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Yugi estaba temblando. Todo era borroso, en un momento estaba en la fiesta de Duke y al siguiente estaba atado y amordazado en la cajuela de alguien. Intento zafarse, pero solo lograba lastimarse más las muñecas. Sus gritos eran ahogados por la cuerda de cáñamo entre sus dientes. No sabía a donde lo llevaban y que es lo que quería de él. Él no tenia el rompecabezas del milenio, así que no era esa la razón. ¿Tal vez una clase de rescate? Esta seguro que Atem podrá rescatarlo. El auto se detuvo. Su respiración era acelerada. La cajuela fue abierta dejando entrar la luz de algún foco que le cegó momentáneamente. Fácilmente fue cargado por un hombre de traje y puesto de rodillas ante otro hombre, pero esta tenía un kimono masculino. Empezó a temblar cuando la realidad de su situación empezó a ausentarse. Estaba frente al líder de una yukaza. —Mmm —el hombre mayor lo tomo su rostro moviéndolo poco a poco como si lo examinara —. Si, de cerca eres tierno, y lindo —lo miro sin entender. El líder del clan lo soltó —. Quítenle la ropa. —¡¿Mmm?! —intento moverse y alejarse, pero lo sujetaron rápido. No dudaron en arrancarle la ropa dejándolo al desnudo. Toda su ropa estaba a su lado destrozada. Tembló aún más, haciendo que el líder se riera. —No te preocupes niño, no tengo interés en los mocosos, prefiero los grandes pechos —el líder trono los dedos. Alguien más trajo una prenda que no duraron en colocarle. Un suéter gris claro con el escote pronunciando y que deja ver gran parte de su pecho. El cuello de tortuga le hacia sentir algo de picazón. Uno de los hombres recorrió su mano por su espalda desnuda antes de bajar la prenda lo mejor posible apenas logrando cubrir sus partes bajas. —Bien, así eres más lindo. Miro sin comprender lo que quería decir el hombre. Hace poco le había dicho que prefiere a las mujeres y ahora sale que así se ve más bonito. —Preparen el regalo. Fue jalado. ¡¿Él era el regalo?! Intento pelear, soltarse. Pero el hombre que lo sujetaba era más fuerte que él. Lo obligaron a meterse a una jaula de perro. Le colocaron una manta encima para que no viera. Escucho voces, pero no podía entender nada de lo que decían, no estaban hablando japonés. Paso allí en esa jaula y cubierto por mucho tiempo. Sus muñecas le ardían. Escucho pasos acercarse. Al ser descubierto tuvo que cerrar los ojos ante la luz. Saiko sonreía ante el lindo regalo que los yukazas le dieron por el trato de exportación de cocaína y marihuana desde México a Japón. Se rio mientras miraba de cerca al chico en la jaula de perro. —Me conoces tan bien —no era ningún secreto que a ella le gustaba mucho las cosas tiernas y adorables. Yugi Muto cumplía con esas características. Además de que el suéter revelador le dejaba ver la blanca piel del chico. Se mordió el labio inferior mirando con hambre a ese chico. Yugi, miro aterrado a la chica frente suya. Las luces del almacén apenas iluminaban su rostro. Cabello castaño largo, ojos negros que le hacían tensarse. La narcotraficante paso su mano por los barrotes sosteniendo el rostro de su mascota entre ella, girándola poco a poco examinándola. —No pensé que me darían algo tan valioso —su voz era seductora y si fuera en otra situación Yugi le habría gustado esa voz —Yugi Muto, el famoso duelista. Mi mascota especial. Raro y bonito —una sonrisa cruel apareció en sus labios que tenían un labial rojo —. Un tesoro para presumir. Yugi sintió su corazón acelerarse. Lucho contra sus ataduras, pero solo lograba dañarse aun más. Su mente pensaba rápidamente en algún plan de escape, pero todo parecía absurdo o imposible de lograr. No podía hablar, así que negó con la cabeza sintiendo sus lagrimas bajar por sus mejillas. Saiko soltó una carcajada, disfrutando del intento desesperado de Yugi de querer escapar y del silencioso ruego de que no le hiciera nada. —Veamos que tanto son ciertos los rumores, Yugi. Sabe que debe ganar tiempo y esperar que sus amigos lo ayuden. Solo espera que Atem se haya dado cuenta de su ausencia. —Cuando termine contigo —dijo Saiko, inclinándose para mirarlo a los ojos—, serás un juguete obediente. Quizás hasta me enseñes algunos trucos de duelo. Serás perfecto para distraer a ciertos clientes. Ahora Yugi se arrepiente de no tomar algún articulo del milenio para él.Capítulo 1
12 de septiembre de 2025, 15:26
Yugi hizo un puchero. Atem suspiro derrotado mientras dejaba caer su cabeza contra su escritorio. Parecía querer llorar.
—Pensé que los egipcios eran buenos en matemáticas —Yugi se burló. Atem le lanzo su libro.
—¡Ustedes las jodieron!
Yugi se rio cubriéndose con sus brazos para que no le hiciera daño el libro. Atem hizo un puchero mientras volvía a sus apuntes.
Después del duelo ceremonial, Atem tuvo la oportunidad de tener una vida normal en el mundo moderno junto a sus amigos. Decidió aceptar la oportunidad. Pero ahora con los estudios modernos, se arrepentía de no haberse quedado muerto e ir al mundo espiritual.
—Bueno, te dejo en paz para recuperes materias.
—¡¿Me dejas?! —Atem lo miro con alta traición. Yugi sonrió con cierto nerviosismo.
—Duke me invito a una fiesta. Lo siento.
Ambos sabían que Yugi no lo sentía.
Atem solo pudo ver como Yugi salía de la habitación con una gran sonrisa. Se sentía muy traicionado.
Volvió a sus estudios con resignación. Eran las 11 de la noche cuando decidió que ya era demasiado estudio y noto que Yugi no había llegado.
Sabía por Joey que cosas así eran normales y que seguramente Yugi regresaría en la mañana.
No tuvo problemas en dormir.