Capítulo 1 /Un encuentro deseado en el peor momento
11 de septiembre de 2025, 22:42
Notas:
Hola, haber que pasa y les interesa.
Más avanzada en AO3
La brisa del viento hace volar los pliegues de su abrigo. Observa al cielo detrás del techo de madera en el cual espera a que llegue aquello que esperaba.
Suspira levantando una ola de vaho espeso. Su cabeza es un pesado martillo sobre sus hombros.
Su espalda vuelve a rendirse a los nervios , doblándose al sentirse de golpe demasiado estimulado por el desagrado a su situación. El calor dentro de su abrigo se siente demasiado húmedo. Suda en frío.
El tren viene.
Sus puños se cierran y abren observando esta gran mole de acero avanzar desde muy lejos a él , a través de las montañas. Viene su posible parásito sanguíneo.
Sus puños se cierran y abren , el frío dentro de sus zapatos es húmedo.
El viento hace sacudir sus orejas , baja las cejas y las libera dejando que sus emociones sigan un torrente ligero. Todo por su objetivo.
Por lo que cree y desea proteger.
La máquina llega a la estación.
El aroma del carbón llena el maldito ambiente , es agradable su calor a expensas del frío de la nieve sobre cada objeto en el infierno helado donde ha estado atrapado desde hace meses.
Grita. Cansado de todo grita por dentro al ver a todos los pasajeros salir frente a él.
Su cabeza se llena con rostros desconocidos.
Niños , adultos , mujeres.
El temblor en sus hombros aumenta al ver algunos vestidos de la cabeza a los pies al igual que él.
Exactamente su inquietud viene de la figura de ancianos y hombres adultos.
El peso sobre sus hombros no puede evitar que se estremezca.
Espera a ver a uno de estos tipos detenerse a su lado para saber que su objetivo llegó.
Los pasajeros suben al terminar de bajar todos los recién llegados.
Dejando la estación vacía una vez termina el abordaje y se queda solo.
No logró su objetivo.
Sus hombros caen , mira a un lado y al otro. Volviendo a mirar al frente al comprobar que nadie se quedó en la estación.
El tren se retira , es hora de irse.
La brisa helada regresa con esas ruedas alejándose.
La brisa vuelve a golpearlo al estar nuevamente descubierto.
Ahora esa sensación desagradable se va. Dejando un gran vacío.
Toda oportunidad de lograr cumplir con su meta ha quedado en cero.
No logró atraer el objetivo a la reunión. Están perdidos todos.
Esta realidad golpea de tal forma todo su cuerpo que lo hace bajar las orejas y su cola sacudirse de lado a lado ante la pérdida. Grita por dentro de su boca al cerrar los puños.
Permanece de pie en este mismo espacio para escapar de todo lo que significaba fallar, lo que les estaba haciendo a todos al fallar de tal forma , la brutalidad de las heridas que contendrían las consecuencias del todo entre el frío que viene cada vez más fuerte o la tormenta qué los alcanzará más allá de las montañas.
Vuelve a enderezarse para pensar claramente en lo que haría para evitar lo que no pudo de forma pacífica.
Entonces lo ve.
Una figura solitaria caminando por la nieve al otro lado de las vías del tren. Esa figura oscura llega al frente de su ubicación.
Chocando con sus pupilas ahora entorpecidas por las semanas en vela.
Afila su mirada para identificar a esta persona a través de las prendas.
Es un mechón de cabello rizado y pelirrojo, aquello que le grita la identidad de esta criatura.
Gritando por dentro.
-Tú …- Farfulla sin aliento al bajar las orejas , puede reconocerlo.
Es él.
Es él.
Es él.
Es, él.
Su cabeza se llena de imágenes revueltas desde su pasado al presente , gritando por dentro algo que se revela con un fuerte sonrojo salvaje en su locura , en el todo de algo que no debería estar pasando pero era la verdad. Era aquella figura aquella.
Por dentro de su pecho el nombre de este baila con la locura del temor.
Jugando con su estabilidad como si fuera toda esa preocupación una novata atrapada en el escenario de un cabaret , sujetada por la cintura , en brazos de un cliente acostumbrado a jugar todas las cartas para desnudar criaturas mucho más peligrosas e ingeniosas.
Aprieta los puños al descubrir en esos ojos todo menos la seducción canina y juguetona de sus recuerdos.
Lo mira ahora , hoy que se siente tan perdido , como si fuera él una trampa de oso.
Un peligro.
Un agujero negro apunto de mostrar a las peores bestias hambrienta de carne fresca.
Es un monstruo al que enfrentar.
Con todas las advertencias y preparaciones qué tomó para esta ocasión. Todo lo que desensibilice su mente para esta reunión. Lo puede sentir muy claramente , todo.
Todo yéndose al carajo solo con chocar sus ojos con aquellas pupilas de plata a través del grueso abrigo.
Qué sea rápido
Lo quiero fuerte
-No se si sea seguro.-
-Obviamente no lo es.- gruñe azotando el mapa sobre la mesa.
-Tampoco es inteligente ir allá.-
-Claro que no.- observa el mapa con todas sus marcas cubiertas de rojo y piedras dibujadas con lpizes capaces de borrarse. Ahora borra una avanzada para delimitarla más atrás de la misma.
-No nos quedan soldados para este viaje frontal.-
-Mucho menos los suficientes para retirarnos y no ser asesinados por los malditos verdes.- recarga la cabeza en el mapa , pensando en este movimiento con cuidado.
-La sopa se acabó.-
El perro en el mesón gruñe al escuchar ese mensaje recién llegado.
-Si , duró bastante.- lo reconoce volviendo a borrar una avanzada para marcar un espacio extra en retirada.
-Es porque los soldados no querían comer.-
-Tienen hambre , comerán mierda o sopa.- responde sin tacto alguno.-También pudieron de pulgar a sus compañeros pero era demasiado íntimo , creo.- borra una marca para darle varios espacios al frente.
-Para algunos era mejor eso a …- baja la voz cansado este mensaje.
El perro con el mapa lo mira de lado al escuchar esa respuesta escueta.
Toma un plato de su costado para lanzarlo a sus pies.
-Llévate eso , y que lo laven.- ordena volviendo a revisar el mapa.
-Si , señor.- toma el plato. Al voltearse el comandante le lanza la cuchara contra la espalda.
-En vez de quejarte , agradece y piensa en cómo recompensar a sus familias. Cobarde.-
El cadete dobla las rodillas para recoger la cuchara.
-Solo estoy ..cansado.- murmura al retirarse lentamente.-Lo siento , señor.-
Ya estando solo tres líderes y cinco guardias en esta casa de campaña , hablan.
