Capítulo 3/ Arte destruido
5 de octubre de 2025, 15:20
Ocho cajas de comida son llevadas al interior del campamento por el grupo de dieciséis enemigos en esta tensión tan fuerte.
Mirando con cuidado los dieciséis a este gran grupo que los rodea con una distancia entendible desde la gran fogata del centro. Ahorrandose los comentarios extras aunque les tenía en problemas después de ver a más de una de estas figuras a contraluz como era en el campo de batalla.
Solo faltaban las nubes de gas venenoso.
Entre ellos el mutismo se extiende al parar frente a los vehículos.
-Necesito hablar con usted, General Grambel.-
El grupo de gatos se eriza sin abrir la boca, observa con disimulo al general, esperando aquello que podría estar por suceder.
El grupo que acompañaba al perro se ve mucho más descarado al mirarlos directamente, como si fueran una carnaza frente a sus hocicos.
-Bien, vamos adentro. - responde el gato sin cambiar de expresión.
Los dieciséis ocultan su pánico al quedarse en sus lugares en fila.
-Tengo calor. - murmura uno de ellos.
Al mirarlo solo era posible ver la cara helada de un malamute sin más que indiferencia para el mundo con un hocico cuadrado y ligeramente abierto para exhalar una cantidad excesiva de ahora.
-Bueno, para los tuyos las pelotas congeladas son la regla. -
-Agachate y prueba si están heladas.- le gruñe el perro sin mirarlo.
-Ya cállense. - ordena al perro que aún se limpia la mano para sacarse la baba del perro de fordsshire.
-La verdad es que yo si tengo frío.- murmuró el culpable con un estremecimiento de hombros.-Ya me quiero ir.-mira la casa de camṕaña donde los dos generales entraron en solitario.-¿Se enoja si me voy?- mira a sus compañeros.
Ellos le hicieron una cara comparable a acabar de recibir el insulto más grande contra sus madres.
-Solo quédate quieto y cierra el hocico. - le ordena el muy histérico perro Russell.-Concientizate de donde estás .-
El joven can mueve las orejas y baja la cabeza rindiéndose a la situación y al frío en su cuerpo. Suspira mirando al suelo.
-Ya lo notaste. - farfulla.
El otro le mira con las cejas bajas.
-¿Qué cosa?-
El fordsshire sonríe con los dientes expuestos al descubrir esto de su compañero.
-Nada, solo que tengo frío.- sacude los hombros ahora mirando a los soldados alrededor.
Al olor metálico que se filtra de sus narices y bocas.
Dentro de la casa de campaña esos dos desearían estar besándose hasta deshacer toda línea que les separa pero no es así.
No pueden atravesar esa línea ahora. Es un muro demasiado grande para pensar siquiera en romperlo
No en el campo.
No cuando de frente están todos sus aliados y enemigos.
-La tormenta fue inesperada. - señala el felino para romper el hielo.
El perro levanta las orejas, suspirando al ver a Theodore de frente una vez más.
-¿Ese era el plan?- pregunta observando las paredes de tela alrededor de las aperturas de esta casa derrumbada.
-¿La tormenta?-
-El valle.-
Theodore mueve las orejas al recargarse en la pared de madera que aún se conservaba.
En silencio.
En este silencio la confirmación está presente en el cruce de sus brazos, en esa bota golpeando el suelo al cruzar esas largas piernas.
Hobart sonríe al verlo tan tranquilo con lo que estaba confesando.
-Si. Era para el otro.- murmura confesando con los hombros bajos.
El perro abre el hocico.
-¿Entonces te lo estoy haciendo fácil o difícil?-
El gato mueve las orejas.
-Es imposible. - susurra agotado.
El perro mueve su cabeza al inclinarla de lado.
-Es posible. - le corrige. - Estamos en un valle cerrado, tu equipo parece estar en buen estado y los números te dan la ventaja. -
Theodore cierra los ojos con fuerza. Guarda el secreto, lo hace por la seguridad de su gente. Para mantenerlos a salvo.
-No. No atacaremos.- confía en el perro pero no en su bando, Hobart parece tener problemas para controlarlos según el espía, no sabía si debería arriesgarse.
No lo haría, no pondría en peligro a sus hombres.
