incesante movimiento con su pierna en el suelo.
-Ya se- guardó silencio un momento, tratando de reformular sus palabras- Terminamos, pero creí que ella podía darme otra oportunidad.
-¿Por qué lo haría?
- ¡Porque la amo carajo! -fue el golpe estruendoso de la taza de té contra la mesa lo que hizo a Neji saltar un poco en su lugar. No era de sorprender los cambios de humor repentinos de Kiba, pero si debió pensar un poco antes de ir el llevar a alguien consigo por cualquier situación- ¡¿No es suficiente con eso!? ¡¿Cómo crees que me siento después de que la mujer de mi vida, me termino por un puto cantante de mierda?!- lágrimas comenzaban a resbalar en contra de la voluntad del hombre acompañadas de su fuerte voz quebrandose a cada palabra.
Sus manos apretaron con fuerza la taza que comenzaba a enfriarse por el paso de los minutos. En el tiempo que llevaba conociendo a Kiba era la primera vez que se derrumbaba de esa forma, y no creyó que fuera por su prima. Tal vez seguir con eso solo aumentaría la ira del hombre, pero de verdad necesitaba recolectar toda la información que pudiera, aunque implicara terminar con un ojo morado o sangre en la nariz.
-…¿Por qué terminaron en primer lugar? -apreciaba que Kiba tratara de calmarse, sus dedos apretaban con fuerza el puente de su nariz y respiraba profundo. Pasaron unos minutos antes de que volviera a su lugar, intentando regular esas emociones tan fuertes.
-Ella dijo que conoció a alguien – mascullo Kiba, sus manos jugaban entre sí en un intento de tranquilidad desesperada- me dijo que yo era demasiado intenso para ella.
Y por lo que recién paso, le daba la razón a Hinata.
-Al principio creí que estaba con sus jodidas bromas de mal gusto- dio un gran sorbo a su té, terminando por recostar su cabeza en el sofá y mirar al techo- pero cuando la ví, estaba en la puta fiesta de Choji coqueteando con el imbécil de Naruto.
El flashback que tuvo Neji en ese momento empataba con lo que relataba Kiba, recuerda esa misma noche en donde ambos chicos comenzaron a golpearse afuera de la casa de Choji, incluso tuvieron que entrar dos tipos para separarlos.
-¿Buscaste a Hinata por qué estabas molesto?
-No solo estaba molesto…-el murmullo del castaño se escuchaba ya como un grito lastimero en lo profundo de aquel joven tan temperamental- Estaba decepcionado, triste. ¿Sabes?, es una mierda. La persona con la que esperas pasar el resto de tu miserable vida, con la que planeas una familia, simplemente un día se va. -Un largo suspiro salió de sus labios, antes de que continuara con su relato- Intente hacerla entrar en razón. Naruto es una porquería Neji, él jamás le daría el lugar que se merece, es un mujeriego de porquería. ¿Qué le esperaba a mi princesa con él? Un puto martirio.
Ya no era más un dialogo, Kiba se mantenía en su propio monólogo ante la mirada atenta de Neji.
-Intente hablar con ella una, y otra, y otra vez. ¿Sabes lo que hice por ella?, deje las drogas amigo, las alucinaciones que vivía con esas cosas dentro de mi sistema eran las mismas que sentía con Hinata. A su lado me sentía vivo, me sentía feliz sin tener que dañar mi cuerpo. Hinata es mi vida entera, felicidad pura… se supone que esas cosas del amor verdadero te dicen que si amas debes dejar ir, pero ¿Cómo hago eso?, ella merece algo mejor que Naruto, y yo cambiaria hasta de apellido por ella. Tu nos conoces amigo, a los tres, ¿crees que Naruto le dará el lugar que merece? Nunca. El no sabe apreciar sus besos, ni siquiera sus abrazos o sus sonrisas. Apenas pasaron tres días de verlos coqueteando y encontré a Naruto casi cogiéndose a Ino. ¿Cómo puede hacer algo así teniendo a mi Hinata loco por él?
El rostro de Kiba ya estaba lo suficientemente rojo, desconocía si era por la ira de sus palabras, o las ganas de derramar lágrimas de nuevo. La taza que tenía en las manos termino estrellándose en la pared, asustando incluso a Akamaru que dormía a un lado. Sus manos pasaron a sostener su cabello con fuerza, recargándose en sus propias piernas.
-Se lo dije, no podría ocultarle algo así jamás. Tuvimos algunos encuentros después de eso, pero ella se negaba a volver conmigo porque decía que Naruto iba a cambiar. -La risotada llena de ira y tristeza hizo eco en los oídos de Neji- No se si eso fue verdad, pero parecía que estaba loca por él. Traté de comprenderla, ¿Por qué le gusta tanto?, incluso aprendí a tocar la guitarra para impresionarla, pero al parecer el puto problema era yo.
Pasaron algunos segundos antes de soltar un largo suspiro. De su bolsillo sacó un cigarrillo que llevó a sus labios. Era mejor antes de seguir destruyendo su propia casa.