-Fuiste demasiado violento con el cabo.-
El perro con el mapa azota las palmas en la superficie.
-Seré como sea necesario para sacarlos vivos de este atolladero.- mira el mapa.-Ahora , quiero un maldito informe.- les exige ahora.
Después de unos minutos un soldado llega con una llibret desgastada , cubierta de su sudor y la sangre propia juntó mucha más de sus enemigos.
El olor en las páginas es tan malo como el mismo ambiente cargado dentro de una tienda vieja que apenas tenía sentido por culpa de las muchas fisuras a su alrededor.
Inicia con la carga pesada.
-Nos quedan treinta artilleros , doce tanques y trece incineradores.- le informa sobre estos con un gruñido pesado por culpa del frío entrando por debajo de la carpa.
El perro al mando apunta su libreta.
-Ahora dime cuántos soldados nos quedan.- lo pide observando el rumbo marcado por sus cálculos dentro de la gráfica.
El soldado vuelve a leer las notas. Su agotada cabeza lo lleva a rememorar estos dos a los de pelea sin pausa.
-Responde.- le apresura el perro.
Este soldado mueve la cabeza.
-El 66% se a perdido , señor.- rayones sobre los números.-Entre el primer y segundo trimestre la batalla se llevó un 5 , en las siguientes las pérdidas fueron aumentando junto al territorio recuperado. De 2000 , hemos perdido 1330 de nuestras unidades.-
El general en el escenario baja el brazo al escuchar el número presente. Su boca se tuerce , dejando salir una risa pesada , sin gracia real.
Los soldados alrededor se miran al escucharlo reírse cada vez más fuerte al golpear el mapa.
-No hay forma.- Sujeta esa simple hoja de papel lustroso con odio en sus ojos. Este papel, que no importa como manipule , es más grande que ellos la verdad.
-Señor.-
-No hay forma , no hay forma de que sobrevivan.- lo comparte mirando a los dos frente a él.-De todos nosotros , puede que ninguno salga con vida.-
Las miradas de los presentes se apagan al escucharlo tan cansado.
-Ya no hay forma de traer a los muertos.- su sonrisa crece mirando sus notas.
La cabeza del soldado con la libreta se llena de peso. Escuchando lo que no deseaba oír por parte de su líder.
-Los muertos quedan en el campo de batalla o son esta maldita sopa sin sal.-
Escucharlo decir lo que ocurrió este mes de hambruna los recorre hasta la médula. El arrepentimiento , el hambre que los llenó durante tanto tiempo…es humillante.
Las promesas que se hicieron , aquellos viajes que prometieron fue todo reducido a cenizas y pedazos de sus amigos entre los escombros de hogares usurpados generaciones pasadas.
-Dile a todos que moriran a menos que yo encuentre un modo de sacarlos de aquí.- le ordena a este soldado.-.Y lo haré , diles que lo haré.- recupera cada marca que borró de su memoria.
El soldado aprieta la libreta en sus puños. Sus patas , de can , ahora son un recuerdo de lo que fueron hace años. Ahora están cubiertos de cicatrices y la total falta de pelo le recorre por el brazo.
-Dígame cómo lo hará.-
-Con un par de muertos de nuestro lado.- apunta al resto. -Largo , vayan a comer , y háganlo sin vomitar. La nieve casi corta los dedos de los chicos que recolectaron lo necesario para llenarles el estómago.- lo ordena mirándolos a cada uno.
Los soldados avanzan ahora cansados.
Hace semanas esa comida era esperada. Indagar y hacer al general y su grupo de confianza compartir lo que era , fue un error por completo.
Ahora al salir los recibe ese olor nauseabundo en su dulzura a falta de especias.
Entre los que comen hay algunos que continúan orando por un perdón qué no llegará.
Algunos más continúan resistiéndose a comer. Es difícil decir si era posible complacerlos cuando estaban más cerca de la inanición qué de la salvación , no ahora que debían llevar rifles sobre los hombros.
Este grupo avanza cada vez más lento entre los soldados qué les siguen con la mirada. Todos hacia el cocinero con esa gran sopa al centro del fuego.
Ahora , justo ahora deben recordar lo que fue ese ingrediente hace meses.
Un aliado.
O un enemigo.
Para uno de ellos es claro que si su anterior general estuvo en la olla , ya se lo terminaron hace días.
Tomar una porción y comer sin pensarlo. No masticando , tragando con esfuerzo , solo tragan el agua viscosa y grasosa , la carne de otras criaturas era en extremo cargada. Es perfecta para sobrevivir este invierno.
El primero en terminar deja el trasto en la misma mesa. Mira la ola y suspira limpiándose el hocico usando la manga del uniforme que los protege pobremente del invierno.
-Gracias.- murmuró volviendo sobre sus pasos.
Deberían ir a la tienda del general de brigada pero no lo logra.
Sus pasos se detienen frente a un hombre que continúa orando con los puños juntos sobre su cabeza.
Ora con ese plato frente a su figura.
-No lo haré…no lo haré…- murmuró temblando decidido.
El soldado que llegó a verle gruñe dejándolo en paz. Demasiado cansado después de tragarse esa sopa.
En la tienda de campaña , el general permanece en su lugar. De pie frente a la mesa con este mapa en ella.
Era claro , no había otro modo de escapar de la intemperie y salir del campo de batalla.
Solo es claro al centro de tres montañas , dejando solo un camino por ambos lados. Gruñe pasando su mirada a una nota ahora expuesta al estar ausente el resto del equipo.
-Lo harás.-
-Si.- dictamina al pensarlo más claro.-Esto será todo lo que podamos hacer sin terminar por perder a todos los que nos quedan.- toma la nota para llevarla al calor de la única vela sobreviviente al avance por las tierras inhóspitas.
Entre las letras dispersas un mapa se rebela.
Delatando un punto marcado en el centro , en la estación del tren civil a un kilómetro de su posición.
-Te podría estar esperando una trampa.-
El general sonríe.
-O la enfrentó o dejó morir a todos los que logre mantener con vida.-
-Todos debieron morir hace meses , tú les has dado oportunidades que deberían ser imposibles.-
-Es mayor razón para arriesgarme.- observa la nota.-Ya estamos cerca del fin , no puedo dejarlos a la deriva por esta estupidez.-
Llegar a esa estación le fue difícil , no tanto como bañarse cuando las temperaturas eran tan bajas como para soltar la piel cuál pollo las plumas , su uniforme fue lavado antes de esta reunión y por tanto olía a jabón de manteca de res qué hicieron en un campamento anterior. Ahora su cabeza palpita , no por estar perdido sino por el dolor de cabeza ocasionado por su salto fuera del tren antes de llegar a la estación.
