ID de la obra: 761

Reinvención

Slash
PG-13
En progreso
0
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Midi, escritos 14 páginas, 4.820 palabras, 2 capítulos
Descripción:
Notas:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Solo espera y ve

Ajustes de texto
Qué. Carajos. Evan.  

Lo sé.

  No, no creo que lo sepas  Te escribes una extraña carta sexual a ti mismo Se la lleva Connor Connor tiene un intento de suicidio  ¿Conclusión de todo eso? Tú y Connor estaban de novios y él quiso matarse por ser un gay incomprendido... ¿Puedes explicarme cómo PASARON DE UNA COSA A OTRA?  

No tengo idea 

No fui yo

Fueron los padres de Connor

  Y tú no los desmentiste  

No era así de fácil...

Ni siquiera me dejaron hablar

Y ya sabes cómo soy...

  Sí, sé cómo eres Bueno, tendrás que arreglar esto antes de que Connor despierte y quiera matarte  

A menos que...

  ¿A menos que Connor no despierte? Oye, eso es muy cruel  

NO

No me refería eso

Me refería a que tal vez Connor lo entienda

  ¿Entienda que te inventaste una relación ficticia entre ustedes dos?  

Al menos no me inventé que es gay

Aparentemente sí lo es

Quiero decir, yo no lo soy, pero no me molesta que piensen que lo soy

  ¿Estás seguro?  

¿Ah?

  O sea, ¿estás seguro de que no eres gay?  

...

No lo soy

  ¿Ni siquiera eres bisexual o algo así?  

¿Por qué quieres que sea parte de la comunidad LGBT?

  Solo pienso que es más fácil mentir cuando hay algo de verdad en lo que dices  

... tienes un punto

No lo sé 

No lo he pensado mucho

  Pues no debes ser muy heterosexual si no te molesta fingir una relación con otro chico Solo digo Aunque en realidad deberías cortar esto de raíz cuanto antes  

¿Eso crees?

  ¿Bromeas? Entiendo, no se lo dijiste a los padres de Connor al inicio  Pero no puedes dejar que esto continúe  

Tienes razón

  Lo sé, siempre la tengo :)  