-¿Y por qué no lo harás?- le pregunta cerrando la distancia entre ellos a pesar de estar el gato a la defensiva en esa pared.
El felino levanta las manos para detenerlo.
-No… - murmura altivo.
El perro ve esa expresión sufrida con un sentimiento nuevo.
Es claro, Theodore no pensaba en esto como un encuentro formal.
-Quiero saber si nos atacaran a cuando nos crean distraídos.-
-No. Ya dije que no.- suspira con ese perro frente a él.
La reunión en ese hostal revive en sus memorias como un nuevo agregado a la deliciosa muestra de colores en su pasado, distrayendo y debilitando sus decisiones. Temblando sus puños al sentir el fuerte deseo de rodear ese cuello y caer, muy abajo.
Su boca se cierra con fuerza al tener ese hocico sobre su pecho.
-Aquí no- murmura resistiéndose al empujar su rostro a un lado.
El perro abre el hocico.
-Eres bueno acechando, solo has eso.- le pide sujetando su cinturón.-No dejes que te escuchen. -
El gato le sujeta por el brazo apretando la boca en una línea por la sensación ardiente que sube con gusto, delatando y debilitando sus piernas.
-No hagas ruido, como antes, no dejes que te descubran.- le pide el perro buscando su rostro, lamiendo sus labios.
El felino recuerda al escuchar eso, bajando las orejas al ver ese día de nuevo.
Las luces no son linternas ni antorchas.
Es un cuerpo que se retuerce y grita, llora.
La cabeza del perro se mantiene derecha con esa imagen frente a él.
Están ganando y hace frío.
Hay alcohol en su mano pero no puede beberlo.
No cuando ve a este enemigo quemándose en la hoguera con otros cuerpos, no está muerto, ellos si.
Este pelotón fue liquidado y el último de ellos no será el afortunado que sea interrogado sino quien cayó en este juego.
A pesar de la batalla su uniforme continúa intacto en mangas y piernas, las rodillas no han perdido hilos ni su pelo se ha quemado con las balas. Lo delata como un recluta recientemente incluido en el desastre de la guerra.
Puede ver a este gato arder entre gritos.
Puede escuchar a otro en la zanja bajo sus pies. Está herido, huele a sangre, lo escucha llorar frustrado.
Ve al gato buscarlo, su única compañía, y verlo entre las llamas que le queman pero no lo delata, no dice dónde está.
Hobart lo puede escuchar arrancarse el pelo y llorar.
Si se moviera, lo escucharan y posiblemente quien le encuentre, lo quemara también.
Sus ojos bajan pero no se mueve, debería disfrutar como el resto de quemar a uno de los enemigos venenosos pero no lo hace. ¿No lo odia?
No. No lo odia.
Mira al fuego que es lento para liquidarlo por culpa de la humedad pero no lo ayuda, solo alarga aun mas esta tortura horrible.
Hobart escucha a su general reir con el aliado que se unió a este flanco para desestabilizar el poder del enemigo de las toxinas.
Lo hace mirar al enemigo en el fuego, ahogándose y temblando.
Y este deja de mirar a quien se esconde para encontrarse con sus ojos.
Hobart inhala y todo pierde sentido. Solo con ver al enemigo llorar gotas de sangre apenas capaces de caer en ese infierno.
Antes de pensarlo, ya disparó a la cabeza.
Las risas y el canto paran de golpe con su actuar.
Retrocede y levanta los brazos al guardar el arma.
-¡Vuelvan a cantar, vamos a cantar! - grita al empinarse la bebida.- ¡¡Si no sabes cantar, callate!!- sujeta la bebida al girar para seguir un ritmo inexistente.
Los murmullos se extienden entre los presentes.
-El loco le disparó.-
-Pudo mejor apagarlo. -
-Al menos servirá para algo más divertido. -
En ese agujero de tierra el gato , sin título ni más poder que un cabo, observa los restos quemados de un aliado. Inerte, liberado del dolor.
Escucha los pasos del enemigo sobre su escondite. Lo odia.
Hasta escuchar como este se agacha para recoger la botella que tiró.
-Debes irte, sigue el túnel y vete, no pares hasta el río y no vuelvas. Vendrán más.-
Theodore se consideraba inteligente al escucharlo, estupido al creerle.