Esperaba una emboscada , ahora sus pies están tan fríos como un témpano. Camina por la nieve con ese malestar y un enojo cargado de reproche por su comportamiento paranoico.
Ahí lo ve.
Sus ojos chocan con la figura de ese gato cubierto hasta parecer una montaña de tela , tan bonita que parecía estar enloqueciendo para verlo así en una maldita guerra.
Camina hacia la estación , salta la barda y las vías para subir a la estación como un maldito vagabundo en pleno viaje de turismo.
Camina hacia este gato con la cabeza baja.
Preguntándose una parte de su corazón a cuantas de sus unidades, y todas muertas a manos del batallón a que este gato pertenecía.
Es como hace años , es un témpano de hielo con sonrisas vagas y una comida caliente qué ya no recuerda su sabor.
Como si fuera un baile. Siempre ha sido un baile de verano.
Todo es como si estuviera otra vez en ese baile. Con las cigarra confundidas cantando de fondo al iluminarse los árboles con las linternas cálidas del restaurante.
Bañándose las hiedra con la luz de la luna. Viendo estos detalles al estar solo aunque había salido de casa exactamente para relacionarse con nuevas personas.
Escuchando risas de fondo y la caminata lenta de un joven que es dispuesto por el rechazo de una joven, y llegando a su frente.
Como esta vez, su presencia se siente desafortunada.
«¿Quieres bailar conmigo?»
Lo preguntaría con una mano metida en su espacio personal al estar recargado en la barra a su espalda. Solo parece un truco para molestarlo y su estupidez le haría ponerse de pie para responder al perro con una sonrisa y un sí.
Esa broma que debería hacer avergonzar al perro que le llega al pecho al ponerse de pie, da un giro completo al ser llevado de las manos a la pista. Recordando tan borroso como sus pies tropiezan al seguir su ritmo en la pista con las miradas de todos fijas en ellos. Y en la risa del perro al gritar y saltar usando todo su cuerpo para agitarlo, y para ir con la música que le llena por primera vez fuera de su hogar.
Dando vueltas en la pista con su largo cuerpo y esas manos guiandolo a soltarse al internarse entre sus dedos.
Girando. Y solo girando y dando tantas vueltas esa noche, y tantas como pudieron antes de marearse. Para verse en sus recuerdos llevará las manos a la cabeza del perro para pegarlo a su pecho, y mecerse de un lado a otro con un suave vals.
«¿Qué haces normalmente? Me parece que debe ser fascinante para que yo no sea suficientemente raro para que me mandes al carajo»
Puede verse sacudir los hombros y su corazón escaparse con calidez divina. No recuerda lo que habrá dicho, solo que el perro empezó a reír cometiendo el crimen de subir sus manos por debajo de su ropa por toda la curvatura de su espalda.
-¿Tú eres el general a cargo?-
El felino es sacado de sus recuerdos al ser sacado de estas memorias con la pregunta de este perro.
Sus orejas suben y bajan.
La misión vuelve a vibrar como el texto remarcado en rojo dentro de un documento a corregir, estaba tan perdido que no podría encontrar un camino correcto ni aunque se cortara los bigotes y los usará como guía mágica.
No le queda nada más que responder como debe.
-No trajiste a nadie. - advierte ahora que necesita que esta parte del trato se cumpliera. - Estaba bien advertido de ellos. -
El perro afila los ojos al escucharlo.
-Nadie . - responde sincero.
Es su declaración tan fuerte para ocasionar un retortijón en el estómago a cualquiera con un mínimo de sentido común, todo por la presión de jugar con la credibilidad de un soldado.
El felino mueve las orejas al girar.
-Si, vamos. - Se dirige caminando por la estación.
A su espalda el perro le sigue paso a paso.
El destino es fuera de la estación, caminando los dos por este pueblo tan pequeño que era usado de parada y descanso antes de seguir adelante.
Por tanto se podía encontrar un hostal a unos pasos de la estación.
Más esta vez van más allá. Entrando a una posada cálida y resguardada del frío con la chimenea encendida a unos metros de la puerta.
La habitación es rentada por el gato.
-¿Quieres comer?- le pregunta al perro antes de decidir si pedir comida o no.
El can mueve las orejas. Su boca está llena con el sabor de la sopa.
-No. - decide esto para evitar un envenenamiento. Aunque todo en su cuerpo le ruega por comer algo bueno y caliente con mucha sal y azúcar.
El gato abre y cierra esos ojos afilados con una sorpresa nimia.
El perro frunce el ceño al ver esa bolsa de pan ser comprada por el gato.
Suben al segundo piso por unas escaleras reparadas más veces de las que se pudo barrer.
Topándose con una pareja que baja apretados contra una pared entre risas. Estos los evitan pero aún les sonríen por cortesía a ambos.
No hay respuesta.
En el segundo piso el calor no llega. Entrando a una habitación con el número de la llave en manos del gato. Al entrar los recibe una calidez inesperada y el olor del humo de la primera planta. .
-Estamos sobre la chimenea. - le avisa el gato al dirigirse a la mesa de la habitación.
No hay más trabas o desvíos.
Los dos toman asiento frente al otro.
-Saca tu arma. - ordena el felino.
El perro mueve las orejas.
-No tengo armas. -
El gato baja las orejas y sus boca se revela al tirar de la bufanda sobre su cuello, descubriendo un arma que abandona sin cuidado sobre la mesa.
El perro bajo su abrigo abre el hocico llevando afuera una corta carcajada.
Abre el abrigo revelando su uniforme junto con un rifle en su costado. Lo coloca sobre la mesa al liberar la correa. En ello una tira de cables queda en la misma mesa.
El gato levanta una ceja al ver la gran falta contra el trato que tuvieron por correo.
-Lo siento pero….-
-Solo un estupido se presenta desarmado.-
El perro inclina la cabeza a un lado al escuchar esa respuesta.
-Tú lo dijiste. - le recuerda el gato.-Y no soy estúpido. -
El perro sonríe y baja la cabeza.
-Es cierto, yo lo dije lindura.- vuelve a poner su atención en el presente.
El gato mueve la cola por debajo de la mesa.
-Estás aquí porque yo lo quise, es todo lo que importa. - comienza el felino. - Porque hay algo por discutir.- del espacio entre su pecho y la ropa extrae un gran bloque de tela.
El perro reconoce el mapa.
El gato lo coloca en la mesa sin desdoblarse, en espera de su contribución.
El perro gruñe al sacar el mapa de su bolsillo, abriendo el doble con una sacudida al lado. Lo coloca en la mesa boca abajo.