Así que supongo que iré a decírselos en el hospital 

  Maldición, Evan, no No vayas Vas a estropearlo Solo envía un correo y ya   Y sin embargo, Evan ignoró los últimos mensajes, inhalando y exhalando con fuerza y apretando los labios en una línea recta, observando sin mirar la pantalla de su laptop. —¿Estás ocupado? La intromisión de su madre era tan repentina y abrupta como siempre. O tal vez solo era que Evan estaba acostumbrado a su ausencia. Se sobresaltó y, por instinto, cerró la laptop con innecesaria rapidez y fuerza. Supo que eso solo le hacía lucir sospechoso, por lo que agregó: —Solo estaba hablando con Jared. Su madre esbozó una sonrisa y se recargó contra el marco de la puerta. —Escuché que uno de los estudiantes de tu escuela tuvo un accidente —dijo sin tapujos. Lo miraba con rastro de duda—. ¿Lo conoces? Creo que se llama Connor... —Eh, no... Perfecto, más mentiras. Por fortuna, su madre no hizo otra pregunta y solo asintió, suspirando. —Solo me preocupaba que estuvieras inquieto por eso... Me enteré porque una compañera mía estuvo durante el turno en que lo atendieron en cuidados intensivos. No estuvo ahí mucho tiempo y se lo llevaron a una sala privada, pero igual... debió ser traumático. —Hizo una breve pausa y la cara se le tornó seria—. Escuché que piensan que fue un intento de suicidio. —Oh... —Evan no tenía idea de qué decir—. Qué mal. Su madre hizo una pausa, dejando que el silencio incómodo (que solo era incómodo para Evan) llenara el cuarto. Luego sus ojos se fijaron en el brazo de Evan y parpadeó varias veces, añadiendo: —¿No fue ese Connor el que te firmó el brazo? Dijiste que no lo conocías. —¡Ah! Es que... este es un diferente Connor —se apresuró a aclarar, desviando la vista y fingiendo que de repente le interesaban las manchas de humedad en la pared contigua a su cama—. Al otro no lo conocía. —Ya veo... —Su madre acabó por restarle importancia al asunto y cambió el tema—. Hace tiempo que no hacemos una noche de tacos. Evan titubeó. —Ah, cierto... —Podría tomarme el jueves libre y hacer una. —No es necesario, de verdad... —No, pero está bien, yo quiero. —Ella le mostró una sonrisa entusiasmada—. Y también, ya sabes, podríamos hablar de las becas para la universidad. Era verdad. Evan casi había olvidado que su madre mencionó esas becas de ensayos y escritos a las que podía aplicar. Dudaba que fueran a servir de algo, puesto que tenía la impresión de que ella sobreestimaba su creatividad y habilidades; y sin embargo y como siempre, no pudo decirle que no. Del mismo modo, justo ahora solo sonrió nerviosamente y la miró irse del cuarto. Al quedarse solo, logró permitirse soltar un hondo suspiro y mirar su laptop de nuevo. Todo estaba mal. Estaba yendo muy mal.   . Evan no sabía qué estaba haciendo ahí. Es decir, sí lo sabía, pero también sabía que estaba mal. Debió haber escuchado a Jared cuando le dijo que no se apareciera en el hospital y se limitara a dejar un correo que dijera "¡en realidad su hijo y yo no estamos juntos y ni siquiera nos conocemos! La carta fue un error, gracias". Pero no, ahí estaba, porque al parecer no sabía cómo quedarse de brazos cruzados. El día se le había hecho eterno a más no poder. Y más cuando esperó a que su madre se fuera y luego salió disparado hacia el hospital de la dirección que el Sr. Murphy le había anotado. Por unos momentos le aterró que fuera el hospital donde trabajaba su madre (pues ella mencionó que una compañera suya atendió a Connor en cuidados intensivos), pero se alivió al descubrir que se trataba de un hospital privado en una calle totalmente diferente. ¿Por qué estaba ahí? Siendo honesto, él tampoco estaba seguro del motivo. Tenía un nudo en la garganta y no dejaba de recolocar las flores que había comprado... Es decir, había comprado flores para la familia, ¿no era eso lo más apropiado? Aunque ya estaba arrepintiéndose porque el papel que las envolvía se había vuelto pegajoso por el sudor de sus manos. ¿Estaba sudando? Debía ser por los nervios... ¿Y por qué estaba nervioso? Bueno, no, en realidad sí tenía un punto para estar así: solo se estaba dirigiendo al hospital con el propósito de decir la verdad. Lo ensayó varias veces en su cabeza y repasó las líneas. Él diría: "Tengo que hablar con ustedes... sobre la carta". La Sra. Murphy diría: "¿Qué pasa con eso?". Él contestaría: "En realidad todo fue un malentendido. Yo escribí la carta y no Connor... Ni siquiera somos amigos". Y luego se iría. Sí, eso sonaba bien. Los padres de Connor no tenían por qué ofenderse considerando que nada de esto era culpa de Evan. No era su culpa que Connor se hubiera llevado su carta. No era su culpa que sus padres hubieran llegado a conclusiones erróneas en base a una lectura rápida y poco profunda. Y si ellos se ofendían, entonces no sería problema de Evan y, de todos modos, la vida no se detendría. Se convenció de esto durante el viaje en autobús y, una vez bajó de ahí y observó la parada delante del hospital, tragó saliva en seco y sintió que las piernas le temblaban como gelatina. Abrió los ojos de par en par y sus manos afianzaron el agarre en las flores que sostenía. Así caminó hacia el interior del hospital. Le dolían las rodillas por la tensión que ejercía sobre sus músculos, mas lo ignoró mientras esperaba ahí y llamaba al número de Larry con su celular, esperando incómodamente en la recepción.  Inhaló y exhaló el olor a desinfectante que prodigaba aquel ambiente, ignorando la mirada recelosa de la recepcionista y haciéndose a un lado cuando pasó una mujer embarazada en silla de ruedas. Estaba incómodo. Se habían acostumbrado al hospital en el que su madre trabajaba, pero este era un ambiente diferente. Los hospitales privados olían y se veían de otra manera, como exudando los dólares extras que las personas gastaban aquí. De por sí la salud era un tema bastante caro en el país; no quería imaginarse cómo sería en el sector privado. —¡Hola, soy Evan! —él dijo (casi chilló) cuando la llamada entró, evitando que el Sr. Murphy hablara primero. Por eso detestaba las llamadas; nunca tenía idea de manejar cuándo era su turno para hablar y cómo hacerlo. Era detestable—. Vine porque... —¡Sí, claro! —Larry respondió con un tono casi entusiasta—. Iré a recogerte enseguida. Dame unos momentos. Evan esperó de nuevo de forma incómoda y tensa en la recepción, apoyando la espalda contra una de las paredes y jugueteando con los botones de su camisa. Casi sollozó de alivio cuando el Sr. Murphy se detuvo frente a él y le hizo un gesto para que le siguiera. —Me alegra que hayas venido —dijo él. Se veía cansado... ¿cómo era posible que le hubiera cambiado tanto el rostro en cuestión de un par de horas?