Afortunado por escapar.
Un infeliz por salir de ese lugar solo con una bala en el hombro.
-¿Sabías que era yo?- le pregunta el gato. Tomando su rostro con las garras expuestas.
El perro mueve las orejas.
-No, era imposible que lo supiera. - mira esos ojos con pesar. - Pero lo que estaba sucediendo era innecesario. Era inutil lastimarlo así cuando él no sabía nada y a su cadáver... Nada.-
Theodore entiende ese silencio incómodo. Suspirando al tomarle las mejillas.
-Si fuera en un interrogatorio te parecería bien. -
-Ya me han interrogado, estoy bien si me rompen los dedos o me cortan y queman.. Pero no eso. No puedo ver eso y sabía que a la persona escondida le harían algo peor.- su voz se apaga.-No tenía razón de suceder. -
-Eres bueno. -
El perro mueve la cabeza negando esa posibilidad.
-No, soy estúpido. Soy muy estúpido.- suspira buscando la distancia con su cuerpo.-Deje escapar al ángel del campo, eres tú.- acaricia las manos sobre sus rostro.-En tus alas esta la sangre de mis compañeros y yo fui parte de las piezas que te hicieron ser el creador del mar de sangre. -
-Hablas como si fuera por ti que soy como soy.-
-Solo tú, gatito. Eres tan fuerte como para ganar pero sigues aquí, sigues peleando. -
El gato cierra los ojos manteniendo el hocico apretado.
Aquel perro interna el brazo entre sus piernas para jugar con su cuerpo, para calentar su sangre a pesar de todas las advertencias que Theodore había hecho hasta ahora. Temblando al mantenerse de pie.
-Eres un idiota. -
-Y tú una manís. - su voz cae profundo.-Estoy tan desesperado por ti, no me importaría morir si es así, ahora. -
-No te haré daño¡Ahaa!- atrapa sus orejas para callarse.
-Dime ¿A dónde quieres ir después de la guerra? - le pide el perro yendo más lejos con una mano que se pierde por la espalda del gato.
El felino lleva la cabeza a su hombros, enterrando las garras en su espalda.
-¿Por qué no paras?- pregunta subiendo sus garras por esos hombros hasta sus orejas, sus lindas orejas de algodón.-Para.- murmura con las rodillas tambaleándose.
-¿Por qué lo haría? Esto te encanta, no tiene sentido que pare. - su voz baja al escuchar esa boca cerrarse con fuerza. - Aquí, es aquí. ¿Por qué no te dejas caer? Puedo sostenerte. - le avisa para que dejara de luchar contra la caída.
El gato lleva los brazos alrededor de sus hombros, sus dudas lo hacen temblar antes de atreverse a derrumbarse lentamente en sus brazos. Suspirando al verse seguro, como si su peso no significara ningún cambio.
Sin verse humillado como temía de permitirse confiar en él.
El placer dentro de su cuerpo con este acto de confianza le llenan. Sujetándose a sus hombros, mira ese cuello, suspirando antes de atreverse a morderlo.
El perro exhala con esos colmillos alrededor de su yugular.
-Me emocionas, no debes hacer eso.- le advierte tirando de sus pantalones.
El gato siente esa intención perdiéndose de todo temor a ser descubiertos al bajar sus manos para descubrir al perro con un tirón a ese uniforme.
No hay lucha de ninguno de los lados, cayendo de golpe en la tentación. En el deseo que puede dejar de gritar de fondo.
Deteniéndose ambos por un ruido que viene acercándose.
-Vaya, esto será malo. - retrocede liberándose.
El gato gruñe al sentirse de golpe abandonado. Sus ojos van a la puerta aun con los colmillos expuestos. Endereza el cuerpo aunque siente un mareo permanente en su cabeza.
Todo en el felino es frustración. Ordenando a regañadientes su uniforme lo mejor que se podía en esta situación.
-General, hay noticias. - avisa desde afuera un soldado de su lado.
El perro inhala rindiéndose a este resultado.
-Me retiro, habiendo discutido el tema que debíamos.-
El felino muerde su lengua antes de responder.
-No habrá ataques ni traiciones, ¿No es así, general?- pronuncia ese título entre dientes.