El gato se pone de pie al mostrar su mapa.
Al perro no le queda de otra, abre la misma hoja.
El resultado es ver exactamente el mismo escenario.
Las marcas en código son evidencias de derrotas y victorias.
El gato eleva las orejas al ver las marcas de las derrotas de su país, un desastre de peleas que este ejército enemigo les obligó a tragar hasta empujarlos a la pobreza. Llegando a la entrada de jóvenes a la maldita batalla que hoy tiene que aceptar como su día a día.
El perro es del país que va ganando.
Es claro por las marcas que dejaron a su paso, ahora los dos ven sus batallas plasmadas en este mapa, tan insulsas como pegatinas de cereal, quizas algun dia un niño pueda tomar esta evidencia y solo verla aburrida. Cuando todo acabara y la muerte sea un recuerdo tedioso de estudiar, que llegara ese es su deseo.
Ahora mismo solo puede verse atrapado por el deseo de llegar a casa antes que las nevadas los congelara en vida.
-Aquí.- señala una zona del mapa en el control del perro.
Su muñeca es atrapada a medio camino. Es dirigido a su propio mapa.
Al verse libre vuelve a iniciar.
-Las nevadas están por destruir tres pasajes que tu lado necesita y mi lado ya perdió todos los pasajes posibles.- señala un valle que aparece en el mapa contrario. - Este es el camino que quieres tomar, así como de nuestro lado es necesario. -
-Si, es posible cruzarlo.- el perro apunta este valle, abriendo la mano sobre este. - Pero aquí en estos flancos los peñascos son posibles puntos de tiro, así como es claro que usar este pasaje es igual a entrar a una pecera.-
El gato usa las garras para marcar estos peñascos.
-El objetivo es usar ambos este pasaje al mismo tiempo. - le informa. - Así todos seremos los peces pero llegaremos al objetivo.- toma asiento liberando su espalda de la fatiga. Sus ojos no pueden evitar seguir el movimiento de la cola naranja de este perro al liberarla del abrigo.
Por invierno el pelaje del perro era tan espeso como esponjoso, así estuviera dañado por el fuego y las asperezas, era un pelaje rizado que invitaba a aferrarse en su calor.
-Piensas en despellejarme y hacerte un abrigo.-
El gato mueve la cabeza.
-No, no lo pienso así.- vuelve a mirar el mapa. - Ahora, estás a la defensiva. -
El perro eleva los hombros.
-Eres demasiado directo. -
-Debo serlo. - sujeta las orillas del mapa de su lado.-Tenemos 1260 y a ti no te quedan muchos soldados.-
El perro mira las pestañas del gato.
-Antes eras mas suave ¿Enfermaste?- cuestiona notando las fisuras de su pelaje más cercano a cuello y orejas.
El felino inclina la cabeza.
-No vas a distraerme-
-Tenemos pocas unidades pero balas, de esas tenemos ochenta por cada uno de tus hombres y con una puede que ya varios se descuenten ¿Quieres saber porque?-
El gato baja las orejas tan frustrado como para temblar sus cejas.
-Basta. -
-Están así de armados porque juntamos los restos de cada pelotón que ustedes liquidaron con ese maldito gas.- junta las manos en un solo puño. - Pasamos por encima de cadáveres completamente bañados en vómito y sangre de sus ojos reventados. Lo hicimos tanto que ya no nos importaba. -
-Yo conozco los efectos del gas. -
-Pero no cómo afecta al enemigo, no te interesaba ¿No es así?- le acusa.
El gato gruñe cerrando los ojos con una pata sobre su cabeza.
-No pregunte.-
-¿Crees que somos pocos por idiotas o porque somos débiles?-
El gato azota las manos sobre el mapa, sacudiendo la mesa con un grito.
-¡¡¿Y por qué está pasando esto? Dime!! ¡¡¿No fue tu maldito país quien inició con todo?!!- apunta su cara con ambas garras.-¡¡¡Tuve que venir aquí, tuve que dejar mi casa porqué a tu maldito gobierno le pareció bien lanzar bombas a mi maldito país!!!- sujeta sus orejas sacando parte del pelo atrapado en sus garras.-¡¡¡USTEDES COMENZARON UNA GUERRA QUE NO TIENE PORQUE REPETIRSE!!!- su aliento es difícil de controlar, subiendo y bajando su pecho entre cortes que sacuden su cuerpo.-¡Ya perdí a mis amigos! ¡A mis compañeros y a mis hermanos!- mira al perro harto de gritar a la nada.-¡Ni siquiera sé si está bien mi mamá!-
El gato respira con esfuerzo, levantando sus hombros a cada inhalación y bajandolos cuando todo llegaba al límite.
Frente a él ese perro inclina la cabeza sobre los nudillos de su puño cerrado.
-Tuve que dispararle a tres amigos por el dolor que sentían.- suspira. - Eso fue antes de la guerra, antes de todo esto que parece haberle arruinado la vida, general.-
El felino baja la cabeza cansado.
-De mi lado no hay alegres banquetes en la noche llena de linternas eléctricas ni una ciudad colorida por la cual pasear por las noches.- sonríe recordando su hogar. - Hay personas muriendo por enfermedades dolorosas, hay un niño ahogándose con la sangre de sus pulmones y eso solo en tiempos de paz, en los tiempos que a ti te dieron la oportunidad de divertirte en la ciudad son los que yo y muchos más los pasamos sobreviviendo a la enfermedad causada por la basura en los ríos que se contaminan en tus tierras y es el agua que beben en mi casa. En este mundo que tanto extrañas, donde eres feliz en tu paz, yo sobreviví y ahora esta guerra está apunto de matarme.- levanta los hombros sonriendo. - No hay paz que sangre no lleve consigo, solo tienes los ojos vendados hasta que debas cortarnos para conseguir más sangre para pintar tus paredes de colores bonitos.-
El gato baja las orejas con el peso en sus ojos.
-Antes no parecías odiarme. -
-Antes no tenías marcas de tiro en tus manos.-
El gato mira sus manos. Ahí se puede ver muy claro.
El pelo de sus patas se ha raspado y perdido por el roce con el gatillo del arma que portaba. Ha usado tanto su rifle que las manchas de sus muertes ya son innegables, así como las marcas de pólvora y el calor del disparo ha ennegrecido su pelaje , todo es obviamente causado por el campo de batalla.
Por el combate contra el ejército al que pertenece este perro.
Quisiera gritar, llorar y volarle la nariz con un disparo.
Desea con fuerza morderlo hasta matarlos.
-Ahora, ¿Para qué era esta reunión?-
El gato suspira apuntando ese valle cubierto en su totalidad.
