¡Que los cumplas feliz,
Que los cumplas feliz,
En tu día dichoso,
Que los cumplas feliz!
Observo la torta de cumpleaños frente a mí con las velas encendidas. Levanto la vista y mi madre me sonríe. Papá está aplaudiendo detrás de ella mientras hace gestos divertidos con su rostro. Mis hermanos están aplaudiendo y chiflando para animar el ambiente, además de tamborear por sus muslos como si fueran a tenderme una sorpresa. El pecho me arde de alegría y siento una sonrisa ahogada con carcajadas. El amor se desborda de mi pecho adolorido. Recibo con ambas manos el pastel mientras pido un deseo. Volver a ver a mi familiay soplo. La vela no se apaga. Qué raro. Lo vuelvo a hacer. No sucede. Levanto la vista y mi padre ya no está. —¿Dónde está papá? —Apaga tu vela Aloise —dice mamá aun emocionada. No se ha percatado de que papá no está por aquí. Mis hermanos voltean a todos lados buscando algo por un momento, luego su atención vuelve a caer en mí. —¿Y papá? —repito y ellos finalmente parecen entender lo que estoy preguntando. Sus rostros caen en picada y un agujero negro consume todo a mi alrededor. Mi mamá mira para abajo y antes que pueda consolarla, uno de mis hermanos desapareció. ¿Qué? Por la periferia veo que también mi mamá. No. No, no, no. Camino hacia mi único hermano que queda y parece que nunca logro alcanzarlo. Estiro la mano para sujetar su remera— Y Keon me toma la muñeca. Abro los ojos al instante. El crujir del barco me tranquiliza poco a poco, mientras siento las sabanas y a Ace a mi lado, durmiendo. Trato de acompasar mi respiración pero la imagen vivida de mi familia se me atora en la garganta. Los extraño, me persiguen todos los días en las cosas cotidianas y a veces hasta en sueños. Es demasiado doloroso, me desgarra por completo y tengo que mirar a Ace o a Aric para comprender en qué presente estoy viviendo. Y es que cuanto más pasa el tiempo, más recurro a mi memoria. Uno no lo supera con el tiempo, sólo convive con la idea. Es como una herida mal curada: algunos días no eres consciente de que está ahí hasta que un mal movimiento hace que el dolor y la sangre fluya de él. Estoy bien. Puedo soportarlo. —¿Qué pasa? —murmura Ace dulcemente. —No me hables así. —digo a duras penas, aguantando todo lo que puedo. —¿Así cómo? — me mira en silencio, dejándome respirar — Ven — dice envolviéndome en sus brazos con delicadeza—, no llores. ¿Qué pasó? Me aferro a él mientras lloro en silencio. Sus manos ascienden y descienden acariciando mi cabello tratando de alguna manera hacerme sentir mejor. Me duele, me arde quema toda la garganta. Pasan los minutos y con ellos los miles de besos de Ace en mi frente para al fin poder calmarme lo suficiente. Me limpio las lagrimas con las manos y el me arregla el cabello de mi rostro. —¿Ya estás mejor? Asiento. —Soñé a mi familia —La caricia en mi mejilla hace que se reconstruya el muro que dejé caer. Lo abrazo del cuello y me apego a él —pero ya me siento mejor, gracias a ti. —¿Quieres hablar de eso? —No lo sé —suspiré—. Soñé que estaban festejando mi cumpleaños. Era un lindo sueño, pero el choque con la realidad... —Entiendo —suspira y me aprieta más a él. —Al final no pude evitar soñar con Keon. Su mano se detiene en cuanto lo digo —Eso es algo que podría haber evitado. —Claro que no —digo alejándome para ver el rostro. No parece convencido—. No podías haberlo sabido, ya hablamos de esto. —Igual me siento un poco culpable ¿okay? No quiero que te pase nada como para que —se calla. —Para que qué. —Cómo para que te arrepientas de estar aquí. —No me arrepiento de estar aquí —digo enderezándome en la cama. —Sí, ya sé— —No. No lo sabes —digo y el se endereza tambíen a mi lado —. Jamás me arrepentiré de estar contigo, de tener a Aric. Ustedes son mi familia Ace. En algún punto de mi vida en mi mundo, me iba a separar de ellos y hacer mi camino. Aunque nunca esperé que fuera de esta manera — digo bajando la cabeza—. Sólo los extraño a ellos, no extraño mi mundo. No dice nada a mi lado. Volteo a mirarlo y está pensativo. —Hablo en serio Ace. —Sí, lo sé. Le tomo el rostro con las