-No. Mientras no se nos traicione, no.- mira a la salida. Vuelve a fijarse en Thedore con una pregunta en sus ojos.
-Si, es seguro. - le aclara sobre el soldado en el exterior.
Entonces el perro levanta las comisuras de la boca con una gran sonrisa, aturdiendo al felino que hace demasiado no veía esa sonrisa alegre.
-Cuando cenes, puedes ir a ver a los cachorros de nuestro lado. - toma la cortina para salir de la casa de campaña.
El felino abre la boca al entenderlo.
-Es mentira. - exclama.
El perro no le responde, limitándose a dirigir a sus soldados fuera del campamento sin más preámbulos.
-¡Debe ser una mentira, nadie es tan estupido!- el espejo mental le golpea la cara con su propio ejemṕloo, con el riesgo que a corrido y las consecuencias que podrían haber. Solo porque este lazo, este deseo, ganó a toda la lógica y lo correcto.
Llevando las garras a sus costados para cerrar y abrir los puños lleno de frustración.
-Es… Un loco, inconsciente.- aprieta los puños.
Este tipo acaba de darle un gran peso con esta información, con aquello que era demasiado importante para simplemente atacar. No planeaba atacarlos, no lo haría.
Vuelve a la casa de campaña. Aunque mejor lo piensa y lo mantiene fuera para que no se note nada por ahora.
–Habla. - pide a su segundo.
El teniente no puede esperar para compartir la noticia que debía discutir.
-Señor, es como lo planeo. Ya vienen, están a un día de nosotros.-
Theodore baja y sube las orejas para contener estas emociones.
-Nos cazaban con ayuda del cuartel. - murmura con esta verdad por enfrente
Llevaban en movimiento ya dos meses pero el mismo cuartel les empujaba al encuentro con este batallón. Algo dejó de tener sentido al escuchar más de una vez la orden que en coincidencia les llevaba a encuentros con el tercer ejército en el campo.
Eran aliados del lado del perro pero no acaban juntos sino en tregua, una tregua que los conducía a acabar con el bando que pelea por sí solo gracias a las armas de sus fábricas y su avance tecnológico en desarrollo.
-Preparen todo para el encuentro. - sus garras se aferran entre sí por la espalda.-Caten las provisiones entregadas y de ser comestibles, preparan algo grande. -
-Da por hecho que la comida está en buenas condiciones.- reconoce el teniente, sus vendas no ocultan su curiosidad apagada pero presente como los restos de una mirada herida por el tiempo en el campo.
-Es confiable. - reduce la respuesta para el teniente. Sus ojos van a ese ojo expuesto.
El teniente mueve las cejas pero se mantiene serio, respondiendo a su mirada con la misma seriedad.
-¿Ya bebiste tu dosis?-
-Si, estoy medicado perfectamente. - sonríe mirando al techo para relajar sus venas saltadas por el estrés.
-Espléndido, ve a descansar cuando termines.-
-¿Descansar? No. - mueve las orejas al negarse.
-Necesito a alguien que vigile el perímetro, no eres tú con un ataque nervioso. Ve a dormir después de dar mis órdenes y en la noche me cubrirás. -
En la carne de la sopa hay sopa.
-Esta muy liquido.-
-Es sopa, come y cállate. - le gruñe el cocinero al servir.
El soldado retrocede y gruñe mirando al cocinero con mucho rencor.
El fuego comienza a debilitarse, tienen que avivar las llamas con leña seca.
Un cabo se levantaba para cumplir con ello, deteniéndose al ver un madero ser lanzado por alguien más.
Mira a esa dirección descubriendo al general.
Hobart mira el fuego elevarse, retirándose al terminar su comida. Pasa entre los soldados.
-Mantenlo vigilado. - le recuerda a la encargada de vigilar al gato.
El felino parece notar algo, mirando de lado antes de volver a concentrarse en la sopa que le dieron.
a unos metros el elefante observa preocupado.
Ver a su compañera con ese enemigo le preocupaba. Tanto por ella como por el riesgo de que lo muerda y ese perro la castigue por dañar un cargamento valioso.
En la tienda el perro ya tomó un montículo de tierra para acostarse con la cabeza sobre su sombrero viejo. Mirando el techo lleno de agujeros de bala y esa sombra del fuego a través de estos.