-Es posible cruzarlo pero solo será por unas horas antes de que las tormentas reinicien.- mira al perro.-Debemos aprovechar esas horas para irnos, para largarnos antes de que el invierno sea lo que nos mate.-
La lengua del perro se asoma recorriendo sus colmillos al inclinarse para acercarse al rostro del felino inclinado también en la mesa.
-¿Me dirás que planeabas decirme para convencernos de entrar a la pecera donde nos volaran en pedazos con tus bombas?- le pregunta apuntando ese mismo valle rodeado de montes altos y casi imposibles de escarbar. - Es el terreno perfecto para los gatos, para las liebres y las malditas aves de tu lado.-
El gato sonríe mostrando los colmillos.
Así de cerca es posible ver la punta de uno de estos rota.
Por reflejo abre el hocico mostrando uno de sus colmillos partidos.
El gato mira ese diente y su humor baja, cansado por el extraño sentimiento.
-Necesitamos dejar el terreno tanto como ustedes. - baja la cabeza con el peso volviendo a sus hombros. - Tenemos pocas municiones pero muchos de nosotros continúan con vida, esa es nuestra ventaja. -
-El número sobre la bala. -
-Es eso. - inclina la cabeza.-Tienes ochenta balas por cada uno de nosotros pero no tienes certeza de que tus hombres puedan hacer uso de estas antes de que salgamos del punto de tiro ¿No?-
El perro levanta las comisuras de los labios mostrando sus colmillos al abrir el hocico ya con una sonrisa apagada en todo sentido expuesta.
-Lanzar a mis compañeros a la muerte es un movimiento insignia de mi parte, no lo robes.-
El gato afila los ojos, bajando la mirada a la mesa.
-Nunca lo has hecho de forma tan estúpida como dices.-
-Nunca tendré una vida después de la guerra, eso sí es verdad.-
- ¡¡Quiero que tomemos ese maldito valle juntos!! ¡Ustedes por su lado y nosotros por el nuestro!- le dice el plan que vino a exponer para el bien de su avanzada. - Si lo hacemos antes de la nevada las comunicaciones exteriores se cortaran y podría ser un movimiento sin conocimiento del cuartel de operaciones de ambos lados. - abre el chico temblando. - Sobrevivimos y podríamos ir a casa, podríamos evitar matarnos si usamos ese camino pero solo podremos hacerlo si ustedes apoyan el movimiento , si no disparan.-
El perro mira ese valle dibujado.
Las ideas del gato parecen tener sentido pero es claro un punto que no puede negarse.
-No.- abandona la silla, recuperando su abrigo.
El gato se interpone colocando el brazo frente a su rostro.
-No puedes simplemente negarte. - le advierte. - No puedes matarnos a todos. -
-Tú , no puedes decirle a un enemigo que baje el arma de esa forma y menos sin un precio. -
-Todo tiene que ver con dinero contigo. - gruñe el gato al verlo tan decidido a irse y ahora dejando claro la razón.
-El dinero es por lo que estamos aquí.-
El felino retrocede sujetando sus orejas por un momento.
-Hay un pago.- avisa mirando al mapa.
El perro escucha la posibilidad de un pago y vuelve sobre sus pasos.
Es el hambre. Lo trae de vuelta esa maldita.
Lo hace mirar al gato abriendo esa bolsa de pan y comiendo, todo en cámara lenta, notando por primera vez como unos labios se cierran en torno a una hogaza de pan y tiran los colmillos de la dorada cubierta. Revelando un pan integral tan esponjoso como para moverse entre sus mordidas ansias.
Es confuso pero se mantiene atento a este gato comiendo. Llenándose las mejillas y tragando en seco, cada pan lo devoró hasta quedar solamente las migajas en esa bolsa.
Inhala y exhala.
-Piel.-
El perro levanta una ceja confundido, mira atrás el suéter.
-Tenemos abrigos.-
El gato levanta las orejas. Su boca se estira en una sonrisa.
-Piel.- susurra de nuevo.
El perro levanta la cabeza.
-Piel. - repite.
De golpe el gato lo tiene encima con un gruñido profundo. Sus manos suben a esa espalda para tirar de la ropa, buscando separar a este perro ante la sacudida que puso contra la línea toda su resistencia.
-¡¡De todos en el mundo tienes que ser tú!! ¡¡Tu, quién hace esto!!! ¡¿Por qué?! ¡¡¿PORQUE EL SUPUESTO ÁNGEL ESTÁ HACIENDO ESTA MIERDA?!! ¡¡¡Se suponía que fueras mejor que yo, mejor que todos, que fueras el bueno en esta maldita guerra!!! ¡Tú! ¡¡¿Porque tú?!!-
Abre los ojos sacudido por la sorpresa.
-No, no lo entiendes. -
-Te mataré-
El gato puede ver esa arma ser recogida del suelo donde había caído.
Sus hombros se tensan.
-No es eso.- avisa colocando la mano sobre el cañón.-Puedo ser un asesino pero… no haré eso, por favor. Escúchame. -
El perro retrocede, dando espacio con un suspiro.
-Es extraño escucharte y saber que no mientes. - toma asiento en esa silla una vez la levanta del suelo.-Eres un asesino.-
El gato endereza el cuerpo recargándose en la mesa con una mano.
-Eres manipulador o yo te creo todo lo que digas… Es raro.- «es raro cuanto me gusta escucharte»
Mira al gato ahora tenso y de pie junto a la mesa.
-Explica eso. - le pide el perro.
El gato baja la mirada.
-¿Qué sucedió con tu líder? Con el anterior general.-
El perro levanta la boca con una sonrisa.
-Se retiró con sabores.-
El gato da por hecho que este perro se equivocó y usó esa palabra en vez de «honores».
Aguanta en el fondo aquello que piensa es alivio.
-Es… - mueve las orejas al quedarse en blanco para explicar aquello que diría.
El orgullo que antes intentó domesticar para esta situación y escenario, ahora vuelve y no es exactamente como esperaba.
Asqueado y con desprecio a la figura con quién comerciaria esta oportunidad de supervivencia para su gente. Es una vergüenza.
Después de conocer a este perro en una fiesta donde la noche terminó con ellos hablando de libros y música en el jardín.
Donde llegaron juntos a la conclusión y deseo de verse algún día después del verano en una de las fiestas de la ciudad. Habiendo discutido sus gustos, de haber concordado que la comida era tan importante como la música. Que un espectáculo era lo siguiente que sería indispensable en una fiesta y no solo pláticas incómodas.