—. Pensé que te tomaría más tiempo venir... aunque eso está bien. De todos modos, se supone que Connor despertará dentro de uno o dos días. Eso alertó a Evan. De acuerdo, pensó, eso significaba que tenía que resolver el malentendido antes de que Connor volviera. —¿Puedo...? —comenzó diciendo Evan. Carraspeó con la garganta y luego agregó—: ¿Puedo preguntar qué fue lo que pasó? Es decir, me refiero... —Está bien —le interrumpió Larry. Apenas si sonreía. Se veía cansado y un poco fastidiado. A pesar de eso, halló la fuerza para explicarle—. Fue un accidente automovilístico. A juzgar por la carta y la forma en que sucedió, fue provocado... Sin embargo, no resultó demasiado grave. Los médicos lo indujeron en un coma para bajar la inflamación de su cerebro y evitar riesgos; sin embargo, como es inducido y no natural, despertará dentro de poco. Tampoco se rompió nada y solo se lastimó el cuello... ¿Puedes creerlo? —Larry miró hacia el frente. Sus ojos no denotaban ninguna expresión en particular—. Él está bien. No pasó nada. No llegó a mayores...  Parecía más bien una mantra que se había estado repitiendo los últimos días. El corazón de Evan se apretujó contra su pecho. Se entretuvo tanto que tardó en caer en la cuenta que esta era la oportunidad de perfecto para desmentir todo; y sin embargo, para cuando eso se le ocurrió ya era demasiado tarde. Ya habían subido por los elevadores y detenido delante de la puerta del cuarto de Connor. Evan la observó, parpadeando varias veces. —Adelante —le animó el Sr. Murphy—. Cynthia está adentro. Empujó la puerta con su mano libre, colocando las flores en su antebrazo. En cuanto cruzó el umbral, supo que no debió haberlo hecho. Se quedó congelado al ver a Connor. Él estaba ahí sobre la cama del hospital, rodeado de paredes blancas y luces brillantes y pálidas. Tumbado sobre esa cama con la piel un poco gris, una intravenosa conectada de su piel a un portasuero, un respirador, una máquina a su lado que registraba sus latidos y su ritmo cardíaco. Ahí estaba viéndose vulnerable, débil y adolorido. Evan le costó darse cuenta de que había estado mirándolo demasiado. Volvió la vista hacia la Sra. Murphy que le sonrió al verlo. —¿Esa son para Connor? —le preguntó, señalando las flores. Antes de que Evan pudiera responder, ella las tomó y sonrió con deleite—. Qué maravilloso. Estoy segura de que las apreciará. —Bueno, en realidad... —intentó decir Evan, carraspeando con la garganta e intentando sonar serio. Observó las maletas que estaban colocadas en una esquina de la habitación, así como las sillas acomodadas al fondo. Por supuesto que su familia debía estar quedándose ahí y tendrían planes de hacerlo hasta que Connor se recuperara. Verlo le hizo sentir raro por dentro y le hizo pensar en su madre y en que ella no había contestado el teléfono cuando se rompió el brazo.  —¿Pasa algo? —Los ojos de la Sra. Murphy se clavaron en él, mostrándose preocupados—. Sé que se ve muy aparatoso todo, pero Connor estará bien. Los médicos dijeron que hay muchas posibilidades de que le den de alta en esta semana... —No es eso, Sra. Murphy... —Por favor, llámame Cynthia. Pensé que ya habíamos acordado que somos como familia, ¿no? Evan se ruborizó, sin estar seguro del motivo. —Es que... —insistió. —Ah, así que ahí está el supuesto novio de mi hermano. Se sobresaltó y miró con rapidez sobre su hombro, admirando la aparición repentina de Zoe en el cuarto. Se quedó anonadado y no logró reaccionar. Ella rodó los ojos, cruzando los brazos sobre el pecho y dando unos pasos en dirección a Evan, juzgándolo con la mirada. —Debe ser una mentira —soltó ella, medio bufando—. Connor no estaría con alguien como tú. Tendrías que estar loco o ser algún proveedor de droga como para eso... —¡Zoe! —le regañó Cynthia, mortificada—. No digas esas cosas. Larry gruñó, aunque no intervino. Zoe hizo gestos al aire, como intentando enfatizar el punto que solo ella parecía ver. —¿De verdad nadie más va a pensar que esto es súper raro? —se quejó. Señaló a Evan y le colocó el índice contra el pecho—. Además, él te empujó. Yo lo vi. —Fue un malentendido —se apresuró a soltar Evan, sin saber bien por qué defendía a Connor—, no es lo que pareció... —¿Ah, no? Porque yo tenía la impresión de que las parejas no deberían tratarse de ese modo. ¿Sabes qué pienso? De acuerdo, sí, digamos que tú y Connor jugaban a los novios secretos... pero dudo que fuera algo bonito, ¿verdad? Apuesto todo a que te amenazaba con estar ahí y te obligaba. Tal vez incluso te estaba pagando, porque sino no me explico por qué estarías con alguien como mi hermano... —¡Zoe! —volvió a alterarse Cynthia. Ella se molestó. —¿Solo porque Connor intentó suicidarse vamos a olvidar que es una mala persona y que se la pasaba gritando que iba a matarme? ¿De verdad? —¡Él no es una mala persona! Siendo honesto, Evan no tenía ni una maldita idea del porqué soltó aquello. No tenía sentido. Nada le costaba quedarse callado, decir "la verdad es que no conozco a Connor de nada" y luego irse sin dar explicaciones. Ah, pero no. Evan tenía que complicar todo. Eso estaba en su ADN o algo así. La familia Murphy le miró. —No debí decir eso —soltó Evan, tratando de arreglar su error—, tal vez debería irme... —No —intervino Cynthia. Sus ojos brillaban con súplica. Evan quería hundir la cabeza en el suelo como avestruz—. Cuéntanos, Evan, por favor. Y eso hizo él.
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)