-Esta sopa sabe a sopa. - murmura ya lejos de los cocineros y donde podía quejarse. - Debemos conseguir especias, no soportare un dia mas comiendo cocina inglesa, dios.- sus colmillos resaltan al reírse irónico.
De pronto una araña grande le cae encima.
Odia las arañas.
Levanta la cabeza para ver ese rostro afilado de frente.
-Hola. - saluda al gato con las cejas bajas.
-Que rápido viniste ¿Te gustaron las verduras?-
-Eran maduras. - murmura con esa misma expresión.
Hobart sonríe al sentir las rodillas del gato a cada lado de sus costados.
-¿Estás enojado por lo que te tuve que contar?-
Thedore mueve la cabeza y las orejas frustrado.
-Carajo, si. Estoy enojado contigo, ¿Porque debo enterarme ahora de eso?- su presión sube causando un visible enfado entre sus cejas.
-Si, no podía decirle de buenas a primeras nada sobre eso.- su voz baja al recorrer con las manos esas piernas tan largas desde afuera, internado los pulgares en el interior, llevando esa presión arriba. Escucha un sonido parecido a un resoplido por parte de Theodore.-¿Quieres conocerlos? Hay un gatito entre ellos. -
El gato lleva las garras al cinturón del perro.
-Prefiero hacer los míos.- murmuró tirando de esta prenda para abrirla entre temblores.
El perro le observó, sonriendo a medias al escuchar el susurro del gato al descubrir que estaba tan emocionado como era posible.
-¿Por qué estoy haciendo esto?- farfulla el gato al pensar tan solo por un segundo en todo lo vergonzoso de esta situación.
El perro lleva una mano a sus garras.
-Porque soy tuyo, creo yo.-
El gato baja las orejas al escucharlo, rompiendo con esta distancia para tomar su rostro, uniendo sus labios nuevamente.
Hobart aprovecha su emoción para probar su boca con un arrebato directo, buscando entrar al fondo. Tocarlo y hundirse, jugando ambos en este intercambio húmedo.
El gato baja las manos para bajar su propia ropa, temblando con los ojos fuertemente cerrados al unirse los dos, en esta posición tan expuesta.
Hobart lo conduce y toma su cadera para guiarlo. Escuchando como esa voz se libera, enternecido y liberando un sentimiento sobrecogedor.
Doloroso por su pérdida.
-Oh, no… - murmuró mirando el suelo junto a la cabeza de Hobart.-Es raro, es muy raro. -
-Solo muévete, como tú quieras.- le tranquiliza llevando las manos a su cintura. - Vamos, es lento al inicio. Sube… Baja, y pronto te sentirás bien. -
Con la cara roja mueve el cuerpo sobresaltandose por la sensación del frote, de la invasión entrando y rozando una pared que no pensaba que fuera tan sensible.
Poco a poco su confianza crece, moviéndose con más presteza.
Lo busca, lo desea.
Cada vez es más difícil subir, solo cae, siente como esto entra más fuerte y profundo.
Buscando justamente eso por la presión, viéndose sobre él con la cabeza inclinada
Hobart no es un buen público, no cuando él mismo estaba hundiéndose en este calor, donde sólo puede ver esta figura retorcerse de placer y estremecerse, no cuando estaban juntos.
Atreviéndose a ir por su intimidad, torturando la erección en su mano junto a las dos bolas de algodón que amasó sin detener su mano, enderezandose para buscar su boca.
Theodore queda a medias al ser asaltado de golpe a pesar de su lugar, abriendo la boca por la entrada de esa lengua con el gusto en ello bastante alto. Lleva los brazos a sus hombros.
La presión desde abajo le eleva por un segundo.
-Espera… - suspira volviendo al beso al moverse de nuevo.
Una vez más es de ambos, es una danza vulgar muy íntima. Chocando sus deseos en un solo resultado, en unirse y sentirse al límite.
No está seguro de lo que es, no cuando solo puede pensar en cuánto le gusta el golpe dentro de sus entrañas y como es presionada esa pared a cada impacto, llenándose su interior.
