Prólogo
12 de septiembre de 2025, 13:18
PRÓLOGO
No existe la oscuridad si no hay luz.
No existe el mal si no hay bondad.
No existe la vida si no hay decisiones.
Su vida es existente gracias a las elecciones que se han tomado.
MADRE
La última voluntad de su madre fue escuchada, pero los aurores no evitaron reírse antes de arrojarla a su celda; fría y triste como el nombre que había elegido para su hija. «¡Lo que digas, loca desquiciada! ¡Haremos que tú hija te odie aún más!» Le decían a Jade Lestrange entre risas llenas de furia, ya que aquella mujer de larga y rizada melena había cometido atrocidades, y haber parido a una bebé en pleno Azkaban era la menor de ellas.
La mujer sonrió fríamente. Había ocultado su embarazo de manera increíble, a tal punto de llegar al noveno mes sin pista alguna, hasta que sus desgarradores gritos retumbaron en toda prisión, alterando aún más a los prisioneros que tenía como vecinos. Los dementores no evitaron acercarse a ella, queriendo alimentarse de aquél dolor gratis que Jade gritaba sin piedad.
Rasgaba las paredes con las largas uñas, mordía una bola de tela que tenía por cobija, y sus lágrimas salían de sus ojos sin parar, pidiendo que aquél dolor se detuviera. Era realmente impresionante como había logrado soportar casi siete horas de contracciones, caminando de aquí allá en la pequeña celda, intentando quedar aún más loca de lo que ya estaba. «Todo sea por la profecía... Todo sea por la profecía» Intentaba repetirse después de que se le pasaba una contracción, pero llegó el punto en que estas pasaban cada cinco minutos, y los gritos eran cada vez más constantes, alarmando a varios aurores de la prisión de Azkaban.
Los dementores se acercaban cada vez más, haciendo aquél dolor más agobiante. La asfixiaba de una forma tan extraña, que sentía que se volvía parte de ella misma. De repente, por fin había ocurrido, y un llanto volvió a escucharse, pero este era diferente, era el de un bebé recién nacido. Jade agachó la mirada y tomó entre sus brazos a la criatura que lloraba, sin importarle lo tan cerca que se encontraban los dementores, ya que el pedir ayuda jamás le había pasado por la cabeza.
Era muy extraño; ninguna de las criaturas se había acercado a intentar besar a alguna de las dos, solo se quedaron ahí, pareciendo admirar a la criatura que lloraba en los brazos de aquella mujer, como si se tratara de uno más de ellos. Jade miraba a su hija, no con admiración o amor, como se supone que debería ser, sino con satisfacción y deseo.
—Eres perfecta... —susurró viéndola sin siquiera acercarla a su pecho, como si de un trofeo se tratase —. El señor tenebroso estará encantado, seré su mayor orgullo, y tú su arma perfecta... Solo esperaré aquí a que me saque, te encontraremos y nos ayudarás a hacer este asqueroso mundo un lugar mejor... Haremos desaparecer esos estúpidos y repugnantes Muggles y sangres sucias... —susurró a la bebé con una voz lunática, con unos enormes ojos brillantes de maldad.
Uno de los dementores que se encontraba más cerca, sacó lo que parecía ser una mano por debajo de la túnica negra. Acercó su pegajosa y huesuda mano, tocó el desnudo y sucio pecho de la bebé y esta cesó su llanto, miró a su madre (o eso pareció ser), y Jade pudo ver unos ojos grises, tan oscuros como las capuchas de los dementores. Estaban destinados a ser igual de enormes a los de su progenitora.
Unas pisadas desesperadas se escucharon, y un patronus en forma de rana se abrió paso, ahuyentando a los dementores que habían rodeado a la mujer y a su bebé. Detrás del patronus se acercaron unos Aurores con varitas en mano, listos para atacar si era necesario, pero se llevaron la enorme sorpresa de ver a Jade con una bebé en brazos, que aún se encontraba conectada a ella por el cordón umbilical. Una de las Aurores se cubrió la boca, sin creer lo que veía.
PADRE
Su padre era capaz de matar a cualquiera que se le atravesara en el camino, pero no por amor, sino por sed de aceptación. Rabastan Lestrange había logrado recuperar a su hija, y la cuidaba como si fuera un cristal muy valioso, uno que estaba por regalar a un mago que tenía intenciones espantosas que hacer con aquella criatura. Rabastan estaba tan orgulloso de sí mismo, había derrotado a Aurores en el ministerio de magia, que era donde había escuchado llegar a su hija.
—¡Exacto! Nadie de nosotros sabíamos que estaba embarazada —escuchó a una de los aurores al otro lado de la pared. Se encontraba camuflado por una poción multijugos, algo bastante común entre los mortifagos —. Cuando llegaron ya tenía a la criatura en sus manos, dicen que fue una escena en realidad espantosa, y su última voluntad antes de que se la quitasen fue que conservara el nombre que le eligió.
—¿Y lo hicieron? —se escuchó la voz de un hombre.
—Aún no, ¡Pero dijeron que si lo harían! ¡Y que bárbaros en hacerle caso, es un nombre demasiado horrible! —sentenció.
—Bueno, mejor que Lemetendia, si lo es, apuesto.
—Oh, Cállate...