Porque lo último que ese perro tenía de él era ese gato salido de la universidad, un aroma a tinta y libros viejos en su pelaje, convertido en esta cosa. Es un asesino a punto de romper con otro límite para sobrevivir otro día, para salir de las olas de muerte que debería tratarlos a todos por sus crímenes.
-No. -
Su cuerpo se vuelve hielo al escuchar esa negativa.
El perro abre los ojos al entenderlo y con ello lo nueva.
-No.-
El gato levanta las manos.
-No hay nada más y puedes dar por hecho…- su voz se apaga a medio camino. - Yo nunca haría eso, nunca haría esto de otra forma. -
El perro levanta un puño para abrirlo y apuntarlo.
-¿Estás bien?- pregunta.
El gato no esperaba esa pregunta tan directa, no cuando necesitaba con fuerzas admitir que no lo estaba. No está bien.
-Si…-miente.-Nadie me está manipulando, si es lo que preguntas y sobre otra cosa, bien.- dice la verdad para acompañar la mentira.-Bien, todo bien. -
El perro suspira dejando el asiento con una mirada cansina.
-Bien.- suspira. - Entonces, así será. - es su retirada.
-¿Te vas así?- lo llama el gato al verlo apunto de tomar su abrigo.
-Te creo y conozco el horario.-
El gato siente un gran alivio.
No.
No es un alivio.
Es un peso diferente.
Puede librarse de esa humillación, no solo de ser un desconocido repulsivo aquel a quién tuviera que ofecerle este trato sino de ser alguien que simplemente intente engañarlo.
Mas esto es diferente.
Es una persona demasiado diferente en sus memorias y sentimientos. Es alguien a quién extraño y más de una vez soñó con volver a ver.
-Yo en ti no confío. - le avisa antes de permitir que se fuera.
El perro detiene sus pasos.
-Piensa en lo que estás haciendo. - advierte sin mirarlo aún.
El gato relaja el cuerpo, perdiendo toda fuerza en este suspiro,
-Si no se efectúa el acto, no hay un trato. -
Claro que todo en su ser tuvo que verse sacudido por la vergüenza de haber dicho esto en voz alta frente a este perro.
Porque ese gato en sus manos, memorias era incapaz de ser vulgar, de solo hacer mención de este tipo de trato.
Podría haberlo dicho con otro sujeto.
Con frialdad y fuerza, con indiferencia al cerrarse para no sentir ni recordar lo que fuera a suceder.
Mas ahora.
No sabe bien si esto era el acto frío que se suponía o si estaba actuando por un impulso guardado por demasiado tiempo en sus pensamientos.
En las veces que intentaba conciliar el suelo y simplemente iba a esa fiesta donde un desconocido le sonreia despues de sacarlo a bailar sin vergüenza alguna causando su valía absurda la salida de más compañeros de baile que tiemblan a cada paso pero se atrevieron, ya sea por diversión o por aquello que les mantuviera temblando con cada roce extras entre los balanceos de sus cuerpos en un círculo torpe.
Porque esa fue su noche.
Bailar al ritmo desconocido y moverse en círculos parecidos a la tierra rotando alrededor del sol, brillando, quemándose aquella zona donde sus manos se unían o chocaban.
Preguntándose lo que pudo haber sucedido de no escapar de las manos que subían por su espalda ¿Como se habría desarrollado esa escena con ese perro hundiendo el hocico en su pecho?
Las emociones que hoy se rebelan son grandes.
Son tan profundas como la desleal fuerza de voluntad que debería tener ahora para proteger su dignidad y cerrarse a este evento para no sentir ni ver o darse cuenta de todo lo que sucedería cuando exactamente eso deseaba.
Descubrir lo que sucedería de no huir.
Ahora lo puede ver.
Cómo este perro regresa cada paso con una mirada seria.
-¿Enserio quieres eso?- le pregunta directamente.
El gato recuerda esa fiesta, la sensación caliente de la noche movida por la música y sus miradas perdidas en el otro.
-Si…como tú.- lleva sus garras a ese cuello.-Solo así podrías desarmarte, ¿Verdad?-
La identidad del perro que conoció en esa fiesta sale a flote con una respuesta absurda justo ahora.
-Al menos las calcetas deberían quedarse, es vergonzoso pero coger con los pies fríos no es divertido como se cree. -
El perro inhala tomando sus mejillas.
Este momento se vuelve íntimo solo por este contacto tan sutil.
Tan suave.
Bajando las manos del perro a su propia ropa o más bien secuestrando las garras del gato para esto.
El felino baja las orejas al sentirse de golpe superada su valía.
Todo por la forma confiada de este perro para destrabar los seguros del cinturón de su ropa.
Sus garras se vuelven torpes al juguetear con los botones. No puede más que abrir la primera capa y descubrir otra capa de tela debajo.
-Oye. -
Aparta avergonzado las garras por este nerviosismo.
-¿Todo será un secreto?- le interroga el perro.
El gato sube las orejas, asiente y su voz es la siguiente en afirmarlo.
-Todo.-
El perro abre la boca al respirar.
Lo siguiente es el sorpresivo ruido del suelo por el impacto de algo fuerte y duro.
El gato apenas logra reaccionar antes de escuchar la ropa sobre su propio cuerpo romperse por esos colmillos.
Podría superar que este le rompiera la camiseta y simplemente lamentarse, no imaginarse que su primer acción sería arrancar el interior con los colmillos.
Seguido de sentir esa lengua pasar por una parte muy poco esperada, no sabía que podía causarle este fuerte escalofrío tan adictivo. Más allá de lo prohibido en una parte que no debería llamar la atención pero estaba ahí, como un tramo de piel donde esté tipo se concentra para hacerlo temblar.
-Oye… - suspira sujetándose de sus hombros para no caer.
La respuesta es una mordida al interior de sus muslos, volviendo a la primera tarea sin escucharlo.
Poco a poco sus rodillas ya no resisten. Esta no es una escalada ni una carrera, es la batalla contra el placer. Contra una sensación que por mucho tiempo no sintió ni des asomo.
Temblando cada parte de sí en este proceso que lo lleva al suelo.
Lo lleva caer sobre el perro con más de su peso. A exponerse de tal forma que apenas queda parte que no sea recorrida, cerrando con fuerza la boca al ser atrapado dentro de esa boca y esos colmillos amenazar toda su vida sin problemas para hacerlo sentir cada roce como el fin de su vida.
Esas manos ajenas suben por sus muslos, van a ese punto que no quiere ni pensar pero aún está intentando, pensando en otra cosa o más bien solo en esa boca sobre su intimidad. Levanta la cabeza del perro para librarse de manchar su boca con lo que saldrá.
Resultando en llenar ese rostro.