Gruñe al liberarse en sus manos, sin moverse para recuperarse aunque no puede tomar un respiro cuando aún es azotado desde abajo. Sujetándose de nuevo para iniciar con más sed, ya no puede contenerse ni cerrar la boca donde juegan ambos hasta manchar el mentón de ambos con la saliva resultante en el contacto.
La boca del perro baja por su cuello, el gato aprovecha para respirar entre suspiros.
Sus colmillos se presionan al sentir esa lengua en su pecho, escarbando entre su pelaje para encontrar algo a lo que atormentar con los colmillos.
Sus orejas bajan y suben, llevando una garra a su rostro para elevarlo.
Chocando sus miradas en este lapso donde la duda está presente.
El pedido es silencioso más es también obvio con esa mirada apacible en el perro
El gato presiona los labios juntos antes de rendirse a este avance inesperado.
Sus colmillos son descubiertos al bajar las orejas con la primera lamida a su pecho.
Suspira dando por hecho que era una pérdida de tiempo, suspirando al volver el movimiento.
Este que conoce y deseaba, el calor que crece desde adentro y golpea.
Exactamente eso es como va cambiando lo que parece un desperdicio a algo nuevo que comienza a afectar.
Todo en su cuerpo se esponja por el nuevo nervio despertando.
No es una sensación inmediatamente placentera, es tardado, es acompañado por el golpeteo a las paredes de su cuerpo que a cualquier roce entre ambos ahora le es combustible.
Poco a poco descubre que el calor no viene solo de su piel o del golpe, es avivado por ese juego en su pecho tan plano. Gritando de sorpresa por una mordida.
No es dolor, es la sorpresa de la presión y cómo le afecta por todo el cuerpo, descubriendo que es capaz de paralizarlo. Es el color revuelto en sus pupilas lo que le avisa de haber terminado nuevamente.
Cerrando los brazos en torno al contrario por te golpe a su columna, suspirando jadeando sobre sus oídos. No solo por el tirón desde adentro o afuera.
Es la voz del mismo Hobart lo que le hace caer al calor que lo inundó de golpe.
Aferrandose de sorpresa al sentir como todo en su cuerpo se llena de este placer y su calor.
Tardando unos minutos en salir de este silencioso letargo. Retrocediendo para verse de nuevo uno al otro.
Esos cinco minutos en los que no podían ir a ningún lado eran muy preocupantes para ambos.
Tanto para el perro con la cabeza hirviendo como para el gato que se siente atrapado y lleno, temblado con esas manos que no lo dejan en paz y siguen torturando su cuerpo, levantando una erección en estos momentos de calor, llevándolo a un final rápido junto con el calor en su interior.
Cada minuto que no puede salir, continua y el gato lo disfruta perdido por el calor que marea su mente con cada roce que busca, suspirando al ver cada vez más manchas de su propia autoría en esa ropa profana y llena de muertes.
Si Hobart lo matara ahora ¿Podría pelear o solo llegaría a otro culmen? ¿El más fuerte?
Hay algo mejor que el nudo que presiona sus parede y no le da descanso a lo que sea que esté ahí soportando todo ese calor y presión sin parar de enviar olas de placer por su cuerpo, a esas manos que no dejan ir su erección y se dedican a destruir su pudor tocándolo tan vulgares como atentas.
Todo con esa voz rota y deliciosa murmurando su nombre sin tregua.
Sin permitirle escapar.
La demencia para lentamente, donde ambos pueden detenerse y quizás meditar sobre todo lo indecible que hicieron en esta hora.
El gato coloca las garras en ese pecho, subiendo por el uniforme que ya ensucio con su semilla, con su olor mezclado con la toxina de todo su bando. Subiendo sus ojos de las etiquetas de rango a su rostro.
-Estuvo bien.- Suspiró bajando la mira para tranquilizarse después de haberse escapado de su campamento, entrado a zona enemiga, pasado a los soldados y llegado a esta casa de campaña solo para esto.
Hobart es más directo y crudo.
-Dios, gracias. Llevaba años pensando en esto. - admite el perro llevando ambas manos a su uniforme abierto. - Esto de aquí me ha llamado por dos malditos años.- lo subraya al presionar la poca carne en la zona para levantar ambos pectorales con un gusto innegable por su suavidad.
El gato lo abofeteó por reflejo.