manos para que me mire a los ojos —Conocerte a ti y vivir contigo es un milagro tan maravilloso que no lo cambiaría por nada. No sabes lo agradecida y bendecida que me siento en poder existir aquí —digo sonriéndole. —¿En serio es la gran cosa? —Oh, no tienes idea. Amo este mundo. —Pero amas estar más con nosotros. —dice mirando más allá donde se encuentra descansando Aric. Asentí y acerqué su rostro al mío. —Amo a mi pequeña familia. . . . Creo que jamás dejará de maravillarme. Samerah, quiero decir. Majestuosa en medio de la isla con sus hojas danzando por el viento. —Cuídate Aloise —dice Eugene. Sujetandome de los hombros—. No hagas nada imprudente ¿de acuerdo? Sigue ejercitando tu brazo. —Lo haré. Tu también no olvides descansar entre turnos. Ella me sonríe aceptando la culpa. Algunos del hospital, familiares y conocidos de los chicos han venido a despedirnos. Están felices por vernos partir pero el sentimiento de separación hace que todo se sienta ligeramente solitario. El abrazo de Eugene me quiebra un poquito pero correspondo de igual manera a su cariño. Nunca se hace fácil dejar atrás a alguien y las despedidas siempre fueron un martirio para mi sin embargo estoy aprendiendo. Sigo aprendiendo a permitirme amar y salir lastimada, porque duele querer. Es un dolor cálido cuando es correspondido y me hace sentir viva, me hace sentir que existo aquí y otros sienten lo mismo por mi. —No llores cariño —dice Eugene riéndose de mí. Yo le niego con la cabeza. Veo a Ace estrechar la mano de Owi para darle después un medio abrazo. Saluda poco después a los padres de Noel que le miran emocionados con las lagrimas cayendo por sus mejillas. Sus palabras de agradecimiento no dejan de escucharse y él los tranquiliza lo mejor que puede. —Recuerda evitar usar tus poderes. No dudes en volver aquí si me necesitas, aunque estemos en contacto por cartas vuelve pronto ¿sí? —Lo intentaremos —no puedo prometerle nada. Asiente dos veces y vuelve a abrazarme. Veo a Trevor acercarse a nosotras para despedirse de mí. —Cuídate Trevor. No causes problemas a tus padres ¿de acuerdo? —¡Eso es un hecho! —dice como si hubiera sacado un tema innecesario—. ¡Les deseo mucha salud y felicidad! Me río encerrándolo en un abrazo. Voy a extrañar a este chiquillo problemático. —¡Recuerde que ha empezado su camino como una leyenda! Ace voltea malhumorado hacia nosotros. Sigue sin hacerle gracia los comentarios del doctor Craus. Se acerca a mi a darme unas palmaditas para animarme. —Pues espero ya termine mi camino de ser leyenda con esta herida. —Tonterías —dice divertido—. Ahora empieza lo bueno. Que no sea alguna profecía. Me despido de los familiares de Noel asegurándoles que lo cuidaría como si fuera mi hijo, lo cual no es ninguna mentira ya que lo adoro con todo el corazón. Es el chico más sensible de los tres y cuidaré su nobleza toda mi vida. Veo a Zena y Elijah despedirse de la familia de Trevor. Son un montón de abrazos entrelazados encimados y entiendo la razón. No quieren soltar a la familia que los ayudó todo este tiempo. Por último, decimos adiós con las manos a todos los presentes subiendo al barco. Ace, Faber y los chicos ayudan para desamarrar y finalmente zarpar hacia un nuevo comienzo. Samerah se va alejando y los recuerdos de todo lo que hemos vivido se desarrolla frente a mis ojos. Casi dos años y meses desde que llegamos por Ellie y que conocimos a gente maravillosa. Aunque jamás esperé que nos encontremos con la fruta Yuki Yuki ni que volveríamos a relacionarnos con Doflamingo. Suspiré al recordar las calles y callejones de esta isla, que cuidó de mí y se aseguró de que mi hijo llegara sano y fuerte. Como Samerah será alto, tenaz y poderoso, arrasando con ferocidad por donde vaya y saliendo victorioso ante cualquier dificultad. Ese será el espíritu de mi hijo, Samerah me lo ha revelado. Escucho las pisadas detrás de mí y sonrío. Tendré a dos hombres cuidando de mí y llenándome de amor, por eso sólo puedo decir gracias. Gracias por todo Samerah. —¿Vas a extrañar la isla? Volteo a mirarlo sonriendo —Creo que después de todo sí.