-…La última vez que la vi- murmuro mientras encendía aquel pequeño objecto y lanzaba el encendedor contra la mesa- tuvimos sexo. Ella dijo que era la “despedida”, no pensé que fuera tan literal- dio una larga calada intentando ocultar sus ojos que comenzaban a cristalizarse- pero bueno, dijo que ya comenzaría una relación enserio con Naruto. Le rogué que no se fuera, que haría cualquier cosa por ella, incluso me puse a sus pies pero – el humo broto de su boca, causando una mueca en Neji quien comenzaba a asquearse por el tabaco- No me hizo caso, y se fue, después de eso vi tus publicaciones de su desaparición.
Los ojos de Neji no pudieron seguir mirándolo. Si bien sus suposiciones de Kiba eran reales, que era un temperamental que a veces no controlaba sus acciones, ahora realmente dudaba que fuera un culpable.
Lo había visto crecer como un hermano: testarudo, fuerte y torpe a la vez. Podía pelearse con todos e insultar a cada persona que se le parara en frente. Pero jamás dudo del fuerte amor que sintió por Hinata.
Sus ojos siempre estuvieron llenos de devoción por ella, y tenía razón Hinata en que era muy intenso, pero esa intensidad lo llevó a amarla con una locura incomprensible para muchos.
Tosió un poco ante el impregnante olor del tabaco, pero Kiba ni se inmutaba. Talló sus manos, tratando de formular las últimas preguntas.
-¿Te dijo algo en sus encuentros que creas de utilidad?
Los ojos en blanco que Kiba puso le hicieron entender que estaba cansado de ese asunto, pero parecía tratar de recordar algo. Elevó sus pies en la mesa, mientras su vista volvió al techo perdido en sus propios pensamientos y emociones.
-Cuando perdí mi tarjeta, ella menciono que sentía algo extraño.
-¿Extraño? -Kiba asintió dando una calada más en el desgastado cigarrillo.
-Como si la siguieran.
Los ojos de Neji se abrieron con sorpresa. Se levantó con rapidez de su lugar y cruzo la barrera invisible que había entre ambos, quedando a un lado del contrario que parecía romperse cada vez más.
-¿Cómo que la seguían?
-No lo sé, dijo que se sentía vigilada algunas veces. -mascullo sin ver a Neji, aunque lo tenia a un lado- Incluso pensó que esa persona que la veía, fue quien tomo mi tarjeta. No lo se, tal vez solo era un ladrón de mierda y ella se confundió.
Pero el de cabellos largos sabía, que si su prima se sentía así, no era por algo tan simple.
Su mente comenzó a conectar ideas: La persona culpable de la muerte de Hinata sabía su historia amorosa, sabía de Kiba. Por ello si lograba robar su tarjeta y registrar una compra bajo su nombre, todos sospecharían del temperamental de su ex novio.
Pero algo estaba ahora seguro, el sujetó que estaba tirado en el sofá completamente roto, no tendría el cerebro para planear un asesinato a ese nivel, y menos con la única mujer que amo en los últimos 6 años.
-Cuando te vayas – hablo Kiba, quien se mantenía ajeno de los pensamientos de Neji- Cierra la puerta por favor, no quiero que Akamaru se salga. Dime de inmediato cuando encuentren a Hinata, quiero verla otra vez.
Su pecho dolió ante esa petición, porque sabia que en esta vida no se lo podría conceder.
Salió en silencio de la casa, antes de cerrar por completo la puerta dio una rápida vista al hombre roto que dejaba atrás. Al parecer no era el único que lidiaba con la pérdida de Hinata, y eso lo hacia sentir con menos peso de la carga que tiene en los hombros. Por un momento desearía ser él, y creer que en algún momento su princesa va a regresar.
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Al parecer la conversación con Kiba fue bastante larga, pues el cielo ya estaba pintado de colores oscuros. Su camino apenas era iluminado por los faroles que adornaban las calles del barrio 8, y el frío comenzaba a calar en sus huesos, pero no le importo.
Estaba lo suficientemente metido en sus pensamientos, la ferviente plática que mantuvo con Kiba terminó por quebrar la poca frialdad que hasta ahora se había formado en su corazón. La manera en que se rompió hacía la breve mención de Hinata hablaba de lo mucho que la amaba, y lo mucho que le afectaba su desaparición.
Mordía su labio con fuerza, con rabia contenida ante su ignorancia. Kiba no pensó en ningún momento el cruel destino de su prima, probablemente cree que escapó a otro lugar. El peso de la verdad lo estaba matando, aplastando poco a poco y provocando que sangrara por dentro, ¿Cómo se pondría entonces el castaño cuando se entere de la verdad?, ¿lo tomaría de mejor manera con él? O…¿podrá seguir en este mundo con el dolor de la perdida?