-Disculpa, eres un tanto insoportable.- es sincero. Ese acto le llenó de sombras y entre ellas estaba la rareza de ello.
Hobart se soba el rostro.
-Quítate la camisa, aún no terminamos. -
-Yo si. - lo aparta para ponerse de pie.
-¡No te vayas, aun no!- pide al atraparlo por el brazo. - Vuelve aquí, moriré después de la guerra. Quédate aquí conmigo, solo un poco más. - le pide esto sin soltarlo.-No tendremos más oportunidades, Theodore.-
El gato mira a la salida, la hora que calculaba por la luna entre los agujeros de la casa de campaña.
Sus fuerzas se rinden a regresar, permitiendo ser conducido a la lona donde descansaba el perro.
Desde la cama sus cejas bajan. Escucha su voz y como le rearma el uniforme.
-Si no quieres no lo volvere hacer pero quedate, solo quédate hasta que no nos quede más tiempo.-
Theodore siente su cuerpo cubierto y esa figura arder como carbón encendido encima de él.
Sus cejas bajan más y se atreve a cometer la locura de descubrirse por sí solo bajo esa mirada aliviada. Volviendo Hobart a sus brazos con un suspiro compartido.
-No vas a morir, exagerado. - le regaña por esa tontería.
Hobart suspira, concentrándose en besar su cuello.
-Cuando ya no estemos juntos, te extrañaré mucho Theodore. Te voy a extrañar tanto como duelen las balas. Te voy a extrañar, cada segundo que no estés conmigo. -
-Basta con eso. - le reclama al sentirse debilitado, capaz de soltarse en lágrimas por estas palabras de amor, tan parecidas a una despedida. - Solo metelo, ya no hables si vas a sonar así.-
Su rostro se vuelve carmín al reconocer esta posición, sentirse familiar todo cuando sus rodillas suben para dar paso, elevando los hombros con la entrada mucho más fácil después de esa locura.
Muy cerca, demasiado cerca.
Puede verlo de frente por el largo de su torso, vuendose directamente al ser embestido lentamente, sin prisas. Chocando sus miradas al moverse también con un calma que comienza a ser asfixiada por la necesidad, por la prisa por ir más allá.
No tienen tiempo, no tienen el lugar a su favor pero si esta ansia por seguir.
-No te despidas, no ahora. - pide el gato sujetando sus orejas para sostenerse entre resoplidos.-No hables como si no fuera a verte nunca más, no es justo.- su queja se acompaña por el quejido, por el lamento lleno de placer.-Quiero verte, mañana y pasado también. Te quiero, de verdad te quiero. -
Hobart escucha, mas no calla.
-Te necesito.-
-Anhelo estar contigo, quiero que seas feliz cuando estes conmigo.-
Susurrando esta clase de palabras por el resto de la noche.
Para los dos es algo desconocido, un intruso.
Demasiado concentrados para poder darse cuenta de un soldado fuera de la tienda de campaña , de sus manos ha caído una taza de aluminio que contenía una importante bebida cargada de granos de café que encontraron en las ruinas.
-Dios, mío.- exclamó cubriéndose el rostro con la cara pálida.
Retrocede, camina de espaldas hasta perder esa lona de la vista.
Llegando a un bosque cercano donde recarga la cabeza y exhala.
-Pero esto… Esto es concepción…inconsciente..insecto… inconmensurable… ¡No puede ser!- gira con los brazos arriba. - El general… - lleva las manos a la cabeza. -¡Dios!- exclama pálido.
De pronto el mundo es diferente y su cabeza se llena de voces.
-Dios, no, el general está sacrificando la despensa de frijoles por nosotros.- sacude los brazos y hombros al dar una vuelta. - Debe querernos mucho. - gira de nuevo en su propio eje, levantando las orejas para poder procesar lo que escucho y no vio pero era muy claro.-Nos quiere mucho, solo nos mira con desprecio y hastío pero nos quiere y dio todo por nosotros… ¡Aauuhh!-
Si, allá.
Dando vueltas para tranquilizarse. Pisa la nieve que se acumula y se detiene con piernas firmes y brazos extendidos. Igual que una mascota que ha decidido que quiere jugar.