La marca tenebrosa en su brazo empezó a arder, pero no se iría con las manos vacías, debía entregarla. Finalmente escuchó que su hija se encontraba en el departamento de Aurores, justo a dónde se dirigían aquellos dos. Los siguió sigilosamente con un encantamiento desilusionador, cuidando no chocar con alguna persona, o llamar la atención. Al llegar pudo distinguir a la bebé profundamente dormida en lo que parecía ser una cuna improvisada con miles de ropas. Ya se encontraba limpia y vestida, mucho mejor aspecto que del que salió de Azkaban.
La tal Lemetendia cargó a la bebé en brazos cuando esta empezó a llorar, no tardó en tenderle una mamila preparada.
—¿Qué harán con ella? —preguntó su compañero, viendo la escena.
—Lo más probable es que la dejen en un orfanato, pero es muy triste y preocupante, tiene apenas días de nacida —se le entre cortó la voz.
—Y, ¿Cuál era el nombre que decías? —volvió a preguntar el Auror.
—Misery Nox —dijo volviendo a dejar a la bebé en la cuna de trapos —. Ya diciéndolo muchas veces no suena tan horrible. Solo yo sé que es el nombre que eligió, me lo dijo antes de irme de su celda.
—¿Y por qué le hiciste caso? ¡Es una mortifaga! —intentaba comprender —. ¡Ha hecho cosas horribles!
—¡Lo sé! —alzó ligeramente la voz y la volvió a bajar cuando Misery Nox se removió —. Pero... Es su madre, fue lo que ella quiso... No pude evitarlo, ya la registré con ese nombre…
—¿Que-has-hecho-qué? —exclamó de repente el hombre, vio como su compañera le extendía un acta de nacimiento con solo el nombre y año rellenados — Por Merlín, Leme, no era tu responsabilidad hacer esto...
—¡Es su madre, Lazter!
—¡Y es una mortifaga! Con eso es suficiente para que no tenga derecho alguno sobre ella.
Rabastan Lestrange solo estaba quieto, escuchando detenidamente la conversación, pero no le quedaba más tiempo para más charlas, así que sacó y empuñó su varita. Nadie se esperaba aquél ataque, ya que cuando otros Aurores regresaron a su área de trabajo, encontraron los cadáveres de Lemetendia Edwards y Lazter Matthews junto a la cuna improvisada que ahora se encontraba vacía al igual que los ojos de ambas personas.
El rostro de Lord Voldemort estaba lleno de satisfacción y sed de poder al ver llegar a Rabastan Lestrange con su propia hija en brazos y directamente entregársela como si de una ofrenda se tratase. La tomó y la analizó con aquellos ojos que atormentaban a muchos, tenía la victoria asegurada, pero solo le faltaba algo; que la menor pudiera hablar, un simple texto y todo quedaría sellado, hacer Horocruxes era algo seguro, pero que Misery Nox leyera un simple texto sellaba su contrato como una persona inmortal.
M.N.
No tardó en mandar a todos quienes fueran necesarios en criar a la bebé, solo le urgía que aprendiera a hablar. ¿Qué pasaba con su madre? ¡Eso era lo de menos! ¡Ya tenía el arma de su más grande éxito! Todo era felicidad, hasta que llegó a los oídos del señor Tenebroso; una profecía. Misery Nox había cumplido apenas el año, y el aura oscura de los Lestrange y los Malfoy la criaban, intentando convertirla en una más de ellos, pero una extraña energía dentro de ella se negaba.
«Y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida...
El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso nacerá al concluir el séptimo mes...»
Una profecía incompleta llegó a sus oídos, por unos instantes sintió la amenaza de Misery Nox, pero tontamente recordó que ella era nacida de un mes más distante, así que optó por alguien más, alguien que ese mismo año, el día de cumpleaños número dos de Misery Nox, se volvería muy famoso en contra de su voluntad. «Están en el valle de Godric, amo. Están escondidos en una casa en el valle de Godric». Aquellas palabras fueron suficientes para que el nombre de Misery Nox fuera olvidado tan rápido como la muerte de los Potter en esa noche de Halloween.
Su nacimiento fue un misterio tan grande como el de cómo llegó a aquél orfanato de Norwood, con solo una nota, sobre su nombre. Solo dos nombres, sin apellidos, solo Misery Nox. Una pequeña de tan solo dos años ahora rondando en un nuevo hogar, lleno de niños extraños para ella, inconsciente de lo que estaba pasando, asustando a muchos con aquellos oscuros y grises ojos, con una calidez que empezaba a surgir de ella, sin darse cuenta que gracias a ella, alguien más era infeliz.
Una profecía contra otra, peleando por cuál era la razón de ser de otra. Pero la que nombraba a Misery Nox no eran solo palabras, también traía consigo otra, una que definitivamente hacía el arma aún más perfecta, dos contra una.
Misery Nox estaba destinada por no solo una profecía, sino dos, y sería obligada a completarla, y la muerte era una opción muy sencilla, pero el destino no la dejó hacerlo. Ahora solo era cuestión de tiempo, y de eso había bastante. Misery Nox ya sabía leer, y eso bastaba y sobraba, solo faltaba una cosa; terminar con lo que se había comenzado, terminar con aquél que fue señalado como su igual, pero esta vez no lo haría solo.
Dos profecías la respaldaban, y no podrá detenerlo, por más corazón que tenga, su alma está atada, su futuro está escrito y sus acciones más horripilantes, más horribles que el asesinato mismo serán recordadas por todos, y sus consecuencias serán aprendidas sobre ella.
«Feliz cumpleaños Misery Nox, y gracias por hacer de su infancia la peor de todas»