Sus lagrimas comenzaron a salir ante los recuerdos de las breves platicas que tuvo con Hinata acerca de su relación con él. Lo bello que sus ojos brillaban ante la mención de concebir hijos y casarse con el hombre que amaba. Incluso cuando le pidió ser él quien la entregara en un altar.
Y ahora, jamás le cumpliría esa promesa.
Sus ojos inundados en pequeñas lagrimas le impidieron seguir su camino, apenas pudo abrazarse a uno de aquellos viejos postes de luz y comenzar con los sollozos que llevaba tantas horas reprimiendo.
Estaba siendo demasiado, y odiaba que después de todo, esos oficiales de pacotilla tuvieran razón.
Las deslumbrantes luces que se clavaron contra sus ojos le hicieron abrirse poco a poco, al parecer frente a él una camioneta estaba parada, pero no se molesto en moverse, pues sus propios sollozos se lo impedían.
Podía ser alguien bueno, o alguien malo. ¿Qué más da?, si de esa forma puede llegar a estar junto a su prima, ya no le importaría que fueran malos.
Escuchó como se detenía, como abría la puerta y los pasos de alguien acercándose, pero no se inmuto en levantar la vista, solo cuando sintió algo cálido en su espalda fue cuando se digno en ver atrás.
-…Oficial Uchiha…
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-¿Mejor? – Itachi miraba al frente en el asiento de piloto. Dejo que él más pequeño descargara todos sus sentimientos en un llanto silencioso que no se atrevió a interrumpir apenas subió al auto.
Neji limpio con pereza sus lagrimas con el dorso de aquella gabardina que minutos antes el de cabellos negros puso en su espalda, y con desconfianza volteó a ver el perfil contrario, con su mirada llena de culpabilidad.
-Lo lamento, usted tenía razón – Guardo silencio para dejarlo hablar, pero al recibir silencio, decidió continuar- Kiba no es el culpable, le robaron la tarjeta de crédito.
-¿Cómo estas seguro de que no te mintió?
-Porque un hombre roto no puede mentir- sentenció Neji con una voz apenas audible, bajó la vista hacia sus manos, que tenían marcas de sus propias uñas por la fuerza que uso para reprimirse con Kiba- Además, el no sabe que Hinata está muerta.
Su vista paso al frente, acompañando al mayor a mirar a la oscuridad de la noche apenas alumbrada por las estrellas. No entendía porque aunque estaba acompañado, irónicamente se sentía solo.
-¿Sabe cuánto amaba a Hinata? – espetó Neji. Nunca fue un hombre de muchas palabras, pero la necesidad de acallar su mente llena de recuerdos dolorosos era dejándolos ir desde su propia voz- Cuando éramos pequeños, yo la cubría para que se fuera con Kiba, se la pasaban horas juntos, una vez casi la descubren y termino cayéndose por la ventana cuando intento escapar. -La voz se atoro en su garganta, sentía como se fue convirtiendo en un hilo-… le dije que nunca la ayudaría de nuevo y que jamás volvería a ver a Kiba pero…no pensé que pasaría de verdad- no quería volver a llorar, pero era casi imposible hablar sin hacerlo.
Talló con fuerza su rostro con el torso de sus manos, desesperado de parar esas lagrimas y el dolor que se formaba en su pecho, siendo admirando en silencio por Itachi, quien solo lo dejaba hablar.
-¿Cómo hace usted?
-¿Hacer qué?
-Este trabajo…sin que le duela.
-A mí no me duelen las personas que no conozco, ¿eso responde tu pregunta?
-¿No se imagina que sea algún familiar?...¿acaso no tiene familia?
-La tengo- Por fin se digno a ver al más bajo, quien le miraba expectante de sus palabras- Y aprendo a partir de los errores de los demás como cuidar a los míos.
El cabello que Neji amarró esta mañana en una coleta comenzaba a caer por su rostro ante lo cabizbajo que estaba, pero parecía no importarle en lo absoluto.
-El amor que llegas a sentir por alguien es muy raro, ¿no cree? – una pregunta bastante fuera de lugar y a la vez tan acertada, parecía que Neji estaba bastante vulnerable.
Inesperadamente para Neji, el tacto de unos largos dedos pasando por su rostro le hicieron estremecer, levanto la mirada para encontrarse con los ojos negros de Itachi clavados en él con una emoción que le hicieron estremecer.
Con cuidado, sus cabellos fueron colocados tras su oreja de una forma tan delicada como si se tratara de un fino muñeco de porcelana, para después acariciar con cuidado el filo de su mandíbula hasta su mentón, movimiento que causo que alzara su rostro hasta donde el contrario.
Podía sentir su aliento lo suficientemente cerca, el aliento a whisky y tabaco le estaban embriagando tanto que le hicieron perder a el mismo el suyo. Sus ojos pasaron de los contrarios a su boca, que apenas susurro algo que le hizo sentir un nudo en el estómago.
-El amor es lo que te mantiene vivo Hyuga, y ansioso del mañana. Es un abismo de donde difícilmente sales.