-Bien. Esto es secreto, es secreto. - levanta los brazos para sujetarse la cabeza en un ángulo de 45 grados. - Debe ser… - piensa para entender lo que sucede.-Ellos pidieron la reunión y lo citaron, se dio el portazo y ahora paga con el jo ciego el que no nos rocíe veneno. -
Mira al campamento enemigo a lo lejos.
-Y no huele a veneno…-vuelve a pensar, tanto como para hacer humear su cabeza. - No tiene sentido.- gira para mirar a ese lugar. - Todos están muriendo por tuberculosis y anemia , ¿Porque va a colaborar si deberíamos matarlos ahora?- piensa hasta sujetarse la cabeza.
Llegando al resultado final y muy preciso para su cerebro.
-No me meteré, olvídalo.- mira a un costado.
De frente ve a ese gato vendado.
El teniente no venía aquí porque si. Algo le hacía sospechar. Un rastro que encontró en el bosque y al seguirlo le llevaba al campamento enemigo. Lo siguió esperando ver a un enemigo y así fue.
Ahí estaba el baboso. Un gran perro baboso de ojos abiertos y brillantes en la noche, de cejas delicadas, hocico grueso y cuadrado. En verdad se veia tonto con sas orejas a los lados de la cabeza. Un perro de pelo corto vestido como un mueble de ropa al que le echaron todo lo que encontraron y juraron doblar algún día del año pasado.
-Tu-
-¿Quieres que te coja?-
El gato eleva las cejas y su cuerpo da un respingo, como si agua le salpica el rostro de sorpresa.
-Si te mueves un poco la ropa, se puede sin que te de frío.- continua con una cara seria.-Podemos coger en este árbol. - apunta una secuoya gigante.
Su boca bajo las vendas se abre para mandarlo al demonio.
-Solo piénsalo. - le ofrece el perro levantando las manos como si fuera a recibirlo en un abrazo.-Podríamos besarnos.-
El gato mueve los hombros y su cola esponjada se sacude al erizarse.
El perro voltea distraído con esa cola de pelo largo, atado en pequeñas trenzas que mantienen el pelo a ras.
Alejándose sin responder aunque tenía muchas cosas que decir contra ese perro.
-Mañana tambien te espero, me gusta tu cola y tu rabo también.-
El gato se va más rápido.
Ya solo , el perro no aguanta más el ridículo que ha estado ocultando con esa falsa seriedad.
Rodando sobre la nieve al tirarse al suelo.
-“¡Me gusta tu cara y tu rabo también!“ mierda, pero que imbecil… - sujeta sus orejas completamente horrorizado.
El gato asesino, el gato asesino se fue.
Al hacer este movimiento pensando en sacrificarse como si general , terminó por espantar al enemigo.
- Mamá, abuela, lo siento, lo siento mucho pero a este paso no va haber descendencia de mi lado. - lamena con la cabeza hirviendo . - ¡¿Cómo carajos espantas a un asesino, Caleb?!- gruñe frustrado.
Una cosa era que las chicas del pueblo se le alejaran porque su personalidad era una estupidez pero un soldado, un soldado se espanto. ¡Un soldado!
¡En vez de coquetear, lo espanto! ¡A un tipo que tiene el gatillo del arma bien marcado en sus dos manos!
Era el fin de su linaje. No pude conquistar ni a un asesino.
-¿Entonces no escuchó la tormenta?-
El gato mira alrededor, después de ser descubierto de regreso y fingir que había salido para ver el lugar. Resultando en apenas enterarse que por la noche, que compartió con Hobart con mucho gusto, la caída de la nieve llegó casi a dos metros.
Tuvo que atravesar hasta aquí pero este lugar, su campamento, no pudo recuperarse.
El agua se estancó y el fuego es imposible de encender.
-Mo podemos permitir que esto empeore. - sus ojos van a la carpa médica.
Hobart parecía de confianza… ¿Cómo podría decirle lo que iba a pasar con los enemigos que les persiguen?
-Debí hablar de eso con él.- mira al teniente. - Te lavaste las vendas.-
El gato mueve la cabeza negando.
-Entre la comida venían vendas… ¿Cree que no debo usarlas?-
-No, está bien. - mira a ese campamento.-Enrealidad, es bueno que te vean con ellas.- sus ojos van a las figuras del grupo enemigo.-No son demasiado ineligentes.-