Su cabeza ya hirviendo no puede continuar alerta después de esta imagen, de esta sensación vergonzosa de gusto. La vergüenza y el deseo por esa expresión relajada a pesar de tener el rostro manchado del semen del felino.
-Tus espinas también tienen un buen sabor.-
La vergüenza sube por todo su cuerpo, sube como una bebida alcohólica efervescente, hasta derramarse con el calor en su rostro. Sin palabras para responder a algo tan atrevido.
El perro levanta la lengua llevándose una parte a la boca. Vuelve a ello.
El gato niega ahora intentando evitarlo más sus esfuerzos paran lentamente. Dedicándose a suspirar con la sensación caliente subiendo de toda esa zona a su cuerpo entero. Atrapado en su ropa restante, en este uniforme. A los perros les gustaba demasiado el juego previo.
Escucharlo como un rumor una vez y tal parece, ser hoy la realidad.
Con las garras en esos hombros y esa lengua internándose en su interior con un empuje seguro.
-La cama… - Le avisa de ese mueble olvidado a unos metros.
El perro libera su cuerpo de estas sensaciones para mirar a ese colchón con la cabeza inclinada.
-Después.- decide tirar de sus piernas.
Esta vez las fuerzas fallaron haciéndole caer sobre las rodillas del perro.
Es este percance la oportunidad para verse uno al otro por unos segundos muy cargados de emociones. Con el calor de la situación aún presente y el hecho de lo recién sucedido en las manchas de ese rostro cálido.
Las manos del gato le intentan limpiar con la cara roja esas manchas humedas.
El perro baja la cabeza hundiendo el hocico en su cuello, entre su hombro y este escondite vergonzoso.
Baja.
El gato suspira al descubrirse nuevamente atrapado por esa boca, ahora con la espalda contra el suelo caliente por culpa del fuego de la primera planta.
Sus garras suben, arañando el suelo a cada roce que lo lleva más cerca, más al fondo de la locura oscura dentro de su corazón.
Bajando una de sus manos para llegar a esa cabeza, sus uñas entran entre el pelaje para aferrarse, cerrando las rodillas en torno a esta figura caliente, sin olvidarse de ese maldito uniforme ahora sucio por su culpa.
Esta verdad le ocasiona una ola ya debilitante.
Llegando al final nuevamente con un murmullo contenido entre sus colmillos.
El pero eleva a medias la espalda, tomando unos segundos para observarlo con el rostro relajado.
-¿Está bien si seguimos?- pregunta escondiendo el rostro en ese torso. - No se si… - inhala con gusto al sentir su corazón latir a través de las prendas.
El gato lleva las garras arriba de su propia cabeza.
-Sí.- murmuró cerrando los ojos para contener su voz. El timbre está roto.
El perro retrocede para liberar esa parte de sus prendas.
El gato abre los ojos de golpe muy nervioso. Planeaba hacerse el muerto. Tratar esta situación como una tortura y simplemente fingir que no estaba pasando. ¿Qué se supone que haga ahora?
¿Que se supone que haga ahora que algo que deseaba estaba ocurriendo en una situación tan horrible?
Cambiando su dignidad por un pase seguro para todos.
O quizás no tenga que tratarlo así.
-Si soy malo, me lo dirás con paciencia. -
Escuchar eso le parece sorprendente.
-¿No te habrian dicho ya si lo eres?- lo molesta perdiéndose en esas palabras, tratando de darle un significado.
Una mano es puesta en su cintura causando un escalofrío que lo recorre hasta la punta de los pies. Es el mismo nervio que sintió cuando este perro le tomó la mano en el baile. Llenándose de calor su cabeza.
Más la razón es la búsqueda de un soporte, solo para mantenerse cerca al internarse en su carne, moviéndose tan lento como podía para no perderse. Suspira bajando la cabeza al sentir ese calor abrasador rodearlo como un consuelo o la mejor sensación que pudo llegar a pensar en experimentar en estos malditos dos años de muerte ininterrumpida.
El gato a cada empuje guarda con más fuerza el suspiro que quiere escapar de su control , mordiendo sus labios al sentirse lleno. El hocico del perro vuelve difícil la lucha por contenerse al sentir ese aliento ardiendo a su costado. Recorriendo su cuello esa lengua acompañada por el fuerte vaho que humedece su pelaje.
Esa mano en su cintura se vuelve dos, una a cada lado y estas tiran al empujar ese cuerpo contra el suyo.
El impacto es suave mas no es sencillo.
Todo en su interior se siente tan justo como lleno. Lleno.
Lleno.
Esa es la palabra para esta situación. Sus pupilas pierden el sentido al volverse borrosa su visión con cada movimiento calmado que hace de este calor más y más placentero en su sola danza.
Invitándolo a cerrar las rodillas y atraparlo ahí, amando su calor.
Sus garras dejan marcas en el suelo al morderse la lengua, el calor aumenta, el líquido entre sus cuerpos es tan vulgar como el sonido que llena los tímpanos de ambos.
Aquello que termina por romper la resistencia del gato es solo un acto, uno suave.
-Eres demasiado… - no puede evitar jadear al sentirse tan bien este calor que lo rodea, esas piernas apretando su torso o ese choque. La forma en la que parecen estar enteros al unirse. - Eres un sueño, gatito, un sueño… - las sensaciones rompen su voz al moverse.
El felino se dobla cerrando los brazos sobre el perro para recorrer ese rostro con la lengua áspera, soltando al fin su voz completamente rota entre gemidos profundos. Arrastrando el deseo de su interior al exterior sin poder contener esta vergüenza ni cómo lo recorre la despiadada sed.
El calor aumenta.
Es cada vez más necesario moverse, continuar.
Porque no solo era algo del pasado sino del presente.
El desespero que ambos sentían por sentir algo que no fuera dolor o pérdida.
Por tener algo en sus brazos y que no estuviera helando por la muerte presente.
Algo real y no un recuerdo y si lo es, que sea tangible.
El contacto de ambos es cada vez más crudo, violento a su manera.
Con esa zona de unión ya enrojecida por el frote, por el choque y su desvergonzada humedad escurriendo entre los choques de piel y piel.
-Oye… -
La voz del gato suena entre los embates que no puede ignorar al quebrarse su voz.
-¿Qué pasa?-
El gato busca su mirada, avergonzado por ese movimiento que no para aunque intenten hablar.
-¿De verdad te agradaba?-
El perro detiene todo al sentirse aturdido por esa pregunta.
El gato lleva una garra a su pecho, esta pausa no era buena… Todo en si solo podía gritar frustrado, exigiendo el regreso de todas esas sensaciones. Moviéndose él mismo para sentirse invadido como antes.
Este movimiento toma por sorpresa al perro que choca el hocico con su torso.
-Si, me encantas Theodore.-
El felino cierra el hocico para contener algo que no era un gemido. Algo que llena sus ojos con gotas salinas.
Regresando a este baile con el movimiento del perro, con ese embate más sincero y no tan tímido como antes.
-Haz eso de antes, fue increíble gatito. -
El felino rodea su cuello con los brazos, temblando al ocultar como pudiera el rostro en sus orejas. Todo su cuerpo se ve atormentado por ese nuevo calor al poner de su parte en esto, al mover la cadera para sentirlo rozar partes que solo hacen que se llene de colores su visión y este recorrido le haga olvidar contener su voz. Dando de si solo es recompensado con el calor que aumenta, todo va hacia arriba, todo sube.
-Bien, gato , bueno, eres bueno… Eres lo mejor… De mi vida lo mejor.-
Sus dedos atrapan esas palabras llenando su corazón aunque parte de si se sienta tentado a caer en la mentira. Aunque a este punto no le importa.
Solo quedarse aquí. Atrapando en la oscuridad donde puede ver todos los colores de las sombras con el placer que lo llena de golpe y hace estirar el cuello para no dejar salir un grito con los dientes apretados.
Cama suave.
Sus ojos pasan de sus manos a las sábanas bajo éstas.
Un ruido apartado le hace mirar aun lado.
Lentamente entiende lo que ocurre.
Lo que estaba viendo.
No era una de esas fantasías que tenía con volver a casa y encontrarse a ese amigo en algún lugar de fiesta. No era una ilusión.
Es verlo en la ventana de la habitación con un rostro relajado y la boca llena de agua al enjuagar.
Lo ve a hacer una de sus malas bromas al sacar la cabeza y escupir por la ventana, escuchando el grito de un borracho ofendido del otro lado.
-¡Vaya a mear a su casa, viejo sucio!- le grita al recibir varios insultos. Cierra la ventana riendo con los gritos que persisten por unos segundos más. Al girar le ve despierto en la cama.
Tensión.
El gato no soporta más estar acostado, sentándose con los brazos sobre las rodillas. Descubre que el perro no miente, aun conserva las calcetas.
Sus miradas se buscan.
-¿Quieres hacerlo otra vez?. Pregunta el perro al no encontrar otro tema rápido.
El gato eleva esa cola ahora esponjada. La respuesta escapa de su boca.
-Claro.- se siente relajado.
El perro avanza directo a la cama con la mirada atrapada en sus ojos.
-¿De verdad solo pasaremos uno al lado del otro?-
El gato mueve la cabeza al asentir.
-Queremos volver a casa y las órdenes son esas pero solo se podrá si nadie se cruza con el enemigo.- baja la cabeza. - Si ustedes están en retirada y nosotros también… Es mejor que aprovechemos para ir a casa.- suspira las manos para recibirlo tomando sus mejillas.
Vuelven a la cama.
Sin desviar la mirada del otro.
-¿Porque tuviste que exponerte de esta forma?- toma las mejillas del gato.
El felino le sonríe.
-Quiero volver a casa… no creí que te vería aquí.- suspira mirando esos ojos brillantes.-No pensé que podría volver a verte… No creí que tendría el valor de buscarte después de esto.- lo abraza con fuerzas.
El calor entre ellos es real.
Es presente.
En esos brazos en su cuello, en sus propios brazos rodeando la cintura del gato.
En el calor que lo hace buscar este contacto, que lo empuja a volverlo está unión nuevamente caliente.
En presionar, en entrar sabiendo que estaba tan sensible como húmedo.
El felino baja las orejas al primer embate, recibiendo el calor con gusto.
-Te querría, incluso si moría sin volver a verte. Pensaría en ti del otro lado, pensaría en el tipo raro que iba por ahí con manchas de tinta en los pantalones y huele a closet escolar.-
Es aquello que lo llena tan cálido, tan fuerte que lo desarma y vuelve este acto que pudo haber sido vulgar y sucio, desagradable. Es sumamente agradable, es el mundo.
Algo que lo llena de calor.
Viéndose al salir de su escondite ambos, ahora juntos.
Sus bocas se buscan, se unen de una vez por todas.
Compartiendo el aliento en este choque.
Poco a poco la calidez tierna cae en esta desesperación por sentirse, ya con la experiencia anterior el gato pone de su parte ahora aferrándose a ese torso para tomar su soporte, en ese torso, puede mirar arriba y amarlo.
Amar el calor de ese aliento ardiendo entre colmillos prominentes y la saliva que cae, en su color. En el placer que sabe que siente el perro al sentirse unido a él.
Juntos. Tan juntos como era posible.
Tan juntos que no quedaba un rincón donde esconder la vergüenza cuando era todo lo que no sentían. No había vergüenza, solo emoción, solo el encuentro de ambos más allá de una posición militar o la guerra.
Solo ellos y el vecino de habitación que golpea la pared frustrado por el fuerte y repetitivo choque de la cabecera de la cama contra su pared.
En la tienda los tres soldados dan vueltas de un lado a otro.
-¿Ya llegó?- pregunta al soldado que entró.
-No, teniente, no ha vuelto aún. -
Lo despiden.
En soledad uno de ellos habla.
-Ya está muerto, estamos muertos. -
-No estamos muertos. - le corrige enojado el otro.-Ya llegara, él sabrá cómo.-
Esperan.
En silencio otro cabo entra con la bandeja de comida en manos.
-No vamos a comer. - le avisan molestos.
-Pues no coman, yo me estoy muriendo de hambre. -
Los tres voltean al escucharlo.
Es el hijo de puta del general que se perdió cinco de los dos supuestos días que tardaría en volver.
Con otro uniforme y sin el abrigo que llevaba.
-¿Cuándo llegó, general?- le pregunta uno de ellos apenas conteniendo el coraje. La maldita etiqueta debía mantenerse, aunque deseara usar el cable de carga para estrangularlo.
El perro mueve la cabeza relajado.
-Ayer, me escondí para averiguar si planeaban matarme si volvía vivo. - suspira. - Son unos aburridos.- declara al descubrir que se dedicaron a escuchar sus últimas órdenes y no a planear un asesinato.
-¡La reunión, hable de la reunión y de qué está pasando!- grita el teniente bastante enojado.
-Para empezar no me grites, ni que fuera tuyo. - le corrige frustrado.-Conseguí algo de comida para estos días y habrá una gran reunión. - apunta a la puerta. - Llama a todos y reparte la medicina, rápido. -
Notas:
